Amistad Intima
Introducción
Nick Hills es una de las personas más inteligentes que he conocido; un académico y un intelectual con una mente brillante. Fuimos juntos al colegio y a la universidad. Unos tres meses después de mi primer encuentro con Jesucristo, (durante mi primer año universitario) también él tuvo una experiencia de Jesus. Inmediatamente, Nick comenzó a leer libros teológicos.
Recuerdo haberle preguntado sobre qué estaba leyendo. Él respondió que estaba leyendo sobre la "trascendencia e inmanencia" de Dios. No tenía idea de lo que quería decir. Tuve que buscar ambas palabras en el diccionario.
'Trascendencia' e 'inmanencia' describen la naturaleza casi paradójica de nuestra relación con Dios. La trascendencia de Dios significa que Dios existe aparte del universo material, por lo que no está sujeto a las limitaciones del mismo. Está por encima y más allá de nosotros, nos supera y excede siendo ampliamente superior a nosotros.
Por otro lado, la inmanencia de Dios significa que es posible experimentar su amistad cercana. En nuestro pasaje del Antiguo Testamento de hoy, Job habla de «la íntima amistad de Dios» (Job 29:4).
Solo cuando comprendes la transcendencia de Dios, puedes ver lo asombrosa que es su inmanencia y el inmenso privilegio que supone poder disfrutar de la íntima amistad de Dios.
Salmos 18:7-15
7 La tierra tembló, se estremeció;
se sacudieron los cimientos de los montes;
¡retemblaron a causa de su enojo!
8 Por la nariz echaba humo,
por la boca, fuego consumidor;
¡lanzaba carbones encendidos!
9 Rasgando el cielo, descendió,
pisando sobre oscuros nubarrones.
10 Montando sobre un querubín, surcó los cielos
y se remontó sobre las alas del viento.
11 Hizo de las tinieblas su escondite,
de los oscuros y cargados nubarrones
un pabellón que lo rodeaba.
12 De su radiante presencia brotaron nubes,
granizos y carbones encendidos.
13 En el cielo, entre granizos y carbones encendidos,
se oyó el trueno del Señor,
resonó la voz del Altísimo.
14 Lanzó sus flechas, sus grandes centellas;
dispersó a mis enemigos y los puso en fuga.
15 A causa de tu reprensión, oh Señor,
y por el resoplido de tu enojo,
las cuencas del mar quedaron a la vista;
¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!
Comentario
Adora al Dios trascendente y ama su asombrosa presencia
David habla de la asombrosa presencia de Dios: «La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes…de su radiante presencia (brotó)…el trueno del Señor, resonó la voz del Altísimo» (vv.7,12–13).
En este salmo vemos el poder y la ira del Dios transcendente: «fueron sacudidos por la furia del Señor» (v.7). La ira de Dios (aunque nunca maliciosa) es su reacción personal contra el pecado.
Si miramos el racismo, la trata de personas, el abuso de niños, la tortura institucional o alguna otra injusticia terrible sin sentir ningún enfado, estamos fallando en el amor. La indignación contra el mal es un elemento esencial de la bondad. En este salmo vemos que la ira de Dios es el lado opuesto de su amor.
Sin embargo, este es un Salmo en el que David expresa su íntima amistad con Dios. Comiensa: «¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!» (v. 1). David no lo dio por sentado. Comprendió el inmenso privilegio de tener una amistad íntima con el Dios trascendente.
Oración
Señor, gracias porque puedo tener una amistad íntima con Aquel que creó el universo entero. Te amo, Señor, fuerza mía.
Mateo 21:33-22:14
Parábola de los labradores malvados
33 »Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de éstos lo que le correspondía. 35 Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. 36 Después les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron.
37 »Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!” 38 Pero cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Matémoslo, para quedarnos con su herencia.” 39 Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron.
40 »Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?
41 —Hará que esos malvados tengan un fin miserable —respondieron—, y arrendará el viñedo a otros labradores que le den lo que le corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha.
42 Les dijo Jesús:
—¿No han leído nunca en las Escrituras:
»“La piedra que desecharon los constructores
ha llegado a ser la piedra angular;
esto es obra del Señor,
y nos deja maravillados”?
43 »Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. 44 El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo.
45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. 46 Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente porque ésta lo consideraba un profeta.
Parábola del banquete de bodas
22Jesús volvió a hablarles en parábolas, y les dijo: 2 «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. 3 Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero éstos se negaron a asistir al banquete. 4 Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas.” 5 Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. 6 Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. 7 El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. 8 Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. 9 Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren.” 10 Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.
11 »Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. 12 “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, le dijo. El hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” 14 Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos.»
Comentario
Acepta la invitación de Dios y disfruta de su amistad íntima
En los últimos años, hemos celebrado dos bodas reales importantes en el Reino Unido: el príncipe William con Catherine Middleton y el príncipe Harry con Meghan Markle. Imaginate cómo hubiese sido si abres tu publicación y encuentras una invitación personal para su boda. Jesús dice que todos recibimos una invitación a la boda real más grande de todos los tiempos.
Jesús describe el reino de Dios comparándolo con un viñedo y un banquete de bodas. Ambas imágenes hablan, una vez más, de la generosidad de Dios y de su sorprendente amor por ti.
Pero el amor de Dios no es cuestión de sentimiento. Una vez más, vemos el inverso del amor y la misericordia de Dios, que es el juicio contra aquellos que rechazan este amor y hacen el mal (21:35 y siguientes). Cuando los labradores « agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero» (v.35) y en un acto final de rebelión, echaron mano a su hijo y «lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron» (v. 39), recayó el juicio (v. 41).
Jesús está profetizando acerca de su propia muerte. Él es el 'hijo' y 'heredero' (vv.37-38) que Dios envió. Aun así, 'lo mataron' (v. 39). Él es la piedra que «desecharon los constructores (la cual) ha llegado a ser la piedra angular» (v.42). Él es aquel que ejecuta el juicio (v.44). El juicio se dio por causa de su rechazo a Jesús (buscaban la manera de arrestarlo, v.46).
Asimismo, en el caso del banquete de bodas, Dios emite una invitación abierta para una amistad íntima con él. Es un gran privilegio ser invitado a esta boda real. Es una invitación costosa (v.4) así como abierta (vv.9-10). Todos están invitados. La invitación se reitera una y otra vez (vv.1-4).
Me parece fascinante cómo Jesús compara el reino de los cielos con una fiesta. Es lo contrario a lo que mucha gente piensa de Dios, la iglesia y la fe. Piensan que es algo sombrío, tedioso y aburrido. Pero Jesús dice que el reino de Dios es una fiesta, una celebración con abundantes alegría, risas y festines.
Pero hubo quienes, al serles recordada la invitación, «no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio» (22:5). Sus posesiones y sus trabajos eran prioridades mayores que su relación con Jesús. Algunos fueron extremadamente maleducados y se mostraron violentos: «agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron» (v.6). Jesús dice que «el rey se enfureció» (v.7).
La asombrosa y maravillosa invitación de Dios no es algo que debas tomar a la ligera. Es un gran privilegio que un Dios trascendente te invite a tener una amistad íntima con él. Pero no basta simplemente con aceptarla. Tienes que ponerte los vestidos adecuados para la boda (vv.11-13). No puedes entrar en el reino de los cielos a tu manera, sino a la manera que dispone Jesús. Afortunadamente, por medio de su muerte y resurrección y el don del Espíritu Santo, Jesús ha proveído los vestidos que necesitas.
Oración
Señor, gracias porque en tu amor preparas un banquete para mí. Señor, acepto tu invitación y vengo hoy a ti, para disfrutar de tu amistad íntima.
Job 25:1-29:25
Tercer discurso de Bildad
25A esto respondió Bildad de Súah:
2 «Dios es poderoso e infunde temor;
él pone orden en las alturas de los cielos.
3 ¿Pueden contarse acaso sus ejércitos?
¿Sobre quién no alumbra su luz?
4 ¿Cómo puede el hombre
declararse inocente ante Dios?
¿Cómo puede alegar pureza
quien ha nacido de mujer?
5 Si a sus ojos no tiene brillo la luna,
ni son puras las estrellas,
6 mucho menos el hombre, simple gusano;
¡mucho menos el hombre, miserable lombriz!»
Interrupción de Job
26Pero Job intervino:
2 «¡Tú sí que ayudas al débil!
¡Tú sí que salvas al que no tiene fuerza!
3 ¡Qué consejos sabes dar al ignorante!
¡Qué gran discernimiento has demostrado!
4 ¿Quién te ayudó a pronunciar tal discurso?
¿Qué espíritu ha hablado por tu boca?»
Bildad reanuda su discurso
5 «Un estremecimiento invade a los muertos,
a los que habitan debajo de las aguas.
6 Ante Dios, queda el sepulcro al descubierto;
nada hay que oculte a este destructor.
7 Dios extiende el cielo sobre el vacío;
sobre la nada tiene suspendida la tierra.
8 En sus nubes envuelve las aguas,
pero no revientan las nubes con su peso.
9 Cubre la faz de la luna llena
al extender sobre ella sus nubes.
10 Dibuja el horizonte sobre la faz de las aguas
para dividir la luz de las tinieblas.
11 Aterrados por su reprensión,
tiemblan los pilares de los cielos.
12-13 Con un soplo suyo se despejan los cielos;
con su poder Dios agita el mar.
Con su sabiduría descuartizó a Rahab;
con su mano ensartó a la serpiente escurridiza.
14 ¡Y esto es sólo una muestra de sus obras,
un murmullo que logramos escuchar!
¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?»
Noveno discurso de Job
27Job, retomando la palabra, dijo:
2 «Juro por Dios, el Todopoderoso,
quien se niega a hacerme justicia,
quien me ha amargado el ánimo,
3 que mientras haya vida en mí
y aliento divino en mi nariz,
4 mis labios no pronunciarán maldad alguna,
ni mi lengua proferirá mentiras.
5 Jamás podré admitir que ustedes tengan la razón;
mientras viva, insistiré en mi integridad.
6 Insistiré en mi inocencia; no cederé.
Mientras viva, no me remorderá la conciencia.
7 »¡Que terminen mis enemigos como los malvados
y mis adversarios como los injustos!
8 ¿Qué esperanza tienen los impíos
cuando son eliminados,
cuando Dios les quita la vida?
9 ¿Escucha Dios su clamor
cuando les sobreviene la angustia?
10 ¿Acaso se deleitan en el Todopoderoso,
o claman a Dios en todo tiempo?
11 »¡Yo les voy a mostrar algo del poder de Dios!
¡No les voy a ocultar los planes del Todopoderoso!
12 Si ustedes mismos han visto todo esto,
¿a qué viene tanta palabrería?»
Tercer discurso de Zofar
13 «Ésta es la herencia que Dios
tiene reservada para los malvados;
ésta es la herencia que los desalmados
recibirán del Todopoderoso:
14 No importa cuántos hijos tengan,
la espada los aguarda;
jamás sus pequeños comerán hasta saciarse.
15 La muerte sepultará a quienes les sobrevivan;
sus viudas no llorarán por ellos.
16 Y aunque amontonen plata como polvo,
y apilen vestidos como arcilla,
17 será el justo quien se ponga esos vestidos,
y el inocente quien reparta esa plata.
18 Las casas que construyen parecen larvas de polilla,
parecen cobertizo de vigilancia.
19 Se acuestan siendo ricos, pero por última vez:
cuando despiertan, sus riquezas se han esfumado.
20 Les sobreviene un diluvio de terrores;
la tempestad los arrebata por la noche.
21 El viento del este se los lleva, y desaparecen;
los arranca del lugar donde viven.
22 Se lanza contra ellos sin clemencia,
mientras ellos tratan de huir de su poder.
23 Agita las manos y aplaude burlón;
entre silbidos, los arranca de su lugar.»
Elogio de la sabiduría
28Hay minas de donde se saca la plata,
y crisoles donde se refina el oro.
2 El hierro se extrae de la tierra;
el cobre se separa de la escoria.
3 El minero ha puesto fin a las tinieblas:
hurga en los rincones más apartados,
busca piedras en la más densa oscuridad.
4 Lejos de la gente
cava túneles en lugares nunca hollados;
lejos de la gente se balancea en el aire.
5 Extrae su sustento de la tierra,
cuyas entrañas se transforman como por fuego.
6 De sus rocas se obtienen zafiros,
y en el polvo se encuentra oro.
7 No hay ave rapaz que conozca ese escondrijo
ni ojo de halcón que lo haya descubierto.
8 Ninguna bestia salvaje ha puesto allí su pie;
tampoco merodean allí los leones.
9 La mano del minero ataca el pedernal
y pone al descubierto la raíz de las montañas.
10 Abre túneles en la roca,
y sus ojos contemplan todos sus tesoros.
11 Anda en busca de las fuentes de los ríos,
y trae a la luz cosas ocultas.
12 Pero, ¿dónde se halla la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
13 Nadie sabe lo que ella vale,
pues no se encuentra en este mundo.
14 «Aquí no está», dice el océano;
«Aquí tampoco», responde el mar.
15 No se compra con el oro más fino,
ni su precio se calcula en plata.
16 No se compra con oro refinado,
ni con ónice ni zafiros.
17 Ni el oro ni el cristal se comparan con ella,
ni se cambia por áureas joyas.
18 ¡Para qué mencionar el coral y el jaspe!
¡La sabiduría vale más que los rubíes!
19 El topacio de Cus no se le iguala,
ni es posible comprarla con oro puro.
20 ¿De dónde, pues, viene la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
21 Se esconde de los ojos de toda criatura;
¡hasta de las aves del cielo se oculta!
22 La destrucción y la muerte afirman:
«Algo acerca de su fama llegó a nuestros oídos.»
23 Sólo Dios sabe llegar hasta ella;
sólo él sabe dónde habita.
24 Él puede ver los confines de la tierra;
él ve todo lo que hay bajo los cielos.
25 Cuando él establecía la fuerza del viento
y determinaba el volumen de las aguas,
26 cuando dictaba el decreto para las lluvias
y la ruta de las tormentas,
27 miró entonces a la sabiduría y ponderó su valor;
la puso a prueba y la confirmó.
28 Y dijo a los mortales:
«Temer al Señor: ¡eso es sabiduría!
Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!»
Soliloquio de Job
29Job, retomando la palabra, dijo:
2 «¡Cómo añoro los meses que se han ido,
los días en que Dios me cuidaba!
3 Su lámpara alumbraba sobre mi cabeza,
y por su luz podía andar entre tinieblas.
4 ¡Qué días aquellos, cuando yo estaba en mi apogeo
y Dios bendecía mi casa con su íntima amistad!
5 »Cuando aún estaba conmigo el Todopoderoso,
y mis hijos me rodeaban;
6 cuando ante mí corrían ríos de crema,
y de las rocas fluían arroyos de aceite;
7 cuando ocupaba mi puesto en el consejo de la ciudad,
y en la plaza pública tomaba asiento,
8 los jóvenes al verme se hacían a un lado,
y los ancianos se ponían de pie;
9 los jefes se abstenían de hablar
y se tapaban la boca con las manos;
10 los nobles bajaban la voz,
y la lengua se les pegaba al paladar.
11 Los que me oían, hablaban bien de mí;
los que me veían, me alababan.
12 Si el pobre recurría a mí, yo lo ponía a salvo,
y también al huérfano, si no tenía quien lo ayudara.
13 Me bendecían los desahuciados;
¡por mí gritaba de alegría
el corazón de las viudas!
14 De justicia y rectitud me revestía;
ellas eran mi manto y mi turbante.
15 Para los ciegos fui sus ojos;
para los tullidos, sus pies.
16 Fui padre de los necesitados
y defensor de los extranjeros.
17 A los malvados les rompí la cara;
¡de sus fauces les arrebaté la presa!
18 »Llegué a pensar: “Moriré en mi propia casa;
mis días serán incontables como la arena del mar.
19 Mis raíces llegarán hasta las aguas;
el rocío de la noche se quedará en mis ramas.
20 Mi gloria mantendrá en mí su lozanía,
y el arco en mi mano se mantendrá firme.”
21 »La gente me escuchaba expectante,
y en silencio aguardaba mi consejo.
22 Hablaba yo, y nadie replicaba;
mis palabras hallaban cabida en sus oídos.
23 Expectantes, absorbían mis palabras
como quien espera las lluvias tardías.
24 Si yo les sonreía, no podían creerlo;
mi rostro sonriente los reanimaba.
25 Yo les indicaba el camino a seguir;
me sentaba a la cabecera;
habitaba entre ellos como un rey entre su tropa,
como quien consuela a los que están de luto.
Comentario
Comprende la transcendencia de Dios y conoce su inmanencia
¿Te has sentido alguna vez abrumado por los problemas y las dificultades que experimentas? ¿Dudas que Dios tenga el poder o el deseo de ayudarte?
Job comprendió la transcendencia de Dios. Dice: «¡Yo les voy a mostrar algo del poder de Dios!» (27:11a). Señala que todo lo que vemos del poder Dios en el mundo natural, no es más que «una parte de sus obras» (26:14)
Dios es lo suficientemente poderoso para ayudarte.
No solo es lo bastante poderoso para ayudarte, también te ama tanto como para hacerlo. Job sabía todo de la inmanencia de Dios. Había experimentado «la íntima amistad de Dios» (29:4) donde se encuentra toda la verdadera sabiduría.
«Temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!» (28:28). El temor del Señor significa el respeto a Dios. Encontramos la sabiduría en esta respetuosa relación con Dios. Ahora sabemos que Jesucristo es la sabiduría de Dios. Encontramos la verdadera sabiduría en la relación íntima con Él.
Job describe el inmenso valor de esta sabiduría: «¿dónde se halla la sabiduría? … no se compra con el oro más fino, ni su precio se calcula en plata … solo Dios sabe llegar hasta ella; solo Él él sabe dónde habita … temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!» (28:12,15–28).
¿A qué tipo de vida lleva esto? Lleva a apartarse del mal (v.28) y servir al pobre (29:12). Job describe la vida del justo en términos de ayudar «al pobre, al huérfano, el agonizante, la viuda, el ciego, el tullido, el necesitado y el extranjero» (vv.12–16). Job se preocupaba no solo de la pobreza sino también de la justicia: «De justicia y rectitud me revestía; ellas eran mi manto y mi turbante … a los malvados les rompí la cara; ¡de sus fauces les arrebaté la presa!» (vv.14,17).
A medida que te acercas a Dios en amistad íntima, Sus preocupaciones se convierten en tus preocupaciones. Como Job, desearás ayudar al pobre, el huérfano, el vagabundo y las viudas. Querrás rescatar a las víctimas de la injusticia. Buscarás cuidar al ciego, el tullido, el necesitado y los refugiados de tu tierra.
De hecho, Job no había perdido su amistad íntima con Dios. Pero en el momento en el que estaba escribiendo, había perdido todo sentimiento palpable de la misma. Estaba pasando por el más desgarrador de los sufrimientos. Le parecía que Dios estuviera a una inmensa distancia de él. Puede que estés experimentando algo similar en este momento; si es así, que la historia de Job te sirva de aliento.
Cuando llegamos al final del libro de Job, comprendemos que Dios nunca lo abandonó. Dios iba a bendecirlo mucho más de lo que nunca hubiera pedido o imaginado y hablar por aquellos que no pueden hablar por sí mismos. Dios le restauraría la conciencia de su amistad íntima.
Hoy en día, por medio de Jesús, todos nosotros podemos experimentar una relación íntima con el Dios transcendente y conocer su bendición definitiva en nuestras vidas.
Oración
Señor, gracias por el ejemplo de Job. En tiempos de sufrimiento, que me siempre me aferre a la promesa de tu amistad íntima y tu bendición sobre mi vida. A medida que me acerco a ti, que Tus preocupaciones sobre la justicia y la pobreza se conviertan también en mis preocupaciones.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Todos queremos confortar a nuestros amigos cuando pasan necesidad y los amigos de Job al menos fueron donde él. A veces en nuestra desesperación por intentar entender el sufrimiento y ayudar, ¡decimos cosas que no ayudan para nada! Es muy difícil saber cómo ayudar a alguien cuando tiene tanto encima. Alguna gente lo hace maravillosamente, pero con frecuencia lo mejor es escuchar estar ahí y orar.
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Referencias
Escritura tomada de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional TM, NVI TM Copyright © 1999, 2005, 2015 por Biblica, Inc. Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.