Seis pasos hacia una vida centrada en Dios
Introducción
William Temple fue arzobispo de Canterbury (de 1942 a 1944) al igual que su padre lo fue antes que él. Entre sus destacados logros está el de haber escrito un magnífico comentario al Evangelio de Juan. Este comentario, titulado Lecturas en el Evangelio de San Juan, lo escribió todo mientras oraba de rodillas ante Dios.
Hablando de la alabanza escribió lo siguiente:
«La alabanza es la rendición de toda nuestra naturaleza a Dios. Es el despertar de la conciencia por su santidad, el alimento de la mente con su verdad, la purificación de la imaginación por su belleza, la apertura del corazón a su amor, la rendición de la voluntad a su propósito... y todo esto recogido en la adoración».
La alabanza nos salva de estar centrados en nosotros mismos y nos hace estar centrados en Dios. Fuiste creado para vivir en una relación con Dios. Esta tendría que ser tu prioridad número uno. Si pones a Dios primero en tu vida, vendrán todo tipo de bendiciones. Porque Dios te ama y Él te advierte de los peligros de ignorar el designio de tu vida.
Pero, ¿qué significa llevar una vida centrada en Dios y qué pasos necesitas dar para llegar a ella?
Salmos 47:1-9
Salmo 47
Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.
1 Aplaudan, pueblos todos;
aclamen a Dios con gritos de alegría.
2 ¡Cuán imponente es el SeñorAltísimo,
el gran rey de toda la tierra!
3 Sometió a nuestro dominio las naciones;
puso a los pueblos bajo nuestros pies;
4 escogió para nosotros una heredad
que es el orgullo de Jacob, a quien amó.
5 Dios el Señor ha ascendido
entre gritos de alegría y toques de trompeta.
6 Canten salmos a Dios, cántenle salmos;
canten, cántenle salmos a nuestro rey.
7 Dios es el rey de toda la tierra;
por eso, cántenle un salmo solemne.
8 Dios reina sobre las naciones;
Dios está sentado en su santo trono.
9 Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham,
Comentario
Alaba a Dios
Has sido invitado a alabar a Dios.
En este salmo, la alabanza suena muy emotiva y ruidosa: «Aplaudan, pueblos todos; aclamen a Dios con gritos de alegría \[...\] Dios el Señor ha ascendido entre gritos de alegría y toques de trompeta» (vv.1,5). Esto también incluye cantar mucho (vv.6–7).
En la alabanza se da una gran profusión a medida que la adoración y el asombro ante Dios crecen como el agua que ebulle, derramándose de una manera desmesurada.
Todas estas son maneras exteriores de expresar tu alabanza al Señor. La alabanza incluye el uso de las emociones para expresar tu amor y gratitud por Dios y darle honor.
Como escribe Joyce Meyer:
«Dios nos dio la emociones para más propósitos que el de simplemente entusiasmarnos en un juego de deportes o con un nuevo automóvil. Seguro que Dios quiere que empleemos nuestras emociones para expresarle amor y gratitud... si liberáramos adecuadamente nuestras emociones durante los tiempos de alabanza y adoración, puede que dejáramos de liberar nuestras emociones en otros momentos inadecuados».
Oración
Señor, hoy me rindo a ti. Despierta mi conciencia con tu santidad; alimenta mi mente con tu verdad y purifica mi imaginación con tu belleza para abrir mi corazón con tu amor. Rindo mi ser entero a tus designios, te alabo y te adoro.
Lucas 18:1-30
Parábola de la viuda insistente
18Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse. 2 Les dijo: «Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. 3 En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi adversario.” 4 Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, 5 como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible.” »
6 Continuó el Señor: «Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? 8 Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?»
Parábola del fariseo y del recaudador de impuestos
9 A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos. 11 El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. 12 Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo.” 13 En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”
14 »Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Jesús y los niños
15 También le llevaban niños pequeños a Jesús para que los tocara. Al ver esto, los discípulos reprendían a quienes los llevaban. 16 Pero Jesús llamó a los niños y dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 17 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.»
El dirigente rico
18 Cierto dirigente le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
19 —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino sólo Dios. 20 Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.”
21 —Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre.
22 Al oír esto, Jesús añadió:
—Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
23 Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico. 24 Al verlo tan afligido, Jesús comentó:
—¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 En realidad, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
26 Los que lo oyeron preguntaron:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
27 —Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios —aclaró Jesús.
28 —Mira —le dijo Pedro—, nosotros hemos dejado todo lo que teníamos para seguirte.
29 —Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por causa del reino de Dios haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos, 30 recibirá mucho más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna.
Comentario
Ora con constancia
Una vida centrada en Dios es una vida de oración constante. Jesús enseñó a sus discípulos a «orar siempre, sin desanimarse» (v.1). Con Dios puedes hablar en cualquier sitio y a cualquier hora, no solo en la iglesia o en los tiempos de oración establecidos. Desde los principios de mi vida cristiana, me enseñaron a «hablar al andar» durante el día.
Jesús cuenta la parábola de la viuda y el juez injusto, el cual finalmente accede a sus peticiones para que deje de molestarle y hacerle la vida imposible (vv.4–5). Jesús explica que si un juez injusto escuchó la petición de una viuda, cuanto más escuchará Dios a aquellos que «claman a él día y noche» (v.7b).
3. Humíllate
La humildad no es algo que te ocurre sino que es algo que tienes que practicar tú mismo. En vez de exaltarte, tienes que «humillarte» y Dios promete que Él te exaltará (v.14).
Si nos comparamos con los demás, puede que nos volvamos como el fariseo y acabemos dando gracias a Dios por no ser como la otra gente: «ladrones, malhechores, adúlteros» (v.11). El fariseo «confiaba en sí mismo y se creía justo» (v.9). Cayó en la trampa de confiar en su propia santidad. Si nuestras vidas están verdaderamente centradas en Dios (con nuestras conciencias despiertas por Su santidad), nos comparamos con Él y todo lo que podemos decir es: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» (v.13). La verdad es que todos somos pecadores y todos necesitamos la misericordia de Dios.
Me resulta muy fácil leer este pasaje y dar gracias a Dios porque no soy como el fariseo. Pero al hacerlo, caigo en la misma trampa que Jesús está describiendo: pensar que soy más justo que los demás, en vez de reconocer mi pecado y mi necesidad de Dios. Este es precisamente el pecado del fariseo.
4. Sé como un niño
A veces los «pequeños» (v.15) (los niños o jóvenes en una iglesia), son descritos como «la iglesia del futuro». Pero de acuerdo con Jesús, no son solo la iglesia del futuro sino que son la iglesia de hoy: «El reino de Dios es de quienes son como ellos» (v.16).
Jesús nos llama a hacernos como niños. Nunca nos dice que seamos infantiles (en el sentido de ser simplones) sino que nos dice que seamos como niños.
Ser como niños es lo opuesto a ser independientes y «adultos». Los niños tienden a ser abiertos, receptivos, confiados, humildes y amorosos, así como a perdonar. Una vida centrada en Dios es una vida de dependencia de Él como un niño.
Te vuelves a hacer niño cuando muestras y compartes tus sentimientos con honestidad, reconoces lo frágil y vulnerable que eres y lo mucho que necesitas a Dios y a los demás.
Por instinto los niños tienden a explorar y descubrir su entorno. Ni se quedan en el pasado, ni se conforman con el presente, sino que miran adelante, con una curiosidad insaciable, hacia el futuro, impulsados por la sorpresa y una inmensa capacidad de disfrute.
Cultiva la libertad de responder instintivamente, como un niño, y de sentir y expresar sorpresa, maravilla, amor y gozo; para ir de prisa y decido a explorar, probar y descubrir las cosas por ti mismo.
5. Sigue a Jesús
No hay nada más satisfactorio que seguir a Jesús. Pedro le dice a Jesús: «Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos para seguirte» (v.28), a lo que Jesús responde: «Les aseguro que todo el que por causa del reino de Dios haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos, recibirá mucho más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna» (vv.29–30).
Jesús llama al dirigente rico a una vida centrada en Dios. Le llama a dejarlo todo y seguirle (v.22). Puede que Jesús viera en él un potencial de ser como el apóstol Pedro o Mateo, o como alguno de los otros que respondieron positivamente cuando Jesús dijo «sígueme».
Cuanto más acumulamos, es más difícil vivir una vida centrada en Dios. El dirigente rico «se entristeció mucho, pues era muy rico» (v.23). No es imposible que los ricos entren en el reino de los cielos (v.27), pero es muy difícil (vv. 24-25). No lo es porque los requisitos sean mayores sino porque el riesgo parece ser mayor.
De hecho, es imposible que ninguno de nosotros, incluyendo al rico, entre en el reino de Dios gracias a la fuerza de nuestros propios logros (vv.24-25). Pero con Dios, es posible que cualquiera, incluyendo el rico, entre en el reino de Dios (v.27). Ninguno de tus errores del pasado, ni tampoco tus circunstancias presentes, tienen que determinar tu futuro. Con Dios todo es posible.
Oración
Señor, ten misericordia de mí, pecador, dame una fe como de niño y la dependencia de ti y ayúdame a querer dejarlo todo para seguirte de todo corazón.
Deuteronomio 28:15-68
Maldiciones por la desobediencia
15 »Pero debes saber que, si no obedeces al Señor tu Dios ni cumples fielmente todos sus mandamientos y preceptos que hoy te ordeno, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:
16 »Maldito serás en la ciudad,
y maldito en el campo.
17 »Malditas serán tu canasta
y tu mesa de amasar.
18 »Malditos serán el fruto de tu vientre,
tus cosechas,
los terneritos de tus manadas
y los corderitos de tus rebaños.
19 »Maldito serás en el hogar,
y maldito en el camino.
20 »El Señor enviará contra ti maldición, confusión y fracaso en toda la obra de tus manos, hasta que en un abrir y cerrar de ojos quedes arruinado y exterminado por tu mala conducta y por haberme abandonado.
21 »El Señor te infestará de plagas, hasta acabar contigo en la tierra de la que vas a tomar posesión. 22 El Señor te castigará con epidemias mortales, fiebres malignas e inflamaciones, con calor sofocante y sequía, y con plagas y pestes sobre tus cultivos. Te hostigará hasta que perezcas. 23 Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será como hierro. 24 En lugar de lluvia, el Señor enviará sobre tus campos polvo y arena; del cielo lloverá ceniza, hasta que seas aniquilado.
25 »El Señor hará que te derroten tus enemigos. Avanzarás contra ellos en perfecta formación, pero huirás en desbandada. ¡Todos los reinos de la tierra te humillarán! 26 Tu cadáver servirá de alimento a las aves de los cielos y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las espante.
27 »El Señor te afligirá con tumores y úlceras, como las de Egipto, y con sarna y comezón, y no podrás sanar.
28 »El Señor te hará sufrir de locura, ceguera y delirio. 29 En pleno día andarás a tientas, como ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día serás oprimido; te robarán y no habrá nadie que te socorra. 30 Estarás comprometido para casarte, pero otro tomará a tu prometida y la violará. Construirás una casa, y no podrás habitarla. Plantarás una viña, pero no podrás gozar de sus frutos. 31 Ante tus propios ojos degollarán a tu buey, y no probarás su carne. Te quitarán tu burro a la fuerza y no te lo devolverán. Tus ovejas pasarán a manos de tus enemigos, y nadie te ayudará a rescatarlas. 32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otra nación; te cansarás de buscarlos, y no los podrás encontrar. 33 Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra y todo el producto de tu trabajo; para ti sólo habrá opresión y malos tratos cada día. 34 Tendrás visiones que te enloquecerán.
35 »El Señor te herirá en las rodillas y en las piernas, y con llagas malignas e incurables que te cubrirán todo el cuerpo, desde la planta del pie hasta la coronilla.
36 »El Señor hará que tú y el rey que hayas elegido para gobernarte sean deportados a un país que ni tú ni tus antepasados conocieron. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra. 37 Serás motivo de horror y objeto de burla y de ridículo en todas las naciones a las que el Señor te conduzca.
38 »Sembrarás en tus campos mucho, pero cosecharás poco, porque las langostas devorarán tus plantíos. 39 Plantarás viñas y las cultivarás, pero no cosecharás las uvas ni beberás el vino, porque los gusanos se comerán tus vides. 40 Tendrás olivares por todo tu territorio, pero no te ungirás con su aceite, porque se caerán las aceitunas. 41 Tendrás hijos e hijas pero no podrás retenerlos, porque serán llevados al cautiverio. 42 ¡Enjambres de langostas devorarán todos los árboles y las cosechas de tu tierra!
43 »Los extranjeros que vivan contigo alcanzarán cada vez más poder sobre ti, mientras que tú te irás hundiendo más y más. 44 Ellos serán tus acreedores, y tú serás su deudor. Ellos irán a la cabeza, y tú quedarás rezagado.
45 »Todas estas maldiciones caerán sobre ti. Te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, porque desobedeciste al Señor tu Dios y no cumpliste sus mandamientos y preceptos. 46 Ellos serán señal y advertencia permanente para ti y para tus descendientes, 47 pues no serviste al Señor tu Dios con gozo y alegría cuando tenías de todo en abundancia. 48 Por eso sufrirás hambre y sed, desnudez y pobreza extrema, y serás esclavo de los enemigos que el Señor enviará contra ti. Ellos te pondrán un yugo de hierro sobre el cuello, y te destruirán por completo.
49 »El Señor levantará contra ti una nación muy lejana, cuyo idioma no podrás entender; vendrá de los confines de la tierra, veloz como un águila. 50 Esta nación tendrá un aspecto feroz y no respetará a los viejos ni se compadecerá de los jóvenes. 51 Devorará las crías de tu ganado y las cosechas de tu tierra, hasta aniquilarte. No te dejará trigo, ni mosto ni aceite, ni terneras en las manadas, ni corderos en los rebaños. ¡Te dejará completamente arruinado! 52 Te acorralará en todas las ciudades de tu tierra; te sitiará hasta que se derrumben esas murallas fortificadas en las que has confiado. ¡Te asediará en toda la tierra y en las ciudades que el Señor tu Dios te ha dado!
53 »Tal será tu sufrimiento durante el sitio de la ciudad, que acabarás comiéndote el fruto de tu vientre, ¡la carne misma de los hijos y las hijas que el Señor tu Dios te ha dado! 54 Aun el más tierno y sensible de tus hombres no tendrá compasión de su propio hermano, ni de la esposa que ama, ni de los hijos que todavía le queden, 55 a tal grado que no compartirá con ellos nada de la carne de sus hijos que esté comiendo, pues será todo lo que le quede.
»Tal será la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades, 56 que aun la más tierna y sensible de tus mujeres, tan sensible y tierna que no se atrevería a rozar el suelo con la planta de los pies, no tendrá compasión de su propio esposo al que ama, ni de sus hijos ni de su hijas. 57 No compartirá el hijo que acaba de parir, ni su placenta, sino que se los comerá en secreto, pues será lo único que le quede. ¡Tal será la angustia que te hará sentir tu enemigo durante el asedio de todas tus ciudades!
58 »Si no te empeñas en practicar todas las palabras de esta ley, que están escritas en este libro, ni temes al Señor tu Dios, ¡nombre glorioso e imponente!, 59 el Señor enviará contra ti y contra tus descendientes plagas terribles y persistentes, y enfermedades malignas e incurables. 60 Todas las plagas de Egipto, que tanto horror te causaron, vendrán sobre ti y no te darán respiro.
61 »El Señor también te enviará, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres no registrados en este libro de la ley. 62 Y tú, que como pueblo fuiste tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios. 63 Así como al Señor le agradó multiplicarte y hacerte prosperar, también le agradará arruinarte y destruirte. ¡Serás arrancado de raíz, de la misma tierra que ahora vas a poseer!
64 »El Señor te dispersará entre todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocieron. 65 En esas naciones no hallarás paz ni descanso. El Señor mantendrá angustiado tu corazón; tus ojos se cansarán de anhelar, y tu corazón perderá toda esperanza. 66 Noche y día vivirás en constante zozobra, lleno de terror y nunca seguro de tu vida. 67 Debido a las visiones que tendrás y al terror que se apoderará de ti, dirás en la mañana: “¡Si tan sólo fuera de noche!”, y en la noche: “¡Si tan sólo fuera de día!” 68 Y aunque el Señor te prometió que jamás volverías por el camino de Egipto, te hará volver en barcos. Allá te ofrecerás a tus enemigos como esclavo, y no habrá nadie que quiera comprarte.»
Comentario
Sirve a Dios
En este pasaje vemos las desastrosas consecuencias de no vivir una vida centrada en Dios, desobedecer la ley, no seguir con cuidado sus mandatos (v.45) y no servir al Señor (v.47). También vemos las desastrosas consecuencias de esto en la propia historia de Israel.
He podido ver un atisbo de algunas de las cosas que aquí se describen en mi propia vida, especialmente durante los años previos a cuando experimenté una relación con Dios: «Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce» (v.23). He experimentado el sentimiento de lo que parece ser una gran separación de Dios.
Vemos como «el Señor mantendrá angustiado tu corazón; tus ojos se cansarán de anhelar, y tu corazón perderá toda esperanza. Noche y día vivirás en constante zozobra, lleno de terror y nunca seguro de tu vida» (vv.65–66). Estos versículos describen una vida que es lo opuesto de la paz y la alegría que Jesús ofrece.
Por supuesto, desde que llegué a la fe en Cristo no siempre he vivido una vida centrada en Dios. A veces he fallado a la hora de servir, obedecer y seguir sus mandatos. La gran noticia del Nuevo Testamento es que Jesús nos ha rescatado del castigo merecido y las maldiciones que, de no habernos rescatado, hubieran recaído sobre nosotros: «Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros» (Gálatas 3:13).
Oración
Señor, muchísimas gracias porque moriste en mi lugar para que pueda ser perdonado y librado de las consecuencias que merezco. Gracias porque me has llamado a una vida centrada en Dios. Ayúdame a alabarte de todo corazón y a servirte con gozo y alegría, así como a obedecerte y seguirte siempre.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Lucas 18:1–8
Tras leer la parábola de la viuda insistente, miré atrás recordando algunas oraciones de petición que he hecho y aún no han sido respondidas. Creo que tengo que redoblar mis esfuerzos y no rendirme.
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Referencias
Notas:
Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria, Casa Creación, 2013
William Temple, Readings in St. John’s Gospel (Macmillian, 1952)
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
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