Día 189

Los peligros del orgullo

Sabiduría Proverbios 16:18-27
Nuevo Testamento Hechos 25:23-26:23
Antiguo Testamento 2 Reyes 14:23-15:38

Introducción

Cuando estaba aún trabajando como abogado, recuerdo un caso que estaba seguro que iba a ganar. Estaba tan confiado que decidí que no valía la pena ni siquiera molestarse orando por ello o confiárselo al Señor.

Tan pronto me disponía a hablar, el juez me preguntó si estaba al tanto de un caso que había sentado jurisprudencia muy recientemente, y yo no tenía ni idea de él. El resultado fue una derrota muy humillante. Como el pasaje de Proverbios de hoy advierte, tras el orgullo viene el fracaso.

Avergonzado, pedí ayuda a Dios; leí aquel caso que el juez citó y escribí un dictamen diciendo que pensaba que la sentencia estaba equivocada y que habría de ser anulada en apelación. ¡Afortunadamente así fue!

Pudimos repetir el juicio de primera instancia y ganar el caso. El abogado que me refirió el caso en lugar de juzgarme por mi error, quedó tan impresionado por el dictamen que había escrito que me envió muchos más casos. Aquello se convirtió en una doble lección: sobre los peligros del orgullo y también sobre la gracia extraordinaria de Dios y cómo «prosperarán; los que confían en el Señor» (Proverbios 16:20).

Cada vez que me levanto para hablar en público, trato de no olvidar la lección que aprendí acerca de los peligros del orgullo y la autosuficiencia. Me gustaría decir que nunca he vuelto a cometer ese mismo error, pero es una lección que he tenido que volver a aprender varias veces.

En inglés, la palabra «orgullo» puede tener un buen sentido. Por ejemplo, no diríamos que es malo que una persona se sienta orgullosa de sus hijos, o que se sienta orgullosa de su trabajo; sin embargo, cuando la Biblia habla de orgullo significa algo totalmente diferente y tiene connotaciones muy negativas.

Sabiduría

Proverbios 16:18-27

18 Al orgullo le sigue la destrucción;
 a la altanería, el fracaso.

19 Vale más humillarse con los oprimidos
 que compartir el botín con los orgullosos.

20 El que atiende a la palabra, prospera.
 ¡Dichoso el que confía en el Señor!

21 Al sabio de corazón se le llama inteligente;
 los labios convincentes promueven el saber.

22 Fuente de vida es la prudencia para quien la posee;
 el castigo de los necios es su propia necedad.

23 El sabio de corazón controla su boca;
 con sus labios promueve el saber.

24 Panal de miel son las palabras amables:
 endulzan la vida y dan salud al cuerpo.

25 Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
 pero que acaban por ser caminos de muerte.

26 Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar,
 pues su propio apetito lo estimula.

27 El perverso hace planes malvados;
 en sus labios hay un fuego devorador.

Comentario

1. Cultiva la humildad

Dios quiere que aprendas a caminar con humildad y bondad, no con arrogancia y orgullo. El orgullo precede al fracaso, en palabras de The Message: «El orgullo va delante de la destrucción; cuanto más grande es el ego, más dura es la caída» (v.18, MSG).

Se nos recuerda que «es mejor vivir humildemente con los pobres, que compartir el botín con los orgullosos» (v.19, NTV).

A veces, la falta de poder es muy frustrante cuando pensamos que sabemos cómo hacer avanzar mejor el reino de Dios. Sin embargo, Jesús tenía muy poco poder desde el punto de vista humano. Él era «humilde entre los humildes» (v.19, RVA-2015).

Lo contrario al orgullo es «la humildad de espíritu», la cual trae:

  • Prosperidad

La humildad significa estar dispuesto a aprender: «Los que están atentos a la instrucción prosperarán» (v.20a, NTV).

  • Felicidad

Es la humilde confianza en Dios: «El que atiende a la palabra prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor!» (v.20b).

  • Sanación

A diferencia de las palabras arrogantes de los orgullosos («el perverso hace planes malvados; en sus labios hay un fuego devorador», v.27), el humilde usa palabras agradables, («las palabras agradables son persuasivas», v.21b). «Las palabras amables son como la miel: dulces al alma y saludables para el cuerpo» (v.24, NTV).

Oración

Señor, ayúdame a permanecer siempre dependiente de Ti y a confiar en Ti.

Nuevo Testamento

Hechos 25:23-26:23

Pablo ante Agripa

23 Al día siguiente Agripa y Berenice se presentaron con gran pompa, y entraron en la sala de la audiencia acompañados por oficiales de alto rango y por las personalidades más distinguidas de la ciudad. Festo mandó que le trajeran a Pablo, 24 y dijo:

—Rey Agripa y todos los presentes: Aquí tienen a este hombre. Todo el pueblo judío me ha presentado una demanda contra él, tanto en Jerusalén como aquí en Cesarea, pidiendo a gritos su muerte. 25 He llegado a la conclusión de que él no ha hecho nada que merezca la muerte, pero como apeló al emperador, he decidido enviarlo a Roma. 26 El problema es que no tengo definido nada que escribir al soberano acerca de él. Por eso lo he hecho comparecer ante ustedes, y especialmente delante de usted, rey Agripa, para que como resultado de esta investigación tenga yo algunos datos para mi carta; 27 me parece absurdo enviar un preso sin especificar los cargos contra él.

26Entonces Agripa le dijo a Pablo:

—Tienes permiso para defenderte.

Pablo hizo un ademán con la mano y comenzó así su defensa:

2 —Rey Agripa, para mí es un privilegio presentarme hoy ante usted para defenderme de las acusaciones de los judíos, 3 sobre todo porque usted está bien informado de todas las tradiciones y controversias de los judíos. Por eso le ruego que me escuche con paciencia.

4 »Todos los judíos saben cómo he vivido desde que era niño, desde mi edad temprana entre mi gente y también en Jerusalén. 5 Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden atestiguar, si quieren, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión. 6 Y ahora me juzgan por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados. 7 Ésta es la promesa que nuestras doce tribus esperan alcanzar rindiendo culto a Dios con diligencia día y noche. Es por esta esperanza, oh rey, por lo que me acusan los judíos. 8 ¿Por qué les parece a ustedes increíble que Dios resucite a los muertos?

9 »Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret. 10 Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los santos, y cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación. 11 Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero.

12 »En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes. 13 A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes. 14 Todos caímos al suelo, y yo oí una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?” 15 Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?” “Yo soy Jesús, a quien tú persigues —me contestó el Señor—. 16 Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. 17 Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a éstos 18 santificados”

19 »Así que, rey Agripa, no fui desobediente a esa visión celestial. 20 Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras. 21 Sólo por eso los judíos me prendieron en el templo y trataron de matarme. 22 Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería: 23 que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles.

Comentario

2. Sirve y testifica

¿Qué debes hacer si tienes la oportunidad de dar testimonio acerca de Jesús? ¿Cómo deberías contar tu historia? Vemos en este pasaje un gran ejemplo de qué hacer.

En su juicio, Pablo le cuenta al tribunal que Jesús le dio una comisión para servir: «Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo» (26:16). Así como Jesús «tampoco vino para ser servido sino para servir» (Marcos 10:45), todos somos llamados a ser siervos y testigos. Un testigo apunta humildemente más allá de sí mismo, Pablo humildemente señala a Jesús. Aquí vemos cómo cumple este llamado.

Pablo, en prisión y sometido a juicio, se encuentra cara a cara con el orgullo y «la gran pompa» cuando lo llevan ante Agripa y Berenice (Hechos 25:23). Tuvo que ser una experiencia muy desalentadora.

Pablo, una vez más, da su testimonio de manera simple y humilde. Es educado y respetuoso con el rey Agripa (26:2-3); se adapta a las costumbres y las convenciones sociales, y elige hábilmente las partes de su historia que son relevantes para su audiencia.

En la primera parte de su testimonio, Pablo usa mensajes en primera persona («yo») apuntando a sí mismo en contraposición a mensajes en segunda persona («usted»). Mientras que los mensajes de «usted» pueden parecer arrogantes y condescendientes, los mensajes de «yo» son a veces más efectivos, además de ser una forma menos amenazadora y más bondadosa de exponer algo.

Comenta que solía ser como ellos: «Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret. Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. \[…\] metí en la cárcel a muchos de los santos y, cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación» (vv.9-10).

El mensaje implícito es: «Yo era como usted. Estaba lleno de orgullo, poder y pompa. Hice lo que usted está haciendo ahora. Perseguí a los cristianos como ahora usted me persigue».

Luego les cuenta cómo Jesús se le apareció y le señaló que al perseguir a los cristianos, en realidad estaba persiguiendo a Jesús. «Yo soy Jesús, a quien tú persigues» (v.15).

Jesús le dijo: «Te envío a estos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados» (vv.17-18). A través de este poderoso mensaje en primera persona («yo») de su testimonio, Pablo está diciéndoles en realidad que viven en tinieblas, bajo el poder de Satanás y están necesitados de perdón por sus pecados.

No solo subraya sus necesidades, sino que también señala el camino hacia el perdón: «Prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras» (v.20). En efecto, les está diciendo a aquellas personas orgullosas y poderosas que «tienen que arrepentirse y volverse a Dios».

Y continúa diciendo: «Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños» (v.22). Pablo estaba dispuesto a hablar a todos, a los poderosos y a los débiles.

El mensaje de Pablo estaba siempre centrado en Jesús, quien se le había aparecido en el camino a Damasco. Testifica que «el Cristo había de padecer, y \[…\] ser el primero de la resurrección de los muertos» (v.23, RVA-2015).

Oración

Señor, ayúdame a aprovechar todas las oportunidades para hablarle a la gente acerca de Jesús y seguir su ejemplo de humilde servicio.

Antiguo Testamento

2 Reyes 14:23-15:38

Jeroboán II, rey de Israel

23 En el año quince del reinado de Amasías hijo de Joás, rey de Judá, Jeroboán hijo de Joás, rey de Israel, ascendió al trono, y reinó en Samaria cuarenta y un años. 24 Jeroboán hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de ninguno de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. 25 Él fue quien restableció las fronteras de Israel desde Lebó Jamat hasta el mar del Arabá, según la palabra que el Señor, Dios de Israel, había dado a conocer por medio de su siervo Jonás hijo de Amitay, el profeta de Gat Jefer. 26 Porque el Señor había visto que todos los habitantes de Israel, esclavos o libres, sufrían amargamente, y que no había nadie que los ayudara. 27 Pero el Señor los salvó por medio de Jeroboán hijo de Joás, pues había dicho que no borraría de la tierra el nombre de Israel.

28 Los demás acontecimientos del reinado de Jeroboán, y todo lo que hizo y su poderío, incluso sus guerras en las que recuperó Damasco y Jamat para Israel, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 29 Jeroboán murió y fue sepultado con sus antepasados, los reyes de Israel. Y su hijo Zacarías lo sucedió en el trono.

Azarías, rey de Judá

15En el año veintisiete del reinado de Jeroboán, rey de Israel, Azarías hijo de Amasías, rey de Judá, ascendió al trono. 2 Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre era Jecolías, oriunda de Jerusalén. 3 Azarías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Amasías; 4 pero no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.

5 Sin embargo, el Señor castigó al rey con lepra hasta el día de su muerte. Y como el rey Azarías tuvo que vivir aislado en casa, su hijo Jotán quedó a cargo del palacio y del gobierno del país.

6 Los demás acontecimientos del reinado de Azarías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 7 Azarías murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Jotán lo sucedió en el trono.

Zacarías, rey de Israel

8 En el año treinta y ocho del reinado de Azarías, rey de Judá, Zacarías hijo de Jeroboán ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria seis meses. 9 Zacarías hizo lo que ofende al Señor, como lo hicieron sus antepasados, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

10 Salún hijo de Jabés conspiró contra Zacarías. Lo atacó en Ibleam y lo mató, usurpando así el trono. 11 Los demás acontecimientos del reinado de Zacarías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 12 De este modo se cumplió la palabra que el Señor le había dado a conocer a Jehú: «Durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel.»

Salún, rey de Israel

13 Salún hijo de Jabés ascendió al trono en el año treinta y nueve de Uzías, rey de Judá, y reinó en Samaria un mes. 14 Pero Menajem hijo de Gadí llegó de Tirsá a Samaria, y allí atacó a Salún hijo de Jabés y lo mató, usurpando así el trono.

15 Los demás acontecimientos del reinado de Salún, incluso su conspiración, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

16 Por aquel tiempo, Menajem atacó la ciudad de Tifsa. Como no le abrieron las puertas de la ciudad, mató a todos los que vivían allí y en los alrededores, comenzando por Tirsá, y les abrió el vientre a las mujeres embarazadas.

Menajem, rey de Israel

17 En el año treinta y nueve del reinado de Azarías, rey de Judá, Menajem hijo de Gadí ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria diez años. 18 Pero hizo lo que ofende al Señor, pues durante toda su vida jamás se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

19 Tiglat Piléser, rey de Asiria, invadió el país, y Menajem le entregó treinta y tres mil kilos de plata para ganarse su apoyo y mantenerse en el trono. 20 Menajem les exigió este dinero a los israelitas: todos los ricos tenían que pagarle al rey de Asiria medio kilo de plata. Entonces el rey de Asiria se retiró y dejó de ocupar el país.

21 Los demás acontecimientos del reinado de Menajem, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 22 Menajem murió, y su hijo Pecajías lo sucedió en el trono.

Pecajías, rey de Israel

23 En el año cincuenta de Azarías, rey de Judá, Pecajías hijo de Menajem ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria dos años. 24 Pero hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. 25 Uno de sus oficiales, que se llamaba Pecaj hijo de Remalías, conspiró contra él. Apoyado por cincuenta galaaditas, atacó a Pecajías, a Argob y a Arié, en la torre del palacio real en Samaria. Así fue como lo mató y usurpó el trono.

26 Los demás acontecimientos del reinado de Pecajías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Pecaj, rey de Israel

27 En el año cincuenta y dos del reinado de Azarías, rey de Judá, Pecaj hijo de Remalías ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria veinte años. 28 Pero hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.

29 En tiempos de Pecaj, rey de Israel, Tiglat Piléser, rey de Asiria, invadió el país y conquistó Iyón, Abel Betmacá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad y Galilea, incluyendo todo el territorio de Neftalí; además, deportó a los habitantes a Asiria. 30 Entonces Oseas hijo de Elá conspiró contra Pecaj hijo de Remalías y lo atacó. Así fue como, en el año veinte de Jotán hijo de Uzías, lo mató y usurpó el trono.

31 Los demás acontecimientos del reinado de Pecaj, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Jotán, rey de Judá

32 En el segundo año del reinado de Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, Jotán hijo de Uzías, rey de Judá, ascendió al trono. 33 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre era Jerusa hija de Sadoc. 34 Jotán hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Uzías. 35 Fue Jotán quien reconstruyó la puerta superior del templo del Señor, pero no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.

36 Los demás acontecimientos del reinado de Jotán están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 37 Durante su reinado, el Señor comenzó a enviar contra Judá a Rezín, rey de Siria, y a Pecaj hijo de Remalías. 38 Jotán murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, su antecesor. Y su hijo Acaz lo sucedió en el trono.

Comentario

3. Resiste el orgullo

Si por ejemplo tienes a alguien trabajando para ti, o si eres padre, o si estás en cualquier posición de liderar como voluntario; estás en una posición de poder.

El orgullo es una tentación que sufre en particular cualquier persona en una posición de poder, ya sea que el poder provenga del estatus, el éxito, la fama o la riqueza.

La historia de los reyes de Israel y Judá demuestra que es extremadamente difícil hacerse poderoso y resistir la tentación del orgullo. Durante este período, los reyes de Judá están mejor que los reyes de Israel. En Israel, rey tras rey hizo lo que ofende al Señor (14:24; 15:18, 24, 28), mientras que en Judá, Azarías y su hijo Jotán hicieron «lo que agrada al Señor» (15:3, 34).

Azarías es también conocido como Uzías (v.32). Conocemos algo más sobre él por otras partes del Antiguo Testamento (por ejemplo, Amós 1:1, Isaías 6:1 y 2 Crónicas 26:16-23).

Aquí leemos que aunque «hizo lo que agrada al Señor, \[…\] pero no \[…\] quitaron los altares paganos, \[…\], el Señor castigó al rey con lepra hasta el día de su muerte» (2 Reyes 15:3-5). ¿Por qué su vida terminó en un caos tan grande?

El libro de Crónicas da la respuesta: «Con la poderosa ayuda de Dios, Uzías llegó a ser muy poderoso y su fama se extendió hasta muy lejos. Sin embargo, cuando aumentó su poder, Uzías se volvió arrogante, lo cual lo llevó a la desgracia. Se rebeló contra el Señor» (2 Crónicas 26:15-16).

Esto nos advierte que si Dios nos ha bendecido con éxito siempre hay una tentación de sentirnos orgullosos.

Oración

Señor, gracias por todas las advertencias de la Biblia, así como por todas las palabras de aliento que contiene. Ayúdame siempre a prestar atención a estas advertencias. Señor, soy totalmente dependiente de Ti. Ayúdame a mantener mis ojos siempre fijos en Jesús que era todopoderoso y sin embargo se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo (Filipenses 2:6-8).

Añadidos de Pippa

Proverbios 16:18 (DHH)

Una vez me las arreglé para parquear en un pequeño espacio tras hacer una maniobra. Estaba bastante complacida conmigo misma, tanto que le dije a mi madre —quien estaba conmigo en el automóvil—, que yo era la que mejor parqueaba de nuestra familia e hice ciertos comentarios resentidos acerca de que las mujeres no son buenas parqueando. Más tarde, alguien me preguntó si podía ir a recoger algo. Me subí al auto —esta vez con un amigo— y regresamos a aquel lugar. El mismo espacio estaba libre. ¿Pero podría entrar allí? Me tomó cinco maniobras ¡y al final mi amigo se ofreció a ayudarme! Esto me sirvió mucho. ¡Tras el orgullo viene el fracaso!

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

Copyright © 1999 by Biblica, Inc

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