Cómo orar
Introducción
La oración es la actividad más importante de tu vida. Es la principal manera en la que desarrollas una relación con tu Padre del cielo. Si amas a alguien, naturalmente querrás pasar tiempo en su presencia comunicándote con esa persona. Como en cualquier relación, la comunicación puede adoptar muchas formas diferentes. Lancelot Andrewes (1555–1626), uno de los más grandes teólogos y predicadores de su tiempo, escribió dos listas en su libro Private Devotions (Devociones privadas):
Primero, escribió una lista de los tiempos de oración en la Biblia:
«Siempre...
Sin cesar...
En todo tiempo...
Tres veces al día...
Tarde, mañana y mediodía...
Siete veces al día...
Por la mañana, un buen rato antes del día...
Al alba...
La hora tercera...
Sobre la hora sexta...
La hora de la oración, la novena...
La tarde...
Por la noche...
A medianoche...»
Después, escribió una lista de los lugares de oración en la Biblia:
«En la asamblea... y en la congregación...
Tu armario...
Una habitación alta...
Un tejado...
El templo...
En la orilla...
Un huerto...
En sus camas...
Un lugar desierto...
En todo lugar...»
No hay límite para los tiempos, lugares y maneras diferentes en las que puedes orar.
Salmos 119:49-56
49 Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo,
palabra con la que me infundiste esperanza.
50 Éste es mi consuelo en medio del dolor:
que tu promesa me da vida.
51 Los insolentes me ofenden hasta el colmo,
pero yo no me aparto de tu ley.
52 Me acuerdo, Señor, de tus juicios de antaño,
y encuentro consuelo en ellos.
53 Me llenan de indignación los impíos,
que han abandonado tu ley.
54 Tus decretos han sido mis cánticos
en el lugar de mi destierro.
55 Señor, por la noche evoco tu nombre;
¡quiero cumplir tu ley!
56 Lo que a mí me corresponde
es obedecer tus preceptos.
Comentario
1. La palabra de Dios, la canción y la oración en la noche
La oración es comunicación en dos sentidos. La oración conlleva escuchar a Dios tanto como hablarle. La manera principal en la que hoy escuchamos a Dios es por medio de Su palabra. Jesús es la Palabra de Dios (Juan 1:1) y toda la Biblia consiste en él. Al estudiar la Biblia, pide que Dios te hable por medio de ella.
Esto te dará «esperanza» (Salmo 119:49) en medio de todas las dificultades de la vida: «Este es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida» (v.50). Encontrarás consuelo en las palabras de Dios para ti (v.52).
Estas palabras también inspiran nuestra alabanza a Dios: «Tus decretos han sido mis cánticos» (v.54). Muchos de los más grandes himnos y canciones de alabanza están basados en las palabras de la Biblia.
No tienes que limitar tus oraciones a las horas diurnas. «Señor, por la noche evoco tu nombre» (v.55a): esta es una de las mejores maneras de usar los tiempos de vigilia durante la noche. ¡Incluso puede llegar a ser una cura contra el insomnio!
Oración
Señor, te pido que hoy me hables por medio de Tu palabra y me traigas esperanza y consuelo. Ayúdame a orar.
1 Timoteo 2:1-15
Instrucciones sobre la adoración
2Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, 2 especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. 3 Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, 4 pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. 5 Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo, 7 y para proclamarlo me nombró heraldo y apóstol. Digo la verdad y no miento: Dios me hizo maestro de los gentiles para enseñarles la verdadera fe.
8 Quiero, pues, que en todas partes los hombres levanten las manos al cielo con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas.
9 En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. 10 Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
11 La mujer debe aprender con serenidad, con toda sumisión. 12 No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe mantenerse ecuánime. 13 Porque primero fue formado Adán, y Eva después. 14 Además, no fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en pecado. 15 Pero la mujer se salvará siendo madre y permaneciendo con sensatez en la fe, el amor y la santidad.
Comentario
2. Peticiones, oraciones, intercesión, acción de gracias y alzar las manos
¿Cuál es tu principal prioridad? En palabras de The Message, Pablo escribe: «Lo primero que quiero que hagas es orar. Ora de todas las maneras que sepas, por todos los que conoces» (v.1, MSG).
¿Te has quejado alguna vez del gobierno o de nuestros políticos? Si quieres un buen gobierno, debes orar por él. Pablo da prioridad a la oración «por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna» (v.2).
Si vives en un país que tiene un gobierno relativamente estable, da gracias a Dios y ora por una estabilidad continuada. En muchas partes del mundo, la gente sufre a causa de gobiernos inestables y tiranías. El imperio de la ley era una alta prioridad en las oraciones del apóstol Pablo.
Allí donde hay un gobierno bueno y pacífico, se puede hacer más fácil propagar el evangelio y que la mayor cantidad de gente posible escuche el mensaje. «Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad» (vv.3-4). Dios ama a cada ser humano y nadie está destinado a perderse, pues Él quiere que todos se salven.
Jesús murió por todos nosotros. Él «dio su vida como rescate por todos» (v.6). Este es un bello resumen de la obra de Jesús: Por medio de su mediación y el rescate que él pagó, es posible que todos experimenten una relación íntima con el Padre.
Ora «para que todos lo conozcan» (v.1, MSG). Esto incluye tu familia, amigos, vecinos y cualquier persona por la que el Espíritu Santo te impulse a orar.
Es interesante señalar de paso que había una expectativa de que el pueblo alzaría las manos en oración. «Quiero, pues, que en todas partes los hombres oren, levantando las manos al cielo con pureza de corazón» (v.8). Se daba por supuesto que los cristianos, como los judíos, levantarían sus manos en oración (v.8).
Aquella era la forma tradicional de oración. Suelo bromear diciendo que «si llegas a una iglesia y ves a todo el mundo con las manos alzadas en el aire, has de decir: “He aquí una iglesia tradicional practicando formas antiguas de alabanza”. Si todos tienen las manos abajo también está bien. Simplemente, di: “He aquí una iglesia moderna, que marca tendencia, ¡experimentando nuevas formas de alabanza!”».
Al final del pasaje de hoy hay una sección difícil de explicar (vv.9–15). Muchas de las interpretaciones de este pasaje en verdad no encajan con el resto del Nuevo Testamento, donde está claro que las mujeres tuvieron papeles de liderazgo dentro de la iglesia. Pablo habla de las mujeres como apóstoles y diáconos (Romanos 16). Él espera de ellas que oren y profeticen en la asamblea (1 Corintios 11).
Pablo escribe también que Cristo ha terminado con la desunión y el prejuicio basados en los géneros: en Cristo no hay «hombre ni mujer» (Gálatas 3:28). En el ministerio de Jesús, leemos acerca de María de Betania que se sentaba a los pies de Jesús. En otras palabras, ella se unió a los hombres haciéndose una discípula y una alumna (Lucas 10:38-42).
El argumento básico de Pablo es insistir en que también debe permitirse que las mujeres aprendan (1 Timoteo 2:11) y estudien como cristianas. Para hacerlo, necesitaban ejercer la humildad y no dominar los procedimientos. La palabra que Pablo usa aquí para «autoridad» (authentein) se usa en otros lugares para maneras de liderazgo brutales y dominantes, así que probablemente se refiere a problemas particulares surgidos en esa congregación en vez de ser un comentario más general acerca del liderazgo de las mujeres.
Como expresa la traducción The Message: «Quiero que las mujeres entren allí con los hombres en humildad ante Dios \[...\] haciendo algo hermoso para Dios y haciéndose hermosas al hacerlo» (vv.9-10, MSG).
Oración
Señor, hoy oro en particular por aquellos que desempeñan un papel de autoridad. Que el imperio de la ley se establezca y que la gente pueda vivir una vida pacífica y tranquila en santidad y devoción a Dios.
Jeremías 35:1-37:21
El ejemplo de los recabitas
35La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: 2 «Ve a la familia de los recabitas, e invítalos para que vengan a una de las salas de la casa del Señor, y ofréceles vino.»
3 Entonces fui a buscar a Jazanías, hijo de mi tocayo Jeremías y nieto de Jabasinías, y a sus hermanos y a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas. 4 Los llevé a la casa del Señor, a la sala de los hijos de Janán hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los jefes, que a su vez estaba encima de la de Maseías hijo de Salún, guardián del umbral. 5 Les serví a los recabitas jarras y copas llenas de vino, y les dije: «¡Beban!»
6 Ellos me respondieron: «Nosotros no bebemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado, nos ordenó lo siguiente: “Nunca beban vino, ni ustedes ni sus descendientes. 7 Tampoco edifiquen casas, ni siembren semillas, ni planten viñedos, ni posean ninguna de estas cosas. Habiten siempre en tiendas de campaña, para que vivan mucho tiempo en esta tierra donde son extranjeros.” 8 Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado. Nunca bebemos vino, ni tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos. 9 No edificamos casas para habitarlas; no poseemos viñedos ni campos sembrados. 10 Vivimos en tiendas de campaña y obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, nuestro antepasado. 11 Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: “Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babiloniosirio”
12 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías: 13 «Así dice el SeñorTodopoderoso, el Dios de Israel: “Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No pueden aprender esta lección, y obedecer mis palabras? —afirma el Señor —. 14 Los descendientes de Jonadab hijo de Recab han cumplido con la orden de no beber vino, y hasta el día de hoy no lo beben porque obedecen lo que su antepasado les ordenó. En cambio ustedes, aunque yo les he hablado en repetidas ocasiones, no me han hecho caso. 15 Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que yo les he dado a ustedes y a sus antepasados.’ Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso. 16 Los descendientes de Jonadab hijo de Recab cumplieron la orden dada por su antepasado; en cambio, este pueblo no me obedece.”
17 »Por eso, así dice el Señor, Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: “Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya les he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron.” »
18 Jeremías también les dijo a los recabitas: «Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: “Por cuanto ustedes han obedecido las órdenes de Jonadab, su antepasado, y han cumplido con todos sus mandamientos y han hecho todo lo que él les ordenó, 19 así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Nunca le faltará a Jonadab hijo de Recab un descendiente que esté a mi servicio todos los días.’” »
El rey Joacim quema el rollo de Jeremías
36Esta palabra del Señor vino a Jeremías en el año cuarto del rey Joacim hijo de Josías: 2 «Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de las otras naciones. 3 Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino y pueda yo perdonarles su iniquidad y su pecado.»
4 Jeremías llamó a Baruc hijo de Nerías, y mientras le dictaba, Baruc escribía en el rollo todo lo que el Señor le había dicho al profeta. 5 Luego Jeremías le dio esta orden a Baruc: «Estoy detenido y no puedo ir a la casa del Señor. 6 Por tanto, ve a la casa del Señor en el día de ayuno, y lee en voz alta ante el pueblo de Jerusalén las palabras del Señor que te he dictado y que escribiste en el rollo. Léeselas también a toda la gente de Judá que haya venido de sus ciudades. 7 ¡A lo mejor su oración llega a la presencia del Señor y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a este pueblo!»
8 Baruc hijo de Nerías hizo tal y como le había ordenado el profeta Jeremías: Leyó en la casa del Señor las palabras contenidas en el rollo.
9 En el mes noveno del año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, todo el pueblo de Jerusalén y todos los que habían venido de las otras ciudades de Judá fueron convocados a ayunar en honor del Señor. 10 Baruc se dirigió al atrio superior de la casa del Señor, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías.
11 Micaías hijo de Guemarías, nieto de Safán, escuchó todas las palabras del Señor que estaban escritas en el rollo. 12 Entonces bajó al palacio del rey, a la sala del cronista, donde estaban reunidos todos los jefes, es decir, el cronista Elisama, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Guemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los demás jefes. 13 Micaías les contó todo lo que había escuchado de lo que Baruc había leído ante el pueblo. 14 Entonces todos los jefes enviaron a Yehudi hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, para que le dijera a Baruc: «Toma el rollo que has leído ante el pueblo, y ven.» Baruc hijo de Nerías lo tomó y se presentó ante ellos. 15 Los jefes le dijeron:
—Siéntate y léenos lo que está en el rollo.
Baruc lo leyó ante ellos. 16 Terminada la lectura, se miraron temerosos unos a otros y le dijeron:
—Tenemos que informar de todo esto al rey.
17 Luego le preguntaron a Baruc:
—Dinos, ¿cómo fue que escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías?
18 —Sí —les respondió Baruc—, él me lo dictó, y yo lo escribí con tinta, en el rollo.
19 Entonces los jefes le dijeron a Baruc:
—Tú y Jeremías, vayan a esconderse. ¡Que nadie sepa donde están!
20 Después de dejar el rollo en la sala del cronista Elisama, los jefes se presentaron en el atrio, delante del rey, y lo pusieron al tanto de todo lo ocurrido. 21 El rey envió a Yehudi a buscar el rollo, y Yehudi lo tomó de la sala de Elisama y lo leyó en presencia del rey y de todos los jefes que estaban con él. 22 Era el mes noveno, y por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un brasero encendido. 23 A medida que Yehudi terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con un estilete de escriba y las echaba al fuego del brasero. Así lo hizo con todo el rollo, hasta que éste se consumió en el fuego. 24 Ni el rey ni los jefes que escucharon todas estas palabras tuvieron temor ni se rasgaron las vestiduras. 25 Esto sucedió a pesar de que Elnatán, Delaías y Guemarías le habían suplicado al rey que no quemara el rollo; pero el rey no les hizo caso. 26 Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdel que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido.
27 Luego que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías le había dictado a Baruc, la palabra del Señor vino a Jeremías: 28 «Toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá. 29 Y adviértele a Joacim que así dice el Señor: “Tú quemaste aquel rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que con toda seguridad el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra, y a borrar de ella a toda persona y animal?’” 30 Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, rey de Judá: “Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David; su cadáver será arrojado, y quedará expuesto al calor del día y a las heladas de la noche. 31 Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso.” »
32 Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc hijo de Nerías. Baruc escribió en el rollo todo lo que Jeremías le dictó, lo cual era idéntico a lo escrito en el rollo quemado por el rey Joacim. Se agregaron, además, muchas otras cosas semejantes.
Encarcelamiento de Jeremías
37Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso como rey de Judá a Sedequías hijo de Josías, en lugar de Jeconías hijo de Joacim. 2 Pero ni Sedequías ni sus siervos ni la gente de Judá hicieron caso a las palabras que el Señor había hablado a través del profeta Jeremías. 3 No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y al sacerdote Sofonías hijo de Maseías a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios.»
4 Mientras tanto, Jeremías se movía con total libertad entre la gente, pues todavía no lo habían encarcelado. 5 Por otra parte, el ejército del faraón había salido de Egipto. Y cuando los babilonios, que estaban sitiando a Jerusalén, se enteraron de la noticia, emprendieron la retirada.
6 La palabra del Señor vino al profeta Jeremías: 7 «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: ‘El ejército del faraón, que salió para apoyarlos, se volverá a Egipto. 8 Los babilonios regresarán para atacar esta ciudad, y la capturarán y la incendiarán.’”
9 »Así dice el Señor: “No se hagan ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar. ¡Se equivocan! No se van a retirar. 10 Y aunque ustedes derrotaran a todo el ejército babilonio, y sólo quedaran en sus campamentos algunos hombres heridos, éstos se levantarían e incendiarían esta ciudad.” »
11 Cuando por causa de la incursión del ejército del faraón el ejército de Babilonia se retiró de Jerusalén, 12 Jeremías quiso trasladarse de Jerusalén al territorio de Benjamín para tomar posesión de una herencia. 13 Pero al llegar a la puerta de Benjamín, un capitán de la guardia llamado Irías, hijo de Selemías y nieto de Jananías, detuvo al profeta Jeremías y lo acusó:
—¡Estás por pasarte a los babilonios!
14 Jeremías respondió:
—¡Mentira, no voy a pasarme a los babilonios!
Pero Irías no le hizo caso, sino que lo detuvo y lo llevó ante los jefes. 15 Éstos estaban enfurecidos contra Jeremías, así que luego de golpearlo lo encarcelaron en la casa del cronista Jonatán, ya que la habían convertido en prisión. 16 Así Jeremías fue encerrado en un calabozo subterráneo, donde permaneció mucho tiempo.
17 El rey Sedequías mandó que trajeran a Jeremías al palacio, y allí le preguntó en secreto:
—¿Has recibido alguna palabra del Señor?
—Sí —respondió Jeremías—, Su Majestad será entregado en manos del rey de Babilonia.
18 A su vez, Jeremías le preguntó al rey Sedequías:
—¿Qué crimen he cometido contra Su Majestad, o contra sus ministros o este pueblo, para que me hayan encarcelado? 19 ¿Dónde están sus profetas, los que profetizaban que el rey de Babilonia no los atacaría ni a ustedes ni a este país? 20 Pero ahora, ruego a Su Majestad me preste atención. Le pido que no me mande de vuelta a la casa del cronista Jonatán, no sea que yo muera allí.
21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y que, mientras hubiera pan en la ciudad, todos los días le dieran una porción del pan horneado en la calle de los Panaderos. Así fue como Jeremías permaneció en el patio de la guardia.
Comentario
3. Escucha a Dios y ora por los demás
¿Alguna vez te has sentido desanimado por el hecho de que mucha gente parece no estar interesada por las palabras de Dios ni por obedecerlas?
Dios habló a Jeremías, el cual dijo que Dios «desde los tiempos de Josías \[…\] comenzó a hablarle» (36:2). Jeremías dictó a Baruc «todo lo que el Señor le había dicho» (v.4).
Una y otra vez «la palabra del Señor vino a Jeremías» (por ejemplo, en el pasaje de hoy 35:1,12; 36:1,27; 37:6). Presumiblemente, Jeremías escuchó la palabra de Dios al estar orando.
Jeremías urgió al pueblo a escuchar a Dios, quien había hablado «en repetidas ocasiones» (35:14). Les dijo: «Porque les hablé y no me obedecieron» (v.17).
A pesar del hecho de que el Señor estaba hablando por medio de Su profeta Jeremías, el rey Joacim se negó a escuchar las advertencias de sus consejeros (36:25). Jeremías había escrito de manera laboriosa las palabras de Dios en un rollo con tinta y pluma. Pero Joacim, que estaba sentado frente a un fuego de carbón calentándose, rasgó todo el rollo y lo quemó trozo a trozo (v.23).
Jeremías tuvo que sentirse devastado al oír lo que el rey había hecho con todo su arduo trabajo. Dios le dice a Jeremías «toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo» (v.28). El rechazo personal no le detuvo. Como Jeremías, tenemos que estar dispuestos a seguir adelante incluso aunque nuestro mensaje sea rechazado: «escribe exactamente lo mismo».
El desastre sucedió «porque no me hicieron caso» (v.31). Cuando Sedequías fue hecho rey «ni Sedequías ni sus siervos ni la gente de Judá hicieron caso a las palabras que el Señor había hablado a través del profeta Jeremías» (37:2). Maltrataron a Jeremías y rechazaron su palabra. Pero, a pesar de su rechazo a escuchar, las autoridades reconocieron el poder de las oraciones de Jeremías. El rey Sedequías envió un mensaje al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios» (v.3).
Más adelante fue arrestado, golpeado y encarcelado (vv.14-15). Fue «encerrado en un calabozo subterráneo, donde permaneció mucho tiempo» (v.16). Pero cuando fue sacado de su calabozo subterráneo para ver al rey y le preguntaron «¿Has recibido alguna palabra del Señor?»(v.17), tuvo el valor de volver a hablar. Estaba a merced del rey y aun así no tuvo ningún miedo.
Oración
Señor, ayúdame a escuchar atentamente en mis oraciones Tus palabras y a tener la valentía de anunciarlas independientemente de las consecuencias.
Añadidos de Pippa
Jeremías 37:15
«Estos estaban enfurecidos contra Jeremías, así que luego de golpearlo lo encarcelaron en la casa del cronista Jonatán, ya que la habían convertido en prisión».
Jeremías no tenía una labor fácil, estaba llamado a advertir a la nación judía de la destrucción que estaba a punto de llegar. No era popular ni era fácil ir en contra de la corriente. Jeremías es un ejemplo que nos anima a seguir adelante a pesar de que las cosas se pongan cuesta arriba.
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Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.
Alexander Whyte (Ed), Lancelot Andrewes and His Private Devotions, (Apocryphile Press, 2008). No está en español.
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Scripture marked (MSG) taken from The Message