La mano de gracia de Dios
Introducción
Según Woody Allen «el 80% de la vida consiste simplemente en estar presente». Una gran parte de la vida es simplemente el conjunto de las circunstancias en las que nos encontramos; es decir las cosas que nos suceden. Por ejemplo: nuestros padres, nuestro diseño genético, el tiempo, gran parte de nuestra educación y nuestro gobierno, son cosas que experimentamos como cosas que «nos están pasando». En la gramática griega todas estas cosas se expresan en lo que se llama la «voz pasiva». Pero también hacemos que sucedan cosas. Cuanto iniciamos una acción y hacemos algo, esto se expresa mediante la «voz activa».
Pero la gramática griega tiene también una tercera voz, llamada la «voz media», la cual no es ni del todo activa ni del todo pasiva. Cuando uso la voz media estoy participando de los resultados de una acción.
La oración tiene lugar en la voz media. La oración no puede estar en voz activa porque no es una acción que yo controle. Controlar la oración sería seguir el concepto pagano de la misma: hacer que los dioses realicen lo que mandamos mediante encantos y rituales. La oración tampoco está en voz pasiva, pues no estoy pasivamente bajo la voluntad impersonal y predestinada de los dioses y las diosas. En la oración cristiana, me adentro en una acción que ha sido comenzada por otro que es mi Señor creador y salvador, y es entonces cuando me encuentro participando en los resultados de su acción de gracia.
En un sentido, la oración es el todo de la vida cristiana. Acogemos la mano de gracia de Dios en nuestras vidas y participamos en lo que Él está haciendo en el mundo. Dios te hace parte de sus planes. Por supuesto, Él podría hacer todo por su cuenta, pero elige implicarte. Te da libertad y aun así, sigue teniendo el control de las cosas.
Salmos 50:1-15
Salmo 50
Salmo de Asaf.
1 Habla el Señor, el Dios de dioses:
convoca a la tierra de oriente a occidente.
2 Dios resplandece desde Sión,
la ciudad bella y perfecta.
3 Nuestro Dios viene, pero no en silencio;
lo precede un fuego que todo lo destruye,
y en torno suyo ruge la tormenta.
4 El Señor convoca a los cielos y a la tierra,
para que presencien el juicio de su pueblo:
5 «Reúnanme a los consagrados,
a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio.»
6 El cielo proclama la justicia divina:
¡Dios mismo es el juez!
7 «Escucha, pueblo mío, que voy a hablar;
Israel, voy a testificar contra ti:
¡Yo soy tu Dios, el único Dios!
8 No te reprendo por tus sacrificios
ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces.
9 No necesito becerros de tu establo
ni machos cabríos de tus apriscos,
10 pues míos son los animales del bosque,
y mío también el ganado de los cerros.
11 Conozco a las aves de las alturas;
todas las bestias del campo son mías.
12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría,
pues mío es el mundo, y todo lo que contiene.
13 ¿Acaso me alimento con carne de toros,
o con sangre de machos cabríos?
14 ¡Ofrece a Dios tu gratitud,
cumple tus promesas al Altísimo!
15 Invócame en el día de la angustia;
yo te libraré y tú me honrarás.»
Comentario
Dios te librará
¿Estás experimentando problemas en tu vida? ¿Alguna situación laboral?¿Una relación?¿Temas de salud?¿Dificultades económicas?
Dios tiene el control absoluto de Su universo: «Habla el Señor, el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a occidente» (v.1).
Todo es propiedad suya. Por más que luchemos y nos debatamos por nuestra pequeña esquinita y nuestras posesiones, a fin de cuentas, Dios es propietario de todo: «Míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros» (v.10).
Él no depende de los seres humanos: «Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene» (v.12).
Con todo, Él te da, por gracia, un papel que desempeñar en Su obra
- Da gracias a Dios
«¡Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias!» (v.14a).
- Invoca a Dios
«Invócame en el día de la angustia» (v.15a).
- Honra a Dios
«Yo te libraré y tú me honrarás» (v.15b).
Me he acordado del Salmo 50:15 en multitud de ocasiones. He invocado al Señor «en el día de la angustia». Es sorprendente mirar atrás y ver cuántas veces me ha librado Su mano misericordiosa.
Oración
Señor, gracias por todas tus maravillosas respuestas a la oración. Señor, te invoco una vez más para que me libres de...
Lucas 22:1-38
Judas acuerda traicionar a Jesús
22Se aproximaba la fiesta de los Panes sin levadura, llamada la Pascua. 2 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley buscaban algún modo de acabar con Jesús, porque temían al pueblo. 3 Entonces entró Satanás en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote. 4 Éste fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del templo para tratar con ellos cómo les entregaría a Jesús. 5 Ellos se alegraron y acordaron darle dinero. 6 Él aceptó, y comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús cuando no hubiera gente.
La última cena
7 Cuando llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua, 8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles:
—Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua.
9 —¿Dónde quieres que la preparemos? —le preguntaron.
10 —Miren —contestó él—: al entrar ustedes en la ciudad les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa en que entre, 11 y díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” 12 Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen allí la cena.
13 Ellos se fueron y encontraron todo tal como les había dicho Jesús. Así que prepararon la Pascua.
14 Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa. 15 Entonces les dijo:
—He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, 16 pues les digo que no volveré a comerla hasta que tenga su pleno cumplimiento en el reino de Dios.
17 Luego tomó la copa, dio gracias y dijo:
—Tomen esto y repártanlo entre ustedes. 18 Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.
19 También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:
—Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.
20 De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo:
—Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes. 21 Pero sepan que la mano del que va a traicionarme está con la mía, sobre la mesa. 22 A la verdad el Hijo del hombre se irá según está decretado, pero ¡ay de aquel que lo traiciona!
23 Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos haría esto.
24 Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante. 25 Jesús les dijo:
—Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. 26 No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. 27 Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve. 28 Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas. 29 Por eso, yo mismo les concedo un reino, así como mi Padre me lo concedió a mí, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31 »Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. 32 Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.
33 —Señor —respondió Pedro—, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte.
34 —Pedro, te digo que hoy mismo, antes de que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces.
35 Luego Jesús dijo a todos:
—Cuando los envié a ustedes sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?
—Nada —respondieron.
36 —Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que venda su manto y compre una espada. 37 Porque les digo que tiene que cumplirse en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los transgresores.” En efecto, lo que se ha escrito de mí se está cumpliendo.
38 —Mira, Señor —le señalaron los discípulos—, aquí hay dos espadas.
—¡Basta! —les contestó.
Comentario
Tus oraciones marcan la diferencia
¿Alguna vez sientes la tentación de compararte con otras personas?
Da mucho ánimo ver que los discípulos de Jesús tuvieron muchos de los mismos problemas que nosotros. Se dan disputas entre ellos acerca de cuál acabará siendo el mayor (v.24). Compararnos con los demás es siempre una tentación que lleva o bien al orgullo (si creemos que nos va mejor) o a la envidia y la inseguridad (si pensamos que no va peor).
Jesús subraya que lo valores del reino son el extremo opuesto a los del mundo: «Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve» (vv.25–27).
Cuando vemos lo papeles desempeñados por cada una de las personas protagonistas de este drama, vemos una vez más que la Biblia enseña tanto la predestinación (que Dios tiene todo planeado por adelantado) como el libre albedrío. Este es el misterio guardado en las Escrituras de la tensión entre ambos, y tenemos razón al sospechar cuando cualquier sistema humano intenta explicar las cosas de una manera o de otra. En este pasaje vemos tres ejemplos de cómo opera esta tensión en la práctica:
- Judas
Aquí vemos una descripción terrible de cómo funciona el mal. Judas es uno de los doce elegidos de Jesús a pesar de lo cual Satanás entra dentro de él (v.3).
Jesús declara que todo lo sucedido con él ya se sabía de antes y estaba predestinado: «A la verdad el Hijo del hombre se irá según está decretado» (v.22a). Pero el hecho de que se supiera de antemano y estuviera predestinado, no absuelve a Judas de responsabilidad: «Pero, ¡ay de aquel que lo traiciona!» (v.22b).
La paradoja es que aunque «está decretado», Judas es un agente libre cuyo «albedrío» participó. Cuando le fue ofrecido dinero por traicionar a Jesús, Judas *«*aceptó, y comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús cuando no hubiera gente» (v.6).
- Simón Pedro
El mismo «Satanás» que entró en Judas (v.3), quería «zarandear» a Pedro «como el trigo» (v.31).
Pedro estaba muy confiado en que no defraudaría a Jesús: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte» (v.33). Jesús sabía que Pedro le fallaría: «Pedro, te digo que hoy mismo, antes de que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces» (v.34).
Pero, en última instancia, su fe no desfalleció. Jesús dijo: «Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe» (v.32). Esto muestra cómo, en medio de la extraordinaria paradoja de la predestinación y el libre albedrío, la oración en verdad cambia las cosas. El porqué y el cómo funciona es algo que puede que nunca entendamos. Pero el ejemplo de Jesús muestra que cuentan, que tus oraciones tienen un impacto y marcan la diferencia.
- Jesús
Fundamentalmente, vemos esta paradoja de la predestinación y el libre albedrío en la muerte y resurrección de Jesús. Él dice: «El Hijo del hombre se irá según está decretado» (v.22a). Y añade: «Porque les digo que tiene que cumplirse en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los transgresores”. En efecto*, lo que se ha escrito de mí se está cumpliendo*» (v.37). No puede haber una afirmación mayor que esta diciendo que la muerte de Jesús estaba pre-ordenada, pre-planeada y predestinada. Así, Jesús fue voluntariamente a su muerte: eligió morir. Dios dio su cuerpo por nosotros (v.19).
Vemos el equilibrio entre el papel de Dios y el nuestro. Nos es recordado cada vez que recibimos la comunión. Jesús dijo: «Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes \[…\] Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes» (vv.19,20). Ese era el papel más difícil, el sacrificio voluntario de su vida entregada por nosotros. Nuestro papel es relativamente simple: «Hagan esto en memoria de mía» (v.19).
Oración
Señor, gracias por haber hecho todo esto por mí. Gracias porque diste tu cuerpo y derramaste tu sangre por mí. Gracias por tu mano misericordiosa en mi vida.
Josué 3:1-5:12
El cruce del río Jordán
3Muy de mañana, Josué y todos los israelitas partieron de Sitín y se dirigieron hacia el río Jordán; pero antes de cruzarlo, acamparon a sus orillas. 2 Al cabo de tres días, los jefes del pueblo recorrieron todo el campamento 3 con la siguiente orden: «Cuando vean el arca del pacto del Señor su Dios, y a los sacerdotes levitas que la llevan, abandonen sus puestos y pónganse en marcha detrás de ella. 4 Así sabrán por dónde ir, pues nunca antes han pasado por ese camino. Deberán, sin embargo, mantener como un kilómetro de distancia entre ustedes y el arca; no se acerquen a ella.»
5 Josué le ordenó al pueblo: «Purifíquense, porque mañana el Señor va a realizar grandes prodigios entre ustedes.» 6 Y a los sacerdotes les dijo: «Carguen el arca del pacto y pónganse al frente del pueblo.» Los sacerdotes obedecieron y se pusieron al frente del pueblo.
7 Luego el Señor le dijo a Josué: «Este día comenzaré a engrandecerte ante el pueblo de Israel. Así sabrán que estoy contigo como estuve con Moisés. 8 Dales la siguiente orden a los sacerdotes que llevan el arca del pacto: “Cuando lleguen a la orilla del Jordán, deténganse.” »
9 Entonces Josué les dijo a los israelitas: «Acérquense y escuchen lo que Dios el Señor tiene que decirles.» 10 Y añadió: «Ahora sabrán que el Dios viviente está en medio de ustedes, y que de seguro expulsará a los cananeos, los hititas, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos. 11 El arca del pacto, que pertenece al Soberano de toda la tierra, cruzará el Jordán al frente de ustedes. 12 Ahora, pues, elijan doce hombres, uno por cada tribu de Israel. 13 Tan pronto como los sacerdotes que llevan el arca del Señor, soberano de toda la tierra, pongan pie en el Jordán, las aguas dejarán de correr y se detendrán formando un muro.»
14 Cuando el pueblo levantó el campamento para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto marcharon al frente de todos. 15 Ahora bien, las aguas del Jordán se desbordan en el tiempo de la cosecha. A pesar de eso, tan pronto como los pies de los sacerdotes que portaban el arca tocaron las aguas, 16 éstas dejaron de fluir y formaron un muro que se veía a la distancia, más o menos a la altura del pueblo de Adán, junto a la fortaleza de Saretán. A la vez, dejaron de correr las aguas que fluían en el mar del Arabá, es decir, el Mar Muerto, y así el pueblo pudo cruzar hasta quedar frente a Jericó. 17 Por su parte, los sacerdotes que portaban el arca del pacto del Señor permanecieron de pie en terreno seco, en medio del Jordán, mientras todo el pueblo de Israel terminaba de cruzar el río por el cauce totalmente seco.
Monumento conmemorativo
4Cuando todo el pueblo terminó de cruzar el río Jordán, el Señor le dijo a Josué: 2 «Elijan a un hombre de cada una de las doce tribus de Israel, 3 y ordénenles que tomen doce piedras del cauce, exactamente del lugar donde los sacerdotes permanecieron de pie. Díganles que las coloquen en el lugar donde hoy pasarán la noche.»
4 Entonces Josué reunió a los doce hombres que había escogido de las doce tribus, 5 y les dijo: «Vayan al centro del cauce del río, hasta donde está el arca del Señor su Dios, y cada uno cargue al hombro una piedra. Serán doce piedras, una por cada tribu de Israel, 6 y servirán como señal entre ustedes. En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: “¿Por qué están estas piedras aquí?”, 7 ustedes les responderán: “El día en que el arca del pacto del Señor cruzó el Jordán, las aguas del río se dividieron frente a ella. Para nosotros los israelitas, estas piedras que están aquí son un recuerdo permanente de aquella gran hazaña.” »
8 Los israelitas hicieron lo que Josué les ordenó, según las instrucciones del Señor. Tomaron las piedras del cauce del Jordán, conforme al número de las tribus, las llevaron hasta el campamento y las colocaron allí. 9 Además, Josué colocó doce piedras en el cauce del río donde se detuvieron los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Esas piedras siguen allí hasta el día de hoy.
10 Los sacerdotes que llevaban el arca permanecieron en medio del cauce hasta que los israelitas hicieron todo lo que el Señor le había ordenado a Josué. Todo se hizo según las instrucciones que Josué había recibido de Moisés. El pueblo se apresuró a cruzar el río, 11 y cuando todos lo habían hecho, el arca del Señor y los sacerdotes cruzaron también en presencia del pueblo. 12 Acompañaban al pueblo los guerreros de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, según las órdenes que había dado Moisés. 13 Unos cuarenta mil guerreros armados desfilaron en presencia del Señor y se dirigieron a la planicie de Jericó, listos para la guerra.
14 Aquel mismo día, el Señor engrandeció a Josué ante todo Israel. El pueblo admiró a Josué todos los días de su vida, como lo había hecho con Moisés.
15 Luego el Señor le dijo a Josué: 16 «Ordénales a los sacerdotes portadores del arca del pacto que salgan del Jordán.» 17 Josué les ordenó a los sacerdotes que salieran, 18 y así lo hicieron, portando el arca del pacto del Señor. Tan pronto como sus pies tocaron tierra firme, las aguas del río regresaron a su lugar y se desbordaron como de costumbre. 19 Así, el día diez del mes primero, el pueblo de Israel cruzó el Jordán y acampó en Guilgal, al este de Jericó. 20 Entonces Josué erigió allí las piedras que habían tomado del cauce del Jordán, 21 y se dirigió a los israelitas: «En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: “¿Por qué están estas piedras aquí?”, 22 ustedes les responderán: “Porque el pueblo de Israel cruzó el río Jordán en seco.” 23 El Señor, Dios de ustedes, hizo lo mismo que había hecho con el Mar Rojo cuando lo mantuvo seco hasta que todos nosotros cruzamos. 24 Esto sucedió para que todas las naciones de la tierra supieran que el Señor es poderoso, y para que ustedes aprendieran a temerlo para siempre.»
5En efecto, un gran pánico invadió a todos los reyes amorreos que estaban al oeste del Jordán y a los reyes cananeos de la costa del Mediterráneo, cuando se enteraron de que el Señor había secado el Jordán para que los israelitas lo cruzaran. ¡No se atrevían a hacerles frente!
Liberación del oprobio egipcio
2 En aquel tiempo, el Señor le dijo a Josué: «Prepara cuchillos de pedernal, y vuelve a practicar la circuncisión entre los israelitas.» 3 Así que Josué hizo los cuchillos y circuncidó a los varones israelitas en la colina de Aralot. 4 Realizó la ceremonia porque los israelitas en edad militar que habían salido de Egipto ya habían muerto en el desierto. 5 Todos ellos habían sido circuncidados, pero no los que nacieron en el desierto mientras el pueblo peregrinaba después de salir de Egipto. 6 Dios les había prometido a sus antepasados que les daría una tierra donde abundan la leche y la miel. Pero los israelitas que salieron de Egipto no obedecieron el Señor, y por ello él juró que no verían esa tierra. En consecuencia, deambularon por el desierto durante cuarenta años, hasta que murieron todos los varones en edad militar. 7 A los hijos de éstos, a quienes Dios puso en lugar de ellos, los circuncidó Josué, pues no habían sido circuncidados durante el viaje. 8 Una vez que todos fueron circuncidados, permanecieron en el campamento hasta que se recuperaron.
9 Luego el Señor le dijo a Josué: «Hoy les he quitado de encima el oprobio de Egipto.» Por esa razón, aquel lugar se llama Guilgal hasta el día de hoy.
Celebración de la Pascua
10 Al caer la tarde del día catorce del mes primero, mientras acampaban en la llanura de Jericó, los israelitas celebraron la Pascua. 11 Al día siguiente, después de la Pascua, el pueblo empezó a alimentarse de los productos de la tierra, de panes sin levadura y de trigo tostado. 12 Desde ese momento dejó de caer maná, y durante todo ese año el pueblo se alimentó de los frutos de la tierra.
Comentario
Dios hará grandes prodigios
¿Te das cuenta de que Dios está contigo? Y si está contigo, entonces puedes enfrentarte a todos los retos que se presenten. Dios dice a Josué: «Estoy contigo como estuve con Moisés» (3:7).
Una vez más, vemos aquí el equilibrio entre nuestro papel y el de Dios:
- Prepárense
Dios estaba a punto de actuar de manera milagrosa en favor de su pueblo. Pero el pueblo tenía un papel que hacer. Josué dice al pueblo que se preparen: «Purifíquense, porque mañana el Señor va a realizar grandes prodigios entre ustedes» (3:5).
También les fue asignada la tarea de elegir a la personas que desempeñarían papeles particulares en la preparación del cruce del Jordán (4:1–4).
- La provisión de Dios
Otra vez vemos la mano misericordiosa de Dios. El Señor hizo «grandes prodigios» (3:5). Uno de ellos fue el cruce del Jordán (Joshua 3).
Dios prometió honrar a Josué, el cual no se exaltó a sí mismo: «Aquel mismo día, el Señor engrandeció a Josué ante todo Israel» (4:14).
Él proveyó las necesidades de Su pueblo: «Desde ese momento dejó de caer maná, y durante todo ese año el pueblo se alimentó de los frutos de la tierra» (5:12). Dios proveyó lo que necesitaban y ni un ápice más.
Esto los protegió del sentimiento de seguridad material y autosuficiencia y quizá, de no confiar en Dios. Tu seguridad y confianza deben apoyarse solamente en Dios. Siempre ha provisto lo suficiente, ni un ápice más.
Oración
Gracias Señor, por la manera tan prodigiosa en la que me haces parte de Tus planes. Hoy me consagro a Ti; gracias por la promesa de que harás grandes prodigios en mí y proveerás todas mi necesidades.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Lucas 22:24
Este tema de quien es «el mayor» sigue saliendo una y otra vez. Los discípulos se daban empujones para ver quién conseguía más poder. Parece algo tan inoportuno y fuera de lugar hacerlo cuando el desastre y la zozobra estaban a punto de golpear... En vez de eso tenían que haber estado prestando atención a las instrucciones de Jesús.
En aquel momento, no parecía que ninguno de ellos fuera a llegar a ser un gran líder, pero llegaron a serlo. Es algo que nos da esperanza a todos.
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Referencias
Notas:
Eugene Peterson, The Contemplative Pastor, (William B Eerdmans Publishing Co, 1993) pp.91–93
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Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.