Día 41

Palabras que cambian vidas

Sabiduría Salmos 19:7-14
Nuevo Testamento Mateo 26:47-68
Antiguo Testamento Éxodo 6:13-8:32

Introducción

Mi padre quería ir a Rusia antes de morir. Fuimos allí de vacaciones en familia. En ese momento, las Biblias eran estrictamente ilegales en la Unión Soviética. Me llevé algunas biblias rusas. Mientras estuve allí, fui a las iglesias y busqué personas que parecieran ser cristianos genuinos. (Las reuniones de la iglesia a menudo eran infiltradas por la KGB).

En una ocasión, seguí a un hombre por la calle después de un servicio. Me acerqué hasta él y le toqué levemente el hombro. Como no había nadie alrededor, saqué una de mis Biblias y se la entregué. Por un instante la expresión del hombre fue de absoluta incredulidad. Después, sacó de su bolsillo un Nuevo Testamento que debía tener como cien años. Las páginas estaban tan gastadas que eran literalmente transparentes. Cuando se dio cuenta de que había recibido una Biblia completa se sintió extasiado. Ni él hablaba una palabra de inglés ni yo una de ruso, lo que no impidió que nos abrazáramos y corriéramos de arriba abajo por la calle saltando de alegría.

«Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal» (Salmo 19:10).

¿Por qué son tan valiosas las palabras de Dios? Jesús dijo: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4). La ‘palabra’ está en tiempo presente y significa «que está continuamente saliendo de la boca de Dios». Es como un torrente derramando agua el cual, como el chorro de una fuente, nunca está estático. Dios se comunica constantemente con su pueblo. Esto lo hace, principalmente, mediante las palabras que cambian vidas de la Biblia.

Sabiduría

Salmos 19:7-14

7 La ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo.
8 Los preceptos del Señor son rectos:
traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es claro:
da luz a los ojos.
9 El temor del Señor es puro:
permanece para siempre.
Las sentencias del Señor son verdaderas:
todas ellas son justas.

10 Son más deseables que el oro,
más que mucho oro refinado;
son más dulces que la miel,
la miel que destila del panal.
11 Por ellas queda advertido tu siervo;
quien las obedece recibe una gran recompensa.
12 ¿Quién está consciente de sus propios errores?
¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!
13 Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas;
no permitas que tales pecados me dominen.
Así estaré libre de culpa
y de multiplicar mis pecados.

14 Sean, pues, aceptables ante ti
mis palabras y mis pensamientos,
oh Señor, roca mía y redentor mío.

Comentario

Permite que las palabras de Dios te transformen

Todos necesitamos del poder transformador de la palabra de Dios de muchas maneras. Ya sea que estés buscando sabiduría en una situación estresante y compleja, ánimo cuando estas desalentado o guía para seguir adelante, siempre puedes encontrar ayuda en las páginas de la Biblia.

David no pudo disponer tanto de la Biblia como tú puedes hacerlo. Pero tenía la «ley del Señor» (v.7a), los «mandatos del Señor» (7b), «los preceptos del Señor» (v8a) y «las sentencias del Señor» (v.9a).

Él describe estas palabras como «perfectas» (v.7a), «puras» (v,.9a) y «deseables» (v.10a).

En este salmo vemos algunos de los efectos que tiene la Biblia a la hora de cambiar vidas:

  1. Infunde nuevo aliento a tu alma (v.7a)

  2. Te da sabiduría (v.7b)

  3. Te alegra el corazón (v.8a)

  4. Da luz a tus ojos (v.8b)

  5. Te advierte del peligro (v.11a)

  6. Trae una gran recompensa (v.11b).

Leer la Biblia y orar son dos cosas que están íntimamente asociadas. No leas la Biblia simplemente por información, sino para escuchar a Dios hablándote. La respuesta natural es la oración y se trata de un proceso en dos direcciones. Es por eso que intentamos acabar cada sección de estos comentarios con una oracion, respondiendo a lo que Dios nos ha mostrado por medio de Su palabra. David pasa directamente de ensalzar las virtudes de la Palabra de Dios, a una hermosa oración. La oración de David es mi oración (vv.12–14):

Oración

Señor «¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen... Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío».

Nuevo Testamento

Mateo 26:47-68

Arresto de Jesús

47 Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 El traidor les había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ése es; arréstenlo.» 49 En seguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó.

—¡Rabí! —le dijo, y lo besó.

50 —Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes?

Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. 51 En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.

52 —Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren. 53 ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? 54 Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?

55 Y de inmediato dijo a la turba:

—¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me prendieron. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas.

Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Consejo

57 Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos. 58 Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.

59 Los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban alguna prueba falsa contra Jesús para poder condenarlo a muerte. 60 Pero no la encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos.

Por fin se presentaron dos, 61 que declararon:

—Este hombre dijo: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días.”

62 Poniéndose en pie, el sumo sacerdote le dijo a Jesús:

—¿No vas a responder? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra?

63 Pero Jesús se quedó callado. Así que el sumo sacerdote insistió:

—Te ordeno en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios.

64 —Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.

65 —¡Ha blasfemado! —exclamó el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes mismos han oído la blasfemia! 66 ¿Qué piensan de esto?

—Merece la muerte —le contestaron.

67 Entonces algunos le escupieron en el rostro y le dieron puñetazos. Otros lo abofeteaban 68 y decían:

—A ver, Cristo, ¡adivina quién te pegó!

Comentario

Guíate por las palabras de Dios

Jesús claramente estudió las Escrituras con mucho cuidado. Su vida entera fue conformada por lo que leyó. Gracias a la lectura de las Escrituras, comprendió lo que le estaba sucediendo cuando lo arrestaron. Sus acompañantes trataron de resistirse pero Jesús dice: «...¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?» (v.54), explicando a la multitud que «todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas» (v.56).

Las Escrituras le dieron la capacidad de soportar la deslealtad, el abandono y las acusaciones falsas. Nos dejó un ejemplo sobre cómo puedes lidiar con cosas así en tu vida:

  1. Deslealtad

Judas parece expresar su amor por Jesús con un beso, cuando en realidad lo está traicionando: «El traidor...se acercó a Jesús...y lo besó» (vv.48–49). Fue el mayor de los actos de hipocresía.

Jesús sabía exactamente lo que estaba haciendo Judas. Sin embargo, lo llama “amigo” (v.50). Por muy desleales que seamos, Jesús permanece fiel a nosotros.

  1. Abandono

Todos sus amigos «lo abandonaron y huyeron» (v.56b). En los momentos de triunfo (cuando la gente se compromete, tienen un bebé o les va bien en sus exámenes) es natural querer ponerte en contacto y estar con ellos. Pero la lealtad también significa apoyar a la gente en sus horas bajas. En momentos así es mucho más difícil saber qué decir y la tentación es mantenerse lejos y, de hecho, abandonarlos.

Se dice que «si te va bien en la vida, tus amigos conocen quien eres. Pero es cuando te va mal, ¡cuando descubres quiénes son tus amigos!»

  1. Acusaciones falsas

¿Alguna vez te han acusado injustamente? Es una experiencia horrible. Jesús tuvo que pasar por la terrible situación de escuchar a unos falsos testigos perjurando contra él para «condenarlo a muerte» (v.59).

Jesús mostró un extraordinario dominio de sí. No respondió (v.63) sino que dejó que lo atacaran físicamente (v.67) eligiendo no ganar la discusión para ganar la batalla (¡algo que deben recordar los anfitriones de los grupos pequeños en Alpha!). Leyendo las Escrituras comprendió que todo tiene un propósito y, en última instancia, llevará a una gran victoria.

La comprensión que Jesús tiene de su identidad y su misión claramente vino de su lectura de la Palabra de Dios. Es precisamente en el juicio delante del Sanedrín —donde Jesús aparece como una víctima indefensa— cuando se revela de manera progresiva su persona como el arquitecto del nuevo templo (v.61), el Mesías (v.63), el Hijo de Dios (v.63) y el Hijo del Hombre que se sentará a la derecha de Dios (v.64). De hecho, la víctima indefensa es la que tiene todo el poder y la autoridad.

La referencia a ser el «Hijo del Hombre» es una cita de Daniel 7:13. Jesús comprendió lo contenido en aquel pasaje como una promesa acerca de él mismo, presagiando el sufrimiento venidero, su reivindicación y su autoridad recibida de Dios.

Lo irónico es que los jueces eran quienes en realidad estaban siendo juzgados. Como ellos, todos tenemos que decidir lo que pensamos acerca de Jesús (Mateo 26:66).

Oración

Señor, ayúdame a seguir el ejemplo de Jesús estudiando las Escrituras y ayúdame a aplicarlas a mi propia vida.

Antiguo Testamento

Éxodo 6:13-8:32

13 En otra ocasión el Señor habló con Moisés y Aarón acerca de los israelitas y del faraón, rey egipcio, y les ordenó sacar de Egipto a los israelitas.

Antepasados de Moisés y de Aarón

14 Éstos fueron los jefes de las familias patriarcales:

Los hijos de Rubén, primogénito de Israel: Janoc, Falú, Jezrón y Carmí. Éstos fueron los clanes de Rubén.

15 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de la cananea. Éstos fueron los clanes de Simeón.

16 Según los registros familiares, éstos son los nombres de los hijos de Leví, quien vivió ciento treinta y siete años: Guersón, Coat y Merari.

17 Los hijos de Guersón, según sus clanes: Libní y Simí.

18 Los hijos de Coat, quien vivió ciento treinta y tres años: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.

19 Los hijos de Merari: Majlí y Musí.

Éstos fueron los clanes de Leví, según sus registros familiares. 20 Amirán, que vivió ciento treinta y siete años, se casó con su tía Jocabed, la cual le dio dos hijos, Aarón y Moisés.

21 Los hijos de Izar: Coré, Néfeg y Zicrí.

22 Los hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri.

23 Aarón se casó con Elisabet, hija de Aminadab y hermana de Naasón, y ella le dio cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.

24 Los hijos de Coré: Asir, Elcaná y Abiasaf. Éstos fueron los clanes de Coré.

25 Eleazar hijo de Aarón se casó con una de las hijas de Futiel, la cual le dio un hijo, Finés.

Éstos fueron los jefes de los clanes levitas, en orden de familias.

26 Aarón y Moisés son los mismos a quienes el Señor mandó que sacaran de Egipto a los israelitas, ordenados en escuadrones. 27 Son ellos quienes hablaron con el faraón, rey egipcio, en cuanto a sacar de Egipto a los israelitas.

Aarón, vocero de Moisés

28 Cuando el Señor habló con Moisés en Egipto, 29 le dijo:

—Yo soy el Señor. Habla con el faraón, rey de Egipto, y comunícale todo lo que yo te diga.

30 Pero Moisés se enfrentó al Señor y le dijo:

—¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si yo no tengo facilidad de palabra?

7—Toma en cuenta —le dijo el Señor a Moisés— que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta. 2 Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas. 3 Yo voy a endurecer el corazón del faraón, y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, 4 él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los israelitas! 5 Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor.

La vara de Moisés

6 Moisés y Aarón cumplieron al pie de la letra las órdenes del Señor. 7 Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres.

8 El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: 9 «Cuando el faraón les pida que hagan un milagro, le dirás a Aarón que tome la vara y la arroje al suelo ante el faraón. Así la vara se convertirá en serpiente.»

10 Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor. Aarón arrojó su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente. 11 Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: 12 Cada uno de ellos arrojó su vara al suelo, y cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos ellos. 13 A pesar de esto, y tal como lo había advertido el Señor, el faraón endureció su corazón y no les hizo caso.

La plaga de sangre

14 El Señor le dijo a Moisés: «El corazón del faraón se ha obstinado, y se niega a dejar salir al pueblo. 15 Anda a verlo por la mañana, cuando salga a bañarse. Espéralo a orillas del río Nilo, y sal luego a su encuentro. No dejes de llevar la vara que se convirtió en serpiente. 16 Dile allí: “El Señor, Dios de los hebreos, me ha enviado a decirte: ‘¡Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto!’ Como no has querido obedecer, 17 el Señor dice: ‘¡Ahora vas a saber que yo soy el Señor!’ Con esta vara que llevo en la mano voy a golpear las aguas del Nilo, y el río se convertirá en sangre. 18 Morirán los peces que hay en el río, y el río apestará y los egipcios no podrán beber agua de allí.” »

19 Dijo también el Señor a Moisés: «Dile a Aarón que tome su vara y extienda el brazo sobre las aguas de Egipto, para que se conviertan en sangre sus arroyos y canales, y sus lagunas y depósitos de agua. Habrá sangre por todo el territorio de Egipto, ¡hasta en las vasijas de madera y de piedra!»

20 Moisés y Aarón cumplieron las órdenes del Señor. En presencia del faraón y de sus funcionarios, Aarón levantó su vara y golpeó las aguas del Nilo. ¡Y toda el agua del río se convirtió en sangre! 21 Murieron los peces que había en el Nilo, y tan mal olía el río que los egipcios no podían beber agua de allí. Por todo Egipto se veía sangre.

22 Sin embargo, mediante sus artes secretas los magos egipcios hicieron lo mismo, de modo que el faraón endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, no les hizo caso ni a Aarón ni a Moisés. 23 Como si nada hubiera pasado, se dio media vuelta y regresó a su palacio. 24 Mientras tanto, todos los egipcios hacían pozos a la orilla del Nilo en busca de agua potable, porque no podían beber el agua del río.

25 Siete días pasaron después de que el Señor golpeó el Nilo.

La plaga de ranas

8El Señor le ordenó a Moisés: «Ve a advertirle al faraón que así dice el Señor: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. 2 Si no los dejas ir, infestaré de ranas todo tu país. 3 El Nilo hervirá de ranas, y se meterán en tu palacio, y hasta en tu alcoba y en tu cama, y en las casas de tus funcionarios y de tu pueblo, y en tus hornos y artesas. 4 Se treparán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tus funcionarios.” »

5 Luego el Señor le dijo a Moisés: «Dile a Aarón que extienda su vara sobre ríos, arroyos y lagunas, para que todo Egipto se llene de ranas.»

6 Aarón extendió su brazo sobre las aguas de Egipto, y las ranas llegaron a cubrir todo el país. 7 Pero, mediante sus artes secretas, los magos hicieron lo mismo, de modo que hicieron venir ranas sobre todo Egipto. 8 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:

—Ruéguenle al Señor que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que le ofrezca sacrificios.

9 Moisés le respondió:

—Dime cuándo quieres que ruegue al Señor por ti, por tus funcionarios y por tu pueblo. Las ranas se quedarán sólo en el Nilo, y tú y tus casas se librarán de ellas.

10 —Mañana mismo —contestó el faraón.

—Así se hará —respondió Moisés—, y sabrás que no hay dios como el Señor, nuestro Dios. 11 Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, de tus funcionarios y de tu pueblo, y se quedarán únicamente en el Nilo.

12 Tan pronto como salieron Moisés y Aarón de hablar con el faraón, Moisés clamó al Señor en cuanto a las ranas que había mandado sobre el faraón. 13 El Señor atendió a los ruegos de Moisés, y las ranas comenzaron a morirse en las casas, en los patios y en los campos. 14 La gente las recogía y las amontonaba, y el hedor de las ranas llenaba el país. 15 Pero en cuanto el faraón experimentó alivio, endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, ya no quiso saber nada de Moisés ni de Aarón.

La plaga de mosquitos

16 El Señor le ordenó a Moisés que le dijera a Aarón: «Extiende tu vara y golpea el suelo, para que en todo Egipto el polvo se convierta en mosquitos.» 17 Así lo hizo. Y Aarón extendió su brazo, golpeó el suelo con la vara, y del polvo salieron mosquitos que picaban a hombres y animales. En todo Egipto el polvo se convirtió en mosquitos.

18 Los magos, recurriendo a sus artes secretas, trataron también de producir mosquitos, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos picaban a hombres y animales. 19 «En todo esto anda la mano de Dios», admitieron los magos ante el faraón, pero éste había endurecido su corazón, así que no les hizo caso, tal como el Señor lo había advertido.

La plaga de tábanos

20 El Señor le dijo a Moisés: «Mañana vas a madrugar. Le saldrás al paso al faraón cuando baje al río, y le advertirás: “Así dice el Señor: ‘Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. 21 Si no lo dejas ir, enviaré enjambres de tábanos sobre ti y sobre tus funcionarios, sobre tu pueblo y sobre tus casas. Todas las casas egipcias, y aun el suelo que pisan, se llenarán de tábanos. 22 Cuando eso suceda, la única región donde no habrá tábanos será la de Gosén, porque allí vive mi pueblo. Así sabrás que yo, el Señor, estoy en este país. 23 Haré distinción entre mi pueblo y tu pueblo. Esta señal milagrosa tendrá lugar mañana.’” »

24 Y así lo hizo el Señor. Densas nubes de tábanos irrumpieron en el palacio del faraón y en las casas de sus funcionarios, y por todo Egipto. Por causa de los tábanos, el país quedó arruinado. 25 Llamó entonces el faraón a Moisés y a Aarón, y les dijo:

—Vayan y ofrezcan sacrificios a su Dios aquí en el país.

26 —No estaría bien hacerlo así —contestó Moisés—, porque los sacrificios que ofrecemos al Señor nuestro Dios resultan ofensivos para los egipcios. Si a la vista de ellos ofrecemos sacrificios que les son ofensivos, seguramente nos apedrearán. 27 Tenemos que hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecerle sacrificios al Señor nuestro Dios, pues así nos lo ha ordenado.

28 El faraón respondió:

—Voy a dejarlos ir para que ofrezcan sacrificios al Señor su Dios en el desierto, con tal de que no se vayan muy lejos y de que rueguen a Dios por mí.

29 —En cuanto salga yo de aquí —le aseguró Moisés al faraón—, rogaré por ti al Señor, y de aquí a mañana los tábanos se habrán apartado de ti, de tus funcionarios y de tu pueblo. Pero tú no debes seguir engañándonos ni impidiendo que el pueblo vaya a ofrecerle sacrificios al Señor.

30 Así que Moisés salió y le rogó al Señor por el faraón. 31 El Señor accedió a los ruegos de Moisés y apartó los tábanos del faraón, de sus funcionarios y de su pueblo. No quedó un sólo tábano. 32 Pero una vez más el faraón endureció su corazón y no dejó que el pueblo se fuera.

Comentario

Obedece las palabras de Dios

Moisés y Aarón escucharon las palabras de Dios e hicieron exactamente lo que Dios les había mandado hacer (Éxodo 7:6). Obedecieron la palabra de Dios. Por otro lado, en claro contraste, Faraón se negó constantemente a obedecer. Desobedeció la palabra de Dios con testarudez.

En ese punto de la historia, puede que Moisés no tuviera ninguna palabra escrita de parte de Dios. Pero el Señor habló a Moisés. Escuchó la palabra de Dios una y otra vez (6:13,28; 7:1,14,19; 8:5,16,20, y así sigue) e hizo lo que Dios mandó. El corazón de la palabra de Dios era, «Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto» (por ejemplo 7:16; 8:1; 9:1,13; 10:3).

No debería sorprendernos que los magos y hechiceros pudieran realizar algunos de los mismos milagros que Moisés (7:22; 8:7) «mediante sus artes secretas» (7:11). El demonio es un imitador y es capaz de hacer señales destructivas, e incluso algunas que pueden parecer constructivas. Su objetivo es siempre engañar.

Hoy en día, Dios habla con frecuencia a través de los dones del Espíritu: dones como profecía, sanación, hablar en lenguas y palabras de conocimiento. El hecho de que el demonio puede intentar imitar estos dones mediante la telepatía, «sanaciones» espirituales o incluso hablar en lenguas, no significa que debamos evitar practicar estos dones, sino que debemos hacerlo con discernimiento.

Hemos de mirar los frutos. Los magos egipcios imitaron los milagros de Moisés: «Mediante sus artes secretas los magos egipcios hicieron lo mismo, de modo que el faraón endureció su corazón» (7:22). El efecto de aquellos magos no fue neutral. Eran malvados y su efecto fue el endurecimiento del corazón de Faraón contra Dios.

Queda claro en este pasaje que Faraón endureció su corazón contra Dios: «Endureció su corazón...y ya no quiso saber nada de Moisés ni de Aarón» (8:15; ver también v.32). A la vez, recogió lo que había sembrado: Dios endureció su corazón (7:3). Ambos endurecimientos son complementarios; Dios endurece el corazón en respuesta al endurecimiento de Faraón.

En este pasaje vemos un ejemplo de cuántas oportunidades da Dios a la gente. Dios habló reiteradamente a Faraón a través de Moisés. Faraón tuvo todas las oportunidades de responder, pero en última instancia se negó a hacerlo. Moisés, por otro lado, caminó en una relación de intimidad con Dios, orando con frecuencia (8:12,30) y escuchando sus palabras.

Oración

Señor, gracias porque en obedecer tus palabras hay una gran recompensa. Ayúdame hoy no solo a escuchar tus palabras que cambian la vida, sino también a ponerlas en práctica.

Añadidos de Pippa

Pippa Añade

Mateo 26:53

Da mucho ánimo saber que Jesús tenía «más de doce batallones de ángeles» a su disposición. Aunque no los llamó en aquel momento, ¡espero que nos estén ayudando en el presente!

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Referencias

Escritura tomada de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional TM, NVI TM Copyright © 1999, 2005, 2015 por Bíblica, Inc. Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.

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