Las batallas de la vida
Introducción
La vida cristiana es una batalla. He seguido a Jesús durante cuatro décadas. Al considerar estos años, han sido tiempos de gran bendición, más de lo que podría haber pedido o incluso imaginado. Al mismo tiempo he tenido muchos desafíos y obstáculos. Han sido pocos los períodos en los que no enfrenté algún tipo de batalla.
La naturaleza de estas batallas ha variado enormemente. He tenido batallas internas, tiempos de tentación intensa, dudas, temor y ansiedad. He vivido tiempos de profunda tristeza, grandes pérdidas y duelos. He tenido batallas en temas de salud, sueño, finanzas, trabajo y relaciones. He pasado por períodos de gran oposición y críticas.
Raniero Cantalamessa, predicador de la casa papal, explica que nuestra batalla se libra contra una triple alianza: el mundo («el enemigo que nos rodea»), la carne («el enemigo dentro de nosotros») y el diablo («el enemigo sobre nosotros»).
¿Cómo transitar estas batallas espirituales de la vida?
Salmos 33:12-22
12 Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que escogió por su heredad.
13 El Señor observa desde el cielo
y ve a toda la humanidad;
14 él contempla desde su trono
a todos los habitantes de la tierra.
15 Él es quien formó el corazón de todos,
y quien conoce a fondo todas sus acciones.
16 No se salva el rey por sus muchos soldados,
ni por su mucha fuerza se libra el valiente.
17 Vana esperanza de victoria es el caballo;
a pesar de su mucha fuerza no puede salvar.
18 Pero el Señor cuida de los que le temen,
de los que esperan en su gran amor;
19 él los libra de la muerte,
y en épocas de hambre los mantiene con vida.
20 Esperamos confiados en el Señor;
él es nuestro socorro y nuestro escudo.
21 En él se regocija nuestro corazón,
porque confiamos en su santo nombre.
22 Que tu gran amor, Señor, nos acompañe,
tal como lo esperamos de ti.
Comentario
Confía en Dios
La clave para ganar tus batallas, según David, es no confiar en tu propia fuerza sino poner tu confianza en Dios. Esto va en contra de la corriente, pero al final del día la fuerza y el poder humanos no alcanzan: «Ningún rey se salva por su gran ejército, ni se salvan los valientes por su mucha fuerza; los caballos no sirven para salvar a nadie; aunque son muy poderosos, no pueden salvar» (vv.16-17, DHH).
En cambio, Dios da la victoria a quienes confían en Él: «Pero el Señor cuida siempre de quienes lo honran y confían en su amor, para salvarlos de la muerte y darles vida en épocas de hambre. Nosotros confiamos en el Señor; ¡él nos ayuda y nos protege!» (vv.18-20, DHH).
Oración
Señor, te suplicamos, concede gracia a tu pueblo para resistir las tentaciones del mundo, de la carne y del diablo, y para seguirte con purera de corazón y mente a ti el único Dios; mediante Jesucristo nuestro Señor. (Oración de Libro de oración común, Iglesia Anglicana).
Lucas 1:26-38
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, 27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo:
—¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.
29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.
30 —No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.
34 —¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?
35 —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. 36 También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. 37 Porque para Dios no hay nada imposible.
38 —Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.
Con esto, el ángel la dejó.
Comentario
Únete en torno al Rey
Raniero Cantalamessa señala que «en las narraciones de batallas medievales había un momento en que, superada la infantería, los arqueros y la caballería, el combate se concentraba en torno al rey. Ahí se decidía el resultado final del enfrentamiento. También para nosotros la batalla hoy se libra en torno al rey. Existen edificios o construcciones metálicas hechas de tal modo que si se toca cierto punto neurálgico o se quita una piedra determinada, todo se derrumba. En el edificio de la fe cristiana esta piedra angular es la divinidad de Cristo».
Las disputas teológicas del siglo XXI no son las mismas que en el siglo XI, que dividió a las iglesias católica y ortodoxa. Ni las disputas de aquellos que formaron parte de la Reforma en el siglo XVI. Hoy en día la batalla es la misma que la del siglo I: «¿Es Jesús el Salvador universal?».
Lucas establece desde el principio del Evangelio una serie de afirmaciones sobre Jesús (vv.31-35):
- Salvador
El ángel le dice a María: «…le pondrás por nombre Jesús» (v.31). El nombre «Jesús» significa «salvador».
- Mesías
Jesús es el tan esperado Mesías del linaje de David. El ángel afirma: «Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin» (vv.32-33).
- Hijo de Dios
El ángel manifiesta aún más: «Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo» (v.32). El nacimiento de Jesús fue singular, como lo explican estos versículos. María era una virgen y una concepción «normal» resultaba claramente imposible (v.34). En cambio se le dijo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (v.35a). El ángel explica de forma inmediata por qué esto era tan importante: «Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios» (v.35b). Aquí vemos cómo Jesús es completamente humano (nacido de forma normal) y aun así también completamente Dios (concebido por el Espíritu Santo).
Los cristianos de todas las iglesias (católica, ortodoxa, protestante y pentecostal) creemos en Jesús como Salvador, Mesías e Hijo de Dios. Ser cristianos es ser seguidores de Cristo. Todos los seguidores de Jesús somos hijos de Dios (Juan 1:12). Esto nos hace hermanos y hermanas. Además, si pertenecemos a Cristo, el Espíritu Santo vive en cada uno de nosotros (Romanos 8:9).
Esto es lo que nos une como cristianos. Por ello, las batallas nunca deberían ser contra nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Las luchas internas destruyen y distraen. Debemos enfocarnos en la batalla real, que es en torno al Rey.
María establece un maravilloso ejemplo de la actitud correcta. Para María, el Señor está con ella (Lucas 1:28), dentro de ella (v.35) y sobre ella (v.38). Aunque, desde luego, María es singular por ser la madre de Jesús, todos los creyentes podemos experimentar esa misma conexión con el Señor.
La forma en que batallamos contra la triple alianza del enemigo es con la triple alianza del Señor.
Primero, así como dijo el ángel a María: «el Señor está contigo» (v.28), de igual modo las últimas palabras de Jesús a sus discípulos fueron: «estaré con ustedes siempre» (Mateo 28:20). Cualquiera que sea la circunstancia que enfrentes, no tienes por qué temer. El Rey está contigo.
Segundo, el Espíritu Santo está dentro de ti. Así como el Espíritu Santo vino sobre María (Lucas 1:35) para producir un nacimiento físico, de igual modo el Espíritu Santo viene sobre ti para traer el nacimiento espiritual. Los hijos de Dios «no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios» (Juan 1:13).
Tercero, el Rey está sobre ti. Eres llamado a ser siervo del Señor. La respuesta de María es una de confianza sólida, valiente, dignificada y sin temor. Es un significativo modelo de fe. En el acto de fe más grande y decisivo de la historia, se ofreció a sí misma a Dios como una página en blanco en la que Él podía escribir lo que quería. Me encanta esta traducción: «Yo soy esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho» (Lucas 1:38, DHH).
Oración
Señor, ayúdanos a enfocarnos en la batalla real y unirnos en torno al Rey: Salvador, Mesías e Hijo de Dios. Quiero decir, como María, «Aquí me tienes Señor. Haz conmigo lo que quieras».
Números 1:1-2:9
Censo de las tribus de Israel
1El Señor le habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en la Tienda de reunión, el día primero del mes segundo, en el segundo año después de que los israelitas salieron de Egipto. Le dijo: 2 «Hagan un censo de toda la comunidad de Israel por clanes y por familias patriarcales, anotando uno por uno los nombres de todos los varones. 3 Tú y Aarón reclutarán por escuadrones a todos los varones israelitas mayores de veinte años que sean aptos para el servicio militar. 4 Para esto contarán con la colaboración de un hombre de cada tribu, que sea jefe de una familia patriarcal.
Los encargados del censo
5 »Éstos son los nombres de quienes habrán de ayudarles:
por la tribu de Rubén, Elisur hijo de Sedeúr;
6 por la de Simeón, Selumiel hijo de Zurisaday;
7 por la de Judá, Naasón hijo de Aminadab;
8 por la de Isacar, Natanael hijo de Zuar;
9 por la de Zabulón, Eliab hijo de Helón;
10 por las tribus de los hijos de José:
Elisama hijo de Amiud por la tribu de Efraín,
y Gamaliel hijo de Pedasur por la de Manasés;
11 por la tribu de Benjamín, Abidán hijo de Gedeoni;
12 por la de Dan, Ajiezer hijo de Amisaday;
13 por la de Aser, Paguiel hijo de Ocrán;
14 por la de Gad, Eliasaf hijo de Deuel;
15 por la de Neftalí, Ajirá hijo de Enán.»
16 A éstos la comunidad los nombró jefes de las tribus patriarcales y comandantes de los escuadrones de Israel.
El censo y sus resultados
17 Moisés y Aarón tomaron consigo a los hombres que habían sido designados por nombre, 18 y el día primero del mes segundo reunieron a toda la comunidad. Uno por uno fueron empadronados por clanes y por familias patriarcales. De este modo quedaron anotados los nombres de todos los varones mayores de veinte años, 19 tal como el Señor se lo había mandado a Moisés. Este censo lo hizo Moisés en el desierto de Sinaí.
20 Los descendientes de Rubén, primogénito de Israel, quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales, según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 21 El número de la tribu de Rubén llegó a cuarenta y seis mil quinientos hombres.
22 Los descendientes de Simeón quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 23 El número de la tribu de Simeón llegó a cincuenta y nueve mil trescientos hombres.
24 Los descendientes de Gad quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 25 El número de la tribu de Gad llegó a cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta hombres.
26 Los descendientes de Judá quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 27 El número de la tribu de Judá llegó a setenta y cuatro mil seiscientos hombres.
28 Los descendientes de Isacar quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 29 El número de la tribu de Isacar llegó a cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.
30 Los descendientes de Zabulón quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 31 El número de la tribu de Zabulón llegó a cincuenta y siete mil cuatrocientos hombres.
32 Los descendientes de José:
Los descendientes de Efraín quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 33 El número de la tribu de Efraín llegó a cuarenta mil quinientos hombres.
34 Los descendientes de Manasés quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 35 El número de la tribu de Manasés llegó a treinta y dos mil doscientos hombres.
36 Los descendientes de Benjamín quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 37 El número de la tribu de Benjamín llegó a treinta y cinco mil cuatrocientos hombres.
38 Los descendientes de Dan quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 39 El número de la tribu de Dan llegó a sesenta y dos mil setecientos hombres.
40 Los descendientes de Aser quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 41 El número de la tribu de Aser llegó a cuarenta y un mil quinientos hombres.
42 Los descendientes de Neftalí quedaron registrados por clanes y por familias patriarcales según su genealogía. Uno por uno fueron empadronados todos los varones mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar. 43 El número de la tribu de Neftalí llegó a cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres.
44 Éste es el resultado del censo que hicieron Moisés y Aarón, con la ayuda de los doce jefes de Israel, cada uno en representación de su familia patriarcal. 45 Todos los israelitas mayores de veinte años que eran aptos para el servicio militar fueron anotados, según su familia patriarcal. 46 El total llegó a seiscientos tres mil quinientos cincuenta israelitas censados.
Los levitas
47 Los levitas no fueron censados con los demás, 48 porque el Señor le había dicho a Moisés: 49 «A la tribu de Leví no la incluirás en el censo de los hijos de Israel. 50 Más bien, tú mismo los pondrás a cargo del santuario del pacto, de todos sus utensilios y de todo lo relacionado con él. Los levitas transportarán el santuario y todos sus utensilios. Además, serán los ministros del santuario y acamparán a su alrededor. 51 Cuando haya que trasladar el santuario, los levitas se encargarán de desarmarlo; cuando haya que instalarlo, serán ellos quienes lo armen. Pero cualquiera que se acerque al santuario y no sea sacerdote, morirá. 52 Todos los israelitas acamparán bajo su propio estandarte y en su propio campamento, según sus escuadrones. 53 En cambio, los levitas acamparán alrededor del santuario del pacto, para evitar que Dios descargue su ira sobre la comunidad de Israel. Serán, pues, los levitas los encargados de cuidar el santuario del pacto.»
54 Los israelitas hicieron todo conforme a lo que el Señor le había mandado a Moisés.
Disposición de las tribus en el campamento
2El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: 2 «Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda de reunión, mirando hacia ella, cada cual bajo el estandarte de su propia familia patriarcal.
3 »Al este, por donde sale el sol, acamparán los que se agrupan bajo el estandarte del campamento de Judá, según sus escuadrones. Su jefe es Naasón hijo de Aminadab. 4 Su ejército está integrado por setenta y cuatro mil seiscientos hombres.
5 »A un lado de Judá acampará la tribu de Isacar. Su jefe es Natanael hijo de Zuar. 6 Su ejército está integrado por cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.
7 »Al otro lado acampará la tribu de Zabulón. Su jefe es Eliab hijo de Helón. 8 Su ejército está integrado por cincuenta y siete mil cuatrocientos hombres.
9 »Todos los reclutas del campamento de Judá, según sus escuadrones, suman ciento ochenta y seis mil cuatrocientos hombres, los cuales marcharán a la cabeza.
Comentario
Escucha a Dios
Las batallas de la vida no tienen por qué intimidarte. A lo largo de la historia, el pueblo de Dios ha enfrentado obstáculos y desafíos. El libro de Números trata sobre cómo el pueblo de Dios se prepara para la batalla.
En el libro del Éxodo vemos al pueblo de Dios como un pueblo liberado mientras que en el Levítico, lo vemos como un pueblo santo. En Números, lo vemos como una fuerza de combate. En los capítulos de hoy vemos un énfasis militar que establece el tono de todo el libro.
Cuando leemos esto a través de la lente de Jesús, vemos que la vida cristiana es una batalla espiritual. El apóstol Pablo lo describe como una batalla contra las fuerzas espirituales de maldad en las esferas celestiales (Efesios 6:12). Eres liberado por la cruz. Has sido santificado pero tienes una batalla en tus manos. Así como el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento se preparaba para sus batallas, debes estar preparado.
En estos pasajes vemos tres claves:
- Recibe instrucciones de Dios
«El Señor le habló a Moisés en el desierto de Sinaí» (Números 1:1). Dios puede hablarte aun en los períodos muy secos de tu vida o en un lugar que parezca totalmente sin Dios. Desde luego, no basta simplemente con escuchar las instrucciones de Dios, debes obrar en respuesta a ellas. Este conjunto inicial de instrucciones termina con el informe de que el pueblo de Dios hizo «todo conforme a lo que el Señor le había mandado a Moisés» (v.54).
- Desarrolla buen liderazgo
Los líderes eran designados entre los miembros de la comunidad (v.16) y la representaban (v.4), pero en última instancia eran escogidos por Dios.
El liderazgo es clave en cada nivel y sección de la sociedad. Los padres son líderes en el hogar, los maestros son líderes en las escuelas. Necesitamos buen liderazgo en la iglesia, la empresa, la justicia, el gobierno, los medios, las artes y más.
- Moviliza al pueblo
Todos deben enlistarse («anotando uno por uno los nombres de todos los varones», v.2). Esta expresión aparece una y otra vez en el pasaje. Cada individuo es importante para Dios y tiene una parte significativa que desempeñar en sus planes. Lo que al principio parecen estadísticas secas son, en efecto, una herramienta clave para movilizar y equipar a todo el pueblo de Dios.
Eugene Peterson afirma en su introducción al libro de Números en la traducción bíblica The Message: «Necesitamos ayuda organizacional. Cuando la gente está en comunidad deben asignarse tareas, nombrarse líderes y formarse inventarios. Llevar una contabilidad y planificar tareas forma parte de lo que significa ser comunidad de Dios; es algo que está al mismo nivel que la oración, la enseñanza y la justicia. Tener una aritmética precisa es parte de lo que conlleva convertirse en un pueblo de Dios» (MSG).
Oración
Señor, oro para que suscites un buen liderazgo, tanto en la iglesia como en la sociedad, y que puedas movilizar al pueblo para las batallas que nos esperan.
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Lucas 1:26-38
Estoy fascinada con María. Qué persona tan extraordinaria tuvo que haber sido. Que te digan que vas a tener un bebé es una experiencia maravillosa. Pero cuando eres joven, no estás casada y eres virgen, que te digan que llevarás en tu vientre al «Hijo del Altísimo» (v.32) podría parecerte algo imposible y aterrador. Quedarse embarazada sin estar casada en aquella sociedad era algo terrible. Lo normal sería pensar que estaría preocupada por su reputación. Era algo que pondría en peligro su casamiento con José, ofendería a su familia y pondría su vida misma en peligro. Pero ella simplemente dijo: «He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra» (v.38, RVA 2015).
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Referencias
Notas:
Eugene Peterson, The Message, (Navpress Publishing Group, 2002) p.169
Raniero Canatalamessa, Ven Espíritu Creador: Meditaciones sobre el Veni Creator, (Paulinas, 2011)