Día 148

El poder de la unidad

Sabiduría Salmos 68:7-14
Nuevo Testamento Juan 17:6-26
Antiguo Testamento 1 Samuel 19:1-20:42

Introducción

En el campo de concentración de Buchenwald fueron asesinadas 56 000 personas por un régimen totalitario que veía la fe cristiana como una amenaza a su ideología. Un bloque de celdas del campo estaba reservado para los presos considerados especialmente peligrosos o importantes. Paul Schneider, un pastor luterano a quien llamaban «el predicador de Buchenwald», fue colocado en aquel bloque especial porque incluso desde la pequeña ventana en su celda proclamaba con voz alta el evangelio de Jesucristo, desafiando las órdenes de los guardias de la Gestapo.

También fue confinado en ese bloque Otto Neururer, un sacerdote católico cuya obra en favor de los judíos y otros de los llamados «indeseables» lo había convertido en una amenaza para los gerifaltes nazis. Él también sirvió evangelizando en el nombre de Jesús a sus compañeros internos en el campo de concentración hasta que fue crucificado cabeza abajo.

En la unidad, estos dos hombres, uno católico y otro protestante, dieron testimonio del mismo Señor: Jesucristo. ¡La unidad es tan poderosa!

Sabiduría

Salmos 68:7-14

7 Cuando saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo,
 cuando a través de los páramos marchaste,
8 la tierra se estremeció,
 los cielos se vaciaron,
delante de Dios, el Dios de Sinaí,
 delante de Dios, el Dios de Israel.
9 Tú, oh Dios, diste abundantes lluvias;
 reanimaste a tu extenuada herencia.
10 Tu familia se estableció en la tierra
 que en tu bondad, oh Dios, preparaste para el pobre.

11 El Señor ha emitido la palabra,
 y millares de mensajeras la proclaman:
12 «Van huyendo los reyes y sus tropas;
 en las casas, las mujeres se reparten el botín:
13 alas de paloma cubiertas de plata,
 con plumas de oro resplandeciente.
 Tú te quedaste a dormir entre los rebaños.»
14 Cuando el Todopoderoso puso en fuga
 a los reyes de la tierra,
parecían copos de nieve
 cayendo sobre la cumbre del Zalmón.

Comentario

1. El pueblo y la tierra

David reflexiona sobre el éxodo, el Monte Sinaí y la conquista de Canaán. Aquellos fueron algunos de los momentos cumbre de la historia del pueblo de Dios en los que estuvieron genuinamente unidos.

Este pasaje tiene que ver con el reconocimiento de la bendición y la unidad de Dios. Es un salmo de acción de gracias y alabanza a Dios por todas las cosas que ha hecho. Celebra su liderazgo (v.7), su poder y provisión (v.8-9), su generosidad, su justicia (v.10) y sus victorias (vv.11-14).

Dios había llevado a la tierra prometida al pueblo. Hoy sin embargo, el desafío de la unidad es grande en esta misma área. La búsqueda de la paz en Oriente Medio sigue siendo uno de los mayores desafíos que tiene que afrontar nuestro mundo.

Oración

Señor, gracias por tu amor para con todos. Oro por la paz y la unidad en los países del Oriente Medio devastados por la guerra. Gracias por ser la fuente y el fundamento de la unidad.

Nuevo Testamento

Juan 17:6-26

Jesús ora por sus discípulos

6 »A los que me diste del mundo les he revelado quién eres. Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra. 7 Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, 8 porque les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron; saben con certeza que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque son tuyos. 10 Todo lo que yo tengo es tuyo, y todo lo que tú tienes es mío; y por medio de ellos he sido glorificado. 11 Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti.

»Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. 12 Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura.

13 »Ahora vuelvo a ti, pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan mi alegría en plenitud. 14 Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. 16 Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. 17 Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. 19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Jesús ora por todos los creyentes

20 »No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, 21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 23 yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.

24 »Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.

25 »Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. 26 Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.»

Comentario

2. La iglesia y el mundo

En los Evangelios leemos con frecuencia fragmentos acerca de la vida de oración de Jesús. Pero solo en raras ocasiones se nos informa en alguna medida del contenido de lo que él oró. En esta grandiosa oración, hecha cuando estaba a punto de encarar la cruz, vemos las prioridades de Jesús.

Jesús ora no solo por sus discípulos, sino también por aquellos que creerán en el futuro; es decir, ora por toda la iglesia, la cual te incluye a ti y a mí (v.20).

Esta oración está dominada por el tema de la unidad. Jesús ora no solo por la unidad entre sus discípulos (v.11), sino también por la de la iglesia (v.20). Él ora por una unidad como la que une a la Trinidad: «para que sean uno, lo mismo que nosotros» (v.11).

  • El motivo de la unidad es la gran comisión de Jesús.

Jesús oró por una unidad completa para que el mundo creyera (v.23) y conociera la unidad con Dios (vv.21,24). Una de las mayores barreras para que la gente crea es la desunión en la iglesia. En política, en el momento en que un partido político se desintegra, pierde su popularidad. Sucede en el mundo secular y aún más en la iglesia. Jesús dice que protegió a sus discípulos y los mantuvo a salvo «para que sean uno» (v.11). Ahora ora que, «los protejas del maligno» (v.15) quien tratará de dividirlos.

Cuando las iglesias luchan entre sí, la gente se desinteresa. Al contrario, cuando las iglesias se unen es muy atrayente y una fuente de gozo. Los seguidores de Jesús no deberían ser desdichados. Jesús ora «que tengan mi gozo completo en sí mismos» (v.13). El gozo viene de la unidad. La desunión nos roba la alegría; la unidad, en cambio, es poderosa.

  • El medio para la unidad es el Espíritu Santo de Jesús

Jesús ora por tu santidad; lo hace así: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad» (v.17). La santidad viene de la verdad, la cual se halla en la palabra de Dios. Por eso es tan importante empaparte en la palabra del Señor.

La santidad viene cuando acogemos al Santo, el Espíritu de la Verdad, que viene a habitar en nosotros.

Jesús ora, «y yo mismo esté en ellos» (v.26). Esta es la verdad más extraordinaria del Nuevo Testamento: que Jesús viene a vivir en ti por el Espíritu Santo. El mismo Espíritu Santo vive en todos los cristianos de cualquier iglesia o denominación. El Espíritu Santo nos une.

  • La marca de unidad es el amor de Jesús

Jesús ora «para que el amor con que me has amado esté en ellos» (v.26). ¿Qué mayor amor puedes tener que el amor que Dios Padre tiene por Jesús su Hijo? La oración de Jesús por ti es para que tengas en tu corazón el mismo amor hacia otros cristianos y otras partes del cuerpo de Cristo que el que Dios Padre tiene por Jesús.

  • La medida de la unidad es la visibilidad de Jesús.

A veces la gente habla de la «unidad invisible». Pero Jesús no oró por una unidad invisible, ni tampoco oró para que estuviéramos «medio unidos». Él oró para que «alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste» (v.23). Él quiere que la iglesia esté unida completa y visiblemente.

Un día así será (ver Efesios 1:9-11). Entretanto, mientras tendemos puentes, trabajamos juntos y nos reunimos con otros cristianos de diferentes partes de la iglesia. Mientras unimos nuestros corazones y nuestras mentes en comunión con Jesús, podemos ver —como en Buchenwald— signos visibles de nuestra unidad invisible.

Oración

Señor, gracias por la manera en que el Espíritu Santo nos está uniendo. Oro para que podamos ver signos crecientes de unidad visible para que el mundo crea.

Antiguo Testamento

1 Samuel 19:1-20:42

Saúl intenta matar a David

19Saúl les comunicó a su hijo Jonatán y a todos sus funcionarios su decisión de matar a David. Pero como Jonatán le tenía tanto afecto a David, 2 le advirtió: «Mi padre Saúl está buscando una oportunidad para matarte. Así que ten mucho cuidado mañana; escóndete en algún sitio seguro, y quédate allí. 3 Yo saldré con mi padre al campo donde tú estés, y le hablaré de ti. Cuando averigüe lo que pasa, te lo haré saber.»

4 Jonatán le habló a su padre Saúl en favor de David:

—¡No vaya Su Majestad a hacerle daño a su siervo David! —le rogó—. Él no le ha hecho ningún mal; al contrario, lo que ha hecho ha sido de gran beneficio para Su Majestad. 5 Para matar al filisteo arriesgó su propia vida, y el Señor le dio una gran victoria a todo Israel. Su Majestad mismo lo vio y se alegró. ¿Por qué ha de hacerle daño a un inocente y matar a David sin motivo?

6 Saúl le hizo caso a Jonatán, y exclamó:

—Tan cierto como que el Señor vive, te juro que David no morirá.

7 Entonces Jonatán llamó a David y, después de contarle toda la conversación, lo llevó ante Saúl para que estuviera a su servicio como antes.

8 Volvió a estallar la guerra. David salió a pelear contra los filisteos, y los combatió con tal violencia que tuvieron que huir.

9 Sin embargo, un espíritu maligno de parte del Señor se apoderó de Saúl. Estaba sentado en el palacio, con una lanza en la mano. Mientras David tocaba el arpa, 10 intentó clavarlo en la pared con la lanza, pero David esquivó el golpe de Saúl, de modo que la lanza quedó clavada en la pared. Esa misma noche David se dio a la fuga.

11 Entonces Saúl mandó a varios hombres a casa de David, para que lo vigilaran durante la noche y lo mataran al día siguiente. Pero Mical, la esposa de David, le advirtió: «Si no te pones a salvo esta noche, mañana serás hombre muerto.» 12 En seguida ella descolgó a David por la ventana, y así él pudo escapar. 13 Luego Mical tomó un ídolo y lo puso en la cama con un tejido de pelo de cabra en la cabeza, y lo cubrió con una sábana.

14 Cuando Saúl mandó a los hombres para apresar a David, Mical les dijo: «Está enfermo.» 15 Pero Saúl los mandó de nuevo a buscar a David: «Aunque esté en cama, ¡tráiganmelo aquí para matarlo!» 16 Al entrar en la casa, los hombres vieron que lo que estaba en la cama era un ídolo, con un tejido de pelo de cabra en la cabeza. 17 Entonces Saúl le reclamó a Mical:

—¿Por qué me has engañado así? ¿Por qué dejaste escapar a mi enemigo?

Ella respondió:

—Él me amenazó con matarme si no lo dejaba escapar.

18 Después de huir y ponerse a salvo, David fue a Ramá para ver a Samuel y contarle todo lo que Saúl le había hecho. Entonces los dos se fueron a vivir a Nayot. 19 Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Nayot de Ramá, 20 mandó a sus hombres para que lo apresaran. Pero se encontraron con un grupo de profetas, dirigidos por Samuel, que estaban profetizando. Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre los hombres de Saúl, y también ellos cayeron en trance profético. 21 Al oír la noticia, Saúl envió otro grupo, pero ellos también cayeron en trance. Luego mandó un tercer grupo, y les pasó lo mismo. 22 Por fin, Saúl en persona fue a Ramá y llegó al gran pozo que está en Secú.

—¿Dónde están Samuel y David? —preguntó.

—En Nayot de Ramá —alguien le respondió.

23 Saúl se dirigió entonces hacia allá, pero el Espíritu de Dios vino con poder también sobre él, y Saúl estuvo en trance profético por todo el camino, hasta llegar a Nayot de Ramá. 24 Luego se quitó la ropa y, desnudo y en el suelo, estuvo en trance en presencia de Samuel todo el día y toda la noche. De ahí viene el dicho: «¿Acaso también Saúl es uno de los profetas?»

David y Jonatán

20David huyó de Nayot de Ramá y fue adonde estaba Jonatán.

—¿Qué he hecho yo? —le preguntó—. ¿Qué crimen o delito he cometido contra tu padre, para que él quiera matarme?

2 —¿Morir tú? ¡De ninguna manera! —respondió Jonatán—. Mi padre no hace nada, por insignificante que sea, sin que me lo diga. ¿Por qué me lo habría de ocultar? ¡Eso no es posible!

3 Pero David juró y perjuró:

—Tu padre sabe muy bien que tú me estimas, así que seguramente habrá pensado: “Jonatán no debe enterarse, para que no se disguste.” Pero tan cierto como que el Señor y tú viven, te aseguro que estoy a un paso de la muerte.

4 —Dime qué quieres que haga, y lo haré —le respondió Jonatán.

5 —Sabes —dijo David—, mañana es la fiesta de luna nueva, y se supone que yo debo sentarme a la mesa para comer con el rey. Pues bien, deja que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde. 6 Si tu padre me extraña, dile que yo insistí en que me dejaras ir en seguida a Belén, mi pueblo, pues toda mi familia estaba reunida allá para celebrar su sacrificio anual. 7 Si él responde que está bien, entonces no corro ningún peligro. Pero si se enfurece, con eso sabrás que ha decidido acabar conmigo. 8 Ya que en presencia del Señor has hecho un pacto conmigo, que soy tu servidor, te ruego que me seas leal. Si me consideras culpable, no hace falta que me entregues a tu padre; ¡mátame tú mismo!

9 —¡No digas tal cosa! —exclamó Jonatán—. Si llegara a enterarme de que mi padre ha decidido hacerte algún daño, ¿no crees que te lo diría?

10 David le preguntó:

—Si tu padre te responde de mal modo, ¿quién me lo hará saber?

11 Por toda respuesta, Jonatán invitó a David a salir al campo. Una vez allí, 12 le dijo:

—David, te juro por el Señor, Dios de Israel, que a más tardar pasado mañana a esta hora averiguaré lo que piensa mi padre. Si no corres peligro, de alguna manera te lo haré saber. 13 Pero si mi padre intenta hacerte daño, y yo no te aviso para que puedas escapar, ¡que el Señor me castigue sin piedad, y que esté contigo como estuvo con mi padre! 14 Y si todavía estoy vivo cuando el Señor te muestre su bondad, te pido que también tú seas bondadoso conmigo y no dejes que me maten. 15 ¡Nunca dejes de ser bondadoso con mi familia, aun cuando el Señor borre de la faz de la tierra a todos tus enemigos! 16 ¡Que el Señor pida cuentas de esto a tus enemigos!

De ese modo Jonatán hizo un pacto con la familia de David, 17 pues quería a David como a sí mismo. Por ese cariño que le tenía, le pidió a David confirmar el pacto bajo juramento. 18 Además le dijo:

—Mañana es la fiesta de luna nueva. Cuando vean tu asiento desocupado, te van a extrañar. 19 Pasado mañana, sin falta, ve adonde te escondiste la otra vez, y quédate junto a la piedra de Ézel. 20 Yo fingiré estar tirando al blanco y lanzaré tres flechas en esa dirección. 21 Entonces le diré a uno de mis criados que vaya a buscarlas. Si le digo: “Mira, las flechas están más acá, recógelas”; eso querrá decir que no hay peligro y podrás salir sin ninguna preocupación. ¡Tan cierto como que el Señor vive! 22 Pero si le digo: “Mira, las flechas están más allá”, eso querrá decir que el Señor quiere que te vayas, así que ¡escápate! 23 ¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho!

24 David se escondió en el campo. Cuando llegó la fiesta de luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer 25 ocupando, como de costumbre, el puesto junto a la pared. Jonatán se sentó enfrente, mientras que Abner se acomodó a un lado de Saúl. El asiento de David quedó desocupado. 26 Ese día Saúl no dijo nada, pues pensó: «Algo le habrá pasado a David, que lo dejó ritualmente impuro, y seguramente no pudo purificarse.» 27 Pero como al día siguiente, que era el segundo del mes, el puesto de David seguía desocupado, Saúl le preguntó a Jonatán:

—¿Cómo es que ni ayer ni hoy vino el hijo de Isaí a la comida?

28 Jonatán respondió:

—David me insistió en que le diera permiso para ir a Belén. 29 Me dijo: “Por favor, déjame ir. Mi familia va a celebrar el sacrificio anual en nuestro pueblo, y mi hermano me ha ordenado que vaya. Hazme este favor, y permite que me dé una escapada para ver a mis hermanos.” Por eso es que David no se ha sentado a comer con Su Majestad.

30 Al oír esto, Saúl se enfureció con Jonatán.

—¡Hijo de mala madre! —exclamó—. ¿Crees que no sé que eres muy amigo del hijo de Isaí, para vergüenza tuya y de tu desgraciada madre? 31 Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estarán seguros! Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir.

32 —¿Y por qué ha de morir? —le reclamó Jonatán—. ¿Qué mal ha hecho?

33 Por toda respuesta, Saúl le arrojó su lanza para herirlo. Así Jonatán se convenció de que su padre estaba decidido a matar a David. 34 Enfurecido, Jonatán se levantó de la mesa y no quiso tomar parte en la comida del segundo día de la fiesta. Estaba muy afligido porque su padre había insultado a David.

35 Por la mañana Jonatán salió al campo para encontrarse con David. Uno de sus criados más jóvenes lo acompañaba. 36 Jonatán le dijo: «Corre a buscar las flechas que voy a lanzar.»

El criado se echó a correr, y Jonatán lanzó una flecha que lo sobrepasó. 37 Cuando el criado llegó al lugar donde la flecha había caído, Jonatán le gritó: «¡Más allá! ¡La flecha está más allá! 38 ¡Date prisa! ¡No te detengas!» Y así continuó gritándole Jonatán. Cuando el criado recogió la flecha y se la trajo a su amo, 39 lo hizo sin sospechar nada, pues sólo Jonatán y David sabían de qué se trataba. 40 Entonces Jonatán le dio sus armas al criado. «Vete —le dijo—; llévalas de vuelta a la ciudad.»

41 En cuanto el criado se fue, David salió de su escondite y, luego de inclinarse tres veces, se postró rostro en tierra. En seguida se besaron y lloraron juntos, hasta que David se desahogó.

42 «Puedes irte tranquilo —le dijo Jonatán a David—, pues los dos hemos hecho un juramento eterno en nombre del Señor, pidiéndole que juzgue entre tú y yo, y entre tus descendientes y los míos.» Así que David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.

Comentario

3. Los amigos y rivales

En la política, los negocios, o incluso en la vida eclesial, dos personas que son grandes amigos pueden terminar compitiendo por el mismo trabajo. ¿Cómo debemos manejar la tensión entre nuestras ambiciones y nuestras amistades?

La amistad entre David y Jonatán fue notable. Rivalizaban por el trono y tenían todas las razones para envidiarse y odiarse. Sin embargo, Jonatán amó a David «como a sí mismo» (20:17). Este tipo de amor, el que Jesús mandó, es el amor más sublime que una persona puede tener por otra (Mateo 22:39).

Por otra parte, Saúl estaba lleno de celos. Los celos empiezan al compararnos con los demás, comparando nuestros logros con los de los que nos rodean. Los celos tienen el poder de privar temporalmente a alguien de sus sentidos. Cuando Jonatán le muestra a su padre Saúl que David no lo ha ofendido y que por el contrario lo ha beneficiado grandemente, y que sería muy malo matar a un hombre inocente, Saúl responde: «Tan cierto como que el Señor vive, te juro que David no morirá» (1 Samuel 19:6).

La lógica y una argumentación razonable pueden convencer a una persona que está llena de celos en el momento. Sin embargo, los celos son tan poderosos que una vez se adueñan de una persona, como pasó con Saúl, no hay manera de detenerlos. Como lo describe Shakespeare en Otelo, «es el monstruo de ojos verdes que se burla de la carne con la que se alimenta».

David y Jonatán se amaban. Jonatán «le tenía tanto afecto a David» (19:1) y «habló \[…\] en favor de David» (v.4). Jonatán dijo a David: «Dime qué quieres que haga, y yo lo haré» (20:4). ¡Qué gran promesa para hacerle a un amigo! Su compromiso mutuo tomó la forma de un «pacto» (v.16), que incluía también a sus descendientes (v.42). Y Jonatán: «Por ese cariño que le tenía, le pidió a David confirmar el pacto bajo juramento», «pues quería a David como a sí mismo» (v.17).

Como resultado, los celos de Saúl se convirtieron en ira: «se enfureció con Jonatán» (v.30). Jonatán sabía que su padre tenía la intención de matar a David (v.33) y «enfurecido, \[…\] se levantó de la mesa» (v.34).

La diferencia entre la ira de Saúl y la ira de Jonatán era que la de Saúl era infundada y producida por los celos. Pero el enojo de Jonatán era ira justa: «Estaba muy afligido porque su padre había insultado a David» (v.34). La ira no siempre está mal; pero has de examinar cuidadosamente tus motivaciones.

David y Jonatán no se avergonzaron de mostrar su afecto mutuo: «... se besaron y lloraron juntos» (v.41). Como occidentales, a menudo consideramos el llanto como una debilidad, pero ellos no tenían vergüenza de llorar abiertamente y demostrar su amor el uno por el otro. Este es un modelo poderoso de amistad, amor y unidad. El matrimonio es una de las respuestas de Dios a la soledad. La amistad entrañable es otra.

Fue este amor y esta amistad lo que permitió a Jonatán ser totalmente leal, solidario y protector a pesar de ser un candidato rival al trono.

Oración

Señor, ayúdanos a querer y amar a nuestros amigos y vecinos como a nosotros mismos. Que la gente encuentre la respuesta a la soledad en el amor, el afecto y la unidad de la comunidad de la iglesia.

Añadidos de Pippa

1 Samuel 19:1–2

«Saúl les comunicó a su hijo Jonatán y a todos los funcionarios su decisión de matar a David. Pero, como Jonatán le tenía tanto afecto a David, le advirtió: "Mi padre Saúl está buscando una oportunidad para matarte. Así que ten mucho cuidado mañana; escóndete en algún sitio seguro, y quédate allí"».

David estaba pasando por un momento difícil. Había estado sirviendo fielmente a Dios y a Saúl su rey. Sin embargo, nada de lo que hiciera podía complacer a su jefe (Saúl). Lo único que David podía hacer era seguir haciendo lo correcto. No buscó venganza ni justicia. Hasta que llegó el momento en que Dios lo reivindicó.

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

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