Día 40

Cinco Excusas

Sabiduría Proverbios 4:10-19
Nuevo Testamento Mateo 26:31-46
Antiguo Testamento Éxodo 4:1-6:12

Introducción

Se trata de la canción que más se suele poner en los funerales británicos. También es la canción más versionada de la historia. Fue popularizada por Frank Sinatra en su álbum My way de 1969. En las Islas Filipinas es tan popular en los bares de karaoke, que ha sido declarada responsable de unas cuantas muertes a causa de peleas provocadas por discusiones sobre su interpretación que degeneraron en violencia!

'¡Y lo hice a mi manera! Sí, ¡a mi manera!'

'Lo hice a mi manera' es el estilo del mundo. No es el estilo de Jesús. Él dijo: “No sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú» (Mateo 26:39). Él ora así: «Hágase tu voluntad» (v.42). No puso ninguna excusa e hizo las cosas a la manera de Dios. Por otro lado, como vemos hoy, Moisés dio cinco excusas hasta finalmente aceptar seguir el camino de Dios.

Sabiduría

Proverbios 4:10-19

10 Escucha, hijo mío; acoge mis palabras,
y los años de tu vida aumentarán.
11 Yo te guío por el camino de la sabiduría,
te dirijo por sendas de rectitud.
12 Cuando camines, no encontrarás obstáculos;
cuando corras, no tropezarás.
13 Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar;
cuídala bien, que ella es tu vida.
14 No sigas la senda de los perversos
ni vayas por el camino de los malvados.
15 ¡Evita ese camino! ¡No pases por él!
¡Aléjate de allí, y sigue de largo!
16 Los malvados no duermen si no hacen lo malo;
pierden el sueño si no hacen que alguien caiga.
17 Su pan es la maldad;
su vino, la violencia.

18 La senda de los justos se asemeja
a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
hasta que el día alcanza su plenitud.
19 Pero el camino de los malvados
es como la más densa oscuridad;
¡ni siquiera saben con qué tropiezan!

Comentario

'El camino de la sabiduría'

El crecimiento espiritual es como un viaje. Vas progresando paso a paso. Lo que importa no es lo lejos que hayas llegado, sino que estés encaminado en la dirección correcta y sigas adelante.

El libro de los Proverbios nos cuenta que hay dos caminos: «la senda de los perversos, ...el camino de los malvados» (v.14) y el «camino de la sabiduría» (v.11), la »senda de los justos» (v.18). No debemos evitar a la gente malvada (esto significaría apartarnos del mundo). En vez de eso, se nos dice que evitemos sus caminos, el hacer lo que ellos hacen. Si sigues la guía de Dios, Él promete llevarte por el «camino de la sabiduría» (v.11).

Puede que el camino de Dios no sea fácil, pero seguir sus caminos produce un gran gozo y emoción: «La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud» (v.18). En palabras de la traducción bíblica The Message, 'cuanto más viven (los justos), más brillan.'

Elisabeth Kübler-Ross, pionera del movimiento asistencial de hospicios, afirmó que «la gente es como una vidriera de colores. Brillan y resplandecen cuando el sol está fuera, pero cuando cae la oscuridad, solo se revela su belleza si hay una luz desde dentro.»

Oración

Señor, gracias por tu promesa de guiarme por caminos rectos. Ayúdame a seguir hoy el camino de la sabiduría.

Nuevo Testamento

Mateo 26:31-46

Jesús predice la negación de Pedro

31 —Esta misma noche —les dijo Jesús— todos ustedes me abandonarán, porque está escrito:

»“Heriré al pastor,
y se dispersarán las ovejas del rebaño.”

32 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.

33 —Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.

34 —Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.

35 —Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré.

Y los demás discípulos dijeron lo mismo.

Jesús en Getsemaní

36 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar.» 37 Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo.»

39 Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»

40 Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—. 41 Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.»

42 Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad.»

43 Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. 44 Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo.

45 Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!»

Comentario

Tu camino

El camino de Jesús es decir a Dios 'no a mi manera sino a tu manera'. Jesús no nos enseñó solamente a orar 'hágase tu voluntad', sino que también oró diciendo: «Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú» (v.39). En una segunda ocasión oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad» (v.42).

Estas no son oraciones de resignación, sino oraciones de gran valentía al estar dispuesto a seguir el camino de Dios a toda costa.

En este pasaje vemos la humanidad de Jesús: «Comenzó a sentirse muy triste y angustiado» (v.37). Tiene a sus tres amigos más cercanos con él. Los mismos tres que lo vieron en divina gloria en la transfiguración, están viendo ahora a Jesús en las profundidades de la aflicción humana. Ora a Dios Padre para que le muestre si hay una alternativa, aunque está dispuesto a hacer la voluntad del Padre cueste lo que cueste.

Para Jesús, el costo era de un orden completamente diferente al de cualquier cosa que nosotros enfrentemos. Cargó los pecados del mundo entero sobre sus espaldas. Por eso su alma estaba sobrecogida por una «tristeza de muerte» (v.38). Jesús ora en tres ocasiones para que aquel «trago» le sea ahorrado (vv.39,42,44). El trago (en otras versiones de la Biblia, la copa) se refiere a su inminente padecimiento y muerte.

Jesús habló de la copa en la cena de Pascua justo antes de ir al Jardín de Getsemaní, la cual representaba su sangre «derramada en favor de muchos para perdón de sus pecados» (v.28). Mucho más que eso, como suele darse en el Antiguo Testamento, esta copa incluye la referencia a la ira de Dios (por ejemplo en Isaías 51:22; Habacuc 2:16). En la cruz Jesús tomó la copa en tu lugar.

Cuando te sientas profundamente deprimido, superado por la tristeza, agitado o en aguas turbulentas, es de mucho ánimo saber que Jesús ha experimentado todo lo que estás experimentando y mucho más. Jesús conoce por lo que estás pasando y puedes seguir su ejemplo entregando tus caminos a Dios.

Hay un contraste sorprendente entre lo que sucedió en el Jardín de Getsemaní y lo que sucedió en el Jardín del Edén. «No a tu manera, sino a la mía» fue la esencia de la respuesta que Adán y Eva dieron a Dios en el primer jardín. Pero en el segundo Jardín, la oración de Jesús al Padre fue: «No a mi manera, sino a la tuya». Hacerlo a la manera de Dios conllevó la muerte y el sufrimiento. Pero nos trajo la redención al mundo entero.

Oración

Señor, enséñame a seguir tu ejemplo y orar: 'Pero que no sea como yo quiera, sino como tú quieras... hágase tu voluntad'.

Antiguo Testamento

Éxodo 4:1-6:12

Señales para Moisés

4Moisés volvió a preguntar:

—¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor no se te ha aparecido”?

2 —¿Qué tienes en la mano? —preguntó el Señor.

—Una vara —respondió Moisés.

3 —Déjala caer al suelo —ordenó el Señor.

Moisés la dejó caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente. Moisés trató de huir de ella, 4 pero el Señor le mandó que la agarrara por la cola. En cuanto Moisés agarró la serpiente, ésta se convirtió en una vara en sus propias manos.

5 —Esto es para que crean que yo el Señor, el Dios de sus padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me he aparecido a ti. 6 Y ahora —ordenó el Señor —, ¡llévate la mano al pecho!

Moisés se llevó la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía toda cubierta de lepra y blanca como la nieve.

7 —¡Llévatela otra vez al pecho! —insistió el Señor.

Moisés se llevó de nuevo la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía tan sana como el resto de su cuerpo.

8 —Si con la primera señal milagrosa no te creen ni te hacen caso —dijo el Señor —, tal vez te crean con la segunda. 9 Pero si no te creen ni te hacen caso después de estas dos señales, toma agua del Nilo y derrámala en el suelo. En cuanto el agua del río toque el suelo, se convertirá en sangre.

10 — Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra —objetó Moisés—. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar.

11 —¿Y quién le puso la boca al hombre? —le respondió el Señor —. ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? 12 Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir.

13 — Señor —insistió Moisés—, te ruego que envíes a alguna otra persona.

14 Entonces el Señor ardió en ira contra Moisés y le dijo:

—¿Y qué hay de tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él es muy elocuente. Además, ya ha salido a tu encuentro, y cuando te vea se le alegrará el corazón. 15 Tú hablarás con él y le pondrás las palabras en la boca; yo los ayudaré a hablar, a ti y a él, y les enseñaré lo que tienen que hacer. 16 Él hablará por ti al pueblo, como si tú mismo le hablaras, y tú le hablarás a él por mí, como si le hablara yo mismo. 17 Pero no te olvides de llevar contigo esta vara, porque con ella harás señales milagrosas.

Moisés regresa a Egipto

18 Moisés se fue de allí y volvió a la casa de Jetro, su suegro. Al llegar le dijo:

—Debo marcharme. Quiero volver a Egipto, donde están mis hermanos de sangre. Voy a ver si todavía viven.

—Anda, pues; que te vaya bien —le contestó Jetro.

19 Ya en Madián el Señor le había dicho a Moisés: «Vuelve a Egipto, que ya han muerto todos los que querían matarte.» 20 Así que Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó en un asno y volvió a Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios.

21 El Señor le había advertido a Moisés: «Cuando vuelvas a Egipto, no dejes de hacer ante el faraón todos los prodigios que te he dado el poder de realizar. Yo, por mi parte, endureceré su corazón para que no deje ir al pueblo. 22 Entonces tú le dirás de mi parte al faraón: “Israel es mi primogénito. 23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me rinda culto, pero tú no has querido dejarlo ir. Por lo tanto, voy a quitarle la vida a tu primogénito.” »

24 Ya en el camino, el Señor salió al encuentro de Moisés en una posada y estuvo a punto de matarlo. 25 Pero Séfora, tomando un cuchillo de pedernal, le cortó el prepucio a su hijo; luego tocó los pies de Moisés con el prepucio y le dijo: «No hay duda. Tú eres para mí un esposo de sangre.» 26 Después de eso, el Señor se apartó de Moisés. Pero Séfora había llamado a Moisés «esposo de sangre» por causa de la circuncisión.

27 El Señor le dijo a Aarón: «Anda a recibir a Moisés en el desierto.» Aarón fue y se encontró con Moisés en la montaña de Dios, y lo besó. 28 Entonces Moisés le comunicó a Aarón todo lo que el Señor le había ordenado decir y todas las señales milagrosas que le mandaba realizar. 29 Luego Moisés y Aarón reunieron a todos los ancianos israelitas, 30 y Aarón, además de repetirles todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, realizó también las señales a la vista del pueblo, 31 con lo que el pueblo creyó. Y al oír que el Señor había estado pendiente de ellos y había visto su aflicción, los israelitas se inclinaron y adoraron al Señor.

Primer encuentro con el faraón

5Después de eso, Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron:

—Así dice el Señor, Dios de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor.”

2 —¿Y quién es el Señor —respondió el faraón— para que yo le obedezca y deje ir a Israel? ¡Ni conozco al Señor, ni voy a dejar que Israel se vaya!

3 —El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro —contestaron—. Así que debemos hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. De lo contrario, podría castigarnos con plagas o matarnos a filo de espada.

4 —Moisés y Aarón —replicó el rey de Egipto—, ¿por qué distraen al pueblo de sus quehaceres? ¡Vuelvan a sus obligaciones! 5 Dense cuenta de que es mucha la gente de este país, y ustedes no la dejan trabajar.

6 Ese mismo día el faraón les ordenó a los capataces y a los jefes de cuadrilla: 7 «Ya no le den paja a la gente para hacer ladrillos. ¡Que vayan ellos mismos a recogerla! 8 Pero sigan exigiéndoles la misma cantidad de ladrillos que han estado haciendo. ¡No les reduzcan la cuota! Son unos holgazanes, y por eso me ruegan: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios a nuestro Dios.” 9 Impónganles tareas más pesadas. Manténganlos ocupados. Así no harán caso de mentiras.»

10 Los capataces y los jefes de cuadrilla salieron de allí y fueron a decirle al pueblo: «Así dice el faraón: “Ya no voy a darles paja. 11 Vayan ustedes mismos a recogerla donde la encuentren. Pero eso sí, ¡en nada se les rebajará la tarea!” »

12 Fue así como el pueblo se esparció por todo Egipto para recoger rastrojo y usarlo en lugar de paja. 13 Los capataces no dejaban de apremiarlos y decirles: «Cumplan con su tarea diaria, como cuando se les daba paja.» 14 Además, esos mismos capataces del faraón golpeaban a los jefes de cuadrilla israelitas que ellos mismos habían nombrado, y les preguntaban: «¿Por qué ni ayer ni hoy cumplieron con su cuota de ladrillos, como antes lo hacían?»

15 Los jefes de cuadrilla israelitas fueron entonces a quejarse ante el faraón. Le dijeron:

—¿Por qué Su Majestad trata así a sus siervos? 16 ¡Ya ni paja recibimos! A pesar de eso, ¡se nos exige hacer ladrillos y, como si fuera poco, se nos golpea! ¡La gente de Su Majestad no está actuando bien!

17 —¡Haraganes, haraganes! —exclamó el faraón—. ¡Eso es lo que son! Por eso andan diciendo: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios al Señor.” 18 Ahora, ¡vayan a trabajar! No se les va a dar paja, pero tienen que entregar su cuota de ladrillos.

19 Los jefes de cuadrilla israelitas se dieron cuenta de que estaban en un aprieto cuando se les dijo que la cuota diaria de ladrillos no se les iba a rebajar. 20 Así que al encontrarse con Moisés y Aarón, que los estaban esperando a la salida, 21 les dijeron: «¡Que el Señor los examine y los juzgue! ¡Por culpa de ustedes somos unos apestados ante el faraón y sus siervos! ¡Ustedes mismos les han puesto la espada en la mano, para que nos maten!»

Dios promete liberación

22 Moisés se volvió al Señor y le dijo:

—¡Ay, Señor! ¿Por qué tratas tan mal a este pueblo? ¿Para esto me enviaste? 23 Desde que me presenté ante el faraón y le hablé en tu nombre, no ha hecho más que maltratar a este pueblo, que es tu pueblo. ¡Y tú no has hecho nada para librarlo!

6El Señor le respondió:

—Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, sólo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; sólo por mi mano poderosa va a echarlos de su país.

2 En otra ocasión, Dios habló con Moisés y le dijo: «Yo soy el Señor. 3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el Señor. 4 También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros. 5 He oído además el gemir de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto. 6 Así que ve y diles a los israelitas: “Yo soy el Señor, y voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud; voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia. 7 Haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios. 8 Y los llevaré a la tierra que bajo juramento prometí darles a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el Señor, les daré a ustedes posesión de ella.” »

9 Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso. 10 Entonces el Señor habló con Moisés y le dijo:

11 —Ve y habla con el faraón, el rey de Egipto. Dile que deje salir de su país a los israelitas.

12 Pero Moisés se enfrentó al Señor y le dijo:

—¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra.

Comentario

La senda de Dios

Este pasaje me da mucho ánimo y me reconforta. Soy muy tímido e introvertido y por naturaleza soy reacio a ser líder. Me da un ánimo enorme saber que incluso un grandísimo líder como Moisés fue un líder renuente e intentó poner excusas por las cuales no debía hacer lo que Dios le estaba llamando a hacer.

En el pasaje de ayer y en el de hoy, vemos sus cinco excusas (me identifico con todas):

  1. 'Has elegido a la persona equivocada'

Moisés dice: «¿Y quién soy yo?» (3:11) sintiéndose impropio. Todos podemos sentir que «no soy lo suficientemente bueno» o «lo suficientemente santo». Moisés le dijo a Dios te has equivocado de persona, ¿por qué yo?

La respuesta de Dios es: «Yo estaré contigo» (v.12a). Esto es lo único que importa.

  1. 'Todavía no estoy listo'

Moisés pregunta: « ¿Qué les respondo?» (v.13). Se sentía mal informado y no creía que fuera capaz de responder a todas las preguntas, pues no tendría nada que decir.

Dios replicó: «Esto es lo que tienes que decirles» (v.14). Dios te dará el mensaje en el momento justo.

  1. 'Puedo fallar'

Moisés dice: «¿Qué ocurrirá si la cosa se tuerce?». «Puede que no resulte... ¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso?» ¿Qué hago si me dicen: «El Señor no se te ha aparecido?» (4:1)

Como respuesta, Dios le mostró a Moisés su poder (vv. 2-9).

  1. 'No tengo las habilidades necesarias'

Moisés insistió: «no tengo los dones necesarios»: «Yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra… Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar» (v.10). Parece ser que Moisés tartamudeaba o tenía algún problema de dicción (6:12).

Dios replicó: «Yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir» (4:12). La fuerza de Dios se hace perfecta en la debilidad.

  1. 'Que lo haga otro'

Moisés insistió: «Te ruego que envíes a otra persona» (v.13). Lo fácil es pensar que 'otra persona lo hará mejor que yo.'

Dios se irritó con Moisés, pero dijo que enviaría a Aarón para estar con él. «Yo los ayudaré a hablar, a ti y a él, y les enseñaré lo que tienen que hacer» (v.15b).

Finalmente, Moisés aceptó marchar por el camino de Dios y siguió su llamado. Entonces, comenzaron todas las batallas y las cosas empeoraron. El 'camino' de Faraón (5:15) no era el camino de Dios. El pueblo de Dios fue forzado a fabricar ladrillos sin paja. Moisés y Aarón fueron objeto de críticas y oposición de parte de su propio pueblo (v.12). Moisés se quejó a Dios porque aún no había hecho lo que había prometido hacer (v.23).

Dios respondió a la queja de Moisés dándole una visión más clara acerca de quién era Él. Le dijo: «Yo soy el Señor. Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el Señor» (6:2–3).

Dios revela más de su carácter a Moisés en unas pocas frases. Muestra que Él es fiel y mantiene su palabra (vv.4–5). Demuestra que Él sufre con nosotros y siente nuestro dolor (v.5). Nos garantiza el rescate y la libertad (v.6) trayéndonos a una relación íntima con Él (v.7), llevándonos a nuestra herencia y a nuestro hogar (v.8).

Pero cuando Moisés contó todo esto al pueblo, «por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso» (v.9). Moisés se queja a Dios de que haya sucedido lo que se temía. Le reprocha que «¿cómo va a hacerme caso el faraón, si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra» (v.12).

Este es un patrón que se repite con frecuencia en la Biblia. Primero llega el llamado y la visión de Dios; a esto le siguen todos los retos y las dificultades que se dan antes de que veas el cumplimiento de la promesa. El camino de Dios no siempre es fácil; es extraordinariamente desafiante pero, en última instancia, es algo que llena de una manera maravillosa.

Oración

Señor, gracias porque dices «yo estaré contigo» (3:12). Gracias por el inmenso privilegio de escuchar tu llamado y caminar tus sendas. Ayúdame a permanecer en tu camino, incluso cuando a veces todo parezca emporar en vez de mejorar.

Añadidos de Pippa

Pippa Añade

Mateo 26:31–46

Pedro dice: «Jamás te negaré» (v.35b). Como Pedro, todos tenemos buenas intenciones pero somos imperfectos y no podemos perseverar sin el poder de Dios. Los discípulos se durmieron cuando tenían que mantenerse en vela orando. Siento una gran simpatía por ellos. Me he quedado muchas veces dormida al orar. ¡Cerrar los ojos me parece peligroso!

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Referencias

Frank Sinatra, ‘My Way’, lyrics © EMI Music Publishing

Elisabeth Kübler-Ross, citada en Jim Clemmer, The Leader's Digest : Timeless Principles for Team and Organization (2003)

Escritura tomada de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional TM, NVI TM Copyright © 1999, 2005, 2015 por Bíblica, Inc. Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.

La Biblia con Nicky y Pippa Gumbel

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