Cómo encontrar a Dios
Introducción
En 1949 sucedió uno de los mayores reavivamientos de la historia del Reino Unido en las Islas Hébridas. Ducan Campbell, el predicador que estuvo en el centro de aquel reavivamiento, describió posteriormente como comenzó:
Siete hombres y mujeres habían decidido orar decididamente por que llegara el reavivamiento. Una noche, durante una reunión de oración en un granero, un joven tomó su Biblia y leyó el Salmo 24 (el salmo de hoy): «¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Solo el de manos limpias y corazón puro» (vv.3–4a).
Cerró su Biblia y dijo: «Me parece que estar orando como lo hacemos, y esperando como lo estamos haciendo aquí, es pura patraña sentimental si no estamos en la relación correcta con Dios». Tras decir esto, pidió a Dios que le revelara si sus manos estaban limpias y su corazón puro.
Aquella noche, Dios se encontró con ellos de una manera poderosa. Mientras aguardaban al Señor «su asombrosa presencia barrió el granero». Llegaron a comprender que el reavivamiento siempre está ligado con la santidad. Se liberó un poder que sacudió aquella iglesia desde los cimientos hasta el tejado.
«Tres hombres descansaban sobre la paja tumbados por el poder de Dios. Fueron levantados desde lo ordinario a lo extraordinario. Sabían que Dios los había visitado y ni ellos ni su iglesia nunca volverían a ser los mismos.»
A 6.4 km (cuatro millas) de distancia, dos hermanas de 82 y 84 años recibieron una visión de Dios. Vieron iglesias repletas a cuyo interior afluían jóvenes y todo el vecindario. Tuvieron una «maravillosa seguridad de que Dios estaba viniendo con poder reavivador».
Duncan Campbell recibió una invitación para ir a hablarles a ellos. Cuando llegó a la iglesia parroquial, estaba repleta de gente y cientos de personas aguardaban afuera. Nadie podía explicar de dónde venían. A los diez minutos de comenzar el servicio, hombres y mujeres estaban postrados clamando a Dios. Se estaban encontrando con Dios en toda su santidad.
Se dio un sentido tal de la presencia de Dios en la isla, que un hombre de negocios que estaba de visita llegó a decir: «Al segundo de poner mi pie en tierra, me hice repentinamente consciente de la presencia de Dios». Dios estaba encontrándose con su pueblo.
¿Cómo nos encontramos con Dios tú y yo?
Salmos 24:1-10
Salmo 24
Salmo de David.
1 Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella,
el mundo y cuantos lo habitan;
2 porque él la afirmó sobre los mares,
la estableció sobre los ríos.
3 ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su lugar santo?
4 Sólo el de manos limpias y corazón puro,
el que no adora ídolos vanos
ni jura por dioses falsos.
5 Quien es así recibe bendiciones del Señor;
Dios su Salvador le hará justicia.
6 Tal es la generación de los que a ti acuden,
de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.
7 Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.
8 ¿Quién es este Rey de la gloria?
El Señor, el fuerte y valiente,
el Señor, el valiente guerrero.
9 Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.
10 ¿Quién es este Rey de la gloria?
Es el SeñorTodopoderoso;
¡él es el Rey de la gloria!
Comentario
Fabuloso privilegio
David comienza este salmo recordando que Dios es un creador poderoso: «Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan» (v.1). Termina recordando que Dios es un Rey de gloria. Por cinco veces, se refiere a Él como el «Rey de gloria» (vv.7b,8a,9b,10a,10b). Es «el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria!» (v.10b)
A la luz de la impresionante naturaleza de Dios, David hace esta pregunta: «¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo?» (v.3). La respuesta es que solo aquellos que son totalmente puros: «Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos» (v.4).
Pero sabemos que nadie vive así. Solo por medio de Jesús podemos ser hechos santos y acercarnos a Dios con confianza, «porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando» (Hebreos 10:14).
Oración
Señor, deseo encontrarme contigo. Muéstrame si mis manos están limpias y mi corazón es puro. Gracias por que por medio de la sangre de Jesús puedo ser santificado. Perdóname, límpiame y lléname una vez más de tu Espíritu.
Marcos 5:21-6:6a
Una niña muerta y una mujer enferma
21 Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla. 22 Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, 23 suplicándole con insistencia:
—Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.
24 Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba. 25 Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias. 26 Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor. 27 Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto. 28 Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.» 29 Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.
30 Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder, así que se volvió hacia la gente y preguntó:
—¿Quién me ha tocado la ropa?
31 —Ves que te apretuja la gente —le contestaron sus discípulos—, y aun así preguntas: “¿Quién me ha tocado?”
32 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho. 33 La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.
34 —¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.
35 Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle:
—Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?
36 Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga:
—No tengas miedo; cree nada más.
37 No dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús notó el alboroto, y que la gente lloraba y daba grandes alaridos. 39 Entró y les dijo:
—¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta sino dormida.
40 Entonces empezaron a burlarse de él, pero él los sacó a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña y a los discípulos que estaban con él, y entró adonde estaba la niña. 41 La tomó de la mano y le dijo:
— Talita cum (que significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).
42 La niña, que tenía doce años, se levantó en seguida y comenzó a andar. Ante este hecho todos se llenaron de asombro. 43 Él dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de lo ocurrido, y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Un profeta sin honra
6Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga.
—¿De dónde sacó éste tales cosas? —decían maravillados muchos de los que le oían—. ¿Qué sabiduría es ésta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos? 3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?
Y se escandalizaban a causa de él. Por tanto, Jesús les dijo:
4 —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa.
5 En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos. 6 Y él se quedó asombrado por la incredulidad de ellos.
Jesús envía a los doce
Jesús recorría los alrededores, enseñando de pueblo en pueblo.
Comentario
Acto de fe
¿Estás luchando con algún problema crónico en tu vida que parece no mejorar (5:26)? ¿Te has sentido alarmado y «embargado por el miedo» (5:36)? En este pasaje vemos cómo respondió Jesús ante estas situaciones.
En el Nuevo Testamento vemos el extraordinario sentir de la gente que estaba conociendo a Dios por medio de Jesús. San Juan (1 Juan 1:1) escribe acerca de «la Palabra de la Vida» de la que «hemos oído» y «visto con nuestros propios ojos» la cual «hemos tocado con las manos» (vv.27,30-31).
La gente que entraba en contacto con Jesús parecía percibir que entraban en la presencia de un Dios santo. Jairo «se arrojó a sus pies» (v.22). La mujer enferma se «arrojó a sus pies» (v.33).
Aquella mujer llevaba sufriendo una enfermedad crónica doce años, la cual era incurable en aquella época (v.26). «Oyó hablar de Jesús» (v.27) y respondió con fe «y le tocó el manto» porque pensó para sus adentros: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana» (vv.27–28). «Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción» (v.29).
El contacto con Jesús tuvo un impacto profundo en la gente. Jesús le dijo a la mujer enferma: «Vete en paz y queda sana de tu aflicción» (v.34). El dolor de los doce años pasados fue remplazado por la paz y la libertad. No importa lo que sea con lo que estés luchando en tu vida; sin importar cuanto tiempo lleves sufriéndolo, extiende tu mano a Jesús, como lo hizo aquella mujer, para que te ayude.
La hija de Jairo tuvo la experiencia más extrema del impacto de encontrarse con Jesús cuando fue traída de vuelta a la vida. Había una conmoción y un lamento. Le decían que no «molestara» a Jesús (v.35). Pero Jesús dijo: «No tengas miedo; cree solamente» (v.36, DHH).
Jesús dijo que «la niña no está muerta sino dormida» (v.39). Puesto que Jesús iba a resucitarla, su muerte no era más permanente que quedarse dormida. El apóstol Pablo, como Jesús, usó el término «estar dormido». Cuando caes en un sueño profundo, lo siguiente que ves es la mañana. Cuando mueres en Cristo, lo siguiente que verás es que estarás con el Señor.
Jesús se llevó consigo a los tres discípulos en cuya fe podía confiar (además de los padres). Parecía que quería que allí hubiera una atmósfera de fe cuando orara para que la niña fuera resucitada de la muerte.
No había nada «súper espiritual» acerca de Jesús. Era alguien muy práctico: les «mandó que le dieran de comer a la niña» (v.43). Una vez más, un relato que empieza por el miedo acaba en la fe.
Cuando la gente vio lo que Jesús hizo «se llenaron de asombro» (v.42b) y estaban «maravillados» (6:2b). Por supuesto, igual que hoy en día, no todo el mundo tuvo esa reacción. Algunos comenzaron a «burlarse de él» (5:40) y otros «se escandalizaban a causa de él» (6:3). En su pueblo Jesús era «un profeta \[...\]» al que no se honraba (6:4). Aquellos más cercanos a él no lo reconocieron. A veces, nos resulta difícil recibir las cosas de aquellos que mejor conocemos.
Como pasa hoy en día, algunos reconocieron a Jesús y otros no se enteraron. La distinción clave era si tuvieron o no tuvieron «fe». Le dijo a la mujer enferma: «¡Tu fe te ha sanado!»(5:34). Le dijo a Jairo: «No tengas miedo; cree solamente» (v.36, DHH). En su pueblo se «quedó asombrado por la incredulidad de ellos»(6:6).
Por medio de su muerte en la cruz, Jesús cumplió los requisitos para encontrarse con Dios. Ahora es por esta fe por la que tú y yo nos encontramos con Jesús y por medio de Él, nos encontramos con Dios.
Oración
Señor, líbrame del cinismo y el escepticismo. Gracias porque te puedo encontrar por medio de la fe. Señor, incrementa mi fe; cuando me sienta alarmado y «embargado por el miedo» ayúdame a «creer solamente».
Éxodo 27:1-28:43
El altar de los holocaustos
27»Haz un altar de madera de acacia, cuadrado, de dos metros con treinta centímetros por lado, y de un metro con treinta centímetros de alto. 2 Ponle un cuerno en cada una de sus cuatro esquinas, de manera que los cuernos y el altar formen una sola pieza, y recubre de bronce el altar. 3 Haz de bronce todos sus utensilios, es decir, sus portacenizas, sus tenazas, sus aspersorios, sus tridentes y sus braseros. 4 Hazle también un enrejado de bronce, con un anillo del mismo metal en cada una de sus cuatro esquinas. 5 El anillo irá bajo el reborde del altar, de modo que quede a media altura del mismo. 6 Prepara para el altar varas de madera de acacia, y recúbrelas de bronce. 7 Las varas deberán pasar por los anillos, de modo que sobresalgan en los dos extremos del altar para que éste pueda ser transportado. 8 El altar lo harás hueco y de tablas, exactamente como el que se te mostró en el monte.
El atrio
9 »Haz un atrio para el santuario. El lado sur debe medir cuarenta y cinco metros de largo, y tener cortinas de lino fino, 10 veinte postes y veinte bases de bronce. Los postes deben contar con empalmes y ganchos de plata. 11 También el lado norte debe medir cuarenta y cinco metros de largo y tener cortinas, veinte postes y veinte bases de bronce. Los postes deben también contar con empalmes y ganchos de plata.
12 »A todo lo ancho del lado occidental del atrio, que debe medir veintidós metros y medio, habrá cortinas, diez postes y diez bases. 13 El lado oriental del atrio, que da hacia la salida del sol, también deberá medir veintidós metros y medio. 14 Habrá cortinas de siete metros de largo, y tres postes y tres bases a un lado de la entrada, 15 lo mismo que del otro lado.
16 »A la entrada del atrio habrá una cortina de nueve metros de largo, de púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, recamada artísticamente, y además cuatro postes y cuatro bases. 17 Todos los postes alrededor del atrio deben tener empalmes y ganchos de plata, y bases de bronce. 18 El atrio medirá cuarenta y cinco metros de largo por veintidós metros y medio de ancho, con cortinas de lino fino de dos metros con treinta centímetros de alto, y con bases de bronce. 19 Todas las estacas y los demás utensilios para el servicio del santuario serán de bronce, incluyendo las estacas del atrio.
El aceite para el candelabro
20 »Ordénales a los israelitas que te traigan aceite puro de oliva, para que las lámparas estén siempre encendidas. 21 Aarón y sus hijos deberán mantenerlas encendidas toda la noche en presencia del Señor, en la Tienda de reunión, fuera de la cortina que está ante el arca del pacto. Esta ley deberá cumplirse entre los israelitas siempre, por todas las generaciones.
Las vestiduras sacerdotales
28»Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes. 2 Hazle a tu hermano Aarón vestiduras sagradas que le confieran honra y dignidad. 3 Habla con todos los expertos a quienes he dado habilidades especiales, para que hagan las vestiduras de Aarón, y así lo consagre yo como mi sacerdote.
4 »Las vestiduras que le harás son las siguientes: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, un turbante y una faja. Estas vestiduras sagradas se harán para tu hermano Aarón y para sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes. 5 Al efecto se usará oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino.
El efod
6 »El efod se bordará artísticamente con oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino. 7 En sus dos extremos tendrá hombreras con cintas, para que pueda sujetarse. 8 El cinturón bordado con el que se sujeta el efod deberá ser del mismo material, es decir, de oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, y formará con el efod una sola pieza.
9 »Toma dos piedras de ónice, y graba en ellas los nombres de los doce hijos de Israel 10 por orden de nacimiento, seis nombres en una piedra, y seis en la otra. 11 Un joyero grabará los nombres en las dos piedras, como los orfebres graban sellos: engarzará las piedras en filigrana de oro 12 y las sujetará a las hombreras del efod. Así Aarón llevará en sus hombros los nombres de los hijos de Israel, para recordarlos ante el Señor. 13 Haz también engastes en filigrana de oro, 14 y dos cadenillas de oro puro, a manera de cordón, para fijar las cadenillas en los engastes.
El pectoral
15 »El pectoral para impartir justicia lo bordarás artísticamente con oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, como hiciste con el efod. 16 Será doble y cuadrado, de veinte centímetros de largo por veinte de ancho. 17 Engarzarás en él cuatro hileras de piedras preciosas. En la primera pondrás un rubí, un crisólito y una esmeralda; 18 en la segunda, una turquesa, un zafiro y un jade; 19 en la tercera, un jacinto, un ágata y una amatista, 20 y en la cuarta, un topacio, un ónice y un jaspe. Engárzalas en filigrana de oro. 21 Deben ser doce piedras, una por cada uno de los doce hijos de Israel. Cada una de las piedras llevará grabada como un sello el nombre de una de las doce tribus.
22 »Haz unas cadenillas de oro puro, en forma de cordón, para el pectoral. 23 Ponle al pectoral dos anillos de oro, y sujétalos a sus dos extremos. 24 Sujeta las dos cadenillas de oro a los anillos del pectoral, 25 y une los extremos de las cadenillas a los dos engastes, para fijarlos por la parte delantera a las hombreras del efod.
26 »Haz otros dos anillos de oro, y fíjalos en los extremos del pectoral, en su borde interno cercano al efod. 27 Haz dos anillos más, también de oro, para fijarlos por el frente del efod, pero por debajo de las hombreras, cerca de la costura que va justamente arriba del cinturón. 28 Los anillos del pectoral deberán sujetarse a los anillos del efod con un cordón azul, trabándolo con el cinturón para que el pectoral y el efod queden unidos. 29 De este modo, siempre que Aarón entre en el Lugar Santo llevará sobre su corazón, en el pectoral para impartir justicia, los nombres de los hijos de Israel para recordarlos siempre ante el Señor. 30 Sobre el pectoral para impartir justicia pondrás el urim y el tumim. De esta manera, siempre que Aarón se presente ante el Señor, llevará en el pecho la causa de los israelitas.
Otras vestiduras sacerdotales
31 »Haz de púrpura todo el manto del efod, 32 con una abertura en el centro para meter la cabeza. Alrededor de la abertura le pondrás un refuerzo, como el que se pone a los chalecos, para que no se desgarre. 33 En torno al borde inferior del manto pondrás granadas de púrpura, carmesí y escarlata, alternándolas con campanillas de oro. 34 Por todo el borde del manto pondrás primero una campanilla y luego una granada. 35 Aarón debe llevar puesto el manto mientras esté ejerciendo su ministerio, para que el tintineo de las campanillas se oiga todo el tiempo que él esté ante el Señor en el Lugar Santo, y así él no muera.
36 »Haz una placa de oro puro, y graba en ella, a manera de sello: Consagarado al Señor. 37 Sujétala al turbante con un cordón púrpura, de modo que quede fija a éste por la parte delantera. 38 Esta placa estará siempre sobre la frente de Aarón, para que el Señor acepte todas las ofrendas de los israelitas, ya que Aarón llevará sobre sí el pecado en que ellos incurran al dedicar sus ofrendas sagradas.
39 »La túnica y el turbante los harás de lino. El cinturón deberá estar recamado artísticamente. 40 A los hijos de Aarón les harás túnicas, cinturones y mitras, para conferirles honra y dignidad. 41 Una vez que hayas vestido a tu hermano Aarón y a sus hijos, los ungirás para conferirles autoridad y consagrarlos como mis sacerdotes.
42 »Hazles también calzoncillos de lino que les cubran el cuerpo desde la cintura hasta el muslo. 43 Aarón y sus hijos deberán ponérselos siempre que entren en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar para ejercer su ministerio en el Lugar Santo, a fin de que no incurran en pecado y mueran. Ésta es una ley perpetua para Aarón y sus descendientes.
Comentario
Acceso por medio de Jesús
No podemos comprender en toda su magnitud el inmenso privilegio que es poder encontrarnos con Dios, sin que veamos el trasfondo del Antiguo Testamento. Aquí vemos la descripción de la Tienda del Encuentro (27;11), (donde Dios se encuentra con Moisés y los sacerdotes: 30:36; 28:30). Entrar en «la presencia del Señor» (28:30a) era algo asombroso. Aarón entró «ante el Señor en el Lugar Santo» (v.35).
El autor de los Hebreos explica cómo apunta a Jesús todo esto. El tabernáculo era «copia y sombra del que está en el cielo» (Hebreos 8:5a). Incluso los sacerdotes podían entrar solamente en el Lugar Santo, pero no en el Lugar Santísimo. «Con esto el Espíritu Santo da a entender que, mientras siga en pie el primer tabernáculo, aún no se habrá revelado el camino que conduce al Lugar Santísimo» (9:8). Era por tanto una ilustración (v. 9a).
El autor de los Hebreos muestra cómo este pasaje conforma el antecedente para el sacrificio de Jesús por nosotros, por el que hizo posible que tú y yo nos podamos encontrar con un Dios santo por medio de la sangre de Jesús, ofrecida «una sola vez y para siempre» (v.26).
Oración
Señor, gracias porque por medio de la sangre de Jesús, has hecho posible que yo entre en el Lugar Santo y llegue hasta Tu presencia. Te doy gracias porque por medio de Jesús tengo acceso «al Padre por un mismo Espíritu» (Efesios 2:18). Gracias porque me puedo encontrar contigo.
Añadidos de Pippa
Pippa añade
Marcos 5:21–34
Jesús se preocupa hasta de nuestros problemas más embarazosos.
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Referencias
Notas:
Duncan Campbell, The Price And Power Of Revival, (Faith Mission, 2000)
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Notes for 2012:
Duncan Campbell, The Price And Power Of Revival