Seis claves para las buenas relaciones
Introducción
Chiara Lubich se reunió con unos amigos en el norte de Italia cuando tenía diecinueve años. Era 1939 y, mientras caían las bombas, ellos se hacían esta pregunta: «¿Habrá algún ideal que las bombas no puedan destruir?» Su respuesta fue: «Sí, el amor de Dios».
Habían experimentado el amor abrumador de Dios y querían compartirlo con otros. Ellos imitaron a Dios viviendo una vida de amor (Efesios 5:1-2), ayudaron a los necesitados, compartieron la poco comida que tenían, encontraron ropa para aquellos que no tenían y confortaron a los desamparados.
Tanta calidez emanaba de Chiara y de sus amigos, que la gente los llamaba «Focolares», que significa «hogar» o «chimenea». El Movimiento de los Focolares tiene ahora 2 millones de miembros en 182 países; los miembros de la comunidad de los Focolares hacen de esto su regla de vida las 24 horas al día, para así vivir por la regla de oro de Jesús: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes» (Mateo 7:12).
El amor es práctico. Chiara explicó: «Ama a la otra persona como a ti mismo \[...\] Imagina cómo sería el mundo si la regla de oro se pusiera en práctica no solo entre individuos, sino también entre grupos étnicos, pueblos y naciones, si todos amaramos a los otros países como al propio».
¿Cómo podemos imitar a Dios y vivir una vida de amor?
Salmos 112:1-10
Salmo 112
1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Dichoso el que teme al Señor,
el que halla gran deleite en sus mandamientos.
2 Sus hijos dominarán el país;
la descendencia de los justos será bendecida.
3 En su casa habrá abundantes riquezas,
y para siempre permanecerá su justicia.
4 Para los justos la luz brilla en las tinieblas.
¡Dios es clemente, compasivo y justo!
5 Bien le va al que presta con generosidad,
y maneja sus negocios con justicia.
6 El justo será siempre recordado;
ciertamente nunca fracasará.
7 No temerá recibir malas noticias;
su corazón estará firme, confiado en el Señor.
8 Su corazón estará seguro, no tendrá temor,
y al final verá derrotados a sus adversarios.
9 Reparte sus bienes entre los pobres;
su justicia permanece para siempre;
su poder será gloriosamente exaltado.
10 El malvado verá esto, y se irritará;
rechinando los dientes se irá desvaneciendo.
¡La ambición de los impíos será destruida!
Comentario
1. Ser lleno del Espíritu Santo
El Espíritu Santo es quien produce en ti una vida que imita a Dios. En este salmo, vemos el tipo de vida que Dios quiere que lleves, la cual incluye todos los frutos del Espíritu descrito por Pablo en Gálatas 5:22-23. Es una vida de:
- amor («compasivo», Salmo 112:4)
- alegría («deleite», v.1)
- paz («no tendrán temor», v.8)
- paciencia («su corazón estará firme», v.7)
- amabilidad («generosidad» \[…\] «equitativamente», v.5b (NTV); «reparte sus bienes entre los pobres», v.9)
- bondad («El justo será siempre recordado», v.6b)
- fidelidad («Su corazón estará seguro», v.8a)
- humildad («clemente», v.4b)
- dominio propio («A estas personas no las vencerá el mal», v.6a (NTV)).
Todo aquello se deriva de conocer a Dios, de pasar tiempo leyendo y meditando Su palabra: «¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Dichoso el que teme al Señor, el que halla gran deleite en sus mandamientos» (v.1).
Oración
Señor, ayúdame hoy a vivir una vida en la cual sobreabunde el fruto de tu Espíritu.
Efesios 4:17-5:7
Vivan como hijos de luz
17 Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos. 18 A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, éstos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios. 19 Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes.
20 No fue ésta la enseñanza que ustedes recibieron acerca de Cristo, 21 si de veras se les habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él. 22 Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; 23 ser renovados en la actitud de su mente; 24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.
25 Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. 26 «Si se enojan, no pequen.» No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, 27 ni den cabida al diablo. 28 El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados.
29 Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. 30 No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. 31 Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. 32 Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
5Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, 2 y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.
3 Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. 4 Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. 5 Porque pueden estar seguros de que nadie que sea avaro (es decir, idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6 Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia. 7 Así que no se hagan cómplices de ellos.
Comentario
2. Ser transformado a la semejanza de Jesús
Jesucristo dio el ejemplo supremo del amor dando su vida por nosotros. San Pablo escribe: «Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios» (5:1-2). Como san Atanasio escribió: «Dios se hizo como nosotros para que pudiéramos ser como Dios».
¿Cómo es esta «vida de amor»?
Pablo escribe acerca de cómo los efesios «conocieron a Cristo» (4:20, DHH), y cómo, al conocerlo, se les enseñó a «ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad» (vv.23-24).
¿Qué es «santidad»?
Pablo da seis ejemplos prácticos de santidad que constituyen seis claves para las buenas relaciones dentro de una iglesia santa (4:25-5:7):
- Autenticidad
Como lo indica The Message: «Lo que ello supone, entonces, es esto: no más mentiras, no más pretensiones. Dile a tu prójimo la verdad. Después de todo, en el cuerpo de Cristo estamos todos interconectados» (4:25, MSG).
Esta es una vida de honestidad e integridad. El peligro de hablar de «santidad» es que conduce a la intensidad. Pero hay una línea fina entre la santidad y el «soy más santo que tú», ¡entre ser piadoso y ser tóxico! La autenticidad nos libera para admitir que estamos lejos de ser perfectos. Podemos ser débiles. Esto nos aleja de la hipocresía.
- Pasión
«Continúa y enójate. Haces bien en estar enojado, pero no uses tu ira como combustible para la venganza. Y no permanezcas enojado. No te vayas a la cama enojado. No le des al demonio ese tipo de entrada en tu vida» (vv.26-27, MSG).
Aunque la ira no es intrínsecamente pecaminosa, a menudo conduce al pecado. En la ira, el demonio a veces encuentra un punto de entrada en nuestras vidas que fácilmente se convierte en una adicción. La ira es una emoción que necesitamos manejar con cuidado.
Por otro lado, hay un lado positivo de la ira; puede ser una emoción dada por Dios. Dios expresa ira (5:6), pero por supuesto lo hace bajo control. La ira de Jesús era una ira justa hacia el pecado. Así era el odio apasionado de Wilberforce contra la esclavitud que al final llevó a la abolición de la trata de esclavos.
- Trabajo y generosidad
«¿Robaste para saldar tus cuentas? Bueno, ¡pues no más! Consigue un trabajo honesto para que puedas ayudar a aquellos que no pueden trabajar» (v.28, MSG).
A menudo, la santidad es erróneamente entendida como la necesidad de separarnos de aquellos que consideramos impíos. Por ejemplo, distanciarnos quizá de los compañeros de trabajo. El argumento de Pablo es muy diferente; él ve el trabajo como parte de una vida santa. El trabajo en sí es bueno por la satisfacción que trae, pero también requiere empeño, lucha y un gran esfuerzo. Entonces, ¿por qué la gente va a trabajar por la mañana? Una respuesta es: para ser santos.
Pablo considera necesario decir que no roben más, lo cual sugiere que algunos miembros de la iglesia primitiva eran exdelincuentes. La iglesia claramente recibió y atendió a los exdelincuentes. En lugar de quitarles a los demás, ahora ellos deben contribuir en su entorno. La mejor manera de hacerlo es trabajando. El trabajo en sí es hacer algo «digno» y también compartir «generosamente con los que tienen necesidad» (v.28). Exdelincuentes o no, el trabajo es para todos una parte de aquello en lo que consiste ser santo.
- Exhortación
« Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan» (v.29).
Las palabras importan y lo que dices es de vital importancia: con ellas pues puedes reconfortar o desalentar a las personas. Usa tu boca siempre para alentar y para fortalecer a otros.
Animar es como un baño de sol verbal: no cuesta nada, pero calienta los corazones e incluso cambia vidas.
- Gracia
«Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (vv.31-32).
A veces tenemos la imagen de que una comunidad santa es un lugar donde toda la gente va por ahí aparentando ser santa sin querer que haya nadie que no sea santo entre ellos. Pero la imagen que Pablo dibuja dista mucho de esto.
La visión de Pablo de una iglesia santa es la de una comunidad que se libra de toda amargura, ira y calumnia, y acoge a los exdelincuentes, a aquellos que luchan con problemas en sus estilos de vida, a aquellos que están divorciados y a aquellos que se han equivocado. Es una comunidad de personas que necesitan perdón y un lugar donde el perdón fluye libremente, porque las personas perdonadas perdonan.
- Pureza
La iglesia da la bienvenida a todos, porque es amable, compasiva y clemente. Al mismo tiempo, estás llamado a una vida de pureza y sin que «haya ninguna inmoralidad sexual, impureza ni avaricia entre ustedes. Tales pecados no tienen lugar en el pueblo de Dios» (5:3).
Más que centrarte en tus propios pecados (vv.3-4a), estás llamado a centrarte en Dios en acción de gracias (v.4b). Aquí también hay una fuerte advertencia de parte de Pablo. Hay perdón por los pecados, pero aquellos que terminan estableciendo su ruta en contra de los caminos de Dios no heredarán su reino (v.5).
Oración
Señor, ayúdame hoy a vivir una vida de amor y a ser más como Jesús.
Isaías 63:1-65:16
El día de la venganza y la redención de Dios
63¿Quién es este que viene de Edom,
desde Bosra, vestido de púrpura?
¿Quién es este de espléndido ropaje,
que avanza con fuerza arrolladora?
«Soy yo, el que habla con justicia,
el que tiene poder para salvar.»
2 ¿Por qué están rojos tus vestidos,
como los del que pisa las uvas en el lagar?
3 «He pisado el lagar yo solo;
ninguno de los pueblos estuvo conmigo.
Los he pisoteado en mi enojo;
los he aplastado en mi ira.
Su sangre salpicó mis vestidos,
y me manché toda la ropa.
4 ¡Ya tengo planeado el día de la venganza!
¡El año de mi redención ha llegado!
5 Miré, pero no hubo quien me ayudara,
me asombró que nadie me diera apoyo.
Mi propio brazo me dio la victoria;
¡mi propia ira me sostuvo!
6 En mi enojo pisoteé a los pueblos,
y los embriagué con la copa de mi ira;
¡hice correr su sangre sobre la tierra!»
Alabanza y oración
7 Recordaré el gran amor del Señor,
y sus hechos dignos de alabanza,
por todo lo que hizo por nosotros,
por su compasión y gran amor.
¡Sí, por la multitud de cosas buenas
que ha hecho por los descendientes de Israel!
8 Declaró: «Verdaderamente son mi pueblo,
hijos que no me engañarán.»
Así se convirtió en el Salvador
9 de todas sus angustias.
Él mismo los salvó;
no envió un emisario ni un ángel.
En su amor y misericordia los rescató;
los levantó y los llevó en sus brazos
como en los tiempos de antaño.
10 Pero ellos se rebelaron
y afligieron a su santo Espíritu.
Por eso se convirtió en su enemigo,
y luchó él mismo contra ellos.
11 Su pueblo recordó los tiempos pasados,
los tiempos de Moisés:
¿Dónde está el que los guió a través del mar,
como guía el pastor a su rebaño?
¿Dónde está el que puso
su santo Espíritu entre ellos,
12 el que hizo que su glorioso brazo
marchara a la derecha de Moisés,
el que separó las aguas a su paso,
para ganarse renombre eterno?
13 ¿Dónde está el que los guió a través del mar,
como a caballo en el desierto,
sin que ellos tropezaran?
14 El Espíritu del Señor les dio descanso,
como a ganado que pasta en la llanura.
Fue así como guiaste a tu pueblo,
para hacerte un nombre glorioso.
15 Mira bien desde el cielo;
observa desde tu morada santa y gloriosa.
¿Dónde están tu celo y tu poder?
¡Se nos niega tu abundante compasión y ternura!
16 Pero tú eres nuestro Padre,
aunque Abraham no nos conozca
ni nos reconozca Israel;
tú, Señor, eres nuestro Padre;
¡tu nombre ha sido siempre «nuestro Redentor»!
17 ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos,
y endureces nuestro corazón
para que no te temamos?
Vuelve por amor a tus siervos,
por las tribus que son tu herencia.
18 Tu pueblo poseyó por un tiempo tu santuario,
pero ahora lo han pisoteado nuestros enemigos.
19 Estamos como si nunca nos hubieras gobernado,
como si nunca hubiéramos llevado tu nombre.
64¡Ojalá rasgaras los cielos, y descendieras!
¡Las montañas temblarían ante ti,
2 como cuando el fuego enciende la leña
y hace que hierva el agua!
Así darías a conocer tu nombre entre tus enemigos,
y ante ti temblarían las naciones.
3 Hiciste portentos inesperados cuando descendiste;
ante tu presencia temblaron las montañas.
4 Fuera de ti, desde tiempos antiguos
nadie ha escuchado ni percibido,
ni ojo alguno ha visto,
a un Dios que, como tú,
actúe en favor de quienes en él confían.
5 Sales al encuentro de los que, alegres,
practican la justicia y recuerdan tus caminos.
Pero te enojas si persistimos
en desviarnos de ellos.
¿Cómo podremos ser salvos?
6 Todos somos como gente impura;
todos nuestros actos de justicia
son como trapos de inmundicia.
Todos nos marchitamos como hojas:
nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.
7 Nadie invoca tu nombre,
ni se esfuerza por aferrarse a ti.
Pues nos has dado la espalda
y nos has entregado en poder de nuestras iniquidades.
8 A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre;
nosotros somos el barro, y tú el alfarero.
Todos somos obra de tu mano.
9 No te enojes demasiado, Señor;
no te acuerdes siempre de nuestras iniquidades.
¡Considera, por favor,
que todos somos tu pueblo!
10 Tus ciudades santas han quedado devastadas,
y hasta Sión se ha vuelto un desierto;
Jerusalén es una desolación.
11 Nuestro santo y glorioso templo,
donde te alababan nuestros padres,
ha sido devorado por el fuego.
Ha quedado en ruinas
todo lo que más queríamos.
12 Ante todo esto, Señor, ¿no vas a hacer nada?
¿Vas a guardar silencio y afligirnos sin medida?
Juicio y salvación
65«Me di a conocer a los que no preguntaban por mí;
dejé que me hallaran los que no me buscaban.
A una nación que no invocaba mi nombre,
le dije: “¡Aquí estoy!”
2 Todo el día extendí mis manos
hacia un pueblo rebelde,
que va por mal camino,
siguiendo sus propias ideas.
3 Es un pueblo que en mi propia cara
constantemente me provoca;
que ofrece sacrificios en los jardines
y quema incienso en los altares;
4 que se sienta entre los sepulcros
y pasa la noche en vigilias secretas;
que come carne de cerdo,
y en sus ollas cocina caldo impuro;
5 que dice: “¡Manténganse alejados!
¡No se me acerquen!
¡Soy demasiado sagrado para ustedes!”
Todo esto me fastidia como humo en la nariz;
¡es un fuego que arde todo el día!
6 »Ante mí ha quedado escrito;
no guardaré silencio. Les daré su merecido;
lo sufrirán en carne propia,
7 tanto por las iniquidades de ustedes
como por las de sus padres
—dice el Señor —.
Por cuanto ellos quemaron incienso en las montañas
y me desafiaron en las colinas,
les haré sufrir en carne propia
las consecuencias de sus acciones pasadas.»
8 Así dice el Señor:
«Cuando alguien encuentra un buen racimo de uvas,
dice: “No voy a dañarlo,
porque todavía tiene jugo”.
Del mismo modo actuaré yo por amor a mis siervos:
No los destruiré a todos.
9 De Jacob sacaré descendientes,
y de Judá, a los que poseerán mis montañas.
Las heredarán mis elegidos,
y allí morarán mis siervos.
10 Para mi pueblo que me busca,
Sarón será redil de ovejas;
el valle de Acor, corral de vacas.
11 »Pero a ustedes que abandonan al
y se olvidan de mi monte santo,
que para los dioses de la Fortuna y del Destino
preparan mesas y sirven vino mezclado,
12 los destinaré a la espada;
¡todos ustedes se inclinarán para el degüello!
Porque llamé y no me respondieron,
hablé y no me escucharon.
Más bien, hicieron lo malo ante mis ojos
y optaron por lo que no me agrada.»
13 Por eso, así dice el Señor omnipotente:
«Mis siervos comerán,
pero ustedes pasarán hambre;
mis siervos beberán,
pero ustedes sufrirán de sed;
mis siervos se alegrarán,
pero ustedes serán avergonzados.
14 Mis siervos cantarán
con alegría de corazón,
pero ustedes clamarán
con corazón angustiado;
¡gemirán con espíritu quebrantado!
15 Mis escogidos heredarán el nombre de ustedes
como una maldición.
El Señor omnipotente les dará muerte,
pero a sus siervos les dará un nombre diferente.
16 Cualquiera que en el país invoque una bendición,
lo hará por el Dios de la verdad;
y cualquiera que jure en esta tierra,
lo hará por el Dios de la verdad.
Las angustias del pasado han quedado en el olvido,
las he borrado de mi vista.
Comentario
3. Llegar a ser como el padre compasivo
El amor de Dios por Israel era como el de un padre: «Eres nuestro Padre» (63:16; 64:8, MSG). «Tú eres nuestro Padre viviente, nuestro Redentor, famoso desde la eternidad» (63:17, MSG).
Así como Dios amó al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, así mismo Dios te ama como un padre ama a sus hijos. Isaías habla de las bondades del Señor: «Recordaré el gran amor del Señor, y sus hechos dignos de alabanza, por todo lo que hizo por nosotros, por su compasión y gran amor. ¡Sí, por la multitud de cosas buenas que ha hecho por los descendientes de Israel! Declaró: “Verdaderamente son mi pueblo, hijos que no me engañarán”» (vv.7-8).
Dios nos ama a pesar de que: «Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios» (64:6, NTV).
Dios —así como cualquier padre humano—, sufre en nuestras tribulaciones o cuando nos extraviamos: «Cuando ellos sufrían, él también sufrió» (63:9a, NTV). «En su amor y su misericordia los rescató; los levantó y los llevó en brazos como en los tiempos de antaño» (v.9b).
Dios tiene planes para ti que ningún ojo ha visto, ningún oído ha oído y ninguna mente ha concebido (Isaías 64:4, 1 Corintios 2:9).
Oración
Señor, gracias porque me amas más que cualquier padre humano. Gracias porque soy capaz de amar a los que me rodean debido a Tu amor por mí.
Añadidos de Pippa
Efesios 4:26
«No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados».
¡No te vayas a la cama malhumorado!
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