Siete maneras de adquirir sabiduría
Introducción
Lawrence de Arabia es una de las películas más exitosas de todos los tiempos. Gran parte del filme está sacado del relato del propio T.E. Lawrence sobre su tiempo en Arabia. Lawrence era un académico especializado en arqueología y un estratega militar (alcanzó el rango de coronel a los 30 años), más conocido por sus actividades en el Medio Oriente durante la Primera Guerra Mundial. Lawrence explora el tema de la sabiduría en sus memorias, escritas en 1926 con el título Los siete pilares de la sabiduría.
Probablemente Lawrence tuvo en mente el pasaje de hoy: «La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares» (Proverbios 9:1). En las Escrituras el número siete se suele usar para representar la culminación o la perfección. Podemos encontrar muchas maneras de adquirir sabiduría en el libro de Proverbios, las enseñanzas de Jesús y la Biblia en general. En los pasajes de hoy se pueden ver siete de estas maneras.
Proverbios 9:1-12
Invitación de la sabiduría y de la necedad
9La sabiduría construyó su casa
y labró sus siete pilares.
2 Preparó un banquete, mezcló su vino
y tendió la mesa.
3 Envió a sus doncellas, y ahora clama
desde lo más alto de la ciudad.
4 «¡Vengan conmigo los inexpertos!
—dice a los faltos de juicio—.
5 Vengan, disfruten de mi pan
y beban del vino que he mezclado.
6 Dejen su insensatez, y vivirán;
andarán por el camino del discernimiento.
7 »El que corrige al burlón se gana que lo insulten;
el que reprende al malvado se gana su desprecio.
8 No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte;
reprende al sabio, y te amará.
9 Instruye al sabio, y se hará más sabio;
enseña al justo, y aumentará su saber.
10 »El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor;
conocer al Santo es tener discernimiento.
11 Por mí aumentarán tus días;
muchos años de vida te serán añadidos.
12 Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría;
si eres insolente, sólo tú lo sufrirás.»
Comentario
Sobrellevar la crítica
Cuando somos criticados es inútil responder a quienes simplemente se están burlando de nosotros (v.7). Si lo hacemos nos odiarán incluso más. En cambio, merece la pena responder a los «sabios».
Nuestra respuesta a la crítica nunca debería ser «insultar», «abusar» u «odiar» (vv.7–8). Más bien, debemos aprender de ella para hacernos más «sabios» y «aumentar (nuestro) saber» (v.9). De hecho, nuestra respuesta a un reproche debería ser más «amor» (v.8b).
Esto está muy lejos de ser fácil; nuestra reacción natural a la crítica suele ser atacar verbalmente o intentar justificarnos. Pero el camino más sabio es buscar aprender de los reproches o las instrucciones, por más difícil que sea.
Por ejemplo, con el paso de los años me he dado cuenta de que aquellos oradores a los que no les gusta que critiquen sus charlas, apenas mejoran. Aquellos que invitan a hacer una crítica constructiva y no se sienten amenazados por ella, suelen mejorar rápidamente y hacerse mucho más efectivos. Una relación correcta con Dios incrementará tu sabiduría (v.10) y te permitirá escuchar las críticas constructivas y crecer con ellas.
Oración
Señor, dame la sabiduría para ser constructivo cuando hago críticas y cortés cuando las reciba.
Lucas 13:1-30
El que no se arrepiente perecerá
13En aquella ocasión algunos que habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacrificios. 2 Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? 3 ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan. 4 ¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5 ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.»
6 Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. 7 Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” 8 “Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono. 9 Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »
Jesús sana en sábado a una mujer encorvada
10 Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, 11 y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
—Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
13 Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios. 14 Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:
—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado.
15 —¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? 16 Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado?
17 Cuando razonó así, quedaron humillados todos sus adversarios, pero la gente estaba encantada de tantas maravillas que él hacía.
Parábolas del grano de mostaza y de la levadura
18 —¿A qué se parece el reino de Dios? —continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? 19 Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas.
20 Volvió a decir:
—¿Con qué voy a comparar el reino de Dios? 21 Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.
La puerta estrecha
22 Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba.
23 —Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno.
24 —Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25 Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos.” Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes.” 26 Entonces dirán: “Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas.” 27 Pero él les contestará: “Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusticia!”
28 »Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29 Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. 30 En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.
Comentario
Responder al sufrimiento
En este pasaje, vemos a Jesús responder de dos maneras diferentes ante el sufrimiento. La respuesta de Jesús a la gente que estaba sufriendo siempre fue de compasión, como vemos cuando sana a la mujer jorobada (vv.10–16). Aquí vemos también la respuesta a las preguntas suscitadas acerca del «sufrimiento».
«Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacrificios» (v.1). En efecto, alguna gente fue a preguntar a Jesús: «¿Por qué permite Dios el sufrimiento? ¿Fue su sufrimiento consecuencia de su pecado?».
Por supuesto, Jesús muestra una extraordinaria sabiduría en su respuesta. Gran parte del sufrimiento de este mundo está causado por el pecado humano y todos nosotros somos culpables. Pero Jesús deja muy claro que no hay un vínculo automático entre el pecado y el sufrimiento. Aquellos no sufrían porque fueran peores pecadores que el resto de los galileos (vv.1–2). Jesús señala además que los desastres naturales no son necesariamente una forma de castigo de Dios (vv.1–5).
Aunque pueda ser pertinente que examinemos nuestros propios corazones cuando estamos sufriendo, tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de juzgar por qué están sufriendo los demás. Jesús no estaba interesado en dar explicaciones filosóficas ante el sufrimiento. Más bien, lo que le interesaba era nuestra respuesta: «a menos que se arrepientan…» (v.3).
3. Podar y plantar
Las parábolas de la higuera (vv.6–9), el grano de mostaza y la levadura (vv.18–20) nos dan sabiduría acerca de cómo crecen las cosas en el reino de Dios. Vemos cuándo es tiempo de alimentar las cosas y cuándo es tiempo de detener las actividades, así como cuándo se deben comenzar los proyectos.
Dios es paciente al dar el mayor tiempo posible para que la gente se arrepienta. En respuesta al deseo de talar la higuera, el hombre le da una oportunidad más: «Si el año próximo da higos, bien. Si no, entonces puedes cortarla» (v.9, NTV).
La clave es «buscar fruto» (v.6). Por ejemplo, cuando vemos los numerosos ministerios que hay en la iglesia, algunos son extremadamente fructíferos. Otros lo son menos. La tentación es cortar los menos fructíferos de una vez. Pero Jesús nos anima a ser pacientes: «Si el año próximo da higos, bien» (v.9a, NTV). Pero su paciencia no dura para siempre, a veces llegará el momento de detener un ministerio que no da fruto y cortarlo (v.9b).
Las parábolas del grano de mostaza (vv.18–19) y la levadura (v.20) nos recuerdan que aunque el reino de los cielos comienza pequeño, tiene un enorme potencial en el tiempo. Cuando la semilla fue plantada «creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas» (v.19). Esto muestra el enorme valor que tiene plantar semillas del reino (la plantación de iglesias incluida). También sugiere que debemos ser pacientes para ver cumplido este potencial.
4. Saber cuándo animar
Personalmente, la confrontación me resulta extremadamente difícil. Jesús tuvo la sabiduría de conocer cuándo confortar. Expuso la hipocresía y la doble vara de medir de aquellos que lo criticaron por sanar a una mujer que había estado encorvada durante 18 años, simplemente porque lo hizo en el sábat. Les recuerda la importancia de la compasión por encima del legalismo. Si aquel es un principio que ellos siguen en el cuidado de los animales, ¡cuánto más deberían seguirlo a la hora de ocuparse de la gente! (vv.15–16).
La respuesta de Jesús fue brillantemente sabia, tanto que la gente quedó «encantada» (v.17).
5. Volverse a Jesús
Cuando alguien pregunta a Jesús: «Señor, ¿son pocos los que van a salvarse?» (v.23), él da una respuesta intensamente práctica. Les dice: «Esfuércense por entrar por la puerta estrecha» (v.24). En otras palabras, no te enfoques primero en los demás; asegúrate de que has entrado en el reino de los cielos. No puedes saber sobre el resto de la gente, pero puedes estar seguro sobre lo que te pase a ti.
En esta parábola, muchos se encuentran con que no pueden entrar en la casa que representa el reino de Dios. La razón es por la falta de una relación personal con Jesús. Por dos veces el dueño de la casa, que representa a Jesús, dice a aquellos que se han quedado con la puerta en las narices: «No sé quiénes son ustedes» (vv.25,27). Ser parte del reino de Dios consiste en volverse a Jesús y conocerlo.
Parece que algunos de los que esperaban ser incluidos son excluidos, pero también parece que entrará más gente de la que se espera: «Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios» (v.29). Volverse a Jesús y seguirlo es hacer lo sabio, incluso aunque parezca que estamos en minoría.
Oración
Señor, oro porque hoy me des sabiduría en todas las conversaciones que tenga y las decisiones que tome. Lléname por favor de tu Espíritu Santo y dame la sabiduría de Jesús.
Deuteronomio 13:1-14:29
Advertencia contra la idolatría
13»Cuando en medio de ti aparezca algún profeta o visionario, y anuncie algún prodigio o señal milagrosa, 2 si esa señal o prodigio se cumple y él te dice: “Vayamos a rendir culto a otros dioses”, dioses que no has conocido, 3 no prestes atención a las palabras de ese profeta o visionario. El Señor tu Dios te estará probando para saber si lo amas con todo el corazón y con toda el alma. 4 Solamente al Señor tu Dios debes seguir y rendir culto. Cumple sus mandamientos y obedécelo; sírvele y permanece fiel a él. 5 Condenarás a muerte a ese profeta o visionario por haberte aconsejado rebelarte contra el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto y te rescató de la tierra de esclavitud. Así extirparás el mal que haya en medio de ti, porque tal profeta habrá intentado apartarte del camino que el Señor tu Dios te mandó que siguieras.
6 »Si tu propio hermano, o tu hijo, o tu hija, o tu esposa amada, o tu amigo íntimo, trata de engañarte y en secreto te insinúa: “Vayamos a rendir culto a otros dioses”, dioses que ni tú ni tus padres conocieron, 7 dioses de pueblos cercanos o lejanos que abarcan toda la tierra, 8 no te dejes engañar ni le hagas caso. Tampoco le tengas lástima. No te compadezcas de él ni lo encubras, 9 ni dudes en matarlo. Al contrario, sé tú el primero en alzar la mano para matarlo, y que haga lo mismo todo el pueblo. 10 Apedréalo hasta que muera, porque trató de apartarte del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, la tierra donde eras esclavo. 11 Entonces todos en Israel oirán esto y temblarán de miedo, y nadie intentará otra vez cometer semejante maldad.
12 »Si de alguna de las ciudades que el Señor tu Dios te da para que las habites llega el rumor de 13 que han surgido hombres perversos que descarrían a la gente y le dicen: “Vayamos a rendir culto a otros dioses”, dioses que ustedes no han conocido, 14 entonces deberás inquirir e investigar todo con sumo cuidado. Si se comprueba que tal hecho abominable ha ocurrido en medio de ti, 15 no dudes en matar a filo de espada a todos los habitantes de esa ciudad. Destrúyelos junto con todo lo que haya en ella, incluyendo el ganado. 16 Lleva todo el botín a la plaza pública, y préndele fuego a la ciudad y a todo el botín. Será una ofrenda totalmente quemada para el Señor tu Dios. La ciudad se quedará para siempre en ruinas, y no volverá a ser reedificada. 17 No te apropies de nada que haya sido consagrado a la destrucción. De ese modo, el Señor alejará de ti el furor de su ira, te tratará con misericordia y compasión, y hará que te multipliques, tal como se lo juró a tus antepasados. 18 Así será, siempre y cuando obedezcas todos estos mandamientos que te ordeno hoy, y hagas lo recto ante el Señor tu Dios.
Alimentos puros e impuros
14»Eres hijo del Señor tu Dios. No te hagas cortes en la piel ni te rapes la cabeza en honor de un muerto, 2 porque eres pueblo consagrado al Señor tu Dios. Él te eligió de entre todos los pueblos de la tierra, para que fueras su posesión exclusiva.
3 »No comas ningún animal abominable. 4 Los que podrás comer son los siguientes: el buey, la oveja, la cabra, 5 el ciervo, la gacela, el venado, la cabra montés, el íbice, el antílope y el carnero montés. 6 Podrás comer cualquier animal rumiante que tenga la pezuña hendida y partida en dos; 7 pero no podrás comer camello, liebre ni tejón porque, aunque rumian, no tienen la pezuña hendida. Los tendrás por animales impuros.
8 »El cerdo es también impuro porque, aunque tiene la pezuña hendida, no rumia. No podrás comer su carne ni tocar su cadáver.
9 »De todos los animales que viven en el agua podrás comer los que tienen aletas y escamas, 10 pero no podrás comer los que no tienen aletas ni escamas, sino que los tendrás por animales impuros.
11 »Podrás comer cualquier ave que sea pura, 12 pero no podrás comer águila, quebrantahuesos, azor, 13 gallinazo, ni especie alguna de milanos ni de halcones, 14 ni especie alguna de cuervos, 15 ni avestruz, lechuza o gaviota, ni especie alguna de gavilanes, 16 ni búho, ibis, cisne, 17 pelícano, buitre, cuervo marino 18 o cigüeña, ni especie alguna de garzas, ni abubilla ni murciélago.
19 »A los insectos voladores los tendrás por impuros, así que no los comas. 20 Pero sí podrás comer cualquier animal alado que sea puro.
21 »No comas nada que encuentres ya muerto. Podrás dárselo al extranjero que viva en cualquiera de tus ciudades; él sí podrá comérselo, o vendérselo a un forastero. Pero tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios.
»No cocines el cabrito en la leche de su madre.
Los diezmos
22 »Cada año, sin falta, apartarás la décima parte de todo lo que produzcan tus campos. 23 En la presencia del Señor tu Dios comerás la décima parte de tu trigo, tu vino y tu aceite, y de los primogénitos de tus manadas y rebaños; lo harás en el lugar donde él decida habitar. Así aprenderás a temer siempre al Señor tu Dios. 24 Pero si el Señor tu Dios te ha bendecido y el lugar donde ha decidido habitar está demasiado distante, de modo que no puedes transportar tu diezmo hasta allá, 25 entonces lo venderás y te presentarás con el dinero en el lugar que el Señor tu Dios haya elegido. 26 Con ese dinero podrás comprar lo que prefieras o más te guste: ganado, ovejas, vino u otra bebida fermentada, y allí, en presencia del Señor tu Dios, tú y tu familia comerán y se regocijarán. 27 Pero toma en cuenta a los levitas que vivan en tus ciudades. Recuerda que, a diferencia de ti, ellos no tienen patrimonio alguno.
28 »Cada tres años reunirás los diezmos de todos tus productos de ese año, y los almacenarás en tus ciudades. 29 Así los levitas que no tienen patrimonio alguno, y los extranjeros, los huérfanos y las viudas que viven en tus ciudades podrán comer y quedar satisfechos. Entonces el Señor tu Dios bendecirá todo el trabajo de tus manos.
Comentario
Probar la profecía
Necesitamos sabiduría para discernir entre los falsos y los verdaderos profetas. Entre los «profetas» de hoy en día se pueden incluir no solo aquellos con el «don de profecía» sino cualquiera que habla «en el nombre del Señor», como lo hacen los pastores, predicadores, maestros y evangelizadores. En todos estos casos, necesitamos distinguir los verdaderos de los falsos.
En este pasaje se encuentra una de las pruebas del Antiguo Testamento para descubrir un verdadero profeta. Incluso aunque un profeta realizara signos y milagros, se avisaba a la gente de que si decía «vayamos a rendir culto a otros dioses» entonces no debían «prestar atención a las palabras de ese profeta o visionario» (13:2–3). En otras palabras, la gente tenía que probar al profeta por sus enseñanzas, viendo si llevaban a la gente a Dios o los alejaban de Él. Jesús dice: «Por sus frutos los reconocerán» (Mateo 7:15–23).
7. Reverenciar a Dios
Eres un hijo «del Señor tu Dios» (Deuteronomio 14:1) y el pueblo de Dios está llamado a ser consagrado al Señor (v.2a). Has sido elegido para ser «su tesoro especial» (v.2b, NTV). Bajo la antigua alianza esto conllevaba unas reglas estrictas acerca de lo que se podía y lo que no se podía comer. Bajo la nueva alianza, Jesús declara toda la comida pura (Marcos 7:19).
Bajo ambas alianzas, la antigua y la nueva, una de las maneras en las que «reverencias» a Dios es a través de tus ofrendas (Deuteronomio 14:22–23). Dar es una bendición; Dios te bendice cuando bendices a los demás, y para que puedas bendecir a los demás (v.29c). En particular, Dios promete aquí bendecirnos en nuestro trabajo (v.29). La visión de Dios para su pueblo es una comunidad sostenida por las ofrendas mutuas. Como vimos hoy en la lectura de los Proverbios, el temor del Señor es «el principio de la sabiduría» (Proverbios 9:10) y «si eres sabio, tu premio será tu sabiduría» (v.12).
Oración
Señor, gracias porque soy tu posesión preciada. Dame sabiduría en todo lo que hago.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Como no tengo un gran número de títulos académicos, me reconfortan estos versículos:
««¡Vengan conmigo los inexpertos!\[...\] Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento \[...\] El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor» (Proverbios 9:4,6,10).
Estoy intentando dejar mis caminos insensatos y ¡hacerme sabia!
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Notes:
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