¡Hola Dios! Soy Flory Shore
Introducción
The Vicar of Dibley, es una serie de televisión del Reino Unido que presenta a una pastora (representada por Dawn French) y está basada en la vida de Joy Carroll Wallis, una de las primeras mujeres que fueron pastoras en una iglesia anglicana. Hace algunos años conocimos a Joy, la cual nos contó una historia de cuando ejercía como pastora en Brixton, Londres.
Uno de los miembros de la congregación era una señora muy piadosa de 86 años llamada Flory Shore quien tuvo que someterse a una cirugía. A Flory le habían dicho que las posibilidades de sanarse eran muy pequeñas.
Afortunadamente, sobrevivió a la cirugía. Al abrir los ojos, una de las primeras cosas que vio fue la imagen borrosa de su doctor, que estaba vestido con su bata blanca. La anciana sonrió y dijo: «¡Hola Dios! Soy Flory Shore».
El comentario de Joy es que aquello demostró dos cosas. La primera es que mostró la humildad de Flory, pues ella no esperaba que Dios supiera quien era. La segunda, mostró su absoluta certeza acerca de la resurrección y del lugar a donde iba.
Su seguridad acerca de la resurrección se apoyaba en la piedra angular del cristianismo: la resurrección de Jesucristo al tercer día. El mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos vive ahora en ti por medio del Espíritu Santo (ver Efesios 1:18–23).
Salmos 49:1-20
Salmo 49
Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.
1 Oigan esto, pueblos todos;
escuchen, habitantes todos del mundo,
2 tanto débiles como poderosos,
lo mismo los ricos que los pobres.
3 Mi boca hablará con sabiduría;
mi corazón se expresará con inteligencia.
4 Inclinaré mi oído a los proverbios;
propondré mi enigma al son del arpa.
5 ¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia,
cuando me rodeen inicuos detractores?
6 ¿Temeré a los que confían en sus riquezas
y se jactan de sus muchas posesiones?
7 Nadie puede salvar a nadie,
ni pagarle a Dios rescate por la vida.
8 Tal rescate es muy costoso;
ningún pago es suficiente.
9 Nadie vive para siempre
sin llegar a ver la fosa.
10 Nadie puede negar que todos mueren,
que sabios e insensatos perecen por igual,
y que sus riquezas se quedan para otros.
11 Aunque tuvieron tierras a su nombre,
sus tumbas serán su hogar eterno,
su morada por todas las generaciones.
12 A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales;
al igual que las bestias, perecen.
13 Tal es el destino de los que confían en sí mismos;
el final de los que se envanecen.
14 Como ovejas, están destinados al sepulcro;
hacia allá los conduce la muerte.
Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro,
lejos de sus mansiones suntuosas.
Por la mañana los gobernarán los justos.
15 Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro
y con él me llevará.
16 No te asombre ver que alguien se enriquezca
y aumente el esplendor de su casa,
17 porque al morir no se llevará nada,
ni con él descenderá su esplendor.
18 Aunque en vida se considere dichoso,
y la gente lo elogie por sus logros,
19 irá a reunirse con sus ancestros,
sin que vuelva jamás a ver la luz.
20 A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales;
al igual que las bestias, perecen.
Comentario
Vida más allá de la tumba
Hay un fuerte contraste entre una vida sin Dios y una vida con Dios.
- Vida sin Dios
Aquellos que viven sin Dios tienden a acabar confiando o bien en las riquezas (v.6a) o en ellos mismos (v.13a). Esta confianza se caracteriza por la búsqueda de estatus. Los ricos puede que «se jacten de sus muchas posesiones» y usen el dinero para impresionar a los demás con sus posesiones (v.16) poniendo tierras a su nombre (v.11a).
Disfrutan que la gente los elogie (v.18b) y se «consideran dichosos» (v.18a). Pueden tratar de usar su riqueza para «rescatar» su vida de la muerte (v.7). Pero ningún pago es suficiente (v.8). Al final, todo es inútil pues la riqueza se la quedan otros (v.10b). «No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa, porque al morir no se llevará nada (vv.16–17a). ¿De qué sirve todo si al final «se pudrirán en el sepulcro»? (v.14).
- Vida con Dios
En contraste, si vives una vida con Dios no necesitas buscar alcanzar un estatus. Esto es así porque tu estatus no viene determinado por tu éxito en la acumulación de riqueza, sino por saber a quién perteneces y lo valioso que eres para Él.
Tu rescate ha sido pagado (v.7b) y has sido redimido, por lo que tu futuro está asegurado. «Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará» (v.15).
Una vida con Dios significa que vivirás «para siempre sin llegar a ver la fosa» (v.9). El salmista dice: «¿Por qué he de temer» (v.5). El miedo es una emoción humana, pero con Dios puedes enfrentarte a tus miedos con confianza porque puedes tener la completa confianza en Dios en esta vida y en la vida venidera.
Aquí aparece una de las pocas pistas que se dan en el Antiguo Testamento acerca de la vida después de la muerte. El autor está confiado en que Dios «me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará» (v.15). La vida con Dios no termina con la muerte sino que continúa en la eternidad. El salmista tiene confianza en esto aunque no sabía cómo era posible. La respuesta se revela por medio de la resurrección de Jesús.
Oración
Señor, gracias por el poder de tu resurrección que ahora vive en mí. Gracias porque me arrancarás de las garras de la muerte y me llevarás contigo.
Lucas 20:27-21:4
La resurrección y el matrimonio
27 Luego, algunos de los saduceos, que decían que no hay resurrección, se acercaron a Jesús y le plantearon un problema:
28 —Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. 29 Pues bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos. 30 Entonces el segundo 31 y el tercero se casaron con ella, y así sucesivamente murieron los siete sin dejar hijos. 32 Por último, murió también la mujer. 33 Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella?
34 —La gente de este mundo se casa y se da en casamiento —les contestó Jesús—. 35 Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo venidero por la resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casamiento, 36 ni tampoco podrán morir, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrección. 37 Pero que los muertos resucitan lo dio a entender Moisés mismo en el pasaje sobre la zarza, pues llama al Señor “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. 38 Él no es Dios de muertos, sino de vivos; en efecto, para él todos ellos viven.
39 Algunos de los maestros de la ley le respondieron:
—¡Bien dicho, Maestro!
40 Y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas.
¿De quién es hijo el Cristo?
41 Pero Jesús les preguntó:
—¿Cómo es que dicen que el Cristo es hijo de David? 42 David mismo declara en el libro de los Salmos:
»“Dijo el Señor a mi Señor:
‘Siéntate a mi derecha,
43 hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies.’ ”
44 David lo llama “Señor”. ¿Cómo puede entonces ser su hijo?
45 Mientras todo el pueblo lo escuchaba, Jesús les dijo a sus discípulos:
46 —Cuídense de los maestros de la ley. Les gusta pasearse con ropas ostentosas y les encanta que los saluden en las plazas, y ocupar el primer puesto en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes. 47 Devoran los bienes de las viudas y a la vez hacen largas plegarias para impresionar a los demás. Éstos recibirán peor castigo.
La ofrenda de la viuda
21Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías del templo. 2 También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre.
3 —Les aseguro —dijo— que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. 4 Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento.
Comentario
Los muertos resucitarán
Cuando comenzamos a pensar en la resurrección y la vida después de la muerte, se hace difícil imaginar cómo será. ¿Qué aspecto tendrá la gente? ¿Qué tipo de cuerpo tendrás? ¿Cómo nos relacionaremos unos con otros?
Algunas veces la gente usa ese tipo de preguntas para sugerir que la idea de la resurrección es fantasiosa o incluso absurda. Los saduceos pertenecían al grupo «que decía que no hay resurrección»
(20:27, MSG). Vinieron a Jesús con una pregunta capciosa acerca de una mujer que había tenido siete esposos, preguntándole burlonamente cómo funcionaría aquello a la hora de la resurrección.
Jesús respondió explicando que su pregunta estaba mal planteada porque trabajaban desde una mentalidad de este mundo. La resurrección transformará todas nuestras relaciones humanas y se eliminará la necesidad del matrimonio como medio de continuar la línea familiar (vv.34–36).
Jesús responde la pregunta, pero luego pasa a tratar la verdadera cuestión. Los saduceos no se sentían impresionados por las pistas acerca de la resurrección que aparecen en el Antiguo Testamento porque atribuían un peso mucho mayor a los cinco primeros libros de la Biblia (el Pentateuco).
Jesús los confronta en su propio terreno, citando uno de aquellos libros: «Pero que los muertos resucitan lo dio a entender Moisés \[…\] pues llama al Señor “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Él no es Dios de muertos, sino de vivos; en efecto, para él todos ellos viven» (vv.37–38).
Jesús deja absolutamente claro que él creía no solo en su propia resurrección sino en una «resurrección» de la muerte mucho más amplia (v.35). Aquellos que resucitan no «podrán morir, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrección» (v.36).
Por supuesto, todo dependía de que Jesús fuera quien decía ser. Jesús señala que él no solo es un hijo de David; es el Señor de David (vv.41–44). Si Jesús es Señor, puedes estar seguro cuando afirma que «los muertos resucitan» (v.37).
Si de verdad crees en la resurrección, esto cambia tu actitud para todo en la vida, incluyendo tus posesiones. Como la viuda (21:1-4), eres desafiado a dar generosamente, no aferrarte a tus posesiones y, en última instancia, estar dispuesto a renunciar a todo lo que tienes en esta vida.
Más aún, tienes una perspectiva completamente diferente en esta vida. Hay verdadera esperanza a la hora de enfrentarse a la tragedia de la muerte. Esta vida es solo el principio.
Oración
Señor, muchísimas gracias por morir por mí, y gracias por la asombrosa esperanza que tengo por medio de tu resurrección. Gracias porque el mismo poder que levantó a Jesús de la muerte nos levantará también a nosotros.
Deuteronomio 33:1-34:12
Moisés bendice a las tribus
33Antes de su muerte, Moisés, hombre de Dios, bendijo así a los israelitas:
2 «Vino el Señor desde el Sinaí:
vino sobre su pueblo, como aurora, desde Seír;
resplandeció desde el monte Parán,
y llegó desde Meribá Cades
con rayos de luz en su diestra.
3 Tú eres quien ama a su pueblo;
todos los santos están en tu mano.
Por eso siguen tus pasos
y de ti reciben instrucción.
4 Es la ley que nos dio Moisés,
el tesoro de la asamblea de Jacob.
5 El Señor era rey sobre Jesurún
cuando los líderes del pueblo se reunieron,
junto con las tribus de Israel.
6 »Que Rubén viva, y que no muera;
¡sean innumerables sus hombres!»
7 Y esto dijo acerca de Judá:
«Oye, Señor, el clamor de Judá;
hazlo volver a su pueblo.
Judá defiende su causa con sus propias fuerzas.
¡Ayúdalo contra sus enemigos!»
8 Acerca de Leví dijo:
«El urim y el tumim, que son tuyos,
los has dado al hombre que favoreces.
Lo pusiste a prueba en Masá;
en las aguas de Meribá contendiste con él.
9 Dijo de su padre y de su madre:
“No los tomo en cuenta.”
No reconoció a sus hermanos,
y hasta desconoció a sus hijos,
pero tuvo en cuenta tu palabra
y obedeció tu pacto.
10 Le enseñó tus preceptos a Jacob
y tu ley a Israel.
Presentó ante ti, sobre tu altar,
el incienso y las ofrendas del todo quemadas.
11 Bendice, Señor, sus logros
y acepta la obra de sus manos.
Destruye el poder de sus adversarios;
¡que nunca más se levanten sus enemigos!»
12 Acerca de Benjamín dijo:
«Que el amado del Señor repose seguro en él,
porque lo protege todo el día
y descansa tranquilo entre sus hombros.»
13 Acerca de José dijo:
«El Señor bendiga su tierra
con el rocío precioso del cielo
y con las aguas que brotan de la tierra;
14 con las mejores cosechas del año
y los mejores frutos del mes;
15 con lo más selecto de las montañas de siempre
y la fertilidad de las colinas eternas;
16 con lo mejor de lo que llena la tierra
y el favor del que mora en la zarza ardiente.
Repose todo esto sobre la cabeza de José,
sobre la corona del elegido entre sus hermanos.
17 José es majestuoso como primogénito de toro;
¡poderoso como un búfalo!
Con sus cuernos atacará a las naciones,
hasta arrinconarlas en los confines del mundo.
¡Tales son los millares de Manasés,
las decenas de millares de Efraín!»
18 Acerca de Zabulón dijo:
«Tú, Zabulón, eres feliz emprendiendo viajes,
y tú, Isacar, quedándote en tu carpa.
19 Invitarán a los pueblos a subir a la montaña,
para ofrecer allí sacrificios de justicia.
Disfrutarán de la abundancia del mar
y de los tesoros escondidos en la arena.»
20 Acerca de Gad dijo:
«¡Bendito el que ensanche los dominios de Gad!
Ahí habita Gad como león,
desgarrando brazos y cabezas.
21 Escogió la mejor tierra para sí;
se guardó la porción del líder.
Cuando los jefes del pueblo se reunieron,
cumplió la justa voluntad del Señor,
los decretos que había dado a su pueblo.»
22 Acerca de Dan dijo:
«Dan es un cachorro de león,
que salta desde Basán.»
23 Acerca de Neftalí dijo:
«Neftalí rebosa del favor del Señor,
y está lleno de sus bendiciones;
sus dominios se extienden
desde el mar hasta el desierto.»
24 Acerca de Aser dijo:
«Aser es el más bendito de los hijos;
que sea el favorito de sus hermanos,
y se empape en aceite los pies.
25 Tus cerrojos serán de hierro y bronce;
¡que dure tu fuerza tanto como tus días!
26 »No hay nadie como el Dios de Jesurún,
que para ayudarte cabalga en los cielos,
entre las nubes, con toda su majestad.
27 El Dios sempiterno es tu refugio;
por siempre te sostiene entre sus brazos.
Expulsará de tu presencia al enemigo
y te ordenará que lo destruyas.
28 ¡Vive seguro, Israel!
¡Habita sin enemigos, fuente de Jacob!
Tu tierra está llena de trigo y de mosto;
tus cielos destilan rocío.
29 ¡Sonríele a la vida, Israel!
¿Quién como tú,
pueblo rescatado por el Señor?
Él es tu escudo y tu ayuda;
él es tu espada victoriosa.
Tus enemigos se doblegarán ante ti;
sus espaldas te servirán de tapete.»
Muerte de Moisés
34Moisés ascendió de las llanuras de Moab al monte Nebo, a la cima del monte Pisgá, frente a Jericó. Allí el Señor le mostró todo el territorio que se extiende desde Galaad hasta Dan, 2 todo el territorio de Neftalí y de Efraín, Manasés y Judá, hasta el mar Mediterráneo. 3 Le mostró también la región del Néguev y la del valle de Jericó, la ciudad de palmeras, hasta Zoar. 4 Luego el Señor le dijo: «Éste es el territorio que juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Te he permitido verlo con tus propios ojos, pero no podrás entrar en él.»
5 Allí en Moab murió Moisés, siervo del Señor, tal como el Señor se lo había dicho. 6 Y fue sepultado en Moab, en el valle que está frente a Bet Peor, pero hasta la fecha nadie sabe dónde está su sepultura.
7 Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor. 8 Durante treinta días los israelitas lloraron a Moisés en las llanuras de Moab, guardando así el tiempo de luto acostumbrado.
9 Entonces Josué hijo de Nun fue lleno de espíritu de sabiduría, porque Moisés puso sus manos sobre él. Los israelitas, por su parte, obedecieron a Josué e hicieron lo que el Señor le había ordenado a Moisés.
10 Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor tenía trato directo. 11 Sólo Moisés hizo todas aquellas señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto ante el faraón, sus funcionarios y todo su país. 12 Nadie ha demostrado jamás tener un poder tan extraordinario, ni ha sido capaz de realizar las proezas que hizo Moisés ante todo Israel.
Comentario
Los brazos que siempre sostienen
Si hay una persona que tuvo un buen final de su vida esa fue Moisés, como narra el Deuteronomio: «Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor» (34:7). Había vivido una vida de conocer al Señor «cara a cara» (v.10).
Moisés fue usado poderosamente por Dios: «Nadie ha demostrado jamás tener un poder tan extraordinario, ni ha sido capaz de realizar las proezas que hizo Moisés» (v.12).
Uno de los mayores desafíos de esta vida es acabar bien. Parte de acabar bien es planear la sucesión.
Moisés acabó bien. Había planeado que Josué fuera su sucesor. «Entonces Josué hijo de Nun fue lleno de espíritu de sabiduría, porque Moisés puso sus manos sobre él. Los israelitas, por su parte, obedecieron a Josué e hicieron lo que el Señor le había ordenado a Moisés» (v.9). Este es uno de los pocos ejemplos en los que la unción de Dios pasa de una generación a la siguiente.
Antes de morir, Moisés bendijo a todas las tribus con algunas palabras extraordinarias. Por ejemplo, de Benjamín dijo: «Que el amado del Señor repose seguro en él, porque lo protege todo el día
y descansa tranquilo entre sus hombros» (33:12).
Al acercarse al final, una vez bendecida cada tribu, dice: «No hay nadie como el Dios de Jesurún, que para ayudarte cabalga en los cielos, entre las nubes, con toda su majestad. El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos» (vv.26–27a).
Puede que Moisés se diera cuenta de que la muerte no era el final; confiaba en el Dios eterno y sabía que le sostendrían eternamente.
Pero esto no quita completamente el dolor y la tristeza de la muerte. El pueblo lloró e hizo duelo cuando Moisés murió (34:8a). Es natural y es importante hacer duelo; es vital que lo hagamos. Tus emociones han sido dadas por Dios y no deben ser reprimidas.
Pero hay una gran diferencia entre el duelo sin esperanza y el duelo de un creyente que tiene esperanza en la resurrección (1 Tesalonicenses 4:13).
A lo largo de los años, he estado en muchos funerales y servicios memoriales y con frecuencia, se pronuncian en ellos estas palabras iniciales que son poderosas, reconfortantes y que llenan de seguridad: «El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos» (Deuteronomio 33:27a).
Oración
Señor, que como Moisés viva en una relación íntima contigo y sepa que el Dios eterno es mi refugio que me sostiene eternamente entre sus brazos.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Deuteronomio 33:26–27a
«No hay nadie como el Dios de Jesurún, que para ayudarte cabalga en los cielos, entre las nubes, con toda su majestad. El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos».
Palabras que reconfortan cuando atraviesas momentos difíciles.
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