Trabajar sin desfallecer
Introducción
«¿Le interesa a Dios tu trabajo? Mucha gente no ve a Dios como alguien disponible veinticuatro horas al día y siete días a la semana, sino más bien como un actor retraído confinado a una función dominical con un público en declive. Hay una visión muy extendida que dice que Dios y el trabajo simplemente no mezclan bien. Las exigencias del agresivo y competitivo mundo del trabajo son vistas como el enemigo obvio de la compasión y el amor cristiano. Pero el Dios que creó y sostiene el mundo, es también el Dios del lugar del trabajo. Si la fe cristiana no es relevante en el trabajo, entonces no es relevante para nada».
Estas palabras son de uno de mis mejores amigos, Ken Costa y se encuentran en su libro God at Work (Dios en el trabajo) (ver también godatwork.org.uk). Durante más de cuarenta años, Ken ha vivido su fe en primera línea del frente del ministerio cristiano, en el lugar «secular» del trabajo en la City de Londres (el barrio financiero de Londres); vivirla ahí es algo que ve como su llamado primordial como cristiano.
Cualquiera que sea el tipo del trabajo al que estás llamado, probablemente ocupará una gran porción de tu vida. El trabajo es una parte importante de la «economía» de Dios. Es parte de aquello para lo que fuiste creado y será parte de lo que harás en el cielo. El trabajo tiene un valor intrínseco.
Salmos 90:11-17
11 ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo?
¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!
12 Enséñanos a contar bien nuestros días,
para que nuestro corazón adquiera sabiduría.
13 ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros?
¡Compadécete ya de tus siervos!
14 Sácianos de tu amor por la mañana,
y toda nuestra vida cantaremos de alegría.
15 Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir;
¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!
16 ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos,
y tu esplendor a sus descendientes!
17 Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros.
Confirma en nosotros la obra de nuestras manos;
sí, confirma la obra de nuestras manos.
Comentario
1. Tu trabajo tiene un valor perdurable
Bill Hybels desafió recientemente a nuestra congregación con estas palabras: «¿Qué estás haciendo ahora mismo que vaya a sobrevivirte?».
El salmo 90 trata de la brevedad de la vida (vv.3–4,10). Pero aunque tu vida sea corta y fugaz, de acuerdo con este salmo, es posible que tu trabajo sobreviva a ti. Lo que haces puede tener un valor perdurable. El salmo termina con una nota de esperanza: «Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos» (v.17).
El valor último del trabajo es un reflejo del hecho de que Dios también es un trabajador. El salmista dice: «¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes! » (v.16).
En el libro Working Without Wilting (Trabajando sin desfallecer), Jago Wynne escribe: «Tendemos a pensar que cosas como nuestro trabajo, que suceden mientras estamos en la tierra, no son más que temporales y transitorias».
«La Biblia pinta un cuadro diferente. Cuando Jesús regrese, Dios no va a borrar la tierra sino que la renovará, la redimirá y la liberará de su atadura a la decadencia… el trabajo humano será purificado y redimido para que sea liberado del pecado de la misma manera que nosotros seremos liberados. Y el trabajo será, ciertamente, parte de la nueva creación». Por eso es correcto pedirle a Dios que confirme «la obra de nuestras manos» (v.17b).
Oración
Señor te pido que Tu favor esté sobre mí. Confirma la obra de mis manos, que mi trabajo me sobreviva y tenga un impacto para el bien que dure para siempre.
Romanos 16:1-27
Saludos personales
16Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas. 2 Les pido que la reciban dignamente en el Señor, como conviene hacerlo entre hermanos en la fe; préstenle toda la ayuda que necesite, porque ella ha ayudado a muchas personas, entre las que me cuento yo.
3 Saluden a Priscila y a Aquila, mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús. 4 Por salvarme la vida, ellos arriesgaron la suya. Tanto yo como todas las iglesias de los gentiles les estamos agradecidos.
5 Saluden igualmente a la iglesia que se reúne en la casa de ellos.
Saluden a mi querido hermano Epeneto, el primer convertido a Cristo en la provincia de Asia.
6 Saluden a María, que tanto ha trabajado por ustedes.
7 Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros de cárcel, destacados entre los apóstoles y convertidos a Cristo antes que yo.
8 Saluden a Amplias, mi querido hermano en el Señor.
9 Saluden a Urbano, nuestro compañero de trabajo en Cristo, y a mi querido hermano Estaquis.
10 Saluden a Apeles, que ha dado tantas pruebas de su fe en Cristo.
Saluden a los de la familia de Aristóbulo.
11 Saluden a Herodión, mi pariente.
Saluden a los de la familia de Narciso, fieles en el Señor.
12 Saluden a Trifena y a Trifosa, las cuales se esfuerzan trabajando por el Señor.
Saluden a mi querida hermana Pérsida, que ha trabajado muchísimo en el Señor.
13 Saluden a Rufo, distinguido creyente, y a su madre, que ha sido también como una madre para mí.
14 Saluden a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos.
15 Saluden a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los hermanos que están con ellos.
16 Salúdense unos a otros con un beso santo.
Todas las iglesias de Cristo les mandan saludos.
17 Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. 18 Tales individuos no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos. Con palabras suaves y lisonjeras engañan a los ingenuos. 19 Es cierto que ustedes viven en obediencia, lo que es bien conocido de todos y me alegra mucho; pero quiero que sean sagaces para el bien e inocentes para el mal.
20 Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes.
Que la gracia de nuestro Señor Jesús sea con ustedes.
21 Saludos de parte de Timoteo, mi compañero de trabajo, como también de Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes.
22 Yo, Tercio, que escribo esta carta, los saludo en el Señor.
23 Saludos de parte de Gayo, de cuya hospitalidad disfrutamos yo y toda la iglesia de este lugar.
También les mandan saludos Erasto, que es el tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto.
25-26 El Dios eterno ocultó su misterio durante largos siglos, pero ahora lo ha revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato, para que todas las naciones obedezcan a la fe. ¡Al que puede fortalecerlos a ustedes conforme a mi evangelio y a la predicación acerca de Jesucristo, 27 al único sabio Dios, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Amén.
Comentario
2. Entrégate completamente al trabajo de Dios
Ser cristiano conlleva estar dispuesto a trabajar, especialmente en la obra del evangelio. La carta de Pablo a los Romanos acaba con saludos a una lista de personas. En estos saludos, pone un gran énfasis en el valor de su trabajo.
Priscila y Aquila son descritos como «mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús» (v.3). María es quien «tanto ha trabajado por ustedes» (v.6). Urbano fue «nuestro compañero de trabajo en Cristo» (v.9). Trifena y a Trifosa son mujeres que «se esfuerzan trabajando por el Señor» (v.12). Pérsida es otra que «ha trabajado muchísimo en el Señor» (v.12). Timoteo es «mi compañero de trabajo» (v.21).
En otro lugar, Pablo escribe: «Nosotros no vivimos como ociosos entre ustedes, ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos arduamente y sin descanso para no ser una carga a ninguno de ustedes. Y lo hicimos así no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo» (2 Tesalonicenses 3:7–9).
Probablemente, Pablo fue el siervo de Cristo más efectivo que jamás haya vivido, pero no se dedicaba al ministerio a «tiempo completo» sino que fabricaba tiendas para ganarse su propio sustento.
De manera similar, no todos los que están listados en Romanos 16 se dedicaban a «tiempo completo» al «ministerio cristiano». Erasto tenía un trabajo secular como «tesorero de la ciudad» (v.23). Sin duda, vería su trabajo como su llamado y su ministerio principal. En ese sentido, todos nosotros estamos dedicados al ministerio a tiempo completo, ya sea que estemos llamados a servir a tiempo completo en la iglesia o en el mundo secular.
También es interesante destacar cómo en la iglesia trabajaban muchas mujeres. Febe (v.1) es descrita como diakonos (alguien que sirve), que es la palabra griega que significa diácono o ministro («a key representative of the church», MSG). Es descrita como alguien que «ha ayudado (enormemente) a muchas personas» incluyendo al propio Pablo (v.2). La palabra griega para «ayudar enormemente» es la palabra usada para un patrocinador político, un protector y un patrón. Sugiere que ella tenía una posición social, patrimonio e independencia. Claramente, tuvo un papel prominente en la iglesia.
Priscila y Aquila (ver Hechos 18) tenían un ministerio conjunto. Priscila es nombrada primero (v.3). Esto se debe, probablemente, a que o bien se había convertido primero —y llevó a Aquila a Cristo— o a que desempeñó un papel más importante en la vida y trabajo de la iglesia.
Diez de las personas nombras en la lista son mujeres. Incluye a Junías, una de los que The message califica como «líderes destacados» (v.7, MSG). Es casi seguro que Junías era un nombre de mujer y es descrita junto con Andrónico como «destacados entre los apóstoles» (v.7). Puesto que claramente no era uno de los doce apóstoles, la palabra «apóstoles» tiene aquí un sentido más amplio, denotando alguien que ha sido enviado como misionero. Pablo incluye a una mujer como alguien destacado entre aquellos líderes misioneros. De esto sacamos en claro que las mujeres ocuparon lugares destacados en el equipo de Pablo.
Pablo termina con una nota de agradecimiento y alabanza: «¡Al único sabio Dios, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Amén» (vv.26-27).
Oración
Señor, ayúdanos a que, cualquiera que sea nuestro llamado, seamos aquellos que trabajan duramente para el Señor y proclaman a «Jesucristo» (v.27).
1 Crónicas 15:1-16:36
David lleva el arca a Jerusalén
15David construyó para sí casas en la Ciudad de David, dispuso un lugar para el arca de Dios y le levantó una tienda de campaña. 2 Luego dijo: «Sólo los levitas pueden transportar el arca de Dios, pues el Señor los eligió a ellos para este oficio y para que le sirvan por siempre.»
3 Después David congregó a todo Israel en Jerusalén para trasladar el arca del Señor al lugar que había dispuesto para ella. 4 También reunió a los descendientes de Aarón y a los levitas. Convocó a los siguientes:
5 De los descendientes de Coat, a su jefe Uriel y a sus parientes; ciento veinte en total.
6 De los descendientes de Merari, a su jefe Asaías y a sus compañeros; doscientos veinte en total.
7 De los descendientes de Guersón, a su jefe Joel y a sus parientes; ciento treinta en total.
8 De los descendientes de Elizafán, a su jefe Semaías y a sus parientes; doscientos en total.
9 De los descendientes de Hebrón, a su jefe Eliel y a sus parientes; ochenta en total.
10 De los descendientes de Uziel, a su jefe Aminadab y a sus parientes; ciento doce en total.
11 Luego David llamó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, 12 y les dijo: «Como ustedes son los jefes de las familias patriarcales de los levitas, purifíquense y purifiquen a sus parientes para que puedan traer el arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que he dispuesto para ella. 13 La primera vez ustedes no la transportaron, ni nosotros consultamos al Señor nuestro Dios, como está establecido; por eso él se enfureció contra nosotros.»
14 Entonces los sacerdotes y los levitas se purificaron para transportar el arca del Señor, Dios de Israel. 15 Luego los descendientes de los levitas, valiéndose de las varas, llevaron el arca de Dios sobre sus hombros, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.
16 David les ordenó a los jefes de los levitas que nombraran cantores de entre sus parientes para que entonaran alegres cantos al son de arpas, liras y címbalos. 17 Los levitas nombraron a Hemán hijo de Joel, a su pariente Asaf hijo de Berequías, y a Etán hijo de Cusaías, de los descendientes de Merari. 18 Junto con ellos nombraron a sus parientes que les seguían en rango y que se desempeñaban como porteros: Zacarías hijo de Jaziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Benaías, Maseías, Matatías, Elifeleu, Micnías, Obed Edom y Jeyel.
19 Los cantores Hemán, Asaf y Etán tocaban los címbalos de bronce. 20 Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maseías y Benaías tenían arpas de tono agudo. 21 Matatías, Elifeleu, Micnías, Obed Edom, Jeyel y Azazías tenían arpas de ocho cuerdas para guiar el canto. 22 Quenanías, jefe de los levitas, como experto que era, dirigía el canto. 23 Berequías y Elcaná eran porteros del arca. 24 Los sacerdotes Sebanías, Josafat, Natanael, Amasay, Zacarías, Benaías y Eliezer tocaban las trompetas delante del arca. Obed Edom y Jehías eran también porteros del arca.
25 Muy alegres, David, los ancianos de Israel y los jefes de mil fueron a trasladar el arca del pacto del Señor desde la casa de Obed Edom. 26 Y como Dios ayudaba a los levitas que transportaban el arca del pacto del Señor, se sacrificaron siete toros y siete carneros. 27 David estaba vestido con un manto de lino fino, lo mismo que todos los levitas que transportaban el arca, los cantores y Quenanías, director del canto. Además, David llevaba puesto un efod de lino. 28 Así que entre vítores, y al son de cuernos de carnero, trompetas, címbalos, arpas y liras, todo Israel llevaba el arca del pacto del Señor.
29 Sucedió que, al entrar el arca del pacto del Señor a la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó a la ventana; y cuando vio que el rey David saltaba y danzaba con alegría, sintió por él un profundo desprecio.
16El arca de Dios fue llevada a la tienda de campaña que David le había preparado. Allí la instalaron, y luego presentaron holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Dios. 2 Después de ofrecer los holocaustos y los sacrificios de comunión, David bendijo al pueblo en el nombre del Señor 3 y dio a cada israelita, tanto a hombres como a mujeres, una porción de pan, una torta de dátiles y una torta de pasas.
4 David puso a algunos levitas a cargo del arca del Señor para que ministraran, dieran gracias y alabaran al Señor, Dios de Israel. 5 Los nombrados fueron: Asaf, el primero; Zacarías, el segundo; luego Jejiyel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obed Edom y Jeyel, los cuales tenían arpas y liras. Asaf tocaba los címbalos. 6 Los sacerdotes Benaías y Jahaziel tocaban continuamente las trompetas delante del arca del pacto del Señor.
Salmo de David
7 Ese mismo día, David ordenó, por primera vez, que Asaf y sus compañeros fueran los encargados de esta alabanza al Señor:
8 «¡Alaben al Señor, proclamen su nombre,
testifiquen de sus proezas entre los pueblos!
9 ¡Cántenle, cántenle salmos!
¡Hablen de sus maravillosas obras!
10 ¡Gloríense en su nombre santo!
¡Alégrense de veras los que buscan al Señor!
11 ¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza,
busquen siempre su presencia!
12 ¡Recuerden las maravillas que ha realizado,
los prodigios y los juicios que ha emitido!
13 »Descendientes de Israel, su siervo,
hijos de Jacob, sus elegidos:
14 el Señor es nuestro Dios,
sus juicios rigen en toda la tierra.
15 Él se acuerda siempre de su pacto,
de la palabra que dio a mil generaciones;
16 del pacto que hizo con Abraham,
y del juramento que le hizo a Isaac,
17 que confirmó como estatuto para Jacob,
como pacto eterno para Israel:
18 “A ti te daré la tierra de Canaán
como la herencia que te corresponde.”
19 Cuando apenas eran un puñado de vivientes,
unos cuantos extranjeros en la tierra,
20 cuando iban de nación en nación
y pasaban de reino en reino,
21 Dios no permitió que los oprimieran;
por amor a ellos advirtió a los reyes:
22 “¡No toquen a mis ungidos!
¡No maltraten a mis profetas!”
23 »¡Que toda la tierra cante al Señor!
¡Proclamen su salvación cada día!
24 Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas a todos los pueblos.
25 Porque el Señor es grande,
y digno de toda alabanza;
¡más temible que todos los dioses!
26 Nada son los dioses de los pueblos,
pero el Señor fue quien hizo los cielos;
27 esplendor y majestad hay en su presencia;
poder y alegría hay en su santuario.
28 »Tributen al Señor, familias de los pueblos,
tributen al Señor la gloria y el poder;
29 tributen al Señor la gloria que corresponde a su nombre;
preséntense ante él con ofrendas,
adoren al Señor en su hermoso santuario.
30 ¡Que tiemble ante él toda la tierra!
Él afirmó el mundo, y éste no se moverá.
31 ¡Alégrense los cielos, y regocíjese la tierra!
Digan las naciones: “¡El Señor reina!”
32 »¡Que resuene el mar y todo cuanto contiene!
¡Que salte de alegría el campo y lo que hay en él!
33 ¡Que los árboles del campo canten de gozo ante el Señor,
porque él ha venido a juzgar a la tierra!
34 »¡Alaben al Señor porque él es bueno,
y su gran amor perdura para siempre!
35 Díganle: “¡Sálvanos, oh Dios, Salvador nuestro!
Reúnenos y líbranos de entre los paganos,
y alabaremos tu santo nombre
y nos regocijaremos en tu alabanza.”
36 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!»
Y todo el pueblo respondió: «Amén», y alabó al Señor.
Comentario
3. Imita a Dios en el trabajo y en el descanso
El trabajo es una de las maneras en las que imitas a Dios. Estás hecho a la imagen de Él y por lo tanto, igual que Dios trabaja, tú también has sido creado para trabajar. De la misma manera que Dios trabajó en la creación, nosotros tenemos que hacer lo mismo. El mandamiento de trabajar estaba promulgado antes de la Caída (ver Génesis 2:15). Como suele decir Ken Costa: «El trabajo estaba en las instrucciones que emanaron de Dios originalmente».
David se puso a trabajar y «construyó para sí casas» (1 Crónicas 15:1). Convocó a los líderes y los puso a trabajar (v.12).
No hay ninguna separación entre lo sagrado y lo secular. La adoración estaba en el corazón de todo lo que hacían. David dio instrucciones acerca del «trabajo de la adoración » (v.2, MSG). Fueron designados para estar «a cargo del arca del Señor para que ministraran, dieran gracias y alabaran al Señor, Dios de Israel» (16:4). El rey David se unió a su adoración saltando y danzando (15:29).
En momentos establecidos durante el día (16:7) se tomaban lo que Joyce Meyer describe como un «descanso para alabar». Dice así: «No creo que nada bendiga más a Dios que cuando paramos justo a mitad de lo que estamos haciendo y levantamos nuestras manos para alabarlo \[…\] Piensa en el hombre de negocios que , por ejemplo, puede que sea el presidente de una gran compañía. ¿No sería maravilloso si cerrara la puerta de su oficina varias veces al día, echara el cerrojo, se arrodillara y dijera “Dios, solo quiero tomarme un minute para alabarte”».
«Lo mismo ocurre con los estudiantes, los progenitores que se quedan en casa, la gente jubilada, las secretarias, las azafatas, los cirujanos cerebrales, los dependientes y los vendedores (en definitiva, todo aquel que imagines). Todos ellos tendrían días mucho más fructíferos, productivos y pacíficos si se tomaran un tiempo para alabar al Señor durante el día. Todos nos beneficiaríamos muchísimo de tomarnos un “descanso para alabar”».
David alaba y da gracias al Señor por lo que ha hecho (v.8), por «las maravillas» (v.9), «que ha realizado» (v.12). Repasa las grandes obras del Señor y llama al pueblo a tributar «al Señor la gloria que corresponde a su nombre» (v.29).
Dios es un trabajador, lo vemos desde el mismo inicio de la Biblia. Estaba trabajando en la creación: «Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido» (Génesis 2:2). No solo crea el mundo; lo sostiene y lo redime. El trabajo es una de las maneras en las que puedes imitar a Dios.
Oración
Señor, gracias por Tu trabajo. Gracias por que hasta «el trabajo duro» es toda una bendición. Que mi trabajo sea en sí mismo un acto de alabanza al presentar mi cuerpo como un «sacrificio vivo» y mi acto de «adoración espiritual» (Romanos 12:1).
Añadidos de Pippa
1 Crónicas 15:29
«Sucedió que, al entrar el arca del pacto del Señor a la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó a la ventana; y, cuando vio que el rey David saltaba y danzaba con alegría, sintió por él un profundo desprecio».
Me encanta la alabanza pero es fácil tener nuestras preferencias. A veces puedo pensar «¿cómo eso puede ser alabar?». Pero Dios mira mi corazón, y ¡no quiero volverme como Mical!
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Referencias
Ken Costa, God at Work, (Alpha International, 2013).
Joyce Meyer, La biblia la vida diaria, (Casa Creación, 2008)
Jago Wynne, Working Without Wilting, (IVP, 2009).
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