Día 86

Dar limpia tu corazón

Sabiduría Salmos 37:21-31
Nuevo Testamento Lucas 6:12-36
Antiguo Testamento Números 21:4-22:20

Introducción

En cierta ocasión la Madre Teresa concedió una entrevista a la revista ¡Hola! Le preguntaron lo siguiente: «¿Son los ricos los únicos que donan dinero?».

Ella respondió: «No, incluso los más pobres de entre los pobres dan. El otro día un mendigo muy pobre vino a mí y dijo: “Todos te dan algo y yo también quiero darte 20 paisas”, lo cual es alrededor de dos peniques. Pensé ¿qué debo hacer? Si recibía el dinero este hombre no tendría qué comer, pero si no lo recibía heriría muchísimo su dignidad. Por lo que tomé el dinero y él se puso muy contento porque le había dado algo a la Madre Teresa de Calcuta para ayudar a los pobres. Dar limpia el corazón y te ayuda a estar más cerca de Dios. Es mucho lo que obtienes a cambio».

La generosidad no es solo un rasgo de carácter agradable que la gente puede tener. Está en el mismo corazón de lo que en verdad consiste nuestra fe. C. S. Lewis definió al cristianismo como «una forma de dar». En Jesús, Dios ha derramado su generosidad a tu favor (Juan 3:16) y eres llamado a responder en fe y generosidad hacia los demás. Cada uno de los pasajes de hoy consiste en bendiciones y maldiciones. La clave para la bendición es la generosidad: «…los justos dan con generosidad» (Salmo 37:21).

Sabiduría

Salmos 37:21-31

21 Los malvados piden prestado y no pagan,
 pero los justos dan con generosidad.
22 Los benditos del Señor heredarán la tierra,
 pero los que él maldice serán destruidos.

23 El Señor afirma los pasos del hombre
 cuando le agrada su modo de vivir;
24 podrá tropezar, pero no caerá,
 porque el Señor lo sostiene de la mano.

25 He sido joven y ahora soy viejo,
 pero nunca he visto justos en la miseria,
 ni que sus hijos mendiguen pan.
26 Prestan siempre con generosidad;
 sus hijos son una bendición.

27 Apártate del mal y haz el bien,
 y siempre tendrás dónde vivir.
28 Porque el Señor ama la justicia
 y no abandona a quienes le son fieles.

 El Señor los protegerá para siempre,
 pero acabará con la descendencia de los malvados.
29 Los justos heredarán la tierra,
 y por siempre vivirán en ella.

30 La boca del justo imparte sabiduría,
 y su lengua emite justicia.
31 La ley de Dios está en su corazón,
 y sus pies jamás resbalan.

Comentario

Obra siempre con generosidad

Algunas personas son «dadivosas» y otras «avaras». Según David, esta es una diferencia clave entre el «justo» y el «malvado»: «El malvado pide prestado y no paga, pero el hombre bueno es compasivo y generoso. Los que el Señor bendice heredarán la tierra» (vv.21-22a, DHH).

La generosidad no es un acto ocasional, es una forma de vivir. Los generosos «prestan siempre con generosidad» (v.26). El Señor se deleita con aquellos que viven así (v.23). Puede que enfrentes problemas y tropieces, pero no caerás (v.24). La promesa de Dios es bendecirte a ti y tus hijos (vv.25-26).

En el mundo actual somos confrontados por muchas personas que mendigan pan (v.25). La imagen más amplia de este salmo es una visión de todo el pueblo de Dios practicando la generosidad mutua: dar y recibir. Fueron quienes obedecieron a Dios en el dar generoso a los pobres los que hallaron que sus propias necesidades quedaron satisfechas cuando las cosas empeoraron. Con ayuda financiera o de otras maneras, el resto de la comunidad los apoyaba en su necesidad.

Hoy somos conscientes de la gran necesidad tanto a nivel local como en el plano global. La voluntad de Dios para su pueblo es que nos sostengamos unos a otros mediante el dar con «generosidad» (v.21).

Oración

Señor, gracias por las maravillosas promesas que haces a quienes dan de forma generosa. Ayúdame a que nunca deje de dar sino que siempre procure ser alguien más generoso.

Nuevo Testamento

Lucas 6:12-36

Los doce apóstoles

12 Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. 13 Al llegar la mañana, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que nombró apóstoles: 14 Simón (a quien llamó Pedro), su hermano Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón, al que llamaban el Zelote, 16 Judas hijo de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.

Bendiciones y ayes

17 Luego bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había allí una gran multitud de sus discípulos y mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón, 18 que habían llegado para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. Los que eran atormentados por espíritus malignos quedaban liberados; 19 así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos.

20 Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo:

«Dichosos ustedes los pobres,
porque el reino de Dios les pertenece.
21 Dichosos ustedes que ahora pasan hambre,
porque serán saciados.
Dichosos ustedes que ahora lloran,
porque luego habrán de reír.
22 Dichosos ustedes cuando los odien,
cuando los discriminen,
los insulten y los desprestigien
por causa del Hijo del hombre.

23 »Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo. Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los profetas.

24 »Pero ¡ay de ustedes los ricos,
porque ya han recibido su consuelo!
25 ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados,
porque sabrán lo que es pasar hambre!
¡Ay de ustedes los que ahora ríen,
porque sabrán lo que es derramar lágrimas!
26 ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.

El amor a los enemigos

27 »Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, 28 bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. 29 Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la camisa, no le impidas que se lleve también la capa. 30 Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames. 31 Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.

32 »¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. 33 ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. 34 ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. 35 Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. 36 Sean compasivos, así como su Padre es compasivo.

Comentario

Muestra generosidad para con todos

Jesús se pasó la noche orando a Dios. Se llenó de sabiduría para escoger a sus discípulos. También se llenó de poder para sanar a los enfermos: «…así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos» (v.29).

Jesús pone en contraste a quienes acumulan para sí mismos (los «avaros») y con quienes son generosos de espíritu (los «dadivosos»).

Hay un vacío en el modo de vida que implica volverse «rico», estar «bien alimentado», tener montones de risas superficiales y ganar una buena reputación (vv.24-26). En última instancia, deja a la gente insatisfecha y «hambrienta» (v.25).

El camino de la bendición es totalmente distinto. Es la senda de la generosidad. Puede incluir pobreza, hambre, llanto, ser odiado, excluido, insultado y rechazado (vv.20-22), pero es un camino de satisfacción («quedarán satisfechos», v.21) y gozo («después reirán», v.21).

Jesús nos llama a ser generosos con nuestros enemigos: «Amen a sus enemigos.\[…\] Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa» (vv.27-29, DHH).

Muestra generosidad para con todos: «A cualquiera que te pida algo, dáselo». Esta es una actitud de generosidad, «sin esperar nada a cambio» (v.35, DHH).

Como siempre, Jesús está únicamente llamándonos a imitar la generosidad de Dios: «Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo» (vv.35-36).

La generosidad hacia nuestros enemigos implica no solo perdonarlos sino también bendecirlos. No deberías hablar mal de ellos aun si piensas que se lo merecen. Ora por ellos, bendícelos y habla bien. Como señaló Nelson Mandela: «El resentimiento es como ingerir veneno y esperar que esto aniquile a tus enemigos». En cambio, como Dios, sé generoso con todos (v.36).

Oración

Padre, ayúdame a amar a mis enemigos, hacer bien a quienes me odian, a bendecir a quienes me maldicen y orar por quienes me maltratan. Ayúdame a dar sin esperar nada a cambio y hacer a los demás lo que me gustaría que hicieran conmigo. Ayúdame a ser compasivo como Tú lo eres.

Antiguo Testamento

Números 21:4-22:20

La serpiente de bronce

4 Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del Mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron 5 y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés:

—¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!

6 Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. 7 El pueblo se acercó entonces a Moisés, y le dijo:

—Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes.

Moisés intercedió por el pueblo, 8 y el Señor le dijo:

—Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán.

9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían.

En camino a Moab

10 Los israelitas se pusieron en marcha y acamparon en Obot. 11 De allí partieron y acamparon en Iyé Abarín, que está en el desierto, al oriente de Moab. 12 De allí partieron y acamparon en el valle de Zéred. 13 De allí partieron y acamparon al otro lado del río Arnón, que está en el desierto que se extiende desde el territorio de los amorreos. El río Arnón sirve de frontera entre el territorio de los moabitas y el de los amorreos. 14 Por eso puede leerse en el libro de las guerras del Señor:

«...hacia el Mar Rojo, los valles y el Arnón.
15 La ladera de los valles que se extienden
hasta la región de Ar y la frontera de Moab.»

16 De allí continuaron hasta Ber, el pozo donde el Señor le dijo a Moisés: «Reúne al pueblo, y les daré agua.» 17 En esa ocasión Israel entonó este cántico:

«¡Que brote el agua!
¡Que cante el pozo!
18 ¡Pozo que el gobernante cavó con su cetro
y que el noble abrió con su vara!»

Desde el desierto se dirigieron a Matana; 19 de Matana a Najaliel, de Najaliel a Bamot, 20 y de Bamot al valle que está en la región de Moab, hasta la cumbre del monte Pisgá, desde donde puede verse el desierto de Jesimón.

Victoria sobre Sijón

21 Israel envió emisarios a Sijón, rey de los amorreos, con este mensaje:

22 «Te pido que nos dejes pasar por tus dominios. Te prometo que no entraremos en ningún campo ni viña, ni beberemos agua de ningún pozo. Nos limitaremos a pasar por el camino real, hasta que salgamos de tu territorio.»

23 Pero Sijón no dejó que los israelitas pasaran por sus dominios. Más bien, reunió a sus tropas y salió a hacerles frente en el desierto. Cuando llegó a Yahaza, los atacó. 24 Pero los israelitas lo derrotaron y se apoderaron de su territorio, desde el río Arnón hasta el río Jaboc, es decir, hasta la frontera de los amonitas, la cual estaba fortificada. 25 Israel se apoderó de todas las ciudades amorreas y se estableció en ellas, incluso en Hesbón y en todas sus aldeas. 26 Hesbón era la ciudad capital de Sijón, rey de los amorreos, quien había luchado en contra del anterior rey de Moab, conquistando todo su territorio, hasta el río Arnón.

27 Por eso dicen los poetas:

«Vengan a Hesbón, la ciudad de Sijón.
¡Reconstrúyanla! ¡Restáurenla!
28 Porque de Hesbón ha salido fuego;
de la ciudad de Sijón salieron llamas.
¡Y consumieron las ciudades de Moab
y las alturas que dominan el Arnón!
29 ¡Ay de ti, Moab!
¡Estás destruido, pueblo de Quemós!
Tu dios convirtió a tus hijos en fugitivos
y a tus hijas en prisioneras de Sijón,
rey de los amorreos.

30 »Los hemos destruido por completo,
desde Hesbón hasta Dibón.
Los devastamos hasta Nofa,
¡los destruimos hasta Medeba!»

31 Así fue como Israel se estableció en la tierra de los amorreos.

Victoria sobre el rey Og de Basán

32 Moisés también envió a explorar Jazer, y los israelitas se apoderaron de sus aldeas, expulsando a los amorreos que vivían allí. 33 Al volver, tomaron el camino de Basán. Fue allí donde Og, el rey de Basán, salió con su ejército para hacerles frente en Edrey.

34 Pero el Señor le dijo a Moisés: «No le tengas miedo, porque voy a entregar en tus manos a Og, a su ejército, y a su territorio. Harás con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey de los amorreos que vivía en Hesbón.»

35 Así fue como los israelitas mataron a Og, a sus hijos y a todo su ejército, hasta no dejar sobreviviente, y se apoderaron de su territorio.

Balac manda llamar a Balán

22Los israelitas se pusieron otra vez en marcha, y acamparon en las estepas de Moab, al otro lado del Jordán, a la altura de Jericó.

2 Cuando Balac hijo de Zipor se dio cuenta de todo lo que Israel había hecho con los amorreos, 3 los moabitas sintieron mucho miedo de los israelitas. Estaban verdaderamente aterrorizados de ellos, porque eran un ejército muy numeroso.

4 Entonces dijeron los moabitas a los ancianos de Madián: «¡Esta muchedumbre barrerá con todo lo que hay a nuestro alrededor, como cuando el ganado barre con la hierba del campo!»

En aquel tiempo, Balac hijo de Zipor era rey de Moab, 5 así que mandó llamar a Balán hijo de Beor, quien vivía en Petor, a orillas del río Éufrates, en la tierra de los amavitas. Balac mandó a decirle:

«Hay un pueblo que salió de Egipto, y que ahora cubre toda la tierra y ha venido a asentarse cerca de mí. 6 Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Tal vez así pueda yo vencerlos y echarlos fuera del país. Yo sé que a quien tú bendices, queda bendito, y a quien tú maldices, queda maldito.»

7 Los ancianos de Moab y de Madián fueron a darle a Balán el mensaje que Balac le enviaba, y llevaron consigo dinero para pagarle sus conjuros.

8 Balán los invitó a pasar allí la noche, prometiendo comunicarles después lo que el Señor le dijera. Y los gobernantes se alojaron con él.

9 Dios se le apareció a Balán, y le dijo:

—¿Quiénes son estos hombres que se alojan contigo?

10 Balán le respondió:

—Son los mensajeros que envió Balac hijo de Zipor, que es el rey de Moab. Los envió a decirme: 11 “Un pueblo que salió de Egipto cubre ahora toda la tierra. Ven y échales una maldición por mí. Tal vez así pueda yo luchar contra ellos y echarlos fuera de mi territorio.”

12 Pero Dios le dijo a Balán:

—No irás con ellos, ni pronunciarás ninguna maldición sobre los israelitas, porque son un pueblo bendito.

13 Al otro día Balán se levantó y les dijo a los gobernantes enviados por Balac: «Regresen a su tierra, porque el Señor no quiere que yo vaya con ustedes.»

14 Los gobernantes moabitas regresaron adonde estaba Balac y le dijeron: «Balán no quiere venir con nosotros.»

15 Balac envió entonces a otros gobernantes, más numerosos y distinguidos que los primeros, 16 quienes fueron y le dijeron a Balán:

—Esto es lo que dice Balac hijo de Zipor:

“No permitas que nada te impida venir a verme, 17 porque yo te recompensaré con creces y haré todo lo que tú me pidas. Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo.”

18 Pero Balán le respondió:

—Aun si Balac me diera su palacio lleno de oro y de plata, yo no podría hacer nada grande ni pequeño, sino ajustarme al mandamiento del Señor mi Dios. 19 Ustedes pueden también alojarse aquí esta noche, mientras yo averiguo si el Señor quiere decirme alguna otra cosa.

20 Aquella noche Dios se le apareció a Balán y le dijo: «Ya que estos hombres han venido a llamarte, ve con ellos, pero sólo harás lo que yo te ordene.»

Comentario

Muestra generosidad – como Dios

De nuevo, en este pasaje vemos el tema de las bendiciones y las maldiciones (22:6) y el contraste entre ser «dadivoso» y «avaro». Vemos la generosidad continua de Dios hacia su pueblo. Su vida no era sencilla. Si has sido cristiano por cierto tiempo probablemente hayas experimentado épocas como estas. Pasaron a través del «desierto», el «valle» y el «yermo» (ver 21:18-20). Esto podría verse como una imagen de las pruebas de la vida: zonas secas, puntos bajos e infructuosidad aparente.

Pero Dios ofrece agua (v.16). Jesús dijo: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna» (Juan 4:13-14).

En contraste, Sijón no era un dadivoso. Era malo: «Pero Sijón no dejó que los israelitas pasaran por sus dominios» (Números 21:23).

Balán también era un «avaro». Estaba detrás del dinero que obtenía de sus conjuros (22:7). En el Nuevo Testamento se lo condena porque «le encantaba el salario de la injusticia» (2 Pedro 2:15). El «error» de Balán fue desviarse para ganar dinero (Judas 1:11).

Los israelitas mismos murmuraron contra Dios y contra Moisés (Números 21:4-5). Pese a todo lo que Dios había hecho por ellos, no estaban satisfechos y se rebelaron en su contra. Su rebelión no podía pasarse por alto, y así Dios inicialmente envió juicio sobre el pueblo (v.6). El plan principal de Dios, no obstante, era redimir y bendecir a su pueblo, restaurando su relación con Él.

Confesaron su pecado y el Señor dijo a Moisés: «“Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían» (vv.8-9).

Al hablar de este incidente en el desierto, Jesús dijo: «Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna» (Juan 3:14-15). Jesús se refiere, desde luego, a su muerte en la cruz (12:32-33).

Dios, en su generosidad, provee el sacrificio que te permite conocer el perdón. La serpiente levantada en los días de Moisés trajo vida física a quienes miraban hacia allí en fe. El Cristo crucificado y levantado ofrece vida eterna a todo aquel que mire con fe y crea en Él. No puedes ganarte el perdón. La vida eterna es un don gratuito, pero aun así tienes que escoger aceptar dicho don. Creer es un acto de la voluntad que acepta el don gratuito de Dios (3:15).

Charles Haddon Spurgeon fue uno de los oradores más grandes e influyentes del siglo XIX. Describió su propia conversión la cual se produjo cuando, siendo adolescente, escuchó a un orador decir: «Joven, mira a Jesucristo. ¡Míralo! ¡Míralo! ¡Míralo! No tienes otra cosa que hacer sino mirar y vivir».

«Como cuando la serpiente ardiente fue levantada, la gente solo miraba y era sanada, así era conmigo.\[…\] Cuando oí esa palabra, “¡Mira!” ¡Qué cautivante palabra me pareció ésta a mí! ¡Oh! Yo miré hasta que casi pude tener salidos mis ojos \[…\] y podía haber vitoreado en ese instante, y cantado con los más entusiastas de ellos, de la preciosa sangre de Cristo, y de la simple fe que mira solo a él».

Esta es la generosidad de Dios. Tu llamado a practicar la generosidad brota de la generosidad de Dios hacia ti. Como escribe el apóstol Pablo: «¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2 Corintios 9.15).

Oración

Dios, gracias por tu generosidad al ofrecerme una vía de regreso hacia ti. Ayúdame a buscarte de forma cotidiana para recibir perdón. Ayúdame a beber en la profundidad de tu agua de vida que me sustenta. ¡Gracias sean dadas a Dios por su don inefable!

Añadidos de Pippa

Pippa añade:

Números 21:4–22:20

La vida para el pueblo de Dios no parecía demasiado fácil. No daba la sensación de que pasarán sus días divirtiéndose mientras jugaban tomando el sol. Había dificultades por todos lados; hambre y sed, vecinos agresivos ¡y ahora serpientes! (que no son precisamente mi animal favorito…). Como dijo Mark Twain en cierta ocasión: «La vida es solo una \[maldita\] cosa tras otra». Parece que Dios no elimina las dificultades sino que nos ayuda durante las mismas a que las superemos.

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Referencias

Notas:

“Entrevista con la Madre Teresa”, Hello, Número 324, 1 de octubre 1994 (edición británica)

El testimonio personal de C. H. Spurgeon. La Noche que Spurgeon Escuchó el Evangelio.

Lewis A. Drummond, Spurgeon: Prince of Preachers, Kregal Publications, 1992, p.23

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