Día 178

Tres cosas que Dios quiere darte

Sabiduría Salmos 78:9-16
Nuevo Testamento Hechos 17:1-21
Antiguo Testamento 1 Reyes 16:8-18:15

Introducción

Corrie ten Boom y su hermana Betsie eran mujeres cristianas de mediana edad en Holanda cuando la Segunda Guerra Mundial irrumpió. Resolvieron esconder a los judíos que huían de los Nazis y así rescataron a muchos. Con el tiempo, fueron arrestadas y llevadas al campo de concentración de Ravensbrück donde Betsie murió. Corrie sobrevivió milagrosamente para ser testigo de la manera en la que Dios puede salvar, sanar y perdonar.

Cuando le preguntaban cómo prepararse para la persecución, solía contar una historia de su niñez:

«Cuando era una chiquilla le dije un día a mi padre: “Papá, temo que nunca seré lo suficientemente fuerte para ser mártir por Jesucristo”. Mi padre respondió: “Dime, cuando tomas un tren para ir a Ámsterdam, ¿cuándo te doy el dinero para el pasaje? ¿Con tres semanas de antelación?”. “No papi, me das el dinero para el ticket justo antes de que entremos en el tren”. “Eso es” —replicó mi padre— “y lo mismo pasa con la fuerza de Dios. Nuestro padre celestial sabe cuándo necesitarás la fuerza para ser mártir por Jesucristo. Te dará todo lo que necesites justo a tiempo”».

Sabiduría

Salmos 78:9-16

9 La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros,
se puso en fuga el día de la batalla.
10 No cumplieron con el pacto de Dios,
sino que se negaron a seguir sus enseñanzas.
11 Echaron al olvido sus proezas,
las maravillas que les había mostrado,
12 los milagros que hizo a la vista de sus padres
en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.
13 Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran,
mientras mantenía las aguas firmes como un muro.
14 De día los guió con una nube,
y toda la noche con luz de fuego.
15 En el desierto partió en dos las rocas,
y les dio a beber torrentes de aguas;
16 hizo que brotaran arroyos de la peña
y que las aguas fluyeran como ríos.

Comentario

1. Guía continua

Dios te dará toda la guía que necesites. Al seguir recapitulando la historia de Israel, el salmista se acuerda de cómo «de día los guio con una nube, y toda la noche con luz de fuego» (v.14). En otras palabras, Dios los guio continuamente.

Tú ,en quien el Espíritu Santo mora, no deberías esperar menos. Eres «guiado por el Espíritu de Dios» (Romanos 8:14); el Espíritu Santo te proveerá con toda la guía que necesites.

Dios también satisfará tu hambre espiritual: «En el desierto partió en dos las rocas, y les dio a beber torrentes de aguas; hizo que brotaran arroyos de la peña y que las aguas fluyeran como ríos» (Salmo 78:15–16). Jesús te promete que, por medio del Espíritu Santo, ríos de agua viva manarán de tu interior (Juan 7:38).

Oración

Señor, necesito muchísimo de Tu Espíritu Santo y Tu guía. Te pido que hoy me llenes con Tu Espíritu Santo y que los ríos de agua viva fluyan dentro de mí.

Nuevo Testamento

Hechos 17:1-21

En Tesalónica

17Atravesando Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. 2 Como era su costumbre, Pablo entró en la sinagoga y tres sábados seguidos discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, 3 les explicaba y demostraba que era necesario que el Mesías padeciera y resucitara. Les decía: «Este Jesús que les anuncio es el Mesías.» 4 Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, como también lo hicieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios.

5 Pero los judíos, llenos de envidia, reclutaron a unos maleantes callejeros, con los que armaron una turba y empezaron a alborotar la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas, con el fin de procesarlos públicamente. 6 Pero como no los encontraron, arrastraron a Jasón y a algunos otros hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: «¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido también acá, 7 y Jasón los ha recibido en su casa! Todos ellos actúan en contra de los decretos del emperador, afirmando que hay otro rey, uno que se llama Jesús.» 8 Al oír esto, la multitud y las autoridades de la ciudad se alborotaron; 9 entonces éstas exigieron fianza a Jasón y a los demás para dejarlos en libertad.

En Berea

10 Tan pronto como se hizo de noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea, quienes al llegar se dirigieron a la sinagoga de los judíos. 11 Éstos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba. 12 Muchos de los judíos creyeron, y también un buen número de griegos, incluso mujeres distinguidas y no pocos hombres.

13 Cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que también en Berea estaba Pablo predicando la palabra de Dios, fueron allá para agitar y alborotar a las multitudes. 14 En seguida los hermanos enviaron a Pablo hasta la costa, pero Silas y Timoteo se quedaron en Berea. 15 Los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas. Luego regresaron con instrucciones de que Silas y Timoteo se reunieran con él tan pronto como les fuera posible.

En Atenas

16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos. 17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios, y a diario hablaba en la plaza con los que se encontraban por allí. 18 Algunos filósofos epicúreos y estoicos entablaron conversación con él. Unos decían: «¿Qué querrá decir este charlatán?» Otros comentaban: «Parece que es predicador de dioses extranjeros.» Decían esto porque Pablo les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección. 19 Entonces se lo llevaron a una reunión del Areópago.

—¿Se puede saber qué nueva enseñanza es esta que usted presenta? —le preguntaron—. 20 Porque nos viene usted con ideas que nos suenan extrañas, y queremos saber qué significan.

21 Es que todos los atenienses y los extranjeros que vivían allí se pasaban el tiempo sin hacer otra cosa más que escuchar y comentar las últimas novedades.

Comentario

2. Las buenas noticias

En un mundo que necesita desesperadamente de buenas noticias, Dios te ha provisto con un mensaje de buenas noticias. La palabra «evangelio» significa «buenas noticias», las «buenas nuevas de Jesús y de la resurrección» (v.18). Todo lo que necesitas está en Jesús. Todo se trata de Jesús.

Cada vez que des testimonio o hables sobre tu fe de cualquier otra manera, pregúntate «¿son buenas noticias?». Cada vez que predicamos tiene que ser una buena noticia; de lo contrario, no es el evangelio. Tu mensaje siempre debe ser de buenas noticias porque todo se trata de Jesús, su muerte y resurrección.

Dios te proveerá con las palabras apropiadas para cada ocasión. Tus palabras son poderosas y cambian vidas. Las buenas nuevas de Jesús son relevantes para todas las generaciones, culturas y situaciones de una manera dinámica. Las necesidades de la gente serán siempre las mismas. El mensaje del evangelio es siempre el mismo.

  • Explica las buenas noticias

Cuando Pablo fue a la sinagoga en Tesalónica, «basándose en las Escrituras, les explicaba y demostraba que era necesario que el Mesías padeciera y resucitara. Les enseñaba: «Este Jesús que les anuncio es el Mesías» (vv.2–3). Su cuidadosa explicación del evangelio dio como resultado que algunas personas «se convencieron» (v.4).

El hecho de que tu mensaje venga de Dios no impide que recibas críticas sin fundamento. El éxito de Pablo acarreó celos (v.5). Curiosamente, percibieron que Pablo ya tenía un impacto global: «¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido también acá» (v.6b).

  • Estudia las buenas noticias

Dios dio a Pablo y a Silas las palabras justas para los bereanos, los cuales respondieron bien a lo que escucharon. Recibieron el mensaje con «toda avidez» y «todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba» (v.11). Una vez más, el mensaje tuvo su fruto y muchos «creyeron» (v.12). Yo te animaría también a separar un tiempo cada día con regularidad para estudiar las Escrituras.

Una vez más, el éxito de Pablo y Silas conllevó la oposición. Algunos comenzaron a «agitar y alborotar a las multitudes» (v.13). No te sorprendas si te encuentras con agitadores y alborotadores hoy en día.

  • Razona las buenas noticias

Pablo siguió hasta Atenas. Los atenienses «se pasaban el tiempo sin hacer otra cosa más que escuchar y comentar las últimas novedades» (v.21). Les interesaba más lo que era nuevo que lo que era verdad.

Una vez más, Dios proveyó a Pablo con un mensaje adecuado para los atenienses. «Discutía en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios, y a diario hablaba en la plaza con los que se encontraban por allí» (v.17). Aquellas eran dos audiencias completamente diferentes.

Hablar a la primera de las audiencias habría sido como predicar en la iglesia. Hablar en una plaza de mercado habría sido más como hablar en el trabajo. Pero en esencia, el mensaje de Pablo parece que fue exactamente el mismo: «Les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección» (v.18).

Oración

Señor, te pido que me des las palabras que necesito para las conversaciones que me esperan hoy. Te pido que des el mensaje, así como palabras que cambien vidas en mis conversaciones diarias y que sea guiado por el Espíritu.

Antiguo Testamento

1 Reyes 16:8-18:15

Elá, rey de Israel

8 En el año veintiséis de Asá, rey de Judá, Elá hijo de Basá ascendió al trono de Israel, y reinó dos años en Tirsá. 9 Pero conspiró contra él Zimri, uno de sus funcionarios, que tenía el mando de la mitad de sus carros de combate. Estaba Elá en Tirsá, emborrachándose en la casa de Arsá, administrador de su palacio. 10 En ese momento irrumpió Zimri y lo hirió de muerte, y lo suplantó en el trono. Era el año veintisiete de Asá, rey de Judá.

11 Tan pronto como Zimri usurpó el trono, eliminó a toda la familia de Basá. Exterminó hasta el último varón, fuera pariente o amigo. 12 Así aniquiló a toda la familia de Basá, conforme a la palabra que el Señor había anunciado contra Basá por medio del profeta Jehú. 13 Esto sucedió a raíz de todos los pecados que Basá y su hijo Elá cometieron e hicieron cometer a los israelitas, provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel.

14 Los demás acontecimientos del reinado de Elá, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Zimri, rey de Israel

15 En el año veintisiete de Asá, rey de Judá, mientras el ejército estaba acampado contra la ciudad filistea de Guibetón, Zimri reinó en Tirsá siete días. 16 El mismo día en que las tropas oyeron decir que Zimri había conspirado contra el rey y lo había asesinado, allí mismo en el campamento todo Israel proclamó como rey de Israel a Omrí, el jefe del ejército. 17 Entonces Omrí y todos los israelitas que estaban con él se retiraron de Guibetón y sitiaron Tirsá. 18 Cuando Zimri vio que la ciudad estaba a punto de caer, se metió en la torre del palacio real y le prendió fuego. Así murió 19 por los pecados que había cometido, pues hizo lo que ofende al Señor, siguiendo el mal ejemplo de Jeroboán y persistiendo en el mismo pecado con que éste hizo pecar a Israel.

20 Los demás acontecimientos del reinado de Zimri, incluso lo que atañe a su rebelión, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

Omrí, rey de Israel

21 Entonces el pueblo de Israel se dividió en dos facciones: la mitad respaldaba como rey a Tibni hijo de Guinat, y la otra, a Omrí. 22 Pero los partidarios de Omrí derrotaron a los de Tibni, el cual murió en la contienda. Así fue como Omrí ascendió al trono.

23 En el año treinta y uno de Asá, rey de Judá, Omrí ascendió al trono de Israel, y reinó doce años, seis de ellos en Tirsá. 24 A un cierto Sémer le compró el cerro de Samaria por sesenta y seis kilos de plata, y allí construyó una ciudad. En honor a Sémer, nombre del anterior propietario del cerro, la llamó Samaria.

25 Pero Omrí hizo lo que ofende al Señor y pecó más que todos los reyes que lo precedieron. 26 Siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat, persistiendo en el mismo pecado con que éste hizo pecar a Israel y provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel.

27 Los demás acontecimientos del reinado de Omrí, incluso lo que atañe a las proezas que realizó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 28 Omrí murió y fue sepultado en Samaria. Y su hijo Acab lo sucedió en el trono.

Acab, rey de Israel

29 En el año treinta y ocho de Asá, rey de Judá, Acab hijo de Omrí ascendió al trono, y reinó sobre Israel en Samaria veintidós años. 30 Acab hijo de Omrí hizo lo que ofende al Señor, más que todos los reyes que lo precedieron. 31 Como si hubiera sido poco el cometer los mismos pecados de Jeroboán hijo de Nabat, también se casó con Jezabel hija de Et Baal, rey de los sidonios, y se dedicó a servir a Baal y a adorarlo. 32 Le erigió un altar en el templo que le había construido en Samaria, 33 y también fabricó una imagen de la diosa Aserá. En fin, hizo más para provocar la ira del Señor, Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que lo precedieron.

34 En tiempos de Acab, Jiel de Betel reconstruyó Jericó. Echó los cimientos al precio de la vida de Abirán, su hijo mayor, y puso las puertas al precio de la vida de Segub, su hijo menor, según la palabra que el Señor había dado a conocer por medio de Josué hijo de Nun.

Elías es alimentado por los cuervos

17Ahora bien, Elías, el de Tisbé de Galaad, fue a decirle a Acab: «Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te juro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene.»

2 Entonces la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: 3 «Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, al este del Jordán. 4 Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los cuervos que te den de comer allí.» 5 Así que Elías se fue al arroyo de Querit, al este del Jordán, y allí permaneció, conforme a la palabra del Señor. 6 Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo.

La viuda de Sarepta

7 Algún tiempo después, se secó el arroyo porque no había llovido en el país. 8 Entonces la palabra del Señor vino a él y le dio este mensaje: 9 «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer.» 10 Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:

—Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber.

11 Mientras ella iba por el agua, él volvió a llamarla y le pidió:

—Tráeme también, por favor, un pedazo de pan.

12 —Tan cierto como que vive el Señor tu Dios —respondió ella—, no me queda ni un pedazo de pan; sólo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!

13 —No temas —le dijo Elías—. Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo para ti y para tu hijo. 14 Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra.”

15 Ella fue e hizo lo que le había dicho Elías, de modo que cada día hubo comida para ella y su hijo, como también para Elías. 16 Y tal como la palabra del Señor lo había anunciado por medio de Elías, no se agotó la harina de la tinaja ni se acabó el aceite del jarro.

17 Poco después se enfermó el hijo de aquella viuda, y tan grave se puso que finalmente expiró. 18 Entonces ella le reclamó a Elías:

—¿Por qué te entrometes, hombre de Dios? ¡Viniste a recordarme mi pecado y a matar a mi hijo!

19 —Dame a tu hijo —contestó Elías.

Y arrebatándoselo del regazo, Elías lo llevó al cuarto de arriba, donde estaba alojado, y lo acostó en su propia cama. 20 Entonces clamó: « Señor mi Dios, ¿también a esta viuda, que me ha dado alojamiento, la haces sufrir matándole a su hijo?» 21 Luego se tendió tres veces sobre el muchacho y clamó: «¡ Señor mi Dios, devuélvele la vida a este muchacho!»

22 El Señor oyó el clamor de Elías, y el muchacho volvió a la vida. 23 Elías tomó al muchacho y lo llevó de su cuarto a la planta baja. Se lo entregó a su madre y le dijo:

—¡Tu hijo vive! ¡Aquí lo tienes!

24 Entonces la mujer le dijo a Elías:

—Ahora sé que eres un hombre de Dios, y que lo que sale de tu boca es realmente la palabra del Señor.

Elías y Abdías

18Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: «Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra.» 2 Así que Elías se puso en camino para presentarse ante Acab.

En Samaria había mucha hambre. 3 Por lo tanto, Acab mandó llamar a Abdías, quien administraba su palacio y veneraba al Señor. 4 Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber. 5 Acab instruyó a Abdías: «Recorre todo el país en busca de fuentes y ríos. Tal vez encontremos pasto para mantener vivos los caballos y las mulas, y no perdamos nuestras bestias.» 6 Así que se dividieron la tierra que iban a recorrer: Acab se fue en una dirección, y Abdías en la otra.

7 Abdías iba por su camino cuando Elías le salió al encuentro. Al reconocerlo, Abdías se postró rostro en tierra y le preguntó:

—Mi señor Elías, ¿de veras es usted?

8 —Sí, soy yo —le respondió—. Ve a decirle a tu amo que aquí estoy.

9 —¿Qué mal ha hecho este servidor suyo —preguntó Abdías—, para que usted me entregue a Acab y él me mate? 10 Tan cierto como que vive el Señor su Dios, que no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarlo. Y a quienes afirmaban que usted no estaba allí, él los hacía jurar que no lo habían encontrado. 11 ¿Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí? 12 ¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido fiel al Señor desde mi juventud. 13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel estaba matando a los profetas del Señor? ¡Pues escondí a cien de los profetas del Señor en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les di de comer y de beber! 14 ¡Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí! ¡De seguro me matará!

15 Elías le respondió:

—Tan cierto como que vive el SeñorTodopoderoso, a quien sirvo, te aseguro que hoy me presentaré ante Acab.

Comentario

3. Necesidades materiales

Jesús nos enseñó a orar: «Danos hoy nuestro pan cotidiano» (Mateo 6:11; Lucas 11:3). Busca a Dios para que provea tus necesidades diarias. No te dará necesariamente todo lo que quieras pero ora para que te provea todo lo que necesites.

En una sociedad que continuaba pecando y dividiéndose en facciones (1 Reyes 16:8-34), Dios suscitó un profeta que habló con autoridad y poder.

El Nuevo Testamento nos cuenta que Elías era un «hombre con debilidades como las nuestras» (Santiago 5:17a). Aun así «con fervor oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio. Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos» (vv.17b–18).

La oración de Elías trajo problemas al mismo Elías. Pero Dios proveyó todas sus necesidades materiales. Inicialmente «Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo» (1 Reyes 17:6). Dios puede ser muy creativo a la hora de proveerte. Tu papel consiste en obedecerlo y confiar en que proveerá todas tus necesidades.

Cuando el arroyo se secó (v.7) el Señor le dijo: «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer» (v.9). Cuando una puerta se cierra (el arroyo se secó) suele ser porque Dios está a punto de abrir otra puerta en tu vida. Estaba cambiando de lugar a Elías para que este pudiera ser la respuesta a la oración de otra persona necesitada de provisión.

La viuda fue puesta a prueba cuando Elías le pidió comida y le responde que ella y su hijo estaban a punto de comer su última comida y después morir. Elías le promete que si es generosa con lo que tiene, Dios proveerá todas sus necesidades. Le augura: «No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra» (v.14).

La viuda hizo exactamente lo que Elías pidió y sucedió exactamente como él predijo (vv.15–16). Aquella mujer demostró una gran fe; estaba preparada para dar todo lo que tenía, arriesgándolo todo y Dios suplió todas sus necesidades. Tuvieron suficiente, pero nunca de más. Siguieron siendo totalmente dependientes de Dios para proveer sus necesidades diarias. Si obedeces a Dios y das con generosidad, descubrirás que no puedes ganar a Dios en generosidad. Dios hará cosas sorprendentes por ti y por medio de ti.

Esto no significa que la vida será fácil. A pesar de su fe, tuvo que enfrentarse a más batallas venideras. Su hijo se enfermó y finalmente dejó de respirar (v.17). Elías ejercitó una fe enorme cuando clamó al Señor pidiendo por el niño que había muerto (v.20). «El Señor oyó el clamor de Elías, y el muchacho volvió a la vida» (v.22).

Qué increíble tuvo que ser para Elías poder recogerlo y llevarlo de la habitación a la casa para dárselo a su madre diciendo: «¡Tu hijo vive! ¡Aquí lo tienes!» (v.23).

Oración

Señor, gracias por Tu sorprendente amor, poder y provisión de comida suficiente para el mundo entero. Perdónanos cuando no distribuimos lo que Tú has proveído. Danos Tu guía, Tus palabras y Tu valor para hacer lo que podamos en nuestra generación para cambiar esta terrible injusticia. Guíanos con Tu Espíritu para cambiar el mundo.

Añadidos de Pippa

1 Reyes 17:14

«Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra”».

Me encanta la historia de la pobre viuda desconocida que compartió su comida con el gran profeta. Dios convierte lo ordinario en extraordinario.

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