Día 42

Eres libre

Sabiduría Salmos 20:1-9
Nuevo Testamento Mateo 26:69-27:10
Antiguo Testamento Éxodo 9:1-10:29

Introducción

La película de Steve McQueen Doce años de esclavitud se basa en las memorias de Solomon Northup, un hombre nacido libre en el estado de Nueva York que fue secuestrado en 1841 en Washinton DC para ser vendido y mantenido como esclavo durante doce años en Luisiana. En la película, McQueen describe detalladamente los horrores de la esclavitud en las plantaciones de algodón y azúcar.

Finalmente, fue rescatado en 1853 de la esclavitud y se reunió con su familia. Escribió lo siguiente: «Me abrazaron y se colgaron de mi cuello con lágrimas corriendo por sus mejillas. Pero evito hablar de una escena que es más fácil de imaginar que de describir… he sido restaurado a la felicidad y la libertad».

La esclavitud es horrible, la libertad es maravillosa.

Moisés es el liberador del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y prefigura a Jesús, el libertador supremo. De la misma manera que Moisés liberó al pueblo de Dios de la esclavitud, así Jesús te libera de la esclavitud del pecado.

La palabra «libertad» es la mejor palabra que existe hoy en día para definir lo que la Biblia quiere expresar con la palabra «salvación». La Biblia entera puede resumirse como la «historia de la salvación». Esta es la historia del deseo y el propósito de Dios de liberar a su pueblo.

Sabiduría

Salmos 20:1-9

Salmo 20

Al director musical. Salmo de David.

1 Que el Señor te responda cuando estés angustiado;
que el nombre del Dios de Jacob te proteja.
2 Que te envíe ayuda desde el santuario;
que desde Sión te dé su apoyo.
3 Que se acuerde de todas tus ofrendas;
que acepte tus holocaustos.
4 Que te conceda lo que tu corazón desea;
que haga que se cumplan todos tus planes.
5 Nosotros celebraremos tu victoria,
y en el nombre de nuestro Dios
desplegaremos las banderas.

¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!

6 Ahora sé que el Señor salvará a su ungido,
que le responderá desde su santo cielo
y con su poder le dará grandes victorias.
7 Éstos confían en sus carros de guerra,
aquéllos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.
8 Ellos son vencidos y caen,
pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos.
9 ¡Concede, Señor, la victoria al rey!
¡Respóndenos cuando te llamemos!

Comentario

Disfruta la libertad que trae la fe

¿Estás pasando por un período de problemas, angustias o dificultades? David atravesaba un momento así, seguramente ligado a una batalla inminente y clamó a Dios buscando ayuda. La primera línea del salmo es una petición a Dios para que «te escuche cuando estés angustiado» (v.1, DHH) y la última línea del salmo clama a Dios: «¡Respóndenos cuando te llamemos!» (v.9b). Dios responde a las oraciones.

Cuando tengas «días de angustia» puedes y debes clamar a Dios en oración, pidiéndole que traiga Su salvación y libertad en medio de las dificultades (vv.6-8). No es cuestión de ser insensatamente optimistas sino más bien de tener una fe realista.

David reconoce el «poder salvífico» de Dios, su poder para dar la libertad (v.6c). Dice así: «Ahora sé que el Señor salvará a su ungido» (v.6a). Habla de seis cosas que puedes pedir para ti, tu familia, tus amigos y tu comunidad:

  • Protección

«Que el Señor (v.1) \[...\] te defienda» (v.1b, DHH)

  • Ayuda

«Que te envíe ayuda desde el santuario» (v.2a)

  • Apoyo

«Que desde Sión te dé su apoyo» (v.2b)

  • Aceptación

«Que se acuerde y \[...\] acepte» (v.3)

  • Éxito

«Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes» (v.4)

  • Victoria

«Celebraremos así tu victoria, y levantaremos banderas

\[...\]¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones! (v.5, DHH).

El éxito, la victoria y la libertad no vienen de confiar en los «carros» y «caballos» (v.7a) sino por la fe que es la confianza «en el nombre del Señor nuestro Dios».

Oración

Señor, gracias porque me liberas. Gracias por todas las maneras asombrosas que tienes de responder a mis oraciones. Señor, hoy te traigo todos mis planes y someto ante ti los deseos de mi corazón...

Nuevo Testamento

Mateo 26:69-27:10

Pedro niega a Jesús

69 Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y una criada se le acercó.

—Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.

70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo:

—No sé de qué estás hablando.

71 Luego salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo a los que estaban allí:

—Éste estaba con Jesús de Nazaret.

72 Él lo volvió a negar, jurándoles:

—¡A ese hombre ni lo conozco!

73 Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:

—Seguro que eres uno de ellos; se te nota por tu acento.

74 Y comenzó a echarse maldiciones, y les juró:

—¡A ese hombre ni lo conozco!

En ese instante cantó un gallo. 75 Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y saliendo de allí, lloró amargamente.

Judas se ahorca

27Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús. 2 Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.

3 Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

4 —He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.

—¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!

5 Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.

6 Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre.» 7 Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros. 8 Por eso se le ha llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy. 9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado, 10 y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.»

Comentario

Maravíllate de cómo se consiguió tu libertad

Jesús es el libertador supremo. La historia de la salvación llega a su culminación en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. A medida que nos acercamos a su culmen, alcanzamos a vislumbrar un destello de lo mucho que le costó a Jesús cuando es negado por uno de sus amigos más íntimos (26:69-75), traicionado por uno de sus discípulos (27:10), entregado a las autoridades romanas (v.2) y condenado (v. 3a). A pesar de todo, Mateo ve que estos sucesos se dieron para que se cumpliera el plan de Dios (27:9).

Jesús fue apresado para que nosotros fuéramos liberados. Fue atado (v.2) para liberarte de las cosas que te atan. Jesús vino a libertarte de tu pecado, tu culpa, tu vergüenza, tus adicciones y tus miedos.

En este pasaje vemos dos ejemplos de fracaso. En un caso, vemos la manera equivocada de responder al fracaso. En el otro, vemos la manera adecuada.

¿Alguna vez has fallado de verdad en tu vida cristiana? ¿Te has sentido un fracasado que ha abandonado al Señor de la peor manera? ¿Has «llorado amargamente» (26:75) por haberlo hecho? Ciertamente, yo lo he hecho.

Dos de los más íntimos amigos de Jesús lo abandonaron de la peor de las maneras. Tristemente, todos abandonaremos a Jesús en algún momento de nuestra vida. Estos dos ejemplos nos ayudan a aprender cómo tendríamos que responder ante estos fracasos y desilusiones.

Hay muchas cosas en común entre Judas y Pedro. Ambos eran discípulos de Jesús y a los dos les dijo que le fallarían (vv.24-25,34). Ambos cumplieron las profecías del Antiguo Testamento con sus acciones (26:31; 27:9) y los dos lamentaron profundamente las mismas (27:5; 26:75).

Pero también hay algunas diferencias cruciales entre estos dos hombres. Pedro respondió al fracaso de la manera adecuada y Judas no. Como escribe san Pablo: «La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse; mientras que la tristeza del mundo produce la muerte» (2 Corintios 7:10).

Judas es un ejemplo de la «tristeza del mundo». Acudió a los líderes religiosos y confesó su pecado, pero en cambio estos le cargaron con más culpa (Mateo 27:4). El remordimiento se apoderó de él y tristemente, no fue capaz de arrojarse a los brazos de la misericordia de Dios y recibir su perdón.

Por otro lado, Pedro es un ejemplo de la «tristeza que proviene de Dios».

Pedro tuvo que estar muy asustado para negar y repudiar a Jesús en tres ocasiones. Puede que, comprensiblemente, tuviera miedo a ser crucificado con Jesús o quizás tenía sus dudas acerca de si Jesús era en realidad quien decía ser. Pero el canto del gallo tuvo que resolver todas sus dudas sumiéndole en la desazón: «Saliendo de allí, lloró amargamente» (26:75).

No hay ningún sentimiento más sobrecogedor que el saber que hemos abandonado a Jesús. Afortunadamente, ahí no acaba la historia para Pedro (ver Juan 21). «La tristeza que proviene de Dios produjo el arrepentimiento» y su relación con Jesús fue restaurada. Fue liberado de su culpa y su vergüenza, llegando a convertirse en un magnífico, santo, poderoso y ungido líder de la iglesia de Jesús.

No tienes que ir por la vida apesadumbrado por la culpa y la vergüenza de tus pecados y errores pasados. A quienes Jesús libera él los hace libres de verdad (Juan 8:36). No importa cuánto hayas metido la pata y fallado, nunca es demasiado tarde. Responde como lo hizo Pedro y puedes tener un gran futuro delante de ti en el servicio a Jesús.

Oración

Señor, gracias porque fuiste atado para liberarme de mis pecados, culpabilidades, vergüenzas, adicciones, temores y fracasos. Ayúdame a volver siempre a ti cuando falle con «la tristeza que proviene de Dios \[...\] que lleva a la salvación» y no deja remordimientos.

Antiguo Testamento

Éxodo 9:1-10:29

La plaga en el ganado

9El Señor le ordenó a Moisés que fuera a hablar con el faraón y le advirtiera: «Así dice el Señor, Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.” 2 Si te niegas a dejarlos ir y sigues reteniéndolos, 3 la mano del Señor provocará una terrible plaga entre los ganados que tienes en el campo, y entre tus caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas. 4 Pero el Señor hará distinción entre el ganado de Israel y el de Egipto, de modo que no morirá un solo animal que pertenezca a los israelitas.»

5 Además, el Señor fijó un plazo y dijo: «Mañana yo, el Señor, haré esto en el país.» 6 En efecto, al día siguiente murió todo el ganado de los egipcios, pero del ganado de los israelitas no murió ni un solo animal. 7 Envió el faraón gente a ver los ganados de los israelitas, y se encontraron con que ni un solo animal había muerto. Sin embargo, el faraón endureció su corazón y no quiso dejar ir al pueblo.

La plaga de úlceras

8 Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Tomen de algún horno puñados de ceniza, y que la arroje Moisés al aire en presencia del faraón. 9 La ceniza se convertirá en polvo fino, y caerá sobre todo Egipto y abrirá úlceras en personas y animales en todo el país.»

10 Moisés y Aarón tomaron ceniza de un horno y se plantaron ante el faraón. Allí Moisés la arrojó al aire, y se abrieron úlceras purulentas en personas y animales. 11 Los magos no pudieron enfrentarse a Moisés, pues ellos y todos los egipcios tenían úlceras. 12 Pero el Señor endureció el corazón del faraón y, tal como el Señor se lo había advertido a Moisés, no quiso el faraón saber nada de Moisés ni de Aarón.

La plaga de granizo

13 El Señor le ordenó a Moisés madrugar al día siguiente, y salirle al paso al faraón para advertirle: «Así dice el Señor y Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. 14 Porque esta vez voy a enviar el grueso de mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu pueblo, para que sepas que no hay en toda la tierra nadie como yo. 15 Si en este momento desplegara yo mi poder, y a ti y a tu pueblo los azotara con una plaga, desaparecerían de la tierra. 16 Pero te he dejado con vida precisamente para mostrarte mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra. 17 Tú, sin embargo, sigues enfrentándote a mi pueblo y no quieres dejarlo ir. 18 Por eso mañana a esta hora enviaré la peor granizada que haya caído en Egipto desde su fundación. 19 Ordena inmediatamente que se pongan bajo techo tus ganados y todo lo que tengas en el campo, lo mismo personas que animales, porque el granizo caerá sobre los que anden al aire libre y los matará.” »

20 Algunos funcionarios del faraón temieron la palabra del Señor y se apresuraron a poner bajo techo a sus esclavos y ganados, 21 pero otros no hicieron caso de la palabra del Señor y dejaron en el campo a sus esclavos y ganados.

22 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre la gente y los animales, y sobre todo lo que crece en el campo.»

23 Moisés levantó su vara hacia el cielo, y el Señor hizo que cayera granizo sobre todo Egipto: envió truenos, granizo y rayos sobre toda la tierra. 24 Llovió granizo, y con el granizo caían rayos zigzagueantes. Nunca en toda la historia de Egipto como nación hubo una tormenta peor que ésta. 25 El granizo arrasó con todo lo que había en los campos de Egipto, y con personas y animales; acabó con todos los cultivos y derribó todos los árboles. 26 El único lugar en donde no granizó fue en la tierra de Gosén, donde estaban los israelitas.

27 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:

—Esta vez reconozco mi pecado. El Señor ha actuado con justicia, mientras que yo y mi pueblo hemos actuado mal. 28 No voy a detenerlos más tiempo; voy a dejarlos ir. Pero rueguen por mí al Señor, que truenos y granizo los hemos tenido de sobra.

29 —En cuanto yo salga de la ciudad —le contestó Moisés—, elevaré mis manos en oración al Señor, y cesarán los truenos y dejará de granizar. Así sabrás que la tierra es del Señor. 30 Sin embargo, yo sé que tú y tus funcionarios aún no tienen temor de Dios el Señor.

31 El lino y la cebada fueron destruidos, ya que la cebada estaba en espiga, y el lino en flor. 32 Sin embargo, el trigo y la espelta no se echaron a perder porque maduran más tarde.

33 Tan pronto como Moisés dejó al faraón y salió de la ciudad, elevó sus manos en oración al Señor y, en seguida, cesaron los truenos y dejó de granizar y de llover sobre la tierra. 34 Pero en cuanto vio el faraón que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, reincidió en su pecado, y tanto él como sus funcionarios endurecieron su corazón. 35 Tal como el Señor lo había advertido por medio de Moisés, el faraón endureció su corazón y ya no dejó que los israelitas se fueran.

La plaga de langostas

10El Señor le dijo a Moisés: «Ve a hablar con el faraón. En realidad, soy yo quien ha endurecido su corazón y el de sus funcionarios, para realizar entre ellos mis señales milagrosas. 2 Lo hice para que puedas contarles a tus hijos y a tus nietos la dureza con que traté a los egipcios, y las señales que realicé entre ellos. Así sabrán que yo soy el Señor.»

3 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, y le advirtieron: «Así dice el Señor y Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te opondrás a humillarte en mi presencia? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. 4 Si te niegas a dejarlos ir, mañana mismo traeré langostas sobre tu país. 5 De tal manera cubrirán la superficie de la tierra que no podrá verse el suelo. Se comerán lo poco que haya quedado después del granizo, y acabarán con todos los árboles que haya en los campos. 6 Infestarán tus casas, y las de tus funcionarios y las de todos los egipcios. ¡Será algo que ni tus padres ni tus antepasados vieron jamás, desde el día en que se establecieron en este país hasta la fecha!” »

Dicho esto, Moisés se dio media vuelta y se retiró de la presencia del faraón. 7 Entonces los funcionarios le dijeron al faraón:

—¿Hasta cuándo este individuo será una trampa para nosotros? ¡Deja que el pueblo se vaya y que rinda culto al Señor su Dios! ¿Acaso no sabes que Egipto está arruinado?

8 El faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:

—Vayan y rindan culto al Señor su Dios. Tan sólo díganme quiénes van a ir.

9 —Nos van a acompañar nuestros jóvenes y nuestros ancianos —respondió Moisés—. También nos acompañarán nuestros hijos y nuestras hijas, y nuestros rebaños y nuestros ganados, pues vamos a celebrar la fiesta del Señor.

10 —Que el Señor los acompañe —repuso el faraón—, ¡si es que yo dejo que se vayan con sus mujeres y sus hijos! ¡Claramente se ven sus malas intenciones! 11 ¡Pero no será como ustedes quieren! Si lo que quieren es rendirle culto al Señor, ¡vayan sólo ustedes los hombres!

Y Moisés y Aarón fueron arrojados de la presencia del faraón. 12 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Extiende los brazos sobre todo Egipto, para que vengan langostas y cubran todo el país, y se coman todo lo que crece en los campos y todo lo que dejó el granizo.»

13 Moisés extendió su vara sobre Egipto, y el Señor hizo que todo ese día y toda esa noche un viento del este soplara sobre el país. A la mañana siguiente, el viento del este había traído las langostas, 14 las cuales invadieron todo Egipto y se asentaron en gran número por todos los rincones del país. ¡Nunca antes hubo semejante plaga de langostas, ni la habrá después! 15 Eran tantas las langostas que cubrían la superficie de la tierra, que ni el suelo podía verse. Se comieron todas las plantas del campo y todos los frutos de los árboles que dejó el granizo. En todo Egipto no quedó nada verde, ni en los árboles ni en las plantas.

16 A toda prisa mandó llamar el faraón a Moisés y a Aarón, y admitió: «He pecado contra el Señor su Dios y contra ustedes. 17 Yo les pido que perdonen mi pecado una vez más, y que rueguen por mí al Señor su Dios, para que por lo menos aleje de donde yo estoy esta plaga mortal.»

18 En cuanto Moisés salió de la presencia del faraón, rogó al Señor por el faraón. 19 El Señor hizo entonces que el viento cambiara, y que un fuerte viento del oeste se llevara las langostas y las echara al Mar Rojo. En todo Egipto no quedó una sola langosta. 20 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó que los israelitas se fueran.

La plaga de tinieblas

21 El Señor le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas, ¡tinieblas tan densas que se puedan palpar!» 22 Moisés levantó los brazos al cielo, y durante tres días todo Egipto quedó envuelto en densas tinieblas. 23 Durante ese tiempo los egipcios no podían verse unos a otros, ni moverse de su sitio. Sin embargo, en todos los hogares israelitas había luz.

24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo:

—Vayan y rindan culto al Señor. Llévense también a sus hijos, pero dejen atrás sus rebaños y sus ganados.

25 A esto replicó Moisés:

—¡Al contrario!, tú vas a darnos los sacrificios y holocaustos que hemos de presentar al Señor nuestro Dios, 26 y además nuestro ganado tiene que ir con nosotros. ¡No puede quedarse aquí ni una sola pezuña! Para rendirle culto al Señor nuestro Dios tendremos que tomar algunos de nuestros animales, y no sabremos cuáles debemos presentar como ofrenda hasta que lleguemos allá.

27 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir, 28 sino que le gritó a Moisés:

—¡Largo de aquí! ¡Y cuidado con volver a presentarte ante mí! El día que vuelvas a verme, puedes darte por muerto.

29 —¡Bien dicho! —le respondió Moisés—. ¡Jamás volveré a verte!

Comentario

Usa tu libertad para alabar a Dios

En el servicio a Dios encontramos la libertad perfecta. Fuiste creado para alabar y servir a Dios, en eso consiste tu propósito.

El papa Benedicto XVI (cuando todavía era el cardenal Ratzinger) escribió: «El único fin que aparece en el Éxodo es la adoración \[...\] la tierra es dada al pueblo para ser un lugar de adoración al Dios verdadero \[...\] en el encuentro con Faraón la libertad para dar la justa adoración a Dios aparece como el único propósito del Éxodo, su quintaesencia».

Una vez más, vemos prefigurado el plan de salvación de Dios en la historia del pueblo de Israel. Vemos su plan para liberar a su pueblo de la esclavitud por medio de Moisés. Una y otra vez, Dios le habla a Moisés al respecto: «El Señor le ordenó a Moisés que fuera a hablar con el faraón y le advirtiera: «Así dice el Señor, Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto”» (9:1).

Da a Faraón múltiples oportunidades. Moisés le transmite una y otra vez las palabras de Dios para él: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto» (9:13; 10:3,7) o como dice Dios Habla Hoy: «Deja ir a mi pueblo, para que me adore».

El mundo entiende nuestras «buenas obras» pero no ve la importancia de nuestro culto de adoración. Faraón los acusa de ser vagos y ve el culto a Dios como una evasión del trabajo (5:17-18). Pero la adoración es nuestro propósito y nuestra obra suprema; de hecho, la palabra hebrea para «adoración» («avad») usada en este pasaje, se puede traducir tanto por adoración como por trabajo.

Dios te ama y no quiere que nadie perezca, pero todos han de arrepentirse (2 Pedro 3:9). La única manera en la que pereceremos es si, al igual que Faraón, endurecemos nuestros corazones e ignoramos todas las señales de advertencia que Dios pone a lo largo del camino. El orgullo Fue la raíz del pecado del faraón. Cuanto más se negó, más difícil se le hizo cambiar de opinión sin quedar mal. Prepárate a admitir tus errores en vez de continuar por el mal camino.

El deseo de Dios es que su pueblo sea liberado para adorarle en todos los aspectos de la vida. Él quiere liberarte de la culpa, la vergüenza, el pecado, la adicción y el miedo. Él quiere liberarte para amarlo, servirlo y alabarlo.

Oración

Señor, gracias porque dijiste: «Si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres» (Juan 8:36). Que use mi libertad para alabarte y bendecirte.

Añadidos de Pippa

Pippa añade

Éxodo 9:20

«Algunos funcionarios del faraón temieron la palabra del Señor y se apresuraron a poner bajo techo a sus esclavos y ganados».

La gente puede llegar a tener un corazón muy duro; alguna gente no creerá por más señales que les muestres. Pero incluso en los lugares más impredecibles se encuentra gente que sí responde a Dios.

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Referencias

Notas:
Solomon Northup, Twelve Years a Slave, (London: Sampson Low, Son & Company, 1853)
Unless otherwise stated, Scripture quotations taken from the Holy Bible, New International Version Anglicised, Copyright © 1979, 1984, 2011 Biblica, formerly International Bible Society. Used by permission of Hodder & Stoughton Publishers, an Hachette UK company. All rights reserved. ‘NIV’ is a registered trademark of Biblica. UK trademark number 1448790.
Scripture quotations marked (AMP) taken from the Amplified® Bible, Copyright © 1954, 1958, 1962, 1964, 1965, 1987 by The Lockman Foundation. Used by permission. (www.Lockman.org)
Scripture marked (MSG) taken from The Message. Copyright © 1993, 1994, 1995, 1996, 2000, 2001, 2002. Used by permission of NavPress Publishing Group.

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