¿Responde Dios todas nuestras oraciones?
Introducción
Me encanta el críquet. Al menos me encanta verlo jugar (nunca fui lo suficientemente bueno jugándolo…). Pero sé que a mucha gente no le agrada el críquet y ni siquiera entiende sus reglas (en especial si proceden de un país donde no es un deporte popular). Así que espero que sepas perdonarme por usar una ilustración tomada del críquet.
Cuando dos bateadores corren entre los wickets en un campo de críquet, deben coordinar la decisión sobre si correr o no. Uno le gritará al otro: «Sí» (esto es, «Corramos»), «No» (es decir, «Quédate donde estás»), o «Espera» (es decir, «Veamos qué ocurre antes de decidir si corremos o no»).
Dios oye todas nuestras oraciones y, en un sentido, responde todas nuestras plegarias. Pero no siempre recibimos lo que pedimos. Cuando pedimos algo a Dios, la respuesta será «Sí», «No» o «Espera».
John Stott señala que Dios responderá «No» si lo que pedimos «no es bueno en sí mismo, ni para nosotros ni para los demás, directa o indirectamente, de inmediato o en el largo plazo».
No siempre conocemos la razón por la que responde «No». Debemos recordar que Dios ve las cosas desde una perspectiva eterna y que hay ciertas cosas que nunca entenderemos en esta vida.
En los pasajes de hoy vemos ejemplos de las tres clases de respuesta de parte de Dios.
Salmos 17:13-15
13 ¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos!
¡Derrótalos!
¡Con tu espada rescátame de los malvados!
14 ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales
que no tienen más herencia que esta vida!
Con tus tesoros les has llenado el vientre,
sus hijos han tenido abundancia,
y hasta ha sobrado para sus descendientes.
15 Pero yo en justicia contemplaré tu rostro;
me bastará con verte cuando despierte.
Comentario
Dios dice «sí»
¿Qué es lo primero que haces al levantarte cada mañana? David nos da un gran ejemplo: «Pero yo, en verdad, quedaré satisfecho con mirarte cara a cara, ¡con verme ante ti cuando despierte!» (v.15). Comenzaba cada día buscando la presencia de Dios y hallando satisfacción en él.
Este es el corazón de lo que en realidad consiste la oración. No tiene que ver simplemente con pedir cosas; trata sobre buscar el rostro de Dios y disfrutar de una dulce comunión con él.
Tal es el contexto de la petición de David. Clamaba a Dios por ayuda frente a sus enemigos (vv.13-14). Dios oyó y respondió sus oraciones con una respuesta positiva: «Sí».
Oración
Señor, gracias porque nada de lo que este mundo me ofrezca puede compararse con la satisfacción de buscar tu rostro. Cada día, cuando me levante, ayúdame a estar satisfecho con mirarte cara a cara (v.15).
Mateo 20:20-34
La petición de una madre
20 Entonces la madre de Jacobo y de Juan, junto con ellos, se acercó a Jesús y, arrodillándose, le pidió un favor.
21 —¿Qué quieres? —le preguntó Jesús.
—Ordena que en tu reino uno de estos dos hijos míos se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 —No saben lo que están pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?
—Sí, podemos.
23 —Ciertamente beberán de mi copa —les dijo Jesús—, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre.
24 Cuando lo oyeron los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. 25 Jesús los llamó y les dijo:
—Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, 27 y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; 28 así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Dos ciegos reciben la vista
29 Una gran multitud seguía a Jesús cuando él salía de Jericó con sus discípulos. 30 Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que pasaba Jesús, gritaron:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
31 La multitud los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban con más fuerza:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
32 Jesús se detuvo y los llamó.
—¿Qué quieren que haga por ustedes?
33 —Señor, queremos recibir la vista.
34 Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos. Al instante recobraron la vista y lo siguieron.
Comentario
Dios dice «no» a un pedido y «sí» a otro
Billy Hybels señala: «Si el pedido es erróneo Dios dice “No”. Si el tiempo no es el adecuado Dios dice “Despacio”. Si uno está equivocado Dios dice “Crece”. Pero si el pedido es correcto, el momento es el indicado y uno camina en rectitud, Dios dice “Adelante”».
En este pasaje vemos dos peticiones. La primera recibe un «No» como respuesta (vv.20-28) y la segunda un «Sí» (vv.29-34).
- Dos peticiones
En ambos casos Jesús preguntó: «¿Qué quieres?». En otras palabras, dijo a la madre de los hijos de Zebedeo: «¿Qué es lo que tú quieres?» (v.21). Dijo a los dos ciegos: «¿Qué quieren que haga por ustedes?» (v.32).
En cierto modo habrá sido obvio lo que querían (en la segunda instancia eran ciegos, por lo que debían querer ver), pero Dios quiere que participemos de forma activa. El apóstol Santiago dice: «No tienen, porque no piden» (Santiago 4:2). Jesús dice: «Pidan, y se les dará; \[…\] Porque todo el que pide, recibe» (Mateo 7:7-8). Puede parecer algo obvio, pero el punto de inicio de la oración respondida es la acción de pedir.
- Dos respuestas
En el caso del pedido de los ciegos, la respuesta de Jesús fue «Sí». «Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos. Al instante recobraron la vista y lo siguieron» (v.34).
Por otro lado, Jesús, en efecto, dijo «No» a la madre de los hijos de Zebedeo. Esta respuesta también provino de su compasión. La petición era para obtener gloria, poder y promoción para sus muchachos. Jesús señala que ella parecía no entender todas las implicaciones de tal petición.
Jesús expresó: «¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?» (v.22). Los profetas del Antiguo Testamento hablaron en varios pasajes de «la copa de su furia \[de Dios\]» (por ejemplo, Isaías 51:17-22; Jeremías 25:15-29).
De manera sorprendente, Jesús se refiere a beber esta copa él mismo. Había de «dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28). La palabra griega para la palabra «por» («en rescate por muchos», v.28), es «anti», que significa «en lugar de». Es el ejemplo más claro en todo el Nuevo Testamento de Jesús para explicar su muerte en términos de sustitución.
- Dos motivos
El apóstol Santiago escribe: «Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones» (Santiago 4:3). Detrás de estos pedidos yacen diversos motivos. Ambas peticiones tenían que ver con el señorío. El pedido de los ciegos surgió del reconocimiento de que Jesús es Señor, y un deseo de recibir algo bueno (Mateo 20:30-33). Por otro lado, Jesús indica que el pedido de la madre surgió de un deseo de enseñorearse de los demás (v.25).
Jesús afirma que la verdadera grandeza no viene del señorío sobre las otras personas ni de lo que el mundo destaca como éxito (riquezas, posición, fama o tener un ministerio «exitoso»). En cambio, dice que la verdadera grandeza viene de convertirnos en siervos, siguiendo el ejemplo de Jesús, que «vino para servir», no para ser servido (vv.26-28).
Considero que he aprendido más en mi vida de las ocasiones en que mis oraciones parecieron no ser respondidas que de los momentos en que han recibido un «Sí» como respuesta. Ciertamente los discípulos deben haber aprendido bastante a partir de esta oración «no respondida».
Oración
Señor, gracias por las lecciones que puedo aprender de la oración «no contestada». Gracias por mostrarnos la verdadera grandeza. Ayúdanos a consagrar nuestra vida a tu servicio y al servicio de los demás.
Job 15:1-18:21
Segundo discurso de Elifaz
15Replicó entonces Elifaz de Temán:
2 «El sabio no responde con vana sabiduría
ni explota en violenta verborrea.
3 Tampoco discute con argumentos vanos
ni con palabras huecas.
4 Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios
y tomas a la ligera la devoción que él merece.
5 Tu maldad pone en acción tu boca;
hablas igual que los pícaros.
6 Tu propia boca te condena, no la mía;
tus propios labios atestiguan contra ti.
7 »¿Eres acaso el primer hombre que ha nacido?
¿Naciste acaso antes que los montes?
8 ¿Tienes parte en el consejo de Dios?
¿Acaso eres tú el único sabio?
9 ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué has percibido que nosotros ignoremos?
10 Las canas y la edad están de nuestra parte,
tenemos más experiencia que tu padre.
11 ¿No te basta que Dios mismo te consuele
y que se te hable con cariño?
12 ¿Por qué te dejas llevar por el enojo?
¿Por qué te relampaguean los ojos?
13 ¿Por qué desatas tu enojo contra Dios
y das rienda suelta a tu lengua?
14 »¿Qué es el hombre para creerse puro,
y el nacido de mujer para alegar inocencia?
15 Si Dios no confía ni en sus santos siervos,
y ni siquiera considera puros a los cielos,
16 ¡cuánto menos confiará en el hombre,
que es vil y corrupto y tiene sed del mal!
17 »Escúchame, y te lo explicaré;
déjame decirte lo que he visto.
18 Es lo que han declarado los sabios,
sin ocultar nada de lo aprendido de sus padres.
19 Sólo a ellos se les dio la tierra,
y ningún extraño pasó entre ellos.
20 El impío se ve atormentado toda su vida,
el desalmado tiene sus años contados.
21 Sus oídos perciben sonidos espantosos;
cuando está en paz, los salteadores lo atacan.
22 No espera escapar de las tinieblas;
condenado está a morir a filo de espada.
23 Vaga sin rumbo; es comida de los buitres;
sabe que el día de las tinieblas le ha llegado.
24 La desgracia y la angustia lo llenan de terror;
lo abruman como si un rey fuera a atacarlo,
25 y todo por levantar el puño contra Dios
y atreverse a desafiar al Todopoderoso.
26 Contra Dios se lanzó desafiante,
blandiendo grueso y resistente escudo.
27 »Aunque su rostro esté hinchado de grasa,
y le sobre carne en la cintura,
28 habitará en lugares desolados,
en casas deshabitadas,
en casas a punto de derrumbarse.
29 Dejará de ser rico; no durarán sus riquezas
ni se extenderán sus posesiones en la tierra.
30 No podrá escapar de las tinieblas;
una llama de fuego marchitará sus renuevos,
y el aliento de Dios lo arrebatará.
31 Que no se engañe ni confíe en cosas vanas,
porque nada obtendrá a cambio de ellas.
32 Antes de su término recibirá su merecido,
y sus ramas no reverdecerán.
33 Quedará como vid que pierde sus uvas verdes,
como olivo que no llega a florecer.
34 La compañía de los impíos no es de provecho;
¡las moradas de los que aman el soborno
serán consumidas por el fuego!
35 Conciben iniquidad, y dan a luz maldad;
en su vientre se genera el engaño.»
Quinto discurso de Job
16A esto, Job contestó:
2 «Cosas como éstas he escuchado muchas;
¡valiente consuelo el de todos ustedes!
3 ¿No habrá fin a sus peroratas?
¿Qué tanto les irrita que siguen respondiendo?
4 ¡También yo podría hablar del mismo modo
si estuvieran ustedes en mi lugar!
¡También yo pronunciaría bellos discursos en su contra,
meneando con sarcasmo la cabeza!
5 ¡Les infundiría nuevos bríos con la boca;
les daría consuelo con los labios!
6 »Si hablo, mi dolor no disminuye;
si me callo, tampoco se me calma.
7 Ciertamente Dios me ha destruido;
ha exterminado a toda mi familia.
8 Me tiene acorralado, y da testimonio contra mí;
mi deplorable estado se levanta y me condena.
9 »En su enojo Dios me desgarra y me persigue;
rechina los dientes contra mí;
mi adversario me clava la mirada.
10 La gente se mofa de mí abiertamente;
burlones, me dan de bofetadas,
y todos juntos se ponen en mi contra.
11 Dios me ha entregado en manos de gente inicua;
me ha arrojado en las garras de los malvados.
12 Yo vivía tranquilo, pero él me destrozó;
me agarró por el cuello y me hizo pedazos;
¡me hizo blanco de sus ataques!
13 Sus arqueros me rodearon.
Sin piedad me perforaron los riñones,
y mi hígado se derramó por el suelo.
14 Abriéndome herida tras herida,
se lanzaron contra mí como un guerrero.
15 »El luto es parte de mi cuerpo;
en el polvo tengo enterrada la frente.
16 De tanto llorar tengo enrojecida la cara,
profundas ojeras tengo en torno a los ojos;
17 pero mis manos están libres de violencia,
y es pura mi oración.
18 »¡Ah, tierra, no cubras mi sangre!
¡No dejes que se acalle mi clamor!
19 Ahora mismo tengo en los cielos un testigo;
en lo alto se encuentra mi abogado.
20 Mi intercesor es mi amigo,
y ante él me deshago en lágrimas
21 para que interceda ante Dios en favor mío,
como quien apela por su amigo.
22 Pasarán sólo unos cuantos años
antes de que yo emprenda el viaje sin regreso.
17»Mi ánimo se agota,
mis días se acortan,
la tumba me espera.
2 Estoy rodeado de burlones;
¡sufren mis ojos su hostilidad!
3 »Dame, oh Dios, la fianza que demandas.
¿Quién más podría responder por mí?
4 Tú has ofuscado su pensamiento,
por eso no dejarás que triunfen.
5 Quien por una recompensa denuncia a sus amigos,
verá a sus hijos desfallecer.
6 »Dios me ha puesto en boca de todos;
no falta quien me escupa en la cara.
7 Los ojos se me apagan a causa del dolor;
todo mi esqueleto no es más que una sombra.
8 Los justos ven esto, y se quedan asombrados;
los inocentes se indignan contra el impío,
9 la gente recta se aferra a su camino
y los de manos limpias aumentan su fuerza.
10 »Vengan, pues, todos ustedes; ¡arremetan contra mí!
No hallaré entre ustedes a un solo sabio.
11 Mis días van pasando, mis planes se frustran
junto con los anhelos de mi corazón.
12 Esta gente convierte la noche en día;
todo está oscuro, pero insisten:
“La luz se acerca.”
13 Si el único hogar que espero es el sepulcro,
he de tenderme a dormir en las tinieblas;
14 he de llamar “Padre mío” a la corrupción,
y “Madre” y “Hermana” a los gusanos.
15 ¿Dónde queda entonces mi esperanza?
¿Quién ve alguna esperanza para mí?
16 ¿Bajará conmigo hasta las puertas de la muerte?
¿Descenderemos juntos hasta el polvo?»
Segundo discurso de Bildad
18Respondió entonces Bildad de Súah:
2 «¿Cuándo pondrás fin a tanta palabrería?
Entra en razón, y entonces hablaremos.
3 ¿Por qué nos tratas como si fuéramos bestias?
¿Por qué nos consideras unos tontos?
4 Es tal tu enojo que te desgarras el alma;
¡mas no por ti quedará desierta la tierra,
ni se moverán de su lugar las rocas!
5 »La lámpara del malvado se apagará;
la llama de su fuego dejará de arder.
6 Languidece la luz de su morada;
la lámpara que lo alumbra se apagará.
7 El vigor de sus pasos se irá debilitando;
sus propios planes lo derribarán.
8 Sus pies lo harán caer en una trampa,
y entre sus redes quedará atrapado.
9 Quedará sujeto por los tobillos;
quedará atrapado por completo.
10 Un lazo le espera escondido en el suelo;
una trampa está tendida a su paso.
11 El terror lo asalta por doquier,
y anda tras sus pasos.
12 La calamidad lo acosa sin descanso;
el desastre no lo deja un solo instante.
13 La enfermedad le carcome el cuerpo;
la muerte le devora las manos y los pies.
14 Lejos de la seguridad de su morada,
marcha ahora hacia el rey de los terrores.
15 El fuego se ha apoderado de su carpa;
hay azufre ardiente esparcido en su morada.
16 En el tronco, sus raíces se han secado;
en la copa, sus ramas se marchitan.
17 Borrada de la tierra ha sido su memoria;
de su fama nada queda en el país.
18 De la luz es lanzado a las tinieblas;
ha sido expulsado de este mundo.
19 No tiene entre su pueblo hijos ni parientes;
nadie le sobrevive donde él habitó.
20 Del oriente al occidente
los pueblos se asombran de su suerte
y se estremecen de terror.
21 Así es la morada del malvado,
el lugar del que no conoce a Dios.»
Comentario
Dios dice «espera»
¿Te das cuenta de qué, más allá de las dificultades que enfrentes, ahora mismo Jesús está orando por ti?
Pobre Job, tenía que soportar los cada vez más irritantes discursos de sus amigos, que lo condenaban más y más, acusándolo erróneamente. Job los describe así: «… en vez de consolarme, me atormentan» (16:2, DHH) con «sus peroratas» (v.3a). No eran de ninguna ayuda para él (v.4).
Algunas personas creen de forma equivocada que nuestro sufrimiento en esta vida siempre es causado por nuestro propio pecado o por el pecado cometido en una vida anterior. Así, si la gente nace en pobreza o con algún desorden genético, debe ser su culpa. Esta culpabilidad constituye un terrible sufrimiento adicional (el concepto de la reencarnación es totalmente repudiado en la Biblia, ver Hebreos 9:27). Esa es la forma en que los llamados «amigos» de Job le hablaban.
Cuando nuestros amigos sufran debemos evitar que nuestro consuelo sea un tormento (v.2). En cambio, como sugiere Job, debemos infundir «nuevos bríos con la boca» y «darles ánimo y valor» (v.5, NVI y DHH).
Una cosa que siempre podemos hacer es interceder (orar en lugar de) por ellos. Job dijo:
«Mi intercesor es mi amigo,
y ante él me deshago en lágrimas
para que interceda ante Dios en favor mío,
como quien apela por su amigo» (vv.20-21).
No se nos dice quién fue el intercesor, pero quien fuera que haya sido, fue un amigo verdadero de Job porque le pedía a Dios por él.
Las oraciones del intercesor tal vez no hayan sido contestadas de inmediato, pero oportunamente sí lo fueron cuando Dios restauró la fortuna de Job. Su respuesta al intercesor de Job y a Job mismo fue «Espera». Más adelante fue la intercesión de Job por los demás lo que constituyó una causa inmediata de su restauración (42:8-10).
¿Quién es el intercesor de Job? Él dice: «Ahora mismo tengo en los cielos un testigo; en lo alto se encuentra mi abogado» (16:19). En el Nuevo Testamento vemos que aquel que habla «ante Dios en mi favor» (16:21, DHH) es Jesús. Dice 1 Juan 2.1: «… tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo». Él intercede por ti (Hebreos 7:24-25).
Jesús fue el intercesor de Job. Intercedía por él. Rogaba ante Dios «como quien apela por su amigo» (Job 16:21). Aquí vemos una similitud entre la experiencia de Job y la de Pedro. Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe» (Lucas 22:31-32).
Como solía decir John Wimber: «La buena noticia es que Jesús ora por nosotros. ¡La mala es que necesitaremos dicha oración!».
Oración
Señor, te doy muchas gracias por tu promesa de ser nuestro intercesor. Gracias porque en momentos cuando, al igual que Job o Pedro, pareciera que Satanás nos zarandea como el trigo, oras por nosotros. Gracias porque sabemos que, aunque pareciera como si tuviéramos que esperar demasiado, la respuesta a nuestro intercesor en la oración celestial siempre será, en última instancia, un «Sí».
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Mateo 20:20-28
La madre de los hijos de Zebedeo parecía ser bastante insistente. Todos podemos llegar a ser demasiado ambiciosos con respecto a nuestros hijos. Hay una medida justa de ambición para nuestros hijos y una errónea. Jesús dice: «No saben lo que están pidiendo» (Mateo 20:22). Es importante orar por nuestros hijos en sintonía con la voluntad de Dios, no según nuestros propios planes.
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Referencias
Notas:
Bill Hybels, ¡No tengo tiempo para orar! (Certeza, 2001).