¡Es una fiesta!
Introducción
Un día recibí un mensaje que decía que la reina Isabel de Inglaterra me había invitado a comer. Al principio pensé que se trataba de alguna broma, pero no lo era. Me presenté en el palacio de Buckingham en mi bicicleta y me la guardó un divertido policía. Allí estaba yo, sentado al lado de la reina disfrutando una comida espectacular. Después se volvió hacia a mí para hablarme mientras nos servían el «Parfait de Rhubarbe et Chocolat Blanc».
Se veía delicioso, pero yo no quería hablar con la boca llena, y tampoco quería parecer maleducado cortándolo mientras la reina me estaba hablando. Llegados a un punto, la reina me preguntó si no me gustaba la comida. «No, todo lo contrario, ¡me encanta!»— respondí a la vez que comencé a comer a toda prisa. No se lo dije a ella; la razón por la que no había comido era porque me sentía abrumado por el privilegio de ser invitado a almorzar con la reina de Inglaterra.
Jesús asemeja el reino de los cielos a una gran fiesta con el Rey, una a la que todos estamos invitados. Es un privilegio aún más grande que comer con la reina de Inglaterra y sería algo inaudito que alguien rechazara la invitación.
Salmos 44:13-26
13 Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos;
somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.
14 Nos has hecho el hazmerreír de las naciones;
todos los pueblos se burlan de nosotros.
15 La ignominia no me deja un solo instante;
se me cae la cara de vergüenza
16 por las burlas de los que me injurian y me ultrajan,
por culpa del enemigo que está presto a la venganza.
17 Todo esto nos ha sucedido,
a pesar de que nunca te olvidamos
ni faltamos jamás a tu pacto.
18 No te hemos sido infieles,
ni nos hemos apartado de tu senda.
19 Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales;
¡nos envolviste en la más densa oscuridad!
20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios,
o tendido nuestras manos a un dios extraño,
21 ¿acaso Dios no lo habría descubierto,
ya que él conoce los más íntimos secretos?
22 Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte;
¡nos tratan como a ovejas para el matadero!
23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
24 ¿Por qué escondes tu rostro
y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?
25 Estamos abatidos hasta el polvo;
nuestro cuerpo se arrastra por el suelo.
26 Levántate, ven a ayudarnos,
y por tu gran amor, ¡rescátanos!
Comentario
Clama a Dios como Rey
¿Has pasado por momentos en los que has experimentado el «reproche» de tus vecinos por causa de tu fe? (v.13a). ¿Has tenido que enfrentarte a «la burla y el escarnio» de quienes están cerca de ti (v.13b)? Yo desde luego he pasado por momentos así. A veces puede que te enfrentes a dificultades en tu vida no porque estés haciendo algo mal sino por estar haciendo lo correcto.
Este salmo se dirige a Dios como Rey (v.4). Es una idea común en los Salmos que Dios es el Rey (y el líder real) de Israel. El sufrimiento no es necesariamente el resultado de la desobediencia al Rey. En vez de eso, puede ser el resultado de seguirlo.
La oposición no es necesariamente una señal de fracaso por parte del pueblo de Dios: «Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto. No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda.» (vv.17–18).
Pablo cita este salmo (v.22) en Romanos cuando se pregunta si hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo: «Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!». «Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:35–37).
Como he podido comprobar muy a menudo en mi propia vida, el Rey es fiel. Él responde a nuestro clamor pidiendo ayuda y su amor nunca falla (Salmo 44:26).
Oración
Oh Señor, mi Rey y mi Señor, «Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!» (v.26).
Lucas 14:15-35
Parábola del gran banquete
15 Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo:
—¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!
16 Jesús le contestó:
—Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. 17 A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo.” 18 Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes.” 19 Otro adujo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes.” 20 Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir.” 21 El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.” 22 “Señor —le dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar.” 23 Entonces el señor le respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24 Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete.”
El precio del discipulado
25 Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: 26 «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
28 »Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? 29 Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, 30 y dirán: “Este hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.”
31 »O supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey. ¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? 32 Si no puede, enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir condiciones de paz. 33 De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.
34 »La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor? 35 No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera.
»El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Comentario
Acepta la invitación del Rey
El reino de Dios es una fiesta en la que Jesús dice «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!» (v.15). Jesús es el anfitrión de esta fiesta. El hijo de Dios te invita a experimentar la abundancia de hospitalidad y de amor de Dios. No estás solo con el anfitrión. Es la presencia de otros invitados lo que hace de ella una fiesta de celebración.
La comida que Jesús suministra satisface el hambre de tu corazón llenando el vacío espiritual. Colma tu hambre de significado y propósito en la vida, de perdón y de vida después de la muerte. La bebida del banquete satisface la sed espiritual que hay en todo corazón humano.
Lo triste es que mucha gente no lo ve como un banquete, sino como algo aburrido. Dan excusas por las que pueden venir. «Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse» (v.18). La excusa de una persona son sus propiedades. «Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes» (v.18). La segunda excusa son las posesiones: «Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes» (v.19). La tercera tiene que ver con otras personas: «Acabo de casarme y por eso no puedo ir» (v.20).
Cuando las analizamos, vemos que son excusas malísimas. Cada una de ellas es totalmente irracional y perfectamente absurda. No hay ninguna urgencia de ir a ver un campo que acaba de ser comprado o en probar cinco yugos de bueyes. No falta el espacio en esta fiesta y el hombre recién casado podría haber asistido acompañado de su esposa.
Aun hoy en día las palabras de Jesús resuenan verdaderas: cuando la gente recibe la invitación a la gran fiesta del reino de los cielos, «todos, sin excepción, comienzan a disculparse» (v.18).
Jesús habla también a la multitud del costo de seguirlo. Los insta a sentarse «a calcular el costo» (v.28 y v.31). Dice: «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo» (v.26). La palabra para «odio» es una expresión semítica que significa «amar menos». Es un término relativo que significa no honrar o estimar algo por encima de otra cosa. En otras palabras, Jesús debe ser la prioridad número uno en tu vida, aun por encima de tu familia y de tu propia vida.
Continúa diciendo: «Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (v.27). La imagen de la cruz sugiere claramente que habrá sufrimiento. Finalmente dice: «Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo» (v.33). Tienes que extender tus manos y poner todo lo que tienes a su disposición.
Merece la pena recordar que el costo de seguir a Jesús no es nada comparado con:
Lo que recibes
Dios ha preparado una fiesta para ti, un banquete, que no puede ser igualado por nada en esta tierra.El costo de no seguir a Jesús
Jesús dijo que aquellos que dan excusas no «disfrutarán mi banquete» (v.24). No puede haber un costo mayor que perderte todas las bendiciones que Dios ha preparado para ti.Lo que le costó a él hacerlo posible
Jesús te llama a cargar tu cruz (v.27). Pero la pequeña cruz que cargas no es nada en comparación con la que Jesús cargó por ti.
No te pierdas todo lo que Jesús ha hecho posible para ti. Acepta su invitación a la fiesta del reino de Dios. Invita también a otras personas al banquete respondiendo al mandamiento de Jesús de salir «de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y traer acá a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos» (v.21).
Oración
Señor, gracias por el inmenso privilegio de ser invitado a tu fiesta en el reino de Dios. Extiendo hoy mis manos y pongo todo lo que tengo a tu disposición.
Deuteronomio 16:21-18:22
21 »No levantarás ninguna imagen de la diosa Aserá junto al altar que edifiques para el Señor tu Dios; 22 tampoco erigirás piedras sagradas, porque el Señor tu Dios las aborrece.
Exhortación contra la idolatría
17»No sacrificarás al Señor tu Dios ninguna oveja ni buey que tenga algún defecto o imperfección, pues eso es abominable para el Señor tu Dios.
2 »Puede ser que a algún hombre o mujer entre los tuyos, habitante de una de las ciudades que el Señor tu Dios te dará, se le sorprenda haciendo lo malo a los ojos de Dios. Tal persona habrá violado el pacto 3 y desobedecido mi orden, al adorar a otros dioses e inclinarse ante ellos o ante el sol, la luna o las estrellas del cielo. 4 Tan pronto como lo sepas, deberás hacer una investigación escrupulosa. Si resulta verdad y se comprueba que algo tan abominable se ha cometido en Israel, 5 llevarás al culpable, sea hombre o mujer, fuera de las puertas de la ciudad, para que muera apedreado. 6 Por el testimonio de dos o tres testigos se podrá condenar a muerte a una persona, pero nunca por el testimonio de uno solo. 7 Los primeros en ejecutar el castigo serán los testigos, y luego todo el pueblo. Así extirparás el mal que esté en medio de ti.
Los tribunales
8 »Si te enfrentas a casos demasiado difíciles de juzgar, tales como homicidios, pleitos, violencia y otros litigios que surjan en las ciudades, irás al lugar que el Señor tu Dios elija 9 y te presentarás ante los sacerdotes levitas y ante el juez en funciones. Los consultarás, y ellos te darán el veredicto. 10 Actuarás conforme a la sentencia que ellos dicten en el lugar que el Señor elija, y harás todo lo que te digan. 11 Procederás según las instrucciones que te den y el veredicto que pronuncien, y seguirás al pie de la letra todas sus decisiones. 12 El soberbio que muestre desacato al juez o al sacerdote en funciones, será condenado a muerte. Así extirparás de Israel el mal. 13 Todo el pueblo lo sabrá, y tendrá temor y dejará de ser altivo.
El rey
14 »Cuando tomes posesión de la tierra que te da el Señor tu Dios, y te establezcas, si alguna vez dices: “Quiero tener sobre mí un rey que me gobierne, así como lo tienen todas las naciones que me rodean”, 15 asegúrate de nombrar como rey a uno de tu mismo pueblo, uno que el Señor tu Dios elija. No aceptes como rey a ningún forastero ni extranjero.
16 »El rey no deberá adquirir gran cantidad de caballos, ni hacer que el pueblo vuelva a Egipto con el pretexto de aumentar su caballería, pues el Señor te ha dicho: “No vuelvas más por ese camino.” 17 El rey no tomará para sí muchas mujeres, no sea que se extravíe su corazón, ni tampoco acumulará enormes cantidades de oro y plata.
18 »Cuando el rey tome posesión de su reino, ordenará que le hagan una copia del libro de la ley, que está al cuidado de los sacerdotes levitas. 19 Esta copia la tendrá siempre a su alcance y la leerá todos los días de su vida. Así aprenderá a temer al Señor su Dios, cumplirá fielmente todas las palabras de esta ley y sus preceptos, 20 no se creerá superior a sus hermanos ni se apartará de la ley en el más mínimo detalle, y junto con su descendencia reinará por mucho tiempo sobre Israel.
Ofrendas para los sacerdotes levitas
18»La tribu de Leví, a la que pertenecen los sacerdotes levitas, no tendrá patrimonio alguno en Israel. Vivirán de las ofrendas presentadas por fuego y de la herencia que corresponde al Señor. 2 Los levitas no tendrán herencia entre sus hermanos; el Señor mismo es su herencia, según les prometió.
3 »Cuando alguien del pueblo sacrifique un buey o un cordero, los sacerdotes tendrán derecho a la espaldilla, las quijadas y los intestinos. 4 También les darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, así como la primera lana que esquiles de tus ovejas. 5 Porque el Señor tu Dios los eligió a ellos y a su descendencia, de entre todas tus tribus, para que estuvieran siempre en su presencia, ministrando en su nombre.
6 »Si un levita que viva en alguna de las ciudades de Israel, respondiendo al impulso de su corazón se traslada al lugar que el Señor haya elegido, 7 podrá ministrar en el nombre del Señor su Dios como todos los otros levitas que sirvan allí, en la presencia del Señor. 8 Recibirá los mismos beneficios que ellos, además de su patrimonio familiar.
Costumbres abominables
9 »Cuando entres en la tierra que te da el Señor tu Dios, no imites las costumbres abominables de esas naciones. 10 Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; 11 ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. 12 Cualquiera que practique estas costumbres se hará abominable al Señor, y por causa de ellas el Señor tu Dios expulsará de tu presencia a esas naciones. 13 A los ojos del Señor tu Dios serás irreprensible.
El profeta
14 »Las naciones cuyo territorio vas a poseer consultan a hechiceros y adivinos, pero a ti el Señor tu Dios no te ha permitido hacer nada de eso. 15 El Señor tu Dios levantará de entre tus hermanos un profeta como yo. A él sí lo escucharás. 16 Eso fue lo que le pediste al Señor tu Dios en Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: “No quiero seguir escuchando la voz del Señor mi Dios, ni volver a contemplar este enorme fuego, no sea que muera.”
17 »Y me dijo el Señor: “Está bien lo que ellos dicen. 18 Por eso levantaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. 19 Si alguien no presta oído a las palabras que el profeta proclame en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas. 20 Pero el profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, morirá. La misma suerte correrá el profeta que hable en nombre de otros dioses.”
21 »Tal vez te preguntes: “¿Cómo podré reconocer un mensaje que no provenga del Señor?” 22 Si lo que el profeta proclame en nombre del Señor no se cumple ni se realiza, será señal de que su mensaje no proviene del Señor. Ese profeta habrá hablado con presunción. No le temas.
Comentario
Adora a Jesús como tu Rey y tu Dios
Jesús es el único rey verdadero. Adórale a él y solo a él. En este pasaje hay una advertencia contra adorar a «otros dioses» (16:21–17:7).
También hay una advertencia grave aquí para que todo el mundo evite los adivinos, psíquicos, horóscopos, cartas de tarot y la lectura de las manos, los tableros de Ouija y actividades similares (18:10–11).
No hace falta adorar a las estrellas cuando puedes adorar a aquel que las hizo. No pierdas tu tiempo, energía o dinero en aquellos que pretenden contarte tu futuro. Deja a Dios ser tu guía en lo que respecta al futuro.
Llegará un punto en la historia de Israel en el que dirán: «Quiero tener sobre mí un rey que me gobierne» (17:14). Por supuesto, ese rey no será perfecto, a diferencia Dios. Estará sujeto a las tentaciones en las que cayeron muchos de los reyes de Israel y Judá, en las cuales todavía caen muchos líderes hoy en día. Estas tentaciones incluyen la inmoralidad (v.17a), la codicia (vv.16,17b) y el orgullo (v.20).
El pasaje de hoy establece el ideal de rey (vv.18–20). Este alto ideal de monarquía casi llegó a su cumplimiento en David. Pero nunca se realizó plenamente. En los años siguientes, brindó una base para la esperanza en un Rey que habría de venir para gobernar «sobre el trono de David y sobre su reino» (Isaías 9:7).
Jesús no solo es el Rey ideal, también es el profeta ideal. Moisés profetizó que llegaría un profeta como él que hablaría las palabras de Dios (Deuteronomio 18:15). Tanto el apóstol Pedro como Esteban, el primer mártir cristiano, citan este pasaje y ven a Jesús como el cumplimiento del mismo (Hechos 3:21–22; 7:37).
Qué privilegio más inigualable es vivir en una época en la que el reino de Dios ha sido inaugurado por Jesús. El gran profeta ha surgido; todas las profecías del Antiguo Testamento se han cumplido: Jesús es Rey.
Oración
Señor Jesús, tu eres mi Dios y mi Rey. Te amo y te doy gracias por amarme e invitarme a tu fiesta eterna.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Lucas 14:33
«Cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo». ¡Necesito ayuda! Estoy segura de que aún no he renunciado a un montón de cosas.
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Notes:
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