Día 188

Cómo lidiar con los desafíos de la vida

Sabiduría Salmos 81:1-7
Nuevo Testamento Hechos 25:1-22
Antiguo Testamento 2 Reyes 12:1-14:22

Introducción

El presidente John F. Kennedy dijo: «Hoy nos encontramos junto a una Nueva Frontera \[...\]. Sin embargo, la Nueva Frontera de la que hablo no es un conjunto de promesas, es un conjunto de desafíos. En ella se resume todo lo que no tengo la intención de ofrecer al pueblo estadounidense, pero sí todo lo que voy a pedirle».

La vida es un conjunto de desafíos, problemas y complicaciones. A veces creemos que si podemos lidiar con el desafío inmediato al que nos enfrentamos, el resto de nuestros problemas terminarán, pero ¡la vida no es así! Si resolvemos un problema, otros acechan a la vuelta de la esquina.

La tentación es considerar que estos desafíos nos impiden llevar a cabo el ministerio que Dios nos ha dado. En realidad, el ministerio se trata de lidiar con los problemas. Como indicó uno de los anteriores obispos de Kensington: «Estos no son los problemas asociados con el ministerio, son el ministerio mismo».

La Biblia es verdad para la vida. El salmista afrontó el dolor y la angustia; Pablo se enfrentó a imputaciones falsas y a la frustración de permanecer en prisión por acusaciones prefabricadas; los reyes del Antiguo Testamento afrontaron batallas y el enorme desafío del proyecto de restauración.

Al leer los pasajes de hoy, recuerdo que los retos, los problemas y las complicaciones relativamente menores que afronto no son nada comparado con lo que el pueblo de Dios ha enfrentado en el pasado y todavía enfrenta hoy en todo el mundo.

Sabiduría

Salmos 81:1-7

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de Asaf.

1 Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza;
 ¡aclamen con regocijo al Dios de Jacob!
2 ¡Entonen salmos!
 ¡Toquen ya la pandereta,
 la lira y el arpa melodiosa!

3 Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva,
 y en la luna llena, día de nuestra fiesta.
4 Éste es un decreto para Israel,
 una ordenanza del Dios de Jacob.
5 Lo estableció como un pacto con José
 cuando salió de la tierra de Egipto.

Escucho un idioma que no entiendo:

6 «Te he quitado la carga de los hombros;
 tus manos se han librado del pesado cesto.
7 En tu angustia me llamaste, y te libré;
 oculto en el nubarrón te respondí;
 en las aguas de Meribá te puse a prueba.

Comentario

1. Cuéntale a Dios tus problemas

¿Estás en un periodo de prueba? Dios a veces nos permite ser probados, así como permitió que Su pueblo fuera probado por las aguas de Meribá (v.7, ver también Números 20). Pero Él no quiere que te enfrentes solo a las pruebas y los desafíos de la vida sino que puedas hablar con Él de tus problemas.

Dios proclamó: «Te he quitado la carga de los hombros; \[...\]. En tu angustia me llamaste, y te libré» (vv.6a-7a).

« Ahora quitaré la carga de tus hombros;

liberaré tus manos de las tareas pesadas.

Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé;

respondí desde el nubarrón» (vv.6-7a, NTV).

Cualquiera sea la situación o la dificultad a la que te enfrentes, siempre puedes presentarla a Dios en oración.

Dios quitó sus cargas y los rescató en su angustia; por ello, el salmista comienza con adoración, alegría y celebración: «Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza» (v.1).

Oración

Señor, gracias por ser mi fuerza y ​​mi alegría ante los desafíos y los problemas de la vida. Señor, te llamo para que me rescates hoy de...

Nuevo Testamento

Hechos 25:1-22

El proceso ante Festo

25Tres días después de llegar a la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén. 2 Entonces los jefes de los sacerdotes y los dirigentes de los judíos presentaron sus acusaciones contra Pablo. 3 Insistentemente le pidieron a Festo que les hiciera el favor de trasladar a Pablo a Jerusalén. Lo cierto es que ellos estaban preparando una emboscada para matarlo en el camino. 4 Festo respondió: «Pablo está preso en Cesarea, y yo mismo partiré en breve para allá. 5 Que vayan conmigo algunos de los dirigentes de ustedes y formulen allí sus acusaciones contra él, si es que ha hecho algo malo.»

6 Después de pasar entre los judíos unos ocho o diez días, Festo bajó a Cesarea, y al día siguiente convocó al tribunal y mandó que le trajeran a Pablo. 7 Cuando éste se presentó, los judíos que habían bajado de Jerusalén lo rodearon, formulando contra él muchas acusaciones graves que no podían probar.

8 Pablo se defendía:

—No he cometido ninguna falta, ni contra la ley de los judíos ni contra el templo ni contra el emperador.

9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, le preguntó:

—¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén para ser juzgado allí ante mí?

10 Pablo contestó:

—Ya estoy ante el tribunal del emperador, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningún agravio a los judíos, como usted sabe muy bien. 11 Si soy culpable de haber hecho algo que merezca la muerte, no me niego a morir. Pero si no son ciertas las acusaciones que estos judíos formulan contra mí, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para complacerlos. ¡Apelo al emperador!

12 Después de consultar con sus asesores, Festo declaró:

—Has apelado al emperador. ¡Al emperador irás!

Festo consulta al rey Agripa

13 Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para saludar a Festo. 14 Como se entretuvieron allí varios días, Festo le presentó al rey el caso de Pablo.

—Hay aquí un hombre —le dijo— que Félix dejó preso. 15 Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron acusaciones contra él y exigieron que se le condenara. 16 Les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a ninguna persona sin antes concederle al acusado un careo con sus acusadores, y darle la oportunidad de defenderse de los cargos. 17 Cuando acudieron a mí, no dilaté el caso, sino que convoqué al tribunal el día siguiente y mandé traer a este hombre. 18 Al levantarse para hablar, sus acusadores no alegaron en su contra ninguno de los delitos que yo había supuesto. 19 Más bien, tenían contra él algunas cuestiones tocantes a su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo. 20 Yo no sabía cómo investigar tales cuestiones, así que le pregunté si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para ser juzgado allí con respecto a esos cargos. 21 Pero como Pablo apeló para que se le reservara el fallo al emperador, ordené que quedara detenido hasta ser remitido a Roma.

22 —A mí también me gustaría oír a ese hombre —le dijo Agripa a Festo.

—Pues mañana mismo lo oirá usted —le contestó Festo.

Comentario

2. Confía en que Dios tiene el control

Tener fe significa confiar en Dios. «La fe», como escribió C.S. Lewis, «es el arte de permanecer apegado a las cosas que la razón una vez ha aceptado, a pesar de los cambiantes estados de ánimo». Es difícil confiar en Dios cuando todo parece ir mal.

Lucas registra el juicio de Pablo de una manera muy objetiva y sin emociones. Aquellos momentos tuvieron que ser extremadamente frustrantes para Pablo. Aquel gran líder de la iglesia, evangelizador y maestro está encarcelado y es aparentemente incapaz de hacer lo que está llamado a hacer. Está bajo custodia, soportando las limitaciones físicas y la incomodidad de la prisión.

Se presentan cargos graves contra Pablo (vv.1-7), pero él se defiende señalando que no ha hecho nada malo (v.8, 10). Sin embargo, Festo estaba más interesado en lo que la gente pensaba (v.9) que en lo que era correcto. Estaba más preocupado por la popularidad que por la justicia; por ello, Pablo finalmente apela al emperador (v.11).

Cuando el rey Agripa llega, Festo discute el caso de Pablo con él. Festo señala: «Al levantarse para hablar, sus acusadores no alegaron en su contra ninguno de los delitos que yo había supuesto. Más bien, tenían contra él algunas cuestiones tocantes a su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo» (vv.18-19).

La resurrección de Jesús debe estar siempre en el corazón del mensaje que proclamamos. La única acusación que podían sostener era que Pablo estaba predicando que Jesús estaba vivo; a pesar de ello, tenía otras acusaciones y cargos falsos en su contra.

Tuvo que ser muy difícil para Pablo — al estar en medio de todas estas dificultades y frustraciones— ver qué bien podría salir de tanta deshonestidad, retrasos y dilaciones en su juicio. Sin embargo, como siempre, Dios estaba trabajando para el bien. Como Pablo mismo escribió: «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8:28).

Lo primero, a corto plazo, fue una oportunidad que Pablo hablara con Agripa. Después de haber oír de todo acerca de Pablo, Agripa dijo a Festo: «A mí también me gustaría oír a ese hombre» (Hechos 25:22). En periodos de frustración y complicaciones, nunca se sabe cuándo pueden surgir algunas oportunidades, ¡pero a veces sucede!

Después, a medio plazo, sucedió que Pablo fue enviado a Roma. Pablo había expresado su deseo de ir a Roma a predicar el evangelio (ver 19:21, Romanos 1:15, 15:23), y el mismo Señor le había hablado diciendo que él testificaría en Roma (Hechos 23:11). Pablo acabó siendo enviado a Roma a causa de lo sucedido en el desarrollo de su propia defensa.

Y por último, a largo plazo, 2 000 años después un gran número de personas han leído la historia de Pablo y han sido alentados al saber que él también afrontó la detención ilegal, las acusaciones y las críticas. Sospecho un poco que Pablo se habría sorprendido si en medio de todas sus dificultades hubiera sabido cuánto bien vendría de ellas. Tal vez nunca sepas en esta vida cómo Dios usa tu fidelidad a la hora de los desafíos.

Oración

Señor, gracias porque estás con nosotros cuando nos enfrentamos a acusaciones y críticas. Gracias porque a través de todas estas frustraciones de la vida puedes trabajar para el bien de aquellos que te aman y son llamados de acuerdo con Tu propósito (Romanos 8:28).

Antiguo Testamento

2 Reyes 12:1-14:22

Joás, rey de Judá

12En el año séptimo del reinado de Jehú, Joás comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre era Sibia, oriunda de Berseba. 2 Joás hizo durante toda su vida lo que agrada al Señor, pues siguió las enseñanzas del sacerdote Joyadá. 3 Sin embargo, no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo continuó ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.

4 Un día Joás ordenó a los sacerdotes: «Recojan todo el dinero que cada persona traiga al templo del Señor como ofrenda sagrada, incluso el impuesto del censo, el dinero de votos personales y todas las ofrendas voluntarias. 5 Cada sacerdote debe tomar el dinero de manos de su propio tesorero, y usarlo para restaurar el templo y reparar todo lo que esté dañado.»

6 En el año veintitrés del reinado de Joás sucedió que, como los sacerdotes no habían hecho reparaciones al templo, 7 el rey llamó al sacerdote Joyadá y a los otros sacerdotes, y les recriminó: «¿Por qué no han comenzado la restauración del templo? De aquí en adelante, ya no recibirán dinero de manos de los tesoreros, y deberán entregar lo que tengan para que se repare el templo.»

8 Los sacerdotes accedieron a no recibir más dinero del pueblo, y renunciaron al encargo de restaurar el templo. 9 Sin embargo, el sacerdote Joyadá tomó un cofre y, después de hacer una ranura en la tapa, lo puso junto al altar, a la derecha, según se entra en el templo del Señor. Los sacerdotes que vigilaban la entrada comenzaron a poner en el cofre todo el dinero que la gente traía al templo del Señor. 10 Cuando veían que el cofre ya estaba lleno, subía el secretario real con el sumo sacerdote para vaciarlo y contar el dinero que había en el templo del Señor. 11 Una vez determinada la cantidad, entregaban el dinero a los que supervisaban la restauración del templo. Éstos les pagaban a los que trabajaban allí en el templo: carpinteros, maestros de obra, 12 albañiles y canteros. También compraban madera y piedras de cantería, y cubrían todos los gastos necesarios para restaurar el templo del Señor.

13 Sin embargo, del dinero que se traía al templo del Señor, no se usaba nada para hacer copas, despabiladeras, aspersorios y trompetas, ni otros utensilios de plata y oro, 14 sino que ese dinero se les entregaba a los trabajadores, que lo usaban para reparar el templo. 15 A los que estaban encargados de pagar a los trabajadores no se les pedían cuentas, pues procedían con toda honradez. 16 El dinero de los sacrificios expiatorios y por la culpa no era para el templo del Señor, pues pertenecía a los sacerdotes.

17 Por aquel tiempo, Jazael, rey de Siria, atacó la ciudad de Gat y la conquistó; luego se propuso atacar a Jerusalén. 18 Por eso Joás, rey de Judá, recogió todos los objetos que habían consagrado sus antepasados Josafat, Jorán y Ocozías, reyes de Judá, junto con los que él mismo había consagrado, más todo el oro que pudo encontrar entre los tesoros del templo del Señor y en el palacio real. Todo esto se lo envió a Jazael, rey de Siria, el cual se retiró de Israel.

19 Los demás acontecimientos del reinado de Joás, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 20 Sus propios ministros conspiraron contra él y lo asesinaron en Bet Miló, camino a Sila. 21 Quienes lo atacaron fueron Josacar hijo de Simat y Jozabad hijo de Semer. Así murió Joás, y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Amasías lo sucedió en el trono.

Joacaz, rey de Israel

13En el año veintitrés del reinado de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, Joacaz hijo de Jehú ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria diecisiete años. 2 Joacaz hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat y no se apartó del pecado con que éste hizo pecar a Israel. 3 Por eso la ira del Señor se encendió contra los israelitas y, por mucho tiempo, los puso bajo el poder de Jazael, rey de Siria, y de su hijo Ben Adad.

4 Entonces Joacaz clamó al Señor, y él lo escuchó, pues vio la gran opresión del rey de Siria sobre Israel. 5 El Señor les proveyó un libertador, de modo que los israelitas pudieron librarse del poder de los sirios y vivir tranquilos, como antes. 6 Sin embargo, siguieron el mal ejemplo de la familia de Jeroboán y no se apartaron de los pecados con que éstos hicieron pecar a Israel, y hasta dejaron en pie la imagen de la diosa Aserá, que estaba en Samaria.

7 Del ejército no le habían quedado a Joacaz más que cincuenta jinetes, diez carros de combate y diez mil soldados de infantería, pues el rey de Siria había destruido el ejército, aniquilándolo por completo.

8 Los demás acontecimientos del reinado de Joacaz, y todo lo que hizo y su poderío, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 9 Joacaz murió y fue sepultado en Samaria. Y su hijo Joás lo sucedió en el trono.

Joás, rey de Israel

10 En el año treinta y siete del reinado de Joás, rey de Judá, Joás hijo de Joacaz ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria dieciséis años. 11 Joás hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat y no se apartó de ninguno de los pecados con que éste hizo pecar a Israel.

12 Los demás acontecimientos del reinado de Joás, y todo lo que hizo y su poderío, incluso la guerra que sostuvo contra Amasías, rey de Judá, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 13 Joás murió y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel. Y Jeroboán lo sucedió en el trono.

Muerte de Eliseo

14 Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte, Joás, rey de Israel, fue a verlo. Echándose sobre él, lloró y exclamó:

—¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!

15 Eliseo le dijo:

—Consigue un arco y varias flechas.

Joás así lo hizo. 16 Luego Eliseo le dijo:

—Empuña el arco.

Cuando el rey empuñó el arco, Eliseo puso las manos sobre las del rey 17 y le dijo:

—Abre la ventana que da hacia el oriente.

Joás la abrió, y Eliseo le ordenó:

—¡Dispara!

Así lo hizo. Entonces Eliseo declaró:

—¡Flecha victoriosa del Señor! ¡Flecha victoriosa contra Siria! ¡Tú vas a derrotar a los sirios en Afec hasta acabar con ellos! 18 Así que toma las flechas —añadió.

El rey las tomó, y Eliseo le ordenó:

—¡Golpea el suelo!

Joás golpeó el suelo tres veces, y se detuvo. 19 Ante eso, el hombre de Dios se enojó y le dijo:

—Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habrías derrotado a los sirios hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás sólo tres veces.

20 Después de esto, Eliseo murió y fue sepultado.

Cada año, bandas de guerrilleros moabitas invadían el país. 21 En cierta ocasión, unos israelitas iban a enterrar a un muerto, pero de pronto vieron a esas bandas y echaron el cadáver en la tumba de Eliseo. Cuando el cadáver tocó los huesos de Eliseo, ¡el hombre recobró la vida y se puso de pie!

Jazael oprime a los israelitas

22 Durante el reinado de Joacaz, Jazael, rey de Siria, oprimió a los israelitas. 23 Sin embargo, el Señor tuvo misericordia de ellos. Por causa del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, se compadeció de los israelitas y los preservó, y hasta el día de hoy no ha querido destruirlos ni arrojarlos de su presencia.

24 Cuando murió Jazael, rey de Siria, lo sucedió en el trono su hijo Ben Adad. 25 Entonces Joás hijo de Joacaz logró rescatar del poder de Ben Adad las ciudades que éste le había arrebatado a Joacaz. En tres ocasiones Joás logró derrotarlo, de modo que pudo recuperar las ciudades de Israel.

Amasías, rey de Judá

14En el segundo año de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, Amasías hijo de Joás, rey de Judá, ascendió al trono. 2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Joadán, oriunda de Jerusalén. 3 Amasías hizo lo que agrada al Señor, aunque no como lo había hecho su antepasado David. En todo siguió el ejemplo de su padre Joás, 4 pero no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.

5 Después de afianzarse en el poder, Amasías ajustició a los ministros que habían asesinado a su padre el rey. 6 Sin embargo, según lo que ordenó el Señor, no mató a los hijos de los asesinos, pues está escrito en el libro de la ley de Moisés: «A los padres no se les dará muerte por la culpa de sus hijos, ni a los hijos se les dará muerte por la culpa de sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.»

7 Amasías derrotó a diez mil edomitas en el valle de la Sal; también conquistó la ciudad de Selá y le puso por nombre Joctel, que es como se conoce hasta el día de hoy.

8 Por aquel tiempo, Amasías envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel, con este reto: «¡Sal para que nos enfrentemos!»

9 Pero Joás, rey de Israel, le respondió a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano le mandó este mensaje al cedro: “Entrega a tu hija como esposa a mi hijo.” Pero luego pasaron por allí las fieras del Líbano, y aplastaron al cardo. 10 De hecho, has derrotado a los edomitas, y el éxito se te ha subido a la cabeza. Está bien, jáctate si quieres, pero quédate en casa. ¿Para qué provocas una desgracia que significará tu perdición y la de Judá?»

11 Amasías no le hizo caso. Así que Joás, rey de Israel, marchó a Bet Semes, en Judá, para enfrentarse con él. 12 Los israelitas batieron a los de Judá, y éstos huyeron a sus hogares. 13 En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Luego fue a Jerusalén y derribó ciento ochenta metros de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina. 14 Además, se apoderó de todo el oro, la plata y los utensilios que había en el templo del Señor y en el tesoro del palacio real. También tomó rehenes, y regresó a Samaria.

15 Los demás acontecimientos del reinado de Joás, y todo lo que hizo y su poderío, incluso la guerra que sostuvo contra Amasías, rey de Judá, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 16 Joás murió y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel. Y su hijo Jeroboán lo sucedió en el trono.

17 Amasías hijo de Joás, rey de Judá, sobrevivió quince años a Joás hijo de Joacaz, rey de Israel. 18 Los demás acontecimientos del reinado de Amasías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 19 Como se tramó una conspiración contra él en Jerusalén, Amasías huyó a Laquis; pero lo persiguieron y allí lo mataron. 20 Luego lo llevaron a caballo hasta Jerusalén, la Ciudad de David, y allí fue sepultado con sus antepasados.

21 Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Azarías, que tenía dieciséis años, y lo proclamó rey en lugar de su padre Amasías. 22 Y fue Azarías quien, después de la muerte del rey Amasías, reconstruyó la ciudad de Elat y la reincorporó a Judá.

Comentario

3. Aprovecha todas las oportunidades que Dios te da

En medio de esta historia —bastante deprimente— de los reyes de Israel y Judá, hay un incidente en la vida de Eliseo que nos anima a aprovechar todas las oportunidades que Dios nos da y a ser persistentes y no rendirnos nunca.

Los líderes son una combinación de gente muy dispar: Algunos hicieron «lo que ofende al Señor» (13:2,11) y otros hicieron «lo que agrada al Señor» (14:3).

Dios es extremadamente misericordioso y cuando Joacaz —quien hizo lo que ofende al Señor— «clamó al Señor, \[…\] él lo escuchó» (13:4). Cada vez que buscas el favor del Señor, Él te escucha.

Joás fue probablemente el mejor ejemplo en el elenco de líderes de Israel. Hizo «lo que agrada al Señor» (12:2), aunque fuera solo durante su reinado.

Joás asumió un proyecto de restauración. Tardó mucho más de lo que esperaba, como suele pasar con muchos proyectos: «En el año veintitrés del reinado de Joás sucedió que, como los sacerdotes no habían hecho reparaciones al templo» (v.6). El rey llamó a una reunión y preguntó: «¿Por qué no han comenzado la restauración del templo?" (v.7).

Ellos proceden finalmente con el trabajo. Recogen el dinero que necesitan (v.11); todos actuaron con total honestidad (v.15) y se pudo avanzar.

Por supuesto, el templo de Dios hoy en día no es principalmente un edificio físico, sino el pueblo de Dios. Nuestro dinero y esfuerzo debe ir en la edificación del pueblo de Dios: en número (evangelismo), en madurez (discipulado) y en el cuidado de la sociedad (transformación social). De todas formas, para todo esto a veces necesitamos edificios y no es malo emplear dinero en la infraestructura de la iglesia cuando sea necesario.

Además del desafío de la construcción, el pueblo de Dios afrontó el desafío de las batallas. En particular, vemos en este pasaje cómo tenían que enfrentarse a Jazael. Eliseo le dice al rey de Israel: «Consigue un arco y varias flechas. \[…\] toma las flechas \[…\] ¡Golpea el suelo!» (13:15-18). El rey «golpeó el suelo tres veces, y se detuvo» (v.18c). Eliseo objetó: «Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habrías derrotado a los sirios hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás solo tres veces» (v.19).

Recuerdo haber leído estos versículos en 1999 después de haber hecho la primera iniciativa campaña de Alpha en 1998, invitando a la nación a Alpha para escuchar las buenas nuevas acerca de Jesús. Estábamos preguntándonos si debíamos lanzar una segunda campaña o esperar más o menos un año. Al leer estos versículos sentí que debíamos seguir golpeando el suelo una y otra vez.

Independientemente de los retos que enfrentes hoy, sigue orando, confía, sigue buscando oportunidades para servir a Dios y ¡nunca te rindas!

Oración

Señor, a medida que nos enfrentamos a los retos venideros, danos la determinación de no rendirnos, sino de perseverar y llegar hasta el final.

Añadidos de Pippa

2 Reyes 12:18

Joás compró al rey Jazael, quien estaba a punto de atacarlo, al darle todos los tesoros del templo.

A veces, enviar un regalo a alguien que está enojado contigo ¡funciona bastante bien!

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

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