El mensaje más poderoso del mundo entero
Introducción
El canónigo Andrew White es conocido como el «párroco de Bagdad». Me envió un email titulado «Un día de lágrimas», en el que escribió: «Bueno, hoy ha sido horrible. Durante dos años hemos trabajado todos los días para hacer que los Jason regresaran. Eran mis amigos, comí con ellos y viví con ellos. Un día que estaba enfermo, uno de ellos me cuidó en el hospital (había sido médico en el ejército). Aquella gente no eran simplemente rehenes, eran mis amigos. Oraba todos los días y buscaba su liberación».
«Confieso que una vez se confirmó la noticia \[de su asesinato\] lloré… no puedo ni imaginarme el dolor que su muerte habrá causado a sus queridas familias. Qué terrible tiene que ser para ellos y cómo oramos por ellos».
«Mientras las lágrimas recorrían mis mejillas, trataba de prepararme para nuestro servicio dominical. La iglesia se portó maravillosamente como suele, la gente es toda muy amable y da mucho ánimo. Compartimos juntos nuestro dolor y nuestro amor».
Así mismo fue también el caso del apóstol Pablo: se derramaron muchas lágrimas. Aun así, Andrés continúa proclamando el evangelio en el poder del Espíritu.
El mensaje de Jesús es el más poderoso de todo el mundo. Son buenas noticias que cambian vidas, ciudades y culturas. Pero también es un mensaje que provoca oposición. Dios te equipa para transmitir este mensaje dándote el Espíritu Santo.
Salmos 78:40-55
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,
y lo entristecieron en los páramos!
41 Una y otra vez ponían a Dios a prueba;
provocaban al Santo de Israel.
42 Jamás se acordaron de su poder,
de cuando los rescató del opresor,
43 ni de sus señales milagrosas en Egipto,
ni de sus portentos en la región de Zoán,
44 cuando convirtió en sangre los ríos egipcios
y no pudieron ellos beber de sus arroyos;
45 cuando les envió tábanos que se los devoraban,
y ranas que los destruían;
46 cuando entregó sus cosechas a los saltamontes,
y sus sembrados a la langosta;
47 cuando con granizo destruyó sus viñas,
y con escarcha sus higueras;
48 cuando entregó su ganado al granizo,
y sus rebaños a las centellas;
49 cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira,
de su furor, indignación y hostilidad:
¡todo un ejército de ángeles destructores!
50 Dio rienda suelta a su enojo
y no los libró de la muerte,
sino que los entregó a la plaga.
51 Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto,
a las primicias de su raza en los campamentos de Cam.
52 A su pueblo lo guió como a un rebaño;
los llevó por el desierto, como a ovejas,
53 infundiéndoles confianza para que no temieran.
Pero a sus enemigos se los tragó el mar.
54 Trajo a su pueblo a esta su tierra santa,
a estas montañas que su diestra conquistó.
55 Al paso de los israelitas expulsó naciones,
cuyas tierras dio a su pueblo en heredad;
¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!
Comentario
1. Explica las buenas noticias del rescate del pecado
Nunca entenderás por completo la buena nueva del evangelio hasta que no comprendas por qué necesitas ser rescatado.
Jesús nos ha rescatado del pecado por medio de su vida, muerte y resurrección así como el don del Espíritu Santo. En este salmo podemos ver un vistazo de aquello de lo que hemos sido rescatados.
Lo primero, vemos la naturaleza del pecado, el cual es la rebelión contra Dios: «Se rebelaron contra él» (v.40). No se trata de un acto singular. El salmista escribe: «Cuántas veces \[…\] una y otra vez» (vv.40–41). El pecado viene de no confiar en el carácter de Dios, la palabra de Dios y las acciones de Dios (vv.41–43).
Lo segundo, vemos las consecuencias del pecado, el cual aflige a Dios (v.40) y lleva a la ira, el enfado, la indignación y la hostilidad (v.49). En última instancia, lleva a la muerte (v.50).
Los egipcios no fueron los únicos en pecar (vv.43–51); también lo hizo el pueblo de Dios (vv.40–42) y a pesar de eso Dios los rescató redimiéndolos (v.42): «A su pueblo lo guio como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas» (v.52). Los guio infundiéndoles confianza para que no tuvieran miedo (v.53). Todo esto fue en preparación del gran plan de rescate de Dios por medio de Jesús.
Oración
Gracias, Señor, por rescatarnos y perdonarme por medio de Jesús. Gracias porque me guías y me llevas para que no tenga que temer.
Hechos 20:1-38
Recorrido por Macedonia y Grecia
20Cuando cesó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos y, después de animarlos, se despidió y salió rumbo a Macedonia. 2 Recorrió aquellas regiones, alentando a los creyentes en muchas ocasiones, y por fin llegó a Grecia, 3 donde se quedó tres meses. Como los judíos tramaban un atentado contra él cuando estaba a punto de embarcarse para Siria, decidió regresar por Macedonia. 4 Lo acompañaron Sópater hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe; Timoteo; y por último, Tíquico y Trófimo, de la provincia de Asia. 5 Éstos se adelantaron y nos esperaron en Troas. 6 Pero nosotros zarpamos de Filipos después de la fiesta de los Panes sin levadura, y a los cinco días nos reunimos con los otros en Troas, donde pasamos siete días.
Visita de Pablo a Troas
7 El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes, y prolongó su discurso hasta la medianoche. 8 En el cuarto del piso superior donde estábamos reunidos había muchas lámparas. 9 Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se cayó desde el tercer piso y lo recogieron muerto. 10 Pablo bajó, se echó sobre el joven y lo abrazó. «¡No se alarmen! —les dijo—. ¡Está vivo!» 11 Luego volvió a subir, partió el pan y comió. Siguió hablando hasta el amanecer, y entonces se fue. 12 Al joven se lo llevaron vivo a su casa, para gran consuelo de todos.
Pablo se despide de los ancianos de Éfeso
13 Nosotros, por nuestra parte, nos embarcamos anticipadamente y zarpamos para Asón, donde íbamos a recoger a Pablo. Así se había planeado, ya que él iba a hacer esa parte del viaje por tierra. 14 Cuando se encontró con nosotros en Asón, lo tomamos a bordo y fuimos a Mitilene. 15 Desde allí zarpamos al día siguiente y llegamos frente a Quío. Al otro día cruzamos en dirección a Samos, y un día después llegamos a Mileto. 16 Pablo había decidido pasar de largo a Éfeso para no demorarse en la provincia de Asia, porque tenía prisa por llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés, si fuera posible.
17 Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso. 18 Cuando llegaron, les dijo: «Ustedes saben cómo me porté todo el tiempo que estuve con ustedes, desde el primer día que vine a la provincia de Asia. 19 He servido al Señor con toda humildad y con lágrimas, a pesar de haber sido sometido a duras pruebas por las maquinaciones de los judíos. 20 Ustedes saben que no he vacilado en predicarles nada que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas. 21 A judíos y a griegos les he instado a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.
22 »Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera. 23 Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos. 24 Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
25 »Escuchen, yo sé que ninguno de ustedes, entre quienes he andado predicando el reino de Dios, volverá a verme. 26 Por tanto, hoy les declaro que soy inocente de la sangre de todos, 27 porque sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios. 28 Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. 29 Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño. 30 Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan. 31 Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de amonestar con lágrimas a cada uno en particular.
32 »Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados. 33 No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie. 34 Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros. 35 Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.” »
36 Después de decir esto, Pablo se puso de rodillas con todos ellos y oró. 37 Todos lloraban inconsolablemente mientras lo abrazaban y lo besaban. 38 Lo que más los entristecía era su declaración de que ellos no volverían a verlo. Luego lo acompañaron hasta el barco.
Comentario
2. Anuncia las buenas noticias de la gracia de Dios
No desperdicies un solo día de la preciosa vida que Dios te ha dado. Sin importar lo que estés llamado a hacer, por más difíciles que sean tus circunstancias, puedes disfrutar tu llamado y completar la tarea con alegría.
El mensaje del evangelio es un mensaje enormemente alentador. A todos los sitios a los que Pablo fue, los animó a seguir la obra buena (v.1). Cuando recorrió aquellas regiones, lo hizo «alentando a los creyentes en muchas ocasiones» (v.2).
Pablo sentía pasión por este mensaje y por eso era difícil impedir que hablara del mismo. En Troas «estuvo hablando a los creyentes» (v.7). Y «mientras Pablo alargaba su discurso» (v.9), Eutico se durmió, cayendo de la ventana y matándose. Pablo lo resucitó de entre los muertos y «¡siguió hablando hasta el amanecer!» (v.11).
Hace falta mucho para detener a un predicador una vez que ha comenzado; ¡que se muera y resucite un miembro de la congregación solo es motivo para una pausa para tomar café!
Aprovecha toda oportunidad para exponer el mensaje. Pablo indicó: «no he vacilado en predicarles todo lo que les fuera de provecho \[…\] sin vacilar les he proclamado todo el propósito de Dios» (vv.20,27). Habló tanto «públicamente», como «en las casas» (v.20).
Es trabajo duro (v.35), Pabló consumió su vida en el empeño (v.19). No tenía miedo a morir en el proceso, pues no se veía como indispensable: «Considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera» (v.24).
Sabía que no sería un paseo triunfal: «En todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos» (v.23). Fue probado rigurosamente (v.19) y se derramaron montones de lágrimas (vv.19,31,37).
¿Por qué merece la pena pasar por todo esto? Aquí vemos tres razones:
- Poder de las palabras
Tienes el mensaje más poderoso del mundo entero. Pablo fue por todas partes predicando el mensaje de la «gracia de Dios» (v.24); en palabras de The message «la inaudita y rebosante generosidad de Dios» (v.24, MSG) que era la verdad (v.30).
Todo se trataba de Jesús. La gracia es el amor inmerecido y se hace posible por medio de Jesús y «su propia sangre» (v.28). No puede ser ganada, es un don gratuito.
¿Cómo recibes este don? Primero, vuélvete a Dios arrepentido (v.21). El arrepentimiento es una palabra muy positiva que significa apartarse del pecado para orientarse hacia Dios.
Segundo, ten fe en nuestro Señor Jesús (v.21). El don de la fe lo recibes en Jesucristo.
- Poder del Espíritu Santo
Tienes al Espíritu Santo que mora en ti. Todo el que se arrepiente de sus pecados y pone su fe en Jesús, recibe el Espíritu Santo. Pablo habla de cómo es «obligado por el Espíritu» (v.22), el cual le habla (v.23). El Espíritu Santo es quien unge y suscita a los líderes.
- Poder de dar
Al dar, serás bendecido. Pablo sabía que el dinero no es la clave de la felicidad: «Recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir”» (v.35).
Pablo predica «todo el propósito de Dios» (v.27). Obviamente, ¡su propósito abarca un montón! En este pasaje, apenas vislumbramos un destello de lo que abarca, que claramente incluye: la palabra de Dios (v.32), la oración (v.36), una iglesia de custodios y pastores (v.28), los sacramentos (vv.7–11), la santificación (v.32), el socorro del débil (v.35) y mucho más, además de esto.
Oración
Gracias Señor porque me has dado el poder del Espíritu Santo. Dame la valentía de afrontar el duro trabajo, las lágrimas y otros obstáculos para «acabar la carrera» y «completar la tarea» que me has dado (v.24).
2 Reyes 1:1-2:25
El juicio del Señor contra Ocozías
1Después de la muerte de Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel. 2 Ocozías, que se había herido al caerse por la ventana del piso superior de su palacio en Samaria, despachó a unos mensajeros con este encargo: «Vayan y consulten a Baal Zebub, dios de Ecrón, para saber si voy a recuperarme de estas heridas.» 3 Pero el ángel del Señor le dijo a Elías el tisbita: «Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria. Diles: “Y ustedes, ¿por qué van a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel?” 4 Pues bien, así dice el Señor: “Ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás.” »
Así lo hizo Elías, 5 y cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó:
—¡Cómo! ¿Ya están de regreso?
6 Ellos respondieron:
—Es que un hombre nos salió al encuentro y nos dijo que regresáramos al rey que nos había enviado y le dijéramos: “Así dice el Señor: ‘¿Por qué mandas a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? Pues bien, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás.’”
7 El rey les preguntó:
—¿Qué aspecto tenía el hombre que les salió al encuentro y les habló de ese modo?
8 —Llevaba puesto un manto de piel, y tenía un cinturón de cuero atado a la cintura —contestaron ellos.
—¡Ah! ¡Era Elías el tisbita! —exclamó el rey.
9 Y en seguida envió a un oficial con cincuenta soldados a buscarlo. El oficial fue y encontró a Elías sentado en la cima de un monte.
—Hombre de Dios —le dijo—, el rey le ordena que baje.
10 —Si soy hombre de Dios —replicó Elías—, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!
Al instante cayó fuego del cielo, y consumió al oficial y a sus soldados. 11 Así que el rey envió a otro oficial con otros cincuenta soldados en busca de Elías.
—Hombre de Dios —le dijo—, el rey le ordena que baje inmediatamente.
12 —Si soy hombre de Dios —repuso Elías—, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!
Una vez más, fuego de Dios cayó del cielo y consumió al oficial y a sus soldados.
13 Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando éste llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró:
—Hombre de Dios, le ruego que respete mi vida y la de estos cincuenta servidores suyos. 14 Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso le pido ahora que respete mi vida.
15 El ángel del Señor le ordenó a Elías: «Baja con él; no le tengas miedo.» Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey, 16 a quien le dijo:
—Así dice el Señor: “Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás.”
17 Así fue como murió el rey, según la palabra que el Señor había anunciado por medio de Elías.
Como Ocozías no llegó a tener hijos, Jorán lo sucedió en el trono. Esto aconteció en el segundo año de Jorán hijo de Josafat, rey de Judá. 18 Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
Elías llevado al cielo
2Cuando se acercaba la hora en que el Señor se llevaría a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal. 2 Entonces Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel.
Pero Eliseo le respondió:
—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo.
Así que fueron juntos a Betel. 3 Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos, y le preguntaron a Eliseo:
—¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?
—Lo sé muy bien; ¡cállense!
4 Elías, por su parte, volvió a decirle:
—Quédate aquí, Eliseo, pues el Señor me ha enviado a Jericó.
Pero Eliseo le repitió:
—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo.
Así que fueron juntos a Jericó. 5 También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron:
—¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?
—Lo sé muy bien; ¡cállense!
6 Una vez más Elías le dijo:
—Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado al Jordán.
Pero Eliseo insistió:
—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo.
Así que los dos siguieron caminando 7 y se detuvieron junto al río Jordán. Cincuenta miembros de la comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar, pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos. 8 Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El río se partió en dos, de modo que ambos lo cruzaron en seco. 9 Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo:
—¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado?
—Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble —respondió Eliseo.
10 —Has pedido algo difícil —le dijo Elías—, pero si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no.
11 Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino. 12 Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: «¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!» Pero no volvió a verlo.
Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos. 13 Luego recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán, 14 golpeó el agua con el manto y exclamó: «¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?» En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó.
15 Los profetas de Jericó, al verlo, exclamaron: «¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!» Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra.
16 —Mira —le dijeron—, aquí se encuentran, entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle.
—No —respondió Eliseo—, no los manden.
17 Pero ellos insistieron tanto que él se sintió incómodo y por fin les dijo:
—Está bien, mándenlos.
Así que enviaron a cincuenta hombres, los cuales buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. 18 Cuando regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, él les reclamó:
—¿No les advertí que no fueran?
Eliseo purifica el agua
19 Luego, los habitantes de la ciudad le dijeron a Eliseo:
—Señor, como usted puede ver, nuestra ciudad está bien ubicada, pero el agua es mala, y por eso la tierra ha quedado estéril.
20 —Tráiganme una vasija nueva, y échenle sal —les ordenó Eliseo.
Cuando se la entregaron, 21 Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó:
—Así dice el Señor: “¡Yo purifico esta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad!”
22 A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, el agua quedó purificada, según la palabra de Eliseo.
Eliseo maldice a los burlones
23 De Jericó, Eliseo se dirigió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos muchachos salieron de la ciudad y empezaron a burlarse de él. «¡Anda, viejo calvo! —le gritaban—. ¡Anda, viejo calvo!» 24 Eliseo se volvió y, clavándoles la vista, los maldijo en el nombre del Señor. Al instante, dos osas salieron del bosque y despedazaron a cuarenta y dos muchachos. 25 De allí, Eliseo se fue al monte Carmelo; y luego regresó a Samaria.
Comentario
3. Cuenta las buenas noticias de Jesús
Los buenos líderes entrenan sucesores. Este es uno de los ejemplos de la Biblia donde la sucesión funcionó verdaderamente bien.
Un buen mentor es un gran don. Elías fue un mentor para Eliseo y le transmitió su poder. Eliseo había pedido: «Quiero recibir una doble porción de tu espíritu» (2:9, DHH), pues quería ser un hombre santo igual que su mentor.
Elías le dijo que podría recibir lo que pedía si se quedaba con él hasta el final: «Si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no» (v.10).
La «perseverancia» es de vital importancia para el ministerio. Es fácil empezar con celo y entusiasmo, pero no todos tienen la capacidad de «perseverancia» para aguantar el trabajo duro, las dificultades y las decepciones, persistiendo en las cosas hasta el final de la manera en la que Eliseo lo hizo.
Eliseo recibió una «doble porción» al recoger el manto que se le había caído a Elías (v.13). Así quedó claro para todos los que estaban presentes viéndolo que Eliseo era el sucesor ungido: «¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!» (v.15).
La narración de Elías y su extraordinario poder cuando invoca el fuego del cielo (1:12) y cuando divide las aguas (2:8), se ha de leer a la luz del Nuevo Testamento. Elías prefiguraba a Juan el bautista quien ejerció su ministerio «con el espíritu y el poder de Elías» (Lucas 1:17), preparando el camino a Jesús.
Jesús dice que estás mejor que Elías o Eliseo: «Entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista» (el Elías que había de venir), y prosigue, «sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él» (Mateo 11:11). Todo cristiano está en una posición mejor que la de Elías y Juan el bautista por al menos dos razones:
Primero, estás en mejor posición para anunciar las buenas noticias de Jesús. Segundo, tienes el don del Espíritu Santo que se ha dado el día de Pentecostés. Todo cristiano, («el más pequeño en el reino de los cielos»), tiene la oportunidad de proclamar el evangelio en el poder del Espíritu Santo, el mensaje más poderoso del mundo entero.
Oración
Señor, gracias por el inmenso privilegio que nos has dado a todos los cristianos y a mí de ser capaces de transmitir el mensaje más poderoso del mundo. Gracias porque este mensaje transforma vidas, comunidades y culturas.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Hay dos advertencias en los pasajes de hoy:
1\. No seas maleducado con los hombre calvos (2 Reyes 2:23–25).
2\. Si el predicador sigue y sigue, encuentra un lugar cómodo (¡y seguro!) para cabecear (Hechos 20:7–12).
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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