El Dios de la segunda oportunidad
Introducción
«Second Life» (Segunda vida) se describe a sí mismo como un lugar «para conectarse, comprar, trabajar, amar, explorar, para ser diferente, para ser tú mismo, para liberarte, cambiarte, cambiar tu mente, amar tu mirada y amar tu vida».
«Second Life» es un mundo virtual; más de veinte millones de personas han creado un personaje allí, a través del cual pueden vivir en este nuevo mundo, buscando otra oportunidad en la vida.
Ese mundo virtual es una prueba clara del anhelo de muchos por un nuevo comienzo. Sin embargo, en la realidad, Dios es el Dios de las segundas y terceras oportunidades... y cuartas, y quintas, sextas y muchas, muchas más. Nos da innumerables posibilidades de volver a Él y disfrutar de Su amor una y otra vez. Dios no solo no nos da una «segunda vida», sino que viene a nosotros y transforma nuestra vida real.
Salmos 85:1-7
Salmo 85
Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.
1 Señor, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya
al restaurar a Jacob;
2 perdonaste la iniquidad de tu pueblo
y cubriste todos sus pecados;
3 depusiste por completo tu enojo,
y contuviste el ardor de tu ira.
4 Restáuranos una vez más, Dios y salvador nuestro;
pon fin a tu disgusto con nosotros.
5 ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre?
¿Vas a seguir eternamente airado?
6 ¿No volverás a darnos nueva vida,
para que tu pueblo se alegre en ti?
7 Muéstranos, Señor, tu amor inagotable,
y concédenos tu salvación.
Comentario
1. Comienza de nuevo
El salmista —al igual que muchos de nosotros— quiere una oportunidad para comenzar de nuevo en la vida. En palabras de The Message, clama a Dios, «ayúdanos a comenzar de nuevo» (v.6, MSG).
Dios no es débil, Él odia el pecado. Existe una cosa llamada la ira justa (v.5), la cual es una faceta del amor de Dios. El salmista sabe que aquella ira justa no contradice el amor que nunca falla de Dios, y en este salmo vemos ambos este amor y esta ira juntos.
Dios perdona: «… perdonaste la iniquidad de tu pueblo y cubriste todos sus pecados; \[…\], y contuviste el ardor de tu ira» (vv.2-3).
Cuando te vuelves a Dios, Él te restaura y te revive a través de Su «amor inagotable» (v.7). El salmista ora: «Restáuranos una vez más, \[…\]. No volverás a darnos nueva vida» (vv.4,6).
Oración
Señor, gracias por darme tantas oportunidades. Restáurame y reanímame, para que me regocije en Ti.
Romanos 2:1-16
El justo juicio de Dios
2Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas. 2 Ahora bien, sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas se basa en la verdad. 3 ¿Piensas entonces que vas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargo haces lo mismo que ellos? 4 ¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?
5 Pero por tu obstinación y por tu corazón empedernido sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio. 6 Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras». 7 Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad. 8 Pero los que por egoísmo rechazan la verdad para aferrarse a la maldad, recibirán el gran castigo de Dios. 9 Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen el mal, los judíos primeramente, y también los gentiles; 10 pero gloria, honor y paz para todos los que hacen el bien, los judíos primeramente, y también los gentiles. 11 Porque con Dios no hay favoritismos.
12 Todos los que han pecado sin conocer la ley, también perecerán sin la ley; y todos los que han pecado conociendo la ley, por la ley serán juzgados. 13 Porque Dios no considera justos a los que oyen la ley sino a los que la cumplen. 14 De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. 15 Éstos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan. 16 Así sucederá el día en que, por medio de Jesucristo, Dios juzgará los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio.
Comentario
2. Disfruta de un cambio de vida radical
Dios te ama, quiere lo mejor para tu vida y no quiere que la estropees. En palabras de la traducción bíblica The Message, el pecado nos hunde «en un oscuro círculo vicioso» (v.1, MSG). «Dios es amable, pero no es blando. En su bondad, nos toma de la mano firmemente y nos guía a un cambio de vida radical» (v.4, MSG).
Pablo habla de la «ira» de Dios (vv.5,8); es la ira amorosa y justa de Dios contra el pecado. Pablo no comienza hablando de la «ira» de Dios; empieza por «las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia» (v.4). Dios es amor, Su enojo es el último recurso para aquellos que son «contenciosos y no obedecen a la verdad sino que obedecen a la injusticia» (v.8, RVA-2015).
Dios nos ama a todos, «no muestra favoritismo» (v.11, NTV). Ama tanto a los judíos como a los gentiles por igual, es imparcial y es un juez justo.
Todos hemos pecado y no tenemos excusa: «Cuando dices que son perversos y merecen ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también practicas las mismas cosas» (v.1, NTV).
Es tan fácil juzgar a los demás acerca de las mismas cosas que hacemos nosotros. Tendemos a mirarnos a nosotros mismos con lentes de color rosa y a mirar a los demás con lupa. Una mente criticona se centra en lo que está mal en los demás, en lugar de aquello que está bien.
Los cinco libros iniciales del Antiguo Testamento establecen la relación de Dios con Su pueblo y dan instrucciones sobre cómo vivir. Pero «escuchar la ley no nos hace justos ante Dios. Es obedecer la ley lo que nos hace justos ante sus ojos» (v.13, NTV). Así que todos nosotros seremos juzgados por lo que sabemos. Para algunos, la medida será la ley de Dios, para otros lo será su conciencia: «su propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o bien les indican que están haciendo lo correcto» (v.15, NTV).
¡Todos necesitamos arrepentirnos! La bondad de Dios está destinada a guiarnos al arrepentimiento. En el momento en que te arrepientes y te vuelves a Dios, tienes otra oportunidad y la posibilidad de una nueva vida. El arrepentimiento no es solo apartarse del pecado, sino volverse hacia Dios.
Oración
Señor, perdóname por las veces en que juzgo a los demás. Gracias porque cada día es una oportunidad para un nuevo comienzo y una nueva posibilidad.
Jonás 1:1-4:11
Jonás desobedece al
1La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay: 2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia.»
3 Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor. 4 Pero el Señor lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos.
5 Los marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en cambio, que había bajado al fondo de la nave para acostarse, ahora dormía profundamente. 6 El capitán del barco se le acercó y le dijo:
—¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos.
7 Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros:
—¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre!
Así lo hicieron, y la suerte recayó en Jonás. 8 Entonces le preguntaron:
—Dinos ahora, ¿quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre? ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces?
9 —Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme —les respondió.
10 Al oír esto, los marineros se aterraron aún más, y como sabían que Jonás huía del Señor, pues él mismo se lo había contado, le dijeron:
—¡Qué es lo que has hecho!
11 Pero el mar se iba enfureciendo más y más, así que le preguntaron:
—¿Qué vamos a hacer contigo para que el mar deje de azotarnos?
12 —Tómenme y láncenme al mar, y el mar dejará de azotarlos —les respondió—. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado sobre ustedes esta terrible tormenta.
13 Sin embargo, en un intento por regresar a tierra firme, los marineros se pusieron a remar con todas sus fuerzas; pero como el mar se enfurecía más y más contra ellos, no lo consiguieron. 14 Entonces clamaron al Señor: «Oh Señor, tú haces lo que quieres. No nos hagas perecer por quitarle la vida a este hombre, ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente.» 15 Así que tomaron a Jonás y lo lanzaron al agua, y la furia del mar se aplacó. 16 Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al Señor, a quien le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.
17 El Señor, por su parte, dispuso un enorme pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su vientre.
Oración de Jonás
2Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez. 2 Dijo:
«En mi angustia clamé al Señor,
y él me respondió.
Desde las entrañas del sepulcro pedí auxilio,
y tú escuchaste mi clamor.
3 A lo profundo me arrojaste,
al corazón mismo de los mares;
las corrientes me envolvían,
todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí.
4 Y pensé: “He sido expulsado
de tu presencia.
¿Cómo volveré a contemplar
tu santo templo?”
5 Las aguas me llegaban hasta el cuello,
lo profundo del océano me envolvía;
las algas se me enredaban en la cabeza,
6 arrastrándome a los cimientos de las montañas.
Me tragó la tierra, y para siempre
sus cerrojos se cerraron tras de mí.
Pero tú, Señor, Dios mío,
me rescataste de la fosa.
7 »Al sentir que se me iba la vida,
me acordé del Señor,
y mi oración llegó hasta ti,
hasta tu santo templo.
8 »Los que siguen a ídolos vanos
abandonan el amor de Dios.
9 Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios
y cánticos de gratitud.
Cumpliré las promesas que te hice.
¡La salvación viene del Señor!»
10 Entonces el Señor dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme.
Jonás obedece al
3La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: 2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar.»
3 Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importancia. 4 Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» 5 Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento.
6 Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. 7 Luego mandó que se pregonara en Nínive:
«Por decreto del rey y de su corte:
»Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. 8 Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. 9 ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos.»
10 Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.
Enojo de Jonás
4Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse. 2 Así que oró al Señor de esta manera:
—¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes. 3 Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!
4 —¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —le respondió el Señor.
5 Jonás salió y acampó al este de la ciudad. Allí hizo una enramada y se sentó bajo su sombra para ver qué iba a suceder con la ciudad. 6 Para aliviarlo de su malestar, Dios el Señor dispuso una planta, la cual creció hasta cubrirle a Jonás la cabeza con su sombra. Jonás se alegró muchísimo por la planta. 7 Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera, y la planta se marchitó. 8 Al salir el sol, Dios dispuso un viento oriental abrasador. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que éste desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!»
9 Pero Dios le dijo a Jonás:
—¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta?
—¡Claro que la tengo! —le respondió—. ¡Me muero de rabia!
10 El Señor le dijo:
—Tú te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció. 11 Y de Nínive, una gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y tanto ganado, ¿no habría yo de compadecerme?
Comentario
3. Aprovecha una segunda oportunidad
Jonás es diferente a todos los demás profetas. Como escribe Eugene Peterson en The Message: «No es un héroe demasiado alto ni poderoso como para identificarnos con él, no hace nada grande».
El libro comienza con Jonás desobedeciendo a Dios, y termina con él quejándose de lo que Dios ha hecho. Es un hombre que sufre de depresión severa, pero Dios está trabajando desde el interior y superando las debilidades de Jonás para lograr Sus propósitos.
Cada uno de estos cortos cuatro capítulos nos dice algo sobre el amor de Dios:
- El amor de Dios nunca te abandonará (Capítulo 1)
No puedes huir con éxito de Dios ni de Su llamado. Jonás era un predicador muy conocido (2 Reyes 14:25). Se le pide que vaya a Nínive (Jonás 1:2), pero en lugar de ello, se va para Tarsis, a la Costa Brava en el suroeste de España (¡y no precisamente de vacaciones!).
Puedes huir de Dios, pero no puedes esconderte: Jonás termina en un lío. ¡Es tan fácil pensar que nuestra propia desobediencia no afectará a nadie más que a nosotros! Esta historia muestra que nuestra desobediencia trae consecuencias para los demás.
A veces, las tormentas que afrontamos en la vida son el resultado de nuestra propia desobediencia. Prorrumpe una tormenta y Jonás sabe que es su culpa. Está dispuesto a morir y exige ser arrojado al mar, pero Dios «dispuso un enorme pez» (v.17). El amor de Dios no lo iba a abandonar.
- El amor de Dios puede alcanzarte sin importar lo bajo que hayas caído (Capítulo 2)
No importa cuán desesperada o desesperanzada pueda parecer tu situación, nunca es demasiado tarde. Jonás oró desde el vientre del pez: «En mi angustia clamé al Señor, \[…\], y tú escuchaste mi clamor» (2:2).
Jonás reconoció lo que perdemos cuando no seguimos al Señor. «Los que rinden culto a dioses falsos le dan la espalda a todas las misericordias de Dios» (v.8). ¡Es tan fácil confiar en algo o alguien distinto a Dios! Muy a menudo, podemos depositar nuestra confianza en ídolos como el dinero, el éxito, la fama o el sexo. Cualquier cosa que te aleje de Dios te impide recibir la gracia que puede ser tuya.
No hay ninguna situación de la cual Dios no pueda rescatarte si clamas a Él.
- El amor de Dios significa que tienes otra oportunidad (Capítulo 3)
Dios fue insistente en dar una segunda oportunidad a Jonás y cuando él la tomó, el resultado tuvo un impacto eterno en la vida de muchas personas.
Entonces la palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar». (3:2). La primera vez Jonás lo arruinó; pero la segunda vez, Dios lo usó poderosamente.
Dios no solo le dio una segunda oportunidad a Jonás sino que también se la dio a la ciudad de Nínive.
Nínive era una gran ciudad (1:2, 3:2), tenía más de 120 000 habitantes (4:11). Como resultado del mensaje de Jonás, la gente se arrepintió: creyeron (3:5) y el rey creyó (vv.7-9); el avivamiento vino como resultado de la predicación de una persona y así miles se salvaron (v.10).
- El amor de Dios se extiende a toda Su creación (Capítulo 4)
Dios nos ama a todos y quiere ser misericordioso con cada persona, ciudad y nación en la tierra.
Después de todo el éxito de su campaña evangelizadora, Jonás cayó en otra profunda depresión. Estaba enojado con Dios (4:1). Jonás se apresuró a enojarse —a diferencia de Dios—quien es «misericordioso y compasivo, lento para enojarte y lleno de amor inagotable. \[…\] dispuesto a perdonar y no destruir a la gente» (V.2, NTV).
Ahora vemos por qué huyó Jonás. Estaba indignado debido a que los ninivitas se habían arrepentido. Los ninivitas eran crueles opresores, andaban metidos en brujería, tortura, avaricia y prostitución; pero, se arrepintieron y Dios los perdonó. Hoy en día, a algunos les resulta difícil aceptar que las personas realmente malas se arrepientan y Dios las perdone.
Dios le envió una demostración gráfica a Jonás. Dispuso una planta para darle sombra y él estaba muy feliz con ello. Entonces Dios la destruyó (v.7). Pero Dios señaló su gran amor por toda Su creación (a diferencia de las preocupaciones de Jonás, que eran bastante estrechas y egoístas, vv.10-11).
Una de las características asombrosas de Dios es la misericordia, lo cual significa ser amable y bueno con las personas que no lo merecen. Dios nos ha extendido Su misericordia a ti y a mí por medio de Jesucristo y Su misericordia nunca se agota.
Oración
Señor, gracias por Tu gran amor. Gracias porque incluso cuando he cometido errores me has dado otra oportunidad. Ayúdame a dar las buenas nuevas de Tu amor a los demás para que ellos también puedan volver a Tu amor.
Añadidos de Pippa
Jonás 1:1–4:11
Jonás se preocupó más por quedar bien que por salvar las vidas de miles de personas.
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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