Día 165

Tu nación puede ser cambiada

Sabiduría Proverbios 14:25-35
Nuevo Testamento Hechos 8:4-40
Antiguo Testamento 2 Samuel 20:1-21:22

Introducción

Había 10 000 prostitutas ofreciendo sus servicios en las calles de Londres. Por todos lados se bebía alcohol desenfrenadamente y se hacían apuestas. El Reino Unido se había sumido en la decadencia y la inmoralidad. Todo esto sucedía en el siglo XVIII y las iglesias habían perdido gran parte de sus fieles (como lo han hecho en las últimas décadas). Algunas partes de la iglesia se habían sumido, literalmente, en el paganismo.

Aun así, la nación fue cambiada. La predicación de Wesley y Whitefield comenzó a hacer efecto. Miles de personas respondieron a su mensaje y se encontraron con Jesús. Robert Raikes empezó su primera escuela dominical en 1780. En el trascurso de cinco años, el crecimiento de aquella idea suya alcanzó a 300 000 niños que no pertenecían a ninguna iglesia. Para 1910, había 5 668 760 niños en las escuelas dominicales. Dios suscitó a Wilberforce, Shaftesbury y otros. No solo cambiaron los corazones de los individuos, sino que la nación entera fue transformada.

Al observar nuestro mundo de hoy, vemos que está cambiando más rápido que nunca. En los últimos veinticinco años se ha dado un cambio enorme político, económico y tecnológico. El cambio generalizado se está dando en muchos países de todo el mundo. ¿Cómo se puede cambiar el ambiente espiritual de tu nación?

Sabiduría

Proverbios 14:25-35

25 El testigo veraz libra de la muerte,
pero el testigo falso miente.

26 El temor del Señor es un baluarte seguro
que sirve de refugio a los hijos.

27 El temor del Señor es fuente de vida,
y aleja al hombre de las redes de la muerte.

28 Gloria del rey es gobernar a muchos;
un príncipe sin súbditos está arruinado.

29 El que es paciente muestra gran discernimiento;
el que es agresivo muestra mucha insensatez.

30 El corazón tranquilo da vida al cuerpo,
pero la envidia corroe los huesos.

31 El que oprime al pobre ofende a su Creador,
pero honra a Dios quien se apiada del necesitado.

32 El malvado cae por su propia maldad;
el justo halla refugio en su integridad.

33 En el corazón de los sabios mora la sabiduría,
pero los necios ni siquiera la conocen.

34 La justicia enaltece a una nación,
pero el pecado deshonra a todos los pueblos.

35 El rey favorece al siervo inteligente,
pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.

Comentario

1. Gente pacífica

El autor de Proverbios dice: «La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos» (v.34). (En palabras de The Message: «La devoción a Dios hace fuerte a un país», v.34, MSG). El pecado destruye una nación mientras que la santidad la exalta. La justificación conlleva tener una serie de relaciones adecuadas:

  • Paz con Dios

La justificación empieza por hacer las paces con Dios (Romanos 5:1). Comienza por el temor de Dios (en el buen sentido del respeto propio hacia el Señor).

«El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos. El temor del Señor es fuente de vida» (Proverbios 14:26–27a).

  • Paz con los demás

En cuanto dependa de ti, «vive en paz con todos» (Romanos 12:18). Las relaciones adecuadas con los demás se caracterizan por unas palabras y unas acciones justas. Lo primero, nuestras palabras tienen que ser verdaderas en vez de mentirosas pues «el testigo veraz libra de la muerte» (Proverbios 14:25).

Segundo, nuestras acciones tienen que demostrar un deseo de bienestar para los demás. En vez de ser pronto a la ira, sé paciente (v.29). Sé generoso con quienes pasan necesidad. «El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado» (v.31). Dios muestra su complacencia hacia aquellos que actúan con sabiduría (vv.33,35).

  • Paz con nosotros mismos

La justificación conlleva tener una relación adecuada con nosotros mismos. Puedes conocer la paz: «La paz en el corazón da salud al cuerpo» (v.30a, NTV). La ira, la falta de perdón, la envidia y los celos pueden dañar a tu cuerpo físicamente. Librarte de todas las cosas malas y tener tu «corazón en paz» es bueno para tu salud.

En última instancia, esta paz proviene de estar satisfecho con el presente y el futuro, pues «los justos tienen un refugio cuando mueren» (v.32b, NTV). Para aquellos que tememos al Señor, Él se convierte en nuestro refugio en el presente (v.26) y en el futuro (v.32b).

Oración

Señor, oro para que nuestra nación se vuelva a Ti y para que el nombre de Dios sea respetado nuevamente en el parlamento, el gobierno, las escuelas y los tribunales de justicia. Ayúdanos a dar prioridad a los pobres y ser generosos con los necesitados.

Nuevo Testamento

Hechos 8:4-40

Felipe en Samaria

4 Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. 5 Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías. 6 Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. 7 De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. 8 Y aquella ciudad se llenó de alegría.

Simón el hechicero

9 Ya desde antes había en esa ciudad un hombre llamado Simón que, jactándose de ser un gran personaje, practicaba la hechicería y asombraba a la gente de Samaria. 10 Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y exclamaban: «¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios!»

11 Lo seguían porque por mucho tiempo los había tenido deslumbrados con sus artes mágicas. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron. 13 Simón mismo creyó y, después de bautizarse, seguía a Felipe por todas partes, asombrado de los grandes milagros y señales que veía.

14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Éstos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16 porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.

18 Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero 19 y les pidió:

—Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.

20 —¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero! 21 No tienes arte ni parte en este asunto, porque no eres íntegro delante de Dios. 22 Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. 23 Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del pecado.

24 —Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo que han dicho.

25 Después de testificar y proclamar la palabra del Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso predicaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos.

Felipe y el etíope

26 Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza.» 27 Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Éste había ido a Jerusalén para adorar 28 y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carro, leyendo el libro del profeta Isaías. 29 El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro.»

30 Felipe se acercó de prisa al carro y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó:

—¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?

31 —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?

Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él. 32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente:

«Como oveja, fue llevado al matadero;
y como cordero que enmudece ante su trasquilador,
ni siquiera abrió su boca.
33 Lo humillaron y no le hicieron justicia.
¿Quién describirá su descendencia?
Porque su vida fue arrancada de la tierra.»

34 —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.

35 Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús. 36 Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco:

—Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?

38 Entonces mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino. 40 En cuanto a Felipe, apareció en Azoto, y se fue predicando el evangelio en todos los pueblos hasta que llegó a Cesarea.

Comentario

2. Una enseñanza poderosa

La iglesia primitiva estaba formada por gente como tú y como yo, y aun así fue capaz de cambiar el mundo. El mundo entero fue transformado como consecuencia de la muerte y resurrección de Jesús y el derramamiento del Espíritu Santo. El libro de los Hechos nos dice cómo sucedió esto.

Predicaban el mensaje de Jesús por dondequiera que iban (v.4). En este pasaje vemos que predicaron tanto a multitudes como a personas particulares como Simón el hechicero y el eunuco etíope.

Las naciones están compuestas por ciudades, pueblos y aldeas. Ellos predicaron el evangelio en las tres. Felipe predicó en una ciudad en Samaria (v.5). Pedro y Juan predicaron el evangelio en muchas aldeas de Samaría (v.25). Felipe predicó el evangelio en todas las ciudades hasta Cesarea (v.40).

Su predicación estaba acompañada de tres factores que, de hecho, la aceleraron:

  • Persecución

Empezó con persecuciones: «Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban» (v.4). La dispersión trajo consigo una gran bendición, en todas partes donde iban «anunciaban al Mesías» (v.5).

Una y otra vez en la historia de la iglesia, la persecución y la oposición han dado un fruto insospechado. Es fácil desanimarse cuando experimentamos reveses, pero esto nos recuerda que Dios puede usarlos de maneras sorprendentes.

  • Oración

En este pasaje vemos la importancia de la oración. Pedro y Juan oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo (vv.15–17).

Simón era un mago conocido que asombraba a todos con su hechicería y los tenía comiendo de su mano (vv.9–11, MSG). Aunque Simón creyó, y fue bautizado quiso, sin abandonar sus antiguos caminos, comprar al Espíritu Santo (v.19).

Esto no impresionó a Pedro: «¡Que tu dinero perezca contigo! \[…\] ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del pecado» (vv.20–23).

Simón se dio cuenta de que solo el Señor podía salvarlo y les pidió que oraran por él (v.24).

  • Poder

La iglesia primitiva se caracterizaba por una efectividad enorme: «Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos» (vv.6–7).

Dependían totalmente del Espíritu Santo. El encuentro de Felipe con el etíope no fue resultado de una planificación estratégica, sino que «el Espíritu le dijo a Felipe…» (v.29).

El resultado de que siguiera la inspiración del Espíritu Santo fue la notable conversión del etíope que ha afectado a toda la nación de Etiopía hasta incluso el día de hoy.

El Espíritu Santo es el agente que puede traer el cambio a una nación, el cual comienza por el cambio en la vida de las personas. Merece la pena recapitular los factores que se dieron en el cambio de aquel etíope.

Primero, el Espíritu de Dios preparó su corazón. El etíope es sincero acerca de su ignorancia (v.31), busca respuestas y su orgullo no le impide pedir ayuda (v.34). No hay de qué avergonzarse por no siempre entender lo que lees en la Biblia. Lo sabio es recabar ayuda de gente de confianza o de comentarios de la Biblia que te ayuden a aplicarla a tu vida.

Segundo, el Espíritu de Dios trabaja mediante la palabra de Dios. Cuando el etíope lee el libro de Isaías empieza a encontrar respuestas (vv.32–33). A menudo, el Espíritu Santo usa un agente humano para ayudar a desentrañar, explicar y aplicar las Escrituras. Eso es lo que ocurrió en este caso, cuando comenzando por Isaías 53, Felipe explica «las buenas nuevas acerca de Jesús» (v.35).

El Espíritu Santo cambia el corazón del etíope de una manera tan radical y completa que este cree inmediatamente y pide ser bautizado. No hay agente de cambio más poderoso que el Espíritu Santo.

Oración

Señor, ayúdanos a ser más como la iglesia primitiva. Ayúdanos a orar más y a seguir la inspiración del Espíritu Santo día a día. Oro para que nuestra nación sea transformada a medida que la gente llegue al conocimiento de ti.

Antiguo Testamento

2 Samuel 20:1-21:22

Sabá se rebela contra David

20Por allí se encontraba un malvado que se llamaba Sabá hijo de Bicrí, que era benjaminita. Dando un toque de trompeta, se puso a gritar:

«¡Pueblo de Israel, todos a sus casas,
pues no tenemos parte con David,
ni herencia con el hijo de Isaí!»

2 Entonces todos los israelitas abandonaron a David y siguieron a Sabá hijo de Bicrí. Los de Judá, por su parte, se mantuvieron fieles a su rey y lo acompañaron desde el Jordán hasta Jerusalén. 3 Cuando el rey David llegó a su palacio en Jerusalén, sacó a las diez concubinas que había dejado a cargo del palacio y las puso bajo vigilancia. Siguió manteniéndolas, pero no volvió a acostarse con ellas. Hasta el día de su muerte, quedaron encerradas y viviendo como si fueran viudas.

4 Luego el rey le ordenó a Amasá: «Moviliza a las tropas de Judá, y preséntate aquí con ellas dentro de tres días.» 5 Amasá salió para movilizar a las tropas, pero no cumplió con el plazo. 6 Por eso David le dijo a Abisay: «Ahora Sabá hijo de Bicrí va a perjudicarnos más que Absalón. Así que hazte cargo de la guardia real, y sal a perseguirlo, no sea que llegue a alguna ciudad fortificada y se nos escape.» 7 Entonces los soldados de Joab, junto con los quereteos, los peleteos y todos los oficiales, bajo el mando de Abisay salieron de Jerusalén para perseguir a Sabá hijo de Bicrí.

8 Al llegar a la gran roca que está en Gabaón, Amasá les salió al encuentro. Joab tenía su uniforme ajustado con un cinturón, y ceñida al muslo llevaba una daga envainada. Pero al caminar, la daga se le cayó. 9 Con la mano derecha, Joab tomó a Amasá por la barba para besarlo, mientras le preguntaba: «¿Cómo estás, hermano?» 10 Amasá no se percató de que en la otra mano Joab llevaba la daga, así que Joab se la clavó en el vientre, y las entrañas de Amasá se derramaron por el suelo. Amasá murió de una sola puñalada, y luego Joab y su hermano Abisay persiguieron a Sabá hijo de Bicrí.

11 Uno de los soldados de Joab, deteniéndose junto al cuerpo de Amasá, exclamó: «¡Todos los que estén a favor de Joab y que apoyen a David, sigan a Joab!» 12 Como el cuerpo de Amasá, bañado en sangre, había quedado en medio del camino, todas las tropas que pasaban se detenían para verlo. Cuando aquel soldado se dio cuenta de esto, retiró el cuerpo hacia el campo y lo cubrió con un manto. 13 Luego de que Amasá fue apartado del camino, todas las tropas fueron con Joab a perseguir a Sabá hijo de Bicrí.

14 Sabá recorrió todas las tribus de Israel, hasta llegar a Abel Betmacá, y allí todos los del clan de Bicrí se le unieron. 15 Las tropas de Joab llegaron a la ciudad de Abel Betmacá y la sitiaron. Construyeron una rampa contra la fortificación para atacar la ciudad, y cuando los soldados comenzaban a derribar la muralla, 16 una astuta mujer de la ciudad les gritó:

—¡Escúchenme! ¡Escúchenme! Díganle a Joab que venga acá para que yo pueda hablar con él.

17 Joab se le acercó.

—¿Es usted Joab? —le preguntó la mujer.

—Así es.

Entonces la mujer le dijo:

—Ponga atención a las palabras de esta servidora suya.

—Te escucho —respondió Joab.

18 Ella continuó:

—Antiguamente, cuando había alguna discusión, la gente resolvía el asunto con este dicho: “Vayan y pregunten en Abel.” 19 Nuestra ciudad es la más pacífica y fiel del país, y muy importante en Israel; usted, sin embargo, intenta arrasarla. ¿Por qué quiere destruir la heredad del Señor?

20 —¡Que Dios me libre! —replicó Joab—. ¡Que Dios me libre de arrasarla y destruirla! 21 Yo no he venido a eso, sino a capturar a un hombre llamado Sabá hijo de Bicrí. Es de la sierra de Efraín y se ha sublevado contra el rey David. Si me entregan a ese hombre, me retiro de la ciudad.

—Muy bien —respondió la mujer—. Desde la muralla arrojaremos su cabeza.

22 Y fue tal la astucia con que la mujer habló con todo el pueblo, que le cortaron la cabeza a Sabá hijo de Bicrí y se la arrojaron a Joab. Entonces Joab hizo tocar la trompeta, y todos los soldados se retiraron de la ciudad y regresaron a sus casas. Joab, por su parte, volvió a Jerusalén para ver al rey.

23 Joab era general en jefe del ejército de Israel; Benaías hijo de Joyadá estaba al mando de los quereteos y los peleteos; 24 Adonirán supervisaba el trabajo forzado; Josafat hijo de Ajilud era el secretario; 25 Seva era el cronista; Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes; 26 Ira el yairita era sacerdote personal de David.

Los gabaonitas se vengan

21Durante el reinado de David hubo tres años consecutivos de hambre. David le pidió ayuda al Señor, y él le contestó: «Esto sucede porque Saúl y su sanguinaria familia asesinaron a los gabaonitas.»

2 Los gabaonitas no pertenecían a la nación de Israel, sino que eran un remanente de los amorreos. Los israelitas habían hecho un pacto con ellos, pero tanto era el celo de Saúl por Israel y Judá que trató de exterminarlos. Entonces David convocó a los gabaonitas 3 y les preguntó:

—¿Qué quieren que haga por ustedes? ¿Cómo puedo reparar el mal que se les ha hecho, de modo que bendigan al pueblo que es herencia del Señor?

4 Los gabaonitas respondieron:

—No nos interesa el dinero de Saúl y de su familia, ni tampoco queremos que muera alguien en Israel.

—Entonces, ¿qué desean que haga por ustedes? —volvió a preguntar el rey.

5 —Saúl quiso destruirnos —contestaron ellos—; se propuso exterminarnos y nos expulsó de todo el territorio israelita. 6 Por eso pedimos que se nos entreguen siete de los descendientes de Saúl, a quien el Señor escogió, para colgarlos en presencia del Señor en Guibeá de Saúl.

—Se los entregaré —les prometió el rey.

7 Sin embargo, por el juramento que David y Jonatán se habían hecho en presencia del Señor, el rey tuvo compasión de Mefiboset, que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl. 8 Pero mandó apresar a Armoní y a Mefiboset, los dos hijos que Rizpa hija de Ayá había tenido con Saúl, y a los cinco hijos que Merab hija de Saúl había tenido con Adriel hijo de Barzilay, el mejolatita. 9 David se los entregó a los gabaonitas, y ellos los colgaron en un monte, en presencia del Señor. Los siete murieron juntos, ajusticiados en los primeros días de la siega, cuando se comenzaba a recoger la cebada.

10 Rizpa hija de Ayá tomó un saco y lo tendió para acostarse sobre la peña, y allí se quedó desde el comienzo de la siega hasta que llegaron las lluvias. No permitía que las aves en el día ni las fieras en la noche tocaran los cadáveres. 11 Cuando le contaron a David lo que había hecho Rizpa hija de Ayá y concubina de Saúl, 12 fue a recoger los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán, que estaban en Jabés de Galaad. Los filisteos los habían colgado en la plaza de Betsán el día en que derrotaron a Saúl en Guilboa, pero los habitantes de la ciudad se los habían robado de allí. 13 Así que David hizo que los trasladaran a Jerusalén, y que recogieran también los huesos de los siete hombres que habían sido colgados. 14 Así fue como los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán fueron enterrados en la tumba de Quis, el padre de Saúl, que está en Zela de Benjamín. Todo se hizo en cumplimiento de las órdenes del rey, y después de eso Dios tuvo piedad del país.

Hazañas de los oficiales de David

15 Los filisteos reanudaron la guerra contra Israel, y David salió con sus oficiales para hacerles frente. Pero David se quedó agotado, 16 así que intentó matarlo un gigante llamado Isbibenob, que iba armado con una espada nueva y una lanza de bronce que pesaba más de tres kilos. 17 Sin embargo, Abisay hijo de Sarvia fue en su ayuda e hirió al filisteo y lo mató. Allí los soldados de David le hicieron este juramento: «Nunca más saldrá Su Majestad con nosotros a la batalla, no sea que alguien lo mate y se apague la lámpara de Israel.»

18 Algún tiempo después hubo en Gob otra batalla con los filisteos, y en esa ocasión Sibecay el jusatita mató al gigante Saf. 19 En una tercera batalla, que también se libró en Gob, Eljanán hijo de Yaré Oreguín, oriundo de Belén, mató a Goliat el guitita, cuya lanza tenía un asta tan grande como el rodillo de un telar. 20 Hubo una batalla más en Gat. Allí había otro gigante, un hombre altísimo que tenía veinticuatro dedos, seis en cada mano y seis en cada pie. 21 Éste se puso a desafiar a los israelitas, pero Jonatán hijo de Simá, que era hermano de David, lo mató.

22 Esos cuatro gigantes, que eran descendientes de Rafá el guitita, cayeron a manos de David y de sus oficiales.

Comentario

3. Oración apasionada

Las batallas de la vida de David parecen no acabar nunca. En el pasaje de hoy vemos otras dos batallas más.

Primero, hay «un malvado que se llamaba Sabá» (20:1). Este es un eco de la lucha y dificultades de David con Absalón (16:22). El pueblo de Israel parece extremadamente voluble: «Todos los israelitas abandonaron a David y siguieron a Sabá» (20:2). El Señor dio a David la victoria sobre Sabá pero, inmediatamente después, hay otra batalla a la vuelta de la esquina.

Hubo una hambruna por tres años consecutivos (21:1a). Al afrontar la nación el desastre «David buscó el rostro del Señor» (v.1b, RVA-2015). A veces hace falta que suceda una gran calamidad para que nos pongamos de rodillas; Dios le habló cuando oró.

Dios le pidió cuentas de la promesa que fue hecha a los gabaonitas (ver Josué 9). A pesar de la promesa, Saúl había tratado de aniquilarlos; pero las promesas hechas ante el Señor son muy importantes y no se pueden romper a la ligera. (Las promesas más comunes hoy en día son los votos matrimoniales y los juramentos de decir la verdad ante los tribunales). Dios solo respondió a la oración hecha en favor de aquel país después de que David enmendara las cosas y cumpliera el juramente hecho a Dios (2 Samuel 21:14).

Oración

Señor, busco tu rostro en nombre de nuestra nación. Ten misericordia de nosotros. Ayúdanos a ser una nación que te honra con la fidelidad a nuestros votos matrimoniales y la veracidad en nuestros tribunales de justicia. Señor, te pido que una vez más respondas a la oración en favor del país. Que nuestra nación se vuelva a Ti, que Tu nombre sea honrado y venga Tu reino.

Añadidos de Pippa

Hechos 8:39–40

«El Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe \[…\] En cuanto a Felipe, apareció en Azoto \[…\]».

No sé si sería emocionante o aterrador (o simplemente útil) ser capaz de estar en HTB en Londres y ¡al minuto siguiente estar en Brighton! Es algo que solo me ocurre cuando estoy al volante del automóvil distraída y ¡de repente aparezco en el lugar equivocado!

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