Solo una cosa es necesaria
Introducción
Me encontré con Jesús de una manera personal por primera vez en 1974. Muy poco después escuché una charla que a día de hoy, tantos años después, todavía recuerdo. La dio un hombre de 80 años y el título era «Las cinco “una sola cosa”». Su charla subrayaba cinco momentos en los que se usa la expresión «una sola cosa» en la Biblia. Cada una de ellas habla de nuestras prioridades. Una de esas cinco ocasiones se da en nuestro pasaje el Nuevo Testamento de hoy (Lucas 10:42).
Tengo gran simpatía por Marta. Jesús le dijo: «Estás inquieta y preocupada por muchas cosas» (v.41). En la vida hay muchas cosas, pero Jesús dice que «solo una es necesaria» (v.42). María era la que había puesto sus prioridades en el orden correcto.
Salmos 41:7-13
7 Mis enemigos se juntan y cuchichean contra mí;
me hacen responsable de mi mal. Dicen:
8 «Lo que le ha sobrevenido es cosa del demonio;
de esa cama no volverá a levantarse.»
9 Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba
y que compartía el pan conmigo,
me ha puesto la zancadilla.
10 Pero tú, Señor, compadécete de mí;
haz que vuelva a levantarme
para darles su merecido.
11 En esto sabré que te he agradado:
en que mi enemigo no triunfe sobre mí.
12 Por mi integridad habrás de sostenerme,
y en tu presencia me mantendrás para siempre.
13 Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
por los siglos de los siglos.
Amén y amén.
Comentario
La prioridad de Su presencia
Puedes conocer la presencia de Dios y gozarte en ella en medio de todos los retos de la vida.
David tuvo sus preocupaciones y sus distracciones. Tuvo sus enemigos y, como Jesús dice: «Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla» (v.9, ver también Juan 13:18).
Ten confianza, como David la tuvo, en el triunfo definitivo del bien sobre el mal (Salmo 41:11b). Has de saber que Dios se complace en ti (v.11a). El deseo arrollador de David es que Dios lo mantenga en su presencia (v.12). Haz de esto tu mayor prioridad; es para lo que has sido creado. La presencia de Dios satisface tus necesidades más profundas.
Oración
Padre, ayúdame en el día de hoy a disfrutar del gozo de tu presencia en medio de todos los retos y dificultades de la vida.
Lucas 10:25-11:4
Parábola del buen samaritano
25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:
—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
26 Jesús replicó:
—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
27 Como respuesta el hombre citó:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”
28 —Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.
29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús respondió:
—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva.” 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.
—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.
En casa de Marta y María
38 Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. 40 Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:
—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!
41 —Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, 42 pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.
Jesús enseña sobre la oración
11Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
—Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.
2 Él les dijo:
—Cuando oren, digan:
»“Padre,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
3 Danos cada día nuestro pan cotidiano.
4 Perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden.
tentación”
Comentario
Las prioridades de Jesús
¿Cuáles son tus prioridades? ¿El tiempo con Jesús es algo que tratas de embutir en tu apretada agenda? ¿O más bien planificas tu relación con él como la prioridad número uno?
Un teólogo experto en la ley y laico, le hace a Jesús la pregunta del millón sobre el camino a la vida eterna.
Jesús nos da el modelo de cómo responder, el cual intentamos seguir en los debates de los grupos pequeños de Alpha. En efecto, Jesús hace esta pregunta: «¿Qué piensas tú?» (10:26,36).
El erudito le da la respuesta correcta: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» (v.27). Esta tendría que ser tu mayor prioridad. La siguiente es amar a tu prójimo como a ti mismo.
Acto seguido, Jesús plantea otra respuesta que muestra cómo aquel experto en la ley está buscando un vacío legal (v.29). Quiere hacer que el término «prójimo» tenga un alcance limitado a la familia, los amigos, los parientes, los miembros del mismo pueblo y de la misma comunidad religiosa.
Jesús responde con una historia acerca de la injusticia. Un hombre viajaba por una carretera de conocida peligrosidad, que tenía 17 millas (27 kilómetros) y descendía 3000 pies (914 metros) desde Jerusalén a Jericó, llevando bienes y objetos de valor. Resultó ser víctima de la injusticia, pues le robaron y desnudaron, dándole una paliza para dejarle medio muerto (v.30).
Los líderes religiosos pasaron por allí. Primero, el sacerdote (que probablemente venía de presidir los servicios en el templo de Jerusalén) y después el levita (el asistente responsable de la liturgia y la música). Ambos «vieron» a la víctima (vv. 31-32) pero ninguno de ellos se detuvo. Existen al menos tres posibles razones por las que nosotros, igual que ellos, no tomamos partido:
- Estamos demasiado ocupados
Probablemente tenían prisa. No querían implicarse en una actividad que les quitara tiempo.
- No queremos contaminarnos
Tocar un cuerpo muerto les habría hecho impuros durante siete días (Números 19:11). No habrían podido entrar en el templo durante ese período de tiempo (Levítico 21:1). Podrían haber perdido tu turno de servicio en el templo.
- No queremos correr un riesgo
Obviamente había ladrones por el lugar. Podría haber sido un engaño para una posible emboscada.
El público que escuchaba a Jesús tuvo que sentirse sorprendido por quien resultó ser el héroe de la historia. Jesús elige a la persona menos aceptada. Los samaritanos eran una raza despreciada por los judíos social, política y religiosamente. Esta es una historia sobre una persona de otra raza y otra religión que tiene compasión (Lucas 10:33). El samaritano dio una ayuda práctica que le costó tiempo, energía y dinero (vv.34-35).
La historia que Jesús contó nos muestra que el hombre de leyes hizo la pregunta equivocada (v.29). La pregunta correcta no es «¿Quién es mi prójimo?» sino «para quien puedo ser yo prójimo». Jesús enseña la naturaleza absoluta e ilimitada del deber de amar. Jesús vino a destruir todas las barreras. Nuestro prójimo es la humanidad entera.
La reina Isabel II dijo en uno de sus mensajes del día de Navidad:
«Cuando Jesús responde a la pregunta “¿Quién es mi prójimo?”, para mí como cristiana el significado dado por Jesús es claro. Todo el mundo es nuestro prójimo sin importar la raza, credo o color».
«Al verlo, se desvió y siguió de largo» (v.31b) es una expresión muy evocadora. Hay muchísima gente que sufre a nuestro alrededor. Una vez que los hayas visto, no seas como el sacerdote y el levita de la parábola de Jesús; no te desvíes y sigas de largo. El samaritano «se compadeció» (v.33b), lo cuidó (v.34b) y le dio su dinero (v.35). Al final de la historia, Jesús dice: «Anda entonces y haz tú lo mismo» (v.37b).
Acércate a la gente necesitada, comprométete y ayúdalos. Cuando ayudas a la gente que sufre, sostienes a los caídos y restauras a los quebrados, es cuando eres más como Dios. Esta tiene que ser una prioridad alta en tu vida. Eso sí, la siguiente historia muestra que tu capacidad de hacer esto emana de una prioridad aún más alta.
María puso sus prioridades en el orden correcto. Ella estaba «sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía» (v.39). Se daba cuenta de que, a pesar de las muchas distracciones y preocupaciones a su alrededor, no había nada más importante que simplemente sentarse a los pies de Jesús a escucharlo. Esta tendría que ser tu prioridad número uno.
Marta estaba demasiado ocupada como para tomarse el tiempo de disfrutar su amistad con Jesús cuando este visitaba su casa. No pasar tiempo con Jesús es el mayor error que puedes cometer en tu vida espiritual. Nadie ha dicho nunca en su lecho de muerte: «Me hubiera gustado haber pasado más tiempo en el oficina». Muchos lamentan no haber dedicado más tiempo a sus relaciones más importantes.
Probablemente no es casualidad que la siguiente historia que cuenta Lucas trate de Jesús enseñando a sus discípulos cómo orar. Vemos al mismo Jesús modelando la importancia de pasar tiempo con Dios en la oración y el interés que esto despierta en sus discípulos (11:1). Este es el contexto en el que les enseña la «Oración del Señor».
Esta oración empieza con una extraordinaria intimidad con Dios, pues en ella se te anima a llamarlo «Padre». Pero una relación con Dios deberá impactar también el resto de tu vida. Ora por la provisión diaria (v.3), ora porque «venga tu reino» y piensa en los pecados que tienes que perdonar a los demás o de los que necesitas perdón (v.4)
Hay muchas maneras de desarrollar una relación con Jesús. Sea cual sea la manera en que lo hagas, tiene que ser la prioridad número uno.
Oración
Señor, enséñame a disfrutar de tu presencia. Que tenga el amor y el valor para sostener al caído, restaurar al quebrantado y ayudar a la gente que sufre.
Deuteronomio 2:24-4:14
Derrota de Sijón, rey de Hesbón
24 »Después nos dijo el Señor: “Emprendan de nuevo el viaje y crucen el arroyo Arnón. Yo les entrego a Sijón el amorreo, rey de Hesbón, y su tierra. Láncense a la conquista. Declárenle la guerra. 25 Hoy mismo comenzaré a infundir entre todas las naciones que hay debajo del cielo terror y espanto hacia ustedes. Cuando ellas escuchen hablar de ustedes, temblarán y se llenarán de pánico.”
26 »Desde el desierto de Cademot envié mensajeros a Sijón, rey de Hesbón, con esta oferta de paz: 27 “Déjanos pasar por tu país; nos mantendremos en el camino principal, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. 28 Te pagaremos todo el alimento y toda el agua que consumamos. Sólo permítenos pasar, 29 tal como nos lo permitieron los descendientes de Esaú, que viven en Seír, y los moabitas, que viven en Ar. Necesitamos cruzar el Jordán para entrar en la tierra que nos da el Señor nuestro Dios.”
30 »Pero Sijón, rey de Hesbón, se negó a dejarnos pasar por allí, porque el Señor nuestro Dios había ofuscado su espíritu y endurecido su corazón, para hacerlo súbdito nuestro, como lo es hasta hoy. 31 Entonces el Señor me dijo: “Ahora mismo voy a entregarles a Sijón y su país. Láncense a conquistarlo, y tomen posesión de su territorio.”
32 »Cuando Sijón, acompañado de todo su ejército, salió a combatirnos en Yahaza, 33 el Señor nuestro Dios nos lo entregó y lo derrotamos, junto con sus hijos y todo su ejército. 34 En aquella ocasión conquistamos todas sus ciudades y las destruimos por completo; matamos a varones, mujeres y niños. ¡Nadie quedó con vida! 35 Sólo nos llevamos el ganado y el botín de las ciudades que conquistamos. 36 Desde Aroer, que está a la orilla del arroyo Arnón, hasta Galaad, no hubo ciudad que nos ofreciera resistencia; el Señor nuestro Dios nos entregó las ciudades una a una. 37 Sin embargo, conforme a la orden del Señor nuestro Dios, no nos acercamos al territorio amonita, es decir, a toda la franja que se extiende a lo largo del arroyo Jaboc, ni a las ciudades de la región montañosa.
Derrota de Og, rey de Basán
3»Cuando tomamos la ruta hacia Basán, el rey Og, que gobernaba ese país, nos salió al encuentro en Edrey. Iba acompañado de todo su ejército, dispuesto a pelear. 2 Pero el Señor me dijo: “No le tengan miedo, porque se lo he entregado a ustedes, con todo su ejército y su territorio. Hagan con él lo que hicieron con Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón.”
3 »Y así sucedió. El Señor nuestro Dios también entregó en nuestras manos al rey de Basán y a todo su ejército. Los derrotamos, y nadie vivió para contarlo. 4 En aquella ocasión conquistamos todas sus ciudades. Nos apoderamos de las sesenta ciudades que se encontraban en la región de Argob, del reino de Og en Basán. 5 Todas esas ciudades estaban fortificadas con altos muros, y con portones y barras, sin contar las muchas aldeas no amuralladas. 6 Tal como hicimos con Sijón, rey de Hesbón, destruimos por completo las ciudades con sus varones, mujeres y niños, 7 pero nos quedamos con todo el ganado y el botín de sus ciudades.
8 »Fue así como en aquella ocasión nos apoderamos del territorio de esos dos reyes amorreos, es decir, de toda la porción al este del Jordán, desde el arroyo Arnón hasta el monte Hermón, 9 al que los sidonios llaman Sirión y los amorreos Senir. 10 También nos apoderamos de todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salcá y Edrey, ciudades del reino de Og en Basán. 11 Por cierto, el rey Og de Basán fue el último de los gigantes. Su cama era de hierro y medía cuatro metros y medio de largo por dos de ancho. Todavía se puede verla en Rabá de los amonitas.
División de la tierra
12 »Una vez que nos apoderamos de esa tierra, a los rubenitas y a los gaditas les entregué el territorio que está al norte de Aroer y junto al arroyo Arnón, y también la mitad de la región montañosa de Galaad con sus ciudades. 13 El resto de Galaad y todo el reino de Og, es decir, Basán, se los entregué a la media tribu de Manasés.
»Ahora bien, a toda la región de Argob en Basán se le conoce como tierra de gigantes. 14 Yaír, uno de los descendientes de Manasés, se apoderó de toda la región de Argob hasta la frontera de los guesureos y los macateos, y a esa región de Basán le puso su propio nombre, llamándola Javot Yaír, nombre que retiene hasta el día de hoy. 15 A Maquir le entregué Galaad, 16 y a los rubenitas y a los gaditas les entregué el territorio que se extiende desde Galaad hasta el centro del arroyo Arnón, y hasta el río Jaboc, que marca la frontera de los amonitas. 17 Su frontera occidental era el Jordán en el Arabá, desde el lago Quinéret hasta el mar del Arabá, que es el Mar Muerto, en las laderas del monte Pisgá.
18 »En aquel tiempo les di esta orden: “El Señor su Dios les ha dado posesión de esta tierra. Ustedes, los hombres fuertes y guerreros, pasen al otro lado al frente de sus hermanos israelitas. 19 En las ciudades que les he entregado permanecerán solamente sus mujeres, sus niños y el mucho ganado que yo sé que ustedes tienen. 20 No podrán volver al territorio que les he entregado hasta que el Señor haya dado reposo a sus hermanos, como se lo ha dado a ustedes, y hasta que ellos hayan tomado posesión de la tierra que el Señor su Dios les entregará al otro lado del Jordán.”
Instrucciones a Josué
21 »En aquel tiempo le ordené a Josué: “Con tus propios ojos has visto todo lo que el Señor, el Dios de ustedes, ha hecho con esos dos reyes. Y lo mismo hará con todos los reinos por donde vas a pasar. 22 No les tengas miedo, que el Señor tu Dios pelea por ti.”
Dios le prohíbe a Moisés cruzar el Jordán
23 »En aquella ocasión le supliqué al Señor: 24 “Tú, Señor y Dios, has comenzado a mostrarle a tu siervo tu grandeza y tu poder; pues ¿qué dios hay en el cielo o en la tierra capaz de hacer las obras y los prodigios que tú realizas? 25 Déjame pasar y ver la buena tierra al otro lado del Jordán, esa hermosa región montañosa y el Líbano.” 26 Pero por causa de ustedes el Señor se enojó conmigo y no me escuchó, sino que me dijo: “¡Basta ya! No me hables más de este asunto. 27 Sube hasta la cumbre del Pisgá y mira al norte, al sur, al este y al oeste. Contempla la tierra con tus propios ojos, porque no vas a cruzar este río Jordán. 28 Dale a Josué las debidas instrucciones; anímalo y fortalécelo, porque será él quien pasará al frente de este pueblo y quien les dará en posesión la tierra que vas a ver.”
29 »Y permanecimos en el valle, frente a Bet Peor.
Exhortación a la obediencia
4»Ahora, israelitas, escuchen los preceptos y las normas que les enseñé, para que los pongan en práctica. Así vivirán y podrán entrar a la tierra que el Señor, el Dios de sus antepasados, les da en posesión. 2 No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno. Más bien, cumplan los mandamientos del Señor su Dios.
3 »Ustedes vieron con sus propios ojos lo que el Señor hizo en Baal Peor, y cómo el Señor su Dios destruyó de entre ustedes a todos los que siguieron al dios de ese lugar. 4 Pero ustedes, los que se mantuvieron fieles al Señor su Dios, todavía están vivos.
5 »Miren, yo les he enseñado los preceptos y las normas que me ordenó el Señor mi Dios, para que ustedes los pongan en práctica en la tierra de la que ahora van a tomar posesión. 6 Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. Ellas oirán todos estos preceptos, y dirán: “En verdad, éste es un pueblo sabio e inteligente; ¡ésta es una gran nación!” 7 ¿Qué otra nación hay tan grande como la nuestra? ¿Qué nación tiene dioses tan cerca de ella como lo está de nosotros el Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? 8 ¿Y qué nación hay tan grande que tenga normas y preceptos tan justos, como toda esta ley que hoy les expongo?
9 »¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos. 10 El día que ustedes estuvieron ante el Señor su Dios en Horeb, él me dijo: “Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra, y para que enseñe esto mismo a sus hijos.” 11 Ustedes se acercaron al pie de la montaña, y allí permanecieron, mientras la montaña ardía en llamas que llegaban hasta el cielo mismo, entre negros nubarrones y densa oscuridad. 12 Entonces el Señor les habló desde el fuego, y ustedes oyeron el sonido de las palabras, pero no vieron forma alguna; sólo se oía una voz. 13 El Señor les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los pusieran en práctica. 14 En aquel tiempo el Señor me ordenó que les enseñara los preceptos y las normas que ustedes deberán poner en práctica en la tierra que van a poseer al cruzar el Jordán.
Comentario
La prioridad de la relación
Moisés recuerda cómo Dios les ha dado la tierra y también los mandamientos. Pero el mayor privilegio recibido por el pueblo de Dios no es la tierra o la ley, sino el amor de Dios: «¿Qué nación hay \[...\] que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos?» (4:7, DHH).
Más aún, parece que hay una conexión intencionada entre la manera en la que se instruyó al pueblo de Dios para vivir y el impacto que tendrían en otras naciones (v.6). Dios quería que fueran un ejemplo notoriamente visible tanto de la naturaleza del Dios que veneraban como de la calidad de la justicia social adoptada por su comunidad. En otras palabras, seguir el ejemplo del buen samaritano tiene consecuencias a la hora de evangelizar.
La ley es una expresión del amor de Dios y del deseo de estar cerca de su pueblo. Es por esto que se nos insta: «Tengan mucho cuidado de no olvidar las cosas que han visto, ni de apartarlas jamás de su pensamiento; por el contrario, explíquenlas a sus hijos y a sus nietos» (v.9). La ley fue dada en el contexto de la alianza (v.13) y empieza por el compromiso y el amor de Dios para con nosotros.
De la misma manera, la nueva alianza comienza por el compromiso de Dios por medio de la muerte y resurrección de Jesús y por medio del amor de Dios derramado en tu corazón por el Espíritu Santo. Así, tienes acceso permanente a la presencia de Dios (Efesios 2:18).
Oración
Padre, ayúdame a permanecer junto a ti, vivir en tu presencia, sentarme a los pies de Jesús y escuchar tus palabras, saliendo y poniéndolas en práctica.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Lucas 10:38–42
Me identifico con María y con Marta. Conozco el sentimiento de tener que multiplicarse intentando preparar algo mientras la gente está sentada «ocupada en temas espirituales» y no haciendo nada, mientras quedan montones de cosas por hacer. Pero también he experimentado ser la que está sentada en ocasiones, mientras los demás van corriendo trabajando duro. Me impactó una charla de Brian Houston llamada «Carga y alivio»; ambas son necesarias en la vida.
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Notes:
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