Tus oraciones tienen impacto
Introducción
San Juan Cristóstomo (349–407) escribió: «La oración \[…\] es la raíz, la fuente, la madre de cientos de bendiciones \[…\] la potencia de la oración ha doblegado la fuerza del fuego, ha embridado la furia de los leones \[…\] ha terminado guerras, apaciguado a los elementos, expulsado demonios, quemado las cadenas de la muerte, expandido las puertas del cielo, aliviado enfermedades \[…\] rescatado a ciudades de la destrucción \[…\] y detenido el progreso del relámpago».
En HTB, nuestra iglesia, tenemos una sala de oración 24-7. Para mí, ir a la sala y pasar tiempo a solas con Dios es uno de los momentos culminantes de la semana. Verdaderamente, la oración es la raíz y la fuente de todo lo que hacemos en HTB. Da mucho ánimo saber que cada hora, día y noche, hay alguien orando en aquella sala.
Proverbios 15:1-10
15La respuesta amable calma el enojo,
pero la agresiva echa leña al fuego.
2 La lengua de los sabios destila conocimiento;
la boca de los necios escupe necedades.
3 Los ojos del Señor están en todo lugar,
vigilando a los buenos y a los malos.
4 La lengua que brinda consuelo es árbol de vida;
la lengua insidiosa deprime el espíritu.
5 El necio desdeña la corrección de su padre;
el que la acepta demuestra prudencia.
6 En la casa del justo hay gran abundancia;
en las ganancias del malvado, grandes problemas.
7 Los labios de los sabios esparcen conocimiento;
el corazón de los necios ni piensa en ello.
8 El Señor aborrece las ofrendas de los malvados,
pero se complace en la oración de los justos.
9 El Señor aborrece el camino de los malvados,
pero ama a quienes siguen la justicia.
10 Para el descarriado, disciplina severa;
para el que aborrece la corrección, la muerte.
Comentario
1. Ora y bendice
El autor de Proverbios pone en contraste a los «necios» con aquellos que oran: «En la casa del justo hay gran abundancia... se complace en la oración de los justos. El Señor aborrece el camino de los malvados, pero ama a quienes siguen la justicia» (vv.6a,8b,9). Si vivimos así atraeremos grandes bendiciones para los demás.
Un aspecto importante de esto, es lo que decimos, pues nuestras palabras pueden transformar vidas. Mientras que «la lengua que brinda alivio», «es árbol de vida» (v.4), se nos recuerda que incluso cuando los demás estén enojados con nosotros, «la respuesta amable calma el enojo» (v.1a). Usa tus palabras para sanar, ayudar y animar a los demás: «La lengua que brinda alivio es árbol de vida» (v.4).
Oración
Señor, ayúdame a orar y usar mis palabras para traer bendición a los demás.
Hechos 11:19-12:19a
La iglesia en Antioquía
19 Los que se habían dispersado a causa de la persecución que se desató por el caso de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin anunciar a nadie el mensaje excepto a los judíos. 20 Sin embargo, había entre ellos algunas personas de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, comenzaron a hablarles también a los de habla griega, anunciándoles las buenas nuevas acerca del Señor Jesús. 21 El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor.
22 La noticia de estos sucesos llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén, y mandaron a Bernabé a Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio las evidencias de la gracia de Dios, se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor, 24 pues era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un gran número de personas aceptó al Señor.
25 Después partió Bernabé para Tarso en busca de Saulo, 26 y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez.
27 Por aquel tiempo unos profetas bajaron de Jerusalén a Antioquía. 28 Uno de ellos, llamado Ágabo, se puso de pie y predijo por medio del Espíritu que iba a haber una gran hambre en todo el mundo, lo cual sucedió durante el reinado de Claudio. 29 Entonces decidieron que cada uno de los discípulos, según los recursos de cada cual, enviaría ayuda a los hermanos que vivían en Judea. 30 Así lo hicieron, mandando su ofrenda a los ancianos por medio de Bernabé y de Saulo.
Pedro escapa milagrosamente de la cárcel
12En ese tiempo el rey Herodes hizo arrestar a algunos de la iglesia con el fin de maltratarlos. 2 A Jacobo, hermano de Juan, lo mandó matar a espada. 3 Al ver que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Esto sucedió durante la fiesta de los Panes sin levadura. 4 Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerlo comparecer en juicio público después de la Pascua. 5 Pero mientras mantenían a Pedro en la cárcel, la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él.
6 La misma noche en que Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para someterlo a juicio, éste dormía entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. Unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel. 7 De repente apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: «¡Date prisa, levántate!» Las cadenas cayeron de las manos de Pedro. 8 Le dijo además el ángel: «Vístete y cálzate las sandalias.» Así lo hizo, y el ángel añadió: «Échate la capa encima y sígueme.»
9 Pedro salió tras él, pero no sabía si realmente estaba sucediendo lo que el ángel hacía. Le parecía que se trataba de una visión. 10 Pasaron por la primera y la segunda guardia, y llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad. El portón se les abrió por sí solo, y salieron. Caminaron unas cuadras, y de repente el ángel lo dejó solo.
11 Entonces Pedro volvió en sí y se dijo: «Ahora estoy completamente seguro de que el Señor ha enviado a su ángel para librarme del poder de Herodes y de todo lo que el pueblo judío esperaba.»
12 Cuando cayó en cuenta de esto, fue a casa de María, la madre de Juan, apodado Marcos, donde muchas personas estaban reunidas orando. 13 Llamó a la puerta de la calle, y salió a responder una sierva llamada Rode. 14 Al reconocer la voz de Pedro, se puso tan contenta que volvió corriendo sin abrir.
—¡Pedro está a la puerta! —exclamó.
15 —¡Estás loca! —le dijeron.
Ella insistía en que así era, pero los otros decían:
—Debe de ser su ángel.
16 Entre tanto, Pedro seguía llamando. Cuando abrieron la puerta y lo vieron, quedaron pasmados. 17 Con la mano Pedro les hizo señas de que se callaran, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel.
—Cuéntenles esto a Jacobo y a los hermanos —les dijo.
Luego salió y se fue a otro lugar.
18 Al amanecer se produjo un gran alboroto entre los soldados respecto al paradero de Pedro. 19 Herodes hizo averiguaciones, pero al no encontrarlo, les tomó declaración a los guardias y mandó matarlos. Después viajó de Judea a Cesarea y se quedó allí.
Comentario
2. Ora con pasión
La ciudad griega de Antioquía era una de las ricas y cosmopolitas capitales del Este, conocida por sus edificios y su cultura, y constituía el equivalente de las actuales Londres, París o Nueva York. También era una ciudad de mala reputación, llena de prostitución, clubes nocturnos y lugares de bebida, famosa por sus relajados estándares morales y una corrupción muy extendida.
La ciudad fue transformada y llegó a ser una ciudad cristiana distinguida y el trampolín para la misión cristiana en todo el mundo gentil. La mano del Señor estaba con ellos y «un gran número creyó y se convirtió al Señor» (11:21).
Dios usó a Bernabé, cuyo nombre significa en griego «hijo de la consolación (o del aliento)». Alentar no es adular o ensalzar de una manera vacía sino que es como un brillo de sol verbal. No cuesta nada y enciende el corazón de la gente inspirándola con esperanza y confianza en su fe. Necesitamos que aquellos que nos rodean sean que son como Bernabé, y todos podemos ser como Bernabé para los demás.
Bernabé «animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor, pues era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un gran número de personas aceptó al Señor» (vv.23–24).
No era una visita de esas de presentarse para marcharse inmediatamente: «Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez» (v.26).
Hubo una liberación de recursos económicos. Cada uno ayudó a los necesitados «según los recursos de cada cual» (v.29). Este es un principio importante para la comunidad cristiana: aquellos que pueden permitírselo, pagan por aquellos que no pueden.
Aquel fue un periodo de gran bendición y de un crecimiento enorme de la iglesia; no obstante, también tuvieron que enfrentarse a la marea creciente de la oposición.
El rey judío, Herodes Agripa (c.10 BC–AD 44) tuvo una vena cruel al decidir perseguir a los cristianos. Era un político sin escrúpulos que quería ganar popularidad ante el pueblo (12:1–3) haciendo que ejecutaran a Santiago y Pedro; además confinó a Pedro en prisión y planeaba un juicio público contra él (v.4).
Pedro estaba custodiado por dos pelotones de cuatro soldados cada uno (v.4) con ambas manos encadenadas (v.6) pero, en palabras de The Message, Pedro «durmió como un bebé» (v.6, MSG). ¡No hay almohada más suave que una conciencia limpia!
La iglesia se enfrentaba a la que parecía una situación imposible. La existencia misma de la iglesia primitiva parecía estar en juego. ¿Qué es lo que hicieron? ¿Qué hacemos en situaciones que parecen imposibles? Vemos la respuesta en el versículo 5: «La iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él».
- Ora juntos
«La iglesia» (v.5) se unió en oración. «Muchas personas estaban reunidas orando» (v.12). El Nuevo Testamento enseña un montón acerca de la oración privada, pero hay mucha más enseñanza acerca de la oración en común.
- Ora intensamente
Hay dos razones por las que pudieron no haber orado en absoluto. La primera, porque Santiago había sido ejecutado (v.2). Dios no había respondido a sus oraciones por Santiago, desconocemos el porqué. Pero eso no impidió que siguieran orando.
La segunda, porque la situación de Pedro parecía imposible. Su dilema era o bien dejar de orar, u orar apasionadamente. La palabra griega ektenōs (traducida aquí como «intensamente») se usaba para describir cuando se hacía ir a un caballo a pleno galope. Denota la tensión muscular del esfuerzo agotador y continuado de un atleta.
El tiempo verbal imperfecto sugiere que oraron no solo una vez, sino durante una cantidad de tiempo considerable, perseverando.
- Ora a Dios
Cuando oras no estás hablando contigo mismo o pronunciando oraciones elocuentes para impresionar a aquellos que te escuchan. La oración a Dios significa tener un coloquio con Dios. De hecho, significa venir a la presencia de Dios, pidiendo y recibiendo.
- Ora por los demás
Oraron por Pedro (v.5). Hay muchos tipos de oración: adoración, alabanza, acción de gracias, petición, etc., pero aquí leemos acerca de la oración de intercesión. Oraron por él porque lo amaban; la oración de intercesión es un acto de amor.
Aquel fue un encuentro de oración asombroso y los resultados fueron evidentes (vv.6–15). Dios actuó sobrenaturalmente en respuesta a sus oraciones al liberar a Pedro la noche anterior al juicio. La respuesta de Dios supuso visiones, ángeles y las cadenas que se cayeron (vv.6–9). Los obstáculos fueron removidos y los guardias no pudieron impedir la fuga de los prisioneros; la puerta de hierro de la cuidad se abrió ante ellos (v.10).
Entonces Pedro apareció en la reunión de oración, pero la liberación fue tan extraordinaria que Rode, la muchacha que abrió la puerta, se olvidó de dejarlo pasar y ¡nadie creyó que de verdad fuera él (vv.12–15)! Le dijeron a Rode que estaba loca (v.15) pero de hecho Dios había realizado lo que parecía imposible en respuesta a sus intensas oraciones.
La palabra de Dios continuó creciendo y multiplicándose (v.24). Este capítulo comienza con Santiago muerto, Pedro en prisión y un Herodes triunfante. Acaba con Herodes muerto, Pedro liberado y la palabra de Dios triunfando.
Oración
Señor, enséñanos a orar como la iglesia primitiva. Oro para que Tu mano esté con nosotros, que veamos un gran número de gente creer y volverse al Señor y veamos triunfar la palabra de Dios.
1 Reyes 2:13-3:15
Salomón consolida el reino
13 Adonías hijo de Jaguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y Betsabé le preguntó:
—¿Vienes en son de paz?
—Sí —respondió él—; 14 tengo algo que comunicarle.
—Habla —contestó ella.
15 —Como usted sabe —dijo Adonías—, el reino me pertenecía, y todos los israelitas esperaban que yo llegara a ser rey. Pero ahora el reino ha pasado a mi hermano, que lo ha recibido por voluntad del Señor. 16 Pues bien, tengo una petición que hacerle, y espero que me la conceda.
—Continúa —dijo ella.
17 —Por favor, pídale usted al rey Salomón que me dé como esposa a Abisag la sunamita; a usted no se lo negará.
18 —Muy bien —contestó Betsabé—; le hablaré al rey en tu favor.
19 Betsabé fue a ver al rey Salomón para interceder en favor de Adonías. El rey se puso de pie para recibirla y se inclinó ante ella; luego se sentó en su trono y mandó que pusieran otro trono para su madre; y ella se sentó a la derecha del rey.
20 —Quiero pedirte un pequeño favor —dijo ella—. Te ruego que no me lo niegues.
—Dime de qué se trata, madre mía. A ti no puedo negarte nada.
21 Ella continuó:
—Concédele a tu hermano Adonías casarse con Abisag la sunamita.
22 —Pero ¿cómo puedes pedirme semejante cosa? —respondió el rey a su madre—. Es mi hermano mayor, y cuenta con el apoyo del sacerdote Abiatar y de Joab hijo de Sarvia. ¡Realmente me estás pidiendo que le ceda el trono!
23 Dicho esto, el rey Salomón juró por el Señor: «¡Que Dios me castigue sin piedad si no hago que Adonías pague con su vida por esa petición! 24 El Señor me ha establecido firmemente en el trono de mi padre, y conforme a su promesa me ha dado una dinastía. Por tanto, tan cierto como que él vive, ¡juro que hoy mismo Adonías morirá!»
25 En seguida, el rey Salomón le dio a Benaías hijo de Joyadá la orden de matar a Adonías. 26 Al sacerdote Abiatar, el rey mismo le ordenó: «Regresa a tus tierras en Anatot. Mereces la muerte, pero por el momento no voy a quitarte la vida, pues compartiste con David mi padre todas sus penurias, y en su presencia llevaste el arca del Señor omnipotente.» 27 Fue así como, al destituir Salomón a Abiatar del sacerdocio del Señor, se cumplió la palabra que el Señor había pronunciado en Siló contra la familia de Elí.
28 Joab había conspirado con Adonías, aunque no con Absalón, así que al oír que Adonías había muerto, fue a refugiarse en el santuario del Señor, agarrándose de los cuernos del altar. 29 Cuando le dijeron a Salomón que Joab había huido al santuario, y que estaba junto al altar, el rey le ordenó a Benaías hijo de Joyadá que fuera a matarlo. 30 Benaías fue al santuario del Señor y le dijo a Joab:
—El rey te ordena que salgas.
—¡No! —respondió Joab—. ¡De aquí sólo me sacarán muerto!
Benaías fue y le contó al rey lo que había dicho Joab.
31 —¡Pues dale gusto! —ordenó el rey—. ¡Mátalo y entiérralo! De ese modo me absolverás a mí y a mi familia de la sangre inocente que derramó Joab. 32 El Señor hará recaer sobre su cabeza la sangre que derramó, porque a espaldas de mi padre atacó Joab a Abner hijo de Ner, que era comandante del ejército de Israel, y a Amasá hijo de Jéter, que era comandante del ejército de Judá. Así mató a filo de espada a dos hombres que eran mejores y más justos que él. 33 ¡Que la culpa de esas muertes recaiga para siempre sobre la cabeza de Joab y de sus descendientes! ¡Pero que la paz del Señor esté por siempre con David y sus descendientes, y con su linaje y su trono!
34 Benaías hijo de Joyadá fue y mató a Joab, e hizo que lo sepultaran en su hacienda de la estepa. 35 Entonces el rey puso a Benaías hijo de Joyadá sobre el ejército en lugar de Joab, y al sacerdote Sadoc lo puso en lugar de Abiatar. 36 Luego mandó llamar a Simí y le dijo:
—Constrúyete una casa en Jerusalén, y quédate allí. No salgas a ninguna parte, 37 porque el día que salgas y cruces el arroyo de Cedrón, podrás darte por muerto. Y la culpa será tuya.
38 —De acuerdo —le respondió Simí al rey—. Yo estoy para servir a Su Majestad, y acataré sus órdenes.
Simí permaneció en Jerusalén por un buen tiempo, 39 pero tres años más tarde dos de sus esclavos escaparon a Gat, donde reinaba Aquis hijo de Macá. Cuando le avisaron a Simí que sus esclavos estaban en Gat, 40 aparejó su asno y se fue allá a buscarlos y traerlos de vuelta. 41 Al oír Salomón que Simí había ido de Jerusalén a Gat y había regresado, 42 lo mandó llamar y le dijo:
—Yo te hice jurar por el Señor, y te advertí: “El día que salgas a cualquier lugar, podrás darte por muerto.” Y tú dijiste que estabas de acuerdo y que obedecerías. 43 ¿Por qué, pues, no cumpliste con tu juramento al Señor ni obedeciste la orden que te di?
44 El rey también le dijo a Simí:
—Tú bien sabes cuánto daño le hiciste a mi padre David; ahora el Señor se vengará de ti por tu maldad. 45 En cambio, yo seré bendecido, y el trono de David permanecerá firme para siempre en presencia del Señor.
46 Acto seguido, el rey le dio la orden a Benaías hijo de Joyadá, y éste fue y mató a Simí. Así se consolidó el reino en manos de Salomón.
Salomón pide sabiduría
3Salomón entró en alianza con el faraón, rey de Egipto, casándose con su hija, a la cual llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y el muro alrededor de Jerusalén. 2 Como aún no se había construido un templo en honor del Señor, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios paganos. 3 Salomón amaba al Señor y cumplía los decretos de su padre David. Sin embargo, también iba a los santuarios paganos para ofrecer sacrificios y quemar incienso. 4 Como en Gabaón estaba el santuario pagano más importante, Salomón acostumbraba ir allá para ofrecer sacrificios. Allí ofreció mil holocaustos; 5 y allí mismo se le apareció el Señor en un sueño, y le dijo:
—Pídeme lo que quieras.
6 Salomón respondió:
—Tú trataste con mucho amor a tu siervo David, mi padre, pues se condujo delante de ti con lealtad y justicia, y con un corazón recto. Y, como hoy se puede ver, has reafirmado tu gran amor al concederle que un hijo suyo lo suceda en el trono.
7 »Ahora, Señor mi Dios, me has hecho rey en lugar de mi padre David. No soy más que un muchacho, y apenas sé cómo comportarme. 8 Sin embargo, aquí me tienes, un siervo tuyo en medio del pueblo que has escogido, un pueblo tan numeroso que es imposible contarlo. 9 Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?
10 Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, 11 de modo que le dijo:
—Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, 12 voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. 13 Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. 14 Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida.
15 Cuando Salomón despertó y se dio cuenta del sueño que había tenido, regresó a Jerusalén. Se presentó ante el arca del pacto del Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego ofreció un banquete para toda su corte.
Comentario
3. Ora pidiendo sabiduría
Salomón se aseguró de reinar largamente liquidando a sus enemigos al principio de su reinado (capítulo 2). Qué diferente fue la acción de aquel hijo de David comparada con Jesús, «el hijo de David», que trajo vida a todos y nos enseñó a ¡amar a nuestros enemigos! Él es aquel que reina eternamente.
Pero había al menos una cosa que Salomón hizo bien. Dios le dijo: «Pídeme lo que quieras» (3:5). Su respuesta demostró humildad y el reconocimiento de su necesidad de Dios. Salomón oró: «Te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal» (v.9).
Dios se deleitó con la respuesta de Salomón y replicó: « Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo: ―Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos, sino discernimiento para administrar justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida» (vv.10–14).
Jesús dijo: «Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33). En efecto, al orar pidiendo sabiduría, Salomón estaba buscando primero el reino de Dios y como resultado, Dios le aseguró que todas las demás cosas serían también para él.
La oferta de sabiduría no se aplica solo a Salomón. Santiago escribe: «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará» (Santiago 1:5).
Oración
Señor, necesito tu sabiduría. Te pido que me des un corazón sabio y con discernimiento en todas las situaciones a las que me enfrente. Señor, oro por la sabiduría que viene del cielo y es, lo primero de todo, pura, amante de la paz, considerada, sumisa, llena de misericordia y buen fruto, imparcial y sincera (3:17).
Añadidos de Pippa
Proverbios 15:3
«Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos».
Ya sea que pienses que eres bueno o malo, Dios te está viendo… ¿es algo que te llena de consuelo, o no?
App
Enjoy reading or listening to The Bible with Nicky and Pippa Gumbel on your iPhone or Android device.
Receive a daily email with a fresh devotion straight in your inbox.
Podcast
Subscribe and listen to The Bible with Nicky and Pippa Gumbel delivered to your favourte podcast app everyday.
Website
Far from your mobile device? You can read the daily devotion right here on this website.
Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
Copyright © 1999 by Biblica, Inc