Día 195

Por qué y cómo adorar

Sabiduría Salmos 84:8-12
Nuevo Testamento Romanos 1:18-32
Antiguo Testamento 2 Reyes 24:8-25:30

Introducción

En su libro «The Vision and The Vow» (La visión y el voto), Pete Greig cuenta cómo un distinguido crítico de arte estaba estudiando un bellísimo cuadro del maestro renacentista italiano Filippino Lippi en la Galería Nacional de Londres. Estuvo ahí contemplando aquella obra del siglo XV observando a María sosteniendo al niño Jesús en su regazo, con los santos Domingo y Jerónimo arrodillados cerca de ellos. Sin embargo, había algo en la obra que le preocupaba; no había duda de la habilidad de Lippi, su uso del color o la composición; pero las proporciones de la imagen parecían un poco equivocadas, las colinas en el fondo parecían exageradas, como si se fueran a salir del cuadro y fueran a caer al piso pulido de la galería en algún momento. Los dos santos arrodillados se veían raros e incómodos.

El crítico de arte Robert Cumming no fue el primero en criticar el trabajo de Lippi por su pobre perspectiva, pero pudo ser el último en hacerlo, porque en aquel momento tuvo una revelación. De repente se le ocurrió que el problema podría ser suyo; la pintura nunca había sido pensada para estar en una galería. La pintura de Lippi había sido encargada para colgarse en un lugar de oración.

El decoroso crítico cayó de rodillas ante el cuadro en la galería pública. De repente vio lo que las generaciones de críticos de arte habían pasado por alto. Desde su nueva perspectiva, Robert Cumming descubrió una pieza perfectamente proporcionada. El primer plano se había movido naturalmente al fondo, mientras que los santos parecían asentados: su incomodidad, como la pintura misma, se había convertido en gracia. Ahora, María lo miraba directamente de forma atenta y amable mientras él se arrodillaba a sus pies entre los santos Domingo y Jerónimo.

No era la perspectiva de la pintura la que había estado equivocada durante todos aquellos años, era la perspectiva de la gente que la miraba. Robert Cumming —de rodillas— encontró una belleza que Robert Cumming —el orgulloso crítico de arte— no podía. La pintura solo cobraba vida para los que estaban de rodillas en oración. La perspectiva correcta es la posición de adoración.

Sabiduría

Salmos 84:8-12

8 Oye mi oración, Señor, Dios Todopoderoso;
 escúchame, Dios de Jacob.
9 Oh Dios, escudo nuestro,
 pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.

10 Vale más pasar un día en tus atrios
 que mil fuera de ellos;
prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios
 que habitar entre los impíos.
11 El Señor es sol y escudo;
 Dios nos concede honor y gloria.
El Señor brinda generosamente su bondad
 a los que se conducen sin tacha.

12 Señor Todopoderoso,
 ¡dichosos los que en ti confían!

Comentario

1. Descubre las bendiciones de la adoración

No hay nada en este mundo que se compare con adorar a Dios, andar en una relación cercana con Él y disfrutar de Su favor. Esto es lo que el salmista ora: «Oye mi oración, Señor, Dios Todopoderoso;

\[…\], pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos» (vv.8-9).

Este salmo completo es acerca de las bendiciones al adorar a Dios en Su morada (que durante aquel período era el templo de Jerusalén). Aquel que moran en la casa de Dios es bendecido y «siempre te está alabando» (Salmo 84:4).

El salmista dice que prefiere pasar un día en la presencia de Dios que mil en otros lugares: «Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos» (v.10).

Adorar a Dios es experimentarlo como «sol y escudo» (v.11), bañándonos en Su luz y calidez, y Su «escudo» defendiéndonos del mal (v.11).

El salmista ora por ello pues sabe lo maravilloso que es: «Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha. Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!» (vv.11-12).

Oración

Señor, te adoro hoy. Un día en Tu presencia es mejor que mil en otro lugar. Ayúdame a seguir confiando en Ti y a adorarte.

Nuevo Testamento

Romanos 1:18-32

La ira de Dios contra la humanidad

18 Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. 19 Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado. 20 Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. 21 A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón. 22 Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios 23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.

24 Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. 25 Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.

26 Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. 27 Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión.

28 Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. 29 Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, 30 calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; 31 son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. 32 Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican.

Comentario

2. Adora solo a Dios

Con el tiempo, acabas convirtiéndote en aquello que adoras. Si adoramos ídolos sin valor, nuestras vidas se vuelven inútiles. Si adoramos a Dios, finalmente llegaremos a ser como Él.

En este pasaje, el apóstol Pablo comienza a revelar lo que ha ido mal en el mundo. El corazón del problema es que la humanidad ha estado «adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador» (v.25).

Por supuesto, Dios se había revelado específicamente a la nación judía. Pero, ¿y los que nunca habían oído las buenas noticias? El argumento de Pablo es que «nadie tiene excusa» (v.20).

Dios se ha revelado en Su creación: «Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente. Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios» (vv.19-20, NTV).

Este conocimiento de Dios es solamente parcial y limitado; pero, como dice el salmista: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos» (Salmo 19:1).

Solo tenemos que mirar el mundo creado para saber que tiene que haber un Dios. El problema con el mundo es que, a pesar de esta revelación de Dios, «no quisieron adorarlo» (Romanos 1:21, NTV). «No lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias» (v.21). En cambio, «rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo» (v.25, NTV).

Por ello, el apóstol Pablo escribe: «Dios los entregó» (vv.24, 26, 28). Dios permitió que siguiéramos nuestro propio camino para que por fin pudiéramos aprender acerca de las terribles consecuencias que traen. En última instancia, la vida alejada de la adoración a Dios es inútil; como está escrito en The Message, es «sin Dios y sin amor» (v.27, MSG).

«Como no quisieron reconocer a Dios, él a su vez dejó de insistirles y los dejó andar sueltos. Y entonces todo el infierno se desató» (v.28, MSG).

A medida que la adoración a Dios entra en declive, la moralidad de la sociedad se deteriora como consecuencia. No debemos sorprendernos de que muchas de las cosas descritas en este pasaje hayan sucedido en nuestra nación como consecuencia del declive de la adoración a Dios.

Si quieres mantenerte en la perspectiva correcta, mantén tus ojos fijos en Jesús y sigue adorando y sirviendo al Creador.

Oración

Señor, oramos para que nuestra sociedad se aparte de adorar las cosas creadas y sea restaurada la adoración solo a Ti, nuestro Creador.

Antiguo Testamento

2 Reyes 24:8-25:30

Joaquín, rey de Judá

8 Joaquín tenía dieciocho años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses. Su madre era Nejustá hija de Elnatán, oriunda de Jerusalén. 9 Joaquín hizo lo que ofende al Señor, tal como lo había hecho su padre.

10 En aquel tiempo, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, marcharon contra Jerusalén y la sitiaron. 11 Cuando ya la tenían cercada, Nabucodonosor llegó a la ciudad. 12 Joaquín, rey de Judá, se rindió, junto con su madre y sus funcionarios, generales y oficiales. Así, en el año octavo de su reinado, el rey de Babilonia capturó a Joaquín.

13 Tal como el Señor lo había anunciado, Nabucodonosor se llevó los tesoros del templo del Señor y del palacio real, partiendo en pedazos todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo. 14 Además, deportó a todo Jerusalén: a los generales y a los mejores soldados, a los artesanos y a los herreros, un total de diez mil personas. No quedó en el país más que la gente pobre.

15 Nabucodonosor deportó a Joaquín a Babilonia, y también se llevó de Jerusalén a la reina madre, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a la flor y nata del país. 16 Deportó además a todos los guerreros, que eran siete mil, y a mil artesanos y herreros, todos aptos para la guerra. El rey de Babilonia se los llevó cautivos a Babilonia. 17 Luego puso como rey a Matanías, tío de Joaquín, y le dio el nombre de Sedequías.

Sedequías, rey de Judá

18 Sedequías tenía veintiún años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años. Su madre se llamaba Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná. 19 Al igual que Joacim, Sedequías hizo lo que ofende al Señor, 20 a tal grado que el Señor, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá.

Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.

La caída de Jerusalén

25En el año noveno del reinado de Sedequías, a los diez días del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó con todo su ejército y atacó a Jerusalén. Acampó frente a la ciudad y construyó una rampa de asalto a su alrededor. 2 La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedequías.

3 A los nueve días del mes cuarto, cuando el hambre se agravó en la ciudad, y no había más alimento para el pueblo, 4 se abrió una brecha en el muro de la ciudad, de modo que, aunque los babilonios la tenían cercada, todo el ejército se escapó de noche por la puerta que estaba entre los dos muros, junto al jardín real. Huyeron camino al Arabá, 5 pero el ejército babilonio persiguió a Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo, 6 y los babilonios lo capturaron. Entonces lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá. Allí Sedequías recibió su sentencia. 7 Ante sus propios ojos degollaron a sus hijos, y después le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.

8 A los siete días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su ministro Nabuzaradán, que era el comandante de la guardia, fue a Jerusalén 9 y le prendió fuego al templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes. 10 Entonces el ejército babilonio bajo su mando derribó las murallas que rodeaban la ciudad. 11 Nabuzaradán además deportó a la gente que quedaba en la ciudad, es decir, al resto de la muchedumbre y a los que se habían aliado con el rey de Babilonia. 12 Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos.

13 Los babilonios quebraron las columnas de bronce, las bases y la fuente de bronce que estaban en el templo del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 14 También se llevaron las ollas, las tenazas, las despabiladeras, la vajilla y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto. 15 Además, el comandante de la guardia se apoderó de los incensarios y de los aspersorios, todo lo cual era de oro y de plata.

16 El bronce de las dos columnas, de la fuente y de las bases, que Salomón había hecho para el templo del Señor, era tanto que no se podía pesar. 17 Cada columna medía ocho metros de altura. El capitel de bronce que estaba encima de cada columna medía metro y medio de altura y estaba decorado alrededor con una red y con granadas de bronce. Las dos columnas tenían el mismo adorno.

18 El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, sacerdote principal, a Sofonías, sacerdote de segundo rango, y a los tres porteros. 19 De los que quedaban en la ciudad, apresó al oficial encargado de las tropas, a cinco de los servidores personales del rey, al cronista principal del ejército, encargado de reclutar soldados de entre el pueblo, y a sesenta ciudadanos que todavía estaban en la ciudad. 20 Después de apresarlos, Nabuzaradán, comandante de la guardia, se los llevó al rey de Babilonia, que estaba en Riblá. 21 Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar.

Así Judá fue desterrado y llevado cautivo.

22 Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, para que gobernara a la gente que había dejado en Judá. 23 Cuando los oficiales del ejército de Judá y sus tropas se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Guedalías, fueron a ver a éste en Mizpa. Los oficiales eran Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, oriundo de Netofa, y Jazanías, hijo de un hombre de Macá. 24 Guedalías les hizo este juramento a ellos y a sus tropas: «No teman a los oficiales babilonios. Si ustedes se quedan en el país y sirven al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien.»

25 Pero a los siete meses Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de la estirpe real, y diez hombres que lo acompañaban, fueron y asesinaron a Guedalías; también mataron a los hombres de Judá y a los babilonios que formaban parte de su séquito en Mizpa. 26 Acto seguido, todos huyeron a Egipto, grandes y pequeños, junto con los oficiales, pues temían a los babilonios.

Liberación del rey Joaquín

27 En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel. 28 Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. 30 Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia.

Comentario

3. Ora por la restauración de la adoración

A veces, al observar nuestra sociedad parece que estamos en una especie de exilio. También puede parecer que la iglesia se está derrumbando.

En este pasaje vemos que el pueblo de Dios ha pasado por tiempos desesperados en el pasado, pero vemos que hay esperanza para el futuro.

Al final del libro de Reyes, leemos las terribles consecuencias de una nación que ha hecho exactamente lo que el apóstol Pablo describe en nuestro pasaje del Nuevo Testamento de hoy. Se habían apartado de adorar a Dios para adorar a los ídolos (cosas creadas).

Como resultado, vemos la destrucción de Jerusalén y su templo, y vemos la gente yendo al exilio.

Durante el reinado de Joaquín (597 a. C.), «las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, marcharon contra Jerusalén y la sitiaron» (24:10). Los líderes del pueblo fueron llevados al exilio (v.14).

El siguiente rey fue nombrado por el rey de Babilonia. Sedequías (597-587 a. C.) no era mejor y las cosas iban de mal en peor, ya que Nabucodonosor nuevamente sitió Jerusalén (capítulo 25). Esta vez el resultado fue aún más devastador. Nabucodonosor «le prendió fuego al templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes» (25:9). El pueblo fue «llevado al exilio» (v.11), «Judá fue al exilio, huérfano de su tierra» (v.21, MSG).

Está escrito: «El Señor, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá» (24:20).

Todo esto tiene que leerse junto con los libros de los profetas Jeremías y Ezequiel, quienes profetizaban en aquel momento. (Véase especialmente Jeremías 13:18, capítulos 39 y 52, Ezequiel capítulos 12 y 24). La mayor pérdida para el pueblo de Dios fue la destrucción del templo. Era el lugar donde adoraban a Dios y experimentaban Su presencia. La peor consecuencia del exilio fue que fueron «echados» de Su presencia (2 Reyes 24:20).

Sin embargo, el libro de Reyes termina con un pequeño rayo de esperanza. Joaquín, rey de Judá, fue puesto en libertad por el rey de Babilonia en el año 37 de su exilio (25:27) y es invitado a comer regularmente en la mesa del rey (v.29). El exilio no va a durar para siempre; aquí da una nota de anticipación de las cosas buenas que están por venir. El pueblo de Dios regresará del exilio y reconstruirá el templo y comenzará a disfrutar de la presencia de Dios y a adorarlo una vez más.

Oración

Señor, clamamos por la restauración y el avivamiento. Restaura Tu iglesia en este país, reavívanos de nuevo. Oro para que nuestra nación se vuelva a Ti, vuelva a adorarte, que disfrute de Tu presencia y que, de rodillas ante ti, vea las cosas desde la perspectiva correcta.

Añadidos de Pippa

Salmo 84:11b (NTV)

«El Señor no negará ningún bien a quienes hacen lo que es correcto».

He estado reflexionando sobre esto. Es maravilloso que «El Señor no negará ningún bien». Aunque a veces desearía que hubiera dicho «a quienes hacen lo que no está tan mal», porque «lo que es correcto» me parece un estándar muy alto. Es por eso que necesitamos la cruz, porque no podemos hacerlo por nuestra cuenta.

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Nueva Versión Inernacional (NVI)

Copyright © 1999 by Biblica, Inc

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