Cómo disfrutar de Dios
Introducción
Hemos sido creados para alabar a Dios, pero ¿por qué habría de crear Dios a los seres humanos para recibir su alabanza? ¿Acaso no es, como algunos sugieren, pura vanidad?
Para comprender esto me ayudó mucho hace años la explicación de C.S. Lewis en sus Reflexiones sobre los salmos.
Escribió: «El hecho más obvio acerca de la alabanza \[…\] extrañamente se me escapó \[…\] nunca me había dado cuenta de todo el disfrute que espontáneamente desborda con la alabanza \[…\] el mundo resuena de alabanza \[…\] paseantes que alaban en el campo, jugadores que alaban a su equipo favorito, alabanza del tiempo, los vinos, los platos, los actores, los caballos, los colegios, las naciones, los personajes históricos, los niños, las flores, las montañas, los sellos valiosos, los libros valiosos e incluso alguna vez, los políticos y los académicos...
Mi dificultad principal y más general con la alabanza a Dios dependía absurdamente de mí, negándonos aquello en lo que nos gozamos, el valor supremo, aquello que de hecho no podemos evitar hacer por encima de todo lo demás que valoramos.
Creo que nos deleitamos en alabar lo que disfrutamos porque la alabanza no expresa meramente el disfrute, sino que lo completa; es su consumación natural. Los enamorados no se dicen el uno al otro lo hermoso que es para halagarse, sino porque el disfrute es incompleto hasta que no es expresado».
En otras palabras, la alabanza es la consumación del gozo. Nuestro gozo no es completo hasta que no se expresa en la alabanza. Dios nos creó para la alabanza precisamente por su amor por nosotros. De acuerdo con el catecismo abreviado de Westminster, «el fin primordial de la humanidad es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre».
Salmos 98:1-9
Salmo 98
Salmo.
1 Canten al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra, su santo brazo,
ha alcanzado la victoria.
2 El Señor ha hecho gala de su triunfo;
ha mostrado su justicia a las naciones.
3 Se ha acordado de su amor y de su fidelidad
por el pueblo de Israel;
¡todos los confines de la tierra son testigos
de la salvación de nuestro Dios!
4 ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!
5 ¡Canten salmos al Señor al son del arpa,
al son del arpa y de coros melodiosos!
6 ¡Aclamen alegres al Señor, el Rey,
al son de clarines y trompetas!
7 ¡Brame el mar y todo lo que él contiene;
el mundo y todos sus habitantes!
8 ¡Batan palmas los ríos,
y canten jubilosos todos los montes!
9 Canten delante del Señor,
que ya viene a juzgar la tierra.
Y juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con equidad.
Comentario
1. El canto y la música
El salmista llama al pueblo a alabar a Dios con canciones y música: « Canten al Señor un cántico nuevo*…* Aclamen alegres al Señor*;* Prorrumpan en alegres cánticos y salmos» (vv.1,4–5).
Este salmo está lleno del ruido que se produce cuando al pueblo se le pide celebrar la bondad de Dios en una variedad de maneras diferentes. Se da una llamada a cantar, gritar de júbilo, tocar instrumentos e incluso aplaudir en nuestra celebración de Dios:
«Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!
¡Canten salmos al Señor al son del arpa,
al son del arpa y de coros melodiosos!
¡Aclamen alegres al Señor, el Rey,
al son de clarines y trompetas!
¡Brame el mar y todo lo que él contiene;
el mundo y todos sus habitantes!» (vv.4–7).
Todo esto es una respuesta a aquello que Dios ha hecho por nosotros. Estamos llamados a alabar al Señor que es Salvador (vv.1–3), Rey (vv.4–6) y Juez (vv.7–9).
Al leer esto desde la óptica de Jesús, podemos ver cómo este salmo es profético. Jesús es quien está «a la derecha» de Dios quien «ha hecho maravillas» (v.1). Él ha dado a conocer la salvación de Dios y «mostrado su justicia a las naciones (v.2)», (ver también Romanos 3:21).
Hay una anticipación jubilosa de la restauración universal de todas las cosas cuando el Salvador venga a juzgar la tierra (Salmo 98:9). Entonces, toda la creación será restaurada (vv.7–8). Como lo explica san Pablo: «La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios… la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Romanos 8:19–21).
Este salmo progresa en un in crescendo de alabanza, que va desde la comunidad adoradora del pueblo de Dios (Salmo 98:1–3), a todos los pueblos (vv.4–6), y finalmente a toda la creación (vv.7–9).
Oración
Señor, te alabo hoy. Gracias por salvarme. Gracias por tu amor y tu fidelidad. Gracias porque puedo alabarte con gozo, con canciones de júbilo, con música y gritos. Gracias porque puedo confiar en la ecuanimidad de Tus juicios, porque juzgarás al mundo con rectitud y a los pueblos equitativamente.
1 Corintios 11:2-34
Decoro en el culto
2 Los elogio porque se acuerdan de mí en todo y retienen las enseñanzas, tal como se las transmití.
3 Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo. 4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra al que es su cabeza. 5 En cambio, toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza; es como si estuviera rasurada. 6 Si la mujer no se cubre la cabeza, que se corte también el cabello; pero si es vergonzoso para la mujer tener el pelo corto o la cabeza rasurada, que se la cubra. 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre. 8 De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre; 9 ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. 10 Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza señal de autoridad.
11 Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer. 12 Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios. 13 Juzguen ustedes mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? 14 ¿No les enseña el mismo orden natural de las cosas que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer el cabello, 15 mientras que es una gloria para la mujer llevar cabello largo? Es que a ella se le ha dado su cabellera como velo. 16 Si alguien insiste en discutir este asunto, tenga en cuenta que nosotros no tenemos otra costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.
La Cena del Señor
17 Al darles las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos, ya que sus reuniones traen más perjuicio que beneficio. 18 En primer lugar, oigo decir que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y hasta cierto punto lo creo. 19 Sin duda, tiene que haber grupos sectarios entre ustedes, para que se demuestre quiénes cuentan con la aprobación de Dios. 20 De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor, 21 porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan. 22 ¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Voy a elogiarlos por esto? ¡Claro que no!
23 Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.» 25 De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.» 26 Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.
27 Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. 28 Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. 29 Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. 30 Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto. 31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; 32 pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. 34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones de ustedes no resulten dignas de condenación.
Los demás asuntos los arreglaré cuando los visite.
Comentario
2. Asombro y acción de gracias
Lo primero que hace Pablo es abordar el problema de la honra y lo apropiado en la alabanza, y en particular, estudia el papel y el lugar de las mujeres en la misma. Se han derramado ríos de tinta discutiendo lo que significa este pasaje. Hay un acuerdo general sobre el hecho de que, en gran parte, es un asunto cultural (por ejemplo, muy pocas iglesias esperan que las mujeres se cubran la cabeza).
Lo que está claro es que se esperaba que tanto los hombres como las mujeres oraran y profetizaran en los servicios (vv.4–5). También está claro que hay una igualdad de sexos y una mutua dependencia (vv.11–12): «Ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer...» (v.11). Como dice la traducción The Message: «Dejémonos de andar siempre preguntándonos quién tiene la primacía» (vv.11–12, MSG).
Después, Pablo prosigue hablando de la «Cena del Señor» (v.20), o «la Eucaristía», como la llama en otro lugar (Eucharistéin es un verbo griego que significa «dar gracias»).
Esta es, probablemente, la narración más temprana de este elemento de nuestros servicios de culto. Ha sido parte vital de la alabanza cristiana durante los últimos 2 000 años, y es celebrada casi universalmente en la iglesia por todo el mundo. Una vez más, se han dado una inmensa cantidad de polémicas acerca de lo que Pablo quiso decir exactamente. Pero, leyendo este pasaje, me parece que hay unas cuantas cosas claras:
- Es algo frecuente
Hay una expectativa de que «cuando se reúnen» en sus «encuentros» (vv.17,20), se hará «la cena del Señor».
- Es importante
Jesús nos dice «hagan esto» (v.24). Las consecuencias de no hacerlo de la manera adecuada son muy serias (v.27 en adelante). «Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa» (v.28, MSG).
- Es proclamación
Esta es una de las maneras en las que proclamas el evangelio. «Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga» (v.26).
- Conllevaba tanto recordar a Jesús (vv.24–25) como reconocer el cuerpo del Señor (v.29).
- Es una participación en el cuerpo y la sangre de Jesús (10:14 en adelante). La palabra griega usada aquí es koinonia, que también significa «compartir» o «fraternidad». Es una manera de recibir y compartir los beneficios de la muerte de Jesús. Es una forma de acción de gracias. Bebemos de la copa «de acción de gracias» (v.16).
- Es una expresión de unidad. «Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo» (v.17). Una de las mayores tragedias de la historia de la iglesia es la manera en la que esta grandiosa expresión de la unidad se ha convertido en una causa de división.
- Anticipa el regreso del Señor. Estás proclamando « la muerte del Señor hasta que él venga » (11:26).
El vino y el pan son el cuerpo y la sangre de Jesús (vv.24–25). Esta es una de las maneras en las que experimentamos su presencia hoy en día. Por supuesto, lo que esto significa exactamente ha sido objeto de abundantes disquisiciones, debates y controversias. Una forma de abordar el tema sería, quizás, simplemente aceptar que es un misterio y no intentar ir más allá de las Escrituras especulando demasiado acerca de cómo funciona exactamente.
Oración
Señor, ayúdame a alabarte de un modo correcto y adecuado que te agrade. Ayúdame a centrarme en Jesús. Ayúdame a encontrar mi propósito en alabarte y en el disfrute para siempre de Ti.
2 Crónicas 7:11-9:31
Pacto de Dios con Salomón
11 Cuando Salomón terminó el templo del Señor y el palacio real, llevando a feliz término todo lo que se había propuesto hacer en ellos, 12 el Señor se le apareció una noche y le dijo:
«He escuchado tu oración, y he escogido este templo para que en él se me ofrezcan sacrificios. 13 Cuando yo cierre los cielos para que no llueva, o le ordene a la langosta que devore la tierra, o envíe pestes sobre mi pueblo, 14 si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. 15 Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar. 16 Desde ahora y para siempre escojo y consagro este templo para habitar en él. Mis ojos y mi corazón siempre estarán allí.
17 »En cuanto a ti, si me sigues como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene y cumples mis decretos y leyes, 18 yo afirmaré tu trono real, como pacté con tu padre David cuando le dije: “Nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel.”
19 »Pero si ustedes me abandonan, y desobedecen los decretos y mandamientos que les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses, 20 los desarraigaré de la tierra que les he dado y repudiaré este templo que he consagrado en mi honor. Entonces los convertiré en el hazmerreír de todos los pueblos. 21 Y aunque ahora este templo es imponente, llegará el día en que todo el que pase frente a él quedará asombrado y preguntará: “¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a este templo?” 22 Y le responderán: “Porque abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, que los sacó de Egipto, y se echaron en los brazos de otros dioses, a los cuales adoraron y sirvieron. Por eso el Señor ha dejado que les sobrevenga tanto desastre.” »
Otras actividades de Salomón
8Veinte años tardó el rey Salomón en construir el templo del Señor y su propio palacio. 2 Después de esto, reconstruyó las ciudades que le había entregado Hiram y las pobló con israelitas. 3 Luego marchó contra la ciudad de Jamat de Sobá y la conquistó. 4 Reconstruyó Tadmor, en el desierto, y todos los lugares de almacenamiento que había construido en Jamat. 5 Reconstruyó como ciudades fortificadas Bet Jorón la de arriba y Bet Jorón la de abajo, y les puso murallas, puertas y cerrojos. 6 Lo mismo hizo con Balat y con todos los lugares de almacenamiento que tenía, con los cuarteles para sus carros de combate y para su caballería, y con todo cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio bajo su dominio.
7-8 A los descendientes de los pueblos no israelitas (es decir, a los hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que quedaron en el país porque los israelitas no pudieron destruirlos), Salomón los sometió a trabajos forzados, y así continúan hasta el día de hoy. 9 Pero a los israelitas Salomón no los hizo trabajar como esclavos, sino que le servían como soldados, comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de caballería. 10 El rey Salomón tenía además doscientos cincuenta capataces que supervisaban a los obreros.
11 A la hija del faraón, Salomón la trasladó de la Ciudad de David al palacio que le había construido, pues dijo: «Mi esposa no debe vivir en el palacio de David, rey de Israel, porque los lugares donde ha estado el arca del Señor son sagrados.»
12 En el altar del Señor que había construido frente al atrio, Salomón ofrecía holocaustos al Señor 13 los días correspondientes, según lo ordenado por Moisés: los sábados, las fiestas de luna nueva, y las tres fiestas anuales, es decir, la de los Panes sin levadura, la de las Semanas y la de las Enramadas.
14 Conforme a lo dispuesto por su padre David, Salomón asignó turnos a los sacerdotes para prestar su servicio. A los levitas los estableció en sus cargos para entonar las alabanzas y para ayudar a los sacerdotes en los ritos diarios. También fijó turnos a los porteros en cada puerta, porque así lo había ordenado David, hombre de Dios. 15 Y se obedecieron todas las órdenes del rey en cuanto a los sacerdotes y levitas, y aun en lo referente a los tesoros.
16 Toda la obra de Salomón se llevó a cabo, desde el día en que se echaron los cimientos del templo hasta que se terminó de construirlo. Así el templo del Señor quedó perfectamente terminado.
17 Luego Salomón se dirigió a Ezión Guéber y a Elat, en la costa de Edom. 18 Hiram, por medio de sus oficiales, le envió a Salomón barcos y marineros expertos. Éstos y los oficiales de Salomón navegaron a Ofir y volvieron con unos quince mil kilos de oro, que le entregaron al rey Salomón.
La reina de Sabá visita a Salomón
9La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón, así que fue a verlo en Jerusalén para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. Llegó con un séquito muy grande; sus camellos llevaban perfumes, oro en abundancia y piedras preciosas. Al presentarse ante Salomón, le preguntó todo lo que tenía pensado, 2 y él respondió a todas sus preguntas. No hubo ningún asunto, por difícil que fuera, que Salomón no pudiera resolver. 3-4 La reina de Sabá se quedó atónita al ver la sabiduría de Salomón y el palacio que él había construido, los manjares de su mesa, los asientos que ocupaban sus funcionarios, el servicio y la ropa de sus criados y coperos, y los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor. 5 Entonces le dijo al rey: «¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es cierto! 6 No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad de tu extraordinaria sabiduría! Tú superas todo lo que había oído decir de ti. 7 ¡Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría! 8 ¡Y alabado sea el Señor tu Dios, que se ha deleitado en ti y te ha puesto en su trono para que lo representes como rey! En su amor por Israel, tu Dios te ha hecho rey de ellos para que gobiernes con justicia y rectitud, pues él quiere consolidar a su pueblo para siempre.»
9 Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, piedras preciosas y una gran cantidad de perfumes. Jamás volvió a haber perfumes como los que la reina de Sabá le obsequió al rey Salomón.
10 Además del oro de Ofir, los oficiales de Hiram y los de Salomón trajeron madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Con la madera, el rey construyó escalinatas para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Nunca antes se había visto en Judá algo semejante.
12 El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, lo cual fue más de lo que ella le dio al rey. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la atendían.
El esplendor de Salomón
13 La cantidad de oro que Salomón recibía anualmente llegaba a los veintidós mil kilos, 14 sin contar los impuestos que pagaban los mercaderes y comerciantes. También los reyes de Arabia y los gobernadores del país le llevaban oro y plata a Salomón.
15 El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro batido, en cada uno de los cuales se emplearon seis kilos y medio de oro. 16 Hizo además trescientos escudos más pequeños, también de oro batido, empleando en cada uno de ellos tres kilos de oro. Estos escudos los puso el rey en el palacio llamado «Bosque del Líbano».
17 El rey hizo también un gran trono de marfil, recubierto de oro puro. 18 El trono tenía seis peldaños, un estrado de oro, brazos a cada lado del asiento, dos leones de pie junto a los brazos 19 y doce leones de pie sobre los seis peldaños, uno en cada extremo. En ningún otro reino se había hecho algo semejante. 20 Todas las copas del rey Salomón y toda la vajilla del palacio «Bosque del Líbano» eran de oro puro. Nada estaba hecho de plata, pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada. 21 Cada tres años, la flota comercial del rey, que era tripulada por los oficiales de Hiram, regresaba de Tarsis trayendo oro, plata y marfil, monos y mandriles.
22 Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón sobrepasó a los demás reyes de la tierra. 23 Todos ellos procuraban visitarlo para oír la sabiduría que Dios le había dado, 24 y año tras año le llevaban regalos: artículos de plata y de oro, vestidos, armas y perfumes, y caballos y mulas.
25 Salomón tenía cuatro mil establos para sus caballos y sus carros de combate, y doce mil caballos que mantenía en las caballerizas y también en su palacio en Jerusalén.
26 El rey Salomón extendió su dominio sobre todos los reyes, desde el río Éufrates hasta Filistea y la frontera de Egipto. 27 Hizo que en Jerusalén la plata fuera tan común y corriente como las piedras, y el cedro tan abundante como las higueras de la llanura. 28 Sus caballos eran importados de Egipto y de todos los otros países.
Muerte de Salomón
29 Los demás acontecimientos del reinado de Salomón, desde el primero hasta el último, están escritos en las crónicas del profeta Natán, en la profecía de Ahías el silonita, y en las visiones del vidente Idó acerca de Jeroboán hijo de Nabat. 30 Salomón reinó en Jerusalén cuarenta años sobre todo Israel. 31 Cuando murió, fue sepultado en la ciudad de David, su padre, y su hijo Roboán lo sucedió en el trono.
Comentario
3. Integridad y pasión
Salomón llevó «a feliz término todo lo que se había propuesto hacer en ellos» (7:11), glorificando a Dios por medio de lo que había realizado.
El cronista centra su narración de los reinados de David y Salomón en la construcción del lugar para alabar a Dios, el templo de Jerusalén. Para él, todo lo demás de sus reinados se difuminaba virtualmente hasta la insignificancia. Construyeron la casa de alabanza y Dios los bendijo prolijamente.
La fama de Salomón se propagó (como leemos en los capítulos 8 y 9). La reina de Sabá vino a visitarlo y quedó tan fascinada por lo que vio (9:1–7) que hasta ella misma alabó al Señor (v.8). (Es interesante ver que, a la luz del Nuevo Testamento, no se plantea ninguna cuestión acerca del hecho que una mujer reine sobre una nación).
El esplendor de Salomón fue grande. Después de que hubiera construido el Templo, el Señor se le apareció y le dijo: «… si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra» (7:14).
Con justicia este versículo es famoso y se usa con frecuencia como una guía para la alabanza y la oración. En él vemos las condiciones para que nuestra alabanza sea íntegra. También vemos las condiciones necesarias para el reavivamiento. En él, vemos que necesitamos hacer cuatro cosas:
- Humillarnos
- Orar
- Buscar el rostro de Dios
- Abandonar nuestros malos caminos
Si lo hacemos, Dios promete que hará tres cosas:
- Escuchar desde el cielo
- Perdonar nuestro pecado
- Sanar la tierra
Oración
Señor, hoy quiero humillarme y orar, buscando Tu rostro y arrepintiéndome de mis pecados. Te pido que escuches desde el cielo y perdones nuestro pecado, sanando nuestra tierra. Que te glorifiquemos y te disfrutemos para siempre.
Añadidos de Pippa
2 Crónicas 8:11
«Mi esposa no debe vivir en el palacio de David, rey de Israel, porque los lugares donde ha estado el arca del Señor son sagrados».
Asumo que la hija del faraón no podía vivir ahí porque no alababa a Dios y ¡no por ninguna otra razón!
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Referencias
Nueva Versión Inernacional (NVI)
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