Día 152

Tienes la energía de Dios

Sabiduría Salmos 68:28-35
Nuevo Testamento Juan 19:28-20:9
Antiguo Testamento 1 Samuel 29:1-31:13

Introducción

El mundo se está quedando sin energía, se acaba el petróleo, el carbón, el gas y todo lo demás. ¿Cómo podemos garantizar suministros de energía suficientes para mantener la vida? ¿Dónde encontraremos esta energía? Estamos buscando ansiosamente el poder «de lo alto», tratando de aprovechar el poder casi ilimitado del sol.

Todos nos enfrentamos al mismo problema que el del medioambiente físico, pero a nivel espiritual. Tenemos ante nosotros una elección: ¿Buscamos la energía que necesitamos en nosotros mismos y en los recursos de nuestra inteligencia y nuestro espíritu emprendedor?, ¿o la buscamos «de lo alto», desde el Cristo resucitado, el Sol de la Justicia?

En los pasajes de hoy vemos algo acerca de la magnitud de la energía, poder y fuerza de Dios. Mientras que en un nivel físico luchamos para aprovechar incluso una fracción del poder del sol, Dios te ha dado acceso completo a Su energía ilimitada a través de la resurrección de Jesús y el don del Espíritu Santo.

Sabiduría

Salmos 68:28-35

28 Despliega tu poder, oh Dios;
 haz gala, oh Dios, de tu poder,
 que has manifestado en favor nuestro.
29 Por causa de tu templo en Jerusalén
 los reyes te ofrecerán presentes.
30 Reprende a esa bestia de los juncos,
 a esa manada de toros bravos
 entre naciones que parecen becerros.
Haz que, humillada, te lleve barras de plata;
 dispersa a las naciones belicosas.
31 Egipto enviará embajadores,
 y Cus se someterá a Dios.

32 Cántenle a Dios, oh reinos de la tierra,
 cántenle salmos al Señor,
33 al que cabalga por los cielos,
 los cielos antiguos,
al que hace oír su voz,
 su voz de trueno.
34 Reconozcan el poder de Dios;
 su majestad está sobre Israel,
 su poder está en las alturas.
35 En tu santuario, oh Dios, eres imponente;
 ¡el Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo!

¡Bendito sea Dios!

Comentario

1. ¿De dónde viene?

La energía, el poder y la fuerza vienen de Dios. Este salmo termina con una nota de confianza cuando David proclama que «el Dios de Israel da poder y fortaleza a su pueblo. ¡Alabado sea Dios!» (v.35). Sorprendentemente, Dios promete darle su poder y su fuerza.

David ora: «Despliega tu poder, oh Dios; haz gala, oh Dios, de tu poder, que has manifestado a favor nuestro» (v.28). En contraste, David es desdeñoso frente a cualquier intento de buscar el poder en otra parte. Habla del poder mundano de un régimen malvado: «Haz que, humillada, te lleve barras de plata; dispersa a las naciones belicosas» (v.30). Sin embargo, él sabe que en última instancia tal poder «se someterá a Dios» (v.31). David sabe por su propia experiencia que el poder de Dios es más que suficiente para todas sus necesidades.

Oración

Gracias Señor, porque le das «poder y fuerza» a Tu pueblo. Lléname hoy con Tu energía, poder y fuerza.

Nuevo Testamento

Juan 19:28-20:9

Muerte de Jesús

28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:

—Tengo sed.

29 Había allí una vasija llena de vinagre; así que empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en una caña y se la acercaron a la boca. 30 Al probar Jesús el vinagre, dijo:

—Todo se ha cumplido.

Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

31 Era el día de la preparación para la Pascua. Los judíos no querían que los cuerpos permanecieran en la cruz en sábado, por ser éste un día muy solemne. Así que le pidieron a Pilato ordenar que les quebraran las piernas a los crucificados y bajaran sus cuerpos. 32 Fueron entonces los soldados y le quebraron las piernas al primer hombre que había sido crucificado con Jesús, y luego al otro. 33 Pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, 34 sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua. 35 El que lo vio ha dado testimonio de ello, y su testimonio es verídico. Él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. 36 Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán ningún hueso» 37 y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado.»

Sepultura de Jesús

38 Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo. 39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de mirra y áloe. 40 Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judía de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas. 41 En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie. 42 Como era el día judío de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

El sepulcro vacío

20El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. 2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

—¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!

3 Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro. 4 Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. 5 Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas 7 y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte. 8 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. 9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar.

Comentario

2. ¿A qué se parece?

Dios te da la misma energía, fuerza y poder que usó para levantar a Jesús de entre los muertos.

Recuerdo una ocasión en la que estaba hablando en un encuentro para líderes de la iglesia. Había estado hablando durante varias horas cada día y me sentía completamente exhausto y agotado. Durante una pausa, sucedió que abrí la traducción de la Biblia de The Message en Efesios 1:19-20: «El derroche de prodigalidad absoluta de su obra en nosotros, quienes confiamos en él: ¡energía sin límites, fuerza ilimitada! Toda esta energía emana de Cristo: Dios lo resucitó de la muerte». Me sentí re-energizado desde lo alto.

En este pasaje, Juan enfatiza que Jesús verdaderamente murió. Cuando él «había terminado» (Juan 19:28a) el trabajo que se le encomendó, cumpliendo así la Escritura (v.28b), clamó: «Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó \[en griego, paradoken\] el espíritu» (v.30).

Su último acto es dar el don del Espíritu. Él exhala su Espíritu, como más tarde él soplará sobre sus discípulos dándoles también su Espíritu.

La muerte por crucifixión podría acelerarse rompiéndole las piernas al reo. En el caso de Jesús, esto no fue necesario, pues ya estaba muerto (v.33), «Sino que, uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua» (v.34). Al morir, el coágulo y el suero de la sangre se separan, pareciendo sangre y agua. Juan da una buena prueba médica que aclara que Jesús estaba verdaderamente muerto.

Puede ser que ya en aquella época hubiese gente que argumentara que Jesús no murió realmente, sino que solo pareció estar muerto. Esta visión llegó a ser conocida como el docetismo. Mahoma fue influido por las opiniones docéticas. El Corán dice, «siendo así que no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció así» (Sura 4:157).

Juan enfatiza que Jesús murió realmente y aporta pruebas fisiológicas. También muestra que la muerte de Jesús fue de conformidad con la voluntad de Dios revelada en Su palabra: «Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán ningún hueso”, y como dice otra Escritura: “Mirarán al que han traspasado”» (Juan 19:36-37).

En la sangre y el agua que fluyen del costado de Jesús, vemos un símbolo de esperanza. El agua simboliza el Espíritu. El agua que fluye del corazón de Jesús nos sanará, nos limpiará y nos energizará a todos.

El cuerpo de Jesús estaba envuelto en lienzos y 75 libras (34 kilos) de especias. Si alguien hubiera robado el cuerpo, seguramente se habría llevado todo. Ningún ladrón habría dejado los únicos elementos de valor. Jesús ciertamente no podría haberse quitado los lienzos por sí mismo (humanamente hablando). Sin embargo, los discípulos encontraron «los lienzos de lino allí, pero el lienzo que había cubierto la cabeza de Jesús estaba doblado y colocado aparte de las otras tiras» (vv.6-7, NTV).

William Temple, ex arzobispo de Canterbury, señaló que el lenguaje utilizado es extraordinariamente vívido, tanto que «ninguna inventiva podría concebirlo jamás ni la más creativa de las imaginaciones sería capaz de fabricarlo».

Con aquellas pruebas, no es de extrañar que cuando los discípulos vieron, creyeron (20:8). En aquel punto nadie había visto todavía al Jesús resucitado. Sin embargo, la prueba del estado de la tumba y la ausencia del cuerpo de Jesús fueron suficientes para convencerlos de la resurrección.

Ellos habían creído que Jesús era el Mesías antes. Pero esto era diferente. Ellos «vieron y creyeron» que el poder y la energía de Dios habían resucitado a Jesús de entre los muertos. Jesús estaba vivo otra vez. Era un sol inesperado, el invierno había terminado, la primavera había llegado.

Cuando el Nuevo Testamento habla del amor de Dios, todo se centra en la cruz. Cuando el Nuevo Testamento habla de la energía, el poder y la fuerza de Dios, el centro es la resurrección (Efesios 1:19-20). Pensamos, con razón, que el poder le pertenece a Dios. Sin embargo, olvidamos tan fácilmente que el poder de Dios es también de «nosotros los creyentes» (v.19, DHH).

El mismo poder y la misma energía que resucitó a Jesucristo de entre los muertos, vive ahora en ti.

Oración

Señor, gracias por tu extraordinario amor, porque estabas dispuesto a morir por mí. Gracias por tu resurrección, y porque ese mismo poder ahora vive en mí. Te ruego que me llenes hoy de esa energía.

Antiguo Testamento

1 Samuel 29:1-31:13

Los filisteos desconfían de David

29Los filisteos reunieron a todas sus tropas en Afec. Los israelitas, por su parte, acamparon junto al manantial que está en Jezrel. 2 Los jefes filisteos avanzaban en compañías de cien y de mil soldados, seguidos de Aquis y de David y sus hombres.

3 —Y estos hebreos, ¿qué hacen aquí? —preguntaron los generales filisteos.

Aquis les respondió:

—¿No se dan cuenta de que éste es David, quien antes estuvo al servicio de Saúl, rey de Israel? Hace ya más de un año que está conmigo, y desde el primer día que se unió a nosotros no he visto nada que me haga desconfiar de él.

4 Pero los generales filisteos, enojados con Aquis, le ordenaron:

—Despídelo; que regrese al lugar que le diste. No dejes que nos acompañe en la batalla, no sea que en medio del combate se vuelva contra nosotros. ¿Qué mejor manera tendría de reconciliarse con su señor, que llevándole las cabezas de estos soldados? 5 ¿Acaso no es éste el David por quien danzaban, y en sus cantos decían:

«Saúl mató a sus miles;
pero David, a sus diez miles»?

6 Ante esto, Aquis llamó a David y le dijo:

—Tan cierto como que el Señor vive, que tú eres un hombre honrado y me gustaría que me acompañaras en esta campaña. Desde el día en que llegaste, no he visto nada que me haga desconfiar de ti. Pero los jefes filisteos te miran con recelo. 7 Así que, con mis mejores deseos, vuélvete a tu casa y no hagas nada que les desagrade.

8 —Pero, ¿qué es lo que he hecho? —reclamó David—. ¿Qué falla ha visto Su Majestad en este servidor suyo desde el día en que entré a su servicio hasta hoy? ¿Por qué no me permiten luchar contra los enemigos de mi señor y rey?

9 —Ya lo sé —respondió Aquis—. Para mí tú eres como un ángel de Dios. Sin embargo, los generales filisteos han decidido que no vayas con nosotros a la batalla. 10 Por lo tanto, levántense mañana temprano, tú y los siervos de tu señor que vinieron contigo, y váyanse con la primera luz del día.

11 Así que al día siguiente David y sus hombres se levantaron temprano para regresar al país filisteo. Por su parte, los filisteos avanzaron hacia Jezrel.

David derrota a los amalecitas

30Al tercer día David y sus hombres llegaron a Siclag, pero se encontraron con que los amalecitas habían invadido la región del Néguev y con que, luego de atacar e incendiar a Siclag, 2 habían tomado cautivos a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el más grande hasta el más pequeño. Sin embargo, no habían matado a nadie.

3 Cuando David y sus hombres llegaron, encontraron que la ciudad había sido quemada, y que sus esposas, hijos e hijas habían sido llevados cautivos. 4 David y los que estaban con él se pusieron a llorar y a gritar hasta quedarse sin fuerzas. 5 También habían caído prisioneras dos esposas de David, la jezrelita Ajinoán y Abigaíl, la viuda de Nabal de Carmel.

6 David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios. 7 Entonces le dijo al sacerdote Abiatar hijo de Ajimélec:

—Tráeme el efod.

Tan pronto como Abiatar se lo trajo, 8 David consultó al Señor:

—¿Debo perseguir a esa banda? ¿Los voy a alcanzar?

—Persíguelos —le respondió el Señor —. Vas a alcanzarlos, y rescatarás a los cautivos.

9 David partió con sus seiscientos hombres hasta llegar al arroyo de Besor. Allí se quedaron rezagados 10 doscientos hombres que estaban demasiado cansados para cruzar el arroyo. Así que David continuó la persecución con los cuatrocientos hombres restantes.

11 Los hombres de David se encontraron en el campo con un egipcio, y se lo llevaron a David. Le dieron de comer y de beber, 12 y le ofrecieron una torta de higo y dos tortas de uvas pasas, pues hacía tres días y tres noches que no había comido nada. En cuanto el egipcio comió, recobró las fuerzas.

13 —¿A quién perteneces? —le preguntó David—. ¿De dónde vienes?

—Soy egipcio —le respondió—, esclavo de un amalecita. Hace tres días caí enfermo, y mi amo me abandonó. 14 Habíamos invadido la región sur de los quereteos, de Judá y de Caleb; también incendiamos Siclag.

15 —Guíanos adonde están esos bandidos —le dijo David.

—Júreme usted por Dios —suplicó el egipcio— que no me matará ni me entregará a mi amo. Con esa condición, lo llevo adonde está la banda.

16 El egipcio los guió hasta los amalecitas, los cuales estaban dispersos por todo el campo, comiendo, bebiendo y festejando el gran botín que habían conseguido en el territorio filisteo y en el de Judá. 17 David los atacó al amanecer y los combatió hasta la tarde del día siguiente. Los únicos que lograron escapar fueron cuatrocientos muchachos que huyeron en sus camellos. 18 David pudo recobrar todo lo que los amalecitas se habían robado, y también rescató a sus dos esposas. 19 Nada les faltó del botín, ni grande ni pequeño, ni hijos ni hijas, ni ninguna otra cosa de lo que les habían quitado. 20 David también se apoderó de todas las ovejas y del ganado. La gente llevaba todo al frente y pregonaba: «¡Éste es el botín de David!»

21 Luego David regresó al arroyo de Besor, donde se habían quedado los doscientos hombres que estaban demasiado cansados para seguirlo. Ellos salieron al encuentro de David y su gente, y David, por su parte, se acercó para saludarlos. 22 Pero entre los que acompañaban a David había gente mala y perversa que reclamó:

—Éstos no vinieron con nosotros, así que no vamos a darles nada del botín que recobramos. Que tome cada uno a su esposa y a sus hijos, y que se vaya.

23 —No hagan eso, mis hermanos —les respondió David—. Fue el Señor quien nos lo dio todo, y quien nos protegió y puso en nuestras manos a esa banda de maleantes que nos había atacado. 24 ¿Quién va a estar de acuerdo con ustedes? Del botín participan tanto los que se quedan cuidando el bagaje como los que van a la batalla.

25 Aquel día David estableció esa norma como ley en Israel, la cual sigue vigente hasta el día de hoy.

26 Después de llegar a Siclag, David envió parte del botín a sus amigos que eran ancianos de Judá, con este mensaje: «Aquí tienen un regalo del botín que rescatamos de los enemigos del Señor.» 27 Recibieron ese regalo los ancianos de Betel, Ramot del Néguev, Jatir, 28 Aroer, Sifmot, Estemoa, 29 Racal, las ciudades de Jeramel, las ciudades quenitas 30 de Jormá, Corasán, Atac, 31 y Hebrón, y los ancianos de todos los lugares donde David y sus hombres habían vivido.

Muerte de Saúl

31Los filisteos fueron a la guerra contra Israel, y los israelitas huyeron ante ellos. Muchos cayeron muertos en el monte Guilboa. 2 Entonces los filisteos se fueron en persecución de Saúl, y lograron matar a sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. 3 La batalla se intensificó contra Saúl, y los arqueros lo alcanzaron con sus flechas. Al verse gravemente herido, 4 Saúl le dijo a su escudero: «Saca la espada y mátame, no sea que lo hagan esos incircuncisos cuando lleguen, y se diviertan a costa mía.»

Pero el escudero estaba tan asustado que no quiso hacerlo, de modo que Saúl mismo tomó su espada y se dejó caer sobre ella. 5 Cuando el escudero vio que Saúl caía muerto, también él se arrojó sobre su propia espada y murió con él. 6 Así, en un mismo día murieron Saúl, sus tres hijos, su escudero y todos sus hombres.

7 Cuando los israelitas que vivían al otro lado del valle y del Jordán vieron que el ejército de Israel había huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, también ellos abandonaron sus ciudades y se dieron a la fuga. Así fue como los filisteos las ocuparon.

8 Al otro día, cuando los filisteos llegaron para despojar a los cadáveres, encontraron a Saúl y a sus hijos muertos en el monte Guilboa. 9 Entonces lo decapitaron, le quitaron las armas, y enviaron mensajeros por todo el país filisteo para que proclamaran la noticia en el templo de sus ídolos y ante todo el pueblo. 10 Sus armas las depositaron en el templo de la diosa Astarté, y su cadáver lo colgaron en el muro de Betsán.

11 Cuando los habitantes de Jabés de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl, 12 los más valientes de ellos caminaron toda la noche hacia Betsán, tomaron los cuerpos de Saúl y de sus hijos y, luego de bajarlos del muro, regresaron a Jabés. Allí los incineraron, 13 y luego tomaron los huesos y los enterraron a la sombra del tamarisco de Jabés. Después de eso guardaron siete días de ayuno.

Comentario

3. ¿Cómo la recibimos?

¿Alguna vez te has sentido agotado, en un punto bajo, sin saber cómo vas a ser capaz de asumir todos los problemas que enfrentas?

Aquellos fueron tiempos terribles para el pueblo de Dios. David había alcanzado un punto bajo en su vida, tanto, que estaba cerca de luchar con los filisteos en contra de Israel. Pero entonces, hasta los filisteos decidieron que no lo querían.

Él regresa y encuentra que los amalecitas habían capturado las esposas, los hijos y las hijas de sus hombres. El resultado es una explosiva mezcla de dolor e ira. Toda la compañía estaba angustiada por lo que había sucedido y los seguidores de David lo culparon amenazándolo con apedrearlo (vv.4-6).

Pero en medio de todos sus problemas, David «cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios» (v.6b, MSG). Este fue un momento decisivo en la vida de David. Aquellos que, como David, se han dirigido a Dios en su más profunda angustia, se han llenado de asombro repetidamente ante la rapidez con la que Él ha podido cambiar su suerte.

Cuando los hombres regresaban de la batalla, algunos de sus hombres no querían compartir el botín con los que estaban demasiado exhaustos para luchar (vv.21-22). Pero David fue lo suficientemente sabio para ver que todos tenían un papel que desempeñar en la obra de Dios y respondió: «No hagan eso, mis hermanos \[…\]. Del botín participan tanto los que se quedan cuidando el bagaje como los que van a la batalla» (vv.23-24). Aquellos que hacen el trabajo menos vistoso son tan importantes como aquellos que salen en los titulares de los periódicos.

Al leer cómo mueren Saúl y sus hijos, queda claro en qué mundo brutal vivieron. Saúl se quita la vida para evitar que abusaran de él como lo hicieron con Sansón. Tuvo que significar mucho para David enfrentar tales peligros y barbarie para fortalecerse con «confianza en el Señor su Dios».

Sigue el ejemplo de David: pasa tiempo con Dios fortaleciéndote, siendo re-energizado y confiando en Él sinceramente, creyendo que Él está en ti por Su Espíritu y creyendo que puedes hacer todo lo que necesitas hacer a través de Él.

Oración

Señor, gracias, porque ya sea que estemos en nuestro punto más bajo o nos enfrentemos a grandes pruebas y desafíos, o simplemente afrontemos las luchas ordinarias de la vida, todos podemos encontrar fuerza y ​​energía en el Señor nuestro Dios.

Añadidos de Pippa

Juan 19:39

Es tan bueno ver a Nicodemo de nuevo y la continuación su historia. Su conversación original con Jesús en Juan 3 tuvo que tener un impacto enorme en él. Podría haber sido una conversación de una sola vez, pero aquí lo vemos recogiendo el cuerpo de Jesús, después de haber comprado, con gran costo, 75 libras (34 kilos) de mirra y áloes. Nunca sabes el impacto que puede tener una conversación con alguien.

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

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