Palabras llenas de esperanza
Introducción
En la primavera de 2005, un joven llamado Clark quien era un amigo íntimo del hijo de
Bill Hybels, murió en un accidente automovilístico. Al ser bajado el ataúd a la tumba, todo lo que se podía oír en el entierro eran los sollozos de una familia cuyo corazón había sido desgarrado. El padre de Clark susurró a Bill mientras lloraba en su hombro «Bill, esto no puede acabar así. ¡Por favor! ¡No puede acabar así!».
Bill le preguntó si podía hacer una oración más. Dios puso en su mente palabras llenas de esperanza. Explicó que por causa de la resurrección y la fe Clark en Cristo, él ya estaba en la presencia de Dios. Clark y su familia, junto con sus amigos, se habrían de reunir un día para toda la eternidad.
Reflexionando acerca de aquel momento, Bill Hybels comenta: «Nuestro mundo se pregunta si la oscuridad y el mal prevalecerán para siempre \[…\] ¿Aumentará la pobreza? \[…\] ¿Perdurarán la violencia y la guerra? \[…\] ¿Seguirán rompiéndose los matrimonios? ¿Seguirá la depresión robando la alegría a la gente? ¿Tienen que acabar las cosas así? \[…\] En Cristo \[…\] es absolutamente seguro que no tendrán que acabar así…
«Somos administradores del único mensaje en el planeta tierra que puede dar a la gente la esperanza, que es lo que más necesitan sus corazones. Esperanza en que los pecados pueden ser perdonados. Esperanza en que las oraciones pueden ser respondidas. Esperanza en que se pueden abrir puertas con oportunidades, las cuales parecían cerradas. Esperanza en que relaciones rotas pueden ser reconciliadas. Esperanza en que cuerpos enfermos pueden sanarse. Esperanza en que la confianza perdida puede ser restaurada. Esperanza en que las iglesias muertas pueden resucitar… Nosotros, entre toda la gente, podemos reclamar esa esperanza y vivir en ella, irradiándola a los demás. Y debemos proclamar este mensaje de esperanza a todos aquellos a quienes Dios nos dé la oportunidad de influir».
Salmos 146:1-10
Salmo 146
1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Alaba, alma mía, al Señor.
2 Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras haya aliento en mí, cantaré salmos a mi Dios.
3 No pongan su confianza en gente poderosa,
en simples mortales, que no pueden salvar.
4 Exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
y ese mismo día se desbaratan sus planes.
5 Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está en el Señor su Dios,
6 creador del cielo y de la tierra,
del mar y de todo cuanto hay en ellos,
y que siempre mantiene la verdad.
7 El Señor hace justicia a los oprimidos,
da de comer a los hambrientos
y pone en libertad a los cautivos.
8 El Señor da vista a los ciegos,
el Señor sostiene a los agobiados,
el Señor ama a los justos.
9 El Señor protege al extranjero
y sostiene al huérfano y a la viuda,
pero frustra los planes de los impíos.
10 ¡Oh Sión, que el Señor reine para siempre!
¡Que tu Dios reine por todas las generaciones!
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Comentario
1. Pon tu esperanza en el lugar correcto
Hoy en día, muchos ponen su esperanza en el lugar incorrecto. Confían en las riquezas, o en una carrera exitosa, o en una relación a largo plazo, o en su imagen, o en su estatus social. No hay nada necesariamente malo en todas esas cosas, pero ninguna de ellas son un cimiento lo suficientemente firme sobre el que construir tu vida.
En verdad importa dónde pones tu esperanza: «No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar. Exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus planes» (vv.3-4).
El salmista proclama el lugar correcto donde poner tu esperanza: «Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios» (v.5). Si pones tu esperanza en el Señor, esta esperanza es «firme y segura ancla del alma» (Hebreos 6:19).
El salmista tiene este firme propósito en el Señor. Alaba al Señor continuamente (Salmo 146:1-2) y reconoce que Él es «creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo cuanto hay en ellos, y que siempre mantiene la verdad» (v.6).
El Dios de esperanza da una nueva esperanza a aquellos que parecen tener poca esperanza, y nos llama a hacer lo mismo a ti y a mí.
El salmista enumera a algunos de aquellos a quienes Dios da esperanza especialmente: los oprimidos (v.7a), los hambrientos (v.7b), los encarcelados (v.7c), los ciegos (v.8a), los marginados (v.9a) y los afligidos por el duelo (v.9b).
Oración
Señor, gracias porque puedo poner mi esperanza en Ti. Gracias porque esa es un ancla segura y firme para mi alma. Ayúdame a dar esperanza a aquellos que más la necesitan.
Apocalipsis 14:14-15:8
La cosecha de la tierra
14 Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «semejante al Hijo del hombre». En la cabeza tenía una corona de oro, y en la mano, una hoz afilada. 15 Entonces salió del templo otro ángel y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura.» 16 Así que el que estaba sentado sobre la nube pasó la hoz, y la tierra fue segada.
17 Del templo que está en el cielo salió otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. 18 Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego, y le gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras.» 19 El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.
Siete ángeles con siete plagas
15Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles con las siete plagas, que son las últimas, pues con ellas se consumará la ira de Dios. 2 Vi también un mar como de vidrio mezclado con fuego. De pie, a la orilla del mar, estaban los que habían vencido a la bestia, a su imagen y al número de su nombre. Tenían las arpas que Dios les había dado, 3 y cantaban el himno de Moisés, siervo de Dios, y el himno del Cordero:
«Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de las naciones.
4 ¿Quién no te temerá, oh Señor?
¿Quién no glorificará tu nombre?
Sólo tú eres santo.
Todas las naciones vendrán
y te adorarán,
porque han salido a la luz las obras de tu justicia.»
5 Después de esto miré, y en el cielo se abrió el templo, el tabernáculo del testimonio. 6 Del templo salieron los siete ángeles que llevaban las siete plagas. Estaban vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos con bandas de oro a la altura del pecho. 7 Uno de los cuatro seres vivientes dio a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena del furor de Dios, quien vive por los siglos de los siglos. 8 El templo se llenó del humo que procedía de la gloria y del poder de Dios, y nadie podía entrar allí hasta que se terminaran las siete plagas de los siete ángeles.
Comentario
2. Mira al porvenir con esperanza
La esperanza es poderosa; no es simplemente un sentimiento o una emoción, ni depende de las circunstancias. La esperanza real es la actitud positiva constante de que independientemente de las circunstancias las cosas cambiarán para mejor.
«La esperanza tiene una piel muy dura y resistirá muchos golpes» —escribió John Bunyan (1628–1688) — «resistirá todas las cosas si es una esperanza de tipo adecuado, por la alegría que se ha desplegado ante de ella \[…\] la esperanza es lo que hace que el alma ejercite la paciencia y el sufrimiento prolongado bajo la cruz, hasta que llegue el tiempo de disfrutar la corona».
Cuando miramos alrededor del mundo vemos muchísima injusticia. A la gente buena le sucede cosas malas y el mal parece prosperar. Puede que en el ahora se dé la injusticia; pero un día habrá justicia para todos. Dios pondrá todo en su sitio.
Como lo expresa el obispo Lesslie Newbigin: «El horizonte para el Cristiano es que “él regresará” y que “aguardamos la venida del Señor”. Puede ocurrir mañana o en cualquier momento, pero es algo que está en el horizonte. Para mí, este horizonte es fundamental y es lo que hace posible estar esperanzados y por lo tanto que la vida nos resulte con sentido».
En este pasaje, Juan recibe ver en anticipo de cómo será este «poner todo en su sitio» final. Jesús será el juez: «Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien “semejante al Hijo del hombre”. En la cabeza tenía una corona de oro y, en la mano, una hoz afilada» (14:14).
Jesús dijo que en esta vida el trigo y la cizaña crecen juntos hasta la cosecha (Mateo 13:30), y que «la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles» (v.39). Habla de cómo las malas hierbas serán arrancadas y destruidas y cómo «los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol» (v.43).
Hay un juicio radical en el que todo vestigio del mal es destruido «en el gran lagar de la ira de Dios» (Apocalipsis 14:19).
Al leer esto, recuerda que Jesús bebió la copa de la ira de Dios por ti en la cruz, y así eres salvado de estos juicios. En este pasaje vemos como se verán las cosas cuando se complete el juicio de Dios (15:1). Juan ve también «un mar como de vidrio mezclado con fuego» (v.2), una imagen que combina la pureza acrisolada con la serenidad. La paz y la justicia van de la mano.
El juicio de Dios purifica el mundo, destruyendo el mal y la corrupción para rescatar a Su pueblo de aquellos que los persiguen y se oponen a ellos («la bestia, a su imagen» v.2).
Así como después del Éxodo subió un gran clamor de alabanza de parte del pueblo de Dios que había cruzado el Mar Rojo, ahora un gran clamor de alabanza sube hasta Dios:
«Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de las naciones \[…\]
Todas las naciones vendrán y te adorarán,
porque han salido a la luz las obras de tu justicia» (vv.3-4).
Oración
Gracias Señor, porque un día pondrás todo en su sitio. Gracias porque tengo una esperanza tan grande en el futuro, hecha posible por medio de la cruz de Jesús.
Esdras 10:1-44
El pueblo reconoce su pecado
10Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del templo de Dios, a su alrededor se reunió una gran asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente. 2 Entonces uno de los descendientes de Elam, que se llamaba Secanías hijo de Jehiel, se dirigió a Esdras y le dijo: «Nosotros hemos sido infieles a nuestro Dios, pues tomamos por esposas a mujeres de los pueblos vecinos; pero todavía hay esperanza para Israel. 3 Hagamos un pacto con nuestro Dios, comprometiéndonos a expulsar a todas estas mujeres y a sus hijos, conforme al consejo que nos has dado tú, y todos los que aman el mandamiento de Dios. ¡Que todo se haga de acuerdo con la ley! 4 Levántate, pues ésta es tu responsabilidad; nosotros te apoyamos. ¡Cobra ánimo y pon manos a la obra!»
5 Al oír esto, Esdras se levantó e hizo que los jefes de los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo de Israel se comprometieran, bajo juramento, a cumplir con lo que habían dicho; y ellos lo juraron. 6 Luego Esdras salió del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib. Allí se quedó sin comer pan ni beber agua, porque estaba muy deprimido por causa de la infidelidad de los repatriados.
7 Posteriormente anunciaron en Judá y Jerusalén que todos los que habían regresado del cautiverio debían reunirse en Jerusalén. 8 Y advirtieron que a todo el que no se presentara en el plazo de tres días, según la decisión de los jefes y dirigentes, se le quitarían sus propiedades y se le expulsaría de la asamblea de los repatriados.
9 Por lo tanto, a los tres días, en el día veinte del mes noveno, se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y de Benjamín. Todo el pueblo se sentó en la plaza del templo de Dios, temblando por causa de ese asunto e intimidados por el aguacero que caía. 10 Entonces el sacerdote Esdras se puso en pie y les dijo:
—Ustedes han sido infieles y han aumentado la culpa de Israel, pues han contraído matrimonio con mujeres extranjeras. 11 Ahora, pues, confiesen su pecado al Señor, Dios de nuestros antepasados, y hagan lo que a él le agrada. Sepárense de los paganos y de las mujeres extranjeras.
12 Toda la asamblea contestó en alta voz:
—Haremos todo lo que nos has dicho. 13 Pero no podemos quedarnos a la intemperie; estamos en época de lluvias y esto no es asunto de uno o dos días, pues somos muchos los que hemos cometido este pecado. 14 Proponemos que se queden sólo los jefes del pueblo, y que todos los que viven en nuestras ciudades y se han casado con mujeres extranjeras se presenten en fechas determinadas, junto con los dirigentes y jueces de cada ciudad, hasta que se aparte de nosotros la terrible ira de nuestro Dios por causa de esta infidelidad.
15 Sólo se opusieron Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticvá, apoyados por los levitas Mesulán y Sabetay. 16 Los que habían regresado del cautiverio actuaron según lo que se había convenido. Entonces el sacerdote Esdras seleccionó y llamó por nombre a ciertos jefes de familia, y a partir del primer día del mes décimo se reunió con ellos para tratar cada caso. 17 Y el primer día del mes primero terminaron de resolver los casos de todos los que se habían casado con mujeres extranjeras.
Lista de los culpables
18 Los descendientes de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras fueron los siguientes:
De Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maseías, Eliezer, Jarib y Guedalías, 19 los cuales se comprometieron a despedir a sus mujeres extranjeras, y ofrecieron un carnero como ofrenda de expiación por su pecado.
20 De Imer: Jananí y Zebadías.
21 De Jarín: Maseías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías.
22 De Pasur: Elihoenay, Maseías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasá.
23 De los levitas:
Jozabad, Simí, Quelaías o Quelitá, Petaías, Judá y Eliezer.
24 De los cantores: Eliasib.
De los porteros: Salún, Telén y Uri.
25 Y de los demás israelitas:
De Parós: Ramías, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaías.
26 De Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdí, Jeremot y Elías.
27 De Zatú: Elihoenay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Azizá.
28 De Bebay: Johanán, Jananías, Zabay y Atlay.
29 De Baní: Mesulán, Maluc, Adaías, Yasub, Seal y Ramot.
30 De Pajat Moab: Adná, Quelal, Benaías, Maseías, Matanías, Bezalel, Binuy y Manasés.
31 De Jarín: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías.
33 De Jasún: Matenay, Matatá, Zabad, Elifelet, Jeremay, Manasés y Simí.
34 De Baní: Maday, Amirán, Uel, 35 Benaías, Bedías, Queluhi, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías, Matenay, Jasay.
38 De Binuy: Simí, 39 Selemías, Natán, Adaías, 40 Macnadebay, Sasay, Saray, 41 Azarel, Selemías, Semarías, 42 Salún, Amarías y José.
43 De Nebo: Jeyel, Matatías, Zabad, Zebiná, Jadau, Joel y Benaías.
44 Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, y algunos habían tenido hijos con ellas.
Comentario
3. Nunca abandones la esperanza
¿Alguna vez has sentido que has ido demasiado lejos, hecho algo demasiado a menudo, o fallado demasiado estrepitosamente como para que Dios te perdone? Este pasaje está lleno de ánimo al recordarte que, por mucho que lo hayas estropeado todo, «todavía hay esperanza» para ti. Secanías le dice a Esdras: «Pero todavía hay esperanza para Israel» (v.2).
Esdras «oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del templo de Dios» (v.1a). Se le unió una «gran asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente» (v.1b).
Esdras ayunó e hizo duelo por la infidelidad del pueblo a Dios. Había un total de 113 personas culpables de esta infidelidad. De ellos, 86 eran «laicos», y 27 eran «clérigos» (levitas). El llamado al ministerio cristiano ordenado a tiempo completo no nos hace inmunes a la tentación.
El problema particular en el que se hace hincapié en este pasaje, era el del matrimonio de los israelitas con los no creyentes. En aquel tiempo, probablemente había una ceremonia oficial mediante la cual los no judíos se podían convertir (ver 6:21), y parece que aquella gente (los 113) era quienes se negaron a hacerlo.
Esdras estaba preocupado de que arrastraran a sus cónyuges (muchos de los cuales eran parte del liderazgo de Israel) alejándolos de Dios. La Biblia te anima a pensarte bien con quién te vas a casar, así como a evitar casarte con alguien que te aparte de Dios (ver 2 Corintios 6:14 y el comentario del 3 de septiembre).
No obstante, despedir a sus mujeres (Esdras 10:19) puede parecer de alguna manera hacer la infidelidad aún peor, y este es un pasaje que nos resulta difícil de leer. Es interesante que no fue algo unánime (v.15). Una vez sucedida la infidelidad, la solución estaba destinada a distar de lo ideal. Cuando el mismo problema fue abordado por la iglesia en el Nuevo Testamento, se dio instrucciones muy diferentes a aquellos casados con no creyentes: se les dijo que permanecieran casados, siendo ejemplo y bendición para sus cónyuges (ver 1 Corintios 7; 1 Pedro 3).
Oración
Señor Jesús, ayúdanos a tomarnos en serio nuestro pecado y el de la comunidad; a orar, confesar, llorar y postrarnos ante Ti con arrepentimiento y la resolución de ser radicales e inflexibles en la determinación de evitar la infidelidad en el futuro. Gracias porque todavía hay esperanza para el pueblo de Dios. Gracias porque nuestra esperanza descansa en el Señor quien «siempre mantiene su palabra» (Salmo 146:6, DHH).
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Salmo 146:8
«El Señor sostiene a los agobiados».
Este versículo es un recordatorio de que en todas las celebraciones navideñas hay muchos que están pasando por momentos muy duros. ¿Cómo levantará Dios a esa gente? Puede que Él quiera usarnos para hacerlo.
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Referencias
Notas:
Escritura marcada (MSG) es tomada de la traducción bíblica The Message, no está traducida al español, se parafrasea
Edythe Draper, Draper's Quotations for the Christian World, (Tyndale House Pub, 1992) p.5912. Se parafrasea
Bill Hybels, Divina Insatisfacción, (Editorial Vida 2013).
Lesslie Newbigin in interview with Andrew G. Walker, 1988, transcript in: Andrew G Walker, Note from a Wayward Son: a miscellany, (Cascade Books, 2015) p.268
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. «NIV» is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
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