Los altibajos de la vida
Introducción
Cuando miro en retrospectiva los 40 años que he pasado siendo cristiano, veo que ha habido épocas de momentos espirituales altos (experiencias del Espíritu Santo, el amor de Dios, el gozo de ver a la gente encontrarse con Jesús por primera vez, respuestas asombrosas a la oración y ver el avance del reino de Dios). Por otro lado, también hubo momentos bajos espiritualmente (experiencias de desierto, duelos, decepciones, fracasos, tentaciones, oposición, problemas de salud y agotamiento). En los pasajes de hoy vemos como los altibajos espirituales están íntimamente conectados.
Salmos 22:1-11
Salmo 22
Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David.
1 Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Lejos estás para salvarme,
lejos de mis palabras de lamento.
2 Dios mío, clamo de día y no me respondes;
clamo de noche y no hallo reposo.
3 Pero tú eres santo, tú eres rey,
¡tú eres la alabanza de Israel!
4 En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste;
5 a ti clamaron, y tú los salvaste;
se apoyaron en ti, y no los defraudaste.
6 Pero yo, gusano soy y no hombre;
la gente se burla de mí,
el pueblo me desprecia.
7 Cuantos me ven, se ríen de mí;
lanzan insultos, meneando la cabeza:
8 «Éste confía en el Señor,
¡pues que el Señor lo ponga a salvo!
Ya que en él se deleita,
¡que sea él quien lo libre!»
9 Pero tú me sacaste del vientre materno;
me hiciste reposar confiado
en el regazo de mi madre.
10 Fui puesto a tu cuidado
desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre
mi Dios eres tú.
11 No te alejes de mí,
porque la angustia está cerca
y no hay nadie que me ayude.
Comentario
Confía en que el sufrimiento llevará a la victoria final
Este salmo es el antecedente del grito de Jesús en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (v.1a). No es coincidencia que Jesús citara este salmo (Mateo 27:46).
El salmo 22 traza un antecedente profético para la cruz y la resurrección, cumpliéndose en Jesús. «La gente se burla de mí, el pueblo me desprecia» (v.6). Fue menospreciado y ridiculizado (v.7), le lanzaron «insultos, meneando la cabeza» (v.7b). «Éste confía en el Señor \[...\] ¡que sea él quien lo libre!» (v.8a).
El salmo describe con precisión los sufrimientos de Jesús (ver Mateo 27:31–46) a pesar de los cuales todo termina en victoria.
El mensaje de este salmo trata de la importancia de confiar aún en nuestro momentos más bajos (Salmo 22:4–5,9). Jesús, en el momento más bajo de su vida, crucificado y abandonado por Dios, confió en que Dios lo libraría. La derrota aparente de la cruz se volvió la victoria más grande de todos los tiempos.
Si estás en un punto bajo, recuerda que el sufrimiento no tiene la última palabra. En Jesús, la resurrección y la victoria de Dios tienen la última palabra. Sigue confiando en Él.
Oración
Gracias Señor por todas las veces en las que he clamado a ti y he sido salvado, he confiado en ti y no me has decepcionado. Ayúdame a seguir confiando en ti cuando atraviese épocas de sufrimiento.
Marcos 1:1-28
Juan el Bautista prepara el camino
1Comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios.
2 Sucedió como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino.»
3 «Voz de uno que grita en el desierto:
“Preparen el camino del Señor,
háganle sendas derechas.” »
4 Así se presentó Juan, bautizando en el desierto y predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. 5 Toda la gente de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén acudía a él. Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán. 6 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero, y comía langostas y miel silvestre. 7 Predicaba de esta manera: «Después de mí viene uno más poderoso que yo; ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. 8 Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»
Bautismo y tentación de Jesús
9 En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En seguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. 11 También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo.»
12 En seguida el Espíritu lo impulsó a ir al desierto, 13 y allí fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.
Llamamiento de los primeros discípulos
14 Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. 15 «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!»
16 Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores. 17 «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres.» 18 Al momento dejaron las redes y lo siguieron.
19 Un poco más adelante vio a Jacobo y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en su barca remendando las redes. 20 En seguida los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con Jesús.
Jesús expulsa a un espíritu maligno
21 Entraron en Capernaúm, y tan pronto como llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar. 22 La gente se asombraba de su enseñanza, porque la impartía como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley. 23 De repente, en la sinagoga, un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno gritó:
24 —¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!
25 —¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!
26 Entonces el espíritu maligno sacudió al hombre violentamente y salió de él dando un alarido. 27 Todos se quedaron tan asustados que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva, pues lo hace con autoridad! Les da órdenes incluso a los espíritus malignos, y le obedecen.» 28 Como resultado, su fama se extendió rápidamente por toda la región de Galilea.
Comentario
Crece en autoridad en las batallas y en las bendiciones
Recientemente, Pippa y yo vimos un video en blanco y negro de Billy Graham predicando en los Ángeles en 1963 en el que utiliza la Versión Autorizada de la Biblia en inglés (KJV). Incluso ahora, cincuenta años después, se siente el poder de su mensaje. Lo que más sorprende es la autoridad con la que habla. Este tipo de autoridad es un reflejo de la autoridad suprema de Jesús.
En este pasaje vemos que Dios preparó a Jesús por medio de momentos espirituales altos y bajos, mediante las bendiciones y las batallas que experimentó.
El de Marcos es el más corto de los Evangelios. Abarca tres semanas de acciones de Jesús y veinte minutos de palabras suyas. Es el Evangelio más vivo; va corriendo de suceso en suceso produciendo una sensación de emoción que te deja sin aliento. Es el anuncio apremiante de la nueva de Jesús.
La palabra favorita de Marcos es «inmediatamente». Jesús lo sabía todo acerca de la vida bajo presión. Experimentó momentos altos y bajos espirituales. En su bautismo vivió un momento espiritual muy alto. Tuvo una visión: «Vio que el cielo se abría» (v.10b). Experimentó al Espíritu Santo: «El Espíritu bajaba sobre él como una paloma» (v.10b). Escuchó la voz de Dios: «Se oyó una voz del cielo» (v.11a). Recibió la certeza de su filiación: «Tú eres mi Hijo» (v.11b); conoció en su interior el amor de Dios por él: «Eres mi Hijo amado» (v.11c) y se deleitó en cómo Dios dijo: «Estoy muy complacido contigo» (v. 11d).
Y de ahí pasó directamente a un momento espiritual bajo en el desierto, donde fue tentado por Satanás durante 40 días (v.12).
Que no te sorprenda el ataque espiritual que sigue a las grandes experiencias espirituales. Siempre intentamos advertir a la gente de esto. Si por ejemplo has sido lleno del Espíritu Santo en el fin de semana de Alpha, recibiendo una profunda convicción del amor de Dios por ti y conociendo que eres hijo de Dios, no te sorprendas de los ataques que a continuación vendrán, frecuentemente en la forma de dudas o tentaciones.
Cuando contemplo mi propia vida puedo ver que, aunque los tiempos así me parecieron muy dolorosos en el momento, ahora puedo reconocer lo importantes que fueron para prepararme para lo que habría de venir.
Todo esto es parte de la economía de Dios: fue «el Espíritu» quien envió a Jesús al desierto (v.12) para «ser tentado por Satanás» (v.13). De alguna manera, los tiempos de «desierto» e intensas tentaciones nos aseguran que realmente todo es cierto. La experiencia del Espíritu Santo es real, pero a la vez la batalla espiritual y la prueba pueden ser intensas.
Jesús salió de este periodo de prueba con una autoridad extraordinaria:
- Autoridad para evangelizar
Jesús predicó el Evangelio y llamó a la gente a seguirlo. Nuestra prioridad número uno es cultivar una relación con Jesús.
- Autoridad para liderar
Cuando Jesús quería que alguien dejara su puesto y trabajara directamente para el reino, iba a esa persona y se lo pedía (vv.17,20). Las vidas de los primeros discípulos cambiaron radicalmente, pasaron de estar centradas en la pesca a estarlo en la gente.
- Autoridad para enseñar
La gente se asombraba de la enseñanza de Jesús porque «la impartía como quien tiene autoridad» (v.22). Todo el pueblo estaba tan asustado que se decían unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva, pues lo hace con autoridad!» (v.27).
- Autoridad para sanar
Jesús sana al hombre poseído por un espíritu maligno. Tiene la autoridad para decir al espíritu maligno: «¡Sal de ese hombre!» (v.25). La gente se sorprendía no solo de sus enseñanzas sino de la manera en la que «les da órdenes incluso a los espíritus malignos, y le obedecen» (v.27).
Sea lo que sea por lo que estés pasando ahora, cree que Dios está preparándote y dándote una autoridad creciente para aquello a lo que te está llamando a hacer.
Pídele que te vuelva a llenar del Espíritu Santo. Quédate seguro de que, en Cristo, también tú eres un hijo de Dios. Él te ama y te mira complacido. Escucha su voz decirte: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo» (v.11).
Oración
Señor, lléname de nuevo con tu Espíritu Santo... ayúdame a crecer en autoridad en mis palabras y acciones.
Éxodo 17:1-18:27
El agua de la roca
17Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas, según lo había ordenado el Señor. Acamparon en Refidín, pero no había allí agua para que bebieran, 2 así que altercaron con Moisés.
—Danos agua para beber —le exigieron.
—¿Por qué pelean conmigo? —se defendió Moisés—. ¿Por qué provocan al Señor?
3 Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés.
—¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Sólo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?
4 Clamó entonces Moisés al Señor, y le dijo:
—¿Qué voy a hacer con este pueblo? ¡Sólo falta que me maten a pedradas!
5 —Adelántate al pueblo —le aconsejó el Señor — y llévate contigo a algunos ancianos de Israel, pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo. Ponte en marcha, 6 que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb. Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo.
Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel. 7 Además, a ese lugar lo llamó Masá, y también Meribá, porque los israelitas habían altercado con él y provocado al Señor al decir: «¿Está o no está el Señor entre nosotros?»
Derrota de los amalecitas
8 Los amalecitas vinieron a Refidín y atacaron a los israelitas. 9 Entonces Moisés le ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano.»
10 Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. 11 Mientras Moisés mantenía los brazos en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas. 12 Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol. 13 Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.
14 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Pon esto por escrito en un rollo de cuero, para que se recuerde, y que lo oiga bien Josué: Yo borraré por completo, bajo el cielo, todo rastro de los amalecitas.»
15 Moisés edificó un altar y lo llamó «El Señor es mi estandarte». 16 Y exclamó: «¡Echa mano al estandarte del Señor! ¡La guerra del Señor contra Amalec será de generación en generación!»
Jetro visita a Moisés
18Todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y la manera como el Señor había sacado a Israel de Egipto, llegó a oídos de Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés. 2 Cuando Moisés despidió a Séfora, su esposa, Jetro la recibió a ella 3 y a sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Guersón, porque dijo Moisés: «Soy un extranjero en tierra extraña»; 4 el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: «El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón.»
5 Jetro fue al desierto para ver a Moisés, que estaba acampando junto a la montaña de Dios. Lo acompañaban la esposa y los hijos de Moisés. 6 Jetro le había avisado: «Yo, tu suegro Jetro, voy a verte. Me acompañan tu esposa y tus dos hijos.»
7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se inclinó delante de él y lo besó. Luego de intercambiar saludos y desearse lo mejor, entraron en la tienda de campaña. 8 Allí Moisés le contó a su suegro todo lo que el Señor les había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel, todas las dificultades con que se habían encontrado en el camino, y cómo el Señor los había salvado.
9 Jetro se alegró de saber que el Señor había tratado bien a Israel y lo había rescatado del poder de los egipcios, 10 y exclamó: «¡Alabado sea el Señor, que los salvó a ustedes del poder de los egipcios! ¡Alabado sea el que salvó a los israelitas del poder opresor del faraón! 11 Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses, por lo que hizo a quienes trataron a Israel con arrogancia.» 12 Dicho esto, Jetro le presentó a Dios un holocausto y otros sacrificios, y Aarón y todos los ancianos de Israel se sentaron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.
13 Al día siguiente, Moisés ocupó su lugar como juez del pueblo, y los israelitas estuvieron de pie ante Moisés desde la mañana hasta la noche. 14 Cuando su suegro vio cómo procedía Moisés con el pueblo, le dijo:
—¡Pero qué es lo que haces con esta gente! ¿Cómo es que sólo tú te sientas, mientras todo este pueblo se queda de pie ante ti desde la mañana hasta la noche?
15 —Es que el pueblo viene a verme para consultar a Dios —le contestó Moisés—. 16 Cuando tienen algún problema, me lo traen a mí para que yo dicte sentencia entre las dos partes. Además, les doy a conocer las leyes y las enseñanzas de Dios.
17 —No está bien lo que estás haciendo —le respondió su suegro—, 18 pues te cansas tú y se cansa la gente que te acompaña. La tarea es demasiado pesada para ti; no la puedes desempeñar tú solo. 19 Oye bien el consejo que voy a darte, y que Dios te ayude. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen. 20 A ellos los debes instruir en las leyes y en las enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y las obligaciones que deben cumplir. 21 Elige tú mismo entre el pueblo hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas, y desígnalos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. 22 Serán ellos los que funjan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla. 23 Si pones esto en práctica y Dios así te lo ordena, podrás aguantar; el pueblo, por su parte, se irá a casa satisfecho.
24 Moisés atendió a la voz de su suegro y siguió sus sugerencias. 25 Escogió entre todos los israelitas hombres capaces, y los puso al frente de los israelitas como jefes de mil, cien, cincuenta y diez personas. 26 Estos jefes fungían como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos pero remitiendo a Moisés los casos difíciles.
27 Más tarde Moisés despidió a su suegro, quien volvió entonces a su país.
Comentario
Ora y actúa para convertir los momentos bajos en altos
Moisés tuvo momentos de grandes bajonazos espirituales. Los miembros del pueblo «reclamaron a Moisés» (17:2); se quejaron (v.3); y estuvieron a punto de matarlo a pedradas (v.4); «los amalecitas se dirigieron a Refidín para pelear contra los israelitas» (v.8). Aun así, Dios convirtió los momentos bajos en momentos altos. ¿Cómo sucedió?
- Apoyo y ánimo entre ellos
Lo primero, Moisés oró para sí. «Clamó entonces al Señor \[...\]
— ¿Qué voy a hacer con esta gente? \[…\] Y el Señor le contestó» (vv.4–5, DHH).
Segundo, intercedió por Josué y el pueblo: «Cuando Moisés levantaba su brazo, los israelitas dominaban en la batalla; pero cuando lo bajaba, dominaban los amalecitas.»(v.11,DHH).
«Pero como a Moisés se le cansaban los brazos, \[...\] Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno de un lado y el otro \[...\] y Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada \[…\] y se alzó (diciendo) «¡Tengo en la mano la bandera de nuestro Dios!”» (vv.12–13,16, DHH, TLA).
Este pasaje nos recuerda el poder y la necesidad de la oración de intercesión. También nos recuerda la importancia del amoroso apoyo y sostén que podemos darnos los unos a los otros cuando estamos agotados.
- Aprende cómo delegar
El suegro de Moisés, Jetró, le dio un excelente consejo (18:19). Le señaló que si no delegaba, acabaría quemándose: «La tarea sobrepasa tus fuerzas, y tú solo no vas a poder realizarla» (v.18b). Moisés era lo suficientemente humilde y sabio para escuchar a su suegro.
No es bueno que intentes hacerlo todo tu solo (v.17). Es una manera pobre de liderazgo que lleva al agotamiento, a quemarse (v.18) También lleva a infrautilizar los dones de otras personas, su tiempo y habilidades. Lo normal es que, al igual que tú, acaben frustrados.
Pero, la sola delegación no resuelve el problema. Necesitamos los líderes adecuados. Si delegas en la gente equivocada, por mucha microgestión que hagas no se resolverán los problemas. Si consigues tener a los líderes adecuados podrás despositar tu confianza en ellos, dejarlos actuar con independencia y potenciarlos.
Moisés sigue el consejo de Jetró. Usa tres criterios para elegir y nombrar líderes. Primero, elige a la gente capaz (v.21a). Necesitamos gente con capacidad para que podamos delegar con confianza. Segundo, elige líderes de acuerdo a su espiritualidad, aquellos que «temen a Dios» (v.21b). El tercer criterio es el carácter. Necesitamos personas que sean «sinceros» (v.21c) y dignos de confianza: leales, discretos y fiables.
Moisés dio a los líderes diferentes responsabilidades, probablemente en función de sus habilidades: «y a unos dales autoridad sobre grupos de mil personas, a otros sobre grupos de cien, a otros sobre grupos de cincuenta y a otros sobre grupos de diez» (v.21c). Delegó una parte del poder de decisión, pero no la totalidad. Las decisiones simples eran delegadas, no así las complicadas (v.26). El resultado fue que Moisés pudo «aguantar» y el pueblo se fue a casa «satisfecho» (v.23).
Oración
Señor, ayúdame a hacer que mi relación contigo sea la prioridad número uno de mi vida y ayúdame a encontrar gente capaz, que tema al Señor y sea de confianza, para facultarlos y empoderarlos de modo que yo pueda «aguantar» y la «gente se vaya a casa satisfecha» (v.23).
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Éxodo 18:9,17–19
Jetró fue un suegro excelente. Se alegró con los éxitos de Moisés y le ofreció consejo allá donde vio problemas.
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Notes:
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