La vida cristiana no es fácil
Introducción
Lo arrestaron por predicar el evangelio y su esposa murió dejándolo con cuatro hijos, uno de ellos ciego. Aun así se negó a dejar de predicar el evangelio.
Escribió sus mejores obras en una celda de la prisión, la cual ha sido fuente de inspiración y ayuda espiritual para un sinnúmero de lectores. Traducida a más de 200 lenguajes, nunca ha dejado de ser imprimida desde el día en que se publicó por primera vez en 1678.
El progreso del peregrino es una alegoría escrita por John Bunyan. Cuenta la historia de una persona llamada «cristiano» que va desde su ciudad natal a la Ciudad Celestial. Por el camino se enfrenta a muchas dificultades, obstáculos y desafíos, a pesar de los cuales persevera fielmente hasta el final.
Llevar una vida cristiana no es fácil; tendrás que enfrentarte a muchas dificultades a lo largo del camino. Pero estas no deben hacer que te descarriles; de hecho al atravesar tiempos difíciles del lado de Jesús, resurgirás más fuerte, sabio y más conformado a Cristo.
Salmos 77:1-9
Salmo 77
Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf.
1 A Dios elevo mi voz suplicante;
a Dios elevo mi voz para que me escuche.
2 Cuando estoy angustiado, recurro al Señor;
sin cesar elevo mis manos por las noches,
pero me niego a recibir consuelo.
3 Me acuerdo de Dios, y me lamento;
medito en él, y desfallezco.
4 No me dejas conciliar el sueño;
tan turbado estoy que ni hablar puedo.
5 Me pongo a pensar en los tiempos de antaño;
de los años ya idos 6` me acuerdo.
Mi corazón reflexiona por las noches;
mi espíritu medita e inquiere:
7 «¿Nos rechazará el Señor para siempre?
¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad?
8 ¿Se habrá agotado su gran amor eterno,
y sus promesas por todas las generaciones?
9 ¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades,
y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?»
Comentario
1. Angustia: ¿Cómo tienes que responder a ella?
Mi amigo Luigi es un monje benedictino que ¡suele comenzar sus oraciones quejándose un rato! Este salmo comienza con el salmista derramando sus quejas ante Dios.
Tener una relación con Dios no nos protege de la «angustia» (v.2). El salmista había pasado en vela toda la noche: «No me dejas conciliar el sueño» (v.4a). Se siente como si Dios lo hubiera rechazado y nunca más volverá a experimentar su favor (vv.7–9).
En esta primera parte del Salmo 77, comenzamos a ver cómo responder a la angustia. Tienes que estar seguro de que:
- Dios escucha tu clamor
Dile a Dios qué estás sintiendo exactamente: «A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche. Cuando estoy angustiado, recurro al Señor» (vv.1–2a).
- A Dios le gusta tu honestidad
Hacer preguntas honestas tiene un efecto terapéutico. El pueblo de Dios trae sus dudas, dificultades y angustias ante Dios y le interpela. Incluso Jesús en la cruz hizo una pregunta citando el salmo 22:1: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mateo 27:46).
Dios quiere que seas sincero con Él. No quiere que simules que todo va bien sino que quiere escuchar el clamor de tu corazón. Te atrae a Su presencia, incluso en los tiempos de gran angustia.
Oración
Gracias Señor porque escuchas el clamor de mi corazón. Gracias porque no me rechazas y Tus promesas no fallan.
Hechos 15:1-21
El concilio de Jerusalén
15Algunos que habían llegado de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos: «A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos.» 2 Esto provocó un altercado y un serio debate de Pablo y Bernabé con ellos. Entonces se decidió que Pablo y Bernabé, y algunos otros creyentes, subieran a Jerusalén para tratar este asunto con los apóstoles y los ancianos. 3 Enviados por la iglesia, al pasar por Fenicia y Samaria contaron cómo se habían convertido los gentiles. Estas noticias llenaron de alegría a todos los creyentes. 4 Al llegar a Jerusalén, fueron muy bien recibidos tanto por la iglesia como por los apóstoles y los ancianos, a quienes informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.
5 Entonces intervinieron algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos y afirmaron:
—Es necesario circuncidar a los gentiles y exigirles que obedezcan la ley de Moisés.
6 Los apóstoles y los ancianos se reunieron para examinar este asunto. 7 Después de una larga discusión, Pedro tomó la palabra:
—Hermanos, ustedes saben que desde un principio Dios me escogió de entre ustedes para que por mi boca los gentiles oyeran el mensaje del evangelio y creyeran. 8 Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. 9 Sin hacer distinción alguna entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe. 10 Entonces, ¿por qué tratan ahora de provocar a Dios poniendo sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar? 11 ¡No puede ser! Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús.
12 Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo, que les contaron las señales y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. 13 Cuando terminaron, Jacobo tomó la palabra y dijo:
—Hermanos, escúchenme. 14 Simón nos ha expuesto cómo Dios desde el principio tuvo a bien escoger de entre los gentiles un pueblo para honra de su nombre. 15 Con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito:
16 »“Después de esto volveré
y reedificaré la choza caída de David.
Reedificaré sus ruinas,
y la restauraré,
17 para que busque al Señor el resto de la humanidad,
todas las naciones que llevan mi nombre.
18 Así dice el Señor, que hace estas cosas”
conocidas desde tiempos antiguos.
19 »Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los gentiles que se convierten a Dios. 20 Más bien debemos escribirles que se abstengan de lo contaminado por los ídolos, de la inmoralidad sexual, de la carne de animales estrangulados y de sangre. 21 En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en las sinagogas todos los sábados.
Comentario
2. Disputas: ¿Cómo debes resolverlas?
No hay nada de sorprendente en que en la iglesia haya discusiones, disputas y debates. Aquí leemos que se «provocó un altercado y un serio debate» (v.2) acerca de los requisitos para ser aceptado plenamente como cristiano (como miembro de la iglesia) y para ser salvo (v.1). ¿Era requerida la circuncisión? (v.1).
Vemos aquí un proceso en cuatro pasos para la toma de decisiones. Es un gran modelo para lidiar con las disputas de hoy en día en la iglesia local, nacional e incluso mundial.
- Convoca una reunión
Algunos insistían en que todos fueran circuncidados. Pablo y Bernabé protestaron vehementemente y convocaron una reunión especial para que ambas posturas tuvieran un debate juntas.
No tengas miedo al conflicto. Cuando la gente inteligente se reúne para hablar de cuestiones que importan, es natural y productivo que se den desacuerdos. De hecho, ¡eso es lo que hace interesantes las reuniones!
- Considera y debate
«Después de una larga discusión…» (v.7). Al final, hubo dos argumentos que inclinaron la balanza del debate.
Primero, su razonamiento estaba basado en la experiencia del Espíritu. El primer argumento de Pedro de basaba en lo que había visto hacer al Espíritu Santo en la casa de Cornelio: «Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. Sin hacer distinción alguna entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe» (vv.8–9). Hacer distinciones hubiera sido oponerse a Dios. Esto llevó a esta conclusión: «Creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús» (v.11).
Segundo, su razonamiento se basó en las pruebas que mostraban las Escrituras. Santiago señala que la palabra de Dios y el Espíritu de Dios están alineados: «Con esto concuerdan las palabras de los profetas» (v.15). Muestra cómo las escrituras predijeron la inclusión de «todas las naciones» (v.17) y sugiere un camino para avanzar coherente con la experiencia del Espíritu Santo y las pruebas halladas en las Escrituras (vv.19–21). Podemos estar seguros de que la palabra de Dios y el Espíritu de Dios siempre estarán de acuerdo. Lo que no podemos saber a ciencia cierta es si comprenderemos correctamente ambas. Aquellos que argüían que todos debían ser circuncidados lo hicieron basándose en las Escrituras. Pedro y Santiago no dejaron a un lado las Escrituras, sino que arguyeron que los otros las habían comprendido mal.
- Llega a tomar una decisión
Al final, «decidieron» (v.22). Aquel fue un momento extraordinario en la vida de la iglesia primitiva. «Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo, que les contaron las señales y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles» (v.12). Fue un momento muy especial y emocionante que los redujo al silencio.
A fin de cuentas, todas las decisiones necesitan de un juicio. El apóstol Santiago dice: «Por lo cual yo juzgo» (v.19, RVA-2015). El factor decisivo fue que no quisieron «ponerles trabas a los gentiles que se convierten a Dios» (v.19). Todos los pueblos habían de ser invitados a la iglesia, sin importar su trasfondo, aunque no todas las prácticas estaban permitidas (v.20).
La lección que aprendemos aquí es que tenemos que ser muy cuidadosos para no cargar con obstáculos innecesarios a la gente que está explorando la fe en Jesús, y tenemos que cuidarnos de no definir a la iglesia de una manera demasiado limitada.
- Comunica la decisión
Ellos escribieron lo decidido (v.20). Las actas de reunión no son simplemente una formalidad; son importantes para dejar constancia de las decisiones. Como veremos mañana, tienen que ser comunicadas (vv.23–29).
Oración
Señor, danos sabiduría cuando tengamos que lidiar con disputas en la iglesia. Gracias porque hoy estás derramando tu Espíritu en todas las partes de la iglesia. Ayúdanos a tener Tu misma actitud de no «hacer distinción alguna entre nosotros y ellos» (v.9).
1 Reyes 9:10-11:13
Otras actividades de Salomón
10 Veinte años tardó el rey Salomón en construir los dos edificios, es decir, el templo del Señor y el palacio real, 11 después de lo cual le dio a Hiram, rey de Tiro, veinte ciudades en Galilea, porque Hiram lo había abastecido con todo el cedro, el pino y el oro que quiso. 12 Sin embargo, cuando Hiram salió de Tiro y fue a ver las ciudades que Salomón le había dado, no quedó satisfecho con ellas. 13 «Hermano mío —protestó Hiram—, ¿qué clase de ciudades son éstas que me has dado?» De modo que llamó a esa región Cabul, nombre que conserva hasta hoy. 14 Hiram, por su parte, le había enviado a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro.
15 En cuanto al trabajo forzado, el rey Salomón reunió trabajadores para construir el templo del Señor, su propio palacio, los terraplenes, el muro de Jerusalén, y Jazor, Meguido y Guézer. 16 El faraón, rey de Egipto, había atacado y tomado Guézer a sangre y fuego, matando a sus habitantes cananeos. Luego, como regalo de bodas, le dio esta ciudad a su hija, la esposa de Salomón. 17 Por eso Salomón reconstruyó las ciudades de Guézer, Bet Jorón la de abajo, 18 Balat y Tadmor, en el desierto del país, 19 así como todos sus lugares de almacenamiento, los cuarteles para sus carros de combate y para su caballería, y cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio bajo su dominio.
20-21 A los descendientes de los pueblos no israelitas (es decir, a los amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que quedaron en el país porque los israelitas no pudieron destruirlos), Salomón los sometió a trabajos forzados, y así continúan hasta el día de hoy. 22 Pero a los israelitas Salomón no los convirtió en esclavos, sino que le servían como soldados, ministros, comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de caballería. 23 Salomón tenía además quinientos cincuenta capataces que supervisaban a sus trabajadores en la obra.
24 Los terraplenes se hicieron después de que la hija del faraón se trasladó de la Ciudad de David al palacio que Salomón le había construido.
25 Tres veces al año Salomón presentaba holocaustos y sacrificios de comunión sobre el altar que él había construido para el Señor, y al mismo tiempo quemaba incienso en su presencia. Así cumplía con las obligaciones del templo.
26 El rey Salomón también construyó una flota naviera en Ezión Guéber, cerca de Elat en Edom, a orillas del Mar Rojo. 27 Hiram envió a algunos de sus oficiales, que eran marineros expertos, para servir en la flota con los oficiales de Salomón, 28 y ellos se hicieron a la mar y llegaron a Ofir, de donde volvieron con unos catorce mil kilos de oro, que le entregaron al rey Salomón.
La reina de Sabá visita a Salomón
10La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón, con la cual él honraba al Señor, así que fue a verlo para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. 2 Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande. Sus camellos llevaban perfumes y grandes cantidades de oro y piedras preciosas. Al presentarse ante Salomón, le preguntó todo lo que tenía pensado, 3 y él respondió a todas sus preguntas. No hubo ningún asunto, por difícil que fuera, que el rey no pudiera resolver.
4-5 La reina de Sabá se quedó atónita al ver la sabiduría de Salomón y el palacio que él había construido, los manjares de su mesa, los asientos que ocupaban sus funcionarios, el servicio y la ropa de los camareros, las bebidas, y los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor. 6 Entonces le dijo al rey: «¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es cierto! 7 No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad! Tanto en sabiduría como en riqueza, superas todo lo que había oído decir. 8 ¡Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría! 9 ¡Y alabado sea el Señor tu Dios, que se ha deleitado en ti y te ha puesto en el trono de Israel! En su eterno amor por Israel, el Señor te ha hecho rey para que gobiernes con justicia y rectitud.»
10 Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, piedras preciosas y gran cantidad de perfumes. Nunca más llegaron a Israel tantos perfumes como los que la reina de Sabá le obsequió al rey Salomón.
11 La flota de Hiram trajo desde Ofir, además del oro, grandes cargamentos de madera de sándalo y de piedras preciosas. 12 Con la madera, el rey construyó escalones para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Desde entonces, nunca más se ha importado, ni ha vuelto a verse, tanto sándalo como aquel día.
13 El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, además de lo que él, en su magnanimidad, ya le había regalado. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la atendían.
El esplendor de Salomón
14 La cantidad de oro que Salomón recibía anualmente llegaba a los veintidós mil kilos, 15 sin contar los impuestos aportados por los mercaderes, el tráfico comercial, y todos los reyes árabes y los gobernadores del país.
16 El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro batido, en cada uno de los cuales se emplearon unos seis kilos y medio de oro. 17 Hizo además trescientos escudos más pequeños, también de oro batido, empleando en cada uno de ellos un kilo y medio de oro. Estos escudos los puso el rey en el palacio llamado «Bosque del Líbano».
18 El rey hizo también un gran trono de marfil, recubierto de oro puro. 19 El trono tenía seis peldaños, un espaldar redondo, brazos a cada lado del asiento, dos leones de pie junto a los brazos 20 y doce leones de pie sobre los seis peldaños, uno en cada extremo. En ningún otro reino se había hecho algo semejante. 21 Todas las copas del rey Salomón y toda la vajilla del palacio «Bosque del Líbano» eran de oro puro. Nada estaba hecho de plata, pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada. 22 Cada tres años, la flota comercial que el rey tenía en el mar, junto con la flota de Hiram, regresaba de Tarsis trayendo oro, plata y marfil, monos y mandriles.
23 Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón sobrepasó a los demás reyes de la tierra. 24 Todo el mundo procuraba visitarlo para oír la sabiduría que Dios le había dado, 25 y año tras año le llevaban regalos: artículos de plata y de oro, vestidos, armas y perfumes, y caballos y mulas.
26 Salomón multiplicó el número de sus carros de combate y sus caballos; llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, los cuales mantenía en las caballerizas y también en su palacio en Jerusalén. 27 El rey hizo que en Jerusalén la plata fuera tan común y corriente como las piedras, y el cedro tan abundante como las higueras de la llanura. 28 Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes de la corte los compraban. 29 En Egipto compraban carros por seiscientas monedas de plata, y caballos por ciento cincuenta, para luego vendérselos a todos los reyes hititas y sirios.
Las mujeres de Salomón
11Ahora bien, además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón tuvo amoríos con muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, todas ellas mujeres extranjeras, 2 que procedían de naciones de las cuales el Señor había dicho a los israelitas: «No se unan a ellas, ni ellas a ustedes, porque de seguro les desviarán el corazón para que sigan a otros dioses.» Con tales mujeres se unió Salomón y tuvo amoríos. 3 Tuvo setecientas esposas que eran princesas, y trescientas concubinas; todas estas mujeres hicieron que se pervirtiera su corazón. 4 En efecto, cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses, y no siempre fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su padre David. 5 Por el contrario, Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc, el detestable dios de los amonitas. 6 Así que Salomón hizo lo que ofende al Señor y no permaneció fiel a él como su padre David. 7 Fue en esa época cuando, en una montaña al este de Jerusalén, Salomón edificó un altar pagano para Quemós, el detestable dios de Moab, y otro para Moloc, el despreciable dios de los amonitas. 8 Lo mismo hizo en favor de sus mujeres extranjeras, para que éstas pudieran quemar incienso y ofrecer sacrificios a sus dioses.
9 Entonces el Señor, Dios de Israel, se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado de él, a pesar de que en dos ocasiones se le había aparecido 10 para prohibirle que siguiera a otros dioses. Como Salomón no había cumplido esa orden, 11 el Señor le dijo: «Ya que procedes de este modo, y no has cumplido con mi pacto ni con los decretos que te he ordenado, puedes estar seguro de que te quitaré el reino y se lo daré a uno de tus siervos. 12 No obstante, por consideración a tu padre David no lo haré mientras tú vivas, sino que lo arrancaré de la mano de tu hijo. 13 Y a éste, también por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, no le quitaré todo el reino, sino que le dejaré una sola tribu, la cual ya he escogido.»
Comentario
3. Engaños: ¿Cómo debes resistirlos?
El éxito puede ser más peligroso para nosotros que el fracaso. Salomón fue altamente exitoso y tuvo un gran don de sabiduría, a pesar de ello, al final de su vida se descarrió. La vida de Salomón nos presenta un desafío y una advertencia.
Salomón lo tenía todo. En veinte años había construido dos grandes edificios: el templo y su palacio (9:10). La reina de Sabá estaba maravillada de lo que vio: «No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero, en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad! Tanto en sabiduría como en riqueza, superas todo lo que había oído decir» (10:7).
Ella reconoce que solo puede ser la obra de Dios: «El Señor te ha hecho rey para que gobiernes con justicia y rectitud» (v.9).
Pero lo trágico es que Salomón no acabó bien. «No siempre fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su padre David \[…\] su corazón se había apartado de él» (11:4,9).
¿Por qué se torcieron las cosas? Todo empezó por la promiscuidad; el rey Salomón estaba obsesionado con el sexo: «Tuvo setecientas esposas que eran princesas, y trescientas concubinas» (v.3).
Al final acabó siguiendo dioses detestables: «Cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses» (4a). «Hizo lo que ofende al Señor y no permaneció fiel a él como su padre David» (v.6). Actuó contrariamente al mandamiento explícito de Dios consistente en que «el rey no tomará para sí muchas mujeres, no sea que se extravíe su corazón, ni tampoco acumulará enormes cantidades de oro y plata» (Deuteronomio 17:17). Aquellos reclamos descarriaron a Salomón.
David se equivocó de vez en cuando. Cuando lo hizo, se arrepintió y volvió al Señor, siguiéndolo de todo corazón. Salomón nos muestra algo diferente. Setecientas esposas y trescientas concubinas no es algo que suceda de la noche a la mañana. El corazón de Salomón tuvo que ir haciendo concesiones. A pesar de las bendiciones de Dios, Salomón permitió que el pecado creciera y al final lo arruinó.
Para evitar acabar como Salomón tienes que mantenerte cerca de Jesús y escucharlo. Porque como dijo Jesús, la reina de Sabá «vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Salomón» (Mateo 12:42).
Oración
Señor, gracias por esta advertencia. Guarda mi corazón y ayúdame a estar completamente entregado a Ti, a seguirte con todo hasta el final de mi vida.
Añadidos de Pippa
1 Reyes 11:1–13
¿Cómo un hombre tan sabio pudo ser tan tonto por causa de las mujeres? También era desobediente. Dios le había dicho que no desposara mujeres de aquellos lugares y a pesar de eso Salomón lo hizo. Dios le había advertido que acabarían descarriándolo como sucedió.
App
Enjoy reading or listening to The Bible with Nicky and Pippa Gumbel on your iPhone or Android device.
Receive a daily email with a fresh devotion straight in your inbox.
Podcast
Subscribe and listen to The Bible with Nicky and Pippa Gumbel delivered to your favourte podcast app everyday.
Website
Far from your mobile device? You can read the daily devotion right here on this website.
Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
Copyright © 1999 by Biblica, Inc