Día 292

La vida de un líder

Sabiduría Salmos 119:57-64
Nuevo Testamento 1 Timoteo 3:1-16
Antiguo Testamento Jeremías 38:1-40:6

Introducción

David Cameron, el ex primer ministro británico, declaró: «En los tiempos difíciles, lo que necesitamos es liderazgo». Un buen liderazgo es vital en todo tiempo, en todo lugar y en todas las áreas de la vida. Pero, ¿en qué consiste un buen liderazgo?

«El liderazgo es una potente combinación de estrategia y carácter. Pero si tuvieras que prescindir de uno de los dos, prescinde de la estrategia». Estas palabras son del general Norman Schwarzkopf, comandante de la coalición de fuerzas de la Guerra del Golfo de 1991. El carácter es lo que de verdad importa y lo único que al final cuenta.

En nuestra iglesia hacemos la distinción entre aquellos que «están en camino» y aquellos en posiciones de liderazgo. La iglesia no es un museo que exhibe gente perfecta. Es un hospital en el sentido tradicional de la palabra, un lugar de hospitalidad y restauración. Es un lugar donde los heridos, los lastimados, los quebrantados y los pueden encontrar sanación. Es una comunidad de pecadores en la que acogemos a todos independientemente de su estilo de vida. Tenemos una puerta principal muy ancha y todos son bienvenidos.

Por otro lado, no ponemos a la gente en posiciones de liderazgo si su estilo de vida está en contradicción con el Nuevo Testamento. El liderazgo no solo es funcional, también requiere la responsabilidad de vivir como ejemplo para los demás. Los líderes son modelos para el resto de la congregación. Por supuesto, nadie es perfecto; no tienes que serlo para ser un ejemplo. Pero tenemos que asegurarnos de que el estilo de vida y el carácter de nuestros líderes están alineados con el Nuevo Testamento.

Sabiduría

Salmos 119:57-64

57 ¡Mi herencia eres tú, Señor!
Prometo obedecer tus palabras.
58 De todo corazón busco tu rostro;
compadécete de mí conforme a tu promesa.
59 Me he puesto a pensar en mis caminos,
y he orientado mis pasos hacia tus estatutos.
60 Me doy prisa, no tardo nada
para cumplir tus mandamientos.
61 Aunque los lazos de los impíos me aprisionan,
yo no me olvido de tu ley.
62 A medianoche me levanto a darte gracias
por tus rectos juicios.
63 Soy amigo de todos los que te honran,
de todos los que observan tus preceptos.
64 Enséñame, Señor, tus decretos;
¡la tierra está llena de tu gran amor!

Comentario

1. Los líderes de alabanza

Como decía John Wimber, «en estos días, la prueba definitiva no será el escribir y producir una música de alabanza nueva y magnífica. La prueba real será la santidad y el carácter de aquellos que la interpretan».

El salmista era un líder de alabanza que caminaba en una estrecha relación con el Señor: «¡Mi herencia eres tú, Señor! Prometo obedecer tus palabras» (v.57).

El líder de alabanza que ha buscado el rostro del Señor con todo su corazón, está en posición de liderar a la congregación en la adoración a Dios. El salmista cuida mucho de mantenerse en las sendas de Dios «Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos» (v.59).

Aún ante las dificultades verdaderas, no olvides la ley de Dios: «Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley» (v.61).

La inspiración viene a veces en medio de la noche: «A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios» (v.62). Es vital ser parte de una comunidad que alaba: «Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos» (v.63).

Aquí vemos un líder de alabanza que tiene un gran aprecio por el amor de Dios: «¡La tierra está llena de tu gran amor!» (v.64). El amor de Dios por ti tiene que estar en el centro de tu alabanza.

Oración

Señor, busco hoy tu rostro de todo corazón. Compadécete de mí como lo has prometido (v.58).

Nuevo Testamento

1 Timoteo 3:1-16

Obispos y diáconos

3Se dice, y es verdad, que si alguno desea ser obispo, a noble función aspira. 2 Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer, moderado, sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; 3 no debe ser borracho ni pendenciero, ni amigo del dinero, sino amable y apacible. 4 Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto; 5 porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? 6 No debe ser un recién convertido, no sea que se vuelva presuntuoso y caiga en la misma condenación en que cayó el diablo. 7 Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no caiga en descrédito y en la trampa del diablo.

8 Los diáconos, igualmente, deben ser honorables, sinceros, no amigos del mucho vino ni codiciosos de las ganancias mal habidas. 9 Deben guardar, con una conciencia limpia, las grandes verdades de la fe. 10 Que primero sean puestos a prueba, y después, si no hay nada que reprocharles, que sirvan como diáconos.

11 Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras sino moderadas y dignas de toda confianza.

12 El diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a sus hijos y su propia casa. 13 Los que ejercen bien el diaconado se ganan un lugar de honor y adquieren mayor confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús.

14 Aunque espero ir pronto a verte, escribo estas instrucciones para que, 15 si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. 16 No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe:

Él se manifestó como hombre;
fue vindicado por el Espíritu,
visto por los ángeles,
proclamado entre las naciones,
creído en el mundo,
recibido en la gloria.

Comentario

2. Los líderes de iglesia

En un sentido de la palabra, todo cristiano es un líder. Si el liderazgo consiste en influencia, todos nosotros la tenemos en el trabajo, el hogar y la comunidad. Pero este pasaje trata específicamente del liderazgo en la iglesia.

La iglesia tendría que ser como un hogar. Es la «casa de Dios» (v.15). Liderar una iglesia es como liderar una gran familia. Pablo se pregunta cómo puede alguien gobernar una iglesia si no puede gobernar su propia familia (v.5).

Los buenos líderes deberían ser capaces de gobernar sus propias casas (vv.4,12) (la misma palabra griega se utiliza para la casa de Dios, la iglesia). Deberían ser capaces de guiar y alimentar su propia familia con sabiduría, amor y fidelidad.

Es interesante cómo casi todas las cualidades que se necesitan para ser un supervisor son las mismas que las que se anima a tener a todos los cristianos en términos de santidad. Robert Murray McCheyne, primer ministro escocés, dijo en una ocasión: «La necesidad más grande de mi pueblo es mi santidad personal».

La lista de características es amplia (v.2). Los líderes deberían ser «bien considerados». Deberían vivir de tal manera que nadie pudiera encontrar bases para acusarlos de malversación.

Si están casados, tienen que ser fieles a sus esposos. La fidelidad, la lealtad, y la integridad son clave para el liderazgo, y comienzan por la fidelidad en el matrimonio.

Tienen que ser «amables» (v.2). Ser cristiano no significa dejar de lado el sentido común, sino más bien lo contrario. Gran parte del proceso de tomar decisiones a diario simplemente conlleva que líderes piadosos y llenos del espíritu usen su sentido común con espíritu de oración.

La palabra para «supervisor» se traduce a veces como «obispo». No está mal desear ser obispo: «Si alguno desea ser obispo, a noble función aspira» (v.1).

Me resulta muy interesante que una de las diferencias entre un obispo y un diácono sea que el obispo «no debe ser un recién convertido» (v.6). Esto no se aplica en el caso de los diáconos. A veces la gente critica que se ponga en posiciones de liderazgo a aquellos que son nuevos en la fe, como por ejemplo liderando un grupo pequeño en Alpha. Mi respuesta es siempre que no les estamos pidiendo que sean obispos, ¡solo que sirvan como anfitriones en un grupo pequeño de Alpha!

La razón que Pablo da para que un supervisor no sea un recién converso es que «no sea que se vuelva presuntuoso y caiga en la misma condenación en que cayó el diablo» (vv.4-6). El diablo cayó por el orgullo; hay un peligro para todos los líderes cristianos: caer en el orgullo espiritual.

La prueba para los diáconos es muy similar a la de los supervisores. Literalmente, un diácono significa «un servidor». Originalmente eran personas separadas para servir las mesas (Hechos 6:1-7). Jesús dio el modelo de liderazgo de siervo (Marcos 10:35-45). Albert Einstein dijo en una ocasión: «La única vida que merece la pena vivir es una vida de servicio a los demás». Si el servicio es algo muy bajo para ti, entonces el liderazgo te queda muy alto.

Estos líderes siervos necesitan ser gente de un carácter fuerte y probado. Tienen que ser dignos de respeto, sinceros, no inclinados a la embriaguez, honestos, llenos de fe, dignos de confianza y fieles en el matrimonio (1 Timoteo 3:8-12).

Por encima de todo, los líderes tienen que ser gente de un carácter piadoso. De hecho, la única cualidad de la lista que no está directamente relacionada con nuestro carácter es que sean «capaces de enseñar» (v.2). Los líderes de iglesia tienen que ser cristianos de buen carácter capaces de enseñar.

Mark Twain bromeó diciendo: «Hacer lo que es correcto es maravilloso. Enseñar lo correcto es aún más maravilloso (y mucho más fácil)». La tarea del liderazgo cristiano es hacer que nuestra vida y nuestra enseñanza sean coherentes. Esto es un reto para todos nosotros y será un proceso de toda una vida, el de hacerse como Jesús quien es el modelo de «santidad» (v.16).

Por supuesto, antes de que alguien (obispo o diácono) sea promovido a un puesto mayor de liderazgo, tiene que ser investigado y probado, «pasar por un periodo de prueba» (v.10, DHH). No se puede confiar en una fe que no ha sido probada. Las dificultades, las decepciones y los momentos de desierto nos prueban, con la esperanza de que nos hagan madurar, desarrollen nuestro carácter y nos preparen para el liderazgo.

Oración

Señor, ayúdame por tu Espíritu a vivir según tus altos estándares y a ser intachable.

Antiguo Testamento

Jeremías 38:1-40:6

Jeremías en la cisterna

38Sefatías hijo de Matán, Guedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, oyeron que Jeremías le decía a todo el pueblo: 2 «Así dice el Señor: “El que se quede en esta ciudad morirá de hambre, por la espada o por la peste. Pero el que se pase a los babilonios vivirá. ¡Se entregará como botín de guerra, pero salvará su vida!” 3 Así dice el Señor: “Esta ciudad caerá en poder del ejército del rey de Babilonia, y será capturada.” »

4 Los jefes le dijeron al rey:

—Hay que matar a este hombre. Con semejantes discursos está desmoralizando a los soldados y a todo el pueblo que aún quedan en esta ciudad. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.

5 El rey Sedequías respondió:

—Lo dejo en sus manos. Ni yo, que soy el rey, puedo oponerme a ustedes.

6 Ellos tomaron a Jeremías y, bajándolo con cuerdas, lo echaron en la cisterna del patio de la guardia, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero como en la cisterna no había agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.

7 El etíope Ebedmélec, funcionario de la casa real, se enteró de que habían echado a Jeremías en la cisterna. En cierta ocasión cuando el rey estaba participando en una sesión frente al portón de Benjamín, 8 Ebedmélec salió del palacio real y le dijo:

9 —Mi rey y señor, estos hombres han actuado con saña. Han arrojado a Jeremías en la cisterna, y allí se morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad.

10 Entonces el rey ordenó al etíope Ebedmélec:

—Toma contigo tres hombres, y rescata de la cisterna al profeta Jeremías antes de que se muera.

11 Ebedmélec lo hizo así, y fue al depósito de ropa del palacio real, sacó de allí ropas y trapos viejos, y con unas sogas se los bajó a la cisterna a Jeremías. 12 Ebedmélec le dijo a Jeremías:

—Ponte en los sobacos estas ropas y trapos viejos, para protegerte de las sogas.

Así lo hizo Jeremías. 13 Los hombres tiraron de las sogas y lo sacaron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Sedequías interroga a Jeremías

14 El rey Sedequías mandó que llevaran a Jeremías a la tercera entrada de la casa del Señor, y allí le dijo:

—Te voy a preguntar algo, y por favor no me ocultes nada.

15 Jeremías le respondió al rey:

—Si respondo a la pregunta de Su Majestad, lo más seguro es que me mate. Y si le doy un consejo, no me va a hacer caso.

16 Pero en secreto el rey Sedequías le hizo este juramento a Jeremías:

—¡Te juro por el Señor, que nos ha dado esta vida, que no te mataré ni te entregaré en manos de estos hombres que atentan contra tu vida!

17 Jeremías le dijo a Sedequías:

—Así dice el SeñorTodopoderoso, el Dios de Israel: “Si Su Majestad se rinde ante los jefes del rey de Babilonia, salvará su vida, y esta ciudad no será incendiada; Su Majestad y su familia vivirán. 18 Pero si no se rinde ante los jefes del rey de Babilonia, la ciudad caerá bajo el poder de los caldeos, y será incendiada, y usted no tendrá escapatoria.”

19 El rey Sedequías respondió:

—Yo le tengo terror a los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen.

20 Jeremías le contestó:

—Obedezca Su Majestad la voz del Señor que yo le estoy comunicando, y no caerá en manos de los babilonios. Así le irá bien a usted, y salvará su vida. 21 Pero si Su Majestad se empecina en no rendirse, ésta es la palabra que el Señor me ha revelado: 22 Todas las mujeres que aún quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los jefes del rey de Babilonia, y ellas mismas le echarán en cara:

»“Tus amigos más confiables
te han engañado y te han vencido.
Tienes los pies hundidos en el fango,
pues tus amigos te dieron la espalda.”

23 »Todas las mujeres y los hijos de Su Majestad serán entregados a los babilonios, y ni Su Majestad podrá escapar, sino que caerá bajo el poder del rey de Babilonia, y la ciudad será incendiada.

24 Sedequías le contestó a Jeremías:

—Que nadie se entere de estas palabras, pues de lo contrario morirás. 25 Si los jefes se enteran de que yo hablé contigo, y vienen y te dicen: “Dinos ya lo que le has informado al rey, y lo que él te dijo; no nos ocultes nada, pues de lo contrario te mataremos”, 26 tú les dirás: “Vine a suplicarle al rey que no me mandara de vuelta a casa de Jonatán, a morir allí.”

27 Y así fue. Todos los jefes vinieron a interrogar a Jeremías, pero él les contestó de acuerdo con lo que el rey le había ordenado. Entonces lo dejaron tranquilo, porque nadie había escuchado la conversación. 28 Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue capturada.

Jerusalén fue tomada de la siguiente manera:

La caída de Jerusalén

39En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra Jerusalén y la sitiaron. 2 El día nueve del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad, 3 por la que entraron todos los jefes del rey de Babilonia, hasta instalarse en la puerta central: Nergal Sarézer de Samgar, Nebo Sarsequín, un oficial principal, Nergal Sarézer, también un alto funcionario, y todos los otros jefes del rey de Babilonia. 4 Al verlos, el rey Sedequías de Judá y todos los soldados huyeron de la ciudad. Salieron de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta que está entre los dos muros, tomando el camino del Arabá.

5 Pero el ejército babilónico los persiguió hasta alcanzarlos en las llanuras de Jericó. Capturaron a Sedequías y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí dictó sentencia contra Sedequías, 6 y ante sus propios ojos hizo degollar a sus hijos, lo mismo que a todos los nobles de Judá. 7 Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce, para llevarlo a Babilonia.

8 Los babilonios prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. 9 Finalmente Nabuzaradán, el comandante de la guardia, llevó cautivos a Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores, es decir, a todos los que quedaban. 10 Nabuzaradán, comandante de la guardia, sólo dejó en el territorio de Judá a algunos de los más pobres, que no poseían nada. En aquel día les asignó campos y viñedos.

11 En cuanto a Jeremías, el rey Nabucodonosor de Babilonia había dado la siguiente orden a Nabuzaradán, el comandante de la guardia: 12 «Vigílalo bien, sin hacerle ningún daño, y atiende a todas sus necesidades.» 13 Nabuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, un oficial principal, Nergal Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia, 14 mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia y se lo confiaron a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, para que lo llevaran de vuelta a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir en medio del pueblo.

15 Aún estaba Jeremías preso en el patio de la guardia cuando la palabra del Señor vino a él: 16 «Ve y dile a Ebedmélec, el etíope, que así dice el SeñorTodopoderoso, el Dios de Israel: “Voy a cumplir las palabras que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. En aquel día, tú serás testigo de todo esto. 17 Pero en ese mismo día yo te rescataré —afirma el Señor —, y no caerás en las manos de los hombres que temes. 18 Porque ciertamente yo te libraré —afirma el Señor —, y no caerás a filo de espada; antes bien, tu vida será tu botín, porque has confiado en mí.” »

Liberación de Jeremías

40La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el comandante de la guardia, lo había dejado libre en Ramá. Allí lo había encontrado Nabuzaradán preso y encadenado, entre todos los cautivos de Judá y Jerusalén que eran deportados a Babilonia. 2 El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías, y le dijo: «El Señor tu Dios decretó esta calamidad para este lugar, 3 y ahora el Señor ha cumplido sus amenazas. Todo esto les ha pasado porque pecaron contra el Señor y desobedecieron su voz. 4 No obstante, hoy te libero de las cadenas que te sujetan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven, que yo te cuidaré. Pero si no quieres, no lo hagas. Mira, tienes ante tus ojos toda la tierra: ve adonde más te convenga.»

5 Como Jeremías no se decidía, Nabuzaradán añadió: «Vuelve junto a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado gobernador de las ciudades de Judá, y vive con él y con tu pueblo, o ve adonde más te convenga.» 6 Jeremías se fue entonces junto a Guedalías hijo de Ajicán, en Mizpa, y se quedó con él, en medio del pueblo que había permanecido en el país.

Comentario

3. Los líderes proféticos

La fidelidad a Dios y el buen carácter no garantizan la prosperidad ni una vida exenta de dolor. De hecho, para Jeremías fue el caso opuesto.

Jeremías fue un profeta cuya vida y carácter son un excelente ejemplo para nosotros. Permaneció fiel a Dios. Continuó escuchando la palabra de Dios y anunciándola, a pesar del hecho de haber sufrido mucho por ella.

Una y otra vez fue amenazado, golpeado, encerrado, encarcelado en un calabozo subterráneo y después arrojado a una cisterna llena de lodo, abandonado hasta que se muriera. Aun así, continuó escuchando el mensaje de Dios y proclamándolo valientemente.

En términos generales, el pueblo no respondió. Malinterpretaron completamente su mensaje (38:4). Fue condenado por bajar la moral y causar daño a la gente que estaba tratando de salvar. No tendrías que sorprenderte si recibes el mismo trato.

Una vez fue rescatado de la cisterna, Jeremías fue llevado ante el rey Sedequías por cuarta vez. Sedequías era un hombre quería pero no hacía. Sedequías desobedeció a la ley por cobardía (v.19). Le temía al pueblo, igual que Poncio Pilato quien juzgó a Jesús.

En cuatro ocasiones Dios había hablado a Sedequías para tratar de salvarlo de las consecuencias de sus acciones. Cada una de ellas él había rehusado obedecer débilmente. En el capítulo 39, leemos acerca las consecuencias de esta actuación. Jeremías es por fin reivindicado (40:1-6).

Oración

Señor, te pido que bendigas y fortalezcas a los líderes de la iglesia de hoy. Que su estilo de vida y su carácter nos inspiren a todos para llevar una vida buena y fructífera.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

1 Timoteo 3:11

«Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza».

¡Esto sí que es un reto!

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Referencias

Notas:

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea.

James Charlton (Ed), The Military Quotation Book (St Martin»s Press, 2002) p.83

John C. Maxwell, Desarrolle Los Lideres Que Están Alrededor De Usted: Cómo ayudar a otros a alcanzar su potencial pleno, (Thomas Nelson, 2012)

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

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