Límites de amor
Introducción
Recuerdo años atrás un partido de fútbol que había sido pactado con la participación de 22 niños pequeños (incluyendo uno de mis hijos, de ocho años por aquel entonces). Un amigo mío, llamado Andy (que había entrenado a los niños durante todo el año) sería el árbitro. Lamentablemente a las 2:30 pm aún no había llegado el árbitro y los pequeños no podían esperar más.
Me presionado entre todos para que supliera al árbitro pero no tenía silbato, no había marcas para los límites del campo de juego y me sabía las reglas mucho peor que alguno de los niños.
El juego pronto derivó cayó en un caos total. Algunos gritaban diciendo que el balón estaba dentro, otros que había caído afuera, yo no estaba seguro, por lo que dejaba que la situación siguiera su curso. Luego comenzaron las faltas. Algunos exclamaban: «Falta». Otros decían: «No hay falta». Yo no sabía quién tenía razón, así que dejé que el juego siguiera. Luego los niños comenzaron a accidentarse. Cuando Andy llegó, había tres muchachos «lesionados» en el suelo y todos los demás gritaban, ¡en especial contra mí!
Pero en el momento en que llegó Andy, hizo sonar su silbato, armó los equipos, les dijo dónde estaban los límites y puso las cosas bajo un control absoluto. Los muchachos entonces disfrutaron de un grandioso juego de fútbol.
¿Los niños eran más libres sin las reglas o realmente eran menos libres sin ellas? Sin ninguna autoridad efectiva podían hacer exactamente lo que quisieran. El resultado fue que los participantes estaban confundidos y resultaron lesionados. La pasaron mucho mejor cuando el juego se llevó a cabo de acuerdo con las reglas propias del fútbol. Dentro de esos límites, fueron libres para disfrutar del juego. Las reglas del fútbol no están diseñadas para quitarle diversión al juego, se pensaron para permitir que el juego pudiera disfrutarse al máximo.
Las «reglas» de Dios son Sus límites para la vida, surgidas de su amor por nosotros. Seguir las «reglas» de Dios es el camino hacia una vida en toda su plenitud. Sus límites no están diseñados para restringir nuestra libertad sino, en cambio, darnos libertad. Al igual que las reglas del fútbol, las «reglas» de Dios no impiden el disfrute del juego. Por el contrario, permiten que el «juego de la vida» se disfrute al máximo.
Proverbios 7:1-5
Advertencia contra la mujer adúltera
7Hijo mío, pon en práctica mis palabras
y atesora mis mandamientos.
2 Cumple con mis mandatos, y vivirás;
cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos.
3 Llévalos atados en los dedos;
anótalos en la tablilla de tu corazón.
4 Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana»,
y a la inteligencia: «Eres de mi sangre.»
5 Ellas te librarán de la mujer ajena,
de la adúltera y de sus palabras seductoras.
Comentario
Los límites de amor puestos por Dios
Dios no nos invita a seguir sus leyes; ordena que lo hagamos. Pero no son mandamientos de un dictador sino mandamientos de amor diseñados para asegurar justicia, paz y plenitud de vida.
El escritor de Proverbios es como un padre que insta a sus hijos y les transmite los mandamientos de Dios. Urge a sus hijos del siguiente modo: «…guarda en tu mente mis mandamientos» (v.1, DHH); «Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos» (v.2); «grábatelos en la mente» (v.3b, DHH). Es lo que hace el Espíritu Santo: escribe las leyes de Dios en tu corazón y te da la capacidad para obedecer (Jeremías 31:33-34).
Los mandamientos de Dios traen «sabiduría», y la sabiduría debería ser nuestra «hermana» (Proverbios 7:4). Ofrece «inteligencia» (v.4) y previene que nos metamos en problemas (v.5).
Oración
Amoroso Espíritu de Dios, has escrito tus leyes en mi corazón. Ayúdame a mantener tus límites y vivir la vida en toda su plenitud.
Lucas 1:1-25
Prólogo
1Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, 2 tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. 3 Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, 4 para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron.
Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista
5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón. 6 Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor. 7 Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
8 Un día en que Zacarías, por haber llegado el turno de su grupo, oficiaba como sacerdote delante de Dios, 9 le tocó en suerte, según la costumbre del sacerdocio, entrar en el santuario del Señor para quemar incienso. 10 Cuando llegó la hora de ofrecer el incienso, la multitud reunida afuera estaba orando. 11 En esto un ángel del Señor se le apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se asustó, y el temor se apoderó de él. 13 El ángel le dijo:
—No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. 14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde su nacimiento. 16 Hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. 17 Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor.
18 —¿Cómo podré estar seguro de esto? —preguntó Zacarías al ángel—. Ya soy anciano y mi esposa también es de edad avanzada.
19 —Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —le contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias. 20 Pero como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, te vas a quedar mudo. No podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda.
21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías y les extrañaba que se demorara tanto en el santuario. 22 Cuando por fin salió, no podía hablarles, así que se dieron cuenta de que allí había tenido una visión. Se podía comunicar sólo por señas, pues seguía mudo.
23 Cuando terminaron los días de su servicio, regresó a su casa. 24 Poco después, su esposa Elisabet quedó encinta y se mantuvo recluida por cinco meses. 25 «Esto —decía ella— es obra del Señor, que ahora ha mostrado su bondad al quitarme la vergüenza que yo tenía ante los demás.»
Comentario
El ejemplo de otros
Una de las cosas que más me ha ayudado es el ejemplo inspirador de otras personas. A veces ha sido gente mayor, quienes al igual que Zacarías y Elisabet han llevado su vida de forma recta e intachable delante de Dios (v.6). Otras veces han sido jóvenes llenos del Espíritu Santo y poder, como Juan el Bautista. Cualquier persona, a cualquier edad, puede ser un ejemplo inspirador.
Lucas era una persona instruida, un historiador a quien tradicionalmente se le consideró como médico. Era el único gentil en elenco de escritores judíos del Nuevo Testamento. Este es el primer libro de su obra de dos volúmenes: Lucas y Hechos.
Lucas hizo una investigación minuciosa de los acontecimientos en torno a Jesús (v.3). Escribió «un relato» basado en «testigos presenciales» (vv.1,2) «para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron» (v.4). Tú puedes tener plena seguridad de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús.
Él comienza su relato con el nacimiento de Juan el Bautista. En particular, comienza con los padres de Juan, Zacarías y Elisabet: «Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor» (v.6). (Merece notar que no hay ninguna sugerencia de que Elisabet fuera estéril por algún pecado en su vida o en la de Zacarías; todo lo contrario).
Finalmente, su oración fue contestada (v.13). Cuando oramos, Dios oye más de lo que decimos, responde más de lo que pedimos y da más de lo que imaginamos, en Su propio tiempo y en Sus propios términos. Esperaron un largo periodo de tiempo hasta que su oración fue contestada. Si Dios te hace esperar, estás en buena compañía.
Dios concedió su pedido de tener un hijo, quien les trajo alegría y deleite. Le dio a Zacarías «una visión» (v.22) de lo que ocurriría. Juan el Bautista fue «lleno del Espíritu Santo aun desde su nacimiento» (v.15). Habría de «reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos» (v.17).
El deseo de Dios es que el mundo regrese a una forma sabia de vivir y lejos del caos que procede de la desobediencia a sus mandamientos. Jesús es el único que hace que esto sea posible. Juan el Bautista vino a preparar el camino para Jesús.
Oración
Gracias, Señor, por los ejemplos inspiradores de la Biblia y de la sociedad actual de aquellos que viven dentro de tus límites. Señor transforma nuestra sociedad. Restaura los matrimonios y la buena crianza de los hijos. Lléname hoy con tu Espíritu Santo.
Levítico 26:14-27:34
Maldiciones de la desobediencia
14 »Si ustedes no me obedecen ni ponen por obra todos estos mandamientos, 15 sino que desprecian mis estatutos y aborrecen mis preceptos, y dejan de poner por obra todos mis mandamientos, violando así mi pacto, 16 entonces yo mismo los castigaré con un terror repentino, con enfermedades y con fiebre que los debilitarán, les harán perder la vista y acabarán con su vida. En vano sembrarán su semilla, porque se la comerán sus enemigos. 17 Yo les negaré mi favor, y sus adversarios los derrotarán. Sus enemigos los dominarán, y ustedes huirán sin que nadie los persiga.
18 »Si después de todo esto siguen sin obedecerme, siete veces los castigaré por sus pecados. 19 Yo quebrantaré su orgullo y terquedad. Endureceré el cielo como el hierro y la tierra como el bronce, 20 por lo que en vano agotarán sus fuerzas, y ni el suelo ni los árboles del campo les darán sus frutos.
21 »Si a pesar de esto siguen oponiéndose a mí, y se niegan a obedecerme, siete veces los castigaré por sus pecados. 22 Lanzaré sobre ustedes fieras salvajes, que les arrebatarán sus hijos y destruirán su ganado. De tal manera los diezmarán, que sus caminos quedarán desiertos.
23 »Si a pesar de todo esto no aceptan mi disciplina, sino que continúan oponiéndose a mí, 24 yo también seguiré oponiéndome a ustedes. Yo mismo los heriré siete veces por sus pecados. 25 Dejaré caer sobre ustedes la espada de la venganza prescrita en el pacto. Cuando se retiren a sus ciudades, les enviaré una plaga, y caerán en poder del enemigo. 26 Cuando yo destruya sus trigales, diez mujeres hornearán para ustedes pan en un solo horno. Y lo distribuirán racionado, de tal manera que comerán pero no se saciarán.
27 »Si a pesar de esto todavía no me obedecen, sino que continúan oponiéndose a mí, 28 entonces yo también me pondré definitivamente en su contra. Siete veces los castigaré por sus pecados, 29 y tendrán que comerse la carne de sus hijos y de sus hijas. 30 Destruiré sus santuarios paganos, demoleré sus altares de incienso, y amontonaré sus cadáveres sobre las figuras sin vida de sus ídolos. Volcaré mi odio sobre ustedes; 31 convertiré en ruinas sus ciudades, y asolaré sus santuarios. No me complaceré más en el aroma de sus ofrendas, que me era grato. 32 De tal manera asolaré al país, que sus enemigos que vengan a ocuparlo quedarán atónitos. 33 Los dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, y los perseguiré hasta dejar desolada su tierra, y en ruinas sus ciudades. 34 Entonces la tierra disfrutará de sus años sabáticos todo el tiempo que permanezca desolada, mientras ustedes vivan en el país de sus enemigos. Así la tierra descansará y disfrutará de sus sábados. 35 Mientras la tierra esté desolada, tendrá el descanso que no tuvo durante los años sabáticos en que ustedes la habitaron.
36 »En cuanto a los que sobrevivan, tan profundo será el temor que les infundiré en tierra de sus enemigos, que hasta el susurro de una hoja movida por el viento los pondrá en fuga. Correrán como quien huye de la espada, y caerán sin que nadie los persiga. 37 Como si huyeran de la espada, tropezarán unos con otros sin que nadie los persiga, y no podrán hacerles frente a sus enemigos. 38 Perecerán en medio de las naciones; el país de sus enemigos los devorará. 39 Aquellos de ustedes que sobrevivan serán abatidos en país enemigo, porque a sus pecados se añadirá el de sus padres.
40 »Pero si confiesan su maldad y la maldad de sus padres, y su traición y constante rebeldía contra mí, 41 las cuales me han obligado a enviarlos al país de sus enemigos, y si su obstinado corazón se humilla y reconoce su pecado, 42 entonces me acordaré de mi pacto con Jacob, Isaac y Abraham, y también me acordaré de la tierra. 43 Al abandonar ellos la tierra, ésta disfrutará de sus sábados mientras permanezca deshabitada. Pero tendrán que reconocer sus pecados, por cuanto rechazaron mis preceptos y aborrecieron mis estatutos.
44 »A pesar de todo, y aunque estén en la tierra de sus enemigos, no los rechazaré ni los aborreceré hasta el punto de exterminarlos, ni romperé tampoco mi pacto con ellos. Yo soy el Señor su Dios. 45 Antes bien, recordaré en su favor el pacto que hice con sus antepasados, a quienes, a la vista de las naciones, saqué de Egipto para ser su Dios. Yo soy el Señor.»
46 Éstos son los estatutos, preceptos y leyes que, por medio de Moisés, estableció el Señor en el monte Sinaí entre él y los israelitas.
Rescate de las ofrendas al
27El Señor le ordenó a Moisés 2 que les dijera a los israelitas: «Cuando alguien quiera hacerle al Señor un voto especial equivalente al valor de una persona, 3 se aplicará el siguiente cálculo:
»Por los varones de veinte a sesenta años de edad se pagarán cincuenta monedas de plata, según la tasación oficial del santuario.
4 »Por las mujeres se pagarán treinta monedas de plata.
5 »Por los varones de cinco a veinte años de edad se pagarán veinte monedas, y diez monedas por las mujeres de la misma edad.
6 »Por los niños de un mes a cinco años se pagarán cinco monedas, y tres monedas por las niñas de la misma edad.
7 »Por los varones mayores de sesenta años se pagarán quince monedas, y diez monedas por las mujeres de la misma edad.
8 »Si quien hace el voto es tan pobre que ni el precio estipulado puede pagar, se le hará comparecer ante el sacerdote, el cual fijará el valor a pagar, según los recursos de quien haga el voto.
9 »Si lo que se presenta como ofrenda al Señor es un animal, éste quedará consagrado por haber sido ofrecido al Señor. 10 No podrá cambiarse ni sustituirse un animal bueno por uno malo, ni un animal malo por uno bueno. Si se cambia un animal por otro, ambos quedarán consagrados.
11 »Si lo que se presenta como ofrenda al Señor es un animal impuro, se llevará el animal ante el sacerdote, 12 quien determinará el valor del animal. El cálculo aplicado por el sacerdote deberá aceptarse, cualquiera que éste sea. 13 Si el dueño quiere rescatar el animal, deberá añadir una quinta parte al valor que haya fijado el sacerdote.
14 »Si alguno consagra su casa al Señor, el sacerdote determinará su valor. El cálculo aplicado por el sacerdote deberá aceptarse, cualquiera que éste sea. 15 Si el que consagró su casa quiere rescatarla, deberá añadir una quinta parte al valor que haya fijado el sacerdote, y la casa volverá a ser suya.
16 »Si alguno consagra al Señor parte del campo de su heredad familiar, su precio se determinará según la cantidad de semilla que se requiera para sembrarlo, a razón de cincuenta monedas de plata por cada doscientos veinte litros de semilla de cebada. 17 Si consagra su campo a partir del año del jubileo, dicho precio se mantendrá; 18 pero si lo consagra después del jubileo, el sacerdote hará el cálculo según el número de años que falten para el próximo jubileo, con el descuento correspondiente.
19 »Si el que consagra su campo realmente quiere rescatarlo, deberá añadir una quinta parte al valor que haya fijado el sacerdote, y el campo volverá a ser suyo. 20 Pero si no lo rescata, o se lo vende a otro, ya no podrá rescatarlo. 21 Cuando en el jubileo el campo quede libre, será consagrado como campo reservado para el Señor, y pasará a ser propiedad del sacerdote.
22 »Si alguno compra un campo que no sea parte de su heredad familiar, y lo consagra al Señor, 23 el sacerdote determinará su precio según el tiempo que falte para el año del jubileo. Ese mismo día, el que consagra el campo pagará el monto de su valor. Es algo consagrado al Señor. 24 En el año del jubileo, el campo volverá a ser parte de la heredad familiar de su dueño anterior.
25 »Todo precio se fijará según la tasación oficial del santuario, que es de diez gramos por moneda.
26 »Sin embargo, nadie podrá consagrar la primera cría de su ganado, sea de res o de oveja, pues por derecho las primeras crías le pertenecen al Señor. 27 Si se trata de animales impuros, se podrán rescatar pagando el valor fijado por el sacerdote, más una quinta parte. Si no se rescata, se venderá en el precio que el sacerdote haya fijado.
28 »Nadie podrá vender ni rescatar sus bienes, sean hombres, animales o campos, si los ha consagrado como propiedad exclusiva del Señor. Todo cuanto se consagra como propiedad exclusiva del Señor, es cosa santísima. 29 Ninguna persona así consagrada podrá ser rescatada, sino que será condenada a muerte.
30 »El diezmo de todo producto del campo, ya sea grano de los sembrados o fruto de los árboles, pertenece al Señor, pues le está consagrado. 31 Si alguien desea rescatar algo de su diezmo, deberá añadir a su valor una quinta parte. 32 En cuanto al diezmo del ganado mayor y menor, uno de cada diez animales contados será consagrado al Señor. 33 El pastor no hará distinción entre animales buenos y malos, ni hará sustitución alguna. En caso de cambiar un animal por otro, los dos quedarán consagrados y no se les podrá rescatar.»
34 Éstos son los mandamientos que el Señor le dio a Moisés para los israelitas, en el monte Sinaí.
Comentario
La bendición de los límites
Dios te ama. No quiere que sufras daños ni que compliques tu vida ni la vida de los demás. Esa es la razón por la que te ofrece su manual de instrucciones y advierte sobre los peligros de vivir fuera de sus límites de amor.
El último versículo de Levítico resume de qué trata todo el libro: «Estos son los mandamientos que el Señor dio a Moisés para los israelitas, en el monte Sinaí» (27:34, DHH). Sus límites estaban diseñados para dar bendición.
El pasaje de hoy describe los resultados desastrosos cuando el pueblo de Dios «no me obedecen ni ponen por obra todos estos mandamientos» (26:14), «…sino que rechazan y menosprecian mis leyes y decretos y no cumplen con ninguno de mis mandamientos, faltando así a mi alianza, yo también haré lo siguiente con ustedes…» (vv.15-16, DHH).
Vemos el mundo caótico que viene como consecuencia «\[del\] orgullo y \[de la\] terquedad» (v.19). La relación con Dios se rompe. Las oraciones no tienen respuesta. Dios dice: «Endureceré el cielo como el hierro y la tierra como el bronce» (v.19). La desobediencia es fatigosa, «agotarán sus fuerzas» (v.20). Sin importar el éxito que tengas a nivel material, no alcanzará para satisfacer tu vida: «…comerán pero no se saciarán» (v.26b). Esto se describe de forma literal como «las maldiciones de la desobediencia».
Dios ofrece toda oportunidad posible para arrepentirnos. Pone toda clase de obstáculos en nuestro camino para persuadirnos a regresar a Él (vv.18,21,23,27). En su fidelidad, y pese al continuo rechazo, Dios está siempre dispuesto a recibirnos de nuevo si nos confesamos y nos humillamos (vv.40-42).
Todo esto apunta hacia Jesús. Lo triste de estos mandamientos es que nadie es capaz de guardarlos. Es evidente en estos versículos que Dios sabe que la gente los quebrantará y traerá sobre sí misma todas estas maldiciones, pero ese no es el final de la historia. Dios promete que aun entonces obrará para salvar y redimir a su pueblo (vv.42-45). En última instancia Dios hizo eso al llevar las maldiciones de la ley sobre sí mismo.
Al ver el trasfondo de esto podemos entender lo increíble que es la cruz y cuánto cargó Jesús sobre sí mismo al volverse una maldición por nosotros, así como también distinguir la extraordinaria bendición que significa ser justificados por la fe y recibir la promesa del Espíritu (Gálatas 3:10-14).
El Espíritu de Dios nos transforma al escribir sus límites en las tablas de nuestro corazón. Como dice Pablo: «Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa» (5:16). El Espíritu de Dios produce dentro de ti el fruto de «amor, alegría, paz, paciencia» y mucho más (v.22).
Los límites fueron dados por amor. Jesús resume los mandamientos: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón \[…\] y ama a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:37-40). «Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero» (1 Juan 4:19). En amor, murió por ti y ahora te da su Espíritu Santo a fin de capacitarte para seguir sus mandamientos al llevar una vida de amor.
Oración
Señor, gracias porque a través de Jesús perdonas mis fallas en cuanto a mantenerme dentro de tus límites. Gracias porque me das tu Espíritu Santo para ayudarme a guardar tus mandamientos y llevar una vida de amor.
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Lucas 1:13
«El ángel le dijo: “...ha sido escuchada tu oración”».
Zacarías debe haber estado orando durante décadas para tener un hijo y probablemente se había rendido hacía mucho tiempo en cuanto a esa oración particular. Es alentador saber que Dios nos oye aunque parezca no responder. El tiempo de Dios era perfecto para el nacimiento de Juan. Nosotros no siempre somos capaces de ver el cuadro completo.
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