¿Puede el leopardo quitarse sus manchas?
Introducción
Darrell Tunningley [JW1] empezó a consumir drogas a la edad de once años. Para cuando tenía dieciséis, vendía grandes cantidades y se hizo «cobrador de deudas». En cierta ocasión, hirió con un cortacésped la planta de los pies de alguien que le debía 300 libras esterlinas.
A los diecisiete años, Darrell participó en un robo armado por el que fue arrestado y condenado a cinco años y medio en prisión. Estando en la cárcel, hizo Alpha. Oró así: «Señor, si eres real, pruébalo. Quítame mi adicción y quita toda la ira que hay dentro de mí. Si haces eso por mí, viviré el resto de mi vida para Ti».
Cuando se levantó a la mañana siguiente, tomó un cigarro como era habitual, pero el solo pensamiento de tocarlo le hizo sentir náuseas físicamente. Lo tiró por la ventana de la celda, junto con todo su tabaco. Lo mismo hizo con sus drogas, las cuales tiró también por la ventana. Solo entonces dejó de sentir las náuseas.
Cuando se miró en el espejo no reconoció el reflejo, pues estaba sonriendo. Y no solo sonreía, estaba radiante. Desde aquel día no ha probado una droga, no ha fumado, no se ha emborrachado y no se ha metido en una sola pelea.
Empezó a dirigir Alpha dentro de la prisión y cientos de personas asistieron. Los guardianes de la prisión acudían a él pidiéndole consejo y dirección. Cuando dejó la prisión, se hizo asistente de una iglesia local dirigida por Mark Finch, pastor y magistrado local,. Se casó con la hija de Mark —Rebeca— y ahora tienen dos hijos.
Cuando entrevisté a Darrel, le pregunté qué había cambiado Jesús en su vida. Respondió: «No digo esto a la ligera, de verdad lo creo: Jesús es más importante que el aire que respiro» —y añadió—: «Él es mi cuerda de salvación, él es mi fortaleza. Él es todo; no podría vivir sin él y todo lo que hago es por medio de él y por él. Mi vida no sería como es, si él no fuera exactamente quien dijo ser». La vida de Darrell fue cambiada totalmente porque Jesús lo liberó de sus adicciones; su ira y pecado estaban destruyendo su vida.
¿Es posible para ti cambiar? Una de las cosas más difíciles en el mundo es romper con un mal hábito o dejar el pecado. En uno de los pasajes de hoy, Jeremías pregunta: «¿Puede el leopardo quitarse sus manchas?» (Jeremías 13:23).
Salmos 118:1-16
Salmo 118
1 Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
2 Que proclame el pueblo de Israel:
«Su gran amor perdura para siempre.»
3 Que proclamen los descendientes de Aarón:
«Su gran amor perdura para siempre.»
4 Que proclamen los que temen al Señor:
«Su gran amor perdura para siempre.»
5 Desde mi angustia clamé al Señor,
y él respondió dándome libertad.
6 El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
¿qué me puede hacer un simple mortal?
7 El Señor está conmigo, él es mi ayuda;
¡ya veré por los suelos a los que me odian!
8 Es mejor refugiarse en el
que confiar en el hombre.
9 Es mejor refugiarse en el
que fiarse de los poderosos.
10 Todas las naciones me rodearon,
pero en el nombre del Señor las aniquilé.
11 Me rodearon por completo,
pero en el nombre del Señor las aniquilé.
12 Me rodearon como avispas,
pero se consumieron como zarzas en el fuego.
¡En el nombre del Señor las aniquilé!
13 Me empujaron con violencia para que cayera,
pero el Señor me ayudó.
14 El Señor es mi fuerza y mi canto;
¡él es mi salvación!
15 Gritos de júbilo y victoria
resuenan en las casas de los justos:
«¡La diestra del Señor realiza proezas!
16 ¡La diestra del Señor es exaltada!
¡La diestra del Señor realiza proezas!»
Comentario
1. Cambiado por la ayuda de Dios
¿Tienes miedo de lo que la otra gente diga o piense de ti? ¿Estás preocupado por lo que te hagan, porque te traten injustamente o te rechacen?
Date cuenta de lo grande que es Dios y lo pequeños que son nuestros problemas en comparación con Su poder. El salmista da gracias al Señor por Su gran amor (vv.1–4). Escribe: «Desde mi angustia clamé al Señor, y él respondió dándome libertad» (v.5).
La libertad nos da una nueva perspectiva en la vida. El salmista se vuelve a Dios, sabiendo que se puede confiar en Él pase lo que pase: «El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal? El Señor está conmigo, él es mi ayuda; ¡ya veré por los suelos a los que me odian!» (vv.6–7).
Alaba a Dios hoy para que, como el salmista, puedas decir: «El Señor es mi fuerza y mi canto; ¡él es mi salvación!» (v.14).
Oración
Señor, gracias porque siempre estás conmigo, y porque eres quien me ayuda, me fortalece y eres mi salvación y mi canción.
Colosenses 2:6-23
Libertad en Cristo
6 Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, 7 arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.
8 Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo.
9 Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; 10 y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. 11 Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo. 12 Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos.
13 Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados 14 y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. 15 Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
16 Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. 17 Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo. 18 No dejen que les prive de esta realidad ninguno de esos que se ufanan en fingir humildad y adoración de ángeles. Los tales hacen alarde de lo que no han visto; y, envanecidos por su razonamiento humano, 19 no se mantienen firmemente unidos a la Cabeza. Por la acción de ésta, todo el cuerpo, sostenido y ajustado mediante las articulaciones y ligamentos, va creciendo como Dios quiere.
20 Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: 21 «No tomes en tus manos, no pruebes, no toques»? 22 Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso. 23 Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa.
Comentario
2. Cambiado por Jesús
A veces complicamos nuestra fe en exceso. Puede parecer que si quieres ser parte de la «elite espiritual», hay varias cosas extra que has de comprender o hacer. Pablo cuestiona abiertamente este tipo de falsa enseñanza.
Todo lo que necesitas es Jesús. No es cuestión de añadir nada a Jesús, sino de vivir lo que ya tienes en él: «Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó» (vv.6–7a).
Pablo advierte a los colosenses contra los falsos maestros que intentan embelesarlos con «la vana y engañosa filosofía» (v.8). «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud» (vv.9–10).
En su inmediato contexto, Pablo estaba diciendo a sus lectores que no tenían que ser circuncidados. Les explica que ya han sido circuncidados «no por mano humana», sino con la circuncisión que «efectuó Cristo» (v.11). Aquellos que han sido bautizados, no necesitan ser circuncidados (v.12). El bautismo simboliza algo incluso más extraordinario que la circuncisión: la muerte y resurrección.
Tú estás en Cristo. Por lo tanto, cuando Jesús murió, tú moriste en él. Cuando Jesús fue enterrado, en él fuiste sepultado, y cuando resucitó de entre los muertos, resucitaste con él (v.12). Así es como te liberaste de tu naturaleza pecadora, al «despojarte del cuerpo pecaminoso » (v.11) el cual murió con Cristo y fue sepultado con él. «Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo» (v.13).
Comprende la extraordinaria victoria de Jesús y piensa en ella: «Al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal» (vv.13–15).
En el mundo antiguo, los triunfos sobre los enemigos más odiados eran celebrados con espectáculos públicos (v.15). Se traían los botines de guerra, los cuales solían consistir en una larga cadena de prisioneros que habían desarmado.
Jesús lo ha hecho todo y, por tanto, no necesitas añadir nada: «Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo» (v.16). Todo lo que necesitas es a Cristo, por cuya «acción \[…\] todo el cuerpo, sostenido y ajustado mediante las articulaciones y ligamentos, va creciendo como Dios quiere» (v.19).
Oración
Señor Jesús, gracias porque con tu aparente derrota al ser colgado en la cruz por mí y por toda la raza humana, en realidad triunfaste sobre todos los poderes y autoridades de este oscuro mundo. Gracias porque me liberas del pecado, la adicción y la muerte. Ayúdame a no permitir nunca más que nadie ni nada me apresen.
Jeremías 11:18-13:27
18 El Señor me lo hizo saber y lo comprendí. Me mostró las maldades que habían cometido. 19 Pero yo era como un manso cordero que es llevado al matadero; no sabía lo que estaban maquinando contra mí, y que decían:
«Destruyamos el árbol con su fruto,
arranquémoslo de la tierra de los vivientes,
para que nadie recuerde más su nombre.»
20 Pero tú, Señor Todopoderoso,
que juzgas con justicia,
que pruebas los sentimientos y la mente,
¡Déjame ver cómo te vengas de ellos,
porque en tus manos he puesto mi causa!
21 «Por eso, así dice el Señor en contra de los hombres de Anatot, que buscan quitarte la vida y afirman: “¡No profetices en nombre del Señor, si no quieres morir a manos nuestras!” 22 Por eso, así dice el Señor Todopoderoso: “Voy a castigarlos. Los jóvenes morirán a filo de espada, y sus hijos y sus hijas se morirán de hambre. 23 No quedará ni uno solo de ellos. En el año de su castigo haré venir una calamidad sobre los hombres de Anatot.” »
Queja de Jeremías
12Tú, Señor, eres justo
cuando argumento contigo.
Sin embargo, quisiera exponerte
algunas cuestiones de justicia.
¿Por qué prosperan los malvados?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
2 Tú los plantas, y ellos echan raíces;
crecen y dan fruto.
Te tienen a flor de labio,
pero estás lejos de su corazón.
3 A mí, Señor, tú me conoces;
tú me ves y sabes lo que siento por ti.
Arrástralos, como ovejas, al matadero;
apártalos para el día de la matanza.
4 ¿Hasta cuándo estará seca la tierra,
y marchita la hierba de todos los campos?
Los animales y las aves se mueren
por la maldad de los que habitan el país,
quienes se atreven a decir:
«Dios no verá nuestro fin.»
Respuesta de Dios
5 «Si los que corren a pie han hecho que te canses,
¿cómo competirás con los caballos?
Si te sientes confiado en una tierra tranquila,
¿qué harás en la espesura del Jordán?
6 Aun tus hermanos, los de tu propia familia,
te han traicionado y gritan contra ti.
Por más que te digan cosas agradables,
no confíes en ellos.
7 »He abandonado mi casa,
he rechazado mi herencia,
he entregado a mi pueblo amado
en poder de sus enemigos.
8 Mis herederos se han comportado conmigo
como leones en la selva.
Lanzan rugidos contra mí;
por eso los aborrezco.
9 Mi heredad es para mí
como un ave de muchos colores
acosada por las aves de rapiña.
¡Vayan y reúnan a todos los animales salvajes!
¡Tráiganlos para que la devoren!
10 Muchos pastores han destruido mi viña,
han pisoteado mi terreno;
han hecho de mi hermosa parcela
un desierto desolado.
11 La han dejado en ruinas,
seca y desolada ante mis ojos;
todo el país ha sido arrasado
porque a nadie le importa.
12 Sobre todas las lomas del desierto
vinieron depredadores.
La espada del Señor destruirá al país
de un extremo al otro,
y para nadie habrá paz.
13 Sembraron trigo y cosecharon espinos;
¡de nada les valió su esfuerzo!
Por causa de la ardiente ira del
se avergonzarán de sus cosechas.»
14 Así dice el Señor: «En cuanto a todos los vecinos malvados que tocaron la heredad que le di a mi pueblo Israel, los arrancaré de sus tierras, y a la tribu de Judá la quitaré de en medio de ellos. 15 Después que los haya desarraigado, volveré a tener compasión de ellos, y los haré regresar, cada uno a su heredad y a su propio país. 16 Y si aprenden bien los caminos de mi pueblo y, si así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden a jurar por mi nombre y dicen: “Por la vida del Señor”, entonces serán establecidos en medio de mi pueblo. 17 Pero a la nación que no obedezca, la desarraigaré por completo y la destruiré», afirma el Señor.
El cinturón de lino
13Así me dijo el Señor: «Ve y cómprate un cinturón de lino, y póntelo en la cintura, pero no lo metas en agua.»
2 Conforme a las instrucciones del Señor, compré el cinturón y me lo puse en la cintura. 3 Entonces el Señor me dijo por segunda vez: 4 «Toma el cinturón que has comprado y que tienes puesto en la cintura, y ve a Perat, y escóndelo allí, en la grieta de una roca.» 5 Fui entonces y lo escondí en Perat, tal como el Señor me lo había ordenado.
6 Al cabo de muchos días, el Señor me dijo: «Ve a Perat y busca el cinturón que te mandé a esconder allí.» 7 Fui a Perat, cavé y saqué el cinturón del lugar donde lo había escondido, pero ya estaba podrido y no servía para nada.
8 Entonces el Señor volvió a decirme: 9 «Así dice el Señor: “De esta misma manera destruiré el orgullo de Judá y el gran orgullo de Jerusalén. 10 Este pueblo malvado, que se niega a obedecerme, que sigue la terquedad de su corazón y va tras otros dioses para servirlos y adorarlos, será como este cinturón, que no sirve para nada. 11 Porque así como el cinturón se ajusta a la cintura del hombre, así procuré que todo el pueblo de Israel y toda la tribu de Judá se ajustaran a mí —afirma el Señor — para que fueran mi pueblo y mi renombre, mi honor y mi gloria. ¡Pero no obedecieron!”
Los cántaros rotos
12 »Diles también lo siguiente: “Así dice el Señor, el Dios de Israel: ‘Todo cántaro se llenará de vino.’ Y si ellos te dicen: ‘¿Acaso no sabemos bien que todo cántaro se debe llenar de vino?’, 13 entonces les responderás que así dice el Señor: ‘Voy a llenar de vino a todos los habitantes de este país: a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Haré que se despedacen unos a otros, padres e hijos por igual. No les tendré piedad ni lástima, sino que los destruiré sin compasión.’ Lo afirma el Señor.” »
Advertencia oportuna
15 ¡Escúchenme, préstenme atención!
¡No sean soberbios, que el Señor mismo lo ha dicho!
16 Glorifiquen al Señor su Dios,
antes de que haga venir la oscuridad
y ustedes tropiecen contra los montes sombríos.
Ustedes esperan la luz,
pero Él la cambiará en densas tinieblas;
¡la convertirá en profunda oscuridad!
17 Pero si ustedes no obedecen,
lloraré en secreto
por causa de su orgullo;
mis ojos llorarán amargamente
y se desharán en lágrimas,
porque el rebaño del
será llevado al cautiverio.
18 Di al rey y a la reina madre:
«¡Humíllense, siéntense en el suelo,
que ya no ostentan sobre su cabeza
la corona de gloria!»
19 Las ciudades del Néguev están cerradas,
y no hay quien abra sus puertas.
Todo Judá se ha ido al destierro,
exiliado en su totalidad.
20 Alcen los ojos y miren
a los que vienen del norte.
¿Dónde está el rebaño que te fue confiado,
el rebaño que era tu orgullo?
21 ¿Qué dirás cuando el Señor te imponga como jefes
a los que tú mismo enseñaste
a ser tus aliados predilectos?
¿No tendrás dolores
como de mujer de parto?
22 Y si preguntas:
«¿Por qué me pasa esto?»,
¡por tus muchos pecados
te han arrancado las faldas
y te han violado!
23 ¿Puede el etíope cambiar de piel,
o el leopardo quitarse sus manchas?
¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien,
acostumbrados como están a hacer el mal!
24 «Los dispersaré como a la paja
que arrastra el viento del desierto.
25 Esto es lo que te ha tocado en suerte,
¡la porción que he medido para ti!
—afirma el Señor —.
Ya que me has olvidado,
y has confiado en la mentira,
26 ¡yo también te alzaré las faldas
hasta cubrirte el rostro
y descubrir tus vergüenzas!
27 He visto tus adulterios,
tus relinchos,
tu vergonzosa prostitución
y tus abominaciones,
en los campos y sobre las colinas.
¡Ay de ti, Jerusalén!
¿Hasta cuándo seguirás en tu impureza?»
Comentario
3. Cambiado por las pruebas
No tengas miedo a la presión. La presión es lo que transforma un pedazo de carbón en un diamante. La vida puede ser vista como una serie de pruebas. Para probar las cosas, las sometemos a presión. A Dios le interesa más cómo crecen tu corazón y tu mente cuando son probados; Él prueba «los sentimientos y la mente» (11:20).
A Dios no le impresiona lo que digamos que vamos a hacer en el futuro; le impresiona lo que hacemos cuando estamos sometidos a presión. El progreso en la vida y en el ministerio sucede cuando eres probado y superas la prueba. Jeremías fue probado, tenía la nada envidiable tarea de avisar al pueblo de que estaban a punto de partir al exilio, de que «el rebaño del Señor será llevado al cautiverio» (13:17).
Como consecuencia, fue muy poco popular y recibió constantes ataques. Dios le reveló uno de los complots contra él: «El Señor me lo hizo saber y lo comprendí. Me mostró las maldades que habían cometido El Señor me lo hizo saber y lo comprendí. Me mostró las maldades que habían cometido» (11:18). Se volvió a Dios en petición de ayuda: «…en tus manos he puesto mi causa \[…\] quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia» (11:20; 12:1). [TB1]
Dios le avisó de que vendrían cosas todavía peores: «Si los que corren a pie han hecho que te canses, ¿cómo competirás con los caballos?» (v.5).
Jeremías exhorta al pueblo a que enderece sus caminos, diciéndoles: «¿Puede el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, acostumbrados como están a hacer el mal!» (13:23).
Es difícil cambiar; es difícil pasar la prueba. Pero el Nuevo Testamento nos dice que cambiar es posible por medio de Jesús. La vida de Darrell Tunningley es solo un ejemplo de cómo esto es algo que sigue sucediendo hoy en día. Un leopardo puede quitarse sus manchas.
Oración
Señor, ayúdame cuando sea probado e intente estar a la altura de la prueba. Gracias porque es posible cambiar con Tu ayuda y por el poder de la victoria de Jesús en la cruz. Oro para que mi vida sea transformada y continúe proclamando a Jesús y su poder de cambiarme.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Salmo 118:7
«El Señor está conmigo, él es mi ayuda».
Hoy es un día con muchas ocupaciones. Dependo de Su ayuda y Su presencia conmigo durante todo el día.
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Referencias
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Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.