Día 190

Escucha a Dios

Sabiduría Salmos 81:8-16
Nuevo Testamento Hechos 26:24-27:12
Antiguo Testamento 2 Reyes 16:1-17:41

Introducción

¡Escuchar es muy importante! Algunas personas son muy buenas haciéndolo. El general George Marshall dijo: «La fórmula adecuada para el acto de escuchar es:

  • Escuche la historia de la otra persona.
  • Escuche la historia completa de la otra persona.
  • Escuche la historia completa de la otra persona en primer lugar».

Escuchar a Dios es una de las claves en nuestra relación con Él. «Escuchar», significa oír atentamente, «prestar atención». La oración significa darle a Dios primero toda nuestra atención.

Sabiduría

Salmos 81:8-16

8 »Escucha, pueblo mío, mis advertencias;
 ¡ay Israel, si tan sólo me escucharas!
9 No tendrás ningún dios extranjero,
 ni te inclinarás ante ningún dios extraño.
10 Yo soy el Señor tu Dios,
 que te sacó de la tierra de Egipto.
 Abre bien la boca, y te la llenaré.

11 »Pero mi pueblo no me escuchó;
 Israel no quiso hacerme caso.
12 Por eso los abandoné a su obstinada voluntad,
 para que actuaran como mejor les pareciera.

13 »Si mi pueblo tan sólo me escuchara,
 si Israel quisiera andar por mis caminos,
14 ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos,
 y volvería mi mano contra sus adversarios!
15 Los que aborrecen al Señor se rendirían ante él,
 pero serían eternamente castigados.
16 Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo;
 con miel de la peña te saciaría.»

Comentario

1. Escucha a Dios cuando te habla por medio de los Salmos

Todos experimentamos hambre físicamente, la cual solo puede satisfacerse con comida. Pero también tienes un hambre espiritual, que solo puede satisfacerse escuchando a Dios, quien nos dice: «Si tan solo me escucharas...» (v.8b).

Las palabras de Dios satisfacen tu hambre espiritual. Dios promete: «Abre bien la boca, y te la llenaré» (v.10). Si lo escuchas te promete: «… te alimentaría con lo mejor del trigo; con miel de la peña te saciaría» (v.16).

Por un lado, nos pide: «Escucha, pueblo mío» (v.8a). Dios quiere lo mejor para ti, y te advierte de los peligros de ignorarlo. Continúa: «Pero mi pueblo no me escuchó; Israel no quiso hacerme caso. Por eso los abandoné a su obstinada voluntad, para que actuaran como mejor les pareciera» (vv.11-12). El resultado de no escuchar a Dios es que Él nos deja sufrir las consecuencias de nuestras propias acciones (ver también, Romanos 1:24,26).

Por otra parte, Dios promete que si lo escuchas, actuará en tu nombre: «Si mi pueblo tan solo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos, ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos…!» (Salmo 81:13-14a).

Oración

Señor, gracias porque cada día puedo escucharte y satisfacerme como con «el mejor trigo». Ayúdame a escucharte cada día, a prestar atención a lo que dices y a confiar en que actuarás en mi nombre.

Nuevo Testamento

Hechos 26:24-27:12

24 Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió.

—¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza.

25 —No estoy loco, excelentísimo Festo —contestó Pablo—. Lo que digo es cierto y sensato. 26 El rey está familiarizado con estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que nada de esto ignora, porque no sucedió en un rincón. 27 Rey Agripa, ¿cree usted en los profetas? ¡A mí me consta que sí!

28 —Un poco más y me convences a hacerme cristiano —le dijo Agripa.

29 —Sea por poco o por mucho —le replicó Pablo—, le pido a Dios que no sólo usted, sino también todos los que me están escuchando hoy, lleguen a ser como yo, aunque sin estas cadenas.

30 Se levantó el rey, y también el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos. 31 Al retirarse, decían entre sí:

—Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte ni la cárcel.

32 Y Agripa le dijo a Festo:

—Se podría poner en libertad a este hombre si no hubiera apelado al emperador.

Pablo viaja a Roma

27Cuando se decidió que navegáramos rumbo a Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, que pertenecía al batallón imperial. 2 Subimos a bordo de un barco, con matrícula de Adramitio, que estaba a punto de zarpar hacia los puertos de la provincia de Asia, y nos hicimos a la mar. Nos acompañaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica.

3 Al día siguiente hicimos escala en Sidón; y Julio, con mucha amabilidad, le permitió a Pablo visitar a sus amigos para que lo atendieran. 4 Desde Sidón zarpamos y navegamos al abrigo de Chipre, porque los vientos nos eran contrarios. 5 Después de atravesar el mar frente a las costas de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira de Licia. 6 Allí el centurión encontró un barco de Alejandría que iba para Italia, y nos hizo subir a bordo. 7 Durante muchos días la navegación fue lenta, y a duras penas llegamos frente a Gnido. Como el viento nos era desfavorable para seguir el rumbo trazado, navegamos al amparo de Creta, frente a Salmona. 8 Seguimos con dificultad a lo largo de la costa y llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasea.

9 Se había perdido mucho tiempo, y era peligrosa la navegación por haber pasado ya la fiesta del ayuno. Así que Pablo les advirtió: 10 «Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas.» 11 Pero el centurión, en vez de hacerle caso, siguió el consejo del timonel y del dueño del barco. 12 Como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría decidió que debíamos seguir adelante, con la esperanza de llegar a Fenice, puerto de Creta que da al suroeste y al noroeste, y pasar allí el invierno.

Comentario

2. Escucha a Dios cuando te habla a través de los apóstoles

El apóstol Pablo fue un mensajero de Dios, el Señor habló a través de él. Aquellos que estaban escuchando a Pablo en este pasaje, tuvieron la oportunidad de escuchar a Dios.

Cuando Pablo estaba navegando hacia Roma, el centurión, en lugar de escuchar lo que Pablo dijo «siguió el consejo del timonel y del dueño del barco» (27:11). El error por no escuchar a Pablo fue casi desastroso.

En la primera parte del pasaje vemos a Pablo encadenado delante de Festo y Agripa, contando las buenas nuevas acerca de Jesús, su muerte y resurrección. Festo le gritó: «¡Estás loco, Pablo! \[…\]. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza» (26:24). Dice: «¡Estás loco, Pablo*!*» (v.24). Alguna gente ha pensado siempre —y todavía lo hace— que los cristianos estamos «un poco loco\[s\]».

La respuesta de Pablo fue: «No estoy loco, excelentísimo Festo \[…\]. Lo que digo es cierto y sensato» (v.25). No respondió: «Sí, esto es un poco loco, pero lo creo». Se negó a aceptar la sugerencia de que sus creencias eran irracionales.

Pablo argumentó que hay una base racional para la fe; hay buenas razones para creer que Jesucristo resucitó de los muertos. Nuestra fe «es razonable y es la verdad» (v.25, DHH). No debemos tener miedo de presentar argumentos lógicos y razonables, necesitamos presentaciones inteligentes del evangelio.

Sin embargo, la razón por sí sola no es suficiente. Antes de llegar a ser cristiano, había escuchado los argumentos y las razones de la fe. No habían sido contestadas todas mis preguntas; sin embargo, di un paso de fe basado en lo que había oído acerca de Jesús. En el momento en que lo hice, fue como si mis ojos hubieran sido abiertos y entendí mucho de lo que no había visto antes.

La razón solo nos llevará hasta un punto. Sin embargo, cuando estamos tratando de persuadir a la gente para seguir a Jesús —como lo hizo Pablo— es importante explicar que el mensaje acerca de Jesús «es razonable y es la verdad».

La respuesta de Agripa a Pablo fue: «Un poco más y me convences a hacerme cristiano». Pablo replicó: «Sea en poco tiempo o en mucho, le pido a Dios en oración que tanto usted como todos los presentes en este lugar lleguen a ser como yo, excepto por estas cadenas» (vv.28-29, NTV).

A Pablo no le importaba si las personas se convertían en cristianos a través de una crisis («sea en poco tiempo») o mediante un proceso («o en mucho»). Pero hizo todo lo que estaba a su alcance para persuadirlos de convertirse en cristianos, como él lo había hecho. Pablo no se avergonzó de orar para que la gente se convirtiera en lo que él era (Gálatas 4:12).

Pablo no había hecho nada que mereciera la muerte o el encarcelamiento (Hechos 26:31), pero las autoridades civiles encontraron una excusa bastante absurda para no dejarlo libre (v.32). Esto tuvo que ser tan injusto e irrazonable y profundamente frustrante para Pablo.

Sin embargo, aquí estamos casi 2 000 años después, escuchando las palabras que Pablo pronunció en aquella ocasión; y a través de ellas, teniendo la oportunidad de escuchar a Dios.

Oración

Señor, oro para que seamos como Pablo en su fe y pasión. Oro para que cuando demos las buenas nuevas acerca de Jesús, las personas tengan la sensación de que al escucharnos, están escuchando a Dios.

Antiguo Testamento

2 Reyes 16:1-17:41

Acaz, rey de Judá

16En el año diecisiete del reinado de Pecaj hijo de Remalías, Acaz hijo de Jotán ascendió al trono. 2 Tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Pero a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agradaba al Señor su Dios. 3 Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y hasta sacrificó en el fuego a su hijo, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado delante de los israelitas. 4 También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.

5 En cierta ocasión, Rezín, rey de Siria, y Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, marcharon hacia Jerusalén para hacerle guerra a Acaz, y sitiaron la ciudad, pero no lograron tomarla. 6 Por aquel tiempo, Rezín, rey de Siria, había reconquistado la ciudad de Elat, desalojando a los de Judá que vivían allí. Posteriormente los edomitas se establecieron en Elat, y allí se han quedado hasta el día de hoy.

7 Acaz envió entonces mensajeros a Tiglat Piléser, rey de Asiria, con este mensaje: «Ya que soy tu servidor y vasallo, ven y líbrame del poder del rey de Siria y del rey de Israel, que se han puesto en mi contra.» 8 Acaz también juntó la plata y el oro que había en el templo del Señor y en el tesoro del palacio real, y se lo envió todo al rey de Asiria como un regalo. 9 El rey de Asiria, accediendo a su petición, lanzó un ataque contra Damasco y conquistó la ciudad. Luego deportó a sus habitantes a Quir, y mató a Rezín.

10 El rey Acaz fue entonces a Damasco para encontrarse con Tiglat Piléser, rey de Asiria. Cuando vio el altar que había en la ciudad, el rey Acaz le envió al sacerdote Urías un plano del altar, con un dibujo de todos los detalles. 11 Entonces Urías construyó un altar según las instrucciones que el rey Acaz le había enviado desde Damasco, y lo terminó antes de que el rey regresara. 12 Cuando éste llegó de Damasco y vio el altar, se acercó y presentó allí una ofrenda. 13 Ofreció el holocausto con la ofrenda, derramó su libación y roció sobre el altar la sangre de los sacrificios de comunión. 14 El altar de bronce, que estaba en la presencia del Señor, lo retiró de la parte delantera del edificio y lo situó en el lado norte del nuevo altar, ya que ahora quedaba entre el nuevo altar y el templo del Señor.

15 Luego le dio estas órdenes al sacerdote Urías: «Ofrece en este gran altar el holocausto matutino y la ofrenda vespertina, así como el holocausto y la ofrenda del rey, y también los holocaustos, las ofrendas y las libaciones del pueblo en general. Rocía sobre este altar la sangre de todos los holocaustos y sacrificios. Pero el altar de bronce lo usaré yo.» 16 Y el sacerdote Urías hizo todo lo que el rey Acaz le ordenó.

17 El rey desmontó los paneles de las bases y les quitó los lavamanos; además bajó la fuente que estaba encima de los bueyes de bronce y la instaló sobre un enlosado de piedra; 18 y por deferencia al rey de Asiria, quitó del templo del Señor el techado que se había construido allí para celebrar los sábados, así como la entrada exterior para el rey.

19 Los demás acontecimientos del reinado de Acaz están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 20 Acaz murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Ezequías lo sucedió en el trono.

Oseas, rey de Israel

17En el año duodécimo del reinado de Acaz, rey de Judá, Oseas hijo de Elá ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria nueve años. 2 Hizo lo que ofende al Señor, aunque no tanto como los reyes de Israel que lo habían precedido.

3 Salmanasar, rey de Asiria, atacó a Oseas, lo hizo su vasallo y le impuso tributo. 4 Más tarde, el rey de Asiria descubrió que Oseas lo traicionaba, pues éste había enviado emisarios a So, rey de Egipto, y además había dejado de pagarle el tributo anual. Por eso el rey de Asiria mandó arrestarlo y lo metió en la cárcel. 5 Después invadió el país entero, marchó contra Samaria y sitió la ciudad durante tres años. 6 En el año noveno del reinado de Oseas, el rey de Asiria, después de conquistar Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en Gozán (que está junto al río Jabor) y en las ciudades de los medos.

El pecado de Israel

7 Todo esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de Egipto, librándolos del poder del faraón, rey de Egipto. Adoraron a otros dioses 8 y siguieron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado delante de ellos, como también las prácticas que introdujeron los reyes de Israel. 9 Además blasfemaron contra el Señor su Dios, y dondequiera que habitaban se construían altares paganos. Desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas, 10 y en cada colina y bajo todo árbol frondoso, erigieron piedras sagradas e imágenes de la diosa Aserá; 11 y en todos los altares paganos quemaron incienso, siguiendo el ejemplo de las naciones que el Señor había desterrado delante de ellos. Fueron tantas las maldades que cometieron, que provocaron la ira del Señor. 12 Rindieron culto a los ídolos, aunque el Señor se lo había prohibido categóricamente. 13 Por eso el Señor les dio esta advertencia a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes: «¡Vuélvanse de sus malos caminos! Cumplan mis mandamientos y decretos, y obedezcan todas las leyes que ordené a sus antepasados, y que les di a conocer a ustedes por medio de mis siervos los profetas.»

14 Con todo, no hicieron caso, sino que fueron tan tercos como lo habían sido sus antepasados, que no confiaron en el Señor su Dios. 15 Rechazaron los decretos y las advertencias del Señor, y el pacto que él había hecho con sus antepasados. Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos; y aunque el Señor lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas. 16 Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo, y adoraron a Baal; 17 sacrificaron en el fuego a sus hijos e hijas; practicaron la adivinación y la hechicería; en fin, se entregaron a hacer lo que ofende al Señor, provocando así su ira.

18 Por lo tanto, el Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. 19 Pero aun Judá dejó de cumplir los mandatos del Señor su Dios, y siguió las costumbres que introdujo Israel. 20 Por eso el Señor rechazó a todos los israelitas: los afligió y los entregó en manos de invasores, y acabó por arrojarlos de su presencia.

21 Cuando él arrancó de la familia de David a los israelitas, éstos hicieron rey a Jeroboán hijo de Nabat. Jeroboán, por su parte, los alejó del camino del Señor y los hizo cometer un gran pecado. 22 De hecho, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboán y no se apartaron de ellos. 23 Finalmente, el Señor arrojó a Israel de su presencia, tal como lo había anunciado por medio de sus siervos los profetas. Así, pues, fueron desterrados y llevados cautivos a Asiria, donde hasta el día de hoy se han quedado.

Repoblación de Samaria

24 Para reemplazar a los israelitas en los poblados de Samaria, el rey de Asiria trajo gente de Babilonia, Cuta, Ava, Jamat y Sefarvayin. Éstos tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus poblados. 25 Al principio, cuando se establecieron, no adoraban al Señor, de modo que el Señor les envió leones que causaron estragos en la población. 26 Entonces le dieron este informe al rey de Asiria: «La gente que Su Majestad deportó y estableció en los poblados de Samaria no sabe lo que requiere el dios de ese país. Por esta razón, él les ha enviado leones, para que los maten.»

27 El rey de Asiria dio esta orden: «Hagan que regrese a vivir en Samaria uno de los sacerdotes que ustedes capturaron allí, y que le enseñe a la población lo que requiere el dios de ese país.» 28 Así que uno de los sacerdotes que habían sido deportados de Samaria fue a vivir a Betel y comenzó a enseñarles cómo adorar al Señor.

29 Sin embargo, todos esos pueblos se fabricaron sus propios dioses en las ciudades donde vivían, y los colocaron en los altares paganos que habían construido los samaritanos. 30 Los de Babilonia hicieron al dios Sucot Benot; los de Cuta, a Nergal; los de Jamat, a Asimá, 31 y los de Ava, a Nibjaz y a Tartac. Los de Sefarvayin quemaban a sus hijos como sacrificio a Adramélec y a Anamélec, dioses de Sefarvayin; 32 adoraban también al Señor, pero de entre ellos mismos nombraron sacerdotes a toda clase de gente para que oficiaran en los altares paganos. 33 Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido deportados.

34 Hasta el día de hoy persisten en sus antiguas costumbres. No adoran al Señor ni actúan según sus decretos y sus normas, ni según la ley y el mandamiento que el Señor ordenó a los descendientes de Jacob, a quien le dio el nombre de Israel. 35 Cuando el Señor hizo un pacto con los israelitas, les ordenó:

«No adoren a otros dioses ni se inclinen delante de ellos; no les sirvan ni les ofrezcan sacrificios. 36 Adoren sólo al Señor, que los sacó de Egipto con gran despliegue de fuerza y poder. Es a él a quien deben adorar y ofrecerle sacrificios. 37 Tengan cuidado de cumplir siempre los decretos y ordenanzas, leyes y mandamientos que él les dio por escrito. No adoren a otros dioses. 38 No olviden el pacto que él ha hecho con ustedes. Por tanto, no adoren a otros dioses, 39 sino sólo al Señor su Dios. Y él los librará del poder de sus enemigos.»

40 Sin embargo, no hicieron caso, sino que persistieron en sus antiguas costumbres. 41 Aquellos pueblos adoraban al Señor, y al mismo tiempo servían a sus propios ídolos. Hasta el día de hoy sus hijos y sus descendientes siguen actuando como sus antepasados.

Comentario

3. Escucha a Dios cuando te habla por medio de los profetas

Dios permitió que Israel fuera capturado y llevado al exilio porque se negaron a escucharlo.

La historia de este período en el libro de 2 Reyes podría resumirse con las palabras «no escucharon»: «No quisieron escuchar \[...\] no quiso escuchar» (17:14,40, NTV). Como vimos ayer, todos los problemas que enfrentaron los reyes y el pueblo de Dios fueron el resultado de no escuchar a Dios.

Dios le habló al pueblo a través de Sus siervos los profetas. «Una y otra vez el Señor envió a sus profetas y videntes para dar a Israel y a Judá la siguiente advertencia: \[…\]. Sin embargo, los israelitas no quisieron escuchar» (vv.13-14, NTV).

Esta fue la razón por la que fueron expulsados: «Todo esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, \[…\] siguieron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado delante de ellos, \[…\] blasfemaron contra el Señor su Dios» (vv.7-9).

Y «aunque el Señor lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas» (v.15). El resultado de no escuchar fue que el pueblo de Israel perdió la presencia de Dios y fue enviado al exilio en Asiria: «Por eso el Señor rechazó a todos los israelitas: \[…\], el Señor arrojó a Israel de su presencia» (v.20, 23).

Al igual que ocurre con nosotros muchas veces, ellos no habían sido tan implacables en contra del pecado en sus vidas. En palabras de la traducción bíblica The Message: «Ellos honraban y adoraban a Dios, pero no exclusivamente... Ellos realmente no adoran a Dios, no toman en serio lo que Dios dice sobre cómo comportarse y en quien creer» (vv.32,34 MSG). «… no hicieron caso, sino que persistieron en sus antiguas costumbres» (v.40, MSG).

Joyce Meyer escribe: «¿Alguna vez te has olvidado de hacer lo que Dios te ha pedido que hagas, dejando que el pecado invada tu vida? No permitas que nuestro enemigo —el diablo— te lleve al cautiverio del pecado y de la desobediencia que solo conduce a la destrucción».

Lo trágico es que, en realidad, el deseo de Dios era bendecirlos. Sus mandamientos e instrucciones fueron dados para que pudieran prosperar (ver Deuteronomio 6:1-3). Podemos verlo en las riquezas de los diferentes reyes de Israel y Judá. El escritor de 1 y 2 Reyes nos da un pequeño balance respecto a si cada rey hizo lo que le agradaba al Señor. Cada uno de los reyes de Israel es descrito como uno que estaba haciendo «lo que ofende al Señor» (2 Reyes 17:2), y conduciendo a la destrucción temprana del reino (v.8).

En contraste, casi la mitad de los reyes de Judá se describen en términos ampliamente positivos y alrededor de la mitad en términos bastante negativos. Judá floreció bajo el control de los reyes «buenos» y su historia es mucho más larga y más positiva que la de Israel. Los reinados de los reyes «buenos» eran generalmente más largos que los de los reyes «malos». Los doce reyes malos reinaron por un total de 130 años, mientras que los diez reyes buenos reinaron por un total de 343 años. No obstante ser los reyes «buenos» se enfrentaron a todo tipo de dificultades y desafíos, pues seguir a Dios no es garantía de una vida fácil. Sin embargo, su ejemplo es un poderoso recordatorio de las bendiciones y la sabiduría de escuchar y seguir a Dios.

Oración

Señor, ayúdame a escuchar atentamente lo que dices. Líbrame de los pecados secretos. Oro para ser hábil a la hora de pedir ayuda y no permitir que el pecado invada mi vida. Ayúdame a no hacer solo lo que hacen las personas que me rodean sino a escuchar Tu voz, a seguirte y a disfrutar de Tu presencia conmigo.

Añadidos de Pippa

2 Reyes 17:41

«Aquellos pueblos adoraban al Señor, y al mismo tiempo servían a sus propios ídolos».

A veces, cuando estamos adorando en la iglesia, ¡me distraigo por pensar en lo bonitos que son los zapatos de alguien o si debería cocinar pescado o pollo para el almuerzo!

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

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