¿Quién es el Señor de tu vida?
Introducción
Policarpo (70–156 d.C.) fue obispo en una época de duros ataques contra los cristianos. A la edad de 82 años, fue arrestado por ningún otro crimen que el de ser cristiano. Todo lo que tenía que hacer para evitar la muerte era proclamar que «César es Señor».
Policarpo respondió: «He servido a Cristo durante ochenta y seis años, y nunca me ha fallado. ¿Cómo puedo blasfemar de mi Dios quien me salvó?». Para Policarpo, el hecho de que «Jesús es el Señor» significó que no podía decir que «César es Señor». Firme en su posición por Cristo, Policarpo se negó a comprometer sus creencias y fue quemado vivo en la hoguera el 22 de febrero del 156.
Dios es descrito en el Antiguo Testamento como «el Señor». En el pasaje del Nuevo Testamento de hoy, vemos el trasfondo de esta extraordinaria afirmación: «¡Jesús es el Señor!».
Salmos 144:1-8
Salmo 144
Salmo de David.
1 Bendito sea el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para la guerra,
mis dedos para la batalla.
2 Él es mi Dios amoroso, mi amparo,
mi más alto escondite, mi libertador,
mi escudo, en quien me refugio.
Él es quien pone los pueblos a mis pies.
3 Señor, ¿qué es el mortal para que lo cuides?
¿Qué es el ser humano para que en él pienses?
4 Todo mortal es como un suspiro;
sus días son fugaces como una sombra.
5 Abre tus cielos, Señor, y desciende;
toca los montes y haz que echen humo.
6 Lanza relámpagos y dispersa al enemigo;
dispara tus flechas y ponlo en retirada.
7 Extiende tu mano desde las alturas
y sálvame de las aguas tumultuosas;
líbrame del poder de gente extraña.
8 Cuando abren la boca, dicen mentiras;
cuando levantan su diestra, juran en falso.
Comentario
1. Jesús, el Señor que ha descendido del cielo
¿Qué batallas estás librando en tu vida? ¿Tentación? ¿Ansiedad? ¿Depresión? ¿Batallas financieras? ¿Batallas de salud? ¿Batallas de trabajo o en las relaciones?
Este salmo es una petición de ayuda antes de la batalla. El contexto original probablemente era una batalla física; pero, vista a través de la lente del Nuevo Testamento, puedes considerarla en los términos de una batalla espiritual.
Hay momentos en los que parece que estamos perdiendo terreno en una batalla espiritual, como por ejemplo por nuestra nación. Pero, ¡nunca te rindas! David ensalza al Señor diciendo «mi roca», «fortaleza», «refugio», «libertador», «mi escudo, en quien me refugio» (vv.1-2).
El Señor es poderoso, también es «mi Dios amoroso». Él te hace partícipe de Su plan, «adiestra mis manos para la guerra» (v.1). Eres socio de Dios; por supuesto, Dios es el socio mayoritario, pero tú tienes un papel que desempeñar.
David continúa diciendo: «Abre tus cielos, Señor, y desciende \[…\] Extiende tu mano desde las alturas y sálvame» (vv.5a,7). Esto es exactamente lo que Dios hizo, lo cual celebraremos en unos pocos días en Navidad. El Señor Jesús descendió del cielo y nos libró rescatándonos.
Sin importar cuáles sean las batallas en las que estés luchando hoy, pasa tiempo con Jesús ensalzándolo por ser quien es, clamándole en petición de ayuda y confiando en él para librarte.
Oración
Señor, hoy clamo a Ti, mi Dios amoroso; mi fortaleza, mi refugio, mi libertador, mi escudo y mi rescatador. ¡Ayúdame Señor!
Apocalipsis 7:1-17
Los 144.000 sellados
7Después de esto vi a cuatro ángeles en los cuatro ángulos de la tierra. Estaban allí de pie, deteniendo los cuatro vientos para que éstos no se desataran sobre la tierra, el mar y los árboles. 2 Vi también a otro ángel que venía del oriente con el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles a quienes se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar: 3 «¡No hagan daño ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente de los siervos de nuestro Dios!» 4 Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil de todas las tribus de Israel.
5 De la tribu de Judá fueron sellados doce mil;
de la tribu de Rubén, doce mil;
de la tribu de Gad, doce mil;
6 de la tribu de Aser, doce mil;
de la tribu de Neftalí, doce mil;
de la tribu de Manasés, doce mil;
7 de la tribu de Simeón, doce mil;
de la tribu de Leví, doce mil;
de la tribu de Isacar, doce mil;
8 de la tribu de Zabulón, doce mil;
de la tribu de José, doce mil;
de la tribu de Benjamín, doce mil.
La gran multitud con túnicas blancas
9 Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano. 10 Gritaban a gran voz:
«¡La salvación viene de nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y del Cordero!»
11 Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Se postraron rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios 12 diciendo:
«¡Amén!
La alabanza, la gloria,
la sabiduría, la acción de gracias,
la honra, el poder y la fortaleza
son de nuestro Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!»
13 Entonces uno de los ancianos me preguntó:
—Esos que están vestidos de blanco, ¿quiénes son, y de dónde vienen?
14 —Eso usted lo sabe, mi señor —respondí.
Él me dijo: —Aquéllos son los que están saliendo de la gran tribulación; han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.
15 Por eso, están delante del trono de Dios,
y día y noche le sirven en su templo;
y el que está sentado en el trono
les dará refugio en su santuario.
16 Ya no sufrirán hambre ni sed.
No los abatirá el sol ni ningún calor abrasador.
17 Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará
y los guiará a fuentes de agua viva;
y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos.
Comentario
2. Jesús, el Señor en el centro de nuestra adoración
Uno de los hitos de todos los Juegos Olímpicos es la ceremonia de apertura, que supone que 225 naciones se junten para una alegre celebración. Pero su significado palidece comparado con lo que se describe en este pasaje, donde vemos a una gran multitud de toda lengua, pueblo, tribu y nación compareciendo juntos ante el trono de Dios.
Los seis sellos que vimos ayer dieron una perspectiva general de la historia entre la primera y la segunda venida de Jesús. Mañana, leeremos acerca de la apertura del séptimo sello.
En el interludio del capítulo séptimo del Apocalipsis, se da una significativa seguridad al pueblo de Dios: « ¡No hagan daño ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente de los siervos de nuestro Dios!» (v.3). Pase lo que pase a tu alrededor, tu seguridad eterna está fuera de dudas, pues se te ha impuesto el «el sello del Dios vivo» (v.2).
Los 144 000 a los que se refieren estos versículos 1-8 y la incontable multitud de los versículos 9-17 probablemente no son dos grupos distintos, sino imágenes del mismo grupo desde dos ángulos diferentes. En el primero, el pueblo de Dios es reunido en asamblea en la tierra; en el segundo, se juntan como asamblea ante Dios en el cielo, habiendo dejado sus luchas y dificultades en el pasado.
El pueblo de Dios es descrito como aquellos que lavaron sus vestiduras blanqueándolas en «la sangre del Cordero» (v.14). Este es un ejemplo de lenguaje metafórico no literal de la literatura apocalíptica de este libro de la Biblia y este capítulo en particular. ¡Las vestiduras no se blanquean al ser bañadas en sangre! Pero metafóricamente, eres lavado por la sangre de Jesús.
El número 144 000 por tanto no es literal, sino simbólico de todo el pueblo de Dios a través de la historia. Juan los ve como «una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero» (v.9).
Los de la multitud estaban «vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano» (v.9). Entonan canciones de alabanza a Dios (v.10). Los ángeles se unen a la multitud y alaban a Dios (vv.11-12). Finalmente, toda la iglesia, con los anfitriones angélicos, alaba a Jesús. Los coros humanos y las orquestas están ensayando el concierto celestial.
«El Cordero que está en el trono los pastoreará» (v.17a). Esta es una inversión de roles extraordinaria. ¡El cordero se ha convertido en el pastor! Nunca más tendrás hambre ni sed. Serás saciado por las «fuentes de agua viva; y Dios enjugará» toda lágrima de tus ojos (v.17b). No habrá más dolor ni sufrimiento, ni duelo ni tragedia.
Oración
Señor, gracias porque puedo aguardar con expectación una eternidad en la presencia de Jesús. Gracias porque satisfarás mi hambre y mi sed, y enjuagarás toda lágrima de mis ojos.
Malaquías 2:17-4:6
Acusaciones contra Judá
17 Ustedes han cansado al Señor con sus palabras.
Y encima preguntan: «¿En qué lo hemos cansado?»
En que dicen: «Todo el que hace lo malo agrada al Señor, y él se complace con ellos»; y murmuran: «¿Dónde está el Dios de justicia?»
3El SeñorTodopoderoso responde: «Yo estoy por enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su templo el Señor a quien ustedes buscan; vendrá el mensajero del pacto, en quien ustedes se complacen.»
2 Pero ¿quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse en pie cuando él aparezca? Porque será como fuego de fundidor o lejía de lavandero. 3 Se sentará como fundidor y purificador de plata; purificará a los levitas y los refinará como se refinan el oro y la plata. Entonces traerán al Señor ofrendas conforme a la justicia, 4 y las ofrendas de Judá y Jerusalén serán aceptables al Señor, como en tiempos antiguos, como en años pasados.
5 «De modo que me acercaré a ustedes para juicio. Estaré presto a testificar contra los hechiceros, los adúlteros y los perjuros, contra los que explotan a sus asalariados; contra los que oprimen a las viudas y a los huérfanos, y niegan el derecho del extranjero, sin mostrarme ningún temor —dice el Señor Todopoderoso—.
Fidelidad en las ofrendas
6 »Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados. 7 Desde la época de sus antepasados se han apartado de mis preceptos y no los han guardado. Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes —dice el Señor Todopoderoso—.
»Pero ustedes replican: “¿En qué sentido tenemos que volvernos?”
8 »¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Ustedes me están robando!
»Y todavía preguntan: “¿En qué te robamos?”
»En los diezmos y en las ofrendas. 9 Ustedes —la nación entera— están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando.
10 »Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. 11 Exterminaré a la langosta, para que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto —dice el Señor Todopoderoso—. 12 Entonces todas las naciones los llamarán a ustedes dichosos, porque ustedes tendrán una nación encantadora —dice el Señor Todopoderoso—.
Insolencia de Judá
13 »Ustedes profieren insolencias contra mí —dice el Señor —.
»Y encima preguntan: “¿Qué insolencias hemos dicho contra ti?”
14 »Ustedes han dicho: “Servir a Dios no vale la pena. ¿Qué ganamos con cumplir sus mandatos y vestirnos de luto delante del Señor Todopoderoso 15 si nos toca llamar dichosos a los soberbios, y los que hacen lo malo no sólo prosperan sino que incluso desafían a Dios y se salen con la suya?” »
16 Los que temían al Señor hablaron entre sí, y él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre. 17 «El día que yo actúe ellos serán mi propiedad exclusiva —dice el Señor Todopoderoso—. Tendré compasión de ellos, como se compadece un hombre del hijo que le sirve. 18 Y ustedes volverán a distinguir entre los buenos y los malos, entre los que sirven a Dios y los que no le sirven.
El día del
4»Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el SeñorTodopoderoso—. 2 Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. 3 El día que yo actúe ustedes pisotearán a los malvados, y bajo sus pies quedarán hechos polvo —dice el Señor Todopoderoso—.
4 »Acuérdense de la ley de mi siervo Moisés. Recuerden los preceptos y las leyes que le di en Horeb para todo Israel.
5 »Estoy por enviarles al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. 6 Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total.»
Comentario
3. Jesús, el Señor que acrisola y bendice
El libro de Malaquías termina con la expectativa de la llegada de aquel que preparará el camino al Señor: «Estoy por enviarles al profeta Elías antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres» (4:5-6).
Así es como se describe a Juan el Bautista (Lucas 1:17). Jesús dijo que él es el Elías que tenía que llegar (Mateo 11:14; ver también Mateo 17:12–13; Marcos 9:12-13).
En la Biblia cristiana, el último libro del Antiguo Testamento es el libro de Malaquías. Termina con la expectativa de la venida del Señor y de aquel que preparará el camino al Señor.
El pueblo es llamado a prepararse para el día de la venida del Señor, la cual será como «fuego de fundidor» (Malaquías 3:2). Dios quiere cambiar tus actitudes, deseos, pensamientos y conversaciones para que te puedas liberar de ti mismo, de tu egoísmo, y de estar centrado en ti. Como escribe Joyce Meyer: «Créeme, librarte de tu egoísmo requiere algo de fuego (pasar por tiempos difíciles, normalmente un montón) pero al final, merece la pena».
Escucha la llamada de volver al Señor (v.7). En particular, fíjate en cuánto das (vv.8-12). Tu actitud hacia el dinero es el barómetro de cómo ves la vida.
El «diezmo» era una especie de impuesto a los ingresos que iba para el mantenimiento del Templo y su personal. Además, la gente daba de muchas otras maneras: a través de la hospitalidad, limosnas a los pobres y ofrendas «libres».
El profeta los acusa de robar a Dios por no enderezar su vida. Les insta así: «Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde» (v.10).
Esto muestra lo importante que es lo que damos a los ojos de Dios. Prioriza dar a la comunidad de tu iglesia, la cual es el equivalente del Templo. Si no das con generosidad, estarás «robando a Dios». Si una iglesia como comunidad da generosamente, entonces puedes esperar que Dios abrirá las «compuertas del cielo y derram\[ará\] sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde» (v.10).
Parece que pusieron sus prioridades en el lugar adecuado: «Los que temían al Señor hablaron entre sí, y él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre» (v.16). Me encanta este versículo. A veces, cuando te reúnes, puede que no llegues a orar, pero aun así «\[él Señor\] los escuchó y les prestó atención», porque «temen al Señor y honran su nombre» (v.16).
Él promete: «Ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados» (4:2). Cualesquiera que sean tus heridas, dolores y quebrantos, Dios promete traer sanación, restauración e integridad a tu vida.
Oración
Señor, ayúdanos a ser una comunidad generosa. Gracias porque estás con nosotros en nuestras batallas cotidianas y porque un día te alabaremos para siempre como parte de la gran multitud, declarando que «¡Jesús es el Señor»!
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Apocalipsis 7:17b
«Y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos».
Qué bueno que Dios lo hace que al final todo esté bien.
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Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea
Joyce Meyer, La Biblia de la vida diaria (Casa creación, 2010)
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