Día 311

Tienes acceso a Dios

Sabiduría Salmos 119:169-176
Nuevo Testamento Hebreos 7:11-28
Antiguo Testamento Ezequiel 10:1-12:28

Introducción

A consecuencia de una tragedia familiar durante la guerra civil estadounidense, a un soldado se le concedió permiso para pedir audiencia con el presidente. Quería solicitarle la exención del servicio militar. Sin embargo, cuando llegó a la Casa Blanca, se le negó la entrada y lo despidieron, por lo que se fue y se sentó en un parque cercano.

Un joven lo encontró y notó lo infeliz que parecía. El soldado se vio contándole todo al niño; al final de su relato, el pequeño le dijo: «Ven conmigo». Llevó al desconsolado soldado a la Casa Blanca por la parte de atrás y ninguno de los guardias los detuvo. Hasta los generales y los altos funcionarios del gobierno se pusieron firmes y los dejaron pasar.

El soldado quedó asombrado. Finalmente, llegaron a la oficina presidencial; sin golpear, el muchacho abrió la puerta y entró directamente. Abraham Lincoln, allí de pie, dejó su conversación con el secretario de estado y le preguntó: «¿Qué puedo hacer por ti, Tad?».

Tad respondió: «Papá, este soldado necesita hablar contigo».

El soldado tuvo acceso directo al presidente «a través del hijo». De acuerdo con el Nuevo Testamento, de una manera aún más sorprendente tienes acceso a Dios «a través del hijo», Jesús.

Muchas personas oran, pero no todas las oraciones son cristianas. La oración cristiana es distinta porque es trinitaria. San Pablo escribe: «Pues por medio de él \[Jesús\] tenemos acceso al Padre por un solo Espíritu» (Efesios 2:18).

Puedes hablar a Dios —al Creador del universo— como a un Padre. Vienes a Él por medio de Jesús —el hombre que es Dios— nuestro Señor, hermano y amigo. Tus oraciones son inspiradas por el Espíritu Santo de Dios, que vive dentro de tu corazón.

Sabiduría

Salmos 119:169-176

169 Que llegue mi clamor a tu presencia;
 dame entendimiento, Señor, conforme a tu palabra.
170 Que llegue a tu presencia mi súplica;
 líbrame, conforme a tu promesa.
171 Que rebosen mis labios de alabanza,
 porque tú me enseñas tus decretos.
172 Que entone mi lengua un cántico a tu palabra,
 pues todos tus mandamientos son justos.
173 Que acuda tu mano en mi ayuda,
 porque he escogido tus preceptos.
174 Yo, Señor, ansío tu salvación.
 Tu ley es mi regocijo.
175 Déjame vivir para alabarte;
 que vengan tus juicios a ayudarme.
176 Cual oveja perdida me he extraviado;
 ven en busca de tu siervo,
 porque no he olvidado tus mandamientos.

Comentario

1. Al Padre

Cuando encontré a Jesús por primera vez me enseñaron un modelo de oración usando el acróstico «A.C.A.S.» Cada una de las palabras a las que se refiere está representada en este pasaje.

La oración del salmista está dirigida a Dios. Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios como nuestro Padre. Cuando el Salmo 119 llega a su fin, el salmista hace una variedad de oraciones, que incluyen el acróstico «A.C.A.S.»:

  1. A – Adoración

Alabado sea Dios por lo que es y lo que ha hecho.

«Déjame vivir para alabarte» (v.175).

  1. C – Confesión

Pide perdón a Dios por cualquier cosa que hayas hecho mal.

«Cual oveja perdida me he extraviado» (v.176).

  1. A – Acción de gracias

Gracias a Dios por la salud, la familia, los amigos y así sucesivamente. En palabras de la versión clásica de Amplified Bible, «Mis labios rebosarán de alabanza (con acción de gracias y confianza renovada)» (v.171, AMPC).

  1. S – Súplica

Ora por ti mismo, por tus amigos y por los demás.

«Que llegue a tu presencia mi súplica» (v.170).

Oración

A – Señor Dios Padre nuestro, te adoro y te amo Señor. Te alabo porque puedo venir ante Ti, el Creador del universo. Gracias por el inmenso privilegio de tener acceso a Ti.

C – Te confieso mis pecados y te pido perdón…

A – Muchas gracias por todas las bendiciones en mi vida. Gracias por mi familia y amigos. Gracias por tantas respuestas maravillosas a la oración. Gracias por…

S – Señor, hoy oro por…

Nuevo Testamento

Hebreos 7:11-28

Jesús, semejante a Melquisedec

11 Si hubiera sido posible alcanzar la perfección mediante el sacerdocio levítico (pues bajo éste se le dio la ley al pueblo), ¿qué necesidad había de que más adelante surgiera otro sacerdote, según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón? 12 Porque cuando cambia el sacerdocio, también tiene que cambiarse la ley. 13 En efecto, Jesús, de quien se dicen estas cosas, era de otra tribu, de la cual nadie se ha dedicado al servicio del altar. 14 Es evidente que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, respecto a la cual nada dijo Moisés con relación al sacerdocio. 15 Y lo que hemos dicho resulta aún más evidente si, a semejanza de Melquisedec, surge otro sacerdote 16 que ha llegado a serlo, no conforme a un requisito legal respecto a linaje humano, sino conforme al poder de una vida indestructible. 17 Pues de él se da testimonio:

«Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec.»

18 Por una parte, la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz, 19 ya que no perfeccionó nada. Y por la otra, se introduce una esperanza mejor, mediante la cual nos acercamos a Dios.

20 ¡Y no fue sin juramento! Los otros sacerdotes llegaron a serlo sin juramento, 21 mientras que éste llegó a serlo con el juramento de aquel que le dijo:

«El Señor ha jurado,
y no cambiará de parecer:
“Tú eres sacerdote para siempre.” »

22 Por tanto, Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior.

23 Ahora bien, como a aquellos sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones, ha habido muchos de ellos; 24 pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. 25 Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

26 Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. 27 A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo. 28 De hecho, la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento, posterior a la ley, designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.

Comentario

2. … a través de Jesús

Como leemos en The Message, Jesús «nos lleva directamente a la presencia de Dios» (v.19, MSG). El acceso al Padre es posible gracias a Jesús. Puedes acercarte a Dios (v.19). Jesús es el gran sumo sacerdote que hace posible «que por medio de él se acer\[quen\] a Dios» (v.25).

Jesús es el Hijo, «quien ha sido hecho perfecto para siempre» (v.28). Él te proporciona una «esperanza mejor» (v.19). La palabra «mejor» aparece varias veces en el libro de Hebreos. El escritor está constantemente contrastando, no algo malo con algo bueno, sino algo bueno con algo «perfecto» y por ende mucho «mejor».

El sacerdocio de Jesús se basa en una promesa superior. El escritor cita el Salmo 110:4 para mostrar cómo el sacerdocio de Jesús fue establecido por medio de una promesa de Dios. A diferencia de los antiguos sacerdotes temporales, el sacerdocio de Jesús fue confirmado por la promesa de Dios (Hebreos 7:20-21). Jesús satisface perfectamente todas tus necesidades (v.26).

  1. Jesús ha derrotado a la muerte por ti

«Es por la pura fuerza de la vida de resurrección que él vive» (V.16, MSG). A diferencia de los antiguos sacerdotes, Jesús vive para siempre, y su sacerdocio es permanente (vv.23-24).

  1. Jesús está orando constantemente por ti

Intercede continuamente por aquellos que llegan a Dios por medio de él: «Jesús siempre está haciendo peticiones a Dios e intercediendo con él e interviniendo por ellos» (v.25b, AMPC).

Robert Murray M’Cheyne (1813-1843) escribió: «Si pudiera oír a Cristo orando por mí en la habitación de al lado, no temería a un millón de enemigos. Sin embargo, la distancia no importa, sé que él está orando por mí».

  1. Jesús es el único capaz de representarte

Los sacerdotes tenían que ofrecer primero sacrificios por su pecado, pero Jesús es completamente «santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos» (v.26). Él es el único mediador que es plenamente Dios y plenamente humano.

  1. Jesús ofreció el sacrificio perfecto por tus pecados

«A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo» (v.27). Cuando Jesús se ofreció a sí mismo en la cruz, solo era necesario que aquel sacrificio se ofreciera una vez, ya que era totalmente eficaz:

«Él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo» (v.27).

Sus cualidades de una vida superior, una promesa superior, un «ofertante» superior y una ofrenda superior, demuestran que el sacerdocio de Jesús es totalmente eficaz para proporcionarle acceso al Padre. Como resultado del sacerdocio permanente y perfecto de Jesús, puedes acercarte a Dios (v.19). Puedes «por medio de él \[acercarte\] a Dios» (v.25).

Oración

Padre, gracias por poder acercarme a Ti hoy por medio de Jesús y por saber que él está orando constantemente por mí.

Antiguo Testamento

Ezequiel 10:1-12:28

La gloria del Señor abandona el templo

10Después miré, y sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines vi una especie de piedra de zafiro que tenía la forma de un trono. 2 Y el Señor le dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un puñado de las brasas que están entre los querubines, y espárcelas por toda la ciudad.» Y el hombre se metió allí, mientras yo miraba.

3 En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del templo y una nube llenaba el atrio interior. 4 Entonces la gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia el umbral del templo. La nube llenó el templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor. 5 El ruido de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior, y era semejante a la voz del Dios Todopoderoso.

6 El Señor le ordenó al hombre vestido de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre los querubines.» Así que el hombre fue y se paró entre las ruedas. 7 Uno de los querubines extendió la mano, tomó el fuego que estaba entre ellos, y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Aquél lo recibió y se fue. 8 (Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a la mano de un hombre.)

9 Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas tenían un aspecto brillante como el crisólito. 10 Las cuatro ruedas se asemejaban, y parecía como si una rueda estuviera encajada en la otra. 11 Al avanzar, podían hacerlo en las cuatro direcciones sin necesidad de volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y no tenían que volverse. 12 Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los querubines, al igual que las cuatro ruedas, estaban llenos de ojos. 13 Alcancé a oír que a las ruedas se les llamaba «círculos». 14 Cada uno de los querubines tenía cuatro caras: la primera, de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, de león; y la cuarta, de águila.

15 Los querubines, que eran los mismos seres que yo había visto junto al río Quebar, se elevaron. 16 Cuando avanzaban, las ruedas a su costado hacían lo mismo; cuando desplegaban sus alas para levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de ellos; 17 cuando se detenían, las ruedas hacían lo mismo; cuando se levantaban, las ruedas se levantaban también, porque el espíritu de esos seres vivientes estaba en las ruedas.

18 La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines. 19 Y mientras yo miraba, los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo, y junto con las ruedas salieron y se detuvieron en la puerta oriental del templo del Señor. La gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 20 Eran los mismos seres vivientes que, estando yo junto al río Quebar, había visto debajo del Dios de Israel. Entonces me di cuenta de que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y bajo las alas tenían algo que se parecía a las manos de un hombre. 22 Sus caras eran iguales a las que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno de ellos caminaba de frente.

Juicio contra los líderes de Israel

11Un viento me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del templo del Señor. A la entrada vi a veinticinco hombres, entre los cuales estaban Jazanías hijo de Azur y Pelatías hijo de Benaías, que eran jefes del pueblo. 2 Dios me dijo: «Hijo de hombre, éstos son los que están tramando maldades y dando malos consejos en esta ciudad. 3 Dicen: “Todavía no es el momento de reconstruir las casas. La ciudad es la olla y nosotros somos la carne.” 4 Por eso, hijo de hombre, profetiza contra ellos; ¡sí, profetiza!»

5 El Espíritu del Señor vino sobre mí y me ordenó proclamar: «Así dice el Señor: “Ustedes, pueblo de Israel, han dicho esto, y yo conozco sus pensamientos. 6 Han matado a mucha gente en esta ciudad y han llenado las calles de cadáveres. 7 Por eso yo, el Señor omnipotente, les aseguro que los cadáveres que ustedes han arrojado en medio de la ciudad son la carne, y la ciudad es la olla de la que yo los arrojaré. 8 ¿Temen la guerra? Pues bien, yo, el Señor omnipotente, declaro que enviaré guerra contra ustedes. 9 Los echaré de la ciudad, los entregaré en manos de extranjeros y los castigaré con justicia. 10 Morirán a filo de espada; yo los juzgaré en las mismas fronteras de Israel, y así sabrán que yo soy el Señor. 11 La ciudad no les servirá de olla, ni serán ustedes la carne dentro de ella. Yo los juzgaré en la frontera misma de Israel. 12 Entonces sabrán que yo soy el Señor. No han seguido mis decretos ni han cumplido con mis leyes, sino que han adoptado las costumbres de las naciones que los rodean.” »

13 Mientras yo profetizaba, Pelatías hijo de Benaías cayó muerto. Entonces caí rostro en tierra y clamé a gritos: «¡Ay, Señor mi Dios! ¿Vas a exterminar al resto de Israel?»

14 El Señor me dirigió la palabra: 15 «Hijo de hombre, esto es lo que dicen los habitantes de Jerusalén en cuanto a tus hermanos, tus parientes y todo el pueblo de Israel: “Ellos se han alejado del Señor, y por eso se nos ha dado esta tierra en posesión.” 16 Por tanto, adviérteles que así dice el Señor omnipotente: “Aunque los desterré a naciones lejanas y los dispersé por países extraños, por un tiempo les he servido de santuario en las tierras adonde han ido.”

17 »Adviérteles también que así dice el Señor omnipotente: “Yo los reuniré de entre las naciones; los juntaré de los países donde han estado dispersos, y les daré la tierra de Israel. 18 Ellos volverán a su tierra y echarán de allí a los ídolos detestables y pondrán fin a las prácticas repugnantes. 19 Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne, 20 para que cumplan mis decretos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 21 Pero a los que van tras esos ídolos detestables y siguen prácticas repugnantes, yo les pediré cuentas de su conducta. Lo afirma el Señor omnipotente.” »

La gloria del Señor abandona Jerusalén

22 Los querubines desplegaron sus alas. Las ruedas estaban junto a ellos, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 23 La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el cerro que está al oriente de Jerusalén. 24 En una visión, un viento me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión desapareció. 25 Entonces les comuniqué a los exiliados lo que el Señor me había revelado.

Símbolo del exilio

12El Señor me dirigió la palabra: 2 «Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para ver, pero no ven; tienen oídos para oír, pero no oyen. ¡Son un pueblo rebelde!

3 »Por tanto, hijo de hombre, prepara tu equipaje; prepáralo para el exilio, y a plena luz del día, a la vista de todos, saldrás como quien va exiliado sin destino fijo. Tal vez así entiendan, aunque son un pueblo rebelde. 4 Saca tu equipaje a plena luz del día, a la vista de todos, y al caer la tarde ponte en marcha, a la vista de todos, como quien va al exilio. 5 También en presencia de todos, abre un agujero en el muro y sal por ahí con tu equipaje. 6 Al llegar la noche, mientras todos te estén viendo, ponte en marcha con el equipaje al hombro. Cúbrete la cara para que no puedas ver la tierra, porque de ti he hecho un presagio para el pueblo de Israel.»

7 Hice lo que se me había mandado, y a plena luz del día saqué mi bagaje, como quien va al exilio. Al caer la tarde abrí el agujero con mis propias manos, y al llegar la noche, en presencia de todos, salí con mi equipaje al hombro.

8 Por la mañana el Señor me dirigió la palabra: 9 «Hijo de hombre, con toda seguridad el pueblo rebelde de Israel te preguntará: “¿Qué estás haciendo?” 10 Pero tú explícales: “Así dice el Señor omnipotente: ‘Este mensaje se refiere al pueblo de Israel que vive en Jerusalén, y también a su gobernante.’” 11 Diles: “Yo soy un presagio para ustedes. Lo que hice yo, les va a pasar a ustedes, pues serán llevados cautivos al exilio.” 12 Y su gobernante se echará el equipaje al hombro, y saldrá de noche por un agujero que abrirán en el muro. Se cubrirá la cara para que no pueda ver la tierra. 13 Yo tenderé mi red sobre él, y quedará atrapado en mi trampa. Así lo llevaré a Babilonia, la tierra de los caldeos, pero no podrá verla porque allá morirá. 14 Dispersaré a los cuatro vientos a todos los que lo rodean, tanto a sus ayudantes como a todas sus tropas, y los perseguiré espada en mano. 15 Entonces sabrán que yo soy el Señor.

»Cuando los haya dispersado y esparcido por las naciones, 16 dejaré que unos pocos de ellos se escapen de la guerra, del hambre y de la peste, para que en las naciones por donde vayan den cuenta de sus prácticas repugnantes. Entonces sabrán que yo soy el Señor.»

17 El Señor me dirigió la palabra: 18 «Hijo de hombre, tiembla al comer tu pan, y llénate de espanto y miedo al beber tu agua. 19 Adviértele a la gente del país que así dice el Señor omnipotente acerca de los que habitan en Jerusalén y en la tierra de Israel: “Con mucho miedo comerán su pan, y con gran angustia beberán su agua. Por la violencia de sus habitantes la tierra será despojada de todo lo que hay en ella. 20 Las ciudades habitadas serán arrasadas, y su país quedará en ruinas. Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor.” »

21 El Señor me dirigió la palabra: 22 «Hijo de hombre, ¿qué quiere decir este refrán que se repite en la tierra de Israel: “Se cumple el tiempo, pero no la visión”? 23 Por lo tanto, adviérteles que así dice el Señor omnipotente: “Pondré fin a ese refrán, y ya no volverán a repetirlo en Israel.” Y adviérteles también: “Ya vienen los días en que se cumplirán las visiones. 24 Pues ya no habrá visiones engañosas ni predicciones que susciten falsas expectativas en el pueblo de Israel. 25 Porque yo, el Señor, hablaré, y lo que diga se cumplirá sin retraso. Pueblo rebelde, mientras ustedes aún tengan vida, yo cumpliré mi palabra. Lo afirma el Señor omnipotente.” »

26 El Señor me dirigió la palabra: 27 «Hijo de hombre, el pueblo de Israel anda diciendo que tus visiones son para un futuro distante, y que tus profecías son a largo plazo. 28 Por lo tanto, adviérteles que así dice el Señor omnipotente: “Mis palabras se cumplirán sin retraso: yo cumpliré con lo que digo. Lo afirma el Señor omnipotente.” »

Comentario

3. … por el Espíritu Santo

Cuando oras, el Espíritu Santo —que vive en ti— te ayuda a orar. Es un privilegio extraordinario estar viviendo en esta época donde cada cristiano tiene el Espíritu Santo viviendo dentro de él. Antes del día de Pentecostés, el Espíritu Santo solo vino a personas particulares en momentos particulares y para tareas particulares.

Ezequiel era una de esas personas en particular. El Espíritu que lo elevó le dio visiones extraordinarias de Dios. Dos veces en este pasaje él dice: «Entonces el Espíritu me elevó...» (11:1, 24; RVA-2015). Fue «el Espíritu del Señor» quien «vino sobre» él y le «ordenó» lo que debía «proclamar»: «Así dice el Señor...» (v.5).

Ezequiel profetizó que un día el Espíritu de Dios no solo estaría en él, sino que estaría en todo el pueblo: «Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne» (v.19).

Dios ha dado a cada ser humano una conciencia. Sin embargo, si nos rebelamos contra nuestra conciencia con demasiada frecuencia nos volvemos duros de corazón. Si, por ejemplo, hemos sido lastimados por otros, podemos endurecer nuestro corazón en un intento de bloquear sufrir más dolor emocional.

Es casi imposible cambiar tu corazón simplemente a través de una decisión de voluntad. Pero Dios promete darte «un corazón de carne», «un corazón tierno» (v.19, NTV). Él lo hace al poner un nuevo Espíritu en ti (es el Espíritu Santo, ver Ezequiel 36:26-27). El Espíritu Santo vive ahora en ti. Él cambia tu corazón y reemplaza un corazón de piedra por un corazón de carne.

El Espíritu Santo vierte el amor de Dios en tu corazón (Romanos 5:5). Él sana tus llagas y heridas, haciendo sensible tu corazón. Él te da un «corazón delicado» que es sensible a su suave toque y está lleno de amor y sensibilidad hacia las necesidades de los demás.

Estas profecías de Ezequiel se cumplieron el día de Pentecostés. En el libro de Hechos, el apóstol Pedro explica que las promesas (incluyendo las de Ezequiel) se han cumplido: «Exaltado por el poder de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven y oyen» (Hechos 2:33).

A partir de aquel momento, todos los que ponen su fe en Jesús tienen el Espíritu Santo viviendo en ellos. Así sigue siendo para todos los cristianos hoy en día. Dios te promete un corazón indiviso, un nuevo espíritu y un corazón de carne. Él dice que por tanto obedecerás y serás parte del pueblo de Dios, y Él será tu Dios. Es por el mismo Espíritu Santo por quien tienes acceso al Padre a través de Jesús (Efesios 2:18).

Oración

Señor, dame un corazón íntegro. Ayúdame hoy a tener cuidado de seguir Tus decretos y de guardar Tus leyes. Gracias por ayudarme a orar al Padre, a través de Jesús, por el Espíritu Santo.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Salmo 119:173

«Que acuda tu mano en mi ayuda».

Tengo demasiadas cosas que hacer hoy; necesito que la mano de Dios me ayude.

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Referencias

Notas:

Las citas bíblicas marcadas (AMPC) son tomadas de la Biblia Amplificada® Classic Edition en inglés, no está traducida al español, se parafrasea.

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida a español, se parafrasea.

Abraham Lincoln story from Graham H. Twelftree, Your Point Being?, (Monarch Books, 2003) p.97 No está disponible en español.

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

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