Tres malas actitudes que causan división
Introducción
Durante mi tiempo en la universidad compartí habitación con mi gran amigo Nicky Lee, quien es uno de los pastores asociados (coadjutores) de nuestra iglesia HTB en Londres. Nosotros mismos nos hacíamos nuestras comidas; yo cocinaba y Nicky Lee la repartía. ¡Era un experto en dividir la comida cocinada en porciones exactamente iguales! Esta es una de las maneras en las que la división puede ser usada en el buen sentido, en vez de en el malo.
Las divisiones son un hecho que ocurre en la vida. No tienen porqué ser necesariamente malas. Por ejemplo, distribuir a la gente en divisiones diferentes dentro de una organización puede ser algo importante y de ayuda. Vemos este tipo de división en el pasaje del Antiguo Testamento de hoy.
Más tarde, habrá una división que tendrá lugar en el día del juicio. Es una división necesaria entre el bien y el mal. Es el tipo de división que puede ser vista en el salmo de hoy.
También hay un tercer tipo de división que no es buena, ni necesaria ni de ayuda. La desunión y la división de la iglesia es una tragedia; hemos de hacer todos los esfuerzos posibles para evitar este tipo de división. Es el tipo de división contra la que habla el apóstol Pablo en el pasaje del Nuevo Testamento de hoy.
Salmos 92:1-15
Salmo 92
Salmo para cantarse en sábado.
1 ¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias
y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre;
2 proclamar tu gran amor por la mañana,
y tu fidelidad por la noche,
3 al son del decacordio y de la lira;
al son del arpa y del salterio!
4 Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas;
por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.
5 Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras,
y cuán profundos tus pensamientos!
6 Los insensatos no lo saben,
los necios no lo entienden:
7 aunque broten como hierba los impíos,
y florezcan todos los malhechores,
para siempre serán destruidos.
8 Sólo tú, Señor, serás exaltado para siempre.
9 Ciertamente tus enemigos, Señor,
ciertamente tus enemigos perecerán;
¡dispersados por todas partes
serán todos los malhechores!
10 Me has dado las fuerzas de un toro;
me has ungido con el mejor perfume.
11 Me has hecho ver la caída de mis adversarios
y oír la derrota de mis malvados enemigos.
12 Como palmeras florecen los justos;
como cedros del Líbano crecen.
13 Plantados en la casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
14 Aun en su vejez, darán fruto;
siempre estarán vigorosos y lozanos,
15 para proclamar: «El Señor es justo;
él es mi Roca, y en él no hay injusticia.»
Comentario
1. División entre los justos y los malhechores
De acuerdo con el salmista, el mundo está dividido entre los «malhechores» (v.7) y los «justos» (v.12). Los malhechores son «necios» insensatos que «no lo entienden» (v.6). Son «enemigos» de Dios (v.9). Un día, no solo será separados de los justos sino que también lo serán entre ellos mismos; serán «dispersados» (v.9), y «perecerán» (v.9). Por otro lado, los «justos» tendrán un futuro seguro (vv.12–15).
Tanto los «malhechores» (v.7) como los «justos \[…\] florecen» (vv.12–13), pero de maneras diferentes. Para los «malhechores» (v.7) es algo pasajero y temporal, pues pronto serán «destruidos» (v.7), cortados como la hierba. Pero para los «justos» (v.12) se trata de un florecer duradero y eterno. Es «como una palmera» o como «un cedro del Líbano» (v.12) que «aún en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos» (v.14).
La diferencia entre el éxito del mundo (el poder, la fama, hacer dinero y todo lo demás), y el de un verdadero seguidor de Jesús que vive una vida santa, es como la diferencia entre el césped, que solo dura unos pocos días y una palmera que permanece en pie a través del tiempo.
Oración
Señor, cuando veo las bendiciones duraderas que das a aquellos que te siguen, quiero «proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche» (v.2).
1 Corintios 3:1-23
Sobre las divisiones en la iglesia
3Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. 2 Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, 3 pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos? 4 Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?
5 Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. 6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer. 8 El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. 9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
10 Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye, 11 porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo. 12 Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, 13 su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. 14 Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, 15 pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.
16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17 Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.
18 Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio. 19 Porque a los ojos de Dios la sabiduría de este mundo es locura. Como está escrito: «Él atrapa a los sabios en su propia astucia»; 20 y también dice: «El Señor conoce los pensamientos de los sabios y sabe que son absurdos.» 21 Por lo tanto, ¡que nadie base su orgullo en el hombre! Al fin y al cabo, todo es de ustedes, 22 ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el universo, o la vida, o la muerte, o lo presente o lo por venir; todo es de ustedes, 23 y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
Comentario
2. Divisiones en la iglesia
La carta de Pablo a los Corintios es como un emparedado. Empieza con alabanzas y amor, y acaba con gracia y amor. En medio, aborda los problemas que quiere que ellos solucionen.
Este es un buen modelo a seguir cuando haya que confrontar un problema con una persona en particular o con una iglesia. Empieza y termina señalando algo positivo y dando ánimo, y a la vez ten la valentía de lidiar con los asuntos problemáticos.
Uno de los problemas que aborda es la división en la iglesia. Les dice que son «inmaduros espiritualmente» (v.1, DHH). En algún sentido, ellos eran la más «espiritual» de las iglesias a las que Pablo escribía. No «les falta ningún don espiritual» (1:7), pero eran poco «espirituales» a causa de las malas actitudes que llevaron a la división.
Señala tres malas actitudes que son peligrosas para todos los cristianos y en particular para los líderes cristianos.
- Celos
Escribe: «Mientras haya entre ustedes celos \[...\] ¿no serán inmaduros?» (3:3). Es tentador compararnos con otros y empezar a pensar cuando oímos de las bendiciones que han recibido: «¿Cuándo me va a suceder eso a mí?» Pero como escribe Joyce Meyer: «Deberíamos bendecir a los demás y no tener miedo de que nos sobrepasen. No debemos envidiar ni la apariencia, las posesiones, la educación, la posición social, el estado matrimonial, los dones y los talentos, el trabajo ni ninguna otra cosa de los demás, porque hacerlo lo único que hará será aminorar nuestra propia bendición».
- Vanagloria
Pablo escribe: «Nadie debe sentirse orgulloso de lo que es propio de los hombres» (v.21). Alardear orgullosamente es la tentación de compararnos a los demás, pensando que nos está yendo bastante bien y pavoneándonos de nuestro «éxito». Tenemos que ver nuestra parte en la economía de Dios en su justa perspectiva. Lo primero, somos meros seres humanos (v.4); y en segundo lugar, «nada más que servidores» (v.5); en tercero, «no cuenta ni el que siembra ni el que riega,» (v.7). Por lo tanto, no hay motivo para enorgullecerse (v.21).
- Disputas
Pablo escribe que sus «contiendas» son otra de las razones por las que no les ve como «espirituales». Debemos evitar tomar partido, de manera que uno diga «"Yo sigo a Pablo", y otro: "Yo sigo a Apolos"» (v.4).
Todas estas actitudes derivan de tener una percepción inflada de nuestra propia importancia y son actitudes «no espirituales». Este tipo de actitudes son demasiado comunes en nuestra humanidad caída e infectan el mundo, así como tristemente también a la iglesia.
Necesitamos entender que todos somos totalmente dependientes de Dios. Uno planta la semilla, otro la riega, pero solo Dios la hace crecer (v.6). Plantar y regar son cosas importantes, pero relativamente fáciles. Solo Dios puede realizar lo más difícil, haciendo que las plantas, las personas y las iglesias crezcan.
Te aguarda un papel que tienes que desempeñar. Primero, Dios te usa para traer a la gente a la fe. Apolo y Pablo eran aquellos «por medio de los cuales ustedes (los Corintios) llegaron a creer» (v.5). Segundo, Dios te premiará. La persona que planta y la persona que riega tienen un propósito y cada cual será premiado de acuerdo con su propio trabajo. Tercero, tú eres de los «colaboradores al servicio de Dios*»* (v.9) que Dios ha elegido para no hacerlo todo por su cuenta. Él te elige.
Ser usado por Dios es un privilegio enorme. No solo eres un «colaborador» de Dios (v.9), eres «el campo de cultivo de Dios, \[...\] el edificio de Dios» (v.9). La gente intenta construir sus vidas apoyándose en muchas cosas: dinero, educación, títulos de trabajo, posesiones y otras cosas; pero el único cimiento seguro es Jesús (v.11).
Más aún, Pablo prosigue escribiendo: «¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?» (v.16). Por eso escribe: «Por lo tanto, ¡que nadie base su orgullo en el hombre! Al fin y al cabo, todo es de ustedes, \[...\] y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios» (vv.21–23).
Oración
Señor, gracias porque somos colaboradores tuyos y porque Tú eres quien hace que crezcan las cosas. No nos dejes caer en el orgullo y la vanagloria, ni en los celos ni las disputas. Ayúdanos a salvaguardar la unidad de la iglesia.
1 Crónicas 24:1-26:19
Organización del servicio sacerdotal
24Los descendientes de Aarón se organizaron de la siguiente manera:
Los hijos de Aarón fueron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 2 Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, así que Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio.
3 Con la ayuda de Sadoc, descendiente de Eleazar, y de Ajimélec, descendiente de Itamar, David organizó a los sacerdotes por turnos para el desempeño de sus funciones. 4 Como había más jefes entre los descendientes de Eleazar que entre los de Itamar, los organizaron así: dieciséis jefes de las familias patriarcales de los descendientes de Eleazar, y ocho jefes de los descendientes de Itamar. 5 La distribución se hizo por sorteo, pues tanto los descendientes de Eleazar como los de Itamar tenían oficiales del santuario y oficiales de Dios. 6 El cronista Semaías hijo de Natanael, que era levita, registró sus nombres en presencia del rey y de los oficiales, del sacerdote Sadoc, de Ajimélec hijo de Abiatar, de los jefes de las familias patriarcales de los sacerdotes y de los levitas. La suerte se echó dos veces por la familia de Eleazar y una vez por la familia de Itamar.
7 La primera suerte le tocó a Joyarib;
la segunda, a Jedaías;
8 la tercera, a Jarín;
la cuarta, a Seorín;
9 la quinta, a Malquías;
la sexta, a Mijamín;
10 la séptima, a Cos;
la octava, a Abías;
11 la novena, a Jesúa;
la décima, a Secanías;
12 la undécima, a Eliasib;
la duodécima, a Yaquín;
13 la decimotercera, a Hupá;
la decimocuarta, a Jesebab;
14 la decimoquinta, a Bilgá;
la decimosexta, a Imer;
15 la decimoséptima, a Hezir;
la decimoctava, a Afsés;
16 la decimonovena, a Petaías;
la vigésima, a Ezequiel;
17 la vigesimoprimera, a Jaquín;
la vigesimosegunda, a Gamul;
18 la vigesimotercera, a Delaías;
la vigesimocuarta, a Maazías.
19 Así fue como se organizaron los turnos para el servicio en el templo del Señor, tal como el Señor, Dios de Israel, lo había ordenado por medio de Aarón, antepasado de ellos.
El resto de los levitas
20 La siguiente es la lista del resto de los descendientes de Leví:
de los descendientes de Amirán, Subael;
de los descendientes de Subael, Jehedías;
21 de los descendientes de Rejabías, Isías, el hijo mayor;
22 de los descendientes de Izar, Selomot;
de los descendientes de Selomot, Yajat.
23 De los hijos de Hebrón: el primero, Jerías; el segundo, Amarías; el tercero, Jahaziel, y el cuarto, Jecamán.
24 De los descendientes de Uziel, Micaías;
de los descendientes de Micaías, Samir;
25 Isías, hermano de Micaías;
de los descendientes de Isías, Zacarías;
26 de los descendientes de Merari, Majlí y Musí;
Benó, hijo de Jazías.
27 De entre los descendientes de Merari:
de Jazías: Benó, Soján, Zacur e Ibrí;
28 de Majlí: Eleazar, quien no tuvo hijos;
29 de Quis: su hijo Jeramel;
30 y los hijos de Musí: Majlí, Edar y Jeremot.
Éstos eran los hijos de los levitas por sus familias patriarcales. 31 Al igual que a sus hermanos los descendientes de Aarón, también a ellos los repartieron por sorteo en presencia del rey David y de Sadoc, de Ajimélec y de los jefes de las familias patriarcales de los sacerdotes y de los levitas. A las familias de los hermanos mayores las trataron de la misma manera que a las de los hermanos menores.
Organización de los músicos
25Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, los cuales profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos. Ésta es la lista de los que fueron apartados para el servicio:
2 De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela. A éstos los dirigía Asaf, quien profetizaba bajo las órdenes del rey.
3 De Jedutún, sus seis hijos: Guedalías, Zeri, Isaías, Simí, Jasabías y Matatías. A éstos los dirigía su padre Jedutún, quien al son del arpa profetizaba para dar gracias y alabar al Señor.
4 De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Jananías, Jananí, Eliatá, Guidalti, Romanti Ezer, Josbecasa, Malotí, Hotir y Mahaziot. 5 Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey, y con la palabra de Dios exaltaban su poder. Dios le dio a Hemán catorce hijos y tres hijas.
6 Su padre los dirigía en el culto del templo del Señor, cuando cantaban acompañados de címbalos, liras y arpas. Asaf, Jedutún y Hemán estaban bajo las órdenes del rey. 7 Ellos eran en total doscientos ochenta y ocho, incluyendo a sus demás compañeros, y habían sido instruidos para cantarle al Señor.
8 Para asignarles sus turnos se echaron suertes, sin hacer distinción entre menores y mayores, ni entre maestros y discípulos.
9 La primera suerte le tocó a José el asafita;
la segunda le tocó a Guedalías, junto con sus hermanos y sus hijos, doce en total.
10 La tercera, a Zacur, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
11 La cuarta, a Izri, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
12 La quinta, a Netanías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
13 La sexta, a Buquías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
14 La séptima, a Jesarela, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
15 La octava, a Isaías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
16 La novena, a Matanías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
17 La décima, a Simí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
18 La undécima, a Azarel, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
19 La duodécima, a Jasabías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
20 La decimotercera, a Subael, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
21 La decimocuarta, a Matatías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
22 La decimoquinta, a Jeremot, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
23 La decimosexta, a Jananías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
24 La decimoséptima, a Josbecasa, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
25 La decimoctava, a Jananí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
26 La decimonovena, a Malotí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
27 La vigésima, a Eliatá, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
28 La vigesimoprimera, a Hotir, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
29 La vigesimosegunda, a Guidalti, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
30 La vigesimotercera, a Mahaziot, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
31 La vigesimocuarta, a Romanti Ezer, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
Organización de los porteros
26La organización de los porteros fue la siguiente:
De los coreítas: Meselemías hijo de Coré, descendiente de Asaf.
2 Los hijos de Meselemías fueron:
Zacarías, el primero;
Jediael, el segundo;
Zebadías, el tercero;
Jatniel, el cuarto;
3 Elam, el quinto;
Johanán, el sexto,
y Elihoenay, el séptimo.
4 Los hijos de Obed Edom fueron:
Semaías, el primero;
Jozabad, el segundo;
Joa, el tercero;
Sacar, el cuarto;
Natanael, el quinto;
5 Amiel, el sexto;
Isacar, el séptimo,
y el octavo, Peultay.
Dios bendijo a Obed Edom con muchos hijos.
6 Semaías hijo de Obed Edom también tuvo hijos, los cuales fueron jefes de sus familias patriarcales, pues eran hombres muy valientes. 7 Los hijos de Semaías fueron Otni, Rafael, Obed, Elzabad, y sus hermanos Eliú y Samaquías, todos ellos hombres valientes. 8 Todos éstos eran descendientes de Obed Edom. Tanto ellos como sus hijos y hermanos eran hombres muy valientes y fuertes para el trabajo. En total, los descendientes de Obed Edom fueron sesenta y dos.
9 Los hijos y hermanos de Meselemías fueron dieciocho, todos ellos hombres muy valientes.
10 Los hijos de Josá, descendiente de Merari, fueron Simri, el jefe (que en verdad no había sido el primero, pero su padre lo puso por jefe); 11 el segundo fue Jilquías; el tercero, Tebalías; y el cuarto, Zacarías. En total, los hijos y hermanos de Josá fueron trece.
12 Así fue como se organizó a los porteros, tanto a los jefes como a sus hermanos, para que sirvieran en el templo del Señor. 13 El cuidado de cada puerta se asignó echando suertes entre las familias, sin hacer distinción entre menores y mayores.
14 Según el sorteo, a Selemías se le asignó la puerta del este, y a su hijo Zacarías, sabio consejero, la puerta del norte. 15 A Obed Edom le correspondió la puerta del sur, y a sus hijos les correspondió el cuidado de los depósitos del templo. 16 A Supín y a Josá les correspondió la puerta de Saléquet, que está al oeste, en el camino de la subida.
Los turnos se distribuyeron así: 17 Cada día había seis levitas en el este, cuatro en el norte y cuatro en el sur, y dos en cada uno de los depósitos. 18 En el patio del oeste había cuatro levitas para la calzada y dos para el patio mismo.
19 Así fue como quedaron distribuidos los porteros descendientes de Coré y de Merari.
Comentario
3. Divisiones en el ministerio
Aquí vemos la palabra «divisiones» usada de una manera positiva. «Los descendientes de Aarón se organizaron (dividieron) de la siguiente manera» (24:1). «David organizó a los sacerdotes por turnos para el desempeño de sus funciones» (v.3). «Como había más jefes entre los descendientes de Eleazar que entre los de Itamar, los organizaron así: » (v.4). «La distribución (división) se hizo por sorteo» (v.5). También se hizo «organización de los porteros» (26:1,19). «Así fue como se organizó a los porteros, tanto a los jefes como a sus hermanos, para que sirvieran en el templo del Señor» (v.12).
En aquella lista, aparecen algunos nombres interesantes. Entre los cantores están los salmistas «Asaf» (Salmo 50 y Salmos 73–83), «Jedutún» (Salmo 39; 62; 77) y «Hemán» (Salmo 88).
Entre los porteros están los corenitas. El salmo 84 se atribuye a los «hijos de Coré», por lo que se presume que fue escrito por un portero. Esto nos ayuda a comprender lo que quería decir al escribir «prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos» (v.10).
En el cuerpo de Cristo, nos dividimos en tres papeles o funciones. Cada parte del cuerpo tiene una función diferente. Como escribe san Pablo: «De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo \[…\] Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo \[…\] a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros» (1 Corintios 12:12,24–25).
El apóstol Pablo describe la división en el buen sentido (el papel de los diferentes miembros del cuerpo) y a la vez busca evitarla en el mal sentido (no tiene que haber división ni desunión en el cuerpo).
Es un gran honor ser parte de cualquiera de las formas de servir en «la casa de Dios», ya sea que ayudes en el estacionamiento de automóviles o estés en el equipo de bienvenida, o sirvas café o te ofrezcas para orar por otros. Cada persona tiene una gran importancia y honra porque estamos sirviendo en la casa de Dios.
Oración
Señor, ayúdanos a tomar decisiones sabias a la hora de asignar funciones en el cuerpo de Cristo para que todo el mundo se involucre. Ayúdanos a funcionar en Tu iglesia como una unidad hecha de muchas partes, en la que cada una de ellas coopere con el resto con una unidad traída por el Espíritu Santo.
Añadidos de Pippa
Salmo 92:14
«Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos».
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Vigoroso y lozano suena bien. Este salmo me da ánimo ante lo rápido que pasa la vida y cómo envejezco. Hay algo hermoso en la gente anciana y que es de Dios. Puedo pensar en mucha gente a la que admiro un montón; su sabiduría y su vida santa me son de gran inspiración.
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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