Tres claves para acelerar
Introducción
Años atrás, nos pidieron que Pippa y yo habláramos en una conferencia en Somerset, en el suroeste de Inglaterra. El viaje desde Londres debía llevar alrededor de tres horas. Sin embargo, era un día realmente caluroso y delante de nosotros se había incendiado un camión de heno, derramando su carga en la carretera y como resultado había derretido el asfalto. Estuvimos atascados, casi inmóviles, durante cinco horas. Finalmente, fue un gran alivio cuando llegó el momento de acelerar.
En nuestra vida personal, en la vida de la iglesia y el ministerio hay momentos en los que sentimos como si estuviéramos atascados y fuéramos incapaces de avanzar. En otras ocasiones, comienzan a aparecer puertas y caminos abiertos, y entonces es tiempo de acelerar.
Parece ser que los pilotos de Fórmula 1 tienen que estar excepcionalmente en forma y físicamente preparados debido a las fuerzas que se ejercen en su cuerpo durante la carrera. En nuestros pasajes bíblicos de hoy observaremos tres claves para lograr una aceleración que resulte emocionante y desafiante a la vez.
Salmos 9:1-6
Salmo 9
Al director musical. Sígase la tonada de «La muerte del hijo». Salmo de David.
1 Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
y contar todas tus maravillas.
2 Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
3 Mis enemigos retroceden;
tropiezan y perecen ante ti.
4 Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado;
tú, juez justo, ocupas tu trono.
5 Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados;
¡para siempre borraste su memoria!
6 Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo;
arrancaste de raíz sus ciudades,
y hasta su recuerdo se ha desvanecido.
Comentario
Espera oposición
La aceleración puede conducir a una oposición creciente. Cuanto más elevado sea tu perfil, más críticas recibirás. El pueblo de Dios siempre ha enfrentado oposición. David enfrentó muchos «enemigos» (Salmo 9:3-6). La oposición y la enemistad son extremadamente dolorosas y difíciles. En última instancia, no obstante, se nos promete que venceremos en Cristo.
En el salmo de hoy vislumbramos esta realidad. David alaba a Dios por la victoria: «Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas. Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo. Mis enemigos retroceden…» (vv.1-3).
Vivimos en un mundo hostil. Jesús advirtió: «No crean que he venido a traer paz a la tierra» (Mateo 10:34). Quiere decir: «Que no les sorprenda la oposición». Sean pacificadores (5:9,38-48). Somos llamados a quebrar el ciclo de la venganza. La oposición, sin embargo, puede venir aun de quienes te rodean (10:34-36).
Millones de seguidores de Jesús alrededor del mundo enfrentan persecución física simplemente por causa de su fe. Algunos hacen frente a la oposición, la represión y la discriminación que proceden de gobiernos, tanto en el plano nacional como el local.
Puede que en tu vida no enfrentes esa clase de oposición, pero de todos modos deberías aguardar cierta oposición: sea de medios de comunicación hostiles, amigos o familiares que no entiendan tu fe, o compañeros de trabajo que estén en desacuerdo con tus valores.
Oración
Señor, frente a la oposición, te alabo con mi corazón. Hablaré de tus maravillas. Estaré contento y me regocijaré en ti (Salmo 9:1-2a).
Mateo 10:32-11:15
32 »A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. 33 Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo.
34 »No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz sino espada. 35 Porque he venido a poner en conflicto
“al hombre contra su padre,
a la hija contra su madre,
a la nuera contra su suegra;
36 los enemigos de cada cual serán los de su propia familia”.
37 »El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. 39 El que encuentre su vida, la perderá, y el que la pierda por mi causa, la encontrará.
40 »Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me envió. 41 Cualquiera que recibe a un profeta por tratarse de un profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo por tratarse de un justo, recibirá recompensa de justo. 42 Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa.»
Jesús y Juan el Bautista
11Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en otros pueblos.
2 Juan estaba en la cárcel, y al enterarse de lo que Cristo estaba haciendo, envió a sus discípulos a que le preguntaran:
3 —¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?
4 Les respondió Jesús:
—Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo: 5 Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas. 6 Dichoso el que no tropieza por causa mía.
7 Mientras se iban los discípulos de Juan, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 8 Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que usan ropa de lujo están en los palacios de los reyes. 9 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y más que profeta. 10 Éste es de quien está escrito:
»“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino.”
11 Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. 12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él. 13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. 14 Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir. 15 El que tenga oídos, que oiga.
Comentario
Abraza el sacrificio
Jesús llama a sus discípulos a estar dispuestos a sacrificar todo por su causa: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí» (10:37). Tu amor por Jesús debe exceder aun el amor más grande que tengas por las personas más cercanas a ti.
Jesús prosigue: «… y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que la pierda por mi causa, la encontrará (vv.38-39). Tal vez sea lo que el apóstol Pablo quiso decir al instarnos a ofrecer nuestro «cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» (Romanos 12:1).
Esta es la manera como descubres la voluntad de Dios para tu vida, la cual es «buena, agradable y perfecta» (v.2) Si quieres que Dios te use más, si quieres acelerar, debes estar dispuesto a abrazar esa clase de sacrificio.
Nada de lo que hagas al servir a Jesús será tiempo ni esfuerzo malgastado. Jesús dice: «Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa» (Mateo 10:42).
Martín de Tours (316-397 d.C.) fue obispo en Tours, Francia, desde el año 371 d.C. Una noche muy fría, mientras cabalgaba en su corcel, pasó junto a un mendigo. Martín bajó de su caballo, cortó su túnica en dos y le dio una mitad al indigente. Esa noche Martín tuvo un sueño en el que vio a Jesús con sus hombros cubiertos por la túnica que había sido dividida. Cuando se le preguntó por la procedencia tal abrigo, Jesús respondió: «Me la entregó mi siervo Martín».
En el contexto inmediato de Mateo, el sacrificio al que se refiere Jesús puede ser simplemente identificarse con él en un mundo hostil. Dice: «A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo» (vv.32-33).
«Reconocer» a Jesús puede suscitar oposición y generar dificultades. Para varios de los primeros discípulos esta significó literalmente tomar la cruz y seguirlo (v.38), aun hasta la muerte. Para nosotros el costo puede ser distinto pero también somos llamados a tener el mismo compromiso radical con Jesús.
Oración
Señor, ayúdame a abrazar el sacrificio, a tomar mi cruz y seguirte, a estar más dispuesto a identificarme contigo y no avergonzarme de reconocerte, sin importar bajo qué circunstancias. Hoy te ofrezco mi cuerpo como un sacrificio vivo.
Génesis 27:1-28:22
Isaac bendice a Jacob
27Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor.
—¡Hijo mío! —le dijo.
—Aquí estoy —le contestó Esaú.
2 —Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme. 3 Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal. 4 Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te bendeciré antes de que muera.
5 Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6 ella le dijo a su hijo Jacob:
—Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu hermano Esaú 7 que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señorcomo testigo. 8 Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando. 9 Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta. 10 Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse.
11 Pero Jacob le dijo a su madre:
—Hay un problema: mi hermano Esaú es muy velludo, y yo soy lampiño. 12 Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme.
13 —Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabritos.
14 Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre. 15 Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. 16 Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, 17 y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado.
18 Jacob se presentó ante su padre y le dijo:
—¡Padre!
—Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac.
19 —Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siéntate a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición.
20 Pero Isaac le preguntó a su hijo:
—¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío?
—El Señortu Dios me ayudó —respondió Jacob.
21 Isaac le dijo:
—Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú.
22 Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo:
—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú.
23 Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo 24 cuando volvió a preguntarle:
—¿En serio eres mi hijo Esaú?
—Claro que sí —respondió Jacob.
25 Entonces su padre le dijo:
—Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición.
Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. 26 Luego le dijo su padre:
—Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso.
27 Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo bendijo con estas palabras:
«El olor de mi hijo es como el de un campo
bendecido por el Señor.
28 Que Dios te conceda el rocío del cielo;
que de la riqueza de la tierra
te dé trigo y vino en abundancia.
29 Que te sirvan los pueblos;
que ante ti se inclinen las naciones.
Que seas señor de tus hermanos;
que ante ti se inclinen los hijos de tu madre.
Maldito sea el que te maldiga,
y bendito el que te bendiga.»
30 No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. 31 También él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo:
—Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición.
32 Pero Isaac lo interrumpió:
—¿Quién eres tú?
—Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió.
33 Isaac comenzó a temblar y, muy sobresaltado, dijo:
—¿Quién fue el que ya me trajo lo que había cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará.
34 Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:
—¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas!
35 Pero Isaac le respondió:
—Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía.
36 —¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí?
37 Isaac le respondió:
—Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío?
38 Pero Esaú insistió:
—¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!
Y se echó a llorar. 39 Entonces su padre le dijo:
«Vivirás lejos de las riquezas de la tierra,
lejos del rocío que cae del cielo.
40 Gracias a tu espada,
vivirás y servirás a tu hermano.
Pero cuando te impacientes,
te librarás de su opresión.»
Jacob huye de Esaú
41 A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su hermano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.»
42 Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo:
—Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti. 43 Por eso, hijo mío, obedéceme: Prepárate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán, 44 y quédate con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45 Cuando ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscarte. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día?
46 Luego Rebeca le dijo a Isaac:
—Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!
28Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó:
—No te cases con ninguna mujer de aquí de Canaán. 2 Vete ahora mismo a Padán Aram, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate allá con una de las hijas de tu tío Labán. 3 Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y haga que salgan de ti numerosas naciones. 4 Que también te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedan poseer esta tierra donde ahora vives como extranjero, esta tierra que Dios le prometió a Abraham.
5 Así envió Isaac a Jacob a Padán Aram, a la casa de Labán, quien era hijo de Betuel el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú.
6 Esaú supo que Isaac había bendecido a Jacob, y que lo había enviado a Padán Aram para casarse allá. También se enteró de que, al bendecirlo, le dio la orden de no casarse con ninguna cananea, 7 y de que Jacob había partido hacia Padán Aram en obediencia a su padre y a su madre. 8 Entonces Esaú se dio cuenta de la antipatía de su padre por las cananeas. 9 Por eso, aunque ya tenía otras esposas cananeas, Esaú fue hasta donde vivía Ismael hijo de Abraham y se casó con su hija Majalat, que era hermana de Nebayot.
El sueño de Jacob en Betel
10 Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán. 11 Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12 Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13 En el sueño, el Señorestaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14 Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. 15 Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.»
16 Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el Señorestá en este lugar, y yo no me había dado cuenta.» 17 Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombroso es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!»
18 A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. 19 En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel.
20 Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, 21 y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señorserá mi Dios. 22 Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»
Comentario
Disfruta los retos y los desafíos
Si queremos ver aceleración en el avance del reino de Dios, Jesús dice que tendremos que ser gente esforzada (Mateo 11:12). (Algunas traducciones usan la palabra «violentos» en vez de «esforzados». No obstante, la mayoría de los comentaristas prefiere esta traducción y una interpretación positiva). Es gente que no se amedrenta ante la oposición ni la necesidad de sacrificio. De hecho, disfrutan de los retos y los desafíos.
Al estudiar la historia de la Iglesia vemos muchos ejemplos de hombres y mujeres que nos inspiran por su vida apasionante, dinámica y proactiva. Han sido usados para cambiar el mundo. A lo largo de la historia, el reino de los cielos ha venido avanzando por gente esforzada, llena del Espíritu, aferrada a él.
Jesús dice: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él» (Mateo 11:12). El contexto de estas palabras es que Juan el Bautista, en prisión, pregunta si Jesús era aquel sobre el que se había profetizado. En efecto, Jesús responde diciendo: «Miren la evidencia» (vv.4-5).
Jesús prosigue diciendo que Juan el Bautista fue la persona más grande que haya vivido antes de Jesús y su Iglesia (v.11). Juan el Bautista fue el último de los profetas del antiguo pacto (v.13). Vemos muchos ejemplos en el Antiguo Testamento de hombres y mujeres esforzados que se mencionan en el versículo 12.
Jacob fue un hombre esforzado. Luego leemos cómo fue esforzado en un buen sentido: determinado a conocer la bendición de Dios (ver Génesis 32:22-32). No obstante, en este pasaje advertimos cómo su naturaleza esforzada lo llevó a obrar erróneamente. Estaba absolutamente determinado a obtener la bendición de su padre. Sabía cuán importante era, por lo que terminó usando el engaño para conseguirla (capítulo 27).
La madre de Jacob, Rebeca, también era una mujer esforzada. No solo mostró favoritismo por Jacob sino que también se involucró en la conspiración para engañar a Isaac. El resultado final fue una disputa familiar monumental cuyas consecuencias se extendieron a lo largo de los siglos.
Es una historia muy poco edificante y puede que nos preguntemos qué decir ante ella. ¡Ciertamente no parece ser un buen ejemplo a seguir!
Pese a todo, los planes y los propósitos de Dios siguieron en marcha. Sus promesas a Abraham y sus descendientes continuaron. Son transmitidas a Jacob (28:13-15), exactamente como Dios había prometido antes de que los hermanos nacieran (25:23). Si todos hubieran actuado abierta y honradamente, podría haberse evitado gran parte del dolor y la amargura.
Casi todo lo concerniente a estas historias y aquellas gentes es imperfecto, y aun así Dios se las arregla para obrar por medio de ellas. Es un alivio saber que un Dios perfecto puede usar gente imperfecta.
Dios bendijo a Jacob. Su padre, Isaac, dio su bendición (28:3-4). Luego Dios habla a Jacob en un sueño. Ve una escalera que sube desde la tierra al cielo, con ángeles de Dios que ascienden y descienden (v.12). Hay un camino abierto entre el cielo y la tierra para todos. Dios dice: «… todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas» (vv.14b-15a).
Dios usó a estos hombres y mujeres esforzados: Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel. Pero Jesús no dice que ninguno de ellos fuera más grande que Juan el Bautista. Y Juan el Bautista no es más grande que el último de los seguidores de Jesús en los días del reino de los cielos… ¡y eso te incluye a ti!
Oración
Señor, gracias por estar conmigo y protegerme a donde quiera que vaya. Ayúdame a ser contado entre la gente esforzada que disfruta el regocijo, el entusiasmo y el desafío de una vida invertida en seguir a Jesús.
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Génesis 27
El engaño y las mentiras no contribuyen a la unidad familiar.
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