¿Flojos con el crimen?
Introducción
Los titulares periodísticos suelen expresar indignación ante jueces que son «blandos con el crimen» y no imponen los castigos adecuados por los delitos cometidos.
Cuando trabajaba como abogado, noté que en el ambiente profesional no se respetaba a los jueces considerados demasiado indulgentes. ¡Queremos jueces que hagan justicia! No esperamos que sean simplemente misericordiosos.
Por otro lado, queremos misericordia en nuestras relaciones personales. Un padre amoroso será misericordioso con sus hijos. Se espera que los amigos sean misericordiosos entre sí. Por lo general, la justicia y la misericordia no van de la mano. Tendemos a verlas como opciones alternativas. Esperamos justicia o misericordia, pero no que ambas aparezcan simultáneamente.
No obstante, Dios es alguien que juzga con justicia y también es un Dios de misericordia. ¿Cómo puede combinar estas dos características que en apariencia son contradictorias? La respuesta es que el sacrificio de Jesús ha hecho posible que Dios combinara tanto la justicia como la misericordia.
Cuando conocí a Jesús, la siguiente ilustración me ayudó a entender lo que él logró por nosotros en la cruz: Dos personas asistieron juntas a la escuela y la universidad, forjando una estrecha amistad. La vida siguió su curso y cada una recorrió caminos separados, perdiendo el contacto entre sí. Una progresó en su carrera y se convirtió en juez, mientras que la otra cayó una espiral descendiente que le llevó a delinquir. Un día, este delincuente fue llevado ante el juez. Había cometido un delito por el que se declaraba culpable. El juez reconoció a su antiguo amigo y enfrentó el dilema que, en efecto, Dios enfrenta.
Era un juez, por lo que debía ser justo; simplemente no podía liberar al hombre. Por otro lado quería ser misericordioso, porque amaba a su amigo. Así que le impuso una multa adecuada como castigo por el delito cometido. Eso fue hacer justicia. Luego se bajó del estrado, de su posición como juez, y preparó un cheque para cubrir el monto de la sanción. Se lo dio a su amigo, diciéndole que pagaría la multa por él. Fue un acto de misericordia, amor y sacrificio.
La ilustración no es totalmente exacta. Nuestra situación es peor: la pena que enfrentamos es la muerte. La relación es más estrecha: tu Padre celestial te ama más de lo que cualquier padre terrenal ama a sus hijos. Y el costo es mucho mayor. Le costó a Dios más que dinero: vino él mismo, en la persona de Jesús, y pagó la pena por el pecado.
Dios no es indulgente con el delito. En su justicia, Dios nos juzga porque somos culpables. Pero entonces en su misericordia y amor descienden en la persona de su Hijo, Jesucristo, y paga la pena por nosotros. Por medio del sacrificio de Jesús en la cruz, Dios es justo y misericordioso.
Salmos 9:13-20
13 Ten compasión de mí, Señor;
mira cómo me afligen los que me odian.
Sácame de las puertas de la muerte,
14 para que en las puertas de Jerusalén
proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.
15 Han caído los paganos
en la fosa que han cavado;
sus pies quedaron atrapados
en la red que ellos mismos escondieron.
16 Al Señor se le conoce porque imparte justicia;
el malvado cae en la trampa que él mismo tendió.
17 Bajan al sepulcro los malvados,
todos los paganos que de Dios se olvidan.
18 Pero no se olvidará para siempre al necesitado,
ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.
19 ¡Levántate, Señor!
No dejes que el hombre prevalezca;
¡haz que las naciones comparezcan ante ti!
20 Infúndeles terror, Señor;
¡que los pueblos sepan que son simples mortales!
Comentario
Descansa en la justicia de Dios
David sabe que Dios es un Dios de justicia: «Al Señor se le conoce porque imparte justicia» (v.16). También clama por misericordia: «Ten compasión de mí \[…\] para que en las puertas de Jerusalén proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación» (vv.13-14).
En este salmo, el deseo de justicia y el de misericordia vienen juntos. David pide en oración que Dios tenga misericordia de él mediante el juicio sobre sus enemigos: «¡Levántate, Señor! \[…\] ¡Haz que las naciones comparezcan ante ti!» (v.19).
En ocasiones pensamos en la justicia de forma negativa, como si se tratara principalmente de imponer un castigo. Pero la justicia también es profundamente positiva. En hebreo, la palabra usada para justicia (mishpat) conlleva el sentido de enmendar las cosas. Por la justicia de Dios, David puede confiar en que «no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre» (v.18).
Oración
Gracias, Señor, por ser un Dios de justicia. Gracias porque un día habrá justicia para el pueblo de Siria, Irak, Irán, Afganistán, Zimbabue, Sudán, Corea del Norte, Eritrea y cada lugar en donde vemos la injusticia en nuestro mundo actual. Gracias porque un día habrá justicia para los pobres y los oprimidos.
Mateo 12:1-21
Señor del sábado
12Por aquel tiempo pasaba Jesús por los sembrados en sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a arrancar algunas espigas de trigo y comérselas. 2 Al ver esto, los fariseos le dijeron:
—¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado.
3 Él les contestó:
—¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? 4 Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros comieron los panes consagrados a Dios, lo que no se les permitía a ellos sino sólo a los sacerdotes. 5 ¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa? 6 Pues yo les digo que aquí está uno más grande que el templo. 7 Si ustedes supieran lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”, no condenarían a los que no son culpables. 8 Sepan que el Hijo del hombre es Señor del sábado.
9 Pasando de allí, entró en la sinagoga, 10 donde había un hombre que tenía una mano paralizada. Como buscaban un motivo para acusar a Jesús, le preguntaron:
—¿Está permitido sanar en sábado?
11 Él les contestó:
—Si alguno de ustedes tiene una oveja y en sábado se le cae en un hoyo, ¿no la agarra y la saca? 12 ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer el bien en sábado.
13 Entonces le dijo al hombre:
—Extiende la mano.
Así que la extendió y le quedó restablecida, tan sana como la otra. 14 Pero los fariseos salieron y tramaban cómo matar a Jesús.
El siervo escogido por Dios
15 Consciente de esto, Jesús se retiró de aquel lugar. Muchos lo siguieron, y él sanó a todos los enfermos, 16 pero les ordenó que no dijeran quién era él. 17 Esto fue para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
18 «Éste es mi siervo, a quien he escogido,
mi amado, en quien estoy muy complacido;
sobre él pondré mi Espíritu,
y proclamará justicia a las naciones.
19 No disputará ni gritará;
nadie oirá su voz en las calles.
20 No acabará de romper la caña quebrada
ni apagará la mecha que apenas arde,
hasta que haga triunfar la justicia.
21 Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.»
Comentario
Recibe la misericordia de Jesús
En ocasiones enviamos paquetes y pegamos una etiqueta con las palabras «Frágil – Tratar con cuidado». ¿Alguna vez sentiste la necesidad de aplicar una etiqueta así sobre tu persona?
Jesús rechazó por completo el legalismo de los fariseos (vv.1-12), citando y cumpliendo la profecía de Oseas: «Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios» (Mateo 12:7, Oseas 6:6). La justicia y el legalismo no son lo mismo (de hecho pueden llegar a ser valores opuestos). Jesús incumple las estipulaciones legalistas y farisaicas al sanar a un hombre en el día de reposo mediante un acto de gran misericordia, amor y compasión (Mateo 12:13-14).
Jesús combina la justicia y la misericordia. Cumple todas las promesas del Antiguo Testamento que hablan de que Dios llevaría la justicia a las naciones. Aquí Mateo cita la profecía de Isaías (Isaías 42:1-4), que Jesús cumplió (Mateo 12:18-21). Traería «justicia a las naciones» (v.18c) y haría «triunfar la justicia» (v.20c).
Además, él está lleno de misericordia, amor y compasión: «No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia» (v.20). Hay momentos en la vida cuando estamos física, emocional o espiritualmente frágiles, como una «caña quebrada» o una «mecha que apenas arde».
A diferencia de muchos, Jesús sigue mostrándonos misericordia, amor y compasión aun cuando somos débiles y frágiles. Cuando estamos en fragilidad, Jesús nos «trata con cuidado».
Jesús cita uno de los «cantos del siervo» de Isaías 40 al 55. Estos cantos tratan sobre el siervo sufriente que sacrificará su vida a fin de obtener el perdón para los pecados (Isaías 52:13–53:12).
En estos «cantos del siervo», la misericordia y la justicia de Dios van de la mano. El mundo es rectificado; la injusticia y la opresión terminadas, y los necesitados y oprimidos hechos libres. Pero es Dios mismo quien hace el sacrificio, quien carga el castigo y las consecuencias de nuestros pecados. En lugar de ser aplastados por la justicia de Dios, somos liberados. En la cruz, la misericordia y la justicia se encuentran.
Oración
Gracias, Jesús, por venir como siervo sufriente. Gracias por haber hecho posible que la justicia y la misericordia se unieran por medio de tu sacrificio en la cruz.
Génesis 31:1-55
Jacob huye de Labán
31Pero Jacob se enteró de que los hijos de Labán andaban diciendo: «Jacob se ha ido apoderando de todo lo que le pertenecía a nuestro padre, y se ha enriquecido a costa suya.» 2 También notó que Labán ya no lo trataba como antes. 3 Entonces el Señorle dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, donde están tus parientes, que yo estaré contigo.»
4 Jacob mandó llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaba el rebaño, 5 y les dijo:
—Me he dado cuenta de que su padre ya no me trata como antes. ¡Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo! 6 Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas. 7 No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces. Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño. 8 Si él acordaba conmigo: “Los animales manchados serán tu salario”, todas las hembras tenían crías manchadas; y si él acordaba: “Los animales rayados serán tu salario”, todas las hembras tenían crías rayadas. 9 Así Dios le ha quitado el ganado al padre de ustedes, y me lo ha dado a mí.
10 »En cierta ocasión, durante la época en que los animales estaban en celo, tuve un sueño. En ese sueño veía que los chivos que cubrían a las cabras eran rayados, manchados o moteados. 11 En ese mismo sueño, el ángel de Dios me llamó: “¡Jacob!” Y yo le respondí: “Aquí estoy.” 12 Entonces él me dijo: “Fíjate bien, y te darás cuenta de que todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados. Yo he visto todo lo que te ha hecho Labán. 13 Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una estela y me hiciste una promesa. Vete ahora de esta tierra, y vuelve a la tierra de tu origen.”
14 Raquel y Lea le respondieron:
—Ya no tenemos ninguna parte ni herencia en la casa de nuestro padre. 15 Al contrario, nos ha tratado como si fuéramos extranjeras. Nos ha vendido, y se ha gastado todo lo que recibió por nosotras. 16 Lo cierto es que toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos. Por eso, haz ahora todo lo que Dios te ha ordenado.
17 Entonces Jacob se preparó y montó a sus hijos y a sus esposas en los camellos, 18 puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram, y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac.
19 Mientras Labán estaba ausente esquilando sus ovejas, Raquel aprovechó el momento para robarse los ídolos familiares. 20 Fue así como Jacob engañó a Labán el arameo y huyó sin decirle nada. 21 Jacob se escapó con todo lo que tenía. Una vez que cruzó el río Éufrates, se encaminó hacia la región montañosa de Galaad.
Labán persigue a Jacob
22 Al tercer día le informaron a Labán que Jacob se había escapado. 23 Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad. 24 Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo, y le dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!»
25 Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde éste había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes, 26 y le reclamó a Jacob:
—¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra! 27 ¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa. 28 Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio! 29 Mi poder es más que suficiente para hacerles daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: “¡Cuidado con amenazar a Jacob!” 30 Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses?
31 Jacob le respondió:
—La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza. 32 Pero si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo, y llévatelo.
Pero Jacob no sabía que Raquel se había robado los ídolos de Labán, 33 así que Labán entró en la carpa de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la carpa de Lea, entró en la de Raquel. 34 Pero Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la carpa, pero no los encontró. 35 Entonces Raquel le dijo a su padre:
—Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación.
Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos.
36 Entonces Jacob se enojó con Labán, e indignado le reclamó:
—¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera? 37 Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón. 38 Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños. 39 Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas. 40 De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía. 41 De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces me cambiaste el salario. 42 Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia.
43 Labán le replicó a Jacob:
—Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos? 44 Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio.
45 Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una estela, 46 y les dijo a sus parientes:
—¡Junten piedras!
Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras. 47 A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad.
48 —Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio.
Por eso se le llamó Galaad a ese lugar, 49 y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró:
—Que el Señornos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro. 50 Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros. 51 Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—. 52 Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño. 53 ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez!
Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac. 54 Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí.
55 A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.
Comentario
Regocíjate en el sacrificio de Dios
¿Alguna vez experimentaste una promesa de ascenso y promoción laboral que nunca llegó, o pasaste incontables horas trabajando hasta tarde para completar la tarea de una persona ingrata? ¿Alguna vez fuiste víctima de la envidia, la acusación falsa o el engaño?
Gran parte de este pasaje resuena en nuestra vida cotidiana. Por eso, en nuestras situaciones diarias de frustración y dolor nos llena de confianza saber que el Señor siempre tiene la última palabra.
En este pasaje vemos la quiebra de lo que era esencialmente un negocio familiar. Quizá Labán se aprovechó de su yerno. Ciertamente Jacob pensó que se habían aprovechado de sus buenas intenciones. Sintió que «Labán ya no lo trataba como antes» (v.2). Había puesto un 100% de esfuerzo en su trabajo, había obrado con todas sus fuerzas: «Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas» (v.6).
Las condiciones bajo las que trabajó Jacob habían sido muy duras. Su suegro había sido un jefe bastante severo. Había hecho que Jacob pagara por cualquier pérdida que ocurriera debido a un accidente o el robo por parte de otros (v.39). Sus condiciones laborales eran muy insatisfactorias (v.40).
Además, se sentía engañado. En lugar de subir su salario, parece que Labán lo redujo varias veces (v.7). Raquel y Lea también sentían que las habían tratado duramente. Habían sido vendidas a Jacob y luego vieron cómo su padre envidiaba el éxito de su marido (vv.14-16).
Es entendible que estuvieran resentidas con Labán. No obstante, su reacción no fue muy cortés. Cuando Labán estaba en su trabajo, huyeron. No le dieron la oportunidad de despedirse de sus hijos ni de sus nietos (vv.26,28). Encima de eso, por alguna razón incomprensible, Raquel le roba a su padre sin contárselo a su esposo.
Pese a todo, Dios bendice a Jacob: «Dios no le ha permitido \[a Labán\] causarme ningún daño» (v.7). Se vuelve más próspero que Labán. Ciertamente fue Dios quien llamó a Jacob para que regresara al hogar con Isaac y le prometió «yo estaré contigo» (v.3). Aunque Jacob estaba haciendo lo correcto, la forma en que se había hecho no era correcta. Sin embargo, Dios intervino a su favor hablándole a Labán en un sueño (v.24). Pero por ello, Jacob podría haber sido despedido con las manos vacías (v.42).
Al fin, negocian un acuerdo satisfactorio. En este pasaje vemos indicios premonitorios de lo que vendría. Tanto Jacob como Labán acudieron a Dios en busca de justicia (v.53). Luego viene el sacrificio (v.54).
Al buscar la justicia de Dios y ofrecer este sacrificio, se nos recuerda una vez más la cruz, donde la justicia y la misericordia de Dios se unen.
Oración
Padre, cómo podría agradecerte y alabarte lo suficiente. Gracias por ser justo y misericordioso. Gracias por el sacrificio de Jesús. Gracias porque, en tiempos de injusticia, puedo acudir a ti para obtener protección y misericordia. Ayúdame a ser misericordioso como eres conmigo.
Añadidos de Pippa
Pippa añade:
Génesis 31:32
¿Qué pretendía Raquel al robar los dioses de la casa de su padre? ¿Y qué hacía Labán teniendo dichos dioses en su poder?
Tenían otros dioses y Raquel había robado, mentido y obrado deshonestamente para con su padre… ¡no sorprende que Dios tuviera que darles los Diez Mandamientos!
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