¿Por qué celebridad?
Introducción
En una encuesta hecha a jóvenes de la generación «del milenio» (millennials), el 50% declaró que uno de los objetivos principales de sus vidas era convertirse en famosos. En el pasado, la gente quería hacerse famoso por hacer algo. Ahora, la celebridad se ha convertido en un fin en sí mismo, alcanzando características cuasi-divinas. La gente no solamente quiere ser famosa, también idolatran a las personas que han alcanzado el estatus de celebridad. Este interés generalizado por las personas famosas ha sido descrito como «el culto a las celebridades». Es un fenómeno social destacado en la cultura popular de Occidente.
Para el ambicioso, la fama es lo mismo que la sal para el sediento. Cuanta más tienes, más quieres. Madona, quien en su momento probablemente fue la mujer más famosa del planeta, declaró: «No seré feliz hasta que sea tan famosa como Dios».
La celebridad y la fama son solo un débil reflejo de la verdadera gloria. En la Biblia, se usa el término «gloria» para indicar la manifestación de la presencia de Dios. Gloria es una de las palabras más comunes de la Biblia y la «gloria» de Dios denota su importancia, reputación, majestad y honra.
Quizás no sea sorprendente que, a medida que la sociedad se aleja de la adoración a la gloria de Dios, se vuelva hacia la adoración de la «gloria» de la celebridad y la fama. Estamos llamados a adorar la gloria de Dios y reflejarla, aunque sea imperfectamente, en nuestras vidas.
Salmos 26:1-12
Salmo 26
Salmo de David.
1 justicia Señor,
pues he llevado una vida intachable;
¡en el Señor confío sin titubear!
2 Examíname, Señor; ¡ponme a prueba!
purifica mis entrañas y mi corazón.
3 Tu gran amor lo tengo presente,
y siempre ando en tu verdad.
4 Yo no convivo con los mentirosos,
ni me junto con los hipócritas;
5 aborrezco la compañía de los malvados;
no cultivo la amistad de los perversos.
6 Con manos limpias e inocentes
camino, Señor, en torno a tu altar,
7 proclamando en voz alta tu alabanza
y contando todas tus maravillas.
8 Señor, yo amo la casa donde vives,
el lugar donde reside tu gloria.
9 En la muerte, no me incluyas
entre pecadores y asesinos,
10 entre gente que tiene las manos
llenas de artimañas y sobornos.
11 Yo, en cambio, llevo una vida intachable;
líbrame y compadécete de mí.
12 Tengo los pies en terreno firme,
y en la gran asamblea bendeciré al Señor.
Comentario
Busca la gloria de Dios
David escribe: «Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria» (v.8). El rey David era una «celebridad» por derecho propio (ver Samuel 18:7). Aun así, no buscó su propia vanagloria, sino que le dio la gloria a Dios. Así, termina el salmo proclamando: «Mis pies están en terreno firme; ¡bendeciré al Señor en presencia de su pueblo!» (Salmo 26:12, DHH). Él lideró al pueblo en el dar la gloria a Dios.
Si quieres ser reflejo de la gloria del Señor, sigue el ejemplo de David. Intenta llevar una vida sin tacha (v.1). Confía en el Señor sin titubeos (v.1b). Intenta mantener tu corazón y tu mente puros (v.2). Guíate por el amor y la verdad de Dios (v.3). Evita la cercanía con personas que te hagan caer: «mentirosos», «hipócritas», «malvados» y «perversos» (vv.4–5).
Aunque David diga «llevo una vida intachable» (v.11a), continua diciendo: «Líbrame y compadécete de mí» (v.11b). Tuvo que haber sido consciente de que, aunque intentaba llevar una vida exenta de pecado, no siempre lo lograba por lo que necesitaba de la redención y la misericordia de Dios. En vez de pretender decir que no tenía pecado, lo que David hace es declarar que vive una vida íntegra (vv.1.11), que es sincero y su corazón entero es para Dios.
Otros reyes de aquella época habrían esperado que la gente los ensalzara dando «culto a su celebridad». Pero David era un adorador del Señor. Escribe así: «Camino, Señor, en torno a tu altar, proclamando en voz alta tu alabanza y contando todas tus maravillas. Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria» (vv.6–8).
En el Antiguo Testamento, el Templo de Jerusalén era el lugar donde el pueblo de Dios podía encontrar la gloria de Dios. En el Nuevo Testamento, leemos acerca de un nuevo templo donde habita la gloria de Dios. Su presencia se encuentra en una persona. Jesús es ese templo (Juan 2:10,21). En Jesucristo se revela la manifestación suprema de la gloria de Dios (1:14).
Aún más, la sorprendente realidad es que la gloria de Dios también habita en toda las personas que confían en Jesús. Tanto individualmente (ver 1 Corintios 6:19) como conjuntamente (ver 1 Corintios 3:16), el pueblo de Dios es visto como el templo de Dios en quien habita el Espíritu: «En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu» (Efesios 2:22).
Oración
Señor, gracias porque tu gloria mora entre tu pueblo. Amo la casa donde habitas. Proclamaré en alto tu alabanza y contaré tus maravillosas obras.
Marcos 9:2-32
La transfiguración
2 Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó a una montaña alta, donde estaban solos. Allí se transfiguró en presencia de ellos. 3 Su ropa se volvió de un blanco resplandeciente como nadie en el mundo podría blanquearla. 4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, los cuales conversaban con Jesús. Tomando la palabra, 5 Pedro le dijo a Jesús:
—Rabí, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
6 No sabía qué decir, porque todos estaban asustados. 7 Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!»
8 De repente, cuando miraron a su alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre se levantara de entre los muertos. 10 Guardaron el secreto, pero discutían entre ellos qué significaría eso de «levantarse de entre los muertos».
11 —¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero? —le preguntaron.
12 —Sin duda Elías ha de venir primero para restaurar todas las cosas —respondió Jesús—. Pero entonces, ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado? 13 Pues bien, les digo que Elías ya ha venido, y le hicieron todo lo que quisieron, tal como está escrito de él.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
14 Cuando llegaron adonde estaban los otros discípulos, vieron que a su alrededor había mucha gente y que los maestros de la ley discutían con ellos. 15 Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.
16 —¿Qué están discutiendo con ellos? —les preguntó.
17 —Maestro —respondió un hombre de entre la multitud—, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla. 18 Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no lo lograron.
19 —¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.
20 Así que se lo llevaron. Tan pronto como vio a Jesús, el espíritu sacudió de tal modo al muchacho que éste cayó al suelo y comenzó a revolcarse echando espumarajos.
21 —¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? —le preguntó Jesús al padre.
—Desde que era niño —contestó—. 22 Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
23 —¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.
24 —¡Sí creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi poca fe!
25 Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno.
—Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.
26 El espíritu, dando un alarido y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Éste quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Ya se murió.» 27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el muchacho se puso de pie.
28 Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
29 —Esta clase de demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de oración —respondió Jesús.
30 Dejaron aquel lugar y pasaron por Galilea. Pero Jesús no quería que nadie lo supiera, 31 porque estaba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, y a los tres días de muerto resucitará.»
32 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto, y no se atrevían a preguntárselo.
Comentario
Refleja la gloria de Jesús
Pedro, Santiago y Juan pudieron ver un destello de la gloria de Dios cuando Jesús fue transfigurado delante de ellos. No es coincidencia que la transfiguración sucediera justo después de que Jesús hubiera preguntado a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (8:27 revelando la naturaleza divina de Jesús como Hijo de Dios.
Por un momento, se echó a un lado la cortina del tiempo y los discípulos vieron a Moisés (representando a la Ley) y a Elías (representando a los profetas), palpablemente vivos y al lado de Jesús. Los discípulos tenían que saberlo todo acerca de Moisés y Elías. En el mundo del judaísmo, aquellos hombres eran los más famosos de todos. Pero Dios está diciendo que Jesús es aún más grande que aquellos dos venerados hombres.
Cuando los discípulos miraron de nuevo, ya no vieron a nadie más que a Jesús (9:8). Pedro, Santiago y Juan vieron a Jesús como lo veremos cuando vuelva de nuevo, en su gloria revelada.
La palabra usada para «transfigurado» es la misma que se traduce como «transformado» cuando el apóstol Pablo escribe: «Todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.» (2 Corintios 3:18).
La celebridad hoy en día consiste en la fama y buscar publicidad. Jesús no buscó publicidad; más bien lo contrario: «Les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto» (Marcos 9:9).
La celebridad se suele asociar con la riqueza y un estilo de vida lujoso. En la vida de Jesús, el sufrimiento y la gloria están indisolublemente ligados. En cuanto baja de la montaña le explica a sus discípulos que «el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado» (v.12). La «gloria» de Jesús era de un tipo diferente a la que el mundo espera, tanto entonces como ahora.
Un cosa que Jesús sí tuvo en común con las «celebridades» es que atraía masas de gente (v.14): «Al ver a Jesús, todos corrieron a saludarlo llenos de admiración» (v.15, DHH).
Los discípulos que no habían subido a la montaña no tuvieron la fe necesaria para sanar al muchacho que tenía un espíritu maligno. Jesús les dijo que «para el que cree, todo es posible» (v.23). El mundo dice: « Hay que ver para creer». Jesús dice: «Cree primero y verás». San Agustín escribió: «La fe es creer en lo que no vemos. La recompensa de la fe es ver aquello que creemos»
Jesús sana al muchacho sin grandes ceremonias ni, en este caso, imposiciones de manos. No se da una batalla prolongada sino el simple poder de la orden de Jesús. La batalla ya ha sido ganada de antemano mediante su vida de oración (v.29). Una vez más, hemos visto un destello de la gloria de Jesús.
Jesús prosigue hablando del tema de su sufrimiento: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, y a los tres días de muerto resucitará» (v.31).
Oración
Señor, ayúdame en el día de hoy a pasar tiempo en Tu presencia y reflejar Tu gloria en todo lo que haga y diga.
Éxodo 39:1-40:38
Las vestiduras sacerdotales
39Las vestiduras tejidas para ministrar en el santuario se hicieron de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata. También se hicieron vestiduras sagradas para Aarón, como se lo mandó el Señor a Moisés.
El efod
2 El efod lo hizo Bezalel de oro, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y lino fino. 3 Martillaron finas láminas de oro, y las cortaron en hebras para entretejerlas artísticamente con la lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y con el lino. 4 Se hicieron hombreras para el efod, las cuales se sujetaron a sus dos extremos. 5 Su cinturón tenía la misma hechura que el efod, y formaba una sola pieza con él; estaba hecho de oro, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y lino fino, como se lo mandó el Señor a Moisés.
6 Las piedras de ónice se engarzaron en los engastes de filigrana de oro, y en ellas se grabaron, a manera de sello, los nombres de los hijos de Israel. 7 Luego las sujetaron a las hombreras del efod para recordar a los hijos de Israel, como se lo mandó el Señor a Moisés.
El pectoral
8 Bezalel hizo también el pectoral, bordado artísticamente, como el efod, con hilo de oro, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y lino fino, 9 doble y cuadrado, de veinte centímetros por lado. 10 En él se engastaron cuatro filas de piedras preciosas. En la primera fila había un rubí, un crisólito y una esmeralda; 11 en la segunda hilera, una turquesa, un zafiro y un jade; 12 en la tercera hilera, un jacinto, un ágata y una amatista; 13 en la cuarta hilera, un topacio, un ónice y un jaspe. Estaban engarzadas en engastes de filigrana de oro, 14 y eran doce piedras, una por cada uno de los hijos de Israel, grabada a manera de sello con el nombre de cada una de las doce tribus.
15 Para el pectoral se hicieron cadenillas de oro puro, a manera de cordón. 16 Se hicieron dos engastes en filigrana de oro y dos anillos de oro, y se sujetaron los anillos en los dos extremos del pectoral; 17 luego se sujetaron las dos cadenillas de oro en los anillos a los extremos del pectoral, 18 y los otros dos extremos de las cadenillas en los dos engastes, asegurándolos a las hombreras del efod por la parte delantera. 19 Se hicieron otros dos anillos de oro, y los sujetaron a los otros dos extremos del pectoral, en el borde interior, junto al efod. 20 Además, se hicieron otros dos anillos de oro, los cuales sujetaron la parte inferior de las hombreras, por delante del efod y junto a la costura, exactamente encima del cinturón del efod. 21 Con un cordón de lana púrpura ataron los anillos del pectoral a los anillos del efod, a fin de unir el pectoral al cinturón para que no se desprendiera del efod, como se lo mandó el Señor a Moisés.
Otras vestiduras sacerdotales
22 Bezalel hizo de lana teñida de púrpura, y tejido artísticamente, todo el manto del efod. 23 Lo hizo con una abertura en el centro, como abertura para la cabeza, y con un refuerzo alrededor de la abertura, para que no se rasgara. 24 En todo el borde inferior del manto se hicieron granadas de lana púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, 25 lo mismo que campanillas de oro puro, las cuales se colocaron en todo el borde inferior, entre las granadas. 26 Las campanillas y las granadas se colocaron, en forma alternada, en todo el borde inferior del manto que debía llevarse para ejercer el ministerio, como se lo mandó el Señor a Moisés.
27 Para Aarón y sus hijos se hicieron túnicas de lino tejidas artísticamente, 28 las mitras y el turbante de lino, y la ropa interior de lino fino. 29 La faja era de lino fino y de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, recamada artísticamente, como se lo mandó el Señor a Moisés.
30 La placa sagrada se hizo de oro puro, y se grabó en ella, a manera de sello, Santo para el Señor. 31 Luego se le ató un cordón de lana teñida de púrpura para sujetarla al turbante, como se lo mandó el Señor a Moisés.
Moisés inspecciona el santuario
32 Toda la obra del santuario, es decir, la Tienda de reunión, quedó terminada. Los israelitas lo hicieron todo tal y como el Señor se lo mandó a Moisés, 33 y le presentaron a Moisés el santuario, la tienda y todos sus utensilios, sus ganchos, tablones, travesaños, postes y bases, 34 el toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, el toldo de pieles de delfín y la cortina que resguardaba el arca, 35 el arca del pacto con sus varas y el propiciatorio, 36 la mesa con todos sus utensilios y el pan de la Presencia, 37 el candelabro de oro puro con su hilera de lámparas y todos sus utensilios, y el aceite para el alumbrado; 38 el altar de oro, el aceite de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la tienda, 39 el altar de bronce con su enrejado de bronce, sus varas y todos sus utensilios; el lavamanos y su pedestal, 40 las cortinas del atrio con sus postes y bases, y la cortina para la entrada del atrio; las cuerdas y las estacas del toldo para el atrio; todos los utensilios para el santuario, la Tienda de reunión, 41 y las vestiduras tejidas para ministrar en el santuario, tanto las vestiduras sagradas para el sacerdote Aarón como las vestiduras sacerdotales para sus hijos.
42 Los israelitas hicieron toda la obra tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 43 Moisés, por su parte, inspeccionó la obra y, al ver que la habían hecho tal y como el Señor se lo había ordenado, los bendijo.
Se levanta el santuario
40El Señor habló con Moisés y le dijo: 2 «En el día primero del mes primero, levanta el santuario, es decir, la Tienda de reunión. 3 Pon en su interior el arca del pacto, y cúbrela con la cortina. 4 Lleva adentro la mesa y ponla en orden. Pon también dentro del santuario el candelabro, y enciende sus lámparas. 5 Coloca el altar del incienso frente al arca del pacto, y cuelga la cortina a la entrada del santuario.
6 »Coloca el altar de los holocaustos frente a la entrada del santuario, la Tienda de reunión; 7 coloca el lavamanos entre la Tienda de reunión y el altar, y pon agua en él. 8 Levanta el atrio en su derredor, y coloca la cortina a la entrada del atrio.
9 »Toma el aceite de la unción, y unge el santuario y todo lo que haya en él; conságralo, junto con todos sus utensilios, para que sea un objeto sagrado. 10 Unge también el altar de los holocaustos y todos sus utensilios; conságralo, para que sea un objeto muy sagrado. 11 Unge además, y consagra, el lavamanos y su pedestal.
12 »Lleva luego a Aarón y a sus hijos a la entrada de la Tienda de reunión, haz que se bañen, 13 y ponle a Aarón sus vestiduras sagradas. Úngelo y conságralo, para que ministre como sacerdote mío. 14 Acerca entonces a sus hijos, ponles sus túnicas, 15 y úngelos como ungiste a su padre, para que ministren como mis sacerdotes. La unción les conferirá un sacerdocio válido para todas las generaciones venideras.»
16 Moisés hizo todo tal y como el Señor se lo mandó. 17 Fue así como el santuario se instaló el día primero del mes primero del año segundo. 18 Al instalar el santuario, Moisés puso en su lugar las bases, levantó los tablones, los insertó en los travesaños, y levantó los postes; 19 luego extendió la tienda de campaña sobre el santuario, y encima de ésta puso el toldo, tal y como el Señor se lo mandó.
20 A continuación, tomó el documento del pacto y lo puso en el arca; luego ajustó las varas al arca, y sobre ella puso el propiciatorio. 21 Llevó el arca al interior del santuario, y colgó la cortina para resguardarla. De este modo protegió el arca del pacto, tal y como el Señor se lo había ordenado.
22 Moisés puso la mesa en la Tienda de reunión, en el lado norte del santuario, fuera de la cortina, 23 y puso el pan en orden ante el Señor, como el Señor se lo había ordenado. 24 Colocó luego el candelabro en la Tienda de reunión, frente a la mesa, en el lado sur del santuario, 25 y encendió las lámparas ante el Señor, como el Señor se lo había ordenado. 26 Puso también el altar de oro en la Tienda de reunión, frente a la cortina, 27 y sobre él quemó incienso aromático, tal y como el Señor se lo había ordenado. 28 Después de eso colgó la cortina a la entrada del santuario.
29 Moisés puso también el altar de los holocaustos a la entrada del santuario, la Tienda de reunión, y sobre él ofreció holocaustos y ofrendas de grano, tal y como el Señor se lo había ordenado. 30 Colocó luego el lavamanos entre la Tienda de reunión y el altar, y echó en ella agua para lavarse, 31 y Moisés, Aarón y sus hijos se lavaron allí las manos y los pies. 32 Siempre que entraban en la Tienda de reunión o se acercaban al altar se lavaban, tal y como el Señor se lo había ordenado.
33 Después levantó Moisés el atrio en torno al santuario y al altar, y colgó la cortina a la entrada del atrio. Así terminó Moisés la obra.
La gloria del
34 En ese instante la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. 35 Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.
36 Siempre que la nube se levantaba y se apartaba del santuario, los israelitas levantaban campamento y se ponían en marcha. 37 Si la nube no se levantaba, ellos no se ponían en marcha. 38 Durante todas las marchas de los israelitas, la nube del Señor reposaba sobre el santuario durante el día, pero durante la noche había fuego en la nube, a la vista de todo el pueblo de Israel.
Comentario
Espera una eternidad de gloria
David pudo ver un destello de la gloria de Dios cuando entró en el templo. Los discípulos vieron un destello de la gloria de Dios cuando Jesús fue transfigurado delante de ellos. Cuando te reúnes con el pueblo de Dios, deberías ver un destello de la gloria de Dios.
Una vez terminado de construir el tabernáculo («el santuario» o en palabras de The Message, la «morada», la cual precede al templo), la nube cubrió la Tienda del Encuentro y «la gloria del Señor llenó el santuario (la morada)» (40:34). Moisés no pudo entrar en la Tienda del Encuentro porque la nube se había posado sobre ella y «la gloria del Señor llenaba el santuario» (v.35)
La gloria de Dios se manifestaba de una manera palpablemente poderosa en aquel momento. De hecho, podía ser vista «posada» sobre el tabernáculo. La palabra hebrea para posarse (shekinah) se usa hoy en día a veces para describir cuando se siente la presencia y la gloria de Dios de una manera especialmente poderosa o palpable.
La nube que cubría el tabernáculo, que representaba la gloria de Dios, acompañaba al pueblo de Dios en sus caminos y los guiaba día y noche (vv. 36-38) de la misma manera que el Santo Espíritu de Dios te guía a ti ahora. Este es el antecedente del Antiguo Testamento de la nube que aparece en la historia de la transfiguración. Lo que Pedro, Santiago y Juan experimentaron aquella ocasión, fue un destello de la gloria del Señor (Marcos 9:7).
Por medio del «resplandor del evangelio de la gloria de Cristo» (2 Corintios 4:4, RVA-2015) puedes ver un destello de la gloria de Dios. «Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo» (v.6).
Se trata solo de un destello; llegará el día en que puedas ver toda esta realidad. El apóstol Pablo dijo que por esto no debemos descorazonarnos aun cuando atravesemos momentos difíciles: «Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento» (v.17).
Oración
Señor, gracias porque nos preparas para el momento en que nos revelarás completamente tu gloria. Ayúdame a ver las dificultades de la vida con la perspectiva de «una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento».
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Salmo 26:1–12
Este salmo se atribuye a David. Me sentí interesada por lo que decía el versículo primero: «Pues he llevado una vida intachable; ¡en el Señor confío sin titubear!». Desearía poder decir lo mismo, pero sé que mi vida dista mucho de ser intachable y muchas cosas la han hecho tambalearse. El problema es que sabemos que la vida de David no era intachable. O lo estaba haciendo muy bien hasta que se metió en un gran lío, o no lo hacía tan bien pero se pensaba que sí lo hacía bien. En el versículo once dice: «compadécete de mí». David sabía que necesitaba la misericordia de Dios y yo también lo sé.
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