El plan estratégico de Dios
Introducción
Vivo en Londres, una ciudad que tiene una población de 8,3 millones de personas y es la más grande de Europa, y la vigesimoprimera más grande del mundo. Cada año recibe 15 millones de visitantes y en ella se hablan más de 300 idiomas.
Las ciudades son lugares estratégicos para difundir el evangelio y de hecho, siempre lo han sido. El apóstol Pablo llevó el evangelio de ciudad en ciudad. Ya en una fecha temprana, el 100 d.C., existían más de 40 comunidades en el mundo mediterráneo, incluyendo África del Norte y partes de Italia. Para el 300 d.C. la mitad de las ciudades de la región eran cristianas, mientras que el 90% del campo era todavía pagano. La mayoría de las cartas de Pablo fueron escritas para las ciudades.
Las ciudades tienden a ser lugares donde se forma la cultura. Muchas de las esferas de influencia emanan de la ciudad, incluyendo el gobierno, los políticos y los legisladores, así como las artes y espectáculos, los negocios y los mercados, las universidades y otros lugares de educación, los medios y los centros de comunicación. Su estela de influencia tiende a propagarse desde la ciudad hacia las afueras y las zonas rurales. La manera de transformar una cultura pasa por transformar la ciudad.
Por lo tanto, no es de sorprender que las ciudades hayan tenido siempre un papel importante en los propósitos de Dios. En particular, hay una ciudad que ha estado en el centro de la estrategia de Dios para el mundo.
Salmos 48:1-8
Salmo 48
Canción. Salmo de los hijos de Coré.
1 Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza
en la ciudad de nuestro Dios.
Su monte santo, 2bella colina, es la alegría de toda la tierra. El monte Sión, en la parte norte, es la ciudad del gran Rey. 3` En las fortificaciones de Sión
Dios se ha dado a conocer como refugio seguro.
4 Hubo reyes que unieron sus fuerzas
y que juntos avanzaron contra la ciudad;
5 pero al verla quedaron pasmados,
y asustados emprendieron la retirada.
6 Allí el miedo se apoderó de ellos,
y un dolor de parturienta les sobrevino.
7 ¡Con un viento huracanado
destruiste las naves de Tarsis!
8 Tal como lo habíamos oído,
ahora lo hemos visto
en la ciudad del SeñorTodopoderoso,
en la ciudad de nuestro Dios:
¡Él la hará permanecer para siempre!
Comentario
El poder de la ciudad
Este salmo trata de la «Ciudad de Dios« (Jerusalén). En el pasaje, «la ciudad» es mencionada de diferentes maneras en siete ocasiones. Celebra la belleza (v.2) y la seguridad (v.8) de la ciudad. Pero por encima de todo, el salmo celebra el hecho de que es «la ciudad de nuestro Dios» (vv.1,8), el lugar donde el templo de Dios ha sido edificado y su presencia podía ser encontrada (v.3), un lugar que estaba bajo su protección (vv.3,8). Su designio era ser una fuente de bendición para el mundo entero: «la alegría de toda la tierra» (v.2).
Pablo contrasta la ciudad física de Jerusalén con la aún mayor «Jerusalén celestial» (Gálatas 4:26), y ve a la iglesia cristiana como la nueva Jerusalén.
En el libro del Apocalipsis, Juan ve «la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido» (Apocalipsis 21:2). La nueva Jerusalén es la Iglesia, la novia de Cristo. Este es el lugar donde Dios habitará para siempre (v.3).
La Iglesia tiene que ser sorprendente: «bella colina, es la alegría de toda la tierra» (Salmo 48:2). Tenemos que sentir la presencia de Dios en ella, conocer Su seguridad y Su protección y ser una bendición para el mundo que nos rodea.
Oración
Señor, gracias por el poder de Tu presencia en la Iglesia. Oro para que seamos fuente de bendición para el mundo.
Lucas 19:11-44
Parábola del dinero
11 Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento. 12 Así que les dijo: «Un hombre de la nobleza se fue a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar. 13 Llamó a diez de sus siervos y entregó a cada cual una buena cantidad de dinero. Les instruyó: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva.” 14 Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a éste por rey.”
15 »A pesar de todo, fue nombrado rey. Cuando regresó a su país, mandó llamar a los siervos a quienes había entregado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado. 16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, su dinero ha producido diez veces más.” 17 “¡Hiciste bien, siervo bueno! —le respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades.” 18 Se presentó el segundo y dijo: “Señor, su dinero ha producido cinco veces más.” 19 El rey le respondió: “A ti te pongo sobre cinco ciudades.”
20 »Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo. 21 Es que le tenía miedo a usted, que es un hombre muy exigente: toma lo que no depositó y cosecha lo que no sembró.” 22 El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré? 23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?” 24 Luego dijo a los presentes: “Quítenle el dinero y dénselo al que recibió diez veces más.” 25 “Señor —protestaron—, ¡él ya tiene diez veces más!” 26 El rey contestó: “Les aseguro que a todo el que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 27 Pero en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí.” »
La entrada triunfal
28 Dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén. 29 Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo: 30 «Vayan a la aldea que está enfrente y, al entrar en ella, encontrarán atado a un burrito en el que nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. 31 Y si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, díganle: “El Señor lo necesita.” »
32 Fueron y lo encontraron tal como él les había dicho. 33 Cuando estaban desatando el burrito, los dueños les preguntaron:
—¿Por qué desatan el burrito?
34 —El Señor lo necesita —contestaron.
35 Se lo llevaron, pues, a Jesús. Luego pusieron sus mantos encima del burrito y ayudaron a Jesús a montarse. 36 A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino.
37 Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. Gritaban:
38 —¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor!
—¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
39 Algunos de los fariseos que estaban entre la gente le reclamaron a Jesús:
—¡Maestro, reprende a tus discípulos!
40 Pero él respondió:
—Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras.
Jesús en el templo
41 Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. 42 Dijo:
—¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. 43 Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. 44 Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.
Comentario
La pasión por la ciudad
Al acercarse a la ciudad de Jerusalén (v.11), Jesús cuenta la parábola del dinero (las minas). Es una parábola que desafía las ideas preconcebidas del oyente acerca del reino de Dios y los planes de Dios para la ciudad terrenal. Una mina era una unidad de moneda que equivalía al salario de tres meses; era por tanto una gran cantidad de dinero. Es de mucha importancia cómo uses todo lo que Dios te ha confiado.
No solo tienes que usar tu dinero; también todos los dones que Dios te ha dado, incluyendo tu tiempo, educación, trabajo, habilidades y oportunidades para el beneficio del Rey y Su reino.
Es interesante cómo el premio a la fidelidad en el cuidado de las minas fue «el gobierno de diez ciudades« o el de «cinco ciudades» (vv.17,19).
Cuando Jesús hace su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén, «todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. Gritaban: —¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! —¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!» (vv.37–38).
Ven a Jesús como el Mesías que viene para reinar en la ciudad de Jerusalén, dando cumplimiento a las promesas de un rey de la estirpe de David, liberando la ciudad de sus hostigadores romanos.
Pero Jesús tiene otro plan. Al acercarse a Jerusalén llora por la ciudad (v.41). Jesús sentía pasión por la ciudad y tuvo compasión de ella al ver la destrucción venidera de Jerusalén que iba a ocurrir en el año 70 d.C. El Templo no ha vuelto a ser reconstruido y la ciudad de Jerusalén sigue siendo un lugar por el que se derraman muchas lágrimas.
La tragedia fue que Jerusalén «no reconoció el tiempo en que Dios vino» (v.44). Dios había venido en la persona de Jesús, y por su muerte y resurrección hizo posible una nueva Jerusalén.
Oración
Señor, dame esa misma pasión y compasión por la gente del lugar donde vivo.
Deuteronomio 30:11-31:29
Elección entre la vida y la muerte
11 »Este mandamiento que hoy te ordeno obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está arriba en el cielo, para que preguntes: “¿Quién subirá al cielo por nosotros, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?” 13 Tampoco está más allá del océano, para que preguntes: “¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado del océano, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?” 14 ¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas.
15 »Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. 16 Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra de la que vas a tomar posesión.
17 »Pero si tu corazón se rebela y no obedeces, sino que te desvías para adorar y servir a otros dioses, 18 te advierto hoy que serás destruido sin remedio. No vivirás mucho tiempo en el territorio que vas a poseer luego de cruzar el Jordán.
19 »Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes. 20 Ama al Señor tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida, y por él vivirás mucho tiempo en el territorio que juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.»
Josué, sucesor de Moisés
31De nuevo habló Moisés a todo el pueblo de Israel, y les dijo: 2 «Ya tengo ciento veinte años de edad, y no puedo seguir siendo su líder. Además, el Señor me ha dicho que no voy a cruzar el Jordán, 3 pues ha ordenado que sea Josué quien lo cruce al frente de ustedes. El Señor su Dios marchará al frente de ustedes para destruir a todas las naciones que encuentren a su paso, y ustedes se apoderarán de su territorio. 4 El Señor las arrasará como arrasó a Sijón y a Og, los reyes de los amorreos, junto con sus países. 5 Cuando el Señor los entregue en sus manos, ustedes los tratarán según mis órdenes. 6 Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.»
7 Llamó entonces Moisés a Josué, y en presencia de todo Israel le dijo: «Sé fuerte y valiente, porque tú entrarás con este pueblo al territorio que el Señor juró darles a sus antepasados. Tú harás que ellos tomen posesión de su herencia. 8 El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.»
La lectura de la ley
9 Moisés escribió esta ley y se la entregó a los sacerdotes levitas que transportaban el arca del pacto del Señor, y a todos los ancianos de Israel. 10 Luego les ordenó: «Cada siete años, en el año de la cancelación de deudas, durante la fiesta de las Enramadas, 11 cuando tú, Israel, te presentes ante el Señor tu Dios en el lugar que él habrá de elegir, leerás en voz alta esta ley en presencia de todo Israel. 12 Reunirás a todos los hombres, mujeres y niños de tu pueblo, y a los extranjeros que vivan en tus ciudades, para que escuchen y aprendan a temer al Señor tu Dios, y obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. 13 Y los descendientes de ellos, para quienes esta ley será desconocida, la oirán y aprenderán a temer al Señor tu Dios mientras vivan en el territorio que vas a poseer al otro lado del Jordán.»
Predicción de la rebeldía de Israel
14 El Señor le dijo a Moisés: «Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué, y preséntate con él en la Tienda de reunión para que reciba mis órdenes.»
Fue así como Moisés y Josué se presentaron allí. 15 Entonces el Señor se apareció a la entrada de la Tienda de reunión, en una columna de nube, 16 y le dijo a Moisés: «Tú irás a descansar con tus antepasados, y muy pronto esta gente me será infiel con los dioses extraños del territorio al que van a entrar. Me rechazarán y quebrantarán el pacto que hice con ellos. 17 Cuando esto haya sucedido, se encenderá mi ira contra ellos y los abandonaré; ocultaré mi rostro, y serán presa fácil. Entonces les sobrevendrán muchos desastres y adversidades, y se preguntarán: “¿No es verdad que todos estos desastres nos han sobrevenido porque nuestro Dios ya no está con nosotros?” 18 Y ese día yo ocultaré aún más mi rostro, por haber cometido la maldad de irse tras otros dioses.
19 »Escriban, pues, este cántico, y enséñenselo al pueblo para que lo cante y sirva también de testimonio contra ellos.
20 »Cuando yo conduzca a los israelitas a la tierra que juré darles a sus antepasados, tierra donde abundan la leche y la miel, comerán hasta saciarse y engordarán; se irán tras otros dioses y los adorarán, despreciándome y quebrantando mi pacto. 21 Y cuando les sobrevengan muchos desastres y adversidades, este cántico servirá de testimonio contra ellos, porque sus descendientes lo recordarán y lo cantarán. Yo sé lo que mi pueblo piensa hacer, aun antes de introducirlo en el territorio que juré darle.»
22 Entonces Moisés escribió ese cántico aquel día, y se lo enseñó a los israelitas. 23 Y el Señor le dio a Josué hijo de Nun esta orden: «Esfuérzate y sé valiente, porque tú conducirás a los israelitas al territorio que juré darles, y yo mismo estaré contigo.»
24 Moisés terminó de escribir en un libro todas las palabras de esta ley. 25 Luego dio esta orden a los levitas que transportaban el arca del pacto del Señor: 26 «Tomen este libro de la ley, y pónganlo junto al arca del pacto del Señor su Dios. Allí permanecerá como testigo contra ustedes los israelitas, 27 pues sé cuán tercos y rebeldes son. Si fueron rebeldes contra el Señor mientras viví con ustedes, ¡cuánto más lo serán después de mi muerte! 28 Reúnan ante mí a todos los ancianos y los líderes de sus tribus, para que yo pueda comunicarles estas palabras y las escuchen claramente. Pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, 29 porque sé que después de mi muerte se pervertirán y se apartarán del camino que les he mostrado. En días venideros les sobrevendrán calamidades, porque harán lo malo a los ojos del Señor y con sus detestables actos provocarán su ira.»
Comentario
La persona de la ciudad
¿Alguna vez te has sentido asaltado por pensamientos de duda, miedo o incluso depresión, desánimo o incluso «acobardado» (31:8, DHH)?
Todas son emociones humanas. Moisés tuvo que enfrentarlas y sabía que su sucesor, Josué, y todo el pueblo, tendrían que afrontar no solo batallas físicas sino también batallas mentales.
Al acercarnos al final de la vida de Moisés, vemos cómo este insta a la gente a seguir la palabra de Dios (30:14). Los exhorta a amar a Dios y marchar por sus caminos (v.16), advirtiéndoles para que no cambien de idea y se nieguen a obedecer a Dios. Los anima a «elegir la vida» (v.19).
Esta elección empieza por tus pensamientos, pues los mismos se convierten en tus palabras y tus palabras se convierten en tus acciones. Elige, cada día, pensamientos que den vida.
El sucesor de Moisés es Josué. Él es el nuevo líder del pueblo de Dios, que va a afrontar las muchas batallas que les esperan. Se le dice «Sé fuerte y valiente \[...\] El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes» (31:6,8).
Moisés no habría dicho esto si no hubiera habido nada que temer ni ninguna causa para el desánimo. Al contrario, sabía que habría razones para el miedo y abundantes desánimos. Todo ejercicio de liderazgo requiere valor para aferrarse con tenacidad a una visión, así como dureza para soportar que te echen la culpa por cada dificultad que se presente a lo largo del camino. Tanto en el pasado como ahora, el pueblo de Dios necesita de un liderazgo fuerte que sea valeroso y no se deje asustar o desanimar por la oposición y la resistencia que necesariamente habrá de darse.
La respuesta al miedo es esta: Dios promete que irá contigo («el Señor su Dios siempre los acompañará», v.6). Dios nos hace la misma promesa hoy a ti y a mí. Cuando te sientas asaltado por las dudas y el miedo, recuerda que donde quiera que vayas, cualesquiera sean tus circunstancias, puedes pedir a Dios que vaya delante de ti y prepare el camino. Por tanto, puedes estar confiando y no tienes que temer.
Después, Moisés les ordena: «Durante la Fiesta de los Tabernáculos, cuando tú, Israel, te presentes ante el Señor tu Dios en el lugar que él habrá de elegir, leerás en voz alta esta ley...» (vv.10–11).
Por supuesto, «el lugar que él habrá de elegir» resulta ser la ciudad de Jerusalén. En la Fiesta de los Tabernáculos, el pueblo iba a Jerusalén para celebrar la ocasión en la que Dios hizo brotar agua de una roca en el desierto por medio de Moisés. En ella, daban gracias a Dios por proveer el agua en el año anterior y oraban para que hiciera lo mismo en el que estaba por venir. El agua es vista también como una señal del favor de Dios y un símbolo de refresco espiritual (ver, por ejemplo, 1 Corintios 10:3-4).
Fue en el último y mayor día de la Fiesta de los Tabernáculos cuando Jesús «Jesús se puso de pie y exclamó: —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva» (Juan 7:37–38). Estaba diciendo que estas promesas no se cumplirían en un lugar sino en una persona.
El río de la vida manará de lo más íntimo del ser de Jesús. También, en un sentido derivado, ¡los ríos de agua viva brotarán de cada cristiano! («aquel que cree en mi» v.38). Jesús dice que de ti, brotará este río trayendo vida, fructificación y sanación a otras personas.
Esta imagen se retoma de nuevo en el libro del Apocalipsis donde vemos la culminación de la ciudad de Jerusalén (Apocalipsis 22:1–3). Igual que brotó un río del Edén justo al principio de la historia de la Biblia (Génesis 2:10), ahora al final, en los nuevos cielos y la nueva tierra, brotará un río de la ciudad de Dios, donde Dios hace su morada con la humanidad para siempre.
Oración
Señor, gracias porque prometes estar conmigo allá a donde vaya y que nunca me abandonarás ni te olvidarás de mí. Lléname con Tu Espíritu Santo para que hoy broten de mi corazón ríos de agua viva.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Deuteronomio 31:6
«Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará».
Este es uno de los versículos de mi vida.
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Referencias
Notes:
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Scripture quotations marked \[RSV\] from the Revised Standard Version of the Bible, copyright © 1946, 1952, and 1971 the Division of Christian Education of the National Council of the Churches of Christ in the United States of America. Used by permission. All rights reserved.