Día 338

Cómo tener confianza

Sabiduría Salmos 137:1-9
Nuevo Testamento 1 Juan 3:11-4:6
Antiguo Testamento Daniel 9:20-11:1

Introducción

Describir a una persona como alguien con «confianza» suele significar un halago. Pero hay una forma correcta y una forma incorrecta de confianza. La forma incorrecta conlleva valorarte a ti mismo por encima y en contra de Dios, lo cual es arrogancia. La forma correcta conlleva valorarte a ti mismo en Cristo y a través de Cristo. La confianza en el mundo natural es dependencia de uno mismo. En el mundo espiritual, es dependencia de Dios y en su máxima expresión, conlleva la confianza en la presencia de Dios.

Sabiduría

Salmos 137:1-9

Salmo 137

1 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos,
y llorábamos al acordarnos de Sión.
2 En los álamos que había en la ciudad
colgábamos nuestras arpas.
3 Allí, los que nos tenían cautivos
nos pedían que entonáramos canciones;
nuestros opresores nos pedían estar alegres;
nos decían: «¡Cántennos un cántico de Sión!»

4 ¿Cómo cantar las canciones del
en una tierra extraña?
5 Ah, Jerusalén, Jerusalén,
si llegara yo a olvidarte,
¡que la mano derecha se me seque!
6 Si de ti no me acordara,
ni te pusiera por encima de mi propia alegría,
¡que la lengua se me pegue al paladar!

7 Señor, acuérdate de los edomitas
el día en que cayó Jerusalén.
«¡Arrásenla —gritaban—,
arrásenla hasta sus cimientos!»
8 Hija de Babilonia, que has de ser destruida,
¡dichoso el que te haga pagar
por todo lo que nos has hecho!
9 ¡Dichoso el que agarre a tus pequeños
y los estrelle contra las rocas!

Comentario

1. La confianza perdida

Hay algo muy consolador en la ira cruda que se expresa en este salmo. Es un recordatorio de que puedes ser auténtico y honesto con Dios y de que no necesitas censurar tus oraciones. Él puede aguantar incluso tus pensamientos más oscuros.

El pueblo de Dios había perdido su confianza en la presencia de Dios. El salmista está en Babilonia, lejos de Jerusalén y del templo de la presencia de Dios. Lo peor del exilio para el pueblo de Dios era el sentimiento de estar lejos de la presencia de Dios: «Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión» (v.1).

Su respuesta violenta y su deseo de venganza —«que te haga pagar por todo lo que nos has hecho» (vv.8-9) — es muy diferente del mandamiento del Nuevo Testamento de amar a tus enemigos (ver Mateo 5:44). Pero es un clamor que se enmarca en el lamento de un pueblo atormentado (Salmo 137:3) y desesperado por tener la presencia de Dios.

Oración

Señor, anhelo Tu presencia en el día de hoy.

Nuevo Testamento

1 Juan 3:11-4:6

Amémonos los unos a los otros

11 Éste es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. 12 No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas. 13 Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia. 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 15 Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.

16 En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 17 Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? 18 Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.

19 En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él: 20 que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. 21 Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, 22 y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 23 Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, pues así lo ha dispuesto. 24 El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.

Vivamos en el Espíritu

4Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas. 2 En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios; 3 todo profeta que no reconoce a Jesús, no es de Dios sino del anticristo. Ustedes han oído que éste viene; en efecto, ya está en el mundo.

4 Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo. 5 Ellos son del mundo; por eso hablan desde el punto de vista del mundo, y el mundo los escucha. 6 Nosotros somos de Dios, y todo el que conoce a Dios nos escucha; pero el que no es de Dios no nos escucha. Así distinguimos entre el Espíritu de la verdad y el espíritu del engaño.

Comentario

2. La confianza restaurada

La confianza y el amor van de la mano. Si sabes que Dios te ama, entonces le amas y amas a los demás, por lo que vivirás confiadamente ante Dios y ante los demás seres humanos.

El amor no es solo un sentimiento, también conlleva la acción: «En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?» (3:16-17).

Es importante decirle a las personas que Dios les ama y que tú les amas. Pero las palabras no son suficiente: «Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad» (v.18). Demuestra tu amor de la manera en la que Jesús lo hizo: con acciones, especialmente para con los pobres.

Este mandamiento es un desafío grandísimo, especialmente en un mundo donde muchos de nuestros hermanos están desesperadamente necesitados. Debemos actuar en cuestiones como la pobreza global, la injusticia y las enfermedades prevenibles. Muestra amor también en el contexto de la iglesia local, no solo con palabras sino con acciones y en verdad.

Dios quiere que tengas confianza ante Él (v.21) y que seas «valiente y libre ante Dios» (v.21, MSG).

La confianza es lo opuesto a la condenación, la cual nunca proviene de Dios: «Ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús» (Romanos 8:1). La condenación proviene o bien del demonio que es el acusador, o de nuestro corazón (1 Juan 3:20).

Hay una gran diferencia entre la condenación —«la autocrítica que nos debilita» (v.20, MSG) — y la convicción de pecado, la cual viene del Espíritu Santo (Juan 16:8). Cuando el Espíritu Santo nos convence de nuestro pecado, es muy específico y sabemos que nos hemos equivocado. El propósito es ayudarnos a arrepentirnos, ser restaurados y ser levantados de nuevo.

Por otro lado, la condenación es más bien un sentimiento nebuloso de culpa y vergüenza que nos hace sentir mal con nosotros mismos, incluso después de habernos arrepentido y haber pedido perdón. Nos roba nuestra confianza ante Dios.

La maravillosa noticia que nos llena de seguridad es que «Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo» (1 Juan 3:20). Nadie es perfecto, incluso un amor imperfecto es prueba de la labor del Espíritu Santo en tu vida. Cuando reconoces los fallos de tu corazón, tu hambre de un amor más perfecto a la imagen de Cristo no debería alterar tu confianza, sino más bien confirmarla.

Dios no te condena sino que te acepta a pesar de tus fallos, debilidades e imperfecciones. De hecho, te promete que recibirás de Él todo lo que pidas, porque obedeces Sus mandamientos y haces lo que le agrada (v.22).

¿Qué significa obedecer Sus mandamientos y hacer lo que le agrada? Es muy simple. Hacen falta dos cosas: la primera, creer en Jesús, y la segunda, amarnos los unos a los otros. Si haces estas dos cosas, puedes estar seguro de que vives en Él y de que Él vive en ti: «El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio» (v.24).

¿Cómo sabemos que quien vive en nosotros es el Espíritu de Dios y no cualquier otro espíritu? «En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano es de Dios» (4:2).

Hemos de luchar en muchas batallas. Seremos odiados por el mundo (3:13) y vendrán muchos falsos profetas: «No crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu» (4:1). Pero «el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo» (v.4).

Oración

Señor, gracias porque puedo conocer Tu presencia por medio de Tu Espíritu, y porque puedo tener confianza ante Ti. Ayúdame hoy a amar de la manera en la que Jesús amó, a estar dispuesto a entregar mi vida por los demás.

Antiguo Testamento

Daniel 9:20-11:1

Las setenta semanas

20 »Yo seguí hablando y orando al Señor mi Dios. Le confesé mi pecado y el de mi pueblo Israel, y le supliqué en favor de su santo monte. 21 Se acercaba la hora del sacrificio vespertino. Y mientras yo seguía orando, el ángel Gabriel, a quien había visto en mi visión anterior, vino en raudo vuelo a verme 22 y me hizo la siguiente aclaración:

»“Daniel, he venido en este momento para que entiendas todo con claridad. 23 Tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración. He venido a decírtelo porque tú eres muy apreciado. Presta, pues, atención a mis palabras, para que entiendas la visión.

24 » ”Setenta semanas han sido decretadas para que tu pueblo y tu santa ciudad pongan fin a sus transgresiones y pecados, pidan perdón por su maldad, establezcan para siempre la justicia, sellen la visión y la profecía, y consagren el lugar santísimo.

25 » ”Entiende bien lo siguiente: Habrá siete semanas desde la promulgación del decreto que ordena la reconstrucción de Jerusalén hasta la llegada del príncipe elegido. Después de eso, habrá sesenta y dos semanas más. Entonces será reconstruida Jerusalén, con sus calles y murallas. Pero cuando los tiempos apremien, 26 después de las sesenta y dos semanas, se le quitará la vida al príncipe elegido. Éste se quedará sin ciudad y sin santuario, porque un futuro gobernante los destruirá. El fin vendrá como una inundación, y la destrucción no cesará hasta que termine la guerra. 27 Durante una semana ese gobernante hará un pacto con muchos, pero a media semana pondrá fin a los sacrificios y ofrendas. Sobre una de las alas del templo cometerá horribles sacrilegios, hasta que le sobrevenga el desastroso fin que le ha sido decretado.” »

Daniel junto al río Tigris

10En el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel tuvo una visión acerca de un gran ejército. El mensaje era verdadero, y Daniel, que también se llamaba Beltsasar, pudo comprender su significado en la visión.

2 «En aquella ocasión yo, Daniel, pasé tres semanas como si estuviera de luto. 3 En todo ese tiempo no comí nada especial, ni probé carne ni vino, ni usé ningún perfume. 4 El día veinticuatro del mes primero, mientras me encontraba yo a la orilla del gran río Tigris, 5 levanté los ojos y vi ante mí a un hombre vestido de lino, con un cinturón del oro más refinado. 6 Su cuerpo brillaba como el topacio, y su rostro resplandecía como el relámpago; sus ojos eran dos antorchas encendidas, y sus brazos y piernas parecían de bronce bruñido; su voz resonaba como el eco de una multitud.

7 »Yo, Daniel, fui el único que tuvo esta visión. Los que estaban conmigo, aunque no vieron nada, se asustaron y corrieron a esconderse. 8 Nadie se quedó conmigo cuando tuve esta gran visión. Las fuerzas me abandonaron, palideció mi rostro, y me sentí totalmente desvalido. 9 Fue entonces cuando oí que aquel hombre me hablaba. Mientras lo oía, caí en un profundo sueño, de cara al suelo. 10 En ese momento una mano me agarró, me puso sobre mis manos y rodillas, 11 y me dijo: “Levántate, Daniel, pues he sido enviado a verte. Tú eres muy apreciado, así que presta atención a lo que voy a decirte.”

»En cuanto aquel hombre me habló, tembloroso me puse de pie. 12 Entonces me dijo: “No tengas miedo, Daniel. Tu petición fue escuchada desde el primer día en que te propusiste ganar entendimiento y humillarte ante tu Dios. En respuesta a ella estoy aquí. 13 Durante veintiún días el príncipe de Persia se me opuso, así que acudió en mi ayuda Miguel, uno de los príncipes de primer rango. Y me quedé allí, con los reyes de Persia. 14 Pero ahora he venido a explicarte lo que va a suceder con tu pueblo en el futuro, pues la visión tiene que ver con el porvenir.”

15 »Mientras aquel hombre me decía esto, yo me incliné de cara al suelo y guardé silencio. 16 Entonces alguien con aspecto humano me tocó los labios, y yo los abrí y comencé a hablar. Y le dije a quien había estado hablando conmigo: “Señor, por causa de esta visión me siento muy angustiado y sin fuerzas. 17 ¿Cómo es posible que yo, que soy tu siervo, hable contigo? ¡Las fuerzas me han abandonado, y apenas puedo respirar!”

18 »Una vez más, el de aspecto humano me tocó y me infundió fuerzas, 19 al tiempo que me decía: “¡La paz sea contigo, hombre altamente estimado! ¡Cobra ánimo, no tengas miedo!”

»Mientras él me hablaba, yo fui recobrando el ánimo y le dije: “Ya que me has reanimado, ¡háblame, Señor!” 20 Y me dijo: “¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque debo volver a pelear contra el príncipe de Persia. Y cuando termine de luchar con él, hará su aparición el príncipe de Grecia. 21 Pero antes de eso, te diré lo que está escrito en el libro de la verdad. En mi lucha contra ellos, sólo cuento con el apoyo de Miguel, el capitán de ustedes.

11» ”Cuando Darío el Medo estaba en el primer año de su reinado, también le brindé mi apoyo y mi ayuda.

Comentario

3. La confianza dada

Me da mucho ánimo que Daniel no fuera perfecto. Hasta ahora, la mayor parte de lo que hemos leído acerca de Daniel sugiere que no tenía fallos. Pero aquí leemos: «Yo seguí hablando y orando al Señor mi Dios. Le confesé mi pecado y el de mi pueblo Israel» (9:20). En cuanto comenzó a orar, le fue dada una respuesta y es llamado «muy apreciado» (v.23; 10:11), o como dice The Message «¡Eres muy amado!» (9:23, MSG).

Esta visión y profecía, como muchas otras profecías, tiene diferentes niveles de cumplimiento. Hay un cumplimiento histórico inmediato y un cumplimiento a largo plazo.

El cumplimiento a largo plazo se dio en la muerte de Jesús «para que tu pueblo y tu santa ciudad pongan fin a sus transgresiones y pecados, pidan perdón por su maldad, establezcan para siempre la justicia» (v.24). Él es el ungido (Lucas 4:18), aquel que regresará y vendrá como un torrente.

Jesús se hizo eco de estas palabras ante sus discípulos cuando habló de las dificultades por las que pasarían sus seguidores después de que él se fuera y hasta su regreso final (ver Mateo 24:6,8,15–16). Estas se cumplen en parte cada vez que alguien se alza contra Dios, desde los emperadores romanos hasta Stalin, y un día serán cumplidas con la victoria final de Jesús sobre el mal.

Daniel tiene una visión y cuando la leemos a través de la lente del Nuevo Testamento, comprendemos que es una visión de Jesús: «Levanté los ojos y vi ante mí a un hombre vestido de lino, con un cinturón del oro más refinado. Su cuerpo brillaba como el topacio, y su rostro resplandecía como el relámpago; sus ojos eran dos antorchas encendidas, y sus brazos y piernas parecían de bronce bruñido; su voz resonaba como el eco de una multitud» (Daniel 10:5-6).

Es una descripción muy similar a la que se hace de Jesús en Apocalipsis 1:12-18. Cuando Daniel tiene la visión de Jesús «Las fuerzas me abandonaron, palideció mi rostro, y me sentí totalmente desvalido» (Daniel 10:8).

Daniel recibe seguridades al humillarse,. Una voz le dice: «No tengas miedo, Daniel. Tu petición fue escuchada desde el primer día en que te propusiste ganar entendimiento y humillarte ante tu Dios» (v.12).

La visión continúa y Daniel describe cómo «alguien con aspecto humano me tocó los labios», y prosigue: «Yo los abrí y comencé a hablar \[…\] Una vez más, el de aspecto humano me tocó y me infundió fuerzas, al tiempo que me decía: “¡La paz sea contigo, hombre altamente estimado! ¡Cobra ánimo, no tengas miedo!”. Mientras él me hablaba, yo fui recobrando el ánimo y le dije: “Ya que me has reanimado, ¡háblame, Señor!”» (vv.15-19).

Cuando Jesús toca tus labios recibes la confianza y la capacidad de hablar (v.16). Cuando Jesús toca tu cuerpo, recibes la confianza y la fortaleza para actuar (v.18).

El mensaje dado a Daniel es: «¡Cobra ánimo, no tengas miedo!» (v.19). Esta confianza viene a ti porque Jesús te da valentía, paz y fortaleza.

Oración

Señor, necesito desesperadamente la presencia de Jesús conmigo. Ayúdame a disponer mi mente para comprender Tu palabra y humillarme ante Ti (v.12). Dame confianza en Tu presencia. Te pido que toques mis labios y me des la capacidad de pronunciar Tus palabras. Te pido que toques mi cuerpo y me des la confianza y la fortaleza para actuar. Llévate mis miedos y dame Tu paz.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Daniel 10:19b

«Me infundió fuerzas, al tiempo que me decía…»

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Referencias

Notas:

Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea

Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.

Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)

Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

Notes for 2012

«Confidence in the natural world is self-reliance, in the spiritual world it is God-reliance.» (Oswald Chambers in Draper»s Book of Christian Quotations, 1605)

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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