Cómo superar tus temores
Introducción
La Generación Y (personas nacidas entre 1981 y 2000) también es conocida como «generación del miedo». En una de sus canciones más populares, El temor, Lily Allen canta:
«Ya no sé lo que es correcto ni lo que es real...
Porque estoy dominada por el temor».
La palabra «temor» conlleva dos sentidos en la Biblia, uno saludable y otro que no lo es. En el buen sentido del término suele utilizarse en el contexto del respeto por Dios y, a veces, también en el respeto por la gente (en especial ante quienes están en autoridad).
En el mal sentido significa estar aterrorizados. Se supone que tememos a Dios (en el buen sentido) y no nos asustamos de nadie ni de nada más. Mucha gente hoy en día vive de forma opuesta. No temen a Dios pero sus vidas están llenas del tipo equivocado de temor.
¿Cómo puedes vencer tus temores?
Salmos 39:1-13
Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.
1 Me dije a mí mismo:
«Mientras esté ante gente malvada
vigilaré mi conducta,
me abstendré de pecar con la lengua,
me pondré una mordaza en la boca.»
2 Así que guardé silencio, me mantuve callado.
¡Ni aun lo bueno salía de mi boca!
Pero mi angustia iba en aumento;
3 ¡el corazón me ardía en el pecho!
Al meditar en esto, el fuego se inflamó
y tuve que decir:
4 «Hazme saber, Señor, el límite de mis días,
y el tiempo que me queda por vivir;
hazme saber lo efímero que soy.
5 Muy breve es la vida que me has dado;
ante ti, mis años no son nada.
Un soplo nada más es el mortal,
6 un suspiro que se pierde entre las sombras.
Ilusorias son las riquezas que amontona,
pues no sabe quién se quedará con ellas.
7 »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
¡Mi esperanza he puesto en ti!
8 Líbrame de todas mis transgresiones.
Que los necios no se burlen de mí.
9 »He guardado silencio; no he abierto la boca,
pues tú eres quien actúa.
10 Ya no me castigues,
que los golpes de tu mano me aniquilan.
11 Tú reprendes a los mortales,
los castigas por su iniquidad;
como polilla, acabas con sus placeres.
¡Un soplo nada más es el mortal!
12 » Señor, escucha mi oración,
atiende a mi clamor;
no cierres tus oídos a mi llanto.
Ante ti soy un extraño,
un peregrino, como todos mis antepasados.
13 No me mires con enojo, y volveré a alegrarme
antes que me muera y deje de existir.»
Comentario
Sé sincero con respecto a tus temores
Todos experimentamos temor. Puedes tratar de suprimir y negar tus miedos o puedes ser sincero y abierto con respecto a ellos.
David se presenta ante Dios con ciertas preguntas apremiantes. Ha intentado estar en «silencio» y «callado» pero encontró que su «angustia iba en aumento» cuando no se comunicaba con Dios (v.2).
Ha comprendido cuánto de la vida humana se gasta en la ansiedad y el temor. El miedo suele ser sobre el dinero: «Ilusorias son las riquezas que amontona \[el ser humano\], pues no sabe quién se quedará con ellas» (v.6).
No obstante, la mayor parte de nuestros temores giran en torno al sufrimiento, la muerte y la brevedad de la vida (vv.4-5).
David está particularmente preocupado por el sufrimiento que ve a su alrededor y en su propia vida. No logra entender cómo Dios puede permitir algo así. Está tan indignado por las acciones de Dios que incluso ora del siguiente modo: «Deja ya de mirarme, dame un momento de respiro» (v.13, DHH).
En medio de la desesperación es saludable expresar tus preocupaciones y dolores ante Dios. Él entiende que el sufrimiento nos causará confusión y dolor. Pasó por lo peor de dichas experiencias por nosotros.
Este salmo ofrece la respuesta completa a estos temores sobre el sufrimiento. No obstante, justo en el núcleo del salmo, mientras David pone sus temores, angustias y frustraciones ante Dios, vemos que encuentra la respuesta en su relación con Dios. David declara al Señor: «¡Mi esperanza he puesto en ti!» (v.7). Y al final su oración es un reconocimiento de que depende completamente de Dios para obtener respuestas.
Oración
«Señor, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto» (v.12).
Lucas 8:19-39
La madre y los hermanos de Jesús
19 La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero como había mucha gente, no lograban acercársele.
20 —Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte —le avisaron.
21 Pero él les contestó:
—Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.
Jesús calma la tormenta
22 Un día subió Jesús con sus discípulos a una barca.
—Crucemos al otro lado del lago —les dijo.
Así que partieron, 23 y mientras navegaban, él se durmió. Entonces se desató una tormenta sobre el lago, de modo que la barca comenzó a inundarse y corrían gran peligro.
24 Los discípulos fueron a despertarlo.
—¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! —gritaron.
Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo.
25 —¿Dónde está la fe de ustedes? —les dijo a sus discípulos.
Con temor y asombro ellos se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?»
Liberación de un endemoniado
26 Navegaron hasta la región de los gerasenos, que está al otro lado del lago, frente a Galilea. 27 Al desembarcar Jesús, un endemoniado que venía del pueblo le salió al encuentro. Hacía mucho tiempo que este hombre no se vestía; tampoco vivía en una casa sino en los sepulcros. 28 Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces exclamó con fuerza:
—¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!
29 Es que Jesús le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. Se había apoderado de él muchas veces y, aunque le sujetaban los pies y las manos con cadenas y lo mantenían bajo custodia, rompía las cadenas y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios.
30 —¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús.
—Legión —respondió, ya que habían entrado en él muchos demonios.
31 Y éstos le suplicaban a Jesús que no los mandara al abismo. 32 Como había una manada grande de cerdos paciendo en la colina, le rogaron a Jesús que los dejara entrar en ellos. Así que él les dio permiso. 33 Y cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos, y la manada se precipitó al lago por el despeñadero y se ahogó.
34 Al ver lo sucedido, los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron la noticia en el pueblo y por los campos, 35 y la gente salió a ver lo que había pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo. 36 Los que habían presenciado estas cosas le contaron a la gente cómo el endemoniado había sido sanado. 37 Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allí, porque les había entrado mucho miedo. Así que él subió a la barca para irse.
38 Ahora bien, el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarlo, pero Jesús lo despidió y le dijo:
39 —Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.
Así que el hombre se fue y proclamó por todo el pueblo lo mucho que Jesús había hecho por él.
Comentario
Sigue confiando en Jesús
Puede que haya momentos en tu vida cuando el temor parece abrumador. En ocasiones viene como la tormenta inesperada que experimentaron los discípulos (vv.22-25).
Esta sección comienza con una extraordinaria combinación de intimidad y asombro. Jesús dice de sus seguidores que aquellos «que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica» (v.21) tendrán una íntima relación con él y serán su «madre» y sus «hermanos» (v.21).
La intimidad y el «temor» (en el buen sentido) no son opuestos: se complementan el uno con el otro. Esto es cierto con respecto a las mejores relaciones, sea el matrimonio, las amistades íntimas o entre padres e hijos. La intimidad extraordinaria se combina con respeto saludable.
Los discípulos experimentaron dos tipos diferentes de temor cuando estuvieron en el lago con Jesús. Al desatarse una tormenta «corrían gran peligro» (v.23) y los discípulos tuvieron miedo. Despertaron a Jesús y gritaron: «¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar!» (v.24a).
Jesús «se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo» (v.24b). Preguntó a sus discípulos: «¿Dónde está la fe de ustedes?» (v.25a). De nuevo vemos el contraste entre el temor no saludable y la fe. Jesús expresó: «¿Qué pasó con su fe?» (v.25a, DHH).
La respuesta a su miedo es muy simple pero al mismo tiempo muy difícil de poner en práctica. He comprobado que se trata de una lección que he tenido que aprender una y otra vez. Por ello, en medio de tus miedos sigue confiando en Jesús, sigue poniendo tu confianza en él. En ocasiones Jesús calma la tormenta, como lo hizo aquí. Otras veces deja que la tormenta se desate y te calma a ti.
La respuesta de los discípulos a Jesús es de temor saludable: absoluto asombro (v.25b), maravilla y humildad en la presencia de Jesús. Se preguntan uno al otro: «¿Quién es este?» (v.25).
Su pregunta es contestada por el hombre poseído por demonios a quien Jesús sana. Jesús es el «Hijo del Dios Altísimo» (v.28).
Cuando aquellas personas que apacentaban cerdos vieron que el hombre recibió sanidad, «sentado a sus pies \[de Jesús\], vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo» (v.35). Pidieron que Jesús se fuera «porque les había entrado mucho miedo» (v.37).
Este, de nuevo, era un tipo incorrecto de miedo. Tenían temor porque habían perdido cerdos valiosos. ¿Qué vendría a continuación? No podían ver el inmenso valor de la vida de una persona. Rechazaban a Jesús por miedo, pero él no tenía miedo de ellos ni de nadie.
Jesús tenía un enfoque interesante con respecto al seguimiento. El hombre que había estado poseído por demonios «le rogaba que le permitiera acompañarlo» (v.38). No obstante, el enfoque de Jesús fue invitarlo a contarle a los demás de forma directa lo que había sucedido con él. Jesús dice: «“Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti”. Así que el hombre se fue y proclamó por todo el pueblo lo mucho que Jesús había hecho por él» (v.39).
Al encontrarse con Jesús se había encontrado con Dios. Lucas combina las expresiones «todo lo que Dios ha hecho por ti» (v.39a) y «lo mucho que Jesús había hecho por él» (v.39b). Jesús es Dios. Esta es la razón por la que en última instancia Jesús es la respuesta a todos nuestros temores no saludables. No te abrumes por el temor sino vence tu temor con Jesús.
Oración
Señor, dame un temor saludable: asombro, maravilla y humildad en la presencia de Jesús y una fe en Él que me libre de todos mis temores no saludables.
Números 29:12-31:24
Fiesta de las Enramadas
12 »El día quince del mes séptimo celebrarás una fiesta solemne, y nadie realizará ningún tipo de trabajo. Durante siete días celebrarás una fiesta en honor del Señor. 13 Como holocausto presentado por fuego, de aroma grato al Señor, ofrecerás trece novillos, dos carneros y catorce corderos de un año, que no tengan defecto. 14 Con cada uno de los trece novillos presentarás seis kilos y medio de flor de harina mezclada con aceite; con cada uno de los dos carneros, cuatro kilos y medio de esa misma harina; 15 y con cada uno de los catorce corderos, dos kilos. 16 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
17 »El segundo día prepararás doce novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. 18 Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 19 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
20 »El tercer día prepararás once novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. 21 Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 22 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
23 »El cuarto día prepararás diez novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. 24 Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 25 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
26 »El quinto día prepararás nueve novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. 27 Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 28 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
29 »El sexto día prepararás ocho novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. 30 Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 31 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
32 »El séptimo día prepararás siete novillos, dos carneros y catorce corderos de un año y sin defecto. 33 Con los novillos, carneros y corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 34 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
35 »El octavo día celebrarás una fiesta solemne, y nadie realizará ningún tipo de trabajo. 36 Como holocausto presentado por fuego, de aroma grato al Señor, ofrecerás un novillo, un carnero y siete corderos de un año y sin defecto. 37 Con el novillo, el carnero y los corderos presentarás ofrendas de cereales y libaciones, según lo que se especifica para cada número. 38 Incluirás también un macho cabrío como sacrificio expiatorio, además del holocausto diario con su ofrenda de cereales y su libación.
39 »Éstas son las ofrendas que presentarás al Señor en las fiestas designadas, aparte de otros votos, ofrendas voluntarias, holocaustos, ofrendas de cereales, libaciones y sacrificios de comunión que quieras presentarle.»
40 Y Moisés les comunicó a los israelitas todo lo que el Señor le había mandado.
Votos de las mujeres
30Moisés les dijo a los jefes de las tribus de Israel: «El Señor ha ordenado que 2 cuando un hombre haga un voto al Señor, o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que cumplirá con todo lo prometido.
3 »Cuando una joven, que todavía viva en casa de su padre, haga un voto al Señor y se comprometa en algo, 4 si su padre se entera de su voto y de su compromiso pero no le dice nada, entonces ella estará obligada a cumplir con todos sus votos y promesas. 5 Pero si su padre se entera y no lo aprueba, todos los votos y compromisos que la joven haya hecho quedarán anulados, y el Señor la absolverá porque fue el padre quien los desaprobó.
6 »Si la joven se casa después de haber hecho un voto o una promesa precipitada que la compromete, 7 y su esposo se entera pero no le dice nada, entonces ella estará obligada a cumplir sus votos y promesas. 8 Pero si su esposo se entera y no lo aprueba, el voto y la promesa que ella hizo en forma precipitada quedarán anulados, y el Señor la absolverá.
9 »La viuda o divorciada que haga un voto o compromiso estará obligada a cumplirlo.
10 »Cuando una mujer casada haga un voto, o bajo juramento se comprometa en algo, 11 si su esposo se entera, pero se queda callado y no lo desaprueba, entonces ella estará obligada a cumplir todos sus votos y promesas. 12 Pero si su esposo se entera y los anula, entonces ninguno de los votos o promesas que haya hecho le serán obligatorios, pues su esposo los anuló. El Señor la absolverá.
13 »El esposo tiene la autoridad de confirmar o de anular cualquier voto o juramento de abstinencia que ella haya hecho. 14 En cambio, si los días pasan y el esposo se queda callado, su silencio confirmará todos los votos y compromisos contraídos por ella. El esposo los confirmará por no haber dicho nada cuando se enteró. 15 Pero si llega a anularlos después de un tiempo de haberse enterado, entonces él cargará con la culpa de su esposa.»
16 Éstos son los estatutos que el Señor dio a Moisés en cuanto a la relación entre esposo y esposa, y entre el padre y la hija que todavía viva en su casa.
Guerra contra Madián
31El Señor le dijo a Moisés: 2 «Antes de partir de este mundo para reunirte con tus antepasados, en nombre de tu pueblo tienes que vengarte de los madianitas.»
3 Moisés se dirigió al pueblo y le dijo: «Preparen a algunos de sus hombres para la guerra contra Madián. Vamos a descargar sobre ellos la venganza del Señor. 4 Que cada una de las tribus de Israel envíe mil hombres a la guerra.»
5 Los escuadrones de Israel proveyeron mil hombres por cada tribu, con lo que se reunieron doce mil hombres armados para la guerra. 6 Moisés envió a la guerra a los mil hombres de cada tribu. Con ellos iba Finés, hijo del sacerdote Eleazar, quien tenía a su cargo los utensilios del santuario y las trompetas que darían la señal de ataque.
7 Tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés, los israelitas entraron en batalla y mataron a todos los madianitas. 8 Pasaron a espada a Eví, Requen, Zur, Jur y Reba, que eran los cinco reyes de Madián, y también a Balán hijo de Beor. 9 Capturaron a las mujeres y a los niños de los madianitas, y tomaron como botín de guerra todo su ganado, rebaños y bienes. 10 A todas las ciudades y campamentos donde vivían los madianitas les prendieron fuego, 11 y se apoderaron de gente y de animales. Todos los despojos y el botín 12 se los llevaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a toda la comunidad israelita. A los prisioneros, el botín y los despojos los llevaron hasta el campamento que estaba en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó.
13 Moisés y el sacerdote Eleazar y todos los líderes de la comunidad salieron a recibirlos fuera del campamento. 14 Moisés estaba furioso con los jefes de mil y de cien soldados que regresaban de la batalla. 15 «¿Cómo es que dejaron con vida a las mujeres? —les preguntó—. 16 ¡Si fueron ellas las que, aconsejadas por Balán, hicieron que los israelitas traicionaran al Señor en Baal Peor! Por eso murieron tantos del pueblo del Señor. 17 Maten a todos los niños, y también a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales, 18 pero quédense con todas las muchachas que jamás las hayan tenido.
Purificación de combatientes y de prisioneros
19 »Todos los que hayan matado a alguien, o hayan tocado un cadáver, deberán quedarse fuera del campamento durante siete días. Al tercer día, y al séptimo, se purificarán ustedes y sus prisioneros. 20 También deberán purificar toda la ropa, y todo artículo de cuero, de pelo de cabra, o de madera.»
21 El sacerdote Eleazar les dijo a los soldados que habían ido a la guerra: «Esto es lo que manda la ley que el Señor le entregó a Moisés: 22 Oro, plata, bronce, hierro, estaño, plomo 23 y todo lo que resista el fuego, deberá ser pasado por el fuego para purificarse, pero también deberá limpiarse con las aguas de la purificación. Todo lo que no resista el fuego deberá pasar por las aguas de la purificación. 24 Al séptimo día, lavarán ustedes sus vestidos y quedarán purificados. Entonces podrán reintegrarse al campamento.»
Comentario
Teme a Dios y a nada ni nadie más
Los episodios en este pasaje del Antiguo Testamento son profundamente impactantes para nuestros oídos modernos. Algunas partes del Antiguo Testamento parecen ser tan difíciles (por ejemplo, Números 31:15-18). No hay respuestas fáciles para estas cuestiones. A veces todo lo que podemos hacer es aferrarnos a lo que conocemos sobre el amor y la bondad de Dios, y confiar en que hay una respuesta aunque no la entendamos en plenitud.
Lo que podemos ver en estos episodios es que el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento tenía un temor de Dios muy saludable. No daban por sentado el acceso a su presencia. Sabían que su Dios de amor era un Dios de justicia que toma con seriedad el pecado y la rebelión (Números 31).
La clave para nosotros, como cristianos, es interpretar todo esto a la luz de Jesús:
- Jesús es el único sacrificio perfecto
El número decreciente de novillos sacrificados cada día (Números 29), de trece a siete y luego a uno, señala hacia el tiempo donde ya no se precisaría ningún sacrificio adicional. Jesús, el único sacrificio perfecto, abolió la necesidad de cualquier sacrificio suplementario.
- En Jesús no hay desigualdades
Estas regulaciones sobre los votos (Números 30) parecen tratar de proteger a las mujeres y evitar la discriminación en su contra. Debemos recordar que las sociedades más antiguas eran patriarcales y los hombres eran considerados los líderes de la familia. Por ello, estas regulaciones estaban probablemente diseñadas para proteger a las mujeres en situaciones donde se les impedía cumplir un voto que hubieran hecho.
No obstante, debemos leer esto con la lente del Nuevo Testamento, y en particular a través de las palabras del apóstol Pablo, quien afirma que en Cristo no hay desigualdades (Gálatas 3:28). Este pasaje en Números da respuesta a un contexto cultural; no establece un principio sobre cuestiones de género.
- Jesús dijo «ama a tus enemigos»
Al leer sobre la venganza de los madianitas se nos recuerda con cuánta seriedad Dios examina a quienes intentan apartar al pueblo del camino y evitar que siga a Dios. Parece que los madianitas habían tratado de hacer eso de forma deliberada, primero por medio del sexo y luego a través de la oposición militar (Números 31:16; ver también v.18).
Sin embargo, también debemos leer este acto de juicio con la lente de lo que dijo Jesús: «Amen a sus enemigos» (Mateo 5:44). La clave para todo esto es la cruz. En la cruz vemos nuevamente lo en serio que Dios se toma el pecado y el amplio alcance de su juicio. Pero también vemos que su mayor deseo es bendecirnos y redimirnos a todos.
Esto transforma nuestra respuesta ante pasajes como estos. Pablo enseña: «No tomen venganza» (Romanos 12:19). Hemos de llevar vidas de amor. Como señala San Juan: «Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo» (1 Juan 4:18, DHH). Esta es la forma de vencer nuestros temores.
Oración
Señor, gracias porque no hay temor en el amor sino que el perfecto amor hecha fuera todo miedo. Ayúdame a amarte y a no tener miedo de nadie ni de nada.
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Salmo 39:4
No quisiera orar como David oró pidiendo que Dios le mostrara el final de su vida y el número de sus días. Preferiría confiar en Dios sabiendo que cuando me llegue el momento de irme con Él será en el tiempo indicado. Pero soy consciente de cuán pasajera es la vida y cuán rápido transcurre. Esto hace que me pregunte: ¿Hago todo lo que debería hacer cada día?
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Referencias
Notas:
Lily Allen, “The Fear” del álbum It’s Not Me, It’s You (2008), Compositores: Allen, Lily Rose / Kurstin, Greg. Lyrics © Universal Music Publishing Group, EMI Music Publishing